Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Alguien me dijo una vez que podemos creérnoslo o no, pero que al fin y al cabo lo
que más necesitamos todos es sanar a nuestro niño/a interior.
Estuve de acuerdo enseguida, pero sin ser muy consciente de la magnitud de estas
palabras. Entonces, empecé mi propio proceso de búsqueda interior, derivado de
mi nacimiento y fue cuando pude darme cuenta de verdad de la falta que me hacía.
No sé si alguna vez te habías planteado que pudieras necesitar algo así. No conozco
tu historia pero apuesto a que esto puede ayudarte.
De hecho, no he conocido ni una sola persona que no arrastre necesidades
emocionales no cubiertas o dolor reprimido desde su infancia.
Por eso, para que veas que no es tan complicado y que te puede servir, hoy te voy a
enseñar 4 formas eficaces de empezar a sanarte de forma completa , o que al
menos a mí me han funcionado y por eso las mantengo.
LA FOTO
Busca una foto tuya de cuando eras pequeña/o , puede ser una que te guste mucho
o una que no te guste nada, la que te sientas, y métela en tu cartera, en uno de esos
apartados para fotos. O como fondo de pantalla en el móvil.
Lo importante es que cada vez que abras la cartera y veas la foto, dirijas algún
pensamiento cariñoso a esa niñita/o necesitada de amor.
Es más, dale algún capricho de vez en cuando. Algo así como: “Mira que mona
eres, que niña más extraordinaria y nadie se daba cuenta. Yo sí sé lo maravillosa
que eres y por eso me voy a comer un helado contigo” Y te comes un helado, o una
tarta o lo que sea en su honor y lo disfrutas.
Este ejercicio es una manera muy fácil de despertar a esa niña/o interior y llevarla
siempre contigo de forma presente, y cuidarla, y protegerla, y amarla.
Y si alguien te pregunta por la foto, no importa que des explicación alguna,
simplemente di algo así como “Encontré esta foto en la que salgo tan mona y me
apetecía llevarla en la cartera”, o lo que sea…
Cuando yo hice este ejercicio, fui a casa de mis padres a buscar fotos de cuando era
pequeña y me di cuenta de que en todas salía con una cara muy tristona. Me impactó
tanto que me entraron muchas más ganas de empezar a cuidar y amar a esa niñita
que yo era.
¿Quién era?
¿Qué esperaba mi madre/ mi padre de mí?
¿Qué valoraba mi familia de mí?
¿Qué hice para ser amada/o durante mi infancia?
¿Cómo fue mi niñez?
¿Cómo me sentía?
¿Cuáles son mis mejores recuerdos?
¿Y cuáles son los peores?
¿Por qué lloraba?
¿Cuál era mi miedo más terrorífico?
¿Qué cosas odiaba hacer?
¿Cuáles eran mis secretos?
¿Alguien me decía palabras cariñosas?
¿Cómo lo pasaba en la escuela?
¿Alguien sabía lo que me pasaba?
¿Quién me protegía?
¿Cómo imaginaba mi futuro cuando fuese mayor?…
Y ahora la pregunta es, ¿es importante recordar estas cosas? ¿Sirve para algo?
Pues sí, sirve y mucho. Siempre que queramos vivir de forma consciente y sin
ceguera emocional, claro. ¿Si no, qué puede pasar? Pues sin darnos cuenta
provocamos una distancia afectiva con los demás y especialmente con relación a
nuestros hijos, que es enorme, aunque nuestro discurso engañado nos haga creer que
los queremos con locura y que está todo bien.
El tema es que la única manera de poder conectar de verdad con los demás
es entrando en ti, y entenderte en profundidad, haciendo consciente todo lo que te
ha acontecido.
Escribir este cuaderno que te propongo, no es fácil, es doloroso . Pero la cuestión es
que ese dolor se acaba transformando en sanación , porque poco a poco vas
liberando, haciendo consciente cosas reprimidas desde hace mucho tiempo.
En estos casos les proponía un ejercicio sencillo que aprendí de Evania Reichert
(aquí te presento un libro suyo, muy recomendable para papás y profesionales que
trabajen con niños).
Es una sensación maravillosa. Pues bien, ésa es l a energía que siente un niño
pequeño todo el tiempo, que le impulsa a descubrir el mundo, a jugar, a disfrutar…
Si puedes hacer este ejercicio y entenderlo, entonces estás preparada para dejarte
guiar por tus hijos y hacer por tu niña/o interior todo aquello que no hiciste.
Y es algo que he podido también constatar en muchos casos que han confiado en mí.
Por muy vacíos que nos sintamos por dentro, por mucho dolor que tengamos
reprimido, lo podemos llenar, lo podemos sanar.
¿Cuál es la manera?
Amando al otro de forma altruista. Amar porque sí. A cambio de nada .
Pronto te contaré una de las varias maneras que he encontrado para hacer esto
mismo y que me tiene muy emocionada.
Pero en realidad no importa que sean grandes cosas , como te digo cada día
tenemos muchas oportunidades y a veces puede ser suficiente con regalar una
sonrisa, unas palabras dulces u ofrecer lo que tú sabes hacer a cambio de nada.
Bueno, anímate a probar, te aseguro que sólo te pueden pasar cosas buenas.
Si te apetece dejarme algún comentario, me encantará leerte.
Un beso cargado de amor.
MARTHA SIERRA