Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
rasgos obsesivos.
Estudiante
Práctica clínica
Presentado a:
Programa de Psicología
Bogotá D.C
2023
La mujer que no quiere llorar. Sobre un posible caso de una histeria con rasgos
obsesivos.
asistencial me paso el contacto de una mujer que “se podría tratar con psicoanálisis”. Se me
olvido preguntar cuales son los criterios que utilizan para decidir el tipo de terapia para tal o cual
Cuando tuve la primera sesión con la paciente para hacer la anamnesis estaba un poco
nervioso, aunque poco después se disipo el nerviosismo cuando comencé a hacer las preguntas
del formato y la paciente se mostraba atenta y colaborativa. “M” Tenía 29 años y el motivo por el
que estaba ahí era que “todos mis problemas radican en problemas de autoestima, carácter,
timidez, incluso son los que me traen problemas en toma de decisiones”. Decía vivir con sus
padres, su hermana y su mascota, una coneja. Tenía una relación amorosa desde hace 7 años,
En las primeras sesiones, se notaba que la paciente estaba conteniendo sus ganas de
llorar. En un momento que estaba hablando sobre cómo cree que su relación ya no tiene futuro,
se le aguaron los ojos y le pregunté si quería llorar, ella dijo que no. Luego comenzó a llorar y
pregunto si llorar estaba mal, yo le respondí - ¿qué piensas tú? Ella dijo que si porque se
mostraba vulnerable antes los demás y que ellos nunca deben ver eso. Se le explico a “M” la
regla fundamental (decir lo que se le pase por la cabeza) , regla que ella trato de seguir y que
trate de fomentarle todo el tiempo. Al seguir esta regla se dejo llevar por lo que decía y en un
momento recordó cuando su primer conejo murió manifestando que lloró demasiado y le afecto
mucho. Retomando líneas anteriores, le pregunte si llorar, entonces, estaba mal, ella se río y dijo
que suponía que no porque lo necesitaba. “M” empezó a llorar mucho y pese a esto sentí la
necesidad de calmarla, siguiendo también el mandato que dicen los asistenciales de que el
paciente no debe llorar mucho. Cambie de tema sutilmente con lo cual dejo de llorar. En la
asesoría con el profesor Diógenes se cuestionó esta posición de que “el paciente no debe llorar
mucho”. ¿Porque no debe llorar “mucho”? Si el paciente lo necesita pues que llore, aunque
tratando de que hable mientras llora, que lo intente poner en palabras. De aquí en adelante, me
Tengo que señalar las dificultades que tuve a la hora de practicar la escucha flotante.
¿Cómo escuchar sin tener nada de referencia, sin hipótesis, sin prejuicios, solo tomando las
palabras de la paciente, todas por igual? Lo que hice fue escuchar hasta que decía algo que yo
sentía que podía relacionar con algo anterior en su discurso, o también escuchar eso que ella
creía que estaba mal y que ella castigaba (superyó) y cuestionarlo, o escuchar eso que ella ponía
para que “M” se posicionara de manera diferente. Por ejemplo, en una ocasión la paciente
proyecto, y mientras lo decía también lloraba. Yo le señala que su inconformidad era mas bien
con el desinterés que ella creía que su novio le daba. Este “desinterés” ya lo había comentado en
la misma sesión y por eso lo tome. En alguna otra sesión nombro un proyecto que le ofrecieron
al novio. Para ella los proyectos eran algo muy importante porque “eran algo de los dos” y los
mantendría unidos en un futuro. Este nuevo proyecto la tenia muy emocionada y según ella, los
mantendría ocupados durante un año y que al menos estarían trabajando juntos durante ese
periodo pero que no quería pensar en que iba a pasar después de ese año (los problemas que tiene
con su pareja). Señaló sobre el proyecto “no es algo que (el novio) vaya a abandonar”. Yo le
señale que no es al proyecto a lo que ella decía que no va a abandonar, sino que no va a
abandonar es a la paciente.
tensión, a pesar de que le decía a la paciente la regla fundamental y se la clarificaba cada vez
más. Se sentía extraño en esos momentos y sentía la necesidad de decir algo para que la paciente
continuara su discurso, como por ejemplo, hacer preguntas abiertas sobre lo que decía y tomar
palabras que, en su relato, yo sentía, daba por obvias y cerraban el entendimiento. En una
ocasión pude corroborar, la regla de la asociación libre. Esto se evidencio en una ocasión cuando
manifestó “no sé porque estoy diciendo esto”, mientras relataba pensamientos sobre la muerte, y
La experiencia clínica fue enriquecedora en términos de que, con ayuda del profesor
desaciertos técnicos (como interpretaciones que no era el momento de decirlas) y darme cuenta
se trató de movilizar a la paciente a una posición más activa, ya que, ella pudo adeverir qué está
viva y no en un ataúd como se representaba ella en algún momento, y que se diera cuenta qué de
lo que estaba pasando ocurría en su imaginario y caul era la parte que ella estaba provocando.