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Cerrando ciclos en mi vida

“Un gran error es arruinar el presente recordando un pasado que ya


no tiene futuro”. Autor anónimo

Ay de aquellas personas que se quedan pegadas a situaciones pasadas.


Personas que no avanzan porque no han cerrado ciclos en su vida.
Este libro lo escribo pensando en una persona que se divorció, no quedó en
buenos términos con su pareja y luego de muchos años, todavía sigue con la
misma emoción hacia ella. Pienso que todavía no ha cerrado ese ciclo y esto le
hace mucho daño.
Es importante que los seres humanos, aprendamos a cerrar ciclos en
nuestras vidas. Debemos aprender a agradecer a las personas o situaciones que
han pasado por nuestras vidas, porque de allí, seguro que queda un aprendizaje.
Cometemos el error de estar pegados al pasado, olvidándonos del presente
y por ende, planificando un futuro que no sabemos si va a llegar.
En el Coaching Ontológico, llamamos quiebre a la postura que adoptamos
cuando algo que reconocemos que nos afecta, permitimos que se quede en
nuestra vida para siempre. Decimos que nos quedamos en el quiebre.
Las personas que no cierran ciclos en su vida, son personas que viven en
un quiebre perenne. Son personas que mantienen vivo el acontecimiento que les
movió emocionalmente.
Si eres de las personas que no sabe cómo cerrar ciclos en su vida,
acompáñame en la lectura y descubre las herramientas para aprender a cerrarlos
y tener una vida plena y feliz.
Quiero acotar que cerrar ciclos en tu vida, no solo se refiere a ciclos
amorosos.
Cerrar puertas, es la clave para avanzar.

Lo conocido es confortable, pero cuando termina, tenemos que asumirlo y


enfocarnos en construir un futuro mejor.

Vivir en el pasado, significa vivir en lo conocido y, por eso, confortable.


Significa no lanzarse al vacío. No aventurarse a las nuevas oportunidades que
pueden ser horribles, pero también fascinantes. Si deseas alcanzar el brillante
futuro que te espera, debes aprender a cerrar las puertas del pasado.

Te invito a que te tomes por un momento, el permiso de comparar tu vida


con un armario. Con el tiempo, vas acumulando prendas que ya no te valen, no te
gustan cómo te quedan o que han pasado de moda. Sabes con seguridad, que no
volverás a ponértelas, pero, aun así, te niegas a botarlas, porque les tienes cariño.
Porque te recuerdan momentos agradables, porque son familiares para ti.

¡Lo mismo pasa con las experiencias pasadas!

Muchas veces, el pasado ya se ha ido, pero nosotros seguimos viviendo en


él. No terminamos de recordar y revivir una realidad que ya no tiene lugar, que ya
no forma parte de nosotros y que, en muchos casos, nos hace daño.

Si deseamos obtener nuevas prendas más bonitas, más actuales y, sobre


todo, que nos sienten bien, debemos vaciar nuestro armario de aquello que ya no
nos sirve. Del mismo modo, si queremos crear nuevos y gratos recuerdos,
debemos deshacernos de lo que no nos permite avanzar.

Mata esperanza para que puedas cerrar puertas.


Esta frase puede sonar excesivamente brusca y directa, pero matar la
esperanza, constituye un paso imprescindible para poder seguir adelante. En
momentos, las cosas no pasan tal y como esperábamos. No importa el esfuerzo
que hayamos invertido o el tiempo que llevemos dedicados a construir un
proyecto. La vida es cambiante e impredecible y no siempre tenemos el control de
lo que pasa.

Cuando la realidad nos sacude y tira por tierra nuestros planes, podemos
quedar devastados. La confusión, la frustración, la tristeza y la rabia nos invaden.

¿Qué va a ser de nosotros ahora que todas nuestras ilusiones y


expectativas se han venido abajo?

El abismo de mirar al futuro, puede generar tanto vértigo que preferimos


aferrarnos a un pasado que se ha destruido.
Así, vivimos de recuerdos, de anhelos imposibles y de esperanzas de que
aquello que conocemos y nos hacía sentir seguros vuelva a resurgir. El peligro de
colocarnos en esta posición, es que ponemos nuestra vida en pausa de forma
indefinida. Renunciamos a sanarnos, a aprender de lo que nos pasó y, sobre todo,
renunciamos a construirnos un futuro.

Por eso, si quieres salir adelante, toma valor y asume que aquello terminó.
Dedica tiempo a procesar la pérdida, pero no te detengas: hay mucho ahí fuera
esperándote.

“Cuando recolocas el pasado en su lugar y lo integras en tu historia


de vida, estás listo para continuar”.

Construye un futuro.

En momentos, vivir es como cuando montas en bicicleta: si quieres


mantener el equilibrio, debes seguir avanzando. Por eso, ponerte en acción es una
de las mejores decisiones que puedes tomar para cerrar puertas.

Enfócate en ti y en construir el futuro que deseas. Recuerda, que ya no


empiezas de cero, empiezas desde la experiencia que te ha regalado lo vivido.

Por lo tanto:

 Márcate metas personales y trabaja en ellas de forma gradual.


 Piensa cómo deseas mejorar tu existencia, qué quieres lograr
en cada ámbito de tu vida, e invierte tu energía en eso.
 Actúa para mejorar tu estado de salud física y emocional.
 Actúa para avanzar en tu carrera, para fortalecer y ampliar tus
amistades.
 Aprende una nueva habilidad o mejora tu relación con tus
familiares.
 Cualquier objetivo es bueno siempre que nazca de ti.
 Permanecer pasivos e inactivos nos lleva irremediablemente a
recordar y regodearnos en el dolor.
 Si estamos trabajando en forjar un futuro, no tenemos tiempo
para dedicar al pasado.
 Confía en ti mismo. Reconstrúyete, ámate, empodérate,
cuídate y dedícate tiempo.
 Desarrolla tu fortaleza interior y pon en marcha tus habilidades
de afrontamiento.
 Permítete demostrarte a ti mismo, que eres mucho más capaz
de lo que pensabas, que tienes dentro de ti todas las herramientas para
salir adelante.

 Y, por encima de todo, anímate a ti mismo en el proceso: deja


de menospreciarte y comienza a confiar en ti.

 Valora el trabajo que realizaste, independientemente de que el


resultado no fuese el esperado.

 Evalúa, que aprendizaje puedes extraer de la experiencia y


suelta con amor y gratitud.

“Cerrar puertas es más sencillo cuando sabes que te espera un futuro


brillante: el que tú mismo estás forjando”.

Aprende a cerrar ciclos adecuadamente.

Cuando hablo de ciclos, me refiero a esos procesos de la vida que


comienzan, se desarrollan y concluyen.
Así, aunque en la práctica nada termine del todo realmente, es importante
aprender a cerrar ciclos cuando se agote el proceso, para seguir adelante y evitar
quedarnos estancados. Para eso, antes de nada, hay que saber diferenciar entre
el hecho de cerrar ciclos y el de tener una pérdida.

El cierre de grandes etapas de la vida supone pérdidas e implica duelos,


pero no tiene el carácter profundamente doloroso que soportan las pérdidas como
tal. Por eso, el cierre de un ciclo, comprende pérdidas, pero éstas, no
necesariamente incluyen un cierre de ciclo .

Ahora bien, lo importante de cerrar ciclos, es que incide de manera directa


en lo que se hará en un futuro. Si el ciclo, sea cual sea, permanece abierto,
interfiere con el avance personal. Es como dejar una llave que gotea sin repararla
y esperar a que esto no incida en el costo económico y ecológico del agua.
Veamos cuáles son algunos de esos caminos para cerrar ciclos.

¿Para ti qué es cerrar ciclos?

Cerrar ciclos significa cambio y transformación.


Según expertos, el cierre de ciclos no solo significa poner fin a una situación
o relación o experiencia. El cerrar ciclos correctamente, permite el cambio y la
transformación esenciales para la evolución de la persona.

El cierre de ciclos implica olvidar, pero el olvido debe ser visto como el
proceso de poner las vivencias en perspectiva y honrarlas con el lugar que se
merecen en el desarrollo de la vida.

Este proceso, requiere afrontar con honestidad los sentimientos como el


miedo, el dolor, la rabia y la culpa. Una vez se haya atravesado, y no saltado, ese
proceso se podrá iniciar la etapa del perdón, para uno mismo y para otros.

Con el perdón, llega el olvido entendido en los términos antes explicados y


es en ese momento que se podrán iniciar nuevos ciclos de manera sana.

El no cerrar los ciclos correctamente, ata a la persona a pasados dolorosos


y evita la evolución del ser lo que puede ocasionar trastornos físicos, emocionales
y psicológicos.

Recuerda que el cambio es una decisión individual que solo es posible si se


compromete con ello y en el cual requerirá apoyo de sus seres queridos y de
expertos.

Quiero acotar en esta parte algo interesante en cuanto al cambio y la


transformación. Esto te va a ayudar a trabajar, tanto en uno como en el otro.
Si deseas cambiar algo en tu vida y poder cerrar ciclos, debes mirar tus
resultados y trabajar en tus acciones. Mira qué cosas has hecho para llegar hasta
dónde estás en este momento. Lo que si te digo es que, si trabajar en tus
acciones, en cualquier momento vas a volver a tener los mismos resultados.

Ahora, si deseas transformarte y transformar la forma de cerrar ciclos en tu


vida, debes enfocarte en tu ser. O sea, mirar tus resultados y centrarte en la
persona que estás siendo para seguir ejecutando las mimas acciones.
Cuando una persona trabaja en su ser, está apostando a la transformación
de su vida. Así mismo, debes trabajar cuando desees cerrar un ciclo en tu vida.

Para cerrar ciclos, lo primero es dejar ir.


Los seres humanos tendemos a aferrarnos a lo conocido, por más negativo
que sea. La costumbre, es una fuerza muy poderosa que nos impulsa a
mantenernos en la inercia. Se percibe como si fuera más fácil soportar lo malo
conocido, que emprender la aventura de lo bueno por conocer.

Suele haber una resistencia a cerrar ciclos. Hay una parte de nosotros que
quisiera seguir en lo mismo y no experimentar ninguna incertidumbre frente a lo
nuevo. De ahí, que la primera tarea sea la de dejar ir.

Un ciclo se cierra, cuando el proceso ya se completó y solo quedan restos


del mismo. El cierre solo puede hacerse de manera consciente. Es posible que ya
no haya algo a qué aferrarse, pero mentalmente seguimos conectados a eso.
Dejar ir, es una forma de reconocer la nueva realidad.

Despedirse y hacer un balance. Aunque cerrar ciclos se refiera a abandonar


realidades que nos hacen daño, siempre originará un duelo. Por lo tanto, es
necesario permitirnos vivir esa tristeza que traen consigo los finales y despedirnos
de esa realidad que está por desaparecer. La mejor manera de hacerlo es
construyendo una memoria sobre lo vivido. Los ciclos no se cierran metiendo la
cabeza en la tierra como un avestruz. Ni dando la espalda a lo que pasa para
evitar sentirnos mal. Lo mejor es repasar, paso a paso, cada una de las vivencias
que formaron parte de ese proceso. Identificar el comienzo, los momentos más
relevantes y las sensaciones que experimentamos.

A partir de esto, se puede hacer un balance, una evaluación de las


vivencias positivas, y también complicadas, que hubo en ese ciclo. Qué se
aprendió y qué no. Qué aportó a nuestro crecimiento y cómo contribuyó a nuestras
limitaciones. Esta es la mejor manera de decir adiós.

El principal objetivo de cerrar ciclos, es ponernos en paz con el pasado


inmediato, para seguir adelante sin que lo vivido nos afecte, ni invada nuestro
presente. No estar en paz con el pasado, mantiene a la persona en un
resentimiento constante.

Todo final implica también un comienzo. Ese comienzo debe ser el foco de
nuestra atención y nuestro interés. Lo nuevo no tiene por qué asustarnos. Es
normal que implique un desequilibrio inicial, pero en relativamente poco tiempo
comenzará a revelar sus bondades. Movernos de lo conocido a lo incierto siempre
tiene un toque de aventura y supone aprendizajes, sorpresas y, por supuesto,
adaptaciones. La mayoría de las veces, los cambios nos dan mucho más de lo
que nos quitan.

“Hay que abrazar al cambio como a un nuevo amigo.


Hay que ver un nuevo ciclo como la oportunidad para poner
en práctica lo aprendido en el anterior y para ampliar lo que
ya sabemos, pulir lo que está en bruto o dar un viraje para crecer”.

Cerrar ciclos es vital para nuestra salud mental. De no hacerlo, vamos a


sentirnos atiborrados y confundidos frente al futuro. A lo que se fue, hay que darle
una sepultura de primera y decirle adiós.

A lo nuevo hay que recibirlo con los brazos abiertos y una bienvenida en el
corazón. La vida está constituida de ciclos, momentos, experiencias, etapas
vividas, agradables o no, que nos generan emociones a la cual nos apegamos,
son un ciclo. A veces, es necesario cerrar ciclos es nuestra vida, pues no todos
son eternos y debemos vivir en una constante evolución que nos lleve a ser mejor
persona cada día.

Ponerle fin a una etapa y “cerrar el ciclo”, es un proceso largo y, a veces,


doloroso pero necesario; no cerrarlo es seguir atado al pasado.

A veces, nos apegamos tanto al pasado que vamos por la vida sin cerrar
ciclos, eso sólo trunca nuestro presente y nos quita la oportunidad de vivir nuevas
y mejores cosas.

Ya sabes que, un ciclo en nuestras vidas, se puede definir como un espacio


de tiempo concreto; en el que vivimos una serie de emociones, buenas y malas,
una serie de vivencias, buenas y no tan buenas.

En definitiva; una experiencia vital que llega un momento en que se termina,


para que se inicie otro ciclo.

Podemos poner como ejemplo una relación de pareja que termina. Pero
podría ser cualquier otro cambio que se produzca en nuestras vidas: un cambio de
trabajo, de ciudad o de país, la muerte de un ser querido, etc.

Sin embargo, que se termine ese periodo de tiempo, que termine


objetivamente hablando, no quiere decir que nosotros lo hayamos cerrado. Cerrar
el ciclo desde el punto de vista psicológico, significa que ese cambio deje de
dolernos; que hayamos sacado un aprendizaje de él, y que ese aprendizaje lo
integremos en nuestra vida como parte de nosotros.

¿Cómo cerrar un ciclo?


Ahora viene la noticia que no sé decirte si es buena o mala; y es que sólo
hay una manera de cerrar un ciclo. Y esa manera es viviendo el duelo.

Las grandes preguntas serían entonces ¿cómo cerrar un ciclo en nuestra


vida? y ¿cómo saber que efectivamente lo hemos cerrado?
Vamos a hablar entonces de cómo hacer para cerrar un ciclo, puesto que
hacerlo de manera sana y eficaz, lleva un proceso. Entenderás después por qué
hablo de “manera sana y eficaz”.

“Soltar la visión errónea de la vida, la que nos mantiene en la


insatisfacción y que nos hace reaccionar mecánicamente y hacer cosas que
nos imponemos”. - Guy Finley

¿Por qué nos aferramos a las cosas y a las personas?

A menudo nos cuesta desprendernos de recuerdos, personas o situaciones


que significaron mucho para nosotros. O que nos hicieron daño. O incluso que nos
hicieron pasar buenos momentos, personas que ya no están en nuestra vida. Nos
aferramos, para no sentir el dolor, el miedo, o la tristeza que nos da
desprendernos de aquello, que ya fue o ya pasó en nuestras vidas.
Puede ser una época concreta, una persona, y decimos algunas de estas
frases: no puedo vivir sin ti, te necesito.

Aprender a soltar, nos lleva a abandonar la presión interna, es como dejar


caer el peso del saco que llevamos en nuestra espalda. Esta liberación genera
gran alivio y ligereza. El proceso de soltar tiene mucho más poder que proceso de
aferrarse.
Si miramos la vida humana, encontramos una larga lucha elaborada para
escapar de nuestros miedos y de las expectativas que hemos proyectado sobre el
mundo y las demás personas. En ocasiones intercalamos esta lucha con
momentos de celebración cuando creemos que hemos escapado de los miedos.
Vivimos temerosos de nuestros sentimientos por la enorme carga que nos
muestran.

¿Qué es Soltar?

Es una habilidad que nos ahorra mucho tiempo de sufrimiento para acceder
a vivir con tranquilidad emocional. Si creemos que es difícil, es muy probable que
así sea para nosotros. Lo importante es estar dispuestos a viajar ligeros de
equipaje. Sintiéndonos mejor cada vez que liberamos aquello que nos pesa tanto.
David Hawkins, doctor en Medicina y Filosofía, en su libro “Dejar Ir”, nos
lleva las siguientes ideas:
• “Dejar ir, es como el cese repentino de una presión interna o la caída
de un peso. Se acompaña de una repentina sensación de alivio y ligereza, y el
incremento de la felicidad y la libertad. Se trata de un mecanismo real de la mente
y todo el mundo lo ha experimentado en alguna ocasión”.
• “A medida que nos familiarizamos con el dejar ir, nos daremos cuenta
de que todo sentimiento negativo está asociado al miedo básico relacionado con la
supervivencia, y que todos los sentimientos no son más que programas de
supervivencia que la mente cree necesarios”.
¿Por qué tenemos dificultad en soltar?

Detrás de todos nuestros “no es tan fácil dejarlo ir”, “tú no sabes lo que
estoy sufriendo”, “no sé cómo se hace” … están miedos profundos, heridas no
resueltas y deseos como:
• El miedo al cambio.
• El miedo a perder.
• El deseo de control.
• El deseo de aprobación.
• El miedo a no conseguir lo que deseamos.

Hasta que no hayamos reconocido y observado nuestros sentimientos no


podemos soltarlos. Cualquier emoción que nos llegue a la conciencia y que no
soltemos se almacenará en el inconsciente. Por esto, es importante saber que
contamos un mecanismo para atravesarlas y liberarlas en cualquier momento.

Cuando somos conscientes del resentimiento, la culpa, el sufrimiento y el


miedo y de las creencias limitantes y decimos: “los cambios son dolorosos”, “todo
lo que tiene valor implica sacrificio”, “soy víctima de mis circunstancias”, “si no
hago lo que los demás quieren me dejarán de querer” etc.… podemos elegir
deshacernos y liberarnos de estas ataduras y cargas emocionales poniendo en
práctica este mecanismo de soltar. Permitiendo, que la mente, libre de cargas,
pueda fluir desde su creatividad y espontaneidad.

Soltar no es perder. Es abrirse a incorporar algo nuevo.

Tenemos resistencia a soltar porque creemos que, si no nos mantenemos


presionando sobre nuestros deseos y expectativas, no conseguiremos lo que
queremos. Cuando soltamos la presión del querer, nos aclaramos y tomamos
decisiones más inteligentes.

Pensamos que nuestra felicidad depende del control de los


acontecimientos, y son estos, los que nos molestan, pero no es así. Lo que
realmente nos molesta son los sentimientos y pensamientos acerca de estos
hechos. El poder que le damos a cada situación depende de nuestra actitud de
aceptación o no y de nuestro estado emocional.

¿Por qué nos quedamos enganchados o atrapados en un sentimiento?


Porque creemos que logrará algo para nosotros al mantener ese sentimiento,
aunque nos dañe.

Ejemplo claro en las mujeres que sufren de violencia doméstica y no dejan


a sus parejas por los hijos.
Otra posible causa por la que no soltamos, es porque no confiamos que la
vida nos traiga algo “mejor”. Por eso es necesario darnos cuenta que tenemos una
confianza interna como el árbol que deja caer las hojas porque sabe que volverán
a salir la próxima primavera. Quizá hemos olvidado nuestros ciclos vitales de
“muerte y renacer”. Como respirar; sueltas el aire con la confianza absoluta de que
dispones de más aire para inhalarlo nuevamente y llenarte de oxígeno renovado.

Suelta los sistemas de creencias, los esquemas mentales y los


conceptos. Suelta las imágenes y las formas. Suelta las palabras que crees que te
atacan, suelta la ilusión de necesitar pareja, familia, dinero, trabajo, amistades…
para ser feliz y poder vivir.
Suelta inercias, comodidades y protecciones con las que te aprisionas a
ti mismo en el cartel de tus miedos. Suelta todos los cuentos que te contaron, te
cuentas y que te siguen contando para continuar preso en la mente.
Suelta los deberías y las creencias distorsionadas como: no soy capaz,
no puedo hacer eso, no soy inteligente, nada merece la pena, etc …. Suelta las
personas que no te hagan feliz. Suelta el miedo a lo profesional. Suelta la imagen
de ti mismo.
Suelta el resentimiento ante eventos pasados y personas. Suelta la
necesidad de que las cosas tengan que ser de otra manera. Suelta frustraciones,
rabias, impotencias, culpas, … Suelta expectativas.
Suelta todo lo que provoca resistencia, mientras está este en ti, no
podrás ser libre. Suelta cualquier tipo de lucha. Suelta cualquier clase de miedo.
Suelta deseos y anhelos. Suelta rechazos y renuncias.
Suelta la necesidad de soltar.

¿Comprendes lo que intento transmitirte?

Cuando lo comprendes, lo haces parte de tu vida. Cuando soltamos


amarres, el vuelo comienza, se despliega. Todo a tu alrededor se transforma y
aparece una nueva visión de la realidad. Desde aquí puedes mirarte a ti mismo, al
mundo y a los demás, fuera de los condicionamientos, de las fijaciones, del control
y de la programación mental. Ya nada tiene la capacidad de dañarte. Te conviertes
en observador. Puedes observar sin distracción, sin temor y sin renuncias.
Cuando una puerta se cierra otra se abre. Pero a veces nos quedamos
tanto tiempo contemplando la puerta cerrada, que no vemos la que ha sido abierta
para nosotros.

7 pasos para soltar

1. Date cuenta de lo que te tiene enganchado. ¿Cuál es tu adicción o tu


droga emocional? ¿En quién no puedes dejar de pensar? ¿De qué forma te
engancha? A menudo son más de una situación o personas de las que no nos
podemos desprender.
2. Para tus pensamientos negativos. No dejes que tus pensamientos
negativos entren en ti. Busca una palabra que te ayude a dejarlos fuera de tu
cabeza. Por ejemplo, basta, hasta aquí, no más. (Declaraciones)

3. Escribe una carta con todo lo que te molesta o te duele.

4. Expresa toda tu tristeza, tu dolor y tu rencor. Imagina que puedes


comunicar todo aquello que no pudiste decir, y que te hubiera gustado. Que lo
puedes decir todo sin censura. Despídete de la persona o situación. Prueba
también de agradecer todo lo que te ha dado esa persona o situación pasada.

5. Lee la carta en voz alta. Imagina que tienes a la persona o la situación


delante, si te es difícil, siempre puedes poner un cojín que represente esa persona
o situación. Llora, patalea, grita si es necesario. Léela tantas veces como te sea
necesario, hasta que sientas que la carta te libera, que ya no queda nada más por
decir.

6. Quema o rompe la carta. Una vez hayas leído la carta en voz alta
imaginando que tienes a la persona o situación delante, quema o rompe la carta
según lo sientas. Lleva las cenizas o los restos, a un lugar especial para ti y
entiérralas. Termina de despedirte y márchate.

7. Disfruta de las pequeñas cosas. Deja tu pasado atrás y empieza a vivir.


Búscate cosas nuevas que te gusten hacer.

Cerrar un ciclo de manera sana y eficaz.

Para que podamos entendernos mejor, hablaremos de un ejemplo concreto,


que podría ser este: tu pareja te dice que quiere romper con la relación. Pero,
como dije antes, podría ser cualquier otra situación que conlleve un cambio
importante.

El cierre de ese ciclo, se inicia precisamente con esa noticia. Con la noticia
que te da tu pareja de que quiere terminar con la relación. Justo con el impacto
que produce una noticia como esa; en ese mismo momento en que te enteras,
empieza el proceso de cerrar ese ciclo.
Una vez que ya tienes conocimiento del cambio que está a punto de
producirse en tu vida, toca lo que se podría corresponder con algunas fases de un
duelo, es decir: aparecen las emociones.

Aparece la tristeza, la culpa, la rabia o el despecho que es rabia, en


definitiva, No aparecen necesariamente en ese orden; y pueden ir fluctuando,
dependiendo del día que tengamos.

Después de las emociones viene lo más duro.

Bien pues; ya hemos llorado TANTO COMO UNA MAGDALENA, nos


hemos MOLESTADO con el mundo, hemos sentido culpa también… parece que el
trabajo duro ya está hecho, ¿verdad?

Pues no; el trabajo más duro viene después de todo eso. Después de sentir
todo eso, que no podemos ni debemos evitar sentir, toca la parte más difícil.

Toca echar de menos la situación anterior y adaptarnos a la nueva. Cosa


que, por supuesto, requiere su tiempo.

Toca contarle a los amigos y conocidos que aún no lo saben, cuál es la


nueva situación. Y, por supuesto, revivir todo lo que paso como si estuviera
pasando.

Toca pedir ayuda a un psicólogo; si lo consideramos necesario.

Toca también reforzar nuestra autoestima; que seguramente ha quedado


algo dañada.

Además, toca volver a confiar en quien se acerque; porque ya no confiamos


en nadie.

Y… seguramente, tocan muchas cosas más. Pero hay dos cosas que es
muy importante que hagamos; si queremos de verdad cerrar el ciclo.

Una de ellas es, encontrar cuál ha sido nuestra responsabilidad en lo que


ha pasado. Porque te aseguro que la hay; siempre la hay.

La otra cosa que tenemos que hacer, es sacar un aprendizaje de esa


experiencia. Un aprendizaje que deberemos integrar en nuestra vida; como algo
importante que hemos aprendido, y que no vamos a olvidar.
¿Cómo sabremos si de verdad hemos cerrado el ciclo?

El ciclo estará cerrado cuando, mirando atrás y recordándolo, no nos


desborda la emoción; ni de tristeza, ni de rabia, ni de nada.

Eso si, en el ejemplo que te puse de una ruptura, no esperes que si te


encuentras con esa persona te sea completamente indiferente. Eso simplemente,
no es posible; porque fue alguien que formó parte de tu vida.

Hablo de que no habrá emociones que te dominen y superen. El otro


indicador de que has cerrado, es que eres capaz de agradecer lo bueno que
viviste durante esa etapa.

Cuando no somos capaces de cerrar una etapa y aprender la lección, es


probable que la vida nos presente otra igual, para que la aprendamos. Por eso, no
es tan difícil encontrar personas que digan eso de “siempre me enamoro de
alguien que no me trata bien”. Es posible que aún tengan algo que aprender.

“Cerrar un ciclo no se trata de olvidar todo, sino de evolucionar,


perdonar, aceptar y seguir adelante”.

Cuando ponemos fin a una etapa, podemos recordar con cariño y sin dolor;
podemos agradecer por lo que vivimos y ya no tener la necesidad de seguir ahí;
entendemos la pérdida como una lección que nos está ayudando a crecer y a
madurar; sabemos que haber terminado esa etapa no fue un fracaso que nos hizo
débiles, sino una experiencia que nos fortaleció.

Si crees que necesitas cerrar un ciclo en tu vida, aquí te voy decir la mejor
manera para hacerlo:

1. Sigmund Freud decía: “recordar es la mejor forma de olvidar.” Aunque


parezca una idea loca, hay que recordar todo lo que hemos vivido. Aunque no todo
haya sido malo, recordar los aspectos negativos nos permite mantenernos firmes y
no volver a caer en el pasado. Si todo el tiempo nos dedicamos a tratar de olvidar
lo que pasó, la ansiedad se apoderará de nosotros y junto con ella, llegará el dolor
y el sufrimiento. Recordar puede doler, pero sólo será al principio, poco a poco irás
soltando y el dolor comenzará a desaparecer.

2. Perdónate. Antes de perdonar a cualquier persona, perdónate a ti


mismo.
Dicen que no hay peor enemigo que nosotros mismos. Nuestra mente suele
jugar en nuestra contra en situaciones difíciles. La mayoría de nosotros somos
expertos en autosabotearnos, nos culpamos por cosas que no nos corresponden y
nos castigamos de manera muy injusta. Debes aprender a ser empático contigo
mismo, así como con los demás. Perdónate por las cosas que hiciste mal y deja ir
todas aquellas culpas de cosas que no te corresponden.

3. Perdona. Perdonar puede ser difícil, sobre todo, cuando no recibes una
disculpa de la persona que te lastimó.
Para perdonar, no necesitas que la otra persona se arrepienta y llegue a ti
para ofrecerte un perdón; perdonar es una cuestión personal. Perdonar te libera a
ti, no lo hagas pensando que le haces un bien a la otra persona, hazlo por ti y por
tu bienestar emocional. Trata de comprender a la persona que te lastimó y
perdónala por haberlo hecho, suelta todo rencor que sientes hacia ella.
No es un proceso fácil, tal vez te costará mucho trabajo, pero entiende que
el primer paso para cerrar un ciclo es perdonar y dejar atrás todo sentimiento que
te ata a esa persona.

4. Ríndete. No quiere decir que te rindas ante la vida y vivas en un hueco,


me refiero, a que te rindas ante esa situación. No trates de entender por qué las
cosas pasaron de cierta manera o pensando cómo sería si las cosas hubieran
pasado de otro modo.
No busques explicaciones que no existen, ni pierdas tu tiempo
cuestionándote cosas sin respuesta. A veces las cosas pasan de una manera
porque así era lo mejor. No tiene lógica y tal vez no sea justo, así que sólo te
queda aprender de la situación, soltar y seguir tu camino. Aferrarte a entender las
cosas sólo te desgastará. Déjalo ir y sigue tu camino.

5. Acepta. Hay cosas que no podemos controlar y mucho menos cambiar,


intentarlo sólo crea frustración. Aceptar que las cosas pasaron así y no hay vuelta
atrás es muy importante para cerrar el ciclo.
Deja de pensar en las diferentes posibilidades, sobre cómo pudieron haber
pasado las cosas. Pasaron así y punto, acéptalo.

6. Vívelo. Para cerrar un ciclo por completo, primero debes vivir cada etapa.
Cuando una relación termina o sufrimos alguna pérdida, debemos pasar por una
etapa que se conoce como “duelo”.
El duelo involucra varias fases: negación, ira, negociación, depresión,
aceptación; estas fases no tienen un orden específico, ni un tiempo determinado
de duración, cada persona lo vive a su manera. Date la oportunidad de vivir cada
etapa de tu duelo al máximo, deja que tus emociones fluyan, no las detengas.
Vacíate y acepta que estás en una situación de duelo. Recuerda que a veces se
gana más cuando se pierde. Al terminar tu duelo, verás que cerrar el ciclo era
mucho más sencillo de lo que pensabas.
Para cerrar, te voy a dejar dos ejercicios para cerrar ciclos en tu vida.

Voy a enfocar estos pasos en el cierre de relaciones personales:

EJERCICIO 1. Vas a tomar cuatro hojas de papel en las que vas a hacer
cuatro listas.

En la primera lista vas a escribir todo aquello que no te gustó de esa


situación que quieres cerrar. Es tu momento para quejarte, desahogarte, se vale
soltar todo.

Luego la doblas y la vas a quemar. Simbólicamente esto va a significar que


reconoces el dolor que sentiste, acepta como fue, pero ya no sigue contigo.
Dices: El fuego convierte y ya no existirá del modo que yo lo percibí
sino de una forma saludable.

En la segunda lista, vas a escribir todo aquello positivo y agradable. Como


si estuvieras en una entrevista de trabajo y estuvieras contando tu experiencia
laboral anterior, ¿qué dirías? Esta lista va a representar el viento: la vas a
guardar y que deje la huella en el alma.

En la tercera lista, incluirás los aprendizajes. Qué transformaciones pasaron


en tu vida que te hacen hoy un ser experimentado que evitará repetir aquellas
situaciones que no le hicieron bien.

También, asumes tu responsabilidad de aquello que hiciste que tal vez


hubieras podido hacer diferente. Dices: Esta hojita la voy a sembrar en la tierra.
Esta será mi siembra para volver a empezar con la experiencia de lo
aprendido.

La cuarta lista, servirá para proyectar nuevas ideas, que te permitan mirar
hacia el futuro. Proyectos, ideas, sueños, cómo te proyectas, cómo te ves. Dejas
el "hubiera" atrás y vas a EMPEZAR a mirar tu vida con fe y confianza. Esta
hojita se la entregas al agua, ya sea en un rio, en el mar, en el agua corriente.

EJERCICIO 2. Modelo de la carta de cierre.

Querido(a) XXX, te escribo esta carta porque quiero sentirme en paz


contigo, tener una mejor relación y que haya más cercanía. (En el caso de una
persona que haya muerto, tal vez la intención de la carta es estar en paz con el
recuerdo de la persona).

En otro párrafo comienzas con lo que agradeces de lo vivido con esa


persona. Escribe las cosas o experiencias que valoras o aprecias de ese ser. Si
sientes que no hay mucho de agradecer, puedes agradecer lo que aprendiste
producto de su comportamiento. Por ejemplo, si fuese para tu padre que te
abandonó puedes decir: agradezco ser ahora fuerte o independiente producto
de tu ausencia.

En el párrafo siguiente, dices aquello que tenías guardado, eso que ha


dolido o molestado. Sin embargo, tienes que escribir esta parte, hablando de ti,
responsabilizándote de tus emociones y pensamientos. Por ejemplo, en lugar de
decir “porque tú me hiciste sentir mal” puedes escribir “en el momento en que
dijiste tal cosa yo me sentí muy triste”. En esta parte es muy importante
encontrar una forma de ver la responsabilidad en lo vivido más que verte como
una víctima del otro.

A continuación, en otro párrafo mencionas aquellas cosas por las cuales


quieres disculparte. Enumera aquí situaciones en las que no estuviste a la altura y
que lamentas porque significó herir, insultar o lastimar.

Finalizando la carta, el último párrafo, cierras diciendo: Ya te he


compartido todo lo que tenía guardado de nuestro recorrido juntos, ahora
me siento en paz y te libero y me libero de la forma como nos habíamos
estado relacionando.

Que Dios te bendiga.

Mi querido lector, espero que te haya servido lo que aquí te expuse.


De ahora en adelante, empieza a cerrar ciclos en tu vida, empieza a soltar y
avanzar hacia el éxito, disfrutando del camino.

Aquí cierro este espacio, agradeciendo tu interés por adquirir mi


información.
Estoy a la orden para ayudarte. Comunícate conmigo.

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