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EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL Y LA MINERÍA

William Postigo De la Motta

En un artículo anterior he planteado que el Ordenamiento Territorial – OT se ha estancado por


el requisito de elaborar primero una Zonificación Ecológica Económica – ZEE y luego por la
obligación de realizar 7 estudios especializados. Una segunda razón importante para el
estancamiento del OT ha sido la extendida confusión sobre para qué sirve. La principal utilidad
del OT es como herramienta de gestión para impulsar un modelo de desarrollo territorial
sostenible, es decir, que armonice los objetivos de desarrollo económico y social expresados
principalmente en proyectos de desarrollo económico y de infraestructura, con la
conservación de la naturaleza y la calidad ambiental. Esencialmente, esto significa que los
proyectos del Plan Concertado de Desarrollo Regional o Local deben articularse espacialmente
a fin de compatibilizarlos e integrarlos en el marco del modelo territorial deseado. La
importancia de esta herramienta es fácil de entender cuando se observa el caótico desarrollo
de los usos del territorio en el Perú, y los problemas de vulnerabilidad a riesgos de desastres,
desarticulación vial, carencia de servicios básicos en poblaciones que se desarrollan de manera
espontánea y sin planificación, ausencia de zonificación urbana que permita planificar mejor
los usos del área urbana, entre otros. Pero el OT no es la herramienta pertinente para decidir
sobre la viabilidad ambiental de los proyectos mineros, ya que éste y la ZEE sólo se elaboran en
base a mapas, vistas de satélite y visitas de campo; una información claramente insuficiente
para tal propósito. La fase de exploración de un proyecto minero involucra realizar
perforaciones para determinar el perfil del subsuelo y las características de la veta mineral, con
base en lo cual recién se puede diseñar un proyecto de explotación, determinar los impactos
ambientales, y definir las medidas de mitigación necesarias. Pretender decidir sobre la
realización de estos proyectos sin contar con la información detallada indispensable, no es lo
más sensato. De allí que sea el Estudio de Impacto Ambiental el instrumento adecuado para
garantizar la viabilidad ambiental de los proyectos mineros, y no el plan de OT o la ZEE.

La idea de determinar a través de la ZEE y el OT dónde se puede realizar o no proyectos


mineros ha sido una reivindicación de los sectores opuestos al desarrollo de esta actividad
económica, desafortunadamente compartida por muchos otros sectores debido a la confusión
generada. Es por ello que la discusión sobre si los planes de OT deben ser vinculantes o no ha
surgido como una cuestión supuestamente relevante, no obstante que en general los planes
de desarrollo nunca se han asumido como decisiones rígidas e inalterables, sino más bien
sujetas a evaluación y ajustes ocasionales. Es esta idea equivocada la que ha contribuido a la
confusión y ha llevado al sector empresarial a pensar que el OT sería una traba para la
inversión privada; lo cual explica su oposición o desinterés para que esta herramienta pueda
avanzar. Superar esta confusión y entender que el OT es una herramienta valiosa de
planificación, que no representa una barrera para el desarrollo de la inversión minera ni
ninguna otra, debería ayudar a que nuestro país elimine los obstáculos para extender el uso de
esta importante herramienta en los diferentes niveles de gobierno.

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