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PENSIONES Y JUBILACIONES EN AMERICA LATNA

INTRODUCCION
En América Latina, el bienestar de millones de personas de edad avanzada
depende del adecuado funcionamiento de los sistemas de pensiones. Por ello,
debería prestarse especial atención a los debates de política fiscal, los que están
cada vez más vinculados con la sostenibilidad financiera de la protección social.
Ambas materias deberían ser áreas de estudio y análisis prioritarios en el ámbito
de las políticas públicas.
Sistema de pensiones de América Latina

En la región, la crisis sanitaria, económica y social del COVID-19 ha impactado en


distintas dimensiones y poblaciones, entre estas: a los niños, niñas, adolescentes
y jóvenes con la interrupción de las actividades educativas; a las y los trabajadores
con la destrucción de las fuentes laborales, a las mujeres ante la mayor carga que
han debido asumir en el trabajo de cuidados y el impacto que ello puede acarrear
en sus trayectorias laborales y previsionales; a la población en general con los
daños provocados a la salud pública, dejando miles de víctimas, y a la economía
con una histórica recesión. Todo lo anterior, generará mayores niveles de pobreza
y desigualdad en 2020 que demandarán, entre otros factores, políticas públicas
que se orienten a avanzar en un sistema de protección social universal, progresivo
y redistributivo (CEPAL, 2020b).
En América Latina, el gasto social (11,3% del PIB) es el principal componente del
gasto público del Gobierno Central, representando el 52,5% del gasto público en
2018. A su vez, la partida de gasto social más importante fue el gasto en
protección social (4,1% del PIB), el que alcanzó un 36,2% del gasto social en
2018. El gasto más importante en la clasificación funcional de la protección social
es el gasto público en los sistemas de pensiones (CEPAL, 2019b).
El gasto público en los sistemas de pensiones depende, entre otros factores, del
envejecimiento de la población; la antigüedad del sistema de pensiones; las
reformas paramétricas o estructurales a los sistemas de pensiones; el nivel de
cobertura tanto de activos como de pasivos; la suficiencia de las prestaciones, y la
participación pública y privada en la administración de los esquemas previsionales.
En algunos países, el principal problema que enfrenta la gestión de las finanzas
públicas está relacionado con los compromisos fiscales de los sistemas de
pensiones.
Esta tendencia aumentará en el futuro según todas las proyecciones demográficas
y financieras previsionales. Sin embargo, llama la atención que no existan
estadísticas oficiales sistematizadas respecto del gasto público de los sistemas de
pensiones en la región, así como modelos de proyección del gasto público en
pensiones. La creación de bases de datos con esta información debería ser una
prioridad para los países y para los organismos internacionales, con el objeto de
apoyar tanto el diseño de políticas como las futuras reformas previsionales y
fiscales que permitan consolidar la sostenibilidad de los sistemas de pensiones en
América Latina.
En muchos países se esta dando el caso, en jubilaciones está sobrepasando el
gasto público por eso traerán problemas a futuro.
Sistema de pensiones en Costa Rica
A lo largo de los últimos 80 años, el sistema de pensiones se ha complejizado
tanto en su estructura como en su funcionamiento interno al tiempo que amenazas
de entorno ponen sobre el tema asuntos de equidad y sostenibilidad del modelo.
En primer lugar, factores de índole laboral, demográfico y fiscal han elevado el
debate en torno a la reforma de pensiones y su sostenibilidad. En el plano fiscal, el
acelerado aumento de la deuda del Gobierno Central producto de elevados déficits
ha apuntado a algunos regímenes de pensiones como causales del faltante
público, urgiendo a nivel político la adopción de reformas que reduzcan tanto las
erogaciones actuales como los riesgos fiscales que ellos representan. A nivel
sectorial, el sistema de pensiones costarricense se caracteriza por su alta
fragmentación y por la coexistencia de regímenes contributivos con no
contributivos, obligatorios con voluntarios y de capitalización colectiva con ahorros
individuales obligatorios. Para estudiosos del tema de pensiones y tomadores de
decisiones, el caso costarricense es pródigo en experiencias y lecciones técnicas
y políticas de distinta naturaleza.
El sistema de pensiones en Costa Rica futuras generaciones. El debate sobre
sostenibilidad es inconcluso y dependerá del lente con que se mire y se hagan las
estimaciones. El presente caso presenta las principales características
estructurales y financieras del modelo de pensiones costarricense a partir de tres
capítulos.

Los cuatro pilares y los respectivos regímenes que componen el sistema de


pensiones en Costa Rica. Asimismo, se detalla la naturaleza y rol de la
Superintendencia de Pensiones como órgano rector del sector.
a) Pilar 1: contributivo obligatorio o contributivo básico El pilar contributivo
obligatorio es de capitalización colectiva con financiamiento de naturaleza tripartita
donde Estado, trabajadores y patronos aportan al mismo. En su gran mayoría, los
esquemas del pilar 1 están orientados a trabajadores asalariados o
independientes bajo un esquema de beneficio definido.
No existe en el país un solo régimen de capitalización colectiva. De hecho, en la
actualidad, el pilar posee 6 sub-regímenes según lo detallan Sauma (2013) y el
Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN, 2016).
Tales sub-regímenes son:
1. El de Invalidez, Vejez y Muerte administrado por la Caja Costarricense del
Seguro Social (CCSS) que posee al 92,1% de los afiliados al sistema.
2. El de Capitalización Colectiva del Magisterio Nacional y cuya gestión está en
manos de la
Junta de Pensiones y Jubilaciones del Magisterio Nacional (JUPEMA). Este
régimen absorbe el 6% de los afiliados.
3. El Régimen Transitorio de Reparto del Magisterio Nacional, gestionado por
JUPEMA pero con cargo al Presupuesto Nacional.
4. El Fondo de Jubilaciones y Pensiones del Poder Judicial (FJPPJ) que cubre a
todos los trabajadores y pensionados del Poder Judicial y sus dependencias y
representa el 1% de los afiliados totales.
5. El Régimen de Pensiones y Jubilaciones de Bomberos Permanentes,
administrado por el Instituto Nacional de Seguros.
.6. Los distintos regímenes contributivos administrativos por la Dirección Nacional
de Pensiones (DNP) con cargo al Presupuesto Nacional y que está conformado
por pequeños esquemas como el de Hacienda, el de Obras Públicas y
Transportes y el del Registro Nacional, entre otros.
b) Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM)
La Ley Constitutiva de la Caja Costarricense del Seguro Social del 1 de noviembre
de 1941 crea el seguro por Invalidez, Vejez y Muerte (IVM), mismo que entra a
regir el 1 de enero de 1947 como un esquema de protección para trabajadores de
gobierno, entidades autónomas, semiautónomas, municipalidades y trabajadores
de la empresa privada en puestos administrativo. Entre 1947 y 1961, el IVM inicia
una serie de reformas parciales que permiten ir incorporando diversos grupos de
trabajadores hasta que en mayo de 1961 se promulga la Ley 2738 de
Universalización de los Seguros Sociales de la
CCSS con el fin de incluir como posibles beneficiarios del régimen a múltiples
grupos laborales que aún se encontraban sin acceso al esquema. Hacia 1975, el
seguro se amplía a beneficiarios y su familia de manera que todo el núcleo tuviera
acceso a una protección básica.
Torres (2015) sintetiza de esta forma los principios sobre los que se rige el
régimen de la Caja:
• Universalidad: garantizar la protección en pensiones a todos los habitantes del
país sin distinción de ninguna naturaleza.
• Solidaridad: quienes mayores ingresos presentan, contribuyen en mayor medida
para financiar las prestaciones de quienes tienen menores ingresos y, por tanto,
contribuyen menos.
• Obligatoriedad: es la contribución forzosa del Estado, patronos y trabajadores,
con el fin de proteger a estos contra los riesgos establecidos.
• Igualdad: propicia un trato equitativo e igualitario para todos los ciudadanos sin
excepción, de modo que existe igualdad en el acceso a la protección.
• Equidad: pretende una verdadera igualdad de oportunidades para que todos los
ciudadanos puedan ser protegidos en el régimen de pensiones, de una manera
oportuna, eficiente y de buena calidad.
• Subsidiariedad: es la contribución solidaria del Estado para la universalización
del seguro social en su doble condición (patrono y Estado).
El IVM se financia de forma tripartita con cotizaciones que ascienden a 3,34% por
parte del trabajador, 5,08% por parte del patrono y 1,24% por parte del Estado.
Para pensionarse, las personas deben haber cumplido 65 años y tener al menos
300 cuotas. Si se desea una pensión anticipada,

1. Generalidades de las Pensiones o Jubilaciones


Se puede comprender el concepto de pensión como aquel pago mensual que
proviene de un fondo de pensiones dentro de un Sistema de Seguridad Social o
seguros colectivos o de una partida especial del presupuesto público1.
Los sistemas de seguridad social se basan en contribuciones de las personas
afiliadas, quienes cotizan una parte de su salario y de aportes de los empleadores
o del Estado. La seguridad social recibe estas contribuciones y con ellas paga
pensiones a los asegurados que sufren percances de salud (invalidez) y obtienen
su jubilación cuando alcanzan cierta edad y han cumplido determinados años
de servicio o bien se otorgan al cónyuge sobreviviente o a los herederos de un
trabajador cuando este fallece.
Actualmente, los Sistemas de Pensiones se dividen en dos grandes sistemas,
Sistema de Reparto y Sistema de Capitalización2:
1.1 Sistema de reparto
En el sistema de reparto, las cotizaciones de los trabajadores activos están
destinadas a financiar las pensiones existentes en ese momento. También, este
principio es conocido como solidaridad intergeneracional o deuda generacional,
ya que la generación cotizante financia la pensión de la generación jubilada y a
su vez la primera será financiada por la generación que le sigue.
Por tanto, las cotizaciones recaudadas de los trabajadores no se acumulan en su
totalidad en un fondo para la percepción de futuros pagos a los mismos, sino que
son empleadas en financiar las pensiones del momento. No obstante, sí generan
derechos futuros para los trabajadores que contribuyen.
Las cotizaciones en este sistema son de carácter obligatorio y su financiación
suele repartirse entre trabajador y empleador. La cuantía de las contribuciones
dependerá de los ingresos, pues generalmente es porcentaje de estos.
El problema del régimen de reparto es que son sostenibles en el tanto haya más
trabajadores entrando al régimen de los que pensionan. Sin embargo, debido a
los cambios demográficos que experimenta el país (disminución en la tasa de
natalidad), cada vez hay menos personas en capacidad de cotizar por cada
pensionado, es decir, cada vez hay menos personas financiando las pensiones de
los jubilados.
1.2 Sistema de capitalización
En este sistema, cada contribuyente cotiza para sí mismo, por lo que en este caso
las prestaciones guardan una relación directa con las aportaciones que se han
ido realizando y con rentabilidad financiera del sistema. En este caso, no aparece
el componente de solidaridad intergeneracional que tiene el sistema de reparto.
En este sistema, existe un fondo (conocido como plan de pensiones) donde se
guardan las aportaciones de cada contribuyente a nivel individual para que
generen futuras prestaciones. Las aportaciones son generalmente voluntarias, a
cargo del trabajador o del empleador y pueden ser periódicas o extraordinarias.
El acceso a las prestaciones está generalmente condicionado a acreditar una
condición de jubilado legal, mientras que es posible disponer anticipadamente
de prestaciones en determinados casos (Villanueva, 2015).
Por otra parte, es importante mencionar que la calidad de los sistemas de
Pensiones se evalúa considerando tres dimensiones en particular: cobertura,
adecuación de los beneficios y sostenibilidad. La primera dimensión hace
referencia a la proporción de adultos pertenecientes a la tercera edad
protegidos por los sistemas o en el caso de ser contributivos, la proporción de
jóvenes y adultos contribuyendo a los mismos. La adecuación de los beneficios se
relaciona con el nivel de los beneficios, considerando si aquellos que los reciben
son capaces de mantener un nivel adecuado de consumo para satisfacer sus
necesidades. Finalmente, la sostenibilidad se refiere a la capacidad del sistema
de cumplir con los compromisos asumidos sin generar mayores desajustes en las
cuentas fiscales3. La combinación y el manejo de estos tres factores determinan el
riesgo y la supervivencia de un sistema de pensiones.
Fuente: Unidad de Análisis Prospectivo.

Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte de la CCSS


Situación actual Este sistema de pensión se encuentra dentro de la seguridad
social que tiene Costa Rica y tiene como principios fundamentales:
• Universalidad: garantizar la protección en pensiones a todos los habitantes del
país sin distinción de ninguna naturaleza.
• Solidaridad: quienes mayores ingresos presentan, contribuyen en mayor medida
para financiar las prestaciones de quienes tienen menores ingresos y, por tanto,
contribuyen menos.
• Obligatoriedad: es la contribución forzosa del Estado, patronos y trabajadores,
con el fin de proteger a estos contra los riesgos establecidos.
• Igualdad: propicia un trato equitativo e igualitario para todos los ciudadanos sin
excepción, de modo que existe igualdad en el acceso a la protección.
• Equidad: pretende una verdadera igualdad de oportunidades para que todos los
ciudadanos puedan ser protegidos en el régimen de pensiones, de una manera
oportuna, eficiente y de buena calidad.
• Subsidiariedad: es la contribución solidaria del Estado para la universalización
del seguro social en su doble condición (patrono y Estado).
Torres Jiménez, Cristian. “Valuación actuarial de largo plazo del Seguro de
Invalidez, Vejez y Muerte”, Caja Costarricense de Seguro Social, 30 de julio 2015.
Análisis Prospectivo Costa Rica:
Estado de las Pensiones Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte Este régimen y en
general todos los sistemas de pensiones, se enfrentan en el largo plazo a desafíos
derivados de la operación normal propios de ellos, tales como la reducción
esperada en la cantidad de nacimientos y en la cantidad de muertes por
enfermedad; consecuentemente una esperanza de vida cada vez mayor y, por
tanto, un envejecimiento de la población, pero en realidad, el envejecimiento
demográfico es un resultado directo de la disminución de la natalidad, es decir, de
la contracción de la base de la pirámide de población (Rosero, 2012).
En caso costarricense lo anterior es notorio, pues se espera una disminución
significativa en la tasa de natalidad en tanto que la de mortalidad se mantenga
relativamente constante, lo cual generara un envejecimiento de la población. La
tasa de natalidad es de 15,3 nacimientos por cada 1.000 habitantes en el 2015 y
se proyecta una tasa de 12,7 nacimientos por cada mil habitantes para el 2015, lo
que implica disminución porcentual del 17%, mientras que la tasa de mortalidad se
encuentra en un valor cercano a 4,4 muertes por cada mil habitantes y en diez
años se proyecta a una tasa de 5,0 por cada 1.000 habitantes, por lo tanto, se
espera una tasa de crecimiento del 12% (MIDEPLAN, 2015).

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