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CAPÍTULO 002

EL CONCEPTO DE ACTO

Sobre la base de la distinción precedente, es posible abordar el planteo de una noción


de acto administrativo.-
Para ello debe tenerse en cuenta que una noción correcta de acto administrativo debe
satisfacer, por un lado, la necesidad teórica de nuclear en su marco conceptual las formas de
actuación administrativa sometidas a un régimen jurídico homogéneo, y, por otro, el
imperativo concreto de construir un instrumento técnico idóneo para la protección de los
derechos e intereses de los administrados e incluso del propio interés público (008).-
En el marco dogmático de la L.N.P.A., es posible concebir el acto administrativo como
una declaración emitida por un órgano estatal, o un ente público no estatal, en ejercicio de
función administrativa, bajo un régimen jurídico exorbitante, productora de efectos jurídicos
directos e individuales respecto de terceros.-
Analizaremos a continuación, el contenido de la precedente definición.-

§ 001. “DECLARACIÓN …”. EL ACTO COMO DECLARACIÓN

Hemos dicho, en primer lugar, que el acto debe ser una declaración.-
Que el acto sea una declaración significa que él consiste, como ya se dijo, en la
exteriorización de una idea.-
El empleo genérico del término declaración permite incluir en su alcance tanto a los
actos que traducen una manifestación de voluntad, como a los que exteriorizan un juicio de
valor u opinión, o una simple constatación de hechos (009).-
La consideración del acto sólo como una manifestación de voluntad es ciertamente
discutible, no sólo porque las declaraciones de juicio o de conocimiento también son actos,
sino la también porque podría considerarse que la concurrencia, sin vicios, de la voluntad
psicológica del agente no es, necesariamente, un presupuesto indispensable, o un requisito,
para que el acto administrativo produzca los efectos que le son propios (010).-
La voluntad del agente, en efecto, no excede, en muchos casos, el marco de un mero
instrumento destinado a actuar objetivamente la “voluntad normativa” del ordenamiento,
siendo, en rigor, jurídicamente irrelevante la intencionalidad de quien la expresa.-
Tratándose de facultades prevalentemente regladas, en las que la actuación del órgano
está substancialmente predeterminada por la norma, la eventual afectación de la voluntad
psíquica del agente por un vicio, p. ej., de violencia, podría no gravitar para la existencia o
validez del acto (vgr. el otorgamiento de un beneficio previsional para quien acredite el
cumplimiento de los requisitos necesarios para su obtención: años de servicio, aportes, edad
mínima).-
Cabe puntualizar, sin embargo, que la L.N.P.A. parece otorgar significación jurídica a
la voluntad del agente en todos los casos, pues, al enunciar las causales determinantes de la
nulidad absoluta del acto se refiere, como a una de ellas, a la exclusión de la voluntad de la
Administración por error esencial (art. 14, inc. a), 1* parte).-
Esta circunstancia permitiría interpretar que la ley, siguiendo a Marienhoff, erige a la
voluntad del agente en un presupuesto indispensable para la existencia y validez del acto
(011).-
Desde esta perspectiva, la voluntad del órgano juega un papel distinto que los restantes
elementos –competencia, objeto, procedimiento, motivación, finalidad y forma–, siendo
éstos los medios que estructuran y condicionan la voluntad, la cual aparece, de este modo,
subsumida en aquéllos (012).-
La diferenciación entre la voluntad como presupuesto de la existencia y validez del
acto, y los elementos de éste como requisitos que la estructuran y condicionan, adquiere
singular gravitación en materia de invalidez, pues los vicios de aquélla y éstos juegan, como
se verá, en planos independientes.-
Esta cuestión no es una mera lucubración de gabinete, porque se registran dictámenes
de la P.T.N. en los cuales, enfocada una misma situación desde posiciones diversas –esto es,
atendiendo, o no, a la voluntad del agente como presupuesto– se extraen consecuencias
prácticas diferentes (013).-
El tema es, ciertamente, opinable, siendo de destacar que, en rigor, la fuente doctrinaria
declarada de la ley en la materia (014) gravita para categorizar a la voluntad como un
presupuesto indispensable de la existencia del acto (015).-
§ 001.A. DECLARACIÓN DE JUICIO DE VALOR O DE CONOCIMIENTO

En otro orden de ideas, corresponde consignar que la explicitación intelectiva en la que


el acto administrativo consiste, puede referirse también a un juicio de valor, o bien a una
simple constatación, constituyendo, así, declaraciones de juicio u opinión o bien de
conocimiento (016).-
La decisión de habilitar a una persona para conducir vehículos, realizada por una
autoridad municipal en ejercicio de su poder de policía de tránsito, implica un juicio de valor
acerca de la idoneidad requerida para el desarrollo de esa actividad. Del mismo modo, un
certificado de defunción o matrimonio expedido por un organismo estatal traduce una
declaración constatatoria de un hecho En ambos casos, los procesos intelectuales que ellos
importan –juicio de valor en uno, cognición, en el otro– quedan comprendidos por el ge n
érico concepto “declaración” (017).-
La P.T.N. ha señalado que el acto administrativo comprende no sólo la manifestación
de voluntad, sino también la certificación de hechos llegados a conocimiento de la
Administración y que, por consiguiente, al ser el certificado un acto administrativo debe estar
sujeto a todas las normas que prescribe y exige la Ley N* 19.549 (018).-
Finalmente, la declaración puede, incluso, ser verbal, pues la circunstancia de que el
acto no se instrumente por escrito, más allá de la deficiencia probatoria que ello puede
implicar y del vicio que, según las circunstancias, esa clase de declaración puede aparejar.
no excluye su existencia como tal (019).-
Sobre este punto, la P.T.N. ha dicho que en razón de lo dispuesto por el art. 8* de la
ley, hay supuestos de excepción en las que un acto verbal puede ser admisible, como p. ej.,
cuando condiciones de celeridad y urgencia no permitan la adopción de la forma escrita, que
siempre significa demora (020).-

§ 001.B. “… EMITIDA POR UN ÓRGANO ESTATAL, O UN ENTE PÚBLICO NO


ESTATAL, EN EJERCICIO DE FUNCIÓN ADMINISTRATIVA …”. ÓRGANO
ESTATAL (ADMINISTRATIVO, O NO) Y ENTE NO ESTATAL, EN EJERCICIO
DE FUNCIÓN ADMINISTRATIVA
En la doctrina argentina prevalece el criterio de considerar administrativos los actos
dictados por cualquier órgano estatal que ejerza función administrativa incluso los
provenientes de los poderes judicial y legislativo (021). Esto se comprende en atención a la
unidad de su régimen jurídico.-
De allí el planteo referido a si resulta aplicable la Ley N* 19.549 al ejercicio de tal
función en el marco de estos poderes (022).-
Desde nuestro punto de vista, el ejercicio de funciones administrativas en e I ámbito de
dichos Poderes, exige, ineludiblemente, la sumisión de los actos que lo traducen al régimen
jurídico administrativo, una de cuyas lloras esenciales es su plena revisión judicial (023).-
En la definición hemos también incluido el ejercicio de función administrativa por
entes no estatales, porque parece coherente aceptar que si parte de dicha función se confiere
a un ente no estatal, el acto que importe su desenvolvimiento debe ser considerado, al menos
genéricamente, como un acto jurídico administrativo.-
Ya en su momento González Pérez aceptó la posibilidad de actos administrativos
procedentes de particulares, cuando éstos fueran vicarios de la Administración Pública (024).
mientras que en la obra póstuma de José Antonio García Trevijano Fos se indica también que
los casos especiales de actos dictados por particulares dan lugar al recurso de alzada ante la
Administración, excepto que exista otro medio de reclamo (025).-
Respecto del derecho francés André de Laubadere puntualizó, como una de las
manifestaciones de la tendencia extensiva del derecho administrativo en Francia, la admisión
de actos administrativos procedentes de personas privadas (026).-

§ 001.C. “… BAJO UN RÉGIMEN JURÍDICO EXORBITANTE …”. LA FUNCIÓN


ADMINISTRATIVA COMO RÉGIMEN EXORBITANTE

El acto administrativo se encuadra en el marco de un sistema jurídico integrado por


prerrogativas estatales. sustanciales y procesales, relacionadas con correlativas garantías de
los administrados. también sustanciales y procesales.-
Actualmente, el término “exorbitante” no puede ser entendida coma indicativo de un
régimen jurídico constitutivo de un ámbito regulatorio residual, proposición al principal o
central configurado por el derecho privado (027).-
En realidad. la exorbitancia del derecho administrativo deriva, hoy en día, de la
especificidad de su contenido equilibrado de prerrogativas y garantías y de su carácter de
derecho común de la administración pública (028), ámbito éste excluido, en principio. dela
órbita propia del derecho privado (029).-

§ 001.D. “... PRODUCTORA DE EFECTOS JURÍDICOS DIRECTOS ...”. LOS


EFECTOS JURÍDICOS DEL ACTO

Definir el acto por sus efectos jurídicos directos significa que no basta para que él se
configure, que la declaración emitida por el agente estatal pueda producir mediata o
indirectamente efectos jurídicos respecto de terceros.-
Por eso, el dictamen de un asesor letrado aconsejando una sanción disciplinaria
expulsiva para un empleado, o el informe técnico de una dependencia acreditando el estado
ruinoso de una propiedad, no son, en realidad, actos administrativos, porque aun cuando de
esas actuaciones pudieran derivarse, eventualmente. efectos jurídicos para el agente o el
propietario del bien, respectivamente, éstos serán consecuencia directa del acto decisorio que
acoge el criterio en aquéllos propiciado (030).-
La calidad de acto administrativo en sentido técnico queda reservada. de este modo, a
las decisiones que por sí mismas generan efectos jurídicos para los terceros, resultando
excluidos los actos que, no obstante producir efectos incluso directos en el ámbito interno de
la administración (vgr. un informe o dictamen vinculante), carecen de tales consecuencias en
el ámbito externo de ésta (031).-
Lo dicho no excluye que a la hora de resolver acerca de la validez o invalidez de alguno
de estos actos, deba acudirse, en ausencia de una regulación específica sobre ellos en esa
temática, a la aplicación analógica de las disposiciones inherentes al acto en sentido técnico.
La analogía es una técnica con la cual se salvan, precisamente, las singularidades propias de
la materia carente de regulación (032).-
Examinaremos a continuación supuestos que plantean dificultades. pues, aunque
producen efectos jurídicos, no cualquier clase de ellos es idónea para configurar el acto.-

§ 001.D.01) EL CASO DE LOS DICTÁMENES NOTIFICADOS

Por lo pronto se excluyen los efectos sólo indirectos. Por tal motivo los dictámenes,
aun cuando sean de requerimiento obligatorio y, eventualmente, de efectos vinculantes, no
adquieren la condición de actos. El efecto jurídico debe ser directo, emerger del propio acto.-
La P.T.N. ha tenido ocasión de pronunciarse. señalando precisamente, la inidoneidad
del dictamen puesto en conocimiento del administrado para configurar un acto tácito (033).
Sin embargo. sostuvo también, que la notificación al administrado del contenido de un
asesoramiento emitido por el servicio jurídico competente, debe hacer considerar a tales actos
como “decisorios” sí fueren ordenados por el órgano facultado para decidir el fondo de la
cuestión (034).-
A nuestro juicio en ningún caso debería aceptarse la configuración de actos, como
derivación ele la notificación de dictámenes-sea ésta practicada por el órgano competente
para resolver, o no-, en tanto. en nuestra opinión, el acto tácito, sólo puede generarse a partir
de un acto expreso (035).-

§ 001.D.02) EL SUPUESTO DE LAS NOTAS DECISORIAS Y NOTIFICATORIAS

Desde otra perspectiva sí deben considerarse. en cambio. actos administrativos, las


notas que, en ausencia de acto administrativo expreso, remiten las autoridades
administrativas a los administrados haciéndoles conocer una determinada decisión, habida
cuenta de que aparece en ellas, más allá de su eventual imperfección formal, la declaración
configuradora del acto.-
La P.T. N. ha asignado a esta especie de nota, la doble condición de acto y notificación
(036), criterio que compartimos, pues en ellos se concreta expresamente la manifestación de
voluntad, independientemente de su defectuosa instrumentación (037).-

§ 001.D.03) LAS PREADJUDICACIONES CONDICIONADAS


Una situación singular se plantea con algunos actos de administración o meramente
preparatorios –p. ej. pre–adjudicaciones en los procesos de selección– las cuales, en nuestra
opinión, dejan de ser tales, pese a su auto–calificación como pre–adjudicaciones, cuando
contienen condiciones suspensivas.-
Nos referimos a los casos en los que las per–adjudicaciones se sujetan a la condición
de que el o, inclusa, los oferentes cumplan con ciertos requisitos exigidos en el pliego,
esenciales o no esenciales. En estas situaciones, a nuestro juicio, la teoría de la calificación
jurídica debe llevar a considerar a esas presuntas pre–adjudicaciones como verdaderos actos
administrativos, con todas las consecuencias que de ello se derivan, en especial en el plano
de los medios impugnatorios.-
Esto es así, porque del cumplimiento o no de los condicionamientos impuestos en la
pre–adjudicación se derivan efectos jurídicos directos para los destinatarios. Efectos que
pueden variar desde el desplazamiento del procedimiento hasta la obtención misma de la pre–
adjudicación. Un acto consultivo deja de ser tal si pretende, per se, generar derechos u
obligaciones para los administrados (038).-

§ 001.E. “… E INDIVIDUALES …”. LA EXTENSIÓN DEL CONCEPTO DE ACTO,


RESPECTO DE SU UNILATERALIDAD, BILATERALIDAD, ALCANCE
INDIVIDUAL Y GENERAL

§ 001.E.01) LA OPINIÓN DE LA DOCTRINA

Honda discusión doctrinaria origina la cuestión relativa al contenido de la noción de


acto administrativo, respecto de la unilateralidad o bilateralidad de su formación, y del
carácter individual o general de sus efectos.-
En tal sentido cabe puntualizar la opinión de quienes adoptan una definición
absolutamente amplia incluyendo en ella los actos unilaterales, particulares o generales, así
como los bilaterales o plurilaterales (039) hasta aquellos que restringen la noción
exclusivamente a los actos unilaterales particulares, excluyendo a los unilaterales generales
y los bilaterales o plurilaterales (040), pasando por las posiciones intermedias que abarcan
los actos unilaterales particulares y generales, con exclusión de los bilaterales o plurilaterales
(041), o bien, incluyen los unilaterales particulares y los bilaterales o plurilaterales y
desplazan de la noción a los unilaterales generales (042).-

§ 001.E.02) LA POSICIÓN ADOPTADA POR LA L.N.P.A.

La L.N.P.A. parece haber acogido, al respecto, una noción amplia de acto


administrativo, según el criterio de su fuente declarada en la materia (043), comprendiendo
en su ámbito, por consiguiente, y sin perjuicio de las diferencias de régimen jurídico que cada
especie pueda asumir, no sólo a los actos unilaterales individuales, sino también los
unilaterales generales y los bilaterales (044).-
Respecto de la inclusión de actos generales en el concepto de acto administrativo la ley
y su reglamentación parecen haberse volcado, al menos en la literalidad de sus términos, por
el criterio amplio, pues en diversas disposiciones se refiere a ellos (vgr.: arts. 11, 24 y 25 de
la ley y 73, 75, 83 y 103 del Reglamento).-
Ello no ha obstado, sin embargo, para que en dichas disposiciones se instrumente un
régimen diferenciado para cada categoría, en materia, por ejemplo, de publicidad, extinción
e impugnación judicial, sin perjuicio de las particularidades que, más allá de la Ley, derivan,
por ejemplo, de las relaciones jerárquico normativas que se presentan entre el acto general y
el individual y que se resumen en el denominado principio de la inderogabilidad singular del
Reglamento.-
Esta última circunstancia determina, en nuestra opinión, que, con independencia de la
fuente y la letra de la ley, los actos de alcance general no puedan ser considerados, desde el
punto de vista estricto de su régimen jurídico, actos administrativos (045).-
En lo que se refiere a los contratos administrativos cabe considerar la debatida cuestión
relativa a si los contratos constituyen, o no, una especie de los actos administrativos.-
La L.N.P.A., establecía. en su art. 7* último párrafo, que los contratos que celebraba el
Estado, los permisos y concesiones administrativas, se regirían por sus respectivas leyes
especiales, sin perjuicio de la aplicación analógica de las normas del Título regulador del
acto administrativo, si ello fuera procedente.-
Actualmente. el Dto. N* 1.023/01 ha determinado la aplicación directa de dichas
normas, no ya analógicas.-
La disposición originaria de la ley, sumada a la circunstancia de que en el mismo
artículo sólo se enuncia como elemento del acto a la competencia, omitiendo toda
consideración expresa de la participación del particular, lleva a Cassagne, p. ej., a sostener
que la ley se orienta en el criterio que restringe la noción de acto a los unilaterales (046).-
Escola ha puntualizado. sin embargo, que la aplicación analógica de la ley a los
contratos, tal como estaba prevista en el último párrafo de su art. 7*, evidenciaba,
precisamente. que conforme con la doctrina que le da fundamento (047), los contratos eran
concebidos por ella como actos administrativos, pues de lo contrario dicha aplicación
analógica habría carecido de razón de ser (048).-
Más allá de la polémica doctrinal, la inexistencia, de regulaciones especiales referidas
a los contratos sobre las materias incluidas en el Título III de la L.N.P.A. lleva a que, salvo
en situaciones muy concretas vinculadas con, p. ej., la extinción contractual. los contratos
administrativos deban considerarse regulados, en dichos aspectos, por la misma normativa
aplicable a los actos (049). Viene a corroborar este aserto el decreto del P. E. N. N*
1.023/2.001 –ya citado– emitido en ejercicio de la delegación habilitada por la Ley N*
25.414, cuyo art. 36, a modificar el último párrafo del art. 7* de la L.N.P.A., dispone que las
contrataciones que celebren las jurisdicciones y entidades comprendidas en el Sector Público
Nacional se regirán por sus respectivas leyes especiales sin perjuicio de la aplicación directa
de las normas contempladas en el Tít. III, en cuanto fuere pertinente (la cursiva nos
pertenece).-
Cabe señalar que la C.S.J.N. se había pronunciado en el sentido de que el art. 7*, in
fine de la L.N.P.A., en cuanto determinaba que los contratos administrativos se regirían por
sus respectivas leyes especiales, sin perjuicio de la aplicación analógica del Tít. III del
mencionado cuerpo normativo no permitía sostener que la misma pauta –aplicación
analógica y no directa– se extendiera al Tít. IV, en el que se regula la impugnación judicial
de los actos administrativos. El citado artículo indica, según el Tribunal, que el legislador no
descartó la aplicación de un ordenamiento general que, en materia de procedimiento y de
impugnación judicial, no puede ser otro que la Ley N* 19.549. En tal sentido –agregó– el art.
1*, inc. 6) del Dto. N* 9.101/72 –entonces vigente– establecía la aplicación supletoria del
citado cuerpo normativo a los procedimientos atinentes al régimen de contrataciones del
Estado (050).-

§ 001.E.03) ACTOS DE ALCANCE GENERAL NORMATIVO Y NO NORMATIVO

El acto de alcance general de contenido normativo o reglamentario está dirigido a


sujetos indeterminados, sentando una norma y pretendiendo su inserción en el ordenamiento
jurídico (051). Se plantea su distinción con los llamados “actos de alcance general no
normativos”.-
Es ilustrativo destacar que la ley no distingue, al menos expresamente, dentro de la
categoría del acto general, como no lo hace tampoco su fuente doctrinal, los actos normativos
o reglamentarios de los no normativos.-
En. efecto, Marienhoff, como ya fue dicho, inspirador de la L.N.P.A. en materia de
acto administrativo, ha indicado que los actos administrativos de contenido general o
abstracto, en tanto miran a una pluralidad de personas o casos indeterminados o
indeterminables, hallan expresión en los reglamentos, de modo que cuando se habla de esa
clase de actos administrativos entiéndese referir a éstos (052).-
Cabe señalar que, doctrinalmente, se han propiciado distinciones que importan un
cuestionamiento de la asimilación entre acto de alcance general y reglamento. Se ha
propuesto. en ese sentido, conceptuar, con base en distintos criterios de categorización, el
acto general como género comprensivo de dos especies: el acto general normativo
(reglamento) y el acto general no normativo (053). Y desde otro punto de vista, se ha
diferenciado entre los actos normativos (reglamentos –generales o singulares–) y los no
normativos –también generales o particulares– (054). Más recientemente se ha cuestionado
en la doctrina española los criterios de distinción tradicionales (055).-
La diferenciación ha sido recogida, también. por parte de nuestra doctrina. Así, Grecco
sostuvo en su momento que la distinción entre actos administrativos generales y reglamentos
surgía implícita del ordenamiento e invocaba, al respecto. el actualmente derogado art. 104
del Reglamento de Procedimientos Administrativos (056). La distinción, de aceptarse, no
está desprovista de importancia práctica (057).-
Desde nuestro punto de vista, la diferencia entre el carácter normativo, o no, del acto,
sea que se parta de la noción genérica de acto general (058) o, simplemente, de acto (059),
deriva de la vocación de permanencia que exteriorice la voluntad administrativa. Mientras el
acto general normativo, o directamente, acto normativo, se incorpora al ordenamiento como
fuente permanente de juridicidad, el que no reúne esa condición se agota con su
cumplimiento; el primero no se consume, pues, con su aplicación, el segundo, en cambio, sí.
De ahí entonces, que a este temperamento diferenciador se lo denomine consuntivo.-

§ 001.F. “… RESPECTO DE TERCEROS …” LOS TERCEROS DESTINATARIOS


DEL ACTO

Por terceros corresponde en tender, como ha propuesto Cassagne, a las personas físicas,
jurídicas privadas y públicas no estatales, y, también. a los agentes públicos cuando ellos son
afectados por la Administración en el ámbito de su relación de servicio (060).-
En esta última relación, en efecto, el agente estatal adquiere, frente al Estado,
sustantividad propia, al dejar de ser un medio técnico de expresión de su voluntad, para
adquirir la condición de un sujeto distinto y externo de él. Gravita, aquí. una vez más, el
propósito tuitivo que debe acompañar a la construcción de la teoría del acto administrativo
(061).-

§ 002. ACTOS INSTITUCIONALES Y ACTOS POLÍTICOS

Corresponde al profesor Marienhoff la diferenciación, en nuestro derecho, entre los


actos institucionales, por un lado. y los actos políticos o de gobierno, por otro,
tradicionalmente confundidos e integrados, con perjuicio de los derechos de los
administrados, bajo la nota común de la no justiciabilidad.-
De acuerdo con el criterio propiciado por el citado tratadista los actos institucionales
son aquellos que, emitidos por cualquiera de los poderes del Estado, tienen como elemento
categorizador el hecho de que son dictados para asegurar o lograr la organización y
subsistencia de aquél, sin afectar con inmediatez derechos de los particulares. Son actos que
se vinculan o relacionan inmediata o directamente con los órganos o poderes estatales, siendo
su vinculación con aquellos derechos sólo mediata o indirecta (062). Y es precisamente por
esta última circunstancia que no resultan susceptibles de control judicial. Serían ejemplo de
esta clase de actos la declaración de guerra, la celebración de ciertos tratados internacionales,
la intervención federal a las provincias, la declaración del estado de sitio, el nombramiento
de magistrados que integran la C.S.J.N., entre otros (063).-
Desde esta perspectiva la no justiciabilidad de estos actos en sí mismos, no importa,
sin embargo, que ellos no puedan, a su vez, generar actos de aplicación que sí afecten
derechos subjetivos, los cuales, cuando se emiten, son, por tal causa, susceptibles de pleno
control judicial (vgr.: la detención concreta de una persona dispuesta en uso de las facultades
que asisten al Presidente de la Nación durante el Estado de Sitio) (064).-
Por su lado, los actos políticos o de gobierno serían, en el marco de esta caracterización,
aquellos que, aun cuando se diferencian conceptualmente de los actos administrativos, en
tanto se vinculan con las finalidades superiores o trascendentes del Estado (vgr.: indulto o
conmutación de penas) (065), tienen en común con estos últimos el régimen jurídico, en
especial su posibilidad de control judicial derivada, precisamente, de su idoneidad para
afectar con inmediatez derechos individuales (066).-
por nuestra parte, si bien consideramos que el acto institucional en sí mismo no es
susceptible, en principio, de ser controlado judicialmente, creemos que, en rigor, al menos
en uno de los casos enunciados para ejemplificar la diferenciación –la declaración del estado
de sitio– la revisión judicial de aquél sí es posible cuando, provocado el control jurisdiccional
de un acto de aplicación (vgr.: detención de una persona), éste no pueda reconocer en aquél
una causa jurídica válida.-
En este sentido –y más allá de lo criticable de la solución específica consagrada en el
caso respecto de la validez del acto de detención– compartirnos la doctrina sostenida por la
C. S. J. N. en la Causa “Granada” (067) en relación con el alcance que corresponde asignar
al art. 4*, inc. 1), de la Ley N* 23.098 el cual dispone que el procedimiento de hábeas corpus
puede tender a comprobar, cuando la libertad de una persona esté limitada a raíz de la
declaración del estado de sitio, la legitimidad de tal declaración.-
En la referida causa el Alto Tribunal decidió, en efecto, que si bien no cabe entender
que con tal cláusula legal el legislador haya tenido intención de apartarse de la reiterada
doctrina de la Corte, relativa al carácter privativo de los poderes legislativos o ejecutivos,
referidos a la apreciación de las circunstancias de hecho que justifican aquella declaración y
a la consecuente irrevisibilidad judicial del ejercicio de dichos poderes, el texto de la norma
sí torna relevante, en cambio, el análisis de la legitimidad de la declaración, excluido el
examen de fondo, esto es, el atinente a la apreciación de los hechos determinantes del acto.-
Y admite, así, la procedencia del control judicial concerniente a los requisitos de
competencia y de forma, en el cual queda incluido lo relativo no sólo a las modalidades
extrínsecas de la ley o del decreto declarativos del estado de sitio, sino, también, a posibles
recaudos sobre el contenido necesario del acto, como lo son el plazo expreso y la
determinación del lugar.-
De este modo, el acto institucional considerado si bien no es justiciable en sí con
independencia de su aplicación –sin perjuicio de su control político– sí resulta, en cambio,
controlable en los aspectos indicados, si se trata de juzgar su aplicación concreta. El acto
institucional, en suma, no genera legitimados para accionar judicialmente contra él antes de
su aplicación, pero, al menos en algún supuesto esa legitimación se abre a través de los actos
de aplicación.-
Pensamos de todos modos que la referida no justiciabilidad, en principio, de ciertos
actos institucionales, en el sentido antes indicado, no implica que ellos no estén, aun antes de
su aplicación a situaciones concretas, al margen de la juridicidad constitucional.
Injusticiabilidad no es sinónimo de ajuridicidad: ella implica sólo que el control incluso de
la juridicidad discurre por otros parámetros constitucionales (políticos) (068).-
En lo que se refiere, finalmente, a los actos de gobierno o políticos estimamos que,
como señala Marienhoff, ellos se diferencian conceptualmente de los actos administrativos
por su vinculación inmediata con la conducción política del Estado, pero que no difieren, en
su régimen jurídico, de los actos administrativos.-
Fuente: Comadira, Julio Rodolfo C., El Acto Administrativo. Primera edición. 2.003.-
La presente publicación se realiza con propósitos exclusivamente didácticos. Quedan
excluido todo propósito comercial, lucrativo y semejante, sin excepción alguna.-

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