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Tema 5. LA NEGOCIACIÓN
LECTURA 1
TÉCNICAS DE NEGOCIACIÓN
A la hora de preparar acciones planificadas, sea en el terreno de la negociación o
en cualquier otro, es importante tener en cuenta la distinción entre dos términos
fundamentales: estrategias y tácticas. Ambos conceptos derivan de la terminología
militar y política.
Táctica: es cada uno de los movimientos, de las acciones concretas previstas en que
se divide una estrategia. Son las formas mediante las que se pone una estrategia en
práctica. La estrategia siempre es superior y más amplia que las tácticas. Cada
estrategia incluye un número indeterminado de tácticas. Las tácticas son conductas y
actividades, que se planifican en función de la estrategia, y que una vez realizadas,
permiten el logro de los objetivos.
1. Técnicas de planificación.
Una vez obtenida toda la información posible sobre el tema en conflicto, sobre
las propias características y las del contrario, se decide la estrategia general a seguir:
distributiva o integrativa. A continuación, hay que prever los parámetros propios de
negociación: punto ideal, punto de arranque, punto de ruptura, mejor alternativa a la
negociación (MAN), banda propia de negociación y análisis de si es posible que
haya una zona de negociación positiva o negativa. En caso de que sí, se irá hacia la
negociación. Si se cree que la zona es negativa, habrá que replantearse la utilidad de
negociar.
Por ejemplo, hay que saber que el regateo es parte obligada de toda
negociación: llegar a un acuerdo en cuestión de minutos es una auténtica
descortesía. Otra norma habitual es hacer propuestas iniciales elevadas y exigentes;
de lo contrario, la negociación podría terminar antes de tiempo. Otra: si un oponente
ha cometido un error en la interacción que le podría hacer avergonzarse, se hace
como que no se ha visto, se ignora. Una más: está mal visto mostrar excesiva alegría
cuando se finaliza una negociación con una ventaja considerable sobre el contrario.
Quién hace la primera oferta. Popularmente, se mantiene que hay que dejar
que el otro haga la primera oferta, ya que así dará información sobre sí
mismo y sus intenciones. No obstante, es más ventajoso que seamos nosotros
quienes abramos la negociación, siempre que conozcamos el valor real del
objeto en disputa: de esa forma, se puede crear un efecto de anclaje en el
oponente, forzándole a negociar a partir de nuestro punto de arranque.
acuerdo final, es bueno recapitular, dejando manifiesta ante las partes y antes
de levantar la mesa de negociación, toda la información posible sobre el
desenlace final del proceso negociador. No deben quedar dudas para las
partes. Además, es conveniente resaltar en esa exposición los aspectos
positivos logrados por los contendientes y la buena disposición para el
acuerdo que han mostrado.
Redactar por escrito y entre las dos partes los acuerdos alcanzados al final
de la negociación. A veces, es necesario recurrir a expertos externos que
asesoren sobre las formas normalizadas de redacción del documento final.
Una vez escrito, revisarlo y repasarlo cuantas veces sea necesario, para evitar
malas interpretaciones posteriores, o que alguna de las partes se aproveche o
tome ventaja de algún error de redacción.
Los puntos muertos pueden deberse a que las partes fracasan en el uso de las
técnicas de confrontación: ni vencen ni convencen al adversario. O a que los
costos de alguna petición son inaceptables para uno de los oponentes. O a que
los recursos de los que disponían, o los apoyos de grupos de poder, se han
terminado. En otras ocasiones, puede ser uno de los oponentes, o los dos,
quienes utilizan el punto muerto, el no avance, como medida de presión. O
porque, por algún motivo, no les interesa alcanzar un acuerdo.
Sea como fuere, los estancamientos nunca son beneficiosos a medio plazo
(aunque lo puedan ser para una o las dos partes a corto término), ya que hasta
que el punto muerto no haya sido resuelto, no se podrá hacer ningún movimiento
negociador más. Además, los momentos de paralización de la negociación son
muy propicios para el surgimiento de tensiones y hostilidades, que en nada
benefician a las partes. Por eso, hay que poner los medios, tanto para prevenirlos
antes de que aparezcan, como para superarlos, una vez iniciado el bloqueo
(Kennedy et al, 1989).
Negociar por paquetes. Es una táctica compleja, pero muy eficaz en las
negociaciones colaborativas. Consiste en preparar varios “paquetes” de ofertas,
para que el contrario elija el que más le convenga. Para disponer los paquetes,
primero hay que detectar el punto principal de negociación (por ejemplo, un
incremento salarial) y añadir otros elementos que pueden interesarle al oponente
(podrían ser un aumento de días de vacaciones y el pago de parte de un seguro
médico). Con esos aspectos añadidos se eleva el valor en la negociación.
Después, el costo de esos elementos se combina de dos o tres formas distintas,
en paquetes. Dentro de cada combinación, el valor de cada uno de los puntos se
complementará con el de los otros, de manera que, al final, todos los paquetes
tienen un valor más o menos similar para quien los ofrece. Por último, se
presentan los paquetes al oponente, a modo de ofertas, para que elijan, después
de haber debatido al respecto, el que más les pueda convenir. Es posible que,
aunque el precio de todos los paquetes sea equivalente para quien hace la
propuesta, sin embargo alguna de las ofertas pueda suponer más ventaja para
quien la recibe.
Una de carácter ético: hasta qué punto es lícito engañar al otro en una
negociación. ¿Es una estratagema más y no importa utilizarla?, ¿habría que
usarla sólo en ciertas ocasiones? Si es así, ¿en cuáles sí y en cuáles no? ¿O es
una actitud reprobable y poco ética que nunca se debe emplear en la
negociación? No hay una respuesta única, de manera que el uso de tácticas
basadas en la ocultación y la mentira depende, desde el punto de vista moral, de
la ética particular del negociador.
Otra de tipo práctico. Es cierto que el uso del engaño en distintos niveles, desde
la simple ocultación hasta la mentira más flagrante, puede reportar beneficios a
una parte en la negociación. Ahora bien, si una parte pilla en una mentira al
oponente, las consecuencias pueden ser desastrosas. Quien ha engañado puede
perder toda su credibilidad, su reputación quedará dañada y la confianza entre
las partes puede haberse roto. El contrato psicológico entre los contendientes se
ha fracturado. Y esos elementos, la confiabilidad, el respeto mutuo, siempre son
necesarios a partir de cierto momento de la negociación. En la distributiva, desde
el punto en que se produce un acercamiento importante en las posturas de las
partes. Y en la integrativa desde el primer segundo de la interacción.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Buskirk, R. (1991). El ataque frontal, el divide y vencerás, el hecho consumado y otras 118
tácticas que deben conocer los directivos. Bilbao: Deusto.
French y Raven (1958). The bases of social power. En D. Cartwright (Ed.), Studies in social
power. Ann Arbor, Michigan: Institute for Social Research.
Kennedy, G., Benson, J. y McMillan, J. (1986). Cómo negociar con éxito. Bilbao: Deusto.
Munduate, L. y Medina, F. J. (coord.). (2011). Gestión del conflicto, negociación y mediación.
Madrid: Pirámide.
Ovejero (2004). Técnicas de negociación. Cómo negociar eficaz y exitosamente. Madrid:
McGraw Hill.
Touzard, H. (1981). La mediación y la solución de conflictos. Barcelona: Herder.