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TENER AL OTRO EN UN PEDESTAL TE IMPIDE VER QUIÉN ES Y

QUIÉN ERES

Presentación y bienvenida…….lamina 1

“IDEALIZAR ES EL PRIMER PASO HACIA LA DESILUCIÓN” MATÍAS


GONZALO

La idealización es a menudo, uno de esos virus silenciosos. Un veneno capaz de


terminar con cualquier relación de manera lenta, al tiempo que genera una buena
dosis de sufrimiento, tanto para el idealizador como para el idealizado.
La tendencia a idealizar tiene diferentes causas. Pero en cualquier caso nos
conduce a relacionarnos no con la persona en sí, sino con una fantasía propia.

¿QUÉ ES PARA TI, IDEALIZAR A ALGUIEN?¿has puesto a alguien en un


pedestal?
ABRO CHAT.

¿En qué consiste la idealización?


Idealizar a alguien consiste en considerarlo un modelo de perfección,
exagerando las virtudes de esa persona y pasando por alto sus cualidades
menos positivas. De esta forma generamos una imagen bastante alejada de
la realidad que puede complicar nuestra relación con el individuo idealizado.

Es cierto que, en determinadas circunstancias, como puede ser el inicio de una


relación romántica, la idealización es parte del proceso. Sin embargo, algunas
personas presentan una mayor tendencia a idealizar a los demás.

idealizar versus admirar…explicar

¿A qué se debe?.

La sensación de conectar con alguien en profundidad es tan mágica y gratificante


que puede llegar a cegarnos. La plenitud que experimentamos en ciertos vínculos
emocionales, sumado a nuestras propias carencias y anhelos, puede llevarnos a
distorsionar la imagen que tenemos de ciertas personas. Sin embargo, tener al
otro en un pedestal es peligroso y nocivo a varios niveles.

Cabe pensar que identificar, valorar y resaltar las cualidades positivas de


aquellos con quienes compartimos la vida es beneficioso. Pero, si caemos
en la trampa de idealizarlos, de negar sus partes oscuras, nos impediremos
verles y vernos como somos en realidad. Pues, cuando esto sucede, cuando
colocamos a otro en una posición superior, nuestra propia expresión personal se
ve perjudicada. Analicemos por qué.
¿Qué es tener al otro en un pedestal?
No siempre es sencillo identificar cuándo estamos idealizando a alguien. Las
sensaciones que nos produce tener un concepto alto del otro aparentemente son
agradables y positivas. Admiramos sus virtudes, disfrutamos de su compañía y
nos sentimos afortunados por la mágica coincidencia de cruzarse en nuestro
camino. El problema surge cuando olvidamos que, como todos, es un ser humano
y, por lo mismo, imperfecto.

Sin embargo, cometemos un error cuando alimentamos tanto a la idealización


como para que esta nuble por completo nuestra capacidad de análisis. Identificar
los puntos en los que los demás pueden mejorar no implica dejar de amarlos; por
el contrario, aceptar a la persona con sus luces y sombras mejora cualquier
relación. En este sentido, tener al otro en un pedestal no ayuda.

Lamina 2

La idealización en las relaciones


Con frecuencia, la idealización surge en el ámbito de las relaciones románticas y
de pareja. Esto se ve propiciado por las reacciones bioquímicas propias del
enamoramiento inicial. Sin embargo, si todo sigue su curso natural, el paso del
tiempo nos ayuda a conocer a nuestro compañero en profundidad; pasando la
relación a un amor más tranquilo y honesto, en el que se ve al otro con mayor
claridad.
Pero, quienes poseen una baja autoestima, un miedo al rechazo o al abandono, y
especialmente las personas más jóvenes pueden quedar “atascadas” en los
conocimientos de esta primera etapa. Al idealizar a la pareja, no solo se exageran
sus cualidades, y se le asignan otras que realmente no posee, sino que además
hay una ceguera respecto a aquellos puntos en los que puede mejorar. De este
modo, la persona adquiere un aire de perfección, infalibilidad y superioridad a ojos
de quien lo idealiza.

Uno de los grandes problemas de la idealización es que puede generar


sumisión. Si el otro tiene un criterio perfecto, todo lo que diga o disponga deberá
ser ley, anclaje, punto de seguridad. Idealizar a la pareja puede llevarnos también
a centrarnos de forma excesiva y exclusiva en ella, dejando de lado otras áreas y
aspectos importantes de nuestra vida.

Pero aunque no lo creas, La persona idealizada también sufre, ya que carga


en sus espaldas con las expectativas de su pareja, con la tarea de completarla y
hacerla feliz. De este modo, puede sentir que su compañero no lo conoce
realmente o que difícilmente va a ser un estímulo para crecer.
Además, esta situación puede producirse también en relaciones que no sean de
pareja: laborales, familiares, amistades, etc. Así, no solo es el amor el que podría
sentirse perjudicado.

MI HISTORIA CON MI ABUELA

¿Cómo dejar de tener al otro en un pedestal?

Entonces, si has detectado está tendencia en tu vida y quieres dejar de tener al


otro en un pedestal, comienza por quitarte los velos. Trata de analizar las
situaciones, las conversaciones y los actos de cada persona de forma objetiva.

Pregúntate qué piensas realmente y no temas disentir, no temas que alguno de los
rasgos o actitudes del otro te desagraden o te parezcan mejorables. Si lo amas,
permítele cometer errores y comienza a verle como un ser humano de carne y
hueso.

Del mismo modo, empieza por empoderarte. Muchas veces lo que nos despierta
admiración y fascinación al verlo en otros es justo lo que desearíamos para
nosotros mismos. Entonces, trabaja en ti, moldéate, sánate y
conviértete en tu mejor versión.

LAMINA 3

La necesidad de idealizar para amar


Cuando nos enamoramos no solo es inevitable idealizar a la otra persona, sino
que además es necesario. Ese estado incontrolable y pasional, que se produce
con tanta intensidad, tiene su fundamento en la visión especial que tenemos
acerca de quien nos enamoramos.

Una visión especial que nos hace maravillarnos, ya que cualquier característica
positiva en la otra persona la ampliamos de una forma exagerada y cualquier
aspecto negativo lo disminuimos e incluso lo vemos como algo simpático. En la
idealización lo que prima es el personaje que construimos a través de otra
persona.

El proceso de idealizar tiene un tiempo determinado, ya que es inevitable que


disminuya la intensidad, este estado no es posible mantenerlo, puesto que nos
afecta en todos los ámbitos de nuestro día a día, disminuye nuestra concentración
y atención, ya que toda nuestra energía está focalizada en el ser amado.

Proceso bioquímico al idealizar


En el estado de enamoramiento, al idealizar, se genera un proceso bioquímico en
nuestro cerebro alterado que resulta parecido a la adicción; por eso se llega a
decir que este estado es como estar drogado y se asemeja al éxtasis mental.
Al estar enamorados se alteran sustancias químicas en nuestro cerebro
como la norepinefrina y la dopamina. Además, aumenta la producción de
feniletilamina, siendo este un neurotransmisor que provoca un mayor grado de
excitación, generando taquicardia, enrojecimiento e insomnio.
La feniletilamina se genera también a través de algunos alimentos como el
chocolate, es por eso que este alimento nos puede servir para aliviar un poco esa
sensación de ansiedad por la ausencia del ser amado. En el estado de
idealización se presentan síntomas físicos como:
 Palpitaciones, escalofríos y cosquilleos en el estómago (lo que se conoce
como mariposas).
 Fuerte excitación nerviosa, rubor, sudores fríos y dilatación pupilar.

 Cambio de olor corporal, miedo paralizante y necesidad física de la


presencia de la otra persona.

Entre los síntomas psicológicos destacan:

Focalización en el ser amado, dependencia y pérdida de la propia identidad.


Deseo de fusión, idealización y estados alternos de euforia y depresión.
Periodo fantasioso de la idealización
La fantasía se dispara al idealizar, todo lo que forma parte de la otra persona nos
parece que está bien y que es lo mejor. Creamos un ser extraordinario, jugando
con sus características personales, añadiéndole además aspectos que
anhelamos.

Fantaseamos con poder encontrarnos al ser amado en cualquier lugar y en


cualquier instante, percibimos que puede suceder algo así y permanecemos
alerta. Lo vemos en todas partes y lo sentimos como una parte nuestra. Es en este
periodo cuando podemos llegar a tener alucinaciones.
Las fantasías que tenemos giran en torno al ideal que hemos creado acerca de lo
que supone una relación romántica. Dependiendo de cómo vivamos el amor,
buscaremos a un tipo de personas u otras para que se acerquen a este ideal:
amores imposibles, amores vividos a través del dolor, amor basado en conflictos,
amor pasional, amores trágicos, amores “perfectos”, etc.

Tomando contacto con la realidad


El proceso de idealizar a quien amamos puede llegar a prolongarse en el tiempo;
al terminar este proceso la relación puede concluir o transformarse. Esto es algo
que dependerá sobre todo de lo lejana que sea la realidad a las expectativas que
teníamos. Si la persona que hemos idealizado no se corresponde para nada a
nuestro ideal es probable que la relación deje de ser motivante.

El contacto con la realidad puede llegar a ser algo frustrante y trágico, tras toda la
fantasía que habíamos construido en el estado de enamoramiento. Volver a la
realidad es el paso en el que nuestro amor se convierte en un amor maduro. Esta
transición valida que estamos con la persona que realmente queremos estar, para
compartir así nuestras vidas.

Dar este paso de volver a la realidad supone amar de otra forma, sin perder la
individualidad. La idealización tiene la función de enganche y de fusión, nos
da la fuerza y energía para querer conocer a la otra persona, con toda la
intensidad que ello supone. Aunque romper con la idealización puede resultar
frustrante, es una frustración positiva que nos ayuda a evolucionar y consolidar el
vínculo amoroso.

El amor solo es posible cuando dos personas se comunican entre sí desde el


centro de sus existencias. Luego, cuando cada una de ellas se experimenta a sí
misma desde el centro de su existencia. Solo en esa “experiencia central” está la
realidad humana, solo allí está la vida, sólo allí está la base del amor.

Experimentado en esa forma, el amor es un desafío constante, no es un lugar de


reposo. Un moverse, crecer, trabajar juntos. De esta manera, que haya armonía o
conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho fundamental de
que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia. Entendiendo
que son el uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de la sombra que
proyectan.

“Solo hay una prueba de la presencia del amor: la hondura de la relación y la


vitalidad y la fuerza de cada una de las personas implicadas; es por tales
frutos que se reconoce el amor” -Erich Fromm-

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