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Caracteres Acto Cap 009
Caracteres Acto Cap 009
Son caracteres del acto administrativo el conjunto de rasgos o notas específicas que
concurren para distinguirlo del acto jurídico privado.-
La Ley N* 19.549 –ha dicho la C.S.J.N.– (549) contiene normas de fondo junto él otras
de estricto carácter procesal administrativo; entre las primeras se halla el art. 12, el cual
después de consagrar la presunción de legitimidad del acto administrativo, determina que su
fuerza ejecutoria faculta a la Administración él ponerlo en práctica por sus propios medios,
a menos que la ley o la naturaleza del acto exigieren la intervención judicial (550). Las
discrepancias doctrinales en la materia, tanto terminológicas como metodológicas y
conceptuales, son muy marcadas (551).-
El examen de las normas positivas lleva, no obstante, a realizar el estudio de dichos
caracteres en el marco que a continuación se encarará.-
Como se indicó, en la primera parte del art. 12 de la L.N.P.A. se establece que el acto
administrativo goza de presunción de legitimidad.-
Dicha presunción implica la suposición de que el acto administrativo ha sido dictado
con arreglo a las normas jurídicas que debieron condicionar su emisión.-
En este sentido, la C.S.J.N. ha afirmado que en virtud de la presunción de legitimidad
que ostentan los actos administrativos. se presume que toda la actividad de la Administración
guarda conformidad con el ordenamiento jurídico, presunción que subsiste en tanto no se
declare lo contrario por el órgano competente (552).-
El fundamento de este carácter deriva, como enseñó Fiorini (553), de la presunción
general de validez que acompaña a los actos estatales: a toda ley se la presume constitucional,
a toda sentencia se la considera válida, ya todo acto de la Administración se lo presume
legítimo (554).-
Esta simetría ha sido objetada invocando el carácter sub–legal de la Administración y,
además, la revisión judicial de sus actos a pedido de parte (555). circunstancias, ambas. que
gravitarían en contra de aquélla como sustento de la presunción de validez del actuar
administrativo.-
Sin embargo, la subordinación del actuar administrativo a la ley -por otra parte, no
absoluta, si se admite la existencia de la zona de reserva administrativa- no es un argumento
válido en contra de la presunción afirmada, porque cuando la actividad administrativa debe
ser sub–legal, la presunción incorpora como elemento constitutivo el adecuado cumplimiento
de la ley.-
Presumir legítimo el acto no importa, entonces, equiparar jerárquicamente la ley y el
acto administrativo, sino tan sólo afirmar que éste, supuestamente, cumple con el
ordenamiento, al cual integra generalmente la ley.-
Tampoco la revisión judicial de los actos administrativos concurre para enervar la
presunción; en todo caso, ella significa que la presunción puede ser desvirtuada ante el
tribunal. Este argumento, por lo demás, también podría significar, de ser aceptado, la carencia
de presunción de constitucionalidad de las leyes (556).-
La presunción de legitimidad no es, por ende, una afirmación acerca del nivel
jerárquico del acto administrativo. sino sólo un juicio de valor lógico–jurídico acerca de la
validez de un acto estatal, encuadrado en el marco jerárquico normativo que le es propio.-
Más allá del fundamento que se asigne a esta presunción –razones de orden
estrictamente práctico derivadas de la necesidad de asegurar el accionar continuo e
ininterrumpido de la Administración (557), o bien manifestación de la presunción de validez
propia de los actos estatales (558)– se han atribuido a ella. entre otras, las siguientes
consecuencias (559):
a) No es necesario que la justicia declare la legitimidad de los actos administrativos
(560);
b) En razón de ella, los actos administrativos no pueden ser anulados por los jueces, de
oficio (561);
c) Ante un acto que no esté afectado de un vicio grave y manifiesto, es necesario, para
quien sostiene su nulidad, alegarla y probarla, dado el principio de legitimidad que fluye de
todo acto administrativo (562).-
Por ello, los actos administrativos no impugnados judicialmente en el plazo que
establece el art. 25, devienen firmes e irrevisables. Esta conclusión es una consecuencia
lógica de la naturaleza accesoria –en el ámbito del derecho administrativo– de la pretensión
resarcitoria respecto de la acción de nulidad, en virtud de la presunción de legitimidad que
ostentan los actos administrativos, por cuyo mérito se presume que toda la actividad de la
Administración guarda conformidad con el ordenamiento jurídico, presunción que subsiste
en tanto no se declare lo contrario por el órgano competente; así, al no mediar la declaración
de ilegitimidad, no puede haber resarcimiento o pago de suma de dinero alguna pues falta la
causa de tales obligaciones (563);
d) El particular tiene que obedecer los actos administrativos (564). La P.T.N. ha
dictaminado que la presunción de legitimidad es la base que sustenta el deber del
administrado de cumplir el acto, quien debe cumplirlo, sin perjuicio de los reclamos y
recursos a que se creyere con derecho. Al no hacerlo, su conducta es válidamente aprehendida
como antecedente del justo reproche (en el caso, significado por un acto de cesantía) (565);
e) Entre dos interpretaciones posibles. se debe escoger la que favorezca la validez del
acto (566).-
Se ha señalado, no obstante, que el efecto indicado en b) no es consecuencia de la
presunción de legitimidad, sino del principio de división de poderes (sometido, ciertamente,
a discutible interpretación), y que la necesidad de alegar y probar –en su caso– la ilegitimidad,
es, a su vez, una derivación de la imposibilidad ele la declaración judicial de nulidad de oficio
(567).-
§ 001.B. LÍMITES
§ 002. EJECUTORIEDAD
§ 002.A. NOCIÓN Y LÍMITES
Del mismo modo que en el caso anterior. para acceder a una tutela cautelar de este tipo,
debe estarse a los recaudos del art. 230 del C.P.C.C.N., referidos en el subpunto d),
En este marco, es posible obtener la suspensión de los efectos de] acto administrativo,
como medida cautelar (616), requiriendo la jurisprudencia para su concesión la reunión de
los requisitos del art. 230 del C. P. C. C. N. (tal como en los supuestos precedentes).-
En cuanto a la posibilidad de solicitar la aludida suspensión como objeto de la
pretensión propia del amparo, ella está controvertida tanto en la doctrina (617) como en la
jurisprudencia.-
De un pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia, anterior a la reforma
constitucional de 1.994, era posible desprender la necesidad de plantear previamente la
petición suspensiva en sede administra, para que el amparo pudiera tener por objeto esa
pretensión cautelar (618); así lo interpretó en su momento la CNFed. C. A. (619).-
La CNFed. C. A., por su lado, resolvió que no existe óbice legal para que el juicio de
amparo tenga por finalidad la suspensión de los efectos de un acto administrativo en
situaciones excepcionales en que la ejecutoriedad de éste ocasione, por sí misma, agravio
irreparable al derecho constitucional cuya tutela se procura, aunque también señaló, antes de
la reforma constitucional de 1.994, que para que tal pretensión suspensiva resultara admisible
era. en principio, necesario que ella hubiera sido reclamada e indebidamente denegada, en
forma expresa o tácita, en sede administrativa o bien que el amparista demostrara la
irreparabilidad del perjuicio derivado de la espera de una decisión en ese ámbito. siendo
insuficiente la mera conjetura acerca de la esterilidad de ese recaudo, salvo que por las
peculiarísimas circunstancias del caso una petición en aquella sede configurara un ritualismo
inútil (620).-
En cambio, otra Sala del mismo tribunal decidió que el amparo no puede constituirse
en una medida de no innovar accesoria que le posibilite a la actora obtener, a través de esta
vía excepcional, lo que está previsto en el art. 230 y sgtes. del C.P.C.C. N., como accesorios
de demandas o recursos a deducir ante la propia Administración o ante el Poder Judicial como
procesos ordinarios de conocimiento (621).-
Y se señaló también. en otra causa, que si bien es cierto que no existe disposición legal
alguna que prohíba utilizar esta sumarísima acción con el alcance de una medida precautoria,
tal utilización. importaría perseguir un fin no específico del instituto ya que la interpretación
acerca de la procedencia del amparo debe ser armónica con el carácter residual que él reviste
(622).-
No vemos obstáculo legal para el empleo del amparo corno instrumento de una
pretensión cautelar suspensiva del accionar administrativo; y consideramos incluso que, a
tenor de lo dispuesto por el actual art. 43 de la Constitución, no es necesario efectuar
previamente el requerimiento suspensivo en sede administrativa en tanto la citada disposición
constitucional habilita el amparo respecto de los actos u omisiones que enuncia, siempre que
no exista otro medio judicial más idóneo. La existencia de una opción administrativa
suspensiva, no debería, pues, obstara la procedencia del amparo con ese objeto, cuando
concurran los demás requisitos exigidos para ello (623).-
§ 002.B.02)a)4) REQUISITOS DE PROCEDENCIA DE LAS MEDIDAS
CAUTELARES
Por nuestra parte. entendemos que la aplicación del art. 12 en el examen de la concesión
de una medida de este tipo, impone distinguir la situación en la cual el pedido es formulado
al órgano jurisdiccional. ante la denegatoria expresa o bien el silencio administrativo
operados en el trámite de un recurso o reclamo entablados en el marco del agotamiento de la
vía, del caso en el que la suspensión es peticionada cuando la Administración ha adquirido
la calidad, podríamos decir, de “sujeto enjuiciable”.-
En el primer supuesto, estimamos aplicables las previsiones del art. 12 de la L.N.P.A.,
pues en él se trata, precisamente, de actuar jurisdiccionalmente una cláusula prevista,
específicamente, para la Administración. Es ésta su destinataria y, en relación con ella. la
Justicia no debe sino controlar su aplicación cuando la petición ha sido denegada
expresamente o respondida, simplemente, con el silencio.-
En el segundo, por el contrario, el pedido pone al juez frente a un accionar o a una
inactividad resultante de una vía administrativa agotada. Está, pues, o ante la inminencia del
conflicto o directamente ante él. No parece irrazonable, en este caso, encaminar el accionar
procesal en los términos del Código Procesal.-
Este sistema fue propiciado en el proyecto de Código Contencioso Administrativo
remitido por el P.E. al Congreso en el año 1.998 (art .38) y es, asimismo, el que resulta del
Código respectivo de la Pvcia. de Tucumán (art. 22).-
La suspensión requerida en el trámite de un procedimiento o recurso administrativo,
debería llevar a una valoración judicial amplia y favorable al acogimiento. especialmente
cuando ella no ha sido atendida en sede administrativa mediante una decisión expresa, pues
el silencio viene a operar, en estas situación es, como una suerte de presunción de ilegitimidad
en contra de la Administración.-
En estos casos el administrado evidencia ante el juez la existencia de un procedimiento
administrativo previo obligatorio. en el que aún no ha recaído una decisión definitiva y en el
que, en consecuencia, no media tampoco una valoración administrativa definitiva del interés
público.-
Y pone de relieve, asimismo, la posibilidad de un perjuicio grave o el alegato fundado
de una nulidad absoluta que no han sido considerados, o si lo fueron sólo aparecen valorados
por una autoridad sin competencia para agotar la instancia administrativa.-
Es comprensible, por eso, que en estas situaciones sólo se exija un perjuicio grave,
cualquier perjuicio grave, el que, por estar referido a la instancia administrativa, no
necesariamente debe coincidir con el peligro frustratorio de la sentencia que aprehende el art.
230 del C.P.C.C.N.-
La valoración debida por la Administración en este caso se refiere al peligro derivado
de la tramitación del procedimiento administrativo y el juez debe tomar en cuenta, por tal
razón, al revisar la actuación administrativa, ese peligro y no otro, pues al estar pendiente el
agotamiento de la vía no tendría sentido exigir de aquélla valoración del peligro en la demora,
propio de la medida cautelar jurisdiccional específicamente prevista.-
Por tratarse, asimismo, de una regulación contemplada para su aplicación originaria
por la Administración, es coherente que se aluda sólo al alegato de la nulidad absoluta, pues
él bastará, normalmente, para que la autoridad administrativa. de cara a las actuaciones
pertinentes, esté en condiciones de apreciar el grado de correlación argumental esgrimido por
el recurrente. Desde luego, será también de consideración insoslayable la valoración del
interés público, y la contra cautela en tanto medio idóneo para postergar la bilateralidad
(703).-
En definitiva, es fundamental no perder de vista que cuando la suspensión del acto es
acordada pendiente la resolución administrativa sobre el fondo, se otorga hasta que ésta se
dicte, de modo que. siendo así, es la propia Administración la que con su diligencia procesal
determinará la duración de la cautela judicial acordada.-
No compartimos, entonces, la postura doctrinal que postula la aplicación del art. 12 en
todos los supuestos en que se solicite la protección cautelar. Consideramos que la situación
en que el pedido de suspensión se efectúa cuando el administrado ha recorrido ya el previo
procedimiento administrativo –recursivo o de reclamo– agotador de la instancia. merecería,
en cambio. su encuadre en el marco procesal del C.P.C.C.N.-
No se nos escapa que dicho cuerpo adjetivo no tiene como objetivo propio regular la
materia contencioso–administrativa. Sin embargo. no hay en él obstáculos, en esta cuestión,
para que pueda aplicarse sin lesionar las singularidades del proceso administrativo.-
A nuestro modo de ver, es coherente que ante una etapa de posible enjuiciamiento o
directamente de conflicto planteado, sean exigibles como recaudos específicos la
verosimilitud del derecho y el peligro en la demora, tal corno ellos son regulados en el
C.P.C.C.N. e interpretados por la jurisprudencia.-
Es razonable que mediando una decisión definitiva y final, respecto de la cual la
autoridad administrativa ha agotado sus posibilidades de autocontrol desestimando la
pretensión del administrado, o inatendiéndola tácitamente. el Juez deba exigir una
verosimilitud que se asiente en algo más que en el alegato fundado de una nulidad absoluta.-
Es posible que ese alegato contribuya a evidenciar la nulidad manifiesta (704), pero,
de no ser así. compartimos el criterio que discierne la tutela sólo cuando la nulidad es prima
facie manifiesta o evidente, pues el solo cuestionamiento del acto no alcanza para derivar de
él. tácitamente, su arbitrariedad o ilegalidad (705).-
Es cierto que la Corte Suprema ha establecido que la naturaleza de las medidas
cautelares no exige de los magistrados un examen de certeza sobre la existencia del derecho
pretendido sino sólo de su verosimilitud y que. más aún, el juicio de verdad en esta materia
está en oposición con la finalidad del instituto cautelar (706).-
Pese a ello, no advertimos otro modo, en esta situación, de enervar la presunción de
legitimidad del acto administrativo. la cual sólo cede, según la jurisprudencia de la Corte,
frente a la nulidad absoluta y manifiesta (707). siendo ésta la única que podría justificar la
desobediencia de aquél (708).-
Claro es que, en nuestro concepto. la nulidad será él priori manifiesta cuando el acto
no evidencie una adecuada estructuración de los elementos esenciales que le SOI1 exigibles,
con arreglo a los arts. 7* y 8* de la L.N.P.A.-
Es también aceptable que para otorgar la cautela cuando el juicio contencioso se
entabló o es entablable, se exija el peligro específico consistente en que el tiempo del proceso
genere, en atención a las circunstancias del caso, la posibilidad de que, de mantenerse o en
su caso alterarse la situación de hecho o de derecho, la modificación pudiera influir en la
sentencia o convirtiera su ejecución en ineficaz o imposible.-
Esta ineficacia o la imposibilidad de cumplimiento de la sentencia no debería medirse
exclusivamente en términos de reparación económica, porque si así se lo hiciera la cautela o
no procedería casi nunca, de atenderse al clásico pero discutible dogma de la solvencia estatal
(709), o desde cierto punto de vista, procedería casi siempre, habida cuenta las experiencias
en materia de consolidación de deudas y otras situaciones que evidencian la falta de
correspondencia de aquella presunción con la realidad (710). Consideramos, en este sentido,
adecuado el criterio propuesto por Gambier–Zubiaur quienes a la pauta indicada por García
de Enterría –imposibilidad o difícil reparación in natura– suman la situación que se generaría
de exigirse a un particular un sacrificio especial violatorio de la armonía que debe informar
el sistema de prerrogativas y garantías (711).-
Finalmente, es asimismo admisible la exigencia. en principio del pedido previo de
suspensión en sede administrativa, en tanto el procedimiento administrativo, como modo de
autocontrol administrativo y, a la vez, de protección de los derechos individuales, no es,
necesariamente, frustratorio del acceso a la jurisdicción (712), caso éste en el que no sería
exigible aquel pedido.-