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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

LEÓN

ENSAYO FINAL
SI ERES ANALISTA, DEBES SER PACIENTE, Y ALEJARTE DE LA
POSICIÓN DE SUPUESTO SABER

ALUMNA:
PSIC. MARÍA GUADALUPE ZAPATA ROJAS

DOCENTE
DR. ROBERTO GUTIÉRREZ DIECK

MATERIA:
APORTACIONES TÉCNICAS DEL PSICOANÁLISIS.

OTOÑO, 2023
Si eres analista, debes ser paciente, y alejarte de la posición de supuesto
saber

La psicoterapia es un trabajo, un arte, una disciplina y hasta un estilo de vida que


influye precisamente en eso, es decir, en la vida de quien práctica la psicoterapia,
así mismo, existen diversos enfoques de psicoterapia y, por ende, diversas técnicas
y estilos. En el presente ensayo se abordará la técnica psicoanalítica, planteando
dificultades, cuestionamientos y expresando una toma de posición ante dicha
técnica.

En primer lugar, al conocer la técnica psicoanalítica, me cuestionó acerca de


técnicas específicas para el abordaje de diversas situaciones de los pacientes, y es
aquí donde me encuentro con la siguiente idea expresada por Freud (1911), en el
psicoanálisis nunca es obvia la respuesta a cuestiones técnicas, en ocasiones la
producción onírica es tan copiosa, y tan vacilante en el progreso del enfermo, en el
entendimiento de los sueños, que el analista no puede apartar de sí la idea de que
ese ofrecimiento de material no sería sino una exteriorización de la resistencia.

Entonces, me preguntó, ¿todo es resistencia?, ¿habrá algo que impida o bloquee el


proceso y no sea considerado resistencia?, al parecer Freud externa que sí,
mencionando que, la resistencia acompaña todos los pasos del tratamiento; cada
ocurrencia singular, cada acto del paciente, tiene que tomar en cuenta la resistencia,
se constituye como un compromiso entre las fuerzas cuya meta es la salud (Freud,
1912a), sin embargo, desde mi punto de vista me parece que hay ocasiones en las
que no es resistencia, es decir, el paciente puede estar consciente de no querer
hablar de un tema en específico porque aún no se siente preparado o el sufrimiento
que le genera ese tema puede ser insostenible.

Con respecto a lo anterior, comparto un ejemplo que me ocurrió a mí, localizándome


en el sitio de psicoterapeuta, hace un tiempo, atendí un paciente, quien expresa que
su exesposa e hijos habían sido violentos con él y lo habían dejado sin recursos
materiales, conforme avanzó el proceso, yo me cuestionaba si el paciente había
sido agresivo o violento con los otros, en repetidas ocasiones, cuando yo buscaba
hablar al respecto, el paciente cambiaba el foco de su discurso, se quedaba callado
o simplemente lo negaba, llegando a molestarse; para mí y mi grupo de supervisión
esto era un claro ejemplo de resistencia y precisamente, yo buscaba romper esa
resistencia, hasta que el paciente me culpó, expresó que era yo quien me sólo
tocaba el tema de su familia dejando su persona fuera, al confrontar y retomar esto
último, el paciente mencionó que había sido agresivo con su familia, pero hasta
ahora podía reconocerlo, antes, cuando yo se lo preguntaba le parecía muy
doloroso aceptarlo y consideraba incluso que el proceso psicoterapéutico podría
terminar.

Así mismo, en el caso anterior me permite ejemplificar la transferencia, por ende,


tomo una posición a favor de la transferencia y coincido con que siempre hay
transferencia, ya sea positiva o negativa. Alguien que está parcialmente insatisfecho
se vuelva hacia el médico (la transferencia), responde a los vínculos reales con el
médico que para semejante seriación se vuelva decisiva la “imago paterno,
materna” (Freud, 1912b), en el caso descrito, el paciente había tenido experiencias
negativas con su madre y las mujeres con las que había interactuado en su vida, y
al yo ser mujer, él instauró una transferencia negativa hacía mí. Por lo tanto, la
trasferencia misma es sólo una pieza de repetición, y la repetición es la trasferencia
del pasado olvidado; pero no sólo sobre el médico: también sobre todos los otros
ámbitos de la situación presente (Freud, 1914).

Por otro lado, identificó una dificultad en la técnica psicoanalítica, la cual está
relacionada con los afectos del analista, pues Freud refería que cuando el analista
busca dejar de lado todos los afectos, no sólo se sitúa él mismo en una disposición
de ánimo desfavorable para el trabajo, sino que se expone indefenso a ciertas
resistencias del paciente (Freud, 1912b); por su parte Lacan (1915) mencionaba
que la técnica analítica impone al médico el mandamiento de denegar al paciente
menesterosa de amor la satisfacción apetecida y la cura tiene que ser realizada en
la abstinencia.

Además, Lacan agrega que todo analista experimenta siempre la transferencia en


el asombro del afecto menos esperado de una relación entre dos que fuese como
las otras. Los sentimientos del analista sólo tienen un lugar posible en este juego,
el del muerto; y que si se lo reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quién lo
conduce, por eso el analista es menos libre en su estrategia que en su táctica
(Lacan, 1958).

Es entonces que concluyó, el analista es un ser humano, con sentimientos, afectos


y reacciones hacía sus pacientes y sus situaciones, la dificultad que identificó es
qué hacer con los sentimientos que te generan tus pacientes, lo que me queda muy
claro es que no debe confundirse el enamorarse de sus pacientes o tener atracción
física o sexual con tener algún otro afecto hacia ellos, por ejemplo, en el caso de los
niños, su situación puede generarnos alegría, enojo o tristeza, ¿toda esa reacción
se anula y únicamente la trabajo en mi propio análisis o puedo utilizarla para
trabajarla en el análisis del paciente?

De igual manera la técnica psicoanalítica expresa que el psicoanalista sin duda


dirige la cura, pero NO debe dirigir al paciente, la dirección de la cura es otra cosa,
consiste en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica, o sea, las directivas cuya
presencia no podría desconocerse en el principio de lo que se llama la situación
analítica (Lacan,1958), ante esta idea me posicionó a favor y no tengo ningún
cuestionamiento, porque verdaderamente uno como psicoterapeuta o en su
determinado caso como analista acompaña más no dirige o decide lo que hace el
paciente, me parece entonces que el analista cura por no responder, es decir, por
no darle la respuesta al paciente de qué hacer.

Continuando con las dificultades que identificó en la técnica psicoanalítica, el tema


del lenguaje oral, es decir, cuando los pacientes no hablan, ya que la palabra no
solamente constituye esa mediación, sino que también constituye la realidad misma
(Lacan, 1953), entonces si un paciente no quiere hablar, por ejemplo, pacientes que
son enviamods por alguna razón que tenga que ver con tema legales o el acudir a
psicoterapia como requisito y están negados a hablar, ¿qué puedo hacer para
conocer lo que le pasa, conocer su realidad?, pues me cuestionó si utilizó algún otro
recurso es posible que llegue a dejar la técnica psicoanalitica de lado y termine
haciendo una mezcla de enfoques que no llevarán a ningún lado, en estos casos
me cuestionó ¿lo mejor es canalizar o espero que el paciente “ceda”?

Con relación a lo anterior, en el caso de los niños, pudiera ser más sencillo, pues si
el niño no quiere hablar o considera no poder hacerlo, podemos usar el juego como
un medio para conocer su realidad, ya que una precondición para el psicoanálisis
de un niño es comprender e interpretar las fantasías, sentimientos, ansiedades y
experiencias expresadas por el juego o, si las actividades del juego están inhibidas,
las causas de la inhibición (Klein, 1955); Añadiendo a esto, es importante reconocer
que el habla y el placer en el movimiento tienen siempre una catexia libidinal que es
también de carácter simbólico genital (Klein, 1923).

En esta misma línea, en el caso del psicoanálisis infantil me situó totalmente a favor
de su puesta en práctica, ya que si el niño asiste al consultorio este es un espacio
nuevo y diferente, el cual permitirá una situación de transferencia entre el niño y el
analista, pues esta sólo puede ser establecida y mantenida si el paciente es capaz
de sentir que la habitación de consulta o la pieza de juegos, de hecho, todo el
análisis, es algo diferente de su vida diaria del hogar (Klein, 1955).

Además, expresó que la técnica psicoanalítica infantil puede tener más usos o
aplicaciones, sin dejar de lado, las tareas del analista. Con respecto a los otros usos,
me refiero, por ejemplo, en el ámbito educativo o social, ya que, en un mundo
“adultocéntrico” pedimos que los niños sean “bien portados”, que no se muevan y
que incluso, no imaginen cosas, pero en realidad el niño requiere libertad, el niño
aprende en movimiento y el pensamiento mágico es un compañero de la infancia,
mencionó esto porque las ansiedades de naturaleza psicótica forman parte, en
cierta medida, del desarrollo infantil normal, y se expresan y elaboran en el curso
de la neurosis infantil (Klein, 1955), por lo tanto, no todo es malo o implica alguna
condición o trastorno, incluso puedo decir que aquí reside la importancia de una
correcta anamnesis (proceso de la exploración clínica) en las primeras sesiones de
un análisis infantil.
Ahora bien, la anamnesis no debe convertirse en un interrogatorio de índole policial,
y esta ayuda a conocer de dónde viene la necesidad de tratamiento para los niños
en caso de ser llevados por sus padres, pues si esos padres tienen por su parte
necesidad de tratamiento, quiere decir que al traer a ese hijo al mundo lo
perturbaron completamente al transferirle su propia vivencia arcaica, pero el
psicoanalista jamás debe ocuparse de la educación de hoy, tiene que dedicarse
siempre a las pulsiones del pasado (Dolto, 1982), entonces el psicoanálisis infantil,
incluso protege a quienes son analistas infantiles, pues encuadra y delimita las
tareas que le corresponden y esto puede funcionar ante los padres como un límite,
es decir, cada adulto relacionado con el niño termina por conocer o establecer sus
tareas o responsabilidades con el niño.

Antes de cerrar el ensayo, mencionó que desde que inició el curso, he


problematizado el tema del fin del análisis, pues se señala a menudo que la
terminación de un análisis reactiva en el paciente las situaciones más tempranas de
separación (destete), antes de dar por terminado un análisis tengo que preguntarme
si los conflictos y las ansiedades experimentadas en el primer año de vida han sido
suficientemente analizados y elaborados en el curso del tratamiento (Klein, 1950),
pero la problemática a la que me refiero, es, si el analista decide cuando se termina
el proceso o cuando el paciente ha elaborado las ansiedades del primer año de vida
¿puede considerarse que el analista dirige al paciente?, si la respuesta es sí, esta
idea se contrapone entonces a la idea que mencione anteriormente, donde el
analista sólo guía, pero no dirige.

Sin embargo, respecto a lo anterior, luego de leer, investigar, y reflexionar he llegado


a la conclusión de que el psicoanálisis o la técnica psicoanalítica debe de ir quitando
una posición pasiva para el paciente, es decir, permitirle ser activo en su propio
análisis, respetando el timing, el momento de cada paciente y de cada proceso. Así
mismo, esta problemática permite abrir un diálogo y reflexión acerca de los inicios,
desarrollos y cierres de proceso, permitiendo adentrarnos en la complejidad de la
técnica psicoanalítica, me parece que lo más enriquecedor es poder cuestionarnos,
localizarnos en una posición que nos permita aprender y dejar de lado la posición
del supuesto saber e incluso del sujeto que puede conocer todo lo que le pasa al
paciente.

Finalmente, comparto mi posición frente a la técnica psicoanalítica, me posicionó a


favor de ella, pero sin dejar de reconocer mis múltiples dudas, reflexiones y
cuestionamientos que esta me genera, concluyendo que el conflicto, el
inconsciente, termina por imponerse tarde que temprano, entonces habrá que
hablarlo, además, la técnica psicoanalítica se puede llegar a “aprender”
estudiándola, practicándola, supervisándola o llevándola a grupos de control y por
supuesto, tú siendo paciente, pues como lo mencionaba Freud “hace años me
preguntaron cómo podría uno hacerse analista, y respondí: «Mediante el análisis de
sus propios sueños»”.

Referencias

Freud, S. (1911). Trabajos sobre la técnica psicoanalítica: El uso de la interpretación de los sueños
en el psicoanálisis XII. Amorrortu Editores.
Freud, S. (1912a). Trabajos sobre la técnica psicoanalítica: Sobre la dinámica de la transferencia XII.
Amorrortu Editores.
Freud, S. (1912b). Trabajos sobre la técnica psicoanalítica: Consejos al médico sobre el tratamiento
psicoanalítico XII. Amorrortu Editores.
Freud, S. (1913). Trabajos sobre la técnica psicoanalítica: Sobre la iniciación del tratamiento XII.
Amorrortu Editores.
Freud, S. (1914). Trabajos sobre la técnica psicoanalítica: Recordar, repetir y reelaborar XII.
Amorrortu Editores.
Lacan, J. (1953) Conferencia lo simbólico, lo imaginario y lo real. Establecimiento del texto,
traducción y notas: Ricardo E. Rodriguez Ponte.
Lacan, J. (1958) Dirección de la cura y los principios de su poder en Escritos 2. E. SXXI, 23ª ed.
México, 2005.
Klein, M. (1923) Análisis infantil. Versión electrónica. p.87-111
Klein, M. (1950) Sobre los criterios para la terminación de un psicoanálisis. Versión electrónica. p.
368-371
Klein, M. (1955) La técnica psicoanalítica del juego: su historia y significado. Versión
electrónica. p.432-446
Dolto, F. (1982) El hijo, síntoma de los padres en Seminario de psicoanálisis de niños 1. E. SXXI,
10ª reimpresión, México, 2009. P. 32-44

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