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Facultad: Ciencias jurídicas y políticas.

Carrera: Abogacía.

Sede: Formosa

Comisión: “u”

Curso: 4to año

Asignatura: Derecho administrativo general.

Profesor: Julio Robles

Título del trabajo: Practico n° 2.

Fecha: 28 de abril 2020.

Alumnas: Duarte Noelia D.N.I.: 40.839.224

Dzysiuk Tatiana. D.N.I.: 40.212.070


Presunción de legitimidad del acto administrativo por el Dr. Pablo Comadira:

En el enfoque tradicional es tratada como una prerrogativa de la administración pero insuficiente,


ya que opera también como una garantía a favor del particular.

Concepto y fundamento: es la suposición relativa de que el acto administrativo fue dictado de


acuerdo a las normas jurídicas que debieron condicionar su dictado; es decir la presunción de que
el acto al tiempo del dictado fue emitido de conformidad con el ordenamiento jurídico en su
totalidad con el principio de juricidad en un sentido amplio.

Con fundamento de la doctrina y jurisprudencia existen cuatro líneas argumentales:

Argumentación sustancial: propone que existe una suerte de presunción de validez de todos los
actos estatales de la misma manera por ejemplo que la ley se presume constitucional, la
sentencia se presume justa, el acto administrativo tiene que presumirse legítimo. Sostenido por
diversos autores, Cassagne, Barra, Linares etc y expresamente la menciono la corte en el caso
de los lagos.

Argumentación formal: es la idea de que de forma previa al acto administrativo hay que cumplir
con ciertas garantías de tipo objetivo y subjetivo, es la posición que postula Marincof y fue
expresamente mencionada por la corte suprema en el caso utendi. Por ejemplo previo al dictado
administrativo hay una serie de garantías del tipo objetivo como pueden ser se sigue un
procedimiento administrativo, se emite un dictamen jurídico, intervienen varios funcionarios y del
punto de vista subjetivo esta dictado por funcionarios especialmente seleccionados y
desinteresados. Gordillo impugna la idea diciendo que no se respeta el procedimiento
administrativo, ni el dictamen jurídico y los funcionarios no están desinteresados. Resulta
exagerada tal afirmación pero no del todo desacertada.

Argumentación pragmática: es la necesidad de asegurar el accionar administrativo en forma


continua e ininterrumpida, de lo contrario cada vez que la administración pública dicte un acto
administrativo debería acudir a sede judicial para que se dispare la validez y para poder ejecutarlo
lo que atentaría contra su normal desarrollo. Lo sostiene en doctrina Magdani y Altamira Gigena.

Argumentación de rechazo de la noción de presunción de legitimidad: es innecesaria lo sostiene


Hutchinson. Hay dos principios, uno es la autotutela declarativa y la autotutela ejecutiva, el
primero consagra que la administración pública puede dictar y crear centros jurídicos unilaterales
y por el segundo los puede ejecutar, lo que es suficiente e innecesaria la idea de presunción de
legitimidad.

Argumentación que rechaza la presunción de legitimidad por ser autoritaria o dictatorial: es una
noción peligrosa sostienen.
El fundamento último de la presunción de legitimidad es por un lado el principio de juricidad y por
el otro el interés público; en nuestro derecho rige el principio de juricidad porque hay una
subordinación absoluta (no admite excepción) del estado al ordenamiento jurídico (hay que
presumir que eso se cumple) es la regla, por la vigencia del art.19 CN del que deriva el principio
de juricidad, y el interés público es necesario para que la administración pública pueda ejecutar
sus actos. La presunción de legitimidad es un requisito necesario e indispensable para que exista
ejecutoriedad del acto administrativo.

Los límites de la presunción de legitimidad, del concepto surge una suposición relativa admite
prueba en contrario; existen tres supuestos:

Cuando el vicio es notorio, evidente, manifiesto, ostensible: lo sostuvo la corte en el caso


Justernik por una cuestión lógica. No es coherente sostener que un acto administrativo goza de
presunción de legitimidad, cuando simultáneamente tiene un vicio notorio, evidente etc. sin
perjuicio de la opinión calificada de la contraria.

Cuando el acto tiene un vicio grave: que si bien no es manifiesto deviene manifiesto con
posterioridad, a partir de la impugnación fundada del particular o a partir de la declaración de
nulidad en sede administrativa o judicial desapareciendo la presunción de legitimidad.

Cuando resulta aplicable la teoría de la presunción de inconstitucionalidad por la CSJ ni siquiera


llega a consolidarse, de ciertas normas que establecen algún tipo de discriminaciones, basadas
en la orientación sexual, nacionalidad, creencias políticas, etc., estas normas se presumen
inconstitucionales, y aquel que la invoque (persona o estado) tiene que demostrar dos cosas: que
esa norma persigue fines sustanciales y no meramente convenientes, y que los medios elegidos
por esa norma son los menos gravosos para poder alcanzar esos fines sustanciales que persigue
la norma; hay una inversión de la carga probatoria y se exige un test de razonabilidad más
exigente que el normal. Es una jurisprudencia afianzada en la corte aplicaba ya a varios casos.
Sin embargo resulta disvariosa porque supone presumir que el estado deliberadamente está
dictando una norma que se presume inconstitucional, es innecesaria ya existiendo la categoría de
los vicios manifiestos y además exagera el sistema jurídico partiendo del principio del principio de
juricidad.

Si hay un acto administrativo que se basa en una norma que se presume inconstitucional no
puede tener presunción de legitimidad, de la misma manera que un reglamento administrativo que
establece alguna forma de discriminación (categoría sospechosa según el common law) en los
términos de la jurisprudencia de la corte tampoco va a tener presunción de legitimidad.

Consecuencias de la presunción de legitimidad: las que se le atribuyen suelen ser prerrogativas


de la administración pública no como garantías. Cuando se hablan de prerrogativas como
consecuencia de la presunción de legitimidad se enumeran muchas que en rigor no lo son.
Consecuencias como prerrogativas de la presunción de legitimidad a favor de la administración
pública:

1. Consecuencia: la administración no necesita acudir a la justicia para que declare la


legitimidad del acto para poder ejecutarlo en la medida de que la presunción ejecutoria del
acto administrativo no suponga la coacción es decir ejercer fuerza sobre los bienes o la
persona del particular; sin perjuicio de supuestos excepcionales consagrados
expresamente en la ley de procedimientos administrativos tanto del CABA como a nivel
nacional aunque no esté contemplado de forma expresa. Distinto al campo del derecho
privado, un particular no puede dictar un acto jurídico unilateral que se vaya a presumir
legítimo de ejecutar en contra de la voluntad de otro particular.
2. Consecuencia: el juez no puede declarar de oficio en sede judicial la nulidad del acto
administrativo: sin embargo hoy no existe a partir del caso Pereira para la
inconstitucionalidad de las leyes entre otros, la regla es la inversa, el juez puede o debe
declarar de oficio la inconstitucionalidad o inconvencionalidad de una determinada norma.
Sin perjuicio la presunción de legitimidad no era un obstáculo para esto, porque si no se
tendría que haber admitido la inconstitucionalidad o nulidad de oficio cuando el vicio era
manifiesto o evidente como ocurre en el campo del derecho privado del acto jurídico
cuando hay un vicio manifiesto. Deviene una incoherencia.
3. Consecuencia: se invoca que es necesario que quien desafía la validez de un acto
administrativo debe alegar y probar la ilegitimidad del acto, es rigor no es así porque el
particular tenía que alegar la ilegitimidad del acto ya que no se podía declarar de oficio y
cuando el vicio es manifiesto, notorio, evidente la probanza es relativa ya que surge por si
misma según sea el caso.
4. Consecuencia fundamental: el acto es exigible y el particular está obligado a obedecerlo,
del cual deriva que si el acto adolece un vicio manifiesto o esta basado en una presunción
de inconstitucionalidad o la presunción de legitimidad cayo como consecuencia de un vicio
que se demuestra con posterioridad, el particular no está obligado a obedecerla y lo puede
desobedecer por su cuenta y riesgo, esto se desprende del caso de la corte Barraco c/
Aguirre.
5. Consecuencia: en caso de duda sobre la validez del acto se debe estar a favor de la
validez, la teoría del mantenimiento de los valores jurídicos.

Consecuencias de la presunción de legitimidad como una garantía a favor del particular, ya que si
se entiende como una división equilibrada del derecho administrativo como régimen jurídico
exorbitante la presunción se constituye ya sea por presencia o por ausencia en una garantía a
favor de los particulares.
1. Por presencia: en este sentido la presunción de legitimidad se perfila como una garantía a
favor del particular cuando se analiza en lo que cosiste el conocimiento del vicio del acto
administrativo que autoriza la anulación de oficio del acto administrativo en sede
administrativa. A nivel nacional el acto nulo de nulidad absoluta que esta firme, consentido
y genero derechos subjetivos que se están cumpliendo no puede ser anulado en sede
administrativa salvo que el particular hubiese conocido el vicio del acto administrativo,
como lo sostiene la corte y la ley nacional. Si el acto administrativo se presume legítimo, no
se puede presumir el conocimiento del vicio por parte del particular ya que confía en dicha
presunción de legitimidad, por lo tanto la administración deberá demostrar que el particular
si conocía el vicio para poder anularlo en sede administrativa a pesar de que este firme,
consentido y hubiera empezado a generar derechos subjetivos. Si la presunción de
legitimidad desaparece por las excepciones antes mencionadas se podrá presumir el
conocimiento del vicio por el particular, en cuestiones de derecho y no de hecho, y anular
de oficio el acto en sede administrativa. Esto no permite que el particular tenga por
configurado en conocimiento del vicio y que sea quien tiene que probarlo.
Cuando el acto administrativo lo beneficia al particular: puede invocarlo para que se
ejecute o cumplirlo y de los derechos de los que se beneficia a partir de esto lo hará de
buena fe basado en la presunción de legitimidad.
2. Por ausencia: cuando la presunción de legitimidad no está presente debido a las
excepciones, el particular puede desobercerlo a su cuenta y riesgo, de lo contrario si la
presunción de legitimidad no fuera el presupuesto de la ejecutoriedad o de la imperatividad
del acto no habría límites para la obediencia del acto administrativo, es decir no se tendría
razón para obedecerlo. Por ausencia nos evita caer en situaciones totalitarias o se tenga
que obedecer cualquier acto administrativo.
Un acto que carece de presunción de legitimidad o presenta un vicio evidente deja
expedita la acción de amparo en contra de autoridades públicas en los términos del art.43
CN.
3. Cuando no está la presunción de legitimidad del acto administrativo es factible presentar
una medida cautelar, configurando la verosimilitud del derecho o de la verosimilitud y
legitimidad del acto en el marco de lo contencioso-administrativo no es necesario acreditar
el peligro en la demora ni el perjuicio irreparable, ya que lo que interesa es reestablecer de
forma inmediata la vigencia irrestricta del principio de juridicidad.

Conclusiones: la presunción de legitimidad del acto administrativo es la suposición relativa del


acto administrativo al tiempo de ser dictado fue dictado de conformidad con el ordenamiento
jurídico. Su fundamento se encuentra en el principio de juridicidad y el interés público, en el
sentido de que toda la actividad del estado debe inexcusablemente subordinarse al ordenamiento
jurídico.

La presunción de legitimidad admite prueba en contrario simple o relativo, y cede cuando tiene un
vicio manifiesto, cuando se lo comprueba con posterioridad y cuando está afectado por la
presunción de inconstitucionalidad.

La presunción de legitimidad entendida como prerrogativa supone que la administración no tiene


que acudir a la justicia para que se declare la legitimidad del acto y pueda ejecutarlo, salvo que la
pretensión ejecutoria afecte los bienes de un particular de forma directa o sobre la persona del
particular. El particular debe obedecer el acto administrativo que se presume legítimo.

La presunción de legitimidad como garantía cuando está presente, implica que no puede
presumirse el conocimiento del vicio del acto administrativo de modo que tiene que probar esta
circunstancia la administración para poder anular en sede administrativa un acto firme, consentido
y que genero derechos subjetivos. El beneficiario de un acto administrativo puede invocar la
presunción de legitimidad para que se ejecute a su favor.

Cuando la presunción de legitimidad no concurre opera a favor del particular, ante la ilegalidad
manifiesta la vía de amparo o la protección cautelar.

La presunción de legitimidad lejos de constituir un instrumento autoritario, peligroso al servicio de


la arbitrariedad, se presenta desde una visión equilibrada del derecho administrativo que está
alejada de concepciones unidimensionales que únicamente centran su atención en el interés
público o en la garantía de los particulares dando lugar respectivamente a posiciones autoritarias
o insolidarias, como un instrumento que simultáneamente procura como prerrogativa la
satisfacción del interés público y como garantía la protección de los derechos de los particulares,
y que en el fondo no tiene que haber ni tanta presunción de legitimidad como para exigir el
cumplimiento de actos nulos de nulidad manifiesta ni tan poca presunción de legitimidad como
para comprometer el interés público.

Suspensión de efectos del acto administrativo dr. Fabian Canda:

El acto administrativo es el producto típico del ejercicio de la función administrativa, en la gran


mayoría de los casos esperan de la administración que dicte un acto administrativo al punto tal
que nuestra ley de procedimientos diseña al procedimiento pensando en ese resultado final que
es el acto administrativo.

Cuando el acto administrativo se dicta produce una serie de consecuencias, genera en primer
lugar situaciones jurídicas y relaciones jurídicas, obligando su cumplimiento e inclusive puede ser
ejecutado de manera hasta cuantía. Las consecuencias que acarrea un acto administrativo no
son las mismas que las pretensiones que puede tener un particular respecto de otro.
Por eso la importancia de un instituto suspensorio como un instituto de naturaleza cautelar,
sabemos que tanto en el procedimiento como en el proceso, muchas veces la suerte de un caso
se juega en la medida cautelar, en las posibilidades de neutralizar los efectos de ese acto cuando
ese acto no era correspondiente que los efectos sean ejecutados, por eso la importancia del
instituto cautelar en su dimensión protectora o garantista que ha cobrado un vuelo inusitado ya
que las doctrinas y los pactos internacionales ponen énfasis en el principio de tutela
administrativa efectiva y este comprende indudablemente una herramienta de protección idónea,
pronta, útil, oportuna que es la que evita la producción de los efectos del acto, la que impide que
el acto produzca efectos cuando no las debe producir.

Dimensión del interés público, nos plantamos en el lugar de un acto administrativo que ha sido
dictado y es nulo de nulidad absoluta pero que no se puede revocar en sede administrativa
porque existen derechos subjetivos que se están cumpliendo.

La ley nacional contempla este instituto y es el único instituto de naturaleza cautelar previsto en la
ley de procedimiento administrativo. Podemos decir que existen tres causales que juegan de una
manera no iguales en la nación y en otras provincias para que el acto administrativo admita ser
suspendido, tengamos en cuenta que la mera interposición de recursos administrativos contra el
mismo o inclusive la interposición de acciones incluida la acción de amparo no implica la
neutralización de los efectos del acto, es necesario solicitar y obtener expresamente esa
suspensión.

Las causales que aparecen en la ley nacional se vinculan con tres principios generales de
derecho, la primera causal de suspensión: es la existencia de razones e interés público, este
requisito juega positiva o negativamente según analicemos la suspensión como garantía o como
prerrogativa. Como garantía es que la suspensión de los efectos del acto afecta de menor manera
posible o directamente no afecta al interés público, en cambio como prerrogativa deberá tratar de
acreditar como elemento positivo que el interés público se encuentra altamente comprometido por
lo tanto procede esta suspensión. Estas razones de interés público se conjugan con dos causales
que son el evitar perjuicios graves al acusado, es decir que, la ejecución del acto genere una gran
e importante en la esfera de los intereses del interesado que solicita la suspensión; y la tercera
causal es el alegato fundado de nulidad absoluta.

Los legitimados pueden ser aquellos que revistan la calidad de partes en el procedimiento
administrativo. Son partes quienes gozan de un derecho subjetivo o de un interés legítimo. Hay
tres momentos en que es posible pedir la suspensión, uno es una vez notificado el proceso
administrativo, pero antes presentado el recurso administrativo, el segundo momento y el más
común es acompañando al recurso administrativo que corresponda y por último el tercero es una
vez presentado el recurso en cualquier oportunidad.
El plazo que tenia la administración para resolver, no estaba reglado en la ley de procedimientos
y esta es una de las razones por el cual el periodo de suspensiones quedaba disimulado en el
recurso administrativo sin que nadie advierta que hay allí una pretensión de cautela que debe ser
atendida en un momento previo a la resolución de la cuestión de fondo. Hoy la ley 26.854
incorpora un plazo de 5 días para que la administración resuelva el pedido de suspensión en sede
administrativa. Y si no lo resuelve, inmediatamente el particular puede presentar la medida
cautelar autónoma.

Otro requisito de las causales es de suspensión graves al interesado, el perjuicio debe ser según
la ley de procedimientos grave, es decir de importancia, trascendente para el afectado que solicita
la suspensión. Se considera que este estándar de perjuicio grave no queda salvado por la
posibilidad de que haya una reparación ulterior de naturaleza patrimonial, esto no es a lo que se
refiere el legislador, sino que se refiere a que el perjuicio grave es un perjuicio al derecho y su
naturaleza.

La tercera causal es el alegato fundado de nulidad absoluta, la nulidad absoluta es una categoría
dentro de la teoría de la nulidad del acto que es distinta a la unidad manifiesta, la unidad
manifiesta implica la ostensibilidad del vicio, un vicio puede ser grave y sin embargo no sea
manifiesto y a su vez un vicio puede ser menor o irrelevante y puede ser manifiesto. Lo que exige
la ley nacional es que la nulidad sea absoluta.

¿Estas causales son independientes o interrelacionares? En este punto el estándar del interés
público es un estándar que al ser propio de la relación de derecho administrativo nunca puede
dejarse de lado para hacer lugar o no a la suspensión de los efectos del acto. De modo que por
mas perjuicio grave que haya siempre va haber una valoración de interés público.

La causal de nulidad absoluta es suficiente en sede administrativa para obtener la suspensión de


los efectos del acto, aunque el perjuicio en este punto sea menor, pero este estándar que es
efectivamente así en el marco del procedimiento, porque el procedimiento tiene por norte, cierto y
primario el restablecimiento de la juridicidad, no es así cuando estamos frente a un proceso
donde hay un juez en una situación imparcial frente a dos partes que son contendientes y están
dirimiendo una situación jurídica determinada.

Para solicitar la suspensión en sede judicial tenemos que tener en cuenta que la medida cautelar
de la suspensión de los efectos del acto, integran la tutela administrativa efectiva y la tutela
judicial efectiva, de modo que aquí el derecho administrativo se lleve a un estudio conjunto de la
protección cautelar que impida que haya espacios que hagan caer esa protección en algún
estadio del procedimiento. La cadena de protección debe ser una cadena que esté amalgamada
de manera insoluble y para esto es menester que la suspensión en sede administrativa tenga un
correlato con la suspensión en sede judicial que impida que caiga esa protección en ninguna
instancia.

Análisis de los fallos:

Fallo ‘’recurso de hecho deducido por Mariscal Ramón castilla S.A y otros en la causa Pultelnik,
Carlos Arnaldo y otros s/ resolución del intendente municipal.

Que sentencia dictada por la sala a de la Cámara Nacional de apelaciones en lo civil, confirmo el
decreto 5/1971 del intendente municipal de la ciudad de Buenos Aires por el cual dejó sin efecto
la resolución tomada por la respectiva Secretaría de obras públicas de fecha del 12 de septiembre
de 1969, autorizo a la parte recurrente para construir un edificio en torre en el predio, de la calle
Mariscal Ramón Castilla, ordenándose ajustar el proyecto y la construcción de la obra a las
normas urbanísticas para el area de Palermo chico, aprobadas por la ordenanza 25,132, o su
demolición contra que el pronunciamiento se interpuso recurso extraordinario que, denegado por
el aquo motiva a la presente queja.

El fallo recurrido califica de ilegítima e irregular la resolución del secretario de obras públicas de la
municipalidad por la cual se otorgó a los apelantes el mencionado permiso para edificar , luego
revocado por el decreto del intendente municipal.

La ilegitimidad ha sido impugnada por arbitrariedad con argumentos atendibles, torna directa la
relación entre la misma y la garantía constitucional de la propiedad toda vez que esta calificación
excluye la posibilidad de indeminacion cómo podría resultar si la revocación del permiso
obedeciera a causa de oportunidad o conveniencia es por tal motivo que no obstante la
naturaleza local de los actos administrativos enjuiciados existe en la causa cuestión federal
bastante para ser examinada la instancia extraordinario.

La autorización para edificar conferida a los recurrentes por resolución del secretario de obras
públicas municipal configuró un acto administrativo que gozo de presunción de legitimidad funda
en la razonable su exposición que respondía a las normas municipales vigentes al tiempo de
dictado por la garantía objetiva y subjetiva que pretendieron a su emanación, es decir que en
principio gozo de plena presunción de legitimidad sin admitirse algúna excepción como lo podría
ser en supuestos de qué adoleciera de una invalidez manifiesta y evidente, por lo tanto en este
caso la presunción de legitimidad constituiría según comadira una garantía del particular ya que
éste no tenía conocimiento del vicio del acto administrativo de modo que el que es en cargará de
probar dicha circunstancia es la administración propiamente dicha para así poder anular en sede
administrativa el acto firme consentido y que generó derechos subjetivos no pudiendo hacerlo en
este caso, también es una garantía la presunción de legitimidad cuando el beneficiario un acto
puede invocar la presunción de legitimidad cuando es beneficiario de este y se puede ejecutar a
su favor como seria la construccion del edificio.

De acuerdo con tal criterio, la validez manifiesta de los actos cuya legitimidad y regularidad
aparece patente en los mismos sin que sea necesario investigar vicio oculto alguno, constituye un
concepto general del orden público, que sólo requiere una declaración judicial o administrativa su
respecto, a diferencia de la invalidez oculta que requiere un enjuiciamiento previo para que se
torne visible.

La autorización para construir otorgada a los apelante no ostentó vicio manifiestos de la vía
jurídica suficiente para ser calificado como un acto irregular conducen a la conclusión de que
aquella no estuvo vicio desde su origen de ilegitimidad y evidente.

El recurso contencioso administrativo municipal rechazodo por el tribunal de la causa que tras a
ver antes llamar a autos para sentencia dejo sin efecto dicho llamamiento y dispuso para mejor
proveer convocar a las partes a fin de proponer peritos arquitectos que informaran al tribunal
acerca de algunas cuestiones, corresponde afirmar que la ilegitimidad del permiso para construir
no le fue evidente el tribunal senténciante, que resolvió recibir informes sobre asuntos de índole
fáctica y jurídica urbanísticas.

El decreto municipal 5/1971 no constituyó un acto de revocación por razones de irregularidad de


la autorización acordada sino que mediaron motivos de oportunidad mérito o conveniencia ya que
a la fecha de dictarse el decreto estaba en vigencia la ordenanza 25,132 posterior al permiso que
derogara la ordenanza 24,077 en cuya base se considera este y prohíbe la construcción de
edificios en la torre a la zona edilicia de Palermo chico.

La garantía constitucional de la propiedad que había sido vulnerada por el decreto 5/971 carece
de sustancia porque la revocación por la razones dicha deja abierta a los efectos del derecho de
obtener indemnización por el daño que se produce. Es decir que no se requirió una declaración
que reconociera aquel como recaudo de su validez desde que el mismo no se constituye como
esa declaración carente de virtualidad jurídica propia, como también así lo juzgó la sentencia
recurrida.

La instancia el recurso contencioso administrativo municipal es garantía suficiente del debido


juzgamiento de la regularidad regularidad de los actos administrativos, en razón de que la
invalidez manifiesta en los últimos puede ser declarada en dicha instancia sin menoscabo de la
defensa en juicio, por la índole patente de la causa que lo torna ilegítimos.

Conclusión: se revoco la sentencia apelada en cuanto declara que el decreto 5/971 del
intendente municipal de la ciudad de Buenos Aires revocó la resolución tomada por el secretario
de obras públicas en 1969 por causa del ilegitimidad irregularidad de esta última resolución y
resuelve declarar que el decreto municipal 5/ 1971 revocó dicha resolución por razones de
oportunidad mérito o conveniencia.

En este caso queda demostrada que la presuncion de leguitimidad guarda mas concordancia
como garantia que como prerrogativa de la administracion publica, ya que son los particulares lo
que pueden valerse de ella para demostrar que desconocian en este caso que adolecia de un
vicio que hace ceder a tal presuncion y como beneficio de ejecutarlo en consecuencia de su
legitimidad; tambien la inversion de la carga de la prueba en que la administracion debera
demostrar que el vicio era manifiesto, evidente, ostencible etc.

Carmen de cantón (1936)

Hechos: El Poder Ejecutivo había revocado la jubilación de la que se derivaba el derecho de


pensión de Carmen Cantón, revocación que se había basado en la existencia de errores de
cómputo. El agravio se había basado en el argumento de que el beneficio era irreversible e
irrevocable por el mismo poder que lo otorgó, principio que la Corte acogió sentando la regla de
estabilidad de los actos administrativos reglados.

Ejecutoriedad y legitimidad:

El Dr Cantón se presentó a la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones Civiles, en los términos


y con los recaudos que preceptúa la ley N°4.349 y sus reglamentaciones; las oficinas públicas de
contralor y fiscalización produjeron los informes pertinentes; el directorio de la Caja declaró la
procedencia de la jubilación ordinaria, formulando cargos, que el interesado aceptó y el Poder
Ejecutivo aprobó la resolución de la Caja, desde cuyo momento el derecho reclamado al amparo
de la ley quedó establecido, cierto y ejecutoriado, por lo cual el Dr Cantón gozó de un sueldo de
retiro hasta el día de su muerte.

Fundamentos:

Que no existe ningún precepto de ley que declare inestables, revisibles, revocables o anulables
los actos administrativos de cualquier naturaleza y en cualquier tiempo, dejando los derechos
nacidos o consolidados a su amparo a merced del arbitrio o del diferente criterio de las
autoridades cuyo personal sufre mutaciones frecuentes por ministerio constitucional, legal o
ejecutivo; es decir que las resoluciones de la administración, aun en aquellas cuestiones
regladas, consentidas y ejecutoriadas, no "causan estado", no establecen "derechos adquiridos",
no hacen "cosa juzgada".

Que, referidos a las jubilaciones y pensiones los razonamientos expuestos en los considerandos
precedentes, se reafirma la conclusión favorable a la irrevocabilidad de la jubilación del Dr Eliseo
Cantón, decretada después de su muerte con el consiguiente menoscabo de los derechos
pensionarios de su esposa; pues no se trata de facultades discrecionales del Poder Ejecutivo, ni
de una gracia demandada por un particular, ni de un trámite arbitrario en la secuela del
expediente jubilatorio, ni de fondos que pertenezcan al servicio público general.

Relación con las nociones desarrolladas por Comadira y Canda

Que el acto administrativo es como lo define MAYER: "toda disposición o decisión de autoridad
que declara lo que es de derecho en un caso particular", pero es de naturaleza y alcances
diversos cuando el poder administrador o un organismo autárquico ejercita facultades
discrecionales que cuando cumple funciones regladas; cuando contempla intereses públicos en
su resolución, que cuando decide un interés particular. El nombramiento o remoción de un
empleado, la concesión o negación de una licencia o una beca, el otorgamiento de un permiso
para usar de un terreno público, son notoriamente diversos de una concesión ferroviaria y del
reconocimiento de una jubilación, pero entre éstos dos últimos supuestos, la concesión estará
siempre condicionada en su duración y en sus condiciones por el servicio público cuya integridad
y eficacia debe mantenerse por el Estado, mientras que la jubilación contempla, principalmente, el
interés y el derecho del empleado u obrero condómino, con sus compañeros, de los fondos de la
caja que ha de pagarle el retiro y en este y otros casos parecidos "el Estado desempeña una
función tutelar, la de patrono o administrador", según el concepto del profesor SARRIA, o de juez
puede afirmarse decidiendo entre la pretensión del empleado y los intereses de la comunidad de
sus colegas afiliados.

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