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Cristo Murió
Por Nosotros
Entendiendo Nuestra Condición
de pecado

Ministerio Cristiano Verdad Viviente


….Proclamando las Buenas Nuevas del Reino!

Serie : El Verdadero Evangelio—Parte 1

JOHEL LAFAURIE

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Publicado por el Ministerio Cristiano Verdad Viviente
1952 Autumn Drive, Keller, Texas 76262 - USA
Teléfono: (817) 995-3942
verdadviviente@gmail.com
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Todos los derechos reservados.

Todos los pasajes Bíblicos están tomados de la versión de Reina-


Valera, revisión 1960.

Se prohíbe la reproducción de esta obra en cualquier forma,


idioma, o por cualquier medio, electrónico o mecánico,
incluyendo fotocopiado, grabación o por sistemas de captación,
sin el permiso expreso y por escrito del Publicador, el Ministerio
Cristiano Verdad Viviente.

Primera edición en español, Enero de 2011


Segunda edición en español, Marzo de 2011.

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Reconocimientos

Dedico esta serie primero y sobre todo a Dios, quien


me amó desde antes de la fundación del mundo con
amor inherente, eterno, soberano, infinito, inmutable,
santo y benigno, entregando a Su glorioso Hijo por mí
en la cruz. Tu Amor me constriñe.

A mi bella y agraciada esposa, Giovanna, ayuda idónea,


amiga y compañera, un verdadero regalo de Dios.
Gracias por tu amor y dedicación intachable. Gracias
por enseñarme el amor de Jesús. Te amo.

A mis amados hijos Marjorie y Bryan, quienes han


llenado mi vida de tanta satisfacción y momentos
memorables. Hacer educación en casa con vosotros
valió la pena.

A mis hijos Ludwin y Lays, quienes cumplen que los


últimos serán los primeros. Dios los trajo para
mejorarnos. Gracias.

A mis amados siete nietos Gabriel, Samantha,


Sarah, Elizabeth, Benjamín, Michael y Joshua, el
Ejército del Señor, quienes llenan nuestra casa de
alegría y tantas ocurrencias.

Y a todos los hijos de Dios, predestinados a una


salvación tan grande.

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“Porque no nos ha puesto Dios para ira,
sino para alcanzar salvación por medio de
nuestro Señor Jesucristo, quien murió por
nosotros para que ya sea que velemos, o
que durmamos, vivamos juntamente con
Él.”

- I Tesalonicenses 5:9-10

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Contenido

PRIMERA PARTE:
¿POR QUÉ MURIÓ CRISTO EN LA CRUZ? 1

¿Qué dice la Biblia acerca de ti? 3


Primero - Todos tus pensamientos son malos 4
Segundo - Naciste en pecado 5
Tercero - Nuestras justicias son como trapo de
Inmundicia 5
Cuarto - No eres justo 8
Quinto - Tienes una mente reprobada 11
Sexto – Eres inútil 14
Séptimo - No haces lo bueno 17
Octavo - No tienes temor de Dios 19
Noveno - No amas la gloria de Dios 20
Decimo - Estás bajo el juicio de Dios 24

SEGUNDA PARTE:
DIOS ODIA AL PECADO Y AL PECADOR 27

Dios siente pena 29


Dios siente enojo 30
Dios está en enemistad contra el pecador 31
La ira de Dios está contra el malo 34

TERCERA PARTE:
¿POR QUÉ TUVO QUE MORIR CRISTO? 35

Justificando al impío 37
Sé propicio a mí 38

vi
CUARTA PARTE:
EN LA CRUZ EL PADRE QUEBRANTÓ
AL HIJO 43

No hay compañerismo entre Dios y el pecado 46


Jesús tomó toda la copa de la ira de Dios 47
¿Quebrantarías a tu propio hijo? 49

QUINTA PARTE:
LO QUE TIENES QUE HACER 51
¿Quieres tener al Hijo? 54

ORACIÓN 55

vii
Cristo Murió
Por Nosotros
Entendiendo Nuestra
Condición de Pecado

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un


hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte
pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron… y están destituidos de la gloria de Dios.”

Romanos 5:12, 3:23

Oración: Dios Padre, bendita sea Tu Gloria. Te pido que


obres en mí para que pueda ver la Cruz del Calvario y mi
gran necesidad de Cristo.

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Prefacio
Pablo nos dice, “Porque todo aquel que invocare el
nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo pues, invocarán a
aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel
de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les
predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?
Como está escrito: ¡Cuan hermosos son los pies de los que
anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”
(Rom. 10:13-15.)

El apóstol hace una relación de las condiciones


necesarias para que la gente se salve. Es obvia su
progresión lógica. Sin enviar, no hay predicadores. Sin
predicadores, no hay predicación. Sin predicación, no se
oye el Evangelio. Sin oír el Evangelio, no se cree el
Evangelio. Sin creer el Evangelio, no se invoca a Dios para
ser salvo. Sin invocar a Dios para ser salvo, no hay
salvación.

Dios no sólo preordena el fin de la salvación para los


elegidos; también preordena los medios para ese fin. Dios
ha escogido la locura de la predicación como el medio para
llevar a cabo la redención. Aunque Dios podría haber
llevado a cabo Su propósito divino sin nosotros, Él nos
escogió para ello. Es un privilegio maravilloso ser utilizado
por Dios en el plan de la redención. Así como Jesús fue
enviado por el Padre, nosotros fuimos enviados por el Hijo.

En el mundo antiguo, las noticias de las batallas y de


otros acontecimientos cruciales eran llevadas por
corredores. Se situaban atalayas para observar a los
mensajeros que se acercaban. Sus ojos eran agudos y
estaban adiestrados para observar los sutiles matices de las
zancadas de los corredores que se acercaban. Los que traían
malas noticias se acercaban con pies pesados. Los

x
corredores que traían buenas noticias se acercaban
rápidamente, corriendo con sus pies a través del polvo. Sus
zancadas revelaban su emoción. Para los atalayas, la escena
de un corredor aproximándose rápidamente en la distancia,
deslizándose con sus pies sobre la montaña, era una
magnífica visión que contemplar.

Así también, la Biblia habla de la hermosura de los pies


de aquellos que nos traen buenas noticias. Nos sentimos
inclinados favorablemente hacia aquellos que nos traen
buenas noticias. Siempre tendré un lugar especial en mis
afectos hacia el hombre que me habló primero de Cristo. Sé
que fue Dios quien me salvó y no aquel hombre, pero aún
aprecio el papel de aquel hombre en mi salvación.

Conducir a la gente a Cristo es una de las mayores


bendiciones personales que podemos disfrutar jamás.
Tenemos un papel muy significativo que jugar en la
evangelización. Predicamos y proclamamos el Evangelio.
Ese es nuestro deber y privilegio. Pero es Dios el que da el
crecimiento.

Nunca debemos subestimar la importancia de nuestro


papel en la evangelización. Tampoco debemos
sobrestimarlo. Predicamos. Damos testimonio. Aportamos
el llamamiento externo. Pero sólo Dios tiene el poder para
llamar a una persona a sí internamente. No me siento
defraudado por eso. Por el contrario, me siento confortado.
Debemos realizar nuestra labor, confiando en que Dios hará
la suya.

Las Buenas Nuevas es la proclamación de la Gracia de


Dios donde el Espíritu Santo nos regenera para ver su
hermosura y gustar su dulzura. Este anuncio subraya el
extremo al que ha llegado Dios en nuestro favor. Es una
teología que comienza y termina con la gracia.

xi
Alabamos a Dios, que nos levantó de nuestra muerte
espiritual y nos hace andar en lugares celestiales.
Encontramos a un Dios que está "por nosotros", dándonos
ánimo para resistir a los que puedan estar contra nosotros.
Hace que nuestras almas se regocijen de conocer que todas
las cosas están cooperando para nuestro bien. Nos
deleitamos en nuestro Salvador que verdaderamente nos
salva y preserva e intercede por nosotros. Nos
maravillamos de su obra de arte y en lo que ha realizado.
Saltamos de gozo cuando descubrimos Su promesa de
acabar lo que ha comenzado en nosotros. Consideramos los
misterios y nos inclinamos ante ellos, con una doxología
por las riquezas de gracia que ha revelado:

“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la


ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos! ... porque de Él, y por El, y
para El, son todas las cosas A Él sea la gloria por los
siglos. Amén.” - Rom. 11:33,36

Es mi oración que Dios tenga a bien usar esta serie “El


Verdadero Evangelio” para equipar a Su pueblo y para
llamar a muchos a Su Salvación gloriosa. Y despertar en
cada lector el amor de la cruz que constriñe, el cual crece
en Jesús y se multiplica en otros.

Dr. Johel LaFaurie

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xiii
¿POR QUÉ MURIÓ
CRISTO EN LA
CRUZ?

1
P
¿ or qué murió Cristo en la Cruz? Si hacemos esta
pregunta en muchos lugares, seguramente que vamos a
escuchar la respuesta correcta que Cristo murió por mí, que
Cristo murió por ti. Pero, ¿por qué murió Cristo por nosotros?
Tantas veces declaramos esto y hasta ligeramente, sin
reverencia, y muchas veces sin darnos cuenta de lo que
estamos diciendo. Cada vez que hablemos del nombre de
Cristo debemos hacerlo con reverencia. Y cada vez que
hablamos de Su cruz, debemos hacerlo con gratitud y deuda.
La obra de Jesús en la cruz es la mayor demostración del
amor de Dios. Es la plenitud de la Gracia divina.
Pero veamos por qué murió Jesús en la cruz. El Apóstol Pablo
nos dice que Cristo murió por nuestros pecados:

“Porque primeramente os he enseñado lo que


asimismo recibí: que Cristo murió por nuestros
pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras.” - I Corintios 15:3-4
Que el Hijo de Dios murió por nosotros es algo que no se
puede explicar a plenitud. Ningún predicador en ningún
idioma puede explicar ni entender lo que esto significa en su
plenitud. Es mi oración y deseo que por medio de este estudio
Dios nos dé sabiduría y entendimiento; no hay nada más
importante que el tema de la cruz del Calvario.
Acabamos de leer que Cristo murió por nuestros pecados,
pero el problema del hombre es que no conoce su
condición caída de pecado. El problema más grande en el
día de hoy es que el hombre no se cree pecador, y si acaso
reconoce que es pecador, no está convencido de la
magnitud y dimensión de su maldad. Aún los que
profesamos seguir a Jesús, los creyentes, no nos damos cuenta
cuan pecadores somos y cuán grande es nuestra necesidad de
la cruz.

2
Debemos empezar con algo que debe ser fundamental en
el asunto de la salvación, y esto es, una evaluación correcta
de la condición del individuo que se debe salvar. Si
tenemos vistas deficientes y ligeras sobre el pecado, entonces
estamos propensos a tener vistas defectuosas para la salvación
del pecador. Así que es muy necesario que veamos lo que las
Escrituras dicen con respecto a nosotros.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA
ACERCA DE TI?
A la luz de las Escrituras, el estado natural del hombre es un
estado de depravación total. Cuando se habla de depravación
total, no se refiere a que cada hombre es tan malvado como
pueda ser, ni que el hombre sea incapaz de reconocer la
voluntad de Dios; ni tampoco de que sea incapaz de hacer
algún bien hacia su prójimo o aun dar lealtad externa a la
adoración de Dios. No significa que no exista persona alguna
sin alguna virtud, y llena de muchos motivos y logros loables,
pero el hombre desde “la caída” se encuentra bajo la
maldición del pecado, y es incapaz de amar a Dios.
El hombre tiene muchas virtudes y actos loables pero no
apuntan hacia Dios. Por naturaleza el hombre caído no da
gloria a Dios y mucho menos se sujeta a la voluntad de Él. El
hombre caído esta en completa rebelión contra el gobierno
de Dios.
Cuando hablamos de depravación total lo que sí quiere
decir es que cuando el hombre cayó en el Huerto del Edén
cayó en su totalidad. La personalidad completa del hombre
fue afectada por la caída, y el pecado se extiende por
completo por todas las facultades humanas - la voluntad, el
entendimiento, el afecto y todo lo demás.
La Biblia enseña con absoluta claridad que el hombre, por
naturaleza, está ¡MUERTO y ajeno de la vida de Dios!
Veamos las pruebas:

3
PRIMERO - TODOS tus pensamientos son malos
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y que todo designio [concepción,
imaginación, formación] de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal.”
Génesis 6:5
Dios dice en Su Palabra que todos nuestros
pensamientos son pecaminosos, que son de continuo al
mal. Pero alguno dirá, “No es cierto que todos mis
pensamientos son malos.” Tienes que entender que Dios no es
como el hombre. Comparados con Benito Mussolini o Adolf
Hitler, todos somos buena gente, pero comparados con Dios,
todos somos peores que estos dictadores fascistas. Tenemos
que entender que estos asesinos no fueron la excepción sino la
norma humana. Ellos fueron la demostración y capacidad de
lo que todo hombre puede llegar a ser si no se le restringe. Sin
las restricciones debidas ya se hubieran levantado muchos
iguales o peores que estos hombres.
Pero tú dirás: “Pero todos mis pensamientos no son tan
malos. Yo tengo pensamientos buenos muchas veces.” Si
pudiéramos sacar todos tus pensamientos y pasarlos en una
vista panorámica, no sólo tus hechos y palabras, sino todo lo
que has pensado, tú no volverías a este lugar debido a la
vergüenza. Ni te asomarías delante de tu propia familia nunca
más. Tendrías tanta vergüenza que te esconderías. Tú has
pensado cosas muy horribles y el Dios santo las conoce todas.
Ni siquiera puedes compartir tus pensamientos horribles con
tus mejores amigos. Y la Biblia dice que Dios sabe todo lo
que has pensado, y no sólo lo que has pensado sino también
todo lo que has hecho y todo lo que has dicho. Tus palabras
están llenas de pecado. Tus obras están llenas de maldad. Tus
pensamientos son vergonzosos. Tantas maldades han pasado
en tu corazón y Dios lo ha visto todo. David se describe a sí
mismo, “Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado
está siempre delante de mí” (Salmo 51:3).

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SEGUNDO - Naciste en pecado
“…Porque el intento del corazón del hombre es malo
desde su juventud [desde su niñez]….”
- Génesis 8:21
Lo que tenemos que entender es que el hombre no
nace neutral moralmente. El hombre nace en pecado,
inclinado por naturaleza a la maldad. ¿Tienes que enseñar
a un niño como mentir? ¿Tienes que enseñar a un niño la
sensualidad? ¿Tiene un padre que enseñar a su hijo a ser
egoísta? ¿Tienes que enseñar a un niño como manipular a sus
padres? ¿Cómo gritar? ¿Cómo pelear? ¿Cómo pretender?
Tristemente, lo que la Biblia dice acerca de nosotros es
verdad. Somos hombres, mujeres, jóvenes y niños caídos, y
nuestra maldad comienza desde la misma gestación. Nuestra
caída no es por imitación sino innata; está en nosotros desde
que nacemos y nos corrompe.
David se describe a sí mismo, “He aquí, en maldad he
sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo
51:5). Somos hijos de Adán, torcidos, pervertidos, llenos de
pecado. Somos constituidos pecadores, es decir, nuestra
maldad está dentro de nuestras propias fibras.
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un
hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a
todos los hombres [todos estábamos en Adán], por cuanto
todos pecaron. …Porque así como por la desobediencia
de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos.” - Romanos 5:12, 19
TERCERO - Nuestras justicias son como trapo de
inmundicia
“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y
todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y
caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras
maldades nos llevaron como viento.”
- Isaías 64:6

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No tan sólo que nuestros pensamientos son de continuo al
mal, y que fuimos formados en pecado desde el vientre, sino
que lo mejor de nuestra rectitud comparado a la santidad de
Dios, es abominable. Todos nosotros somos como suciedad.
Todos somos inmundos. ¿De qué está hablando? Permítanme
darle una ilustración.

En una ocasión trabaje en un hospital como Técnico


Biomédico y estuve trabajando en varios pabellones como
Cuidados Intensivos, la zona pediatra, y emergencia. Pero me
tocó trabajar también en un pabellón muy particular, no
abierto al público. Era el lugar de las enfermedades
contagiosas, extrañas y muchas sin diagnóstico. Y allí conocí
varios pacientes con lepra.

¿Has estado alguna vez con un leproso? La lepra es una


enfermedad muy horrible. La carne se pudre debido a grandes
ulceraciones y lesiones de la piel y se llena de materia
supurando hasta el punto que se cae del cuerpo. La persona se
deforma, y la piel se tuerce debido a la gravedad de de sus
lesiones y ulceraciones, llenándose de hinchazones. El olor es
muy fétido, fuerte e insoportable. Si yo tuviese acá a un
leproso, ninguno lo podría soportar, no tan solo la enfermedad
es horrible; pero el aspecto del leproso es horrible. Sangre y
materia estarían brotando de la carne podrida. Una persona
con su apariencia tan fea que en muchos casos no se podría
soportar a mirarlo, y mucho menos puedes acercarte, ni olerlo.

La Biblia dice que ante Dios somos moralmente así. El


día de hoy la gente se ríe del pecado. Nos mofamos y no nos
molesta. Somos el producto de una sociedad y cultura
insensible al pecado. Nos gusta el pecado: en la televisión, en
la radio, en el Internet. Entretiene a nuestros ojos. Pero para
Dios es la cosa más enferma, más sucia, más pervertida. En
realidad, el pecado para Dios es una lepra. La Biblia dice que
nosotros somos como un leproso.

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Vamos a decir que vamos a tratar de mejorar la
apariencia y presentación del leproso. Así que vamos a la
tienda y compramos el vestido más elegante con el diseño
más exquisito de la tela más fina. Cubrimos a esa persona de
tal manera que nada de lepra se note, hasta con una máscara.
De alguna manera escondemos su olor también. Ahora
tenemos a una persona elegante. Ahora se ve muy bonito.
Pero es cuestión de tiempo para que aquella condición de
lepra salga, saturando a toda aquella apariencia. La misma
corrupción de su cuerpo también va a corromper al vestido.
Aquella tela tan bonita llega a ser tan horrible como aquel
leproso, a tal grado que nadie se atrevería a usar aquella ropa.

Por esta causa nosotros no podemos hacer nada para


salvarnos de nuestra condición no importando cuanto nos
disfracemos con nuestros logros de doctor, abogado, o de
prosperidad, educación o talentos, siempre nuestra inmundicia
va a salir.

Hay que entender que nuestras obras y logros son


valiosas ante nuestros ojos pero ante Dios son como trapo
de inmundicia. Nuestras mejores obras están
contaminadas con la corrupción de nuestro corazón. No
hay ninguna cosa que puedas hacer para presentarte ante
Dios y ser aceptado. Si Cristo murió por nuestros pecados
tenemos que entender qué es el pecado. Y en nuestra
cultura que glorifica al pecado, es casi imposible
entenderlo. Nadie toma en serio el pecado, ni los pastores, ni
los predicadores. No predicamos contra el pecado porque no
queremos ser ofensivos. Hablamos muy bonito pero el mundo
está marchando hacía el mismo infierno. Porque no estamos
demostrando a través de las Escrituras que el pecado es
mucho más que una enfermedad. Es algo grotesco y horrible y
Dios no lo puede soportar jamás. Lo que nos hace reír y
entretener, Dios lo aborrece.

Existe la presunta idea de que nosotros estamos


mejorándonos con el tiempo, que estamos progresando en

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nuestra moralidad. Yo no lo creo. Más bien nos estamos
empeorando. Es muy cierto que en muchos aspectos el
hombre es mejor, externamente mejor, me refiero, pero el
corazón adentro sigue siendo el mismo. El corazón humano
hoy es tan igual al corazón humano de hace mil años atrás. La
esencia de egoísmo y vanidad de tu corazón es el mismo que
el de nuestros antepasados. Tenemos dentro de nuestro
corazón latente la misma oposición contra la verdad de Dios
que operó en Adán. Y encontramos hoy en día el mismo
corazón despreciador del Evangelio que aquellos que lo
escucharon de los labios de Jesús.

CUARTO - No eres justo


“¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En
ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a
gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito:
no hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay
quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se
hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni
siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su
lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus
labios; Su boca está llena de maldición y de amargura.
Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto
y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino
de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.”
- Romanos 3:9-18

Nadie es justo. Ningún hombre desde Adán hasta


ahora ha sido justo. ¿Qué significa ser justo? La palabra
justo en hebreo significa ser derecho. Tengo aquí un palo
recto al cual lo estoy sosteniendo hacia una dirección, y tengo
otro palo también recto que va en la misma dirección; por lo
tanto, se dice que el segundo palo es justo respecto al primero.
Pero si el segundo palo aunque sea recto va en otra dirección
entonces ya deja de ser justo respecto al primero. Así que
justo según Dios es todo aquello recto que toma la misma
dirección de Dios. Así que para ser justo no sólo tiene que ser
recto sino que necesita apuntar hacía la misma dirección. De

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tal manera que si está torcido deja de ser justo o si apunta
hacía una dirección contraria, también deja de ser justo.

Para Dios, para que algo sea considerado justo no sólo


tiene que conformarse a Sus leyes y normas rectas, sino que
requiere que apunte a la gloria de Su Hijo Jesús.

Muchos predicadores predican la verdad de Dios, la cual


es pura y recta, pero en dirección opuesta—no para la gloria
de Jesucristo, sino para sus propias glorias y nombres. O
nosotros como padres enseñamos rectitud a nuestros hijos
pero no le enseñamos como vivir para la Gloria de Dios.

Otra vez, todo lo que es de Dios es recto y apunta hacía


una sola dirección: Hacia Su Hijo amado. Todo fue creado
para que el Hijo lleve toda alabanza y gloria. El Padre dio al
Hijo toda PREEMINENCIA. Si tu vida no va en dirección de
Cristo, aunque leas la Biblia, no eres justo. Si no te conformas
al primer “palo” no eres justo. Estas haciendo cortejo
(noviazgo bíblico) lo cual es Bíblico y es la voluntad de Dios,
pero si no apunta para la gloria del Hijo, no es justo. Te vas a
casar, es Bíblico, pero si no apunta para traer gloria al Hijo no
es justo. Si cocinas, aunque uses todos los mejores principios
rectos de salud, si no apunta para la gloria de Jesús, entonces
tu cocina no es justa. Si no nos conformamos a la norma de
Dios y nos desviamos tan sólo un poquito, ya no somos justos.
Nosotros no somos justos porque no nos conformamos a la
naturaleza y voluntad de Dios en la persona de Jesucristo.
Así que, ¿qué es salvación? Salvación es el poder solo de
Dios para conformarnos al molde de Jesucristo.

La Imagen de Jesucristo es que Él todo lo hacía para la


gloria del Padre y según Su estándar de verdad. Por ello el
Padre se agradaba tanto de Su Hijo justo. Pero tú yo llevamos
la imagen de Adán, pues hacemos todo según nuestro criterio
y para nuestra vana gloria. Necesitamos ser salvados de esta
condición irreparable para el hombre pero sólo posible de ser
cambiada para Dios.

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Te has extraviado en todo lo que Dios ha mandado. No es
que has violado tan sólo una ley, sino que tú has violado todo
y para siempre lo has hecho. Ni una vez has hecho el bien
ante Dios. Porque si hiciste algún bien pero no apuntaba para
dar gloria a Jesucristo, entonces no es bien. Si el bien que
hicisteis apuntaba para tu propia gloria, entonces ya no eres
justo.

¿Conoces la diferencia entre santo y justo? Ya


definimos lo que es justo, que es todo aquello que se
conforma a los principios y las leyes rectas y absolutas de
Dios y que debe apuntar para la gloria de Dios mismo. Ahora
bien, ¿qué es ser santo? La palabra santo viene de la palabra
cortar algo para apartarlo. De este modo, cuando decimos que
Dios es santo, ¿qué estamos diciendo? Que Él es apartado,
único, sin igual, que no hay otro como Él. No hay en todo el
universo otro ser como Dios, por lo tanto Él es el único
SANTO. Y Él es tan único, que los ángeles declaran tres
veces: Santo, Santo, Santo. Cuando Jesucristo nos enseñó a
orar al Padre, Él declaró ese atributo sobre todos los demás
atributos: “Padre nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea tu nombre.” En verdad Jesús nos estaba
diciendo que nuestro Padre es ÚNICO más allá de nuestra
imaginación. Es más, en el escrito original, Jesús no declaró al
Padre como santo por descripción sino como nombre. Dios es
tan santo en su carácter y pensar, que se convierte en Su
nombre personal. Así que si alguien te pregunta cuál es el
nombre de tu Dios, tú le puedes responder con tanta
reverencia y admiración que Su nombre es SANTO.

Ahora bien, Dios no es tan sólo infinitamente único, sino


que Él es “CORTADO”. Es decir, que en nuestro Dios no hay
absoluta tiniebla, ni maldad. Él es todo perfecto y en balance.
Él es tan apartado que odia todo aquello que tú amas del
pecado y aborrece todo aquello en que tú te entretienes en la
maldad. Así que para que yo sea santo, tengo que comenzar
por el umbral de apartarme del pecado y continuar en

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consagrarme para Dios. De acuerdo a esto, ¿eres tu santo?
¿Eres tu justo? No, tú eres pecador y necesitas un Salvador.

QUINTO - Tienes una mente reprobada


“No hay quien entienda. No hay quien busque a
Dios.” - Romanos 3:11

Ser entendido es buscar a Dios. Todo conocimiento y


descubrimiento que logremos debería apuntar a la persona de
Dios. Por ello en las Santas Escrituras el entender y el buscar
a Dios van juntos de la mano. El entendido según las
Escrituras es aquel que halla a Dios. Pero notemos algo en el
campo de la ciencia, cada hallazgo o descubrimiento no
acerca al hombre a comprender el carácter de Dios, sino que
más bien lo aleja. Se adjudica todo a la evolución. Creyéndose
sabios se han hecho necios (Romanos 1:22). En el campo de
la filosofía y psicología encontramos todo tipo de eruditos y
expertos pero muy pocos dan el valor y el sentido de la vida a
Dios.

Éxito se define en hallar bienes y grandes logros en lugar


de el de conocer a Dios. Para Dios una persona exitosa es
aquella que le conoce, pero para el hombre sin entendimiento
una persona exitosa es aquella que es reconocida por
supuestos logros. Vemos cómo en el campo de la medicina,
los expertos ignoran las leyes de Dios respecto a nuestro
cuerpo. Los hombres son sabios para encontrar verdades de la
ciencia, física y química pero cuando las hallan no lo saben
aplicar a la vida ni respecto a Dios. En lugar de dar gloria y
reconocimiento a Dios el hombre se hace necio. Cuán necios
nos hemos hecho y todo por causa del pecado.

“Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues


Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su
eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen
excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le

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glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que
se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón
fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron
necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en
semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de
cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los
entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus
corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios
cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la
mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes
que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.”
- Romanos 1:19-25

Muchos hombres se dicen y se proclaman ser ateos.


Pero según la Biblia no hay ateos. Más bien son mentirosos
pero ateos, no. La Biblia afirma que TODO hombre entiende
el juicio de Dios, por lo tanto si entienden el juicio de Dios,
no pueden ser ateos. Más bien como mentirosos, niegan que
Dios exista para engañar sus conciencias del juicio que les
espera.

“Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios,


Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer
cosas que no convienen; estando atestados de toda
injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad;
llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y
malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores
de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de
males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin
afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes
habiendo entendido el juicio de Dios, que los que
practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las
hacen, sino que también se complacen con los que las
practican.”
- Romanos 1:28-32

Tú no quieres reconocer que hay un Dios y que toda


verdad y conocimiento apunta hacía Él porque no quieres

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entregar tu voluntad. En el momento que reconozcas al Dios
de la Biblia en ese momento sabes en tu corazón y en tu
conciencia que tienes que quebrantar tu voluntad y declararlo
Señor de tu vida.

En una ocasión el predicador David Barton nos mostró


unos libros de lógica de hace 200 años atrás. Y me costaba
trabajo entenderlo. Me mostró los libros de algebra,
trigonometría, ciencias entre otros, y yo pensaba que eran para
un nivel universitario; sin embargo, aquellos libros eran el
material para niños de octavo grado de hace 200 años.
Nosotros no somos inteligentes. Comparados con los
campesinos de hace 200 años, no somos entendidos. Hay
seminaristas hoy en día que ni han leído la Biblia en su
totalidad ni tan sólo una vez y somos cristianos porque
cantamos canciones y nos ponemos camisetas con cliché
cristianos. Tan sólo en el estado de New York van a cerrar 15
escuelas en esta semana (8 de febrero de 2009) por su
rendimiento académico. Estas escuelas fueron evaluadas y
sacaron D [equivalente al 40% del total; esto es, 8/20]. Una
cosa es que un estudiante saque D y otra que la escuela misma
saque D. Si la escuela sacó D, entonces, ¿cuánto sacaron los
estudiantes? Cada vez nos estamos haciendo más necios.

No entienden; no tienen luz. No comprenden la


magnitud de su maldad. Jesús le dice a Nicodemo que él no
entendía. ¿Cómo Nicodemo siendo un sacerdote y guía
espiritual no podía entender? A causa del pecado no podemos
entender las cosas de Dios. ¿Entiendes que nacisteis enemigo
de Dios? Toda tu vida aborrecisteis a Dios. Pero alguno me
dirá, “Toda mi vida yo ame a Dios.” No, tú amaste al dios
que creaste a tu acomodo. No amaste al Dios verdadero de la
Biblia, de otra forma te hubieses conformado a la norma de
Jesús.

Hay personas que dicen que ellos están buscando a Dios.


Eso no es cierto. Entiende por favor que es Dios quien te está
buscando a ti. Si Dios no te buscará, tú jamás procurarías

13
buscar a Dios. Si es que hoy estas buscando a Dios, es porque
Dios mismo ha puesto eso en tu corazón. No te jactes, es Dios
quien busca al hombre. En su estado de pecado y muerte
espiritual, ¿cómo puede el muerto buscar al vivo? La mayoría
de las personas no entienden que el hombre nace enemigo de
Dios, que no busca a Dios. El hombre busca a Dios como un
criminal “busca” a un policía. Nosotros no buscamos a Dios
porque somos pecadores. Odiamos a Dios y la ira de Dios está
sobre nosotros.

SEXTO - Eres inútil


“Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no
hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.”
- Romanos 3:12

Una de las características de las personas pecadoras es que


son inútiles para el Señor. Nosotros nos creemos muy valiosos
y muy útiles a causa de nuestros logros, estudios y alcances
pero lo que tenemos que entender es que para las cosas de
Dios somos totalmente inútiles. Aparte de la gracia de Dios, el
hombre ni siquiera podría percibir las cosas espirituales de
Dios. El pecado nos arruinó y en la economía de Dios estamos
totalmente en bancarrota.
¿Puedes cambiar tu corazón? ¿Puedes limpiarte del
egoísmo y la mezquindad? ¿Puedes librarte de tus temores?
¿Puedes hacer que tus hijos amen a Dios con todas sus
fuerzas? ¿Puedes guardar tu matrimonio de impurezas e
infidelidad? Oh, cuan inútiles somos. Ciertamente el pecado
nos arruinó.
Ser inútiles significa haber perdido por completo todo
deseo y capacidad propia para cumplir el propósito por el
cual Dios nos creó.
Las Escrituras enseñan claramente que el hombre y la
mujer fueron creados por Dios y para Dios, y encuentran el
sentido de su existencia sólo en amarle, glorificarle y hacer Su
voluntad. Únicos entre todas las demás criaturas, sólo ellos

14
fueron creados a imagen de Dios y se les concedió el
privilegio de vivir en compañerismo personal con Él. No
somos los autores de nuestra propia existencia, sino que
existimos por la voluntad benévola y el poder de Dios. No nos
pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios que nos hizo
para Sus propios propósitos y beneplácito. El buscar
separarnos de Dios es cortarnos a nosotros mismos de la única
fuente de vida. El vivir independientemente de Su persona y
voluntad es negar el propósito para el cual fuimos creados.
Fuimos creados a Imagen de Dios, pero por casusa del
pecado esa imagen se dañó por completo. La imagen de Dios
se refiere a la ….
Personalidad – Adán y Eva eran criaturas personales y
auto-conscientes. No eran meros animales llevados por sus
instintos o máquinas programadas para responder a cierto
estimulo. Perdimos nuestra capacidad de demostrar a Dios en
nuestra persona.
Espiritualidad – Las Escrituras declaran que “Dios es
Espíritu” (Juan 4:24). Y así Adán y Eva eran más que barro
animado. Eran espirituales, dotados de una capacidad genuina
de conocer a Dios, de tener compañerismo con Dios, y
responder a Dios en obediencia, adoración, y acción de
gracias. Por causa del pecado nuestro espíritu murió, tal como
Dios advirtió: “Ciertamente morirás” (Génesis 2:17).
Conocimiento – En Colosenses 3:10, las Escrituras
enseñan que un aspecto de la imagen de Dios es el poseer un
conocimiento verdadero de Él. Esto no significa que Adán y
Eva sabían todo lo que se puede saber de Dios, una criatura
finita no puede comprender plenamente a un Dios infinito.
Más bien significa que el conocimiento que Adán y Eva
poseían era puro y sin mezcla de error. Ahora somos inútiles
porque nuestro conocimiento de Dios está corrompido y lleno
de error.

15
Auto-Determinación o Voluntad. Adán y Eva habían sido
creados con una voluntad, poseían el poder de auto-
determinación, y se les concedió la libertad de escoger.
Ahora, aunque tengamos Libre Albedrio eso no significa que
seamos libres en nuestra voluntad porque nuestra voluntad es
esclava de los deseos pecaminosos. Aunque seamos libres
para escoger siempre vamos a escoger lo malo y nunca
vendremos a Jesús por nuestra propia voluntad. Así de inútiles
somos.
¿Qué es nuestra voluntad? La voluntad es la
capacidad de escoger entre una cosa y otra, o entre varias
alternativas. Pero algo siempre influye en la elección que
nos hace decidir en favor de una o en contra de otra
alternativa. Esto significa que nuestra voluntad es como una
sierva de aquellas cosas que la influyen en su decisión. Por
lo tanto, nuestra voluntad no puede ser libre.
De hecho la Biblia dice claramente que nadie tiene la
capacidad para venir a Cristo (Juan 6:44). Romanos 8:7
nos dice que nuestra naturaleza caída está en enemistad
contra Dios. Juan 15:18 dice que el mundo odia en forma
natural a Dios. Y Romanos 3:11 dice que nadie desea buscar
a Dios. El hombre en su libre albedrio siempre va escoger
rechazar a Dios.

E inmortalidad – Aunque Adán y Eva fueron creados y


tuvieron un comienzo, Dios les concedió un alma eterna. Sí,
somos eternos y nunca dejaremos de ser. Pero debido a
nuestra inutilidad pasaremos toda nuestra eternidad en el
castigo eterno. Ahora nuestra eternidad lleva el veneno de la
condena y la separación de Dios.
Sólo en Jesucristo tendremos vida eterna. Vida eterna no
habla del cielo sino de volver a Dios y tener comunión con Él.
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
Aunque todo hijo de Dios gozará del cielo, la vida eterna es
más que un lugar es una Persona - es Jesús.

16
SÉPTIMO - No haces lo bueno
“Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no
hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.”
- Romanos 3:12

Hay muchas personas que piensan que Dios tiene una


balanza allá en el cielo pesando la cantidad de las buenas
obras contra las malas obras. Si tienen mayor número de obras
buenas que malas, entonces están bien. Pero para Dios, con
tan sólo una obra mala, todo nuestro historial se ha dañado.
Además que tenemos que entender que no tenemos buenas
obras. La Biblia dice que ninguno hace lo bueno.
Una persona puede reconocer que es pecador pero que
no peca mucho. Déjame preguntarte: ¿Cuántos pecados
cometió Adán para ser echado de la presencia de Dios? Un
solo pecado. Bastó un solo pecado para ser echado del Huerto
del Edén. Y por un solo pecado todo el Universo fue
trastornado.
¿Cuántas veces tienes que pecar para que te consideres
pecador? Tú has pecado tantas veces que ni siquiera puedes
contar. Has mentido tantas veces pero aún así no te consideras
mentiroso. Has blasfemado el Santo nombre de Dios tantas
veces en películas y chistes pero no te consideras blasfemo.
Has deshonrado a tus padres y a las autoridades un sin número
de veces, pero no te sientes condenado. Has codiciado la
mujer de tu prójimo participado en cuanta película obscena,
pero no te ves fornicario. ¿Acaso no sabes que Dios considera
el odio como asesinato? ¿Acaso ignoras que Dios juzga la
lujuria como adulterio?

Otra persona me puede decir con gran sentimiento,


“Mi hijo es muy bueno”. Oh, no sabes que si respiras es por
la gracia de Dios. Que si levantas un brazo es por la gracia de
Dios, y que si amas a tu hijo es por la gracia de Dios. Si Dios
quitara Su gracia de tu corazón, tú cantarías alabanzas para
que tu hijo fuese enviado al infierno. No, tu hijo no es bueno;
no hay ni siquiera un justo. Y necesitas del perdón de Dios.

17
OCTAVO - No tienes temor de Dios
“No hay temor de Dios delante de sus ojos.”
- Romanos 3:18

Nuestros ojos están llenos de pecados y viciados de


maldad. Estamos tan acostumbrados a ver lo malo y a
entretenernos con lo malo. Nuestros ojos no se apartan de ver
lo malo porque no hay temor ni conciencia de Dios en
nuestros corazones. ¿Sabes cuando realmente conoces a Dios?
Cuando estás a solas sin que nadie te acuse y en ese estado lo
que haces es apartar tus ojos para no ver lo malo porque sabes
que ofendería la persona santa de Dios. ¿Te apartas de
reuniones, chistes y eventos obscenos? ¿Eres esclavo de un
espíritu sensual en tu ropa? ¿Toleras en tu casa aquel que es
maldiciente?

“Los pecadores se asombraron en Sion, espanto


sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará
con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará
con las llamas eternas? El que camina en justicia y habla
lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que
sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa
sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que
cierra sus ojos para no ver cosa mala; este habitará en
las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se
le dará su pan, y sus aguas serán seguras. Tus ojos verán
al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos.”
- Isaías 33:14-17

La mayoría de personas piensan que Dios y ellos son


compadres y panas. No es cierto; Dios es Dios y tú no lo eres.
Las personas no temen a Dios, al Dios que creó al universo y
que un día lo va a juzgar. Aún los cristianos juegan con Dios
y juegan con sus mandamientos.

¿Cuántas personas pueden recitar los mandamientos de


Dios? No pueden porque el día de hoy el mensaje es: “Cree en
Jesucristo y empecemos a vivir como queramos”. Son los que

18
HACEN la voluntad de Dios los que entran en el Reino de
Dios. NO te engañes, si no tienes temor de Dios delante de tus
ojos, lo más probable que aún no hayas experimentado el
verdadero perdón de tus pecados y el maravilloso milagro de
la REGENERACIÓN.

¿Qué es el Temor de Dios? El Temor de Dios es el


comienzo de la sabiduría (Prov. 1:7; 9:10) Es la esencia de
la Sabiduría, es lo principal de ella, sin el cual ésta no puede
existir. Es el afecto reverente amoroso y medroso que
guarda el nombre de Dios, Su carácter, y Sus
mandamientos, y aborrece el pecado y la iniquidad. Por el
Temor de Dios se aprende la Sabiduría. “Su temor es
enseñanza de sabiduría” (Prov. 15:33).

- El Temor de Dios es deleitarse en Él. “Oye, Israel: Jehová


nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de
todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”
(Deut. 6:4-5).

- El Temor de Dios es conocerle. “El temor de Jehová es el


principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es
la inteligencia” (Prov. 9:10). No podemos decir que
conocemos a Dios si no le tememos. Este era el caso de los
hijos del sacerdote Elí, quienes servían en el templo pero eran
hombres impíos. “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no
tenían conocimiento de Jehová” (I Sam 2:12).

- El temor de Dios es deleitarse en las cosas que Él ama y


aborrecer lo que Él aborrece. “Mas alábese en esto el que
se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy
Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra;
porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jer. 9:24).

Por ejemplo, Él ama la rectitud. “Y la gloria del rey ama


el juicio; Tú confirmas la rectitud; Tú has hecho en Jacob
juicio y justicia” (Sal. 99:4), pero aborrece “el corazón que

19
maquina pensamientos inicuos, y los pies presurosos para
correr al mal” (Prov. 6:18).

Dios aborrece el pecado y la iniquidad “El temor de


Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el
mal camino, Y la boca perversa, aborrezco” (Prov. 8:13).
Mientras más se respete y se teme a Dios, más se odiará el
mal. El amor a Dios y el amor al pecado no pueden coexistir.
- El Temor de Dios es escoger a Dios sobre todo otro afecto
o estima. Abraham demostró temer a Dios al escogerle,
obedecerle y agradarle aún antes que su propio hijo Isaac. “Y
dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas
nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me
rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12).
NOVENO - No amas la gloria de Dios
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios.” - Romanos 3:23
Cuando el hombre pecó perdió algo muy grande y
sublime: perdió la gloria de Dios. El corazón de un pecador es
uno sin la gloria de Dios. Desde el Edén hasta nuestros días
no hay, ni habrá, mayor tragedia para el hombre que esto.
Desde entonces el corazón del hombre se endureció para no
dar gloria a Dios.
Cuando yo no doy gloria a Dios y no doy gracias a Dios,
dos cosas suceden: (1) Nuestro razonamiento se envanece y
(2) el corazón se entenebrece. Por ello nos hacemos necios al
razonar y discernir.
“Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como
a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en
sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios,
y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en
semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de
cuadrúpedos y de reptiles.” - Romanos 1:21-23

20
Cambiamos la gloria de Dios por la gloria de nosotros
mismos. En lugar de ser Dios el centro de la gloria y
atracción, nos ponemos a nosotros mismos. “Mírenme que
tengo caderas bonitas”; “mírenme que tengo un cabello
abundante” o; “mírenme que mi hijo es muy inteligente”. Y
otros dirán, “miren mi casa, cuan majestuosa es”; o “miren
mis títulos, que grandioso yo soy”. Es interesante que a los
artistas y cantantes les llamen ídolos.
Cuando Cristo vino, los gobernadores y personas en
puestos oficiales a pesar de creer en Jesús, no le confesaban
por temor de perder sus posiciones de privilegios porque
amaban más la gloria del hombre que la gloria de Jesús: “Con
todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él;
pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser
expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de
los hombres que la gloria de Dios” (Juan 12:42-43).
Israel cambio la Gloria de Dios por la de un becerro,
algo que ellos podían controlar, cargar, cambiar y gobernar.
Se nos es más fácil hacer un dios a nuestra manera que tener
el Dios verdadero. Un corazón sin la gloria de Dios es uno
que resiste y cambia a Dios, haciendo un dios a su acomodo.
“Hicieron becerro en Horeb, Se postraron ante una
imagen de fundición. Así cambiaron su gloria por la
imagen de un buey que come hierba. Olvidaron al
Dios de su salvación, Que había hecho grandezas en
Egipto, Maravillas en la tierra de Cam, Cosas
formidables sobre el Mar Rojo.” - Salmo 106:19-22
Lo opuesto de no vivir para la gloria de Dios es tener
un corazón vano, el cual es atraído por lo temporal y las
mentiras. Jesús juzgó el corazón de los líderes religiosos de
su tiempo de esta manera: de honra vana, sin ningún valor. Ya
que el corazón de ellos estaba lejos de Dios. “Hipócritas, bien
profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de
labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en

21
vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos
de hombres” (Mateo 15:7-9).
Jesús advierte a Sus discípulos que guarden sus corazones
de una vida vana. Debemos guardar el corazón para que no se
cargue de glotonería, embriaguez, y de los afanes de la vida.
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros
corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los
afanes de esta vida… Velad, pues, en todo tiempo orando…”
(Lucas 21:34-36).
¿Qué significa tener un corazón destituido de la Gloria
de Dios? Significa que cuando Adán y Eva pecaron murió la
capacidad de contemplar y admirar la Gloria de Dios. El
pecado es una condición de vivir como si Dios no fuese
importante, donde no necesitas a Dios. En donde no te
asombras de la verdad, carácter, persona y obra de Jesús. Un
corazón sin la Gloria de Dios es uno que se levanta cada día y
vive su vida sin que Dios sea su placer supremo.
Destituido es la palabra griega justeréo (g5302); significa
ser posterior, ser inferior, quedarse corto, ser deficiente, no
alcanzar, padecer necesidad, ser pobre, y ser el peor. ¡Qué
descripción del corazón del hombre: El hombre fue destituido
de la Gloria de Dios!
¿Qué es la Gloria de Dios? Es la manifestación externa
de la naturaleza interna de Dios. La luz, el calor y el fuego son
las manifestaciones externas de la naturaleza interna del sol.
Estas manifestaciones externas indican la presencia y el poder
de la fuente que los genera. ¿Quién manifiesta la gloria de
Dios? Jesús es la encarnación gloriosa del Padre. Jesús es
la manifestación externa de la naturaleza interna de Dios.
¿Quieres saber qué tiene Dios por dentro? Solamente mira a
Jesús. Jesús es “…el resplandor de Su gloria, y la imagen
misma de Su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con
la palabra de su poder…” (Hebreos 1:3).

22
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. A
Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está
en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
- Juan 1:14, 18
Moisés le rogó a Dios que le mostrará Su Gloria. Y Dios
le respondió: “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu
rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y
tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré
clemente para con el que seré clemente” (Éxodo 33:19). En
otras palabras, la Gloria de Dios es primero, todo el peso de
Su bien; segundo, es la majestad de Su nombre; y tercero,
es la exaltación de Su carácter.
La verdadera salvación es el estado de continuo
maravillarse de Jesús. Si el pecado es ser destituido de Su
gloria, la salvación es entonces ser instituido a esa gloria. Los
discípulos vieron la Gloria de Jesús. ¿Qué vieron ellos?
¿Acaso vieron carros nuevos, casas suntuosas, o abundantes
riquezas? No, ellos vieron el carácter y majestad del Padre en
la persona del Hijo. Lo más grande que Jesús puede hacer en
tu vida es salvarte para que contemples Su gloria.
“La gloria que me diste, yo les he dado, para que
sean uno, así como nosotros somos uno. Padre,
aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy,
también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria
que me has dado…”- Juan 17:22, 24
Esta es la verdadera salvación. Si la salvación no te da un
corazón que contemples y admires la Gloria de Jesús,
entonces no es una salvación completa. La primera palabra de
Dios en la creación fue que resplandeciese la Luz. Y ese es el
mismo orden para nuestra nueva creación en Cristo. Dios
ordena que resplandezca la gloria de Jesús en nuestros
corazones. “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros

23
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria
de Dios en la faz de Jesucristo” (II Corintios 4:6). ¿Qué
estaba iluminando esa luz? El conocimiento de la Gloria de
Dios en la Persona de Jesucristo.
Amado lector, ¿amas la gloria de Dios? ¿Es ella cada día
tu mayor delicia? Si no es así, usted necesita un corazón que
anhele la Gloria de Dios. Usted necesita la salvación de Jesús.
DECIMO - Estás bajo el juicio de Dios
“Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a
los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre
y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios.”
- Romanos 3:19
Otra versión de la Biblia dice “todos somos responsables
ante Dios.” Yo oro que el Espíritu Santo te ilumine para ver la
sentencia de ira que reposa sobre tu cabeza y así tu boca se
cierre ante Dios y experimentes Su indignación y
experimentes tu condición depravada. Entonces puedas correr
a la salvación.
Toda persona tanto moral o inmoral, cabal o depravada,
está bajo la ley de Dios y está bajo condenación. Y esa
persona nunca jamás entenderá su necesidad de Cristo hasta
que primero no entienda su condición de pecado. ¡Oh, que el
Espíritu Santo tenga para bien mostrarte tu condición de estar
bajo la Ley y el juicio de Dios!
Hace poco vi a un hombre desesperado porque por unas
malas inversiones perdió una gran cantidad de dinero ajeno y
le esperaba una gran sentencia. ¡Oh que entendiéramos con
desesperación que estamos bajo el juicio de Dios! Estamos
condenados, y la sentencia es eterna.
La mayoría de las personas buscan a Dios, a través del
pastor, debido a un problema que les apremia, ya sea la esposa
está muy enferma o el desempleo les aqueja, etc. Pero no
entienden la sentencia de eterna condenación que reposa sobre

24
ellos. Ese es el verdadero problema. No entienden el peligro
en que están, que van a morir y que van a ir al infierno, y
que Dios viene con ira contra el pecado y el pecador.
Una realidad del Juicio de Dios es la muerte.
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un
hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a
todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”
- Romanos 5:12
Sin dudas, la evidencia más grande de la ira de Dios
contra la injusticia del hombre es la muerte física – la
separación del alma del cuerpo. Desde Adán hasta la
actualidad, todos los hombres se enfrentan con la terrible e
innegable realidad que morirán. A pesar de su grandeza,
poder, o posición social, la muerte es el inevitable destino
que espera a todos los hombres.
Las Escrituras nos enseñan que esta realidad aterradora
es el resultado del pecado. Es importante notar que la muerte
no es aniquilación. Una vez nacido, el hombre no deja de
existir, sino que continuará en la comunión eterna con Dios
en el cielo o en la separación eterna de Dios en el infierno.
Otra vez, es necesario que encontremos en la muerte, no
solamente el juicio divino, sino que también la misericordia
divina. La muerte hace que el hombre considere su
mortalidad y necesidad de redención. Cada obituario, cada
procesión funeraria, cada lápida sobre cada sepulcro clama al
hombre que deje las preocupaciones vanas de este mundo y
medite en la eternidad, que se prepare a sí mismo para
encontrarse con Dios. “…. mejor el día de la muerte que el
día del nacimiento. Mejor es ir a la casa del luto que a la
casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los
hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón” (Eclesiastés
7:1-2).
Amado lector, el pecado de Adán se ha extendido a la
raza humana entera. Cada hombre es un ser moralmente

25
corrupto, hostil hacia Dios y sin la buena voluntad de
someterse a Su voluntad. Todos somos capaces de cometer
los pecados más indecibles y perversos, y somos por eso
dignos de la condenación justa de un Dios santo y justo. Las
Escrituras son claras – todos los hombres sin excepción están
condenados y sin excusas ante Dios.
Con la venida del pecado, todo fue perdido, y la existencia
del hombre llegó a ser trágicamente torcida y deformada
hasta quedar irreconocible. El hombre llegó a ser de breve
duración, lleno de cansancio, y futilidad. Él vive su vida
hasta que toda vitalidad se agote, todo propósito se derribe, y
el cuerpo por fin vuelva al polvo del cual vino. Y su eternidad
la pasará en el infierno, lugar de tormento eterno.
No hay nada que el hombre puede hacer para cambiar o
reconciliarse a sí mismo con Dios. Esta es una verdad
espantosa, pero una que tenemos que creer y aceptar antes
que podamos comenzar a comprender la gran salvación que
Dios ha logrado para Su pueblo a través de Su Hijo
Jesucristo.
Tengo que ser honesto, y en amor decirte que por causa
del pecado la ira de Dios viene, y que Dios hizo provisión de
salvación para ti, pero tú has escogido desechar a Su hijo y
seguir amando al pecado. El gran juicio de Dios viene si no
te arrepientes y crees en la única esperanza la cual es
Jesucristo.
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que
rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira
de Dios está sobre él.” - Juan 3:36

26
DIOS ODIA AL
PECADO Y AL
PECADOR

27
Como la muerte física es la separación del alma del
cuerpo, la muerte espiritual es la separación del alma de
Dios. Dios es moralmente perfecto y separado de toda
maldad. Es imposible que se goce del pecado o tenga
compañerismo con los que practican la injusticia. Nunca hay
ni habrá comunión de Dios con el pecador.

Por esta causa la corrupción moral e injusticia del


hombre se levanta como un muro grande entre el pecador y
Dios, y hace imposible el compañerismo con Dios. A
menos que el pecado se quite y la naturaleza pecadora sea
regenerada, el hombre está destinado a vivir y morir fuera
del compañerismo de Dios y cortado de la plenitud de Sus
bendiciones.

Las Escrituras enseñan que todos los hombres nacen


espiritualmente muertos y depravados moralmente, y que
poseen una capacidad casi sin igual para el mal. Si les
fuera permitido seguir su depravidad sin restricciones, el
resultado sería la abolición del hombre. Para preservar la
sociedad y por Su propia gloria, Dios detiene o restringe la
maldad de los hombres para que no sean peores de lo que
son. Esta obra de Dios de refrenar la maldad del hombre es
la única cosa que separa entre la humanidad y su auto-
aniquilación. Es una de las manifestaciones más grandes de
la gracia de Dios hacia todos los hombres.

El acto divino de “entregar a los hombres” a su


propio pecado ocurre cuando Dios deja de restringir la
maldad del hombre o da al hombre más libertad de ejercer
su depravación. Dios retira Su gracia que refrena la maldad
del hombre y entrega al hombre a la corrupción moral y
depravación de su propio corazón.

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Lo único que Dios tiene que hacer para endurecer a
una persona es simplemente retirar su luz y su gracia.
Este es el caso de Faraón quien fue endurecido por Dios;
esto es, Dios retiró su mano sobre él. Al Dios retirarse de
Faraón, quedó éste en completa tiniebla. Este acto de
juicio resulta en la destrucción y es una de las
manifestaciones más terribles de la ira de Dios.

Por ello hay que comprender el carácter de Dios. Él


no sólo aborrece el pecado sino al pecador también. Las
Escrituras enseñan que Dios es el Santo y Justo Juez de Su
creación. Aunque Él es misericordioso y piadoso, tardo
para la ira, y aún grande en misericordia, Él de ningún
modo tendrá por inocente al malvado (Éxodo 34:6-7).
Cuando la santidad, justicia, y amor de Dios se enfrentan
con la depravación y rebeldía del hombre, el resultado es el
juicio divino.

Las Escrituras nos hablan claramente el sentir de Dios


contra el pecador y el pecado mismo.

Primero, Dios siente pena.


¿Puede un Dios autosuficiente y todopoderoso sufrir
o experimentar pena? Mientras afirmamos que el Dios de
las Escrituras posee autodeterminación, esto es, Su
disposición y sus acciones no están gobernadas por la
disposición y acciones de otros, y es inmutable en Sus
perfecciones -Él no cambia, también es necesario afirmar
que Dios no es apático o indiferente a la respuesta de Sus
criaturas hacia Él. Él es una persona verdadera que
siente, ama, aborrece, sufre pena, y es capaz de entrar
en una relación personal con Su creación.

Cuando las Escrituras hablan acerca de la pena de


Dios, siempre habla en el contexto del pecado del
hombre. Dios se contrista por el pecado y rebeldía de Sus

29
criaturas. Esta pena es el resultado de la repugnancia del
pecado y la destrucción, miseria, y pérdida que trae sobre
Su creación. “Y se arrepintió Jehová de haber hecho
hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”
(Génesis 6:6). Es importante entender que Dios no se
debilita por nuestro pecado, ni tampoco disminuye Su
poder. La Escritura emplea un lenguaje figurativo para
ilustrar como el pecado del hombre contrista el corazón
de Dios.

Segundo, Dios siente enojo.


Cuando la santidad, justicia, y amor de Dios se
encuentran con la depravación, injusticia, y egoísmo del
hombre, el resultado inevitable es el enojo, indignación, o
ira de Dios. En las Escrituras, la ira divina se refiere al
santo disgusto y justa indignación de Dios dirigida hacia el
pecador y su pecado.

Al hablar de la ira de Dios, es importante entender


que ésta no es una emoción incontrolable, irracional, o
egoísta, sino el resultado de Su santidad, justicia, y amor, y
un elemento necesario de Su gobierno. Por causa de quien
es Él, tiene que reaccionar desfavorablemente contra el
pecador y su pecado.

Dios es santo, por eso la maldad le da asco y Él rompe


compañerismo con los malos Dios es amor y celosamente
ama todo lo bueno. Su intenso amor por lo bueno, se
manifiesta en un aborrecimiento de igual intensidad por
todo lo que es malo. Dios es justo y por eso Él tiene
que juzgar la maldad y condenarla. En Su santidad,
justicia, y amor, Dios aborrece el pecado y está en contra
de él con una ira terrible y frecuentemente violenta. Si el
hombre es un objeto de la ira de Dios, es porque ha
escogido retar la soberanía de Dios, violar Su santa
voluntad, y exponerse a Su juicio.

30
Aunque la ira del hombre es frecuentemente el
resultado de pasiones pecaminosas, la ira de Dios es la
manifestación de Su justicia y santidad cuando se enfrenta
al pecado del hombre. Según Romanos 1:18, la ira de Dios
cae sobre los hombres debido a la maldad: “Porque la ira
de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres que detienen con injusticia la
verdad.”

La ira de Dios es tan intensa que ningún hombre o


nación es capaz de soportarla. No puede ser vencida o
resistida. “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios
vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las
naciones no pueden sufrir su indignación.”

Dios no solamente es un Dios de amor y misericordia,


sino de ira y venganza. En Su santidad, justicia, y amor,
Dios aborrece el pecado y al pecador y viene con una
venganza terrible y a veces violenta en contra de él. Si el
hombre reta la soberanía de Dios y viola Su voluntad,
entonces él se expondrá a sí mismo a Su ira. “¿Quién
conoce el poder de tu ira, Y tu indignación según que debes
ser temido? Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:11-12).

Tercero, Dios está en enemistad contra el pecador.


Dios considera al hombre caído Su enemigo. Esto lo
vemos claro en Romanos 5:10, “Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de
su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos
salvos por su vida. En Nahum 1:2, se encuentra una
referencia a la enemistad que Dios tiene contra el pecador
y el juicio que sigue como consecuencia. “Jehová es Dios
celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de

31
indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo
para sus enemigos.”

Las Escrituras claramente enseñan que Dios considera


al pecador como Su enemigo y ha declarado guerra contra
él. La única esperanza del pecador es dejar sus armamentos
inútiles contra Dios y levantar la bandera blanca de
rendición antes que sea demasiado tarde.

¿Has escuchado alguna vez decir: “Dios odia al


pecado pero ama al pecador”? Hace 75 años atrás era
raro escuchar este dicho, pero no en el día de hoy. Suena
bonito pero no es lo que enseña la Palabra de Dios. Es una
herejía. Es algo torcido. Veamos lo que sí dice la Palabra
de Dios al respecto:

“Porque tú no eres un Dios que se complace en la


maldad; el malo no habitará junto a ti. Los insensatos
no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los
que hacen iniquidad. [Dice que Dios odia al que hace
la iniquidad.] Destruirás a los que hablan mentira; al
hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.
Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; Sus
entrañas son maldad, Sepulcro abierto es su garganta,
Con su lengua hablan lisonjas. Castígalos, oh Dios;
Caigan por sus mismos consejos; Por la multitud de sus
transgresiones échalos fuera, Porque se rebelaron
contra ti.”
- Salmo 5:4-10

¿Leísteis bien? Dice que Dios aborrece al pecado y al


pecador, y que el malo no habitará junto a Él. ¡Oh,
enseñamos tantas cosas falsas en el día de hoy con el fin de
no ser ofensivos! Pero cualquiera puede aludir con Juan
3:16, que “…de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito….” Así que eso demuestra que

32
Dios ama al pecador. Pero yo les digo que no
necesariamente.

En Su santidad y en Su justicia, Dios tiene que odiar al


pecado y al pecador, pero Su amor es tan grande que Dios
escoge amar a los objetos de Su odio proveyéndoles un
camino de salvación a través de Su Hijo Jesucristo. La ira
de Dios viene sobre el pecador pero en Su amor Dios dio
un camino donde el pecador puede ser salvo, pero si el
pecador no acepta a Cristo, lo que le espera para siempre es
el odio y el enojo de Jehová. Si rechazas a Cristo lo único
que te espera es el odio de un Dios santo y justo.

Otra persona puede argumentar, “Dios es amor y por


ello Él no puede odiar.” Pero yo te digo: Dios es amor y por
ello Él tiene que odiar. Déjame ilustrarlo. Levanta la mano
si amas a los niños. Baja la mano si amas a los niños y
apruebas el aborto. ¿Cómo puedes amar a los niños y a la
vez amar el aborto? Porque amas a los niños tú tienes que
odiar aquello que hace daño a los niños. De la misma
manera, Dios es justo, santo y recto y odia al pecado y al
corazón pecador. Si Dios ama a todo lo que es santo y
justo, Él tiene que aborrecer a todo lo que contradice Su
naturaleza y Su bondad.

Lo que muchos no quieren comprender es que la ira de


Dios está contra todo aquel que ama la maldad y contradice
la naturaleza santa de Dios. La palabra ira en hebreo viene
de una palabra con la imagen de un toro que abre las
narices exhalando humo. Todo aquel que conoce a un toro
que abre sus narices y echa humo sabe muy bien que no
está fumando sino que esta airado. Cuando un toro está así
es la señal de correr. Bueno la nariz de Dios está abierta
con el pecador y está echando humo.

33
LA IRA DE DIOS CONTRA EL MALO

“Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío


todos los días. Si no se arrepiente, él afilará su espada;
armado tiene ya su arco, y lo ha preparado. Asimismo
ha preparado armas de muerte, Y ha labrado saetas
ardientes” (Salmo 7:11-13).

“¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para


siempre? ¿Arderá como fuego tu celo? Derrama tu ira
sobre las naciones que no te conocen, y sobre los
reinos que no invocan tu nombre” (Salmo 79:5-6).

La ira de Dios va a caer sobre todos los habitantes


de la tierra y el único salvador, el único camino es
Jesucristo. Y alguno me dirá, “¿Pastor, me está tratando de
asustar?” Y te contesto, Claro que sí. Deberías estar
asustado. Y alguno osaría contradecir, “Pero, Cristo no
viene por lo menos dentro de 1,000 años.” Si fuera así, a lo
mejor tú lo vas a ver en menos de 100 años, cuando
mueras. Hay personas que van a ver a Jesús dentro de 5
años, otros dentro de 10 y otros dentro de 20 años. ¿Estás
listo para ese encuentro? ¿Estás listo para que todos tus
pensamientos, acciones y hechos sean abiertos y expuestos
por el Dios santo y justo quien odia el pecado y al pecador?
¿Tú que con tu vida contradices la naturaleza santa de Dios,
estás listo para ese encuentro? En todos estos años, ¿has
rechazado al único camino que Él ha provisto?

34
¿POR QUÉ TUVO QUE
MORIR CRISTO?

35
Si Dios es justo, Él no te puede perdonar. Y si Dios
te perdona, Él no es justo. Esto es un dilema de toda la
Escritura: ¿Cómo puede Dios ser justo y a la vez
perdonar al pecador? Déjame darte una ilustración.

Supongamos que vayas a tu casa y encuentras a toda tu


familia asesinada en el piso. Y al entrar a una recamara te
das cuenta que el asesino está tratando de escapar por la
ventana. Entonces como un rayo, te apresuras y lo
persigues capturándolo. Aquel malvado está lleno de la
sangre de tu familia, y toda tu ropa y manos también se
llena de la sangre de tus seres queridos. Luego lo llevas a la
policía donde es arrestado.

Poco después, comienza el juicio contra el asesino de tu


familia, contra aquel que violó y mató a tus seres queridos.
Después de un largo proceso, el juez en su gran túnica
negra se levanta y dice, “Toda prueba es indubitable,
ciertamente usted es culpable. Usted es un hombre infame,
pero yo soy un hombre lleno de amor y bondad; por lo
tanto yo no le puedo condenar sino que mi amor me obliga
a perdonarlo. Como prueba de mi amor, usted queda libre,
absuelto de todo cargo y además lo declaro inocente.” Y de
esa manera, aquel asesino queda libre y constituido
inocente como si nunca hubiese cometido aquella
depravación. ¿Cómo te sentirías? Yo te diré como te
sentirías y como reaccionarías: Tú vas a gritar, “No es
justo”. Definitivamente aquel es un juez injusto.

Observarás a aquel hombre depravado caminar


totalmente libre. Levantas fondos y buscas los medios de
comunicación y haces cuantas cosas para que se te haga
justicia. La gente se entera y te apoya y salen a las marchas
contra aquel juez injusto. ¿Por qué es injusto? Porque él
perdonó a aquel asesino quien debía morir. Una de las

36
quejas de nuestros países latinos es que los jueces no hacen
justicia. ¿Por qué? Porque los culpables salen libres.
Entonces, ¿cómo puede Dios perdonarte a ti? Si Dios te
perdona, Él quedaría como ese juez injusto.

La acusación de Satanás es que si Dios perdona al


hombre sería injusto. Dios no perdonó a Satanás cuando
se rebeló en el cielo. Tampoco Dios perdonó a los ángeles
que se constituyeron demonios al contaminarse con
Satanás. Dios fue justo al juzgarlos y la sentencia fue
severa e infinita ya que la ofensa fue contra un Dios
infinitamente único e infinitamente glorioso. Satanás diría:
“¿Cómo Dios siendo santo y justo puede tener comunión
con Abraham y llamarlo Su amigo? ¿Acaso cambió Dios?
¿Dios dejó de ser justo?” O Satanás diría, “¿Cómo Dios
puede llamar a Israel Su pueblo escogido? ¿Acaso acepta
Dios la idolatría de ese pueblo? ¿Acaso cambió Dios?
¿Dios dejó de ser justo?” O Satanás diría, “¿Cómo puede
Dios llamar a David su hijo cuando éste asesinó y adulteró?
¿Acaso cambió Dios? ¿Dios dejó de ser justo?”

JUSTIFICANDO AL IMPÍO
“El que justifica al impío, y el que condena al
justo, ambos son igualmente abominación a
Jehová.” - Proverbios 27:15

Entonces, ¿cómo puede Dios perdonarte? Y todavía


ser justo. Si Dios te perdona, Él no es justo y se hace a
Sí mismo abominación. Los ángeles cuando cayeron,
¿Dios los perdonó? NO. ¿Envió Dios un salvador para los
ángeles? NO. Dios no tiene que perdonar al hombre. Él no
está obligado a perdonarnos. Ni tampoco Él no nos creó
porque estaba sólo y aburrido. Él estaba completo y muy
satisfecho con Su amado Hijo. Él no necesitaba nada.

37
¿Cómo puede Dios perdonar cuando la justicia de Dios
demanda que mueras? Si Dios no te castiga, si no te
condena, entonces, Él no es un Dios justo. La justicia
demanda que todos nosotros seamos condenados al
infierno. La Ley demanda nuestra muerte. Y la ofensa es
contra un Dios santo y justo, es decir, de infinito valor, y la
condena debe ser de acuerdo, es decir, eterna. Condenación
eterna es la sentencia contra ti.

SÉ PROPICIO A MÍ
En el español muy antiguo se usaba una palabra del
latín que no es muy común hoy en día: PROPICIO.

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos


amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y
envió a su Hijo en propiciación por nuestros
pecados… y él es la propiciación por nuestros pecados;
y no solamente por los nuestros, sino también por los
de todo el mundo.”
- I Juan 4:10; 2:2

Supongamos que yo soy tu esclavo en los tiempos


antiguos, y en tu ausencia, te robe y falte el honor a tu
familia, y la ley declara que todo esclavo que haga tal
transgresión debería morir. Entonces tú me llevas a las
autoridades para ejecutar justicia sobre mí. Allí delante de
las autoridades y en la corte yo me postró a tus pies y te
clamo con gran ardor: “Por favor, se propicio a mí; ten
misericordia de mí.” ¿Te das cuenta lo que te estoy
pidiendo? Te estoy pidiendo que no obedezcas a la ley. Te
estoy pidiendo que tú seas injusto. Si la ley demanda que
yo muera y tú no lo haces, entonces tú eres un criminal
también. Sé propicio a mí—un pecador.

38
En las escrituras hay una ilustración de Jesús para unas
personas que no se veían tan malas. Veamos:

“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y


menospreciaban a los otros, dijo también esta
parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno
era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en
pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, [yo] te
doy gracias porque [yo] no soy como los otros
hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun [yo soy]
como este publicano; [yo] ayuno dos veces a la
semana, [yo] doy diezmos de todo lo que gano. Mas el
publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los
ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:
DIOS, SÉ PROPICIO A MÍ, PECADOR. Os digo que
éste descendió a su casa justificado antes que el otro;
porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el
que se humilla será enaltecido.”
- Lucas 18:9-14

¿Has leído bien? Es sorprendente que el Fariseo, quien


era una persona respetada y de mucha dignidad, regresó a
su casa condenado. ¿Por qué? Porque él se creía recto pero
vemos bien que su gloria no apuntaba para Dios si no para
sí mismo. Él se vanagloriaba. El Fariseo se presentó como
justo en su vanagloria y aún condenando y juzgando a los
demás. Su medida no era Dios sino la de los hombres. Era
muy cierto que él era mejor que muchos hombres, pero su
corazón era infinitamente egoísta y malo, y por ello regresó
condenado a su casa.

Por otra parte, el publicano, una persona considerada lo


peor de Israel porque ayudaban a los romanos a cobrar los
impuestos a sus propios hermanos, se humilló y se puso de
acuerdo con Dios. ¿Cómo se describió el publicano a sí

39
mismo? Como un PECADOR. Pidió misericordia y por ello
regresó a casa justificado.

¿Justificado? ¿Inocente? ¿Sin culpa y sin condenación


tan sólo por decir, “Se propicio a mi pecador”? Todavía
persiste el problema: ¿Cómo puede Dios ser propicio a un
pecador? ¿Cómo puede Dios perdonar a un culpable? El
problema más grande en la Biblia es, ¿cómo puede Dios
perdonarte a ti, un transgresor de Su ley y santidad y
todavía ser Dios un juez justo? La Justicia de Dios
“ataba” el amor de Dios. Dios en Su eterno amor te
quería perdonar tu pecado y darte una nueva
naturaleza justa, pero Su infinita justicia demandaba
ser saciada.

Pero Él lo hizo. ¿Sabes cómo? Dios bajó a la tierra en


Su Hijo. El Hijo de Dios tomó la forma de un hombre.
100% Dios. 100% Hombre. Y vino a la tierra y aunque era
Dios, vivió 100% como hombre, totalmente sujeto a sudor,
cansancio, hambre, sueño, etc. Y sobretodo vivió 100%
sujeto al Padre, en total obediencia y entrega. Vivió para
glorificar al Padre. Él caminó en la tierra como hombre
sujeto a todo lo que la Ley de Dios decía. Un hombre
perfecto y santo. Un verdadero justo—siempre conforme a
la Ley de Dios y siempre apuntando para la gloria de Dios
Padre.

Tú como pecador debías sufrir toda la ira de Dios y


sobretodo deberías sufrir total y eterna separación de
Dios. Más Él fue a la cruz y sufrió toda la ira de Dios en
tu lugar. Dios sació toda Su ira en Su Hijo Jesucristo.
Permíteme ilustrarlo una vez más.

Supongamos que tú eres un hombre joven y estés


manejando tu nuevo carro deportivo. En tu necedad,
aceleras tu automóvil a tal grado que pierdes el control del

40
vehículo. Aquel bólido sale disparado y se choca contra una
mansión muy hermosa. No tan sólo la destruyes sino que
toma fuego y se quema hasta los establos. Por gracia,
ninguna persona fue herida, ni aún tú mismo, salvo por
varias heridas leves. Luego que eres arrestado, eres llevado
a la corte. El dueño de aquella mansión con su abogado
eficaz demanda total restitución con indemnización. Aquel
pequeño pueblo se entera como pólvora de la situación y
hay sólo un juez en toda la comarca, y ese juez, de gran
reputación de ser justo, da la casualidad de ser tu propio
padre. La prensa, todo aquel pueblo y los alrededores se
aglomeraron y se preguntaban, “¿Qué va a hacer aquel juez
justo? ¿Sería justo con su propio hijo como lo había sido en
muchos otros casos o sería parcial? ¿Será que su amor
nublaría la ley justa?”

Finalmente las pruebas fueron presentadas y no había


duda de la negligencia y culpabilidad del hijo de aquel
hombre de estima. Aquel juez se levanta con gran dignidad,
la cual imponía temor; toda la sala está en total silencio
esperando las palabras de aquel padre, mientras que su
propio hijo imploraba misericordia con su mirada.
“¡Culpable! ¡Culpable! Sea quitada su licencia de conducir
por tantos años y que pague en el monto de tantos millones
de dólares los daños materiales.” La sentencia es severa,
total, firme. Luego el juez se quita la túnica de juez, se baja
de su trono, y se acerca con unos documentos en sus manos
hacia el dueño de la mansión y su abogado y les dice,
“Aquí están todos mis bienes y propiedades. Todo lo que
he trabajado por tantos años y aún el retiro de mi esposa y
mío. Esto será más que suficiente para cubrir los daños.
Siento mucho lo ocurrido.” Todos se quedan perplejos y
aún más mudos que nunca. Luego aquel padre se acerca a
su hijo y le dice, “Eres justificado”.

41
Dios Padre pagó en Su propio Hijo la sentencia. Su
justicia, ira e indignación fue saciada totalmente en
aquella brutal cruz. NO HAY MAYOR OBRA QUE
ESTA. Alabado sea Dios. Por ello es que Dios puede ser
propicio a todo aquel que se acerque quebrantado y
humillado a la cruz de Cristo buscando el perdón. Dios
le tapó la boca a Satanás y a todos porque Él mismo pagó
Su propia justicia. Sí, Él puede ser amigo de Abraham, Él
puede llamar a la Iglesia como Su propio pueblo, Él puede
llamar a David como Su hijo, porque Él pagó el precio de
Su justicia. Ahora Él puede amar a todo pecador
arrepentido que reciba Su único camino de salvación. Sí, Él
puede recibirte y limpiarte, si es que vienes a la cruz del
Calvario.

42
EN LA CRUZ
EL PADRE
QUEBRANTÓ AL
HIJO

43
Muchos de los predicadores cuando hablan de la cruz
no entienden esta verdad. Ellos hablan solamente de cómo
Cristo sufrió por manos de los romanos y los judíos, de cómo
los clavos atravesaron Sus muñecas y a Sus pies, de cómo la
lanza atravesó Su costado, y como la corona de espinas
rompió Su frente y Su cuero cabelludo. Hermano si eres
cristiano, si eres salvo, si has sido justificado, si has
experimentado la regeneración, no es porque los judíos y los
romanos hicieron eso.

Si es que eres cristiano hoy en día y si realmente has


pasado de muerte a vida, no fue por lo que los hombres le
hicieron, sino por lo que el Padre le hizo. El Padre lo sujetó a
padecimiento. Él Padre lo aplastó. Toda Su ira cayó sobre
Jesús. Los romanos y judíos no estaban allí como jueces sino
como culpables y estaban manifestando que no querían a Dios
ni su verdad. Si te quedas en el sufrimiento físico solamente,
has perdido el verdadero mensaje de la cruz. Y pienso que
quizás nunca has sido justificado de veras.

Este pasaje profético es sumamente importante. Leámoslo:


“3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón
de dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo
estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él,
y por su llaga fuimos nosotros curados.
6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada
cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros.
7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como
cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de
sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

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10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole
a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en
expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos
días, y la voluntad de Jehová será en su mano
prosperada.
11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará
satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo
a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.”
- Isaías 53
Revisemos el pasaje:
• El versículo tres dice que Jesús fue despreciado,
desechado entre los hombres, varón de dolores,
experimentado en quebranto; que escondimos de él el
rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. ¿Quién
hizo todo esto? Pues aquellos romanos y judíos y en ellos
estábamos nosotros representados.

• El versículo cuatro dice Jesús llevó nuestras


enfermedades, y sufrió nuestros dolores; Es decir Él fue
nuestro Substituto. Él tomó nuestro lugar. Pero
también dice ese texto que los hombres cuando le
crucificaban consideraban que todo aquello que le
acontecía a Jesús era porque era culpable: Nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

• El versículo cinco dice que Jesús fue herido por


nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el
castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos
nosotros curados. Él fue nuestro substituto.

• Ahora bien, el versículo diez dice claramente que fue el


Padre y no el hombre quien lo quebrantó. Fue Jehová
quien lo quebrantó y lo sujetó a padecimiento. Jesús puso
Su vida en expiación por el pecado pero fue el Padre
como Juez Justo quien le mató.

45
Jesús murió bajo la furia de Su propio Padre. La
justicia total del Padre tenía que cumplirse. Todo el juicio,
todo el enojo y toda la ira de Dios contra el pecado y el
pecador cayeron sobre Jesús.

Los romanos no mataron a Cristo. Los judíos no mataron


a Cristo. La cruz no mató a Cristo. El Padre lo hizo. Esas
personas fueron instrumentos de Su daño físico pero Dios
Padre le impuso un quebranto infinito en Su alma y en Su
espíritu. Nunca podremos comprender lo infinito del dolor de
Jesús por mano del Padre. Para comprenderlo tendríamos que
pasar en el infierno no diez años, ni cuarenta años sino toda
una eternidad de dolor y aún así no comprenderíamos la
magnitud de la indignación y ofensa del Dios Santo.

NO HAY COMPAÑERISMO ENTRE DIOS


Y EL PECADO
“Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra
hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús
clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani?
Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?” - Mateo 27:45-46

En la cruz, por causa de nuestros pecados, Cristo fue


abandonado por el Padre. Jesús el Hijo de Dios quien siempre
había vivido en un compañerismo perfecto con Su Padre,
quien tenía perfecta unidad y perfecto amor con el Padre,
ahora en la cruz, Su propio Padre se separó de Él. Las
ventanas y la puerta del cielo fueron cerradas. Y Cristo fue
dejado abandonado para morir de su propio Padre. Nosotros
debíamos sufrir una separación eterna de Dios más Cristo la
sufrió en nuestro lugar.

Tenemos que entender lo que estaba ocurriendo cuando


Jesús grito: “ELÍ, ELÍ, ¿LAMA SABACTANI?” En los
tiempos de Jesús las Escrituras no estaban divididas por

46
números, en capítulos y versículos. Así que para llamar la
atención a una porción un rabino tenía que decir la primera
frase de esa porción. Así que lo que Jesús está diciendo a la
multitud es: “¿Quieren entender lo que está ocurriendo aquí?
Vayan a la porción que comienza con esta frase: “ELÍ, ELÍ,
¿LAMA SABACTANI?” Y esa porción es el Salmo 22.
Veamos:

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?


¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las
palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no
respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo. Pero tú
eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel.
En ti esperaron nuestros padres; Esperaron, y tú los
libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en
ti, y no fueron avergonzados. Mas yo soy gusano, y no
hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del
pueblo.” - Salmo 22:1-6

Jesús está preguntando, ¿Por qué me has


abandonado? Este es el argumento: A través de toda la
historia de Israel, Dios jamás había abandonado a nadie que
caminase en justicia. Dios jamás abandona al justo. El es fiel
al justo, pero el Hijo estaba allí, el fiel y justo, colgado en una
cruz y el Padre lo abandona. ¿Por qué? El versículo 3 nos da
la respuesta: Tu eres Santo. Y si lo comparamos al versículo
6: Pero yo soy gusano. En la cruz, el precioso Hijo de Dios
llegó a ser ese pecado corrompido; llegó a ser esa lepra
horrible, y fue abandonado por Su propio Padre. El Dios
Santo jamás tiene compañerismo con el pecado.

JESÚS TOMÓ TODA LA COPA


DE LA IRA DE DIOS
No solamente Dios es santo y no tiene compañerismo con
el pecador, sino que Dios es justo y tiene que castigar al
pecador. Veamos esto. Recordemos cuando Jesús estaba en el

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Getsemaní y allí oraba tres veces que no quería tomar aquella
copa. ¿Qué estaba dentro de aquella copa?

“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro,


orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí
esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú…
Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío,
si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba,
hágase tu voluntad. …y oró por tercera vez, diciendo las
mismas palabras.” - Mateo 26:39-44

¿Qué estaba en aquella copa? La ira, el enojo, el odio, el


fastidio y la condenación de un Dios justo y santo contra el
pecado y el pecador. Y cuando Jesús estaba colgado en la
cruz, Él tomó la copa de la ira de Dios que estaba reservada
para ti. Jesús no dejo ni una sola gota de la ira de Dios para ti.

Si Jesús fue el Hijo obediente hasta lo sumo y se deleitaba


en hacer la voluntad de Su Padre, ¿por qué en el Getsemaní
pareciera que se resiste a obedecer? Porque en el momento
que Jesús tomara nuestro lugar como sustituto por el pecador,
Él perdería por primera vez la comunión con el Padre. Jesús al
tomar tu lugar perdió lo más precioso para Su vida, al Padre.
Esa es la paga del pecado, separación eterna de Dios, y Jesús
sufrió tan horrenda condena por ti y por mí. El dolor que
sufrió físicamente no se compara a la agonía en Su alma de
perder la razón de Su existencia. Nunca comprenderemos la
magnitud de tan infinito dolor. Y cuando Jesús tomó aquella
copa no quedo ni una gota para el que cree, porque el
pagó toda la ira de Dios en tu lugar. Él fue tu verdadero
sustituto.

Imagínate una gran represa de agua de mil pies de altura


por 1,500 pies (aproximadamente 457,2 metros) de ancho y de
un gran espesor. Y ahora imagínate que tú estás en el camino
de ese inmenso río detenido y de repente se rompe aquella
represa haciéndose pedazos dejando en libertad toda aquella
agua con tan tremenda fuerza que puede arroyar inclusive

48
inmensos edificios y hacerlos añicos, puede inclusive
destrozar como papel columnas de acero, y tú estás allí
amarrado sin manera de moverte. Después que haya pasado
tan incalculable fuerza, no deja ni el polvo tuyo, ni huellas ni
rastros. Nada de ti se encuentra. Ahora imagínate que ese gran
río es la ira de Dios contra ti. Pero en lugar tuyo, Jesús tomó
tu lugar. Ahora puedes entender cuando la Biblia dice que Él
fue molido por nuestras transgresiones. En otras versiones
dice que Él fue hecho polvo.

Ahora imagínate toda una pared fuertísima y ancha de


separación entre tú y Dios y una separación eterna y todo
porque tú eres hijo de Adán con una naturaleza de pecado, de
independencia y soberbia de vivir para sí, y en el momento
que Jesús pagó el precio de la ira de Dios, ese inmenso muro
de separación se derrumbó por completo, y toda la comunión
de Dios se encuentra ahora disponible para ti. Toda Su
misericordia, toda Su bondad, toda Su verdad, todo Su poder,
toda su agua, todo Su Santo Espíritu, todos sus ángeles ahora
se encuentran disponibles.

¿QUEBRANTARÍAS A TU PROPIO HIJO?


Yo soy padre y el que haga daño a uno de mis hijos tocaría
algo muy íntimo en mí. Yo creo que cada padre defendería a
su propio hijo hasta la misma muerte. Pero la Biblia me dice
que fue el Padre quien le hizo daño a Su propio Hijo. El Padre
quiso quebrantar a Su Hijo por ti, que eres un pervertido
pecador. ¿No es eso la mayor demostración del amor de Dios?

¿Cuál debería ser tu respuesta al Padre? ¿Burla?


¿Hipocresía? ¿Indiferencia? ¿Descuido? ¿Justificar y esconder
tu pecado? ¿Una doble vida? ¿Continuar amando al pecado
por el cual el Padre quebrantó al Hijo? ¿Vivir como
incrédulo? ¿Deshonrar Su nombre? ¿Cuál debería ser tu
respuesta al Padre? ¿Serle grato? ¿Alabarle por siempre?

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¿Renunciar a todo aquello que llevo a Cristo a la Cruz?
¿Honrar Su nombre? ¿Servirle con toda tus fuerzas?

Ahora cualquiera puede preguntarse, ¿Cómo puede ser


que un hombre sufra unas tres horas y eso sea suficiente para
salvar a todos los que creen de toda una condenación eterna?
La respuesta es muy fácil: PORQUE ÉL VALE MUCHO
MÁS QUE TODOS NOSOTROS JUNTOS. Jesús tiene
incalculable valor. Aunque moría como hombre, no nos
olvidemos que valía como Dios. Él era 100% hombre y
100% Dios. Las dos naturalezas en perfecta armonía. Aunque
vivió como hombre, obedeció como hombre, se sujetó como
hombre, predicó e hizo tantos milagros como un hombre en
perfecta obediencia al Padre, cuando murió en la cruz lo hizo
como hombre pero con el valor infinito de Dios.

“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud


de la Deidad.” - Colosenses 2:9

Hay una canción contemporánea, que dice: “Dios ama al


hombre más que cualquier otra cosa.” ¡Qué gran error!
Hombres que si lean la Biblia deberían ser los escritores de las
canciones. Aunque suene lindo, esa es otra mentira. Dios ama
a Su Hijo sobre toda otra cosa, sobre todo el universo, y Jesús
es más valioso que todos los hombres. Y Él quiso morir por
nosotros, y por ello nosotros debemos vivir para Él. Todo fue
creado por Él, por medio de Él, y para Él.

Siendo yo un hombre tan sucio, tan inmoral, tan pecador,


tan rebelde, tan malo como yo, ÉL QUISO MORIR POR MÍ.
Él abrió mi entendimiento y movió mi corazón para que yo
contemplara la gloria de Jesús, y allí me salvó. No tan sólo
saldó la deuda de mis pecados, sino que me perdonó, y
regeneró mi espíritu muerto, y puso la justicia perfecta de
Jesús a mi cuenta. Siendo un hombre tan cruel ÉL ME
SALVÓ.

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LO QUE TIENES
QUE HACER

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LO QUE TIENES QUE HACER

¿ Qué debo hacer para ser salvo? ¿Salvo de qué?


¿De qué deseas ser salvo? ¿Del infierno? Eso no prueba
nada. Nadie quiere ir allá. El asunto entre Dios y el hombre
es EL PECADO. ¿Quieres ser salvo de esto? Querer ser
salvado del infierno es un deseo natural. Todos
naturalmente queremos evitar el dolor y el sufrimiento,
pero querer ser salvado de la condenación y naturaleza del
pecado es un deseo espiritual. Y ese deseo sólo lo da el
Espíritu de Dios.

En nuestro estado de muerte espiritual no podemos


desear ser salvo del pecado. No podemos desear vivir para
Dios y agradarle. El hombre caído no tiene en sí mismo la
habilidad de buscar a Dios. Sólo Dios nos puede dar un
nuevo corazón y el deseo de justicia.

La salvación de pecados es obra de Dios. Para Dios


salvar a un hombre, Él lo convence de su pecaminosidad.
El Espíritu Santo le hace sentir en el corazón que ha estado
toda su vida en rebelión contra Dios, y que sus pecados son
tantos, tan grandes, tan negros, que sólo la Sangre de Jesús
los puede limpiar. Esta es la obra irresistible del Espíritu de
Dios quien nos lleva a la Cruz de Jesús para perdón de
pecados y justificación.

¿Has tenido esta experiencia alguna vez? ¿Te has


sentido totalmente indigno para el cielo y alejado de la
presencia de un Dios Santo? ¿Percibes que en ti no hay
nada bueno, ni nada bueno acreditado a tu cuenta; y que
siempre has amado las cosas que Dios odia y odiado las
cosas que Dios ama?

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¿Al pensar en estas cosas no se te ha quebrantado el
corazón ante Dios? ¿No te lamentas tú por haber hecho mal
uso de Sus misericordias, de Sus bendiciones, por haber
abusado de Su Santo Nombre, por haber desechado Su
Palabra, y por no haberle dado el lugar central en tus
pensamientos, en tus afectos y en tu vida? Si no has visto ni
sentido esto personalmente, entonces actualmente no hay
esperanza para ti, pues Dios dice, "Antes si no os
arrepintiereis, todos pereceréis igualmente" (Lucas 13:3). Y
si mueres en tu condición actual, estarás perdido para
siempre.

Pero si has llegado al lugar donde el pecado es tu mayor


plaga, donde ofender a Dios es tu mayor pesar, y donde tu
mayor anhelo es agradarle y honrarlo a Él; entonces tienes
esperanza. "Porque el Hijo del Hombre vino á buscar y á
salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10). Él te salvará,
si estás listo y dispuesto a abandonar las armas de tu
rebelión en contra de Él, te inclinas a Su señorío, y te rindes
a Su control.

Su sangre puede limpiar la mancha más obscura. Su


gracia puede sostener al más débil. Su poder puede librar al
que sufre con pruebas y tentaciones. "He aquí ahora el
tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salud" (II
Cor.6:2). Cede ante los reclamos de Dios.

Dale el trono de tu corazón. Confía en Su muerte


expiatoria. Amalo con toda tu alma. Obedécelo con todas
tus fuerzas, y Él te guiará al cielo. "Cree en el Señor
Jesucristo, y serás salvo tu, y tu hogar" (Hechos 16:31).

Quizás estás leyendo estas verdades y te has dado


cuenta que nunca te han explicado el evangelio de esta
manera, y te preguntarás qué es lo que debes de hacer. Esto
es lo que debes de hacer:

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1. Debes reconocer tu pecado, reconocer que tienes
una naturaleza de continuo al mal y contraria a
Dios.

2. Debes recibir el único camino que Dios proveyó a


través de Su Hijo, esto es el perdón de pecados.

3. Debes pedir a Dios una nueva naturaleza que agrade


a Dios en todo, esta es la naturaleza de Jesús. Esto
es la justificación de vida y se recibe por la fe.

4. Debes crecer en la salvación que has recibido,


andando en santidad y obediencia todos los días de
tu vida.

5. Debes vivir para traer gloria y honra a la Persona y


Nombre de Jesús en todo lo que hagas.

¿Quieres tener al Hijo?


Arrepiéntete y recibe el Reino del Hijo de Dios. Cree en
el Hijo. Y mando que las tinieblas se quiten y te alumbre el
rostro de gloria de Jesús.

“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere


de nuevo, no puede ver el reino de Dios.…. De cierto,
de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que
es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, espíritu es.” - Juan
3:3-6

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Oración

O
“ h, Señor abre nuestros corazones para poder mirar la
salvación que sólo se encuentra en Jesús. Si hay algún
lector hoy en día que Tu quieres salvar, te suplico por Tu
amado Hijo que Tu lo despiertes para salvación. Que
resplandezca la gloria del rostro de Jesús sobre este lector.
Padre sopla eternidad, sopla a Jesús en tal persona. Para
gloria de Tu nombre y para el Reino de Tu glorioso Hijo.
Amén.”

Y usted, amado lector, le animo en el Nombre del Señor


Jesucristo que se arrepienta y crea en el Señor Jesucristo
para perdón de sus pecados y para renacer. Si el Espíritu de
Dios le ha estado hablando en su corazón, si ves la cruz
como el único camino de perdón de sus pecados, yo le
invito a que hagas esta oración:

“Dios Santo y Justo te alabo y glorifico Tu nombre.


Te doy gracias por entregar a Tu Hijo en la Cruz
por mis pecados. Yo te pido perdón por mis pecados
y te pido que seas propicio a mi pecador. Recibo
por la fe la abundancia de Tu gracia y el Don de la
Justicia y te suplico que por Tu Espíritu
Santificador me hagas nacer de nuevo. Quiero ser
regenerado y quiero vivir en santidad y obediencia.
Quiero ser Justo, siempre recto según tu voluntad y
apuntando siempre para la gloria de Tu amado
Hijo, mi Señor Jesucristo. Hoy entregó toda mi vida
a tus pies en la cruz. Amén.”

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Si eres regenerado, si tienes una vida nueva, por
favor memoriza y medita la siguiente Escritura:

“Y con el don no sucede como en el caso de aquel


uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a
causa de un solo pecado para condenación, pero el
don vino a causa de muchas transgresiones para
justificación. Pues si por la transgresión de uno
solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida
por uno solo, Jesucristo, los que reciben la
abundancia de la gracia y del don de la justicia.
Así que, como por la transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres, de la misma
manera por la justicia de uno vino a todos los
hombres la justificación de vida. Porque así como
por la desobediencia de un hombre los muchos
fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno, los muchos serán constituidos
justos.”
- Romanos 5:16-19

Si fuiste comprado, debes vivir para Él, admirar Su


Gloria, y debes hacer cualquier cosa para servirle y traer
gloria a Su nombre.

Tú debías una deuda que no podías pagar.


Él pagó una deuda que no debía.

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