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Datos rápidos

● Sistema previsional: subsistema de la seguridad social que cubre las contingencias de


vejez, invalidez y muerte.
● 3 problemas que llevaron el sistema previsional a la crisis: inflación que licuó el superávit
durante los 50 y los 60. Evasión previsional. Retiro a edades tempranas y beneficios muy
altos.
● Tasa de dependencia o relación de dependencia: población potencialmente
inactiva/población en edad potencialmente activa = (pob < 15 y pob >60)/(15<pob<60)
● Deuda pensional implícita: el valor presente de las obligaciones con los participantes en el
sistema.
● Bono demográfico o ventana demográfica de oportunidades: Fase temporal durante una
transición demográfica que consiste en mucha más población activa que inactiva (tasa de
dependencia en mínimos) se origina con una caída en la tasa de fecundidad. Es favorable
para el desarrollo.

ASAP: Evolución y financiamiento de la previsión social en Argentina

Este documento tiene como alcance entender el funcionamiento de la Seguridad y Previsión Social
en Argentina analizando sus principales características, su evolución histórica, sus consecuencias y
su impacto en las cuentas del Estado.

Capítulo 1 - Seguridad social: definición, principios, objetivos y opciones de política:

La definición más difundida de seguridad social (Organización Internacional del Trabajo) afirma que
se trata de “la protección que la sociedad proporciona a sus miembros mediante una serie de
medidas públicas contra las privaciones económicas y sociales que, de otra manera, derivarían de la
desaparición o de una fuerte reducción de sus ingresos como consecuencia de la enfermedad,
maternidad, accidente de trabajo o enfermedad profesional, desempleo, invalidez, vejez o muerte y
también en la protección en forma de asistencia médica y de ayuda a las familias con hijos”.

Aunque la definición incluya al desempleo, las cargas de familia, la maternidad, la pérdida de salud
(salud como ausencia de enfermedad) y accidentes de trabajo, el principal programa de la seguridad
social es el que refiere a las contingencias de vejez, invalidez y muerte (pérdida de los ingresos del
hogar como consecuencia de la muerte de uno de sus miembros económicamente activo o perceptor
de una prestación). El subsistema encargado de cubrir estas tres contingencias se denomina
sistema previsional.
Es óptimo llamarlo subsistema porque permite diferenciar de lo que se suele utilizar como Sistema de
Protección Social, que incluye otras contingencias diferentes a estas tres.

Desde hace más de 130 años en la Alemania de Bismarck ya se encontraba presente la


obligatoriedad de la participación en el sistema (financiado por trabajadores y empleadores y
regulado por el Estado), de todas maneras, es recién en 1942, en Reino Unido, que William
Beveridge desarrolla el concepto moderno de seguridad social, integrando en un mismo esquema a
los seguros sociales, a la asistencia social y a los seguros voluntarios. De esta manera, la seguridad
social alcanzó un estatus global.

En cuanto a los principios de la seguridad social, partiendo de lo impulsado por Beveridge es posible
resumirlos en cinco ítems:

- Universalidad en la cobertura: la inclusión de todos los trabajadores y sus grupos


familiares en los beneficios de la seguridad social.
- Igualdad, equidad o uniformidad en el trato: consiste en la no discriminación por etnia,
género, idioma, religión, inclinación política, nacionalidad, región de residencia, situación
económica y patrimonial, condición social u otras.
- Solidaridad y redistribución del ingreso: en términos intrageneracionales (subsidios
cruzados entre beneficiarios) como intergeneracionales (transferencias netas de una
generación a otra)
- Comprensividad y suficiencia de las prestaciones: un nivel de prestaciones que permita
al trabajador y a su grupo familiar evitar una situación de pobreza ocasionada por la pérdida
transitoria o permanente de ingresos generada por las tres contingencias vistas. Dentro del
sistema previsional, esto se denomina cobertura previsional.
- Unidad, responsabilidad del Estado, eficiencia y participación en la gestión: el rol del
Estado como responsable último del sistema de seguridad social y la importancia de la
participación de los propios asegurados en la administración del sistema. Se incorpora la
noción de eficiencia y eficacia económica ante la existencia de economías de escala en la
administración previsional, aprovechadas por un sistema centralizado.

Según el economista Horacio Piffano, a fines de 1970, época caracterizada por desequilibrios fiscales
en América Latina tras acontecimientos económicos, políticos y sociales, nace una visión
caracterizada por sistemas previsionales públicos con desbalance financiero. Sus autodenominados
cinco objetivos son los siguientes:

- Cobertura de vejez, incapacidad y muerte: se lo enuncia como forma de corregir falencias


del mercado que impiden a los individuos trasladar en forma voluntaria ingresos desde la
etapa activa hacia la etapa pasiva de sus vidas.
- Redistribución de los ingresos: el mercado está limitado para lograr resultados en
términos de equidad que resulten tolerables socialmente y sostenibles políticamente.
- Estímulo al crecimiento económico sostenido y al mantenimiento de altas tasas de
ahorro nacional: esta visión conceptualiza al sistema previsional como una fuente de
crecimiento económico capaz de acumular recursos que eventualmente podrían derivarse
hacia la inversión productiva.
- Neutralidad en el mercado de trabajo: la no interferencia en los mecanismos de mercado
que determinarían en forma eficiente la tasa de desempleo y el nivel de salarios. Las
potenciales fuentes de distorsión en el mercado laboral serían la existencia de aportes y
contribuciones que funcionan como un impuesto al factor trabajo y, por ende, reducirían su
oferta y demanda, además de que la existencia de beneficios previsionales incentivaría a un
retiro prematuro del trabajo por parte de la población.
- Autofinanciamiento: en un contexto de pocos recursos fiscales se plantea el objetivo de
lograr el autofinanciamiento de los sistemas previsionales, o sea que los gastos previsionales
se sostengan únicamente por los aportes y/o contribuciones patronales sin usar recursos
adicionales como aportes del tesoro, impuestos, tasas o cánones.

Algunos de estos objetivos son inconsistentes entre sí. Resulta imposible financiar prestaciones
universales (a todos los trabajadores) y permitan evitar situaciones de pobreza únicamente con
aportes y contribuciones (autofinanciamiento). El concepto de autofinanciamiento chocaría también
con la visión de que el Estado debe garantizar el funcionamiento del sistema por encima de la
recaudación.

Los mecanismos más usuales para lograr el autofinanciamiento típicamente fueron el aumento de los
requisitos de edad, la disminución del valor real de los beneficios retrasando los ajustes en un
contexto inflacionario, lo que va en contra del objetivo principal del sistema de brindar cobertura.
Por otro lado, querer más progresividad en el sistema (con haberes mínimos y máximos) y conseguir
un mayor grado de financiamiento impedirían disminuir las distorsiones en el mercado de trabajo.
Queda en claro entonces que los objetivos representan paradigmas teóricos e ideológicos.

Los objetivos modernos sitúan sus preocupaciones en la cobertura de las contingencias y las de tipo
redistributivo con el interés por no interferir en los mercados, como el de trabajo con beneficios,
aportes y contribuciones.

El seguro social constituye el aspecto más moderno de los sistemas previsionales en el mundo.
Está basado en la obligación de la participación para un universo de trabajadores predefinido que
implica la financiación vía aportes y contribuciones mientras que genera derechos adquiridos por
tales contribuciones susceptibles de ser reclamados judicialmente ya que son de cumplimiento
forzoso para el administrador. Por más que el Estado no administre directamente el sistema, es el
responsable último. Para mantener el estado de derecho adquirido, los aportes y contribuciones
suelen introducirse en cuentas especiales donde no se mezclarán con los fondos generales del
Estado o el patrimonio del ente administrador.

El concepto de asistencia social antecede al de seguro social. La principal característica de estos


programas es que las prestaciones no tienen origen en contribuciones previas, inclusive no se suele
exigir participación previa en el mercado de trabajo sino que se responde a la necesidad de
condiciones de vida. La determinación del valor de la asistencia no guarda relación con los ingresos
previos sino que toma como referencia el valor que separa al beneficiario de dicho punto.
Es habitual que el financiamiento surja de los recursos generales y que por lo tanto no esté
administrado a través de cuentas separadas. El costo de administración de la asistencia social es
superior al del seguro social dada la complejidad que conlleva determinar las condiciones de vida de
los solicitantes.

Los seguros voluntarios de mercado permiten acceder a quienes lo hayan decidido y tengan los
recursos para hacerlo, a un nivel superior de protección. Permiten reducir la presión que los
trabajadores de mayores ingresos puedan desarrollar sobre el seguro social. Por otro lado, los
autores señalan que el Estado suele ser presionado para establecer incentivos fiscales a su
contratación, con lo cual se reduce la progresividad del sistema impositivo en su conjunto y la que
proviene de la seguridad social.

Hay más tipos de sistemas, esquemas de caja de previsión, planes ocupacionales (Japón o Australia)
y prestaciones universales (Nueva Zelanda).

Todas estas formas de asistencia y seguro social y seguros voluntarios se puede configurar de
distintas formas:

● Por grado de compulsión: la participación en el sistema previsional puede ser obligatoria o


voluntaria, generalmente toma un valor intermedio. Los trabajadores cuentapropistas tienen
una participación voluntaria mientras que también se puede estimular mediante incentivos
económicos (fiscales) sin que sea obligatoria.
● Por la variable predeterminada: al buscarse balance en las finanzas del sistema o evitar
desequilibrios poco sostenibles se busca predefinir el valor de uno de los parámetros del
sistema, generalmente la tasa de sustitución del salario o la tasa de aportes y contribuciones.
En el primer caso, el riesgo recae sobre las próximas generaciones bajo la forma de
eventuales incrementos en las tasas. Si lo que se pauta es la tasa de cotización, el riesgo
cae sobre los individuos que no se aseguran de antemano por el hecho de cumplir con los
requisitos de cotizaciones y edad necesarios para acceder.
Por ello, suelen pre definirse las dos a la vez por medio de una reducción de la tasa de
sustitución del salario vía formas de financiamiento no contributivo.
● Por el grado de prefinanciamiento:

Horacio Piffano: Los sistemas previsionales y sus efectos económicos en el


mercado de trabajo y el nivel de actividad (1996)

El impuesto sobre la nómina como medio de financiamiento del sistema previsional:

Un sistema de Seguridad Social financiado con contribuciones que gravan la nómina (salario) afecta
tanto a la oferta como a la demanda de trabajo y, por consecuencia, al empleo.

La primera vía es denominada por el autor como “efecto retiro”, que produce una reducción en la
oferta laboral en el segundo período.
En el primer período, la oferta laboral depende de la manera en la que el individuo interpreta sus
pagos de seguridad social. Si el trabajador interpreta a los aportes como un mecanismo de ahorro
obligatorio (que se traduce en beneficios jubilatorios por el mismo monto) entonces la oferta laboral
no debería modificarse. Sin embargo, si los aportes tienen características de impuestos, el efecto que
se suele encontrar es una reducción en la oferta de trabajo.
En esta figura se visualiza el efecto en la elección consumo-ocio del agente típico:

Dado el salario actual (w), el equilibrio inicial (sin impuestos, sin seguridad social) está en el punto 1.
Cuando se introduce un nuevo impuesto de tasa t, el precio del ocio (salario por hora) cae hasta el
nuevo equilibrio en el punto 2. Esto sucede por dos motivos.
En primer lugar, al gravarse el trabajo, el salario neto disminuye y el individuo tiene mayores
incentivos a dejar de trabajar y a aumentar su consumo de ocio, es decir, efecto sustitución. De
esta manera se reduce la oferta laboral (pasa de A a B)
En segunda instancia, el impuesto reduce el salario medio percibido por el trabajador, de manera que
el ingreso disponible disminuye y se reduce el consumo de todos los bienes superiores, es decir,
efecto ingreso donde la oferta laboral aumenta.
La literatura sugiere que el efecto sustitución predomina por sobre el efecto ingreso.
Al existir aportes patronales la demanda de trabajo también se va a ver afectada. La curva de
demanda se desplazará hacia la izquierda.

En el punto 1, el equilibrio inicial de la oferta y demanda de trabajo son sin impuestos. Con impuestos
personales y patronales sobre los salarios, las curvas se desplazan a O’ y D’ respectivamente
mientras que el empleo se reduce de L0 a L1. Se genera una divergencia entre el salario pagado por
las empresas y el percibido por los trabajadores. Las elasticidades de la oferta y la demanda son
importantes para determinar cuánto va a incidir el impuesto.
El salario de mercado ahora es w’ (pero podría ser igual o mayor al anterior, depende de las
elasticidades), el salario efectivo percibido por el trabajador cae a w’’ y el costo laboral aumenta a w’’’.

La caída del ahorro genera una reducción en la inversión y en el stock de capital futuro de la
economía, por lo que el trabajo se vuelve menos productivo y por lo tanto el nivel de empleo es
menor junto a la remuneración. Por otro lado, el encarecimiento del trabajo induce la sustitución de
trabajo por capital: las técnicas de producción serán más intensivas en capital:

Partimos del equilibrio en el punto 1 donde la tasa marginal de sustitución técnica entre factores
(cuántas unidades de un factor se está dispuesto a renunciar para obtener una unidad adicional del
otro) se iguala a su precio relativo. Con un impuesto de seguridad social sobre el trabajo, este factor
se encarece y el nuevo equilibrio ocurre en el punto 2. Hay que renunciar a más K para conseguir L?
En resumen, un Sistema de Seguridad Social financiado con contribuciones sobre el salario reduce el
empleo. De un lado, la oferta laboral es menor producto de un efecto sustitución que aumenta el nivel
de ocio y reduce la cantidad ofrecida de trabajo que supera a un efecto ingreso que reduce el
consumo de bienes superiores como el ocio. Por otra parte, la demanda de trabajo cae tras el
encarecimiento del factor trabajo: como resultado, las empresas sustituyen el trabajo por capital y las
técnicas de producción se vuelven más capital intensivas.

Lo dejé en la página 4.

Carlos Martínez y presentación de clase: Autofinanciamiento

Equilibrio en un régimen de reparto de financiamiento contributivo:

En un sistema de reparto, se tiene una ecuación donde uno de los lados abarca el gasto que se
puede desagregar en beneficiarios (cantidad física, cuántos son) multiplicado por el valor de esa
pensión/jubilación.
Del otro lado, se tiene el financiamiento. Si el sistema es de reparto puro (o bismarckiano) el
financiamiento será “Aportes y contribuciones a la seguridad social”, las cargas sociales financiando
todo el gasto jubilatorio. Dichos aportes se pueden desagregar en: la cantidad de trabajadores que
están aportando a la seguridad social multiplicado el salario que tienen multiplicado por el impuesto
que pagan por ese salario a la seguridad social.

o: w . c . La = s. w . j
donde

w = salario medio.
c = tasa de aporte o contribución. Incluye tanto aportes patronales como contribuciones.
s = tasa de sustitución del salario (porcentaje del salario reconocido como haber jubilatorio, la
jubilación salario sustituido)
J = cantidad de jubilados.
La = cantidad de trabajadores activos aportantes, determina los egresos del sistema.

Así mismo tenemos que:

c (tasa de contribución) .La/J (tasa de sostenimiento) = s (tasa de sustitución del salario)

Esta es la tasa de sostenimiento demográfica (TSD), mide la cantidad de población


potencialmente activa que puede financiar a un potencial beneficiario, si se reduce, se tiene un
problema: agotamiento de reservas, aumento de aportes o disminución de haberes, asistencia
externa (tributaria o endeudamiento).
La TSD es la inversa de la tasa de dependencia (TDD), siendo esta última la relación entre la
población que potencialmente financia y que potencialmente demanda (relación es población > 60
respecto de 20<P<59).

En el caso de Argentina, el beneficio es = 1.5*cantidad de años cotizados + PBU (prestación básica


universal, componente fijo)
Resolución:

A) Tasa de sustitución observada:


haber medio/salario = 200/500 = 0.4
B) Tasa de contribución observada:
recaudación por contribuciones/masa salarial = 0.12
C) Tasa de sostenimiento observada:
TSD = La/J
La = masa salarial/salario medio
J = gasto en pensiones/haber medio
TSD = 6.000.000/3.500.000 = ≈ 1,71
D) Tasa de sostenimiento requerida:
c*La/J req. = s
0.12*La/J req = 0.4
La/J req. = 0.4/0.12
La/J req. = ≈ 3,33
E) Tasa de dependencia observada:
TDD = J/La
TDD = 3.500.000/6.000.000
TDD = ≈ 0.58
F) Haber medio que equilibra el sistema de reparto:
j*haber medio eq. = recaudación por contribuciones
3.500.000 * haber medio eq = 360.000.000
haber medio eq. = $102.85
G) Tasa de sustitución requerida:
haber medio eq./salario = Tasa de sustitución req.
102.85/500 = 0.20
H) Tasa de contribución requerida con tasa de sustitución del 70%:
w*c = s*w*j/La
500*c = 0.7*500*0.58
c = ≈ 0.40
Resolución:

A) Tasa de sustitución observada:


haber medio/salario = 200/450 = 0.44
B) Tasa de contribución observada:
recaudación por contribuciones / masa salarial = 0.15
C) Tasa de dependencia observada:
TDD = J/La
TDD = 3.000.000/5.000.000
TDD = 0.6
D) Tasa de sostenimiento requerida:
c*La/J req = s
0.15*La/J req = 0.44
La/j req = TSD req = ≈ 2.93
E) ¿El sistema de reparto está en equilibrio? justifique:
Tomando como datos; la recaudación por contribuciones a la seguridad social
($337.500.000) y los gastos en pensiones ($600.000.000) surgiendo este último a raíz de
multiplicar la cantidad de jubilados y pensionados por el haber medio, se deduce que el
sistema de reparto es deficitario por $262.500.000
F) Si el sistema fuera de contribución definida ¿cuál es la jubilación media de equilibrio?
jubilados y pensionados * haber medio de equilibrio = recaudación por contribuciones
3.000.000 * haber medio de equilibrio = $337.500.000
haber medio de equilibrio = $112.5
Resolución:

Datos:
TDD observada = j/La = 0.58
Tasa de contribución observada (c) = 0.12
w = $500
→ w*c = s*w*j/La
→ $500*0.12 = s*$500*0.58
Tasa de sustitución requerida (s) = 0.20
Haber jubilatorio medio = s*w = 0.20*500 = $100

A) Haber medio que equilibra el sistema de reparto:


Haber medio eq. = Tasa de contribución/TDD*w
Haber medio eq. = 0.12/0.58*$500
Haber medio eq. = $103.44
B) Tasa de sustitución requerida:
Tasa de sustitución requerida (s) = 0.20
C) Si estamos en presencia de tasa de sustitución fija 70% sobre salario ¿cuál es la tasa
de contribución de equilibrio?
c*

c (tasa de contribución) .La/J (tasa de sostenimiento) = s (tasa de sustitución del salario)


Equilibrio en un sistema de capitalización

En un régimen de capitalización se define como F al fondo de pensiones (también conocido como


“capital acumulado por capitalización de aportes”) y como B al valor presente de los beneficios o
renta vitalicia:

Todos los períodos (n) el trabajador hace su aporte (c*w), ese aporte irá acumulando a una tasa (ic)
que se ve afectada por la variación de los salarios a lo largo del tiempo.

A raíz de ese fondeo se pagará una renta vitalicia que es equivalente a la tasa de sustitución del
salario (s*w) llevado a valor presente descontado tanto por la variación de los salarios y por una tasa
de descuento (i). El descuento se realizará durante (n) años de pasividad, los años donde es
requisito aportar para poder obtener una renta vitalicia que será efectiva durante los años de
pasividad (m).

La tasa de pasividad se define como p = m/n.

Suponiendo que i=ic=g:

donde s = c(n/m) o c = s(m/n)

La tasa de sustitución del salario dependerá de la inversa de la tasa de pasividad y de la tasa de


aporte. Para obtener una cierta tasa de substitución (s), se definió la tasa de aporte requerida dada la
tasa de rendimiento garantizada (r)
Resolución:

Determinar si resulta más conveniente el sistema de capitalización o el de reparto:


Debe calcularse cuál permite obtener el 70% con un menor impacto tributario.
Reparto: Tasa de sostenimiento = La/J = 1.37
Tasa de contribución (c) eq. reparto = 0.7/1.37 = 0.51 (51% de presión impositiva)

Capitalización: Tasa de contribución (c) = s*(m/n) = 0.7(14/30) = 0.32 (32% de presión


impositiva)

Es más conveniente el sistema de capitalización ya que requiere un 32% de tributo para


mantener el equilibrio, menor al que requiere el de reparto.

ASAP: Evolución y financiamiento de la previsión social en Argentina

Capítulo 2 - Evolución histórica de la previsión social en Argentina hasta la década de 1990

Para analizar la evolución histórica se partirá de las siguientes cinco etapas de la historia previsional
argentina previa a la década de 1990:

● 1580-1904: prehistoria de la seguridad social en Argentina.


● 1904-1944: primeros regímenes orgánicos por actividad.
● 1944-1968: universalización de la seguridad social.
● 1968-1980: centralización administrativa y unidad legislativa.
● 1980-1990: crisis de la seguridad social.

1580-1904: prehistoria de la seguridad social en Argentina

Las raíces fundamentales del sistema previsional Argentino se relacionan con las instituciones
desarrolladas durante la etapa del dominio colonial español en los territorios que actualmente
conforman el país.

El conjunto más antiguo, que paradójicamente sigue vigente, remite a las pensiones (pagos
periódicos vitalicios), en dicha época el Rey de España las otorgaba a algunos militares, civiles y
eclesiásticos a su gracia.
Otras dos instituciones destacadas en la época consistieron en los montepíos y las cofradías: se
centraban en los gastos de sepelio, viudez y orfandad, es decir estaban todas asociadas a la
contingencia de muerte. Las diferencias entre sí radican en el criterio de inclusión poblacional.

Estas instituciones tendieron a la desaparición durante las siete décadas posteriores a la revolución
de mayo en 1810. A partir de esa finalización, las instituciones propias de la seguridad social (ya en
ese entonces reducidas a la mínima expresión), resurgen bajo una fuerte impronta estatal.

Bajo la ley 1909 de 1886 se regularizan pensiones para miembros del sistema educativo, luego para
el personal judicial, universitario, policial, trabajadores estatales, sin ser un sistema contributivo sino
un sistema que requiere del cumplimiento de ciertos objetivos. Recién en 1901 se establece que el
5% del salario de todos los empleados de la administración y de los jubilados será deducido. Ese fue
el primer principio de contribución para la financiación y acceso.

1904-1944: primeros regímenes orgánicos por actividad

Este primer régimen orgánico toma el nombre de Montepío Civil, la diferencia con el sistema colonial
es que se abandonó el esquema semigraciable y se le sumó la suerte de contributividad al pago de
las prestaciones y a los gastos asociados a las mismas.

A lo largo de esta etapa, que dura cuatro décadas, se incorporan paulatinamente distintas
profesiones y actividades a la previsión social, con una falta de coordinación entre los diferentes
regímenes orgánicos que van surgiendo, cada uno administrado por una organización diferente. Esta
falta de coordinación es visible en los distintos parámetros que tiene cada régimen.

La expansión del sistema previsional está relacionada al empleo público (servicio civil, militar y
policial, empresas públicas, ferrocarriles estatales, banca pública) mientras que la extensión al sector
privado se da de manera muy lenta durante este período y está asociado a un conflicto social.
El primer grupo de trabajadores del sector privado que logró acceder a la previsión social fueron los
empleados de ferrocarriles no estatales a raíz de una huelga de maquinistas en 1915.
Luego hubo intentos por incorporar a otros sectores como los obreros industriales en 1920 pero se
encontró oposición en los empleadores y en los propios trabajadores.

En este período se logró un importante avance en la ampliación del sistema, sin embargo, el principio
de universalidad todavía se encontraba muy lejos de ser cumplido dado que la mayoría del universo
laboral no contaba aún con el derecho de cotizar para su jubilación.

A mediados de 1940, apenas el 7% de los trabajadores estaba incluido en el sistema previsional.

1944-1968: universalización de la seguridad social

A partir de la década de 1940 el sistema previsional argentino logra alcanzar niveles de cobertura
significativos. Esto fue posible por la incorporación de algunos grupos de trabajadores con la mayor
cantidad de personas.
En 1944, se incorpora al personal de salud, en 1946 al personal aeronáutico y a los obreros
industriales. En los próximos años se incorporan a los colectiveros, los profesionales, empresarios,
trabajadores independientes, trabajadores rurales, lo que implica un fuerte aumento en la cobertura.
Por último, en 1956 se extiende hasta el personal de servicio doméstico.

Esto permitió pasar de un 7% en 1944 a un 35% en 1949. De todas maneras, ya en este punto
empiezan a ser visibles los problemas asociados al modelo previsional por entonces vigente: la
sustentabilidad y la inequidad.
Las preocupaciones responden a lo fiscal dado que era preocupante el consumo del superávit
previsional, las reservas adelgazaban visiblemente incluso en un contexto de alta recaudación.

De este modo, ya en 1946 se empieza a debatir acerca de la necesidad de instaurar sistemas de


reciprocidad jubilatoria dada la cantidad de problemas que provocaba su ausencia.
En 1954 se abandonan los esquemas de capitalización colectiva ya que habían llegado a niveles
negativos.
En 1958 se limita el valor de los beneficios de las distintas cajas, fijando como nivel máximo de tasa
de sustitución el 82% móvil del ingreso previo al ingreso de actividades, reduciendo el potencial
redistributivo del sistema porque el porcentaje se calcula sobre el ingreso base del puesto y no de la
rama.
Este número (82%) es de difícil rastreo acerca de las causas que lo originaron, es poco probable que
haya surgido de un cálculo matemático o un sistema actuarial, probablemente surgió de la tasa de
sostenimiento de ese momento y su relación con la tasa de cotización.

1968-1980: centralización organizativa y unidad legislativa

A partir de 1968 se unifican las trece cajas previsionales existentes en ese entonces en solamente
tres. Dado el notorio déficit de las cajas, la determinación de los beneficios se vuelve menor, se pasa
del 82% al 70% del ingreso previo.

Un punto importante que aportaba a esta preocupación fiscal surge de las moratorias. Se instauraron
moratorias previsionales que, a corto plazo, permiten el ingreso de nuevos recursos para aliviar la
necesidad de la asistencia del tesoro pero, a mediano plazo, implica un incremento grande de gastos.

1980-1990: crisis de la seguridad social

La crisis de la seguridad social se intensificó en estas décadas a raíz de decisiones que


incrementaron el gasto al tiempo que disminuían sus ingresos, en un marco de profundas
inequidades en el sistema.

En 1980, el gobierno militar eliminó las contribuciones patronales para aliviar la carga al sector
empresarial en un intento por volverlo más competitivo. Como contrapartida, se aumenta la alícuota
del IVA y se extiende su alcance.
Esto empeoró la financiación del sistema y esta eliminación duró hasta la vuelta de la democracia
cuando se reestablecen los aportes en 7.5% en 1985 para luego subir a 12.5% en 1987.

La eliminación de aportes durante 1980-1985 afectó los ingresos del sistema, a su vez, se achata la
pirámide previsional producto de la suavización del consumo. Esto genera que el sistema tenga
menos capacidad para hacer frente a las obligaciones, por ende aumentando la litigiosidad y
generando así nuevos gastos vinculados con la administración del mismo.

Con todas estas condiciones, se llega a un cierto consenso de que el sistema requiere algún tipo de
modificación ya que no está cumpliendo con ningún objetivo para los cuales fue creado. No había
permitido suavizar el consumo a sus beneficiarios, ni continuidad en sus ingresos, ni logró una
cobertura universal. De esta forma, estos factores explican la caída del sistema previsional.
Es un sistema que no está preparado para los procesos inflacionarios o el empeoramiento
permanente de la tasa de desempleo.

El modelo tampoco fue capaz de adaptarse a los cambios poblacionales y laborales de las últimas
décadas. El próximo paso era la inminente reforma.
ASAP: Evolución y financiamiento de la previsión social en Argentina

Capítulo 3 - La reforma previsional de los 90, antecedentes, hitos y consecuencias

Hacia 1992 el sistema previsional presentaba un importante desequilibrio financiero, necesitaba de


recursos fiscales para ejecutar la totalidad del gasto. La reforma (ley 24241) se aprueba en 1993
intenta darle sustentabilidad a largo plazo al sistema y ordenar su situación institucional. Se eligió un
régimen mixto con preponderancia a un sistema de capitalización individual.

Antecedentes, contexto y causas de la reforma

Como la necesidad de financiamiento del sistema está en función de la recaudación fiscal y el gasto
previsional, todo lo que incide en el número de cotizantes, el nivel de salarios, las alícuotas de
aportes y contribuciones y el nivel de prestaciones, termina impactando en la situación financiera del
sistema.

La situación del sistema previsional argentino desde 1944 consiste en 20 años de formación de
excedentes, 15 años de equilibrio y desde 1980 en adelante, déficit previsional.

Desde mediados de 1970, el país observa un estancamiento económico que dura hasta 1992. Tras el
inicio de la convertibilidad, un ciclo alcista se produce hasta 1998. Tras la crisis de 2001 (a la que se
llega por la imposibilidad de mantener la paridad dólar-peso sin tomar financiamiento externo) el PIB
se redujo un 15,5% entre 2001 y 2002 y el estado se declaró en default.
La salida de la crisis cambiaria derivó en una fuerte devaluación, caída del salario real.
El sistema previsional resulta impactado por la evolución de los salarios y empleo registrado. Hasta el
2003 hubo una drástica reducción, luego inició una trayectoria creciente. Desde 1975 también se
registra una brecha entre salarios y productividad, a partir de 2003 ambas variables retoman el
mismo sentido.

A nivel de desocupación también se registra un fuerte aumento entre 1992 y 2002. Luego de 2003 se
inicia un período de reducción del desempleo, que a partir de 2010 recupera valores de la década de
los 80. En este gráfico se observa la tasa de precariedad: la proporción del empleo no registrado en
el total del empleo:

El proceso de precarización del sistema laboral influye en el debilitamiento del sistema previsional
contributivo. Al ser una transferencia de trabajadores activos a jubilados, no todo el empleo está
aportando a la seguridad social, no todo empleo es registrado por la seguridad previsional: no todos
los trabajadores y trabajadoras ahorran para luego tener un salario diferido.
Las contribuciones patronales entre 1991 y 2002, caen un 33% hasta el 22%. Las alícuotas van
desde el 16% al 10%, estas reducciones junto a la pérdida de recaudación de aportes complicaron su
financiamiento.

La reforma previsional (ley 24241)

Entre 1991 y 1994 el gobierno impulsa una serie de reformas estructurales que buscan desregular el
mercado de trabajo y cambiar el sistema previsional, inspirado en la experiencia de Chile, que en
1981 creó un sistema de capitalización de cotizaciones previsionales aún vigente.
La opción pro capitalización le daba la esperanza al sistema de tener estímulos diferenciales para los
aportantes y que no estaría expuesto a variables exógenas como la demografía o el mercado de
trabajo.
Las principales características fueron las siguientes:

1. Se crea el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP): se conforma un sistema


mixto de dos regímenes, el régimen público que es de reparto y el régimen de capitalización,
por ende había tres pilares: una prestación básica y universal (PBU), una prestación según
opción entre esos dos régimenes y un esquema voluntario bajo la lógica de capitalización
individual.
2. Cambio en las condiciones de otorgamiento de los beneficios y de las fórmulas de beneficio
de la prestación por vejez en el sistema de reparto.
3. El régimen de capitalización al que se pasa es de “beneficio indefinido”, es decir que el valor
de la prestación previsional depende de la acumulación en el fondo de pensiones. Esto es
equivalente a decir que los beneficios dependen de la evolución de la rentabilidad obtenida
por la cartera de inversiones de la AFJP y de la densidad del aporte del trabajador.
4. Se generó una institucionalidad sólida destinada a sostener el sistema.

Transferencias de Cajas Provinciales

De 1994 a 1996, diez provincias y la Ciudad de Buenos Aires transfirieron sus cajas previsionales a
la Nación, se trataban de provincias con poco desarrollo y alto empleo público, por lo que trasladaron
regímenes previsionales fuertemente deficitarios.
El sistema nacional absorbió déficit grandes en forma inmediata y las ex cajas provinciales se
incorporan directamente al régimen nacional.
Este sistema es conocido como armonización de cajas previsionales provinciales, las provincias se
comprometen a armonizar sus parámetros de sus regímenes a los del sistema nacional y a cambio
de ello la nación garantiza el financiamiento.

Efectos del cambio estructural en el sistema previsional

En el año 2001 cuando los acreedores internacionales dejaron de comprar deuda Argentina, estalló
la crisis económica, social y política. El empleo sufrió un fuerte deterioro, el salario real en pesos se
redujo fuertemente y las empresas recurrieron a recortes y a la evasión previsional.

Cobertura previsional

De 1994 a 2005 se produce una caída de la cobertura previsional de los mayores de 65 años. Cae
desde un 77% a un 70%, llegando a un 66% para luego recuperarse.
La “cobertura activa” que se mide por la porción de quienes mantienen empleo registrado en el total
del empleo, disminuye. En el mediano y largo plazo esto impacta negativamente en la cobertura, al
hacer más difícil reunir los años de servicio necesarios para jubilarse. En el corto plazo, el avance de
la informalidad tiene un impacto reductor en los recursos destinados al financiamiento de la seguridad
social.

Principales hallazgos

La política previsional en los 90 fue restrictiva de la cobertura (la llevó de 77% a 66%) al aumentar los
años de servicio y, en el caso del régimen de capitalización, individualizar los riesgos de la previsión
social y sistémicos.
Las cuentas fiscales, aparentemente contaban con mecanismos que les permitían resguardarse del
riesgo de inversión, del riesgo macro y del riesgo demográfico, la carga recae individualmente sobre
los beneficiarios.

El costo de gestión previsional aumentó, en el período 1996-2001. Tres veces más el costo operativo
del régimen público. En 2001-2002 se recortaron los haberes de los mayores ingresos.
La política económica de los noventa afectó al sistema previsional afectando la generación de
empleo, la precarización laboral y la reducción del salario real generando un desfinanciamiento del
sistema.
A esto, se le tiene que sumar el costo de los intereses de la deuda generada por los aportes
personales derivados a los fondos de pensiones. El aumento de la informalidad resultó que no se
pudo cumplir el objetivo de disminución de la evasión.

Moratoria de 2001 y de 2003-2015

Los principales cambios normativos en materia previsional en el período 2003-2015 incluyen políticas
dirigidas a ampliar la cobertura (moratorias), a regular su intensidad (movilidad), modificaciones
paramétricas y estructurales (reestatización)

En cuanto a las políticas de ampliación de la cobertura, recordemos que en 1994 la edad mínima se
elevó en cinco años. Durante el año 2004 se sanciona una ley atendiendo a las demandas del grupo
etario entre 50 y 60 (cuya consigna era “demasiado viejos para un empleo formal, demasiado jóvenes
para jubilarse”) que estableció que las personas que están desempleadas y hayan aportado durante
30 años restándole menos de cinco para cumplir con la edad de retiro, podrán acceder a un haber
mínimo hasta cumplir con la edad requerida.

Los efectos de esta ley eran acotados en términos de ampliación de la cobertura porque el requisito
que impedía el acceso a la jubilación para la mayoría de la población eran los años de aporte y no la
edad.
La verdadera explosión en el número de altas otorgadas se da en agosto de 2006 cuando la ANSES
introduce la Jubilación Automática para Trabajadores Autónomos, también conocida como jubilación
por internet, ya que permitía tramitar el beneficio por este canal. Se restringiría luego el acceso a la
moratoria a aquellos beneficiarios de un plan social o pensión de otro tipo como jubilación, pensión,
militar, nacional, provincial o municipal.

Los autores señalan que no puede hablarse de esto como una política de ampliación de la cobertura
porque el origen normativo de la moratoria fue “precario” ya que surgió de un decreto reglamentado
por tres resoluciones de dos organismos distintos, apoyados sobre una ley que buscaba solucionar
un problema distinto que a su vez remite a otra ley de casi una década de antigüedad.
Una distinción de esta moratoria con las anteriores es que las anteriores tenían un objetivo financiero;
incrementar la recaudación de aportes y contribuciones en el corto plazo siendo el aumento de la
cobertura un efecto social producto de este objetivo pero no era algo buscado.
En cambio esta moratoria busca explícitamente aumentar la cobertura ya que desde sus inicios
representó un flujo de gastos en jubilaciones superior a los aportes, por lo que algunos autores
señalan que algunas reformas estructurales que se hicieron luego se deben a la necesidad de
financiar esta ampliación.
Otro dato relativo a esta cuestión tiene que ver con que un porcentaje importante de la población
declaraba deudas previsionales por actividades de cuenta propia cuando en realidad durante esos
períodos se desempeñaron en relación de dependencia en empleos no registrados.

En cuanto a los cambios estructurales, los ingresantes que no ejercieran de forma explícita su opción
previsional se incorporaron al sistema de reparto por defecto. Los afiliados al sistema privado que a
diez años o menos de cumplir la edad mínima de retiro no hubiesen logrado un saldo de
capitalización igual o mayor a $20000 eran traspasados al sistema de reparto.
El resto de los afiliados podía optar cada cierto tiempo en pasar de un sistema al otro sin vuelta atrás.
Las alícuotas de capitalización volvieron al mismo valor que antes.

Se fijó además a la ANSES como ente administrador y se creó un Consejo del FGS cuyo objetivo era
“monitorear los recursos del sistema”
También, por primera vez se fijó por ley que los fondos de jubilaciones y pensiones debían invertir un
porcentaje mínimo en determinados instrumentos ajenos a la liquidez. 5% en valores de deuda cuya
finalidad sea financiar proyectos productivos a mediano o largo plazo en Argentina.

La crisis de 2008 afectó negativamente a los fondos de jubilaciones y pensiones por lo cual el
contexto era favorable a la reforma. Finalmente, se sanciona en la ley 26425 y se suprime el sistema
mixto, creándose un régimen enteramente de reparto llamado Sistema Integrado Previsional
Argentino (SIPA)
La transición de un sistema a otro se dio transfiriendo saldo de las cuentas de capitalización, en
especie, al FGS y se garantiza que la cobertura para los afiliados a la capitalización sea de iguales o
mejores prestaciones, hechas ahora por el estado.

Políticas previsionales 2016-2018

Tras la victoria de la coalición Cambiemos en 2015, se impulsa la Ley de Reparación Histórica para
Jubilados y Pensionados. El objetivo era recomponer los haberes de las personas que se
encontraban en litigio con la ANSES y también ampliar la cobertura (PUAM)
También hay otros cambios como la forma de calcular el haber inicial y cambios en la política de
préstamos a perceptores de pensiones, jubilaciones y AUH.

En mayo de 2016 se aprueba el primer proyecto parlamentario del gobierno de Mauricio Macri, que
implica un contenido relevante a lo previsional. Los principales puntos del “Régimen de
Sinceramiento Fiscal” fueron los siguientes:

1. Se impulsó un programa de “Reparación Histórica para Jubilados y Pensionados (PRHJP)


con financiamiento del FGS y del Régimen de Sinceramiento Fiscal (blanqueo)
2. Se crea la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM)
3. Se deroga una ley que protegía las participaciones accionarias del estado en la cartera del
FGS.
4. Se prepara el terreno para una reforma previsional creando un Consejo Consultivo que
establece tres años para presentar una reforma integral al sistema parlamentario.
5. Se declara la emergencia en materia de litigiosidad previsional.
6. Se bajan las alícuotas y se aumenta el mínimo no imponible de BBPP, se eximen la renta de
las acciones de empresas de ganancias.

Llegando a la ley 27426 de la reforma de la movilidad jubilatoria (2017), el gobierno había conseguido
un buen resultado en las elecciones de medio término e impulsó una serie de reformas. El 28 de
diciembre de 2017 logró aprobar un proyecto de ley que implicó:

1. Reemplazar la fórmula de movilidad vigente a dicha fecha por otra conformada por un 70%
de la variación del IPC nacional más un 30% de la evolución del índice RIPTE
(Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables). La actualización pasa de
ser semestral a trimestral.
2. Garantiza el 82% móvil del valor del SMVM a quienes acrediten 30 años o más de servicios
con aportes efectivos. Se excluye a las personas que accedieron a moratorias.
3. Aumenta la edad de 65 a 70 años pero se puede solicitar el beneficio con anterioridad.

Las principales movilizaciones en contra sostenían que la fórmula hasta ese entonces calculaba la
movilidad como un promedio del RIPTE y de la recaudación destinada a ANSES, lo que permitió el
crecimiento de los haberes por encima de la inflación.

Jorge Bravo: envejecimiento de la población y sistemas de pensiones en


América Latina

América Latina en el contexto internacional


Tras las primeras etapas de transición demográfica asociadas con reducción en la mortalidad infantil,
la población de América Latina comienza a envejecer. El grupo de población que más rápido crece es
el de los mayores de 60 años, su tamaño se duplicará dentro de unos 20 años. En proporción, este
grupo etario es todavía menor al de los países más desarrollados como Estados Unidos, Japón y la
UE.
De todas maneras, la distribución en la región es heterogénea. Países como Nicaragua, Honduras y
Bolivia registran distribuciones etarias jóvenes, otros están en una etapa intermedia donde
envejecerán significativamente en las próximas décadas (Brasil y México) y en otros ya están
relativamente envejecidos (Argentina, Uruguay y Caribe). Países como Chile, Costa Rica y Panamá
están menos envejecidos ya que tienen baja mortalidad pero una fecundidad todavía no muy baja.
También varía según las condiciones socioeconómicas.
El autor señala que en casi todos los países de la región, la tasa de fecundidad tiende a seguir a las
de mortalidad con un desfase menor a dos décadas, relativamente leve, esto aporta a la tendencia de
que las sociedades envejecerán a una velocidad mayor.

En la región, la mayoría de los sistemas públicos de pensiones son de reparto y cuentan con
reservas escasas. El gasto público creció de manera consistente a nivel mundial y en varios países
es prácticamente uno de los programas más importante de cada gobierno. América Latina muestra
un nivel de gasto en pensiones similar al asiático, del orden del 2% al 3% promedio.
El siguiente gráfico muestra las expectativas de envejecimiento global:
Indicadores de los sistemas de pensiones a lo largo del proceso de envejecimiento

Este artículo escoge las siguientes cuatro variables para analizar los efectos del envejecimiento
sobre los sistemas de pensiones de reparto: 1) el gasto anual en pensiones (expresado como
porcentaje del PIB) 2) el balance anual del sistema de pensiones (ingresos menos gastos) 3) la
obligación pensional implícita (deuda pensional implícita) y 4) la rentabilidad implícita del sistema, los
flujos de pagos de contribuciones y las sumas percibidas durante la vida de las personas.

El gasto anual en pensiones o el balance financiero son mediciones periódicas que sirven para
cuantificar la interacción entre la economía nacional y el sistema de pensiones pero que brindan poca
información sobre la sustentabilidad financiera de mediano o largo. Otros indicadores captan mejor
esto, como la deuda personal implícita y la rentabilidad implícita.
De ahora en adelante “d” es la relación de dependencia de la vejez o relación de dependencia y será
el indicador del envejecimiento demográfico para analizar los indicadores seleccionados. El
envejecimiento de individuos está medido por el incremento de la esperanza de vida y tiende a
correlacionarse con d.
El gráfico de arriba expone los valores del gasto en pensiones como porcentaje del PIB en base a
datos de 1997. Estas estimaciones se refieren a las pensiones de vejez, supervivencia e invalidez del
sector público y privado.
Varios países tienen un gasto del orden del 2% del PIB o menos (caribeños y centroamericanos
generalmente, Ecuador y Bolivia) el resto oscila entre un 3% en Colombia y un máximo del 8% en
Cuba. En el medio están Argentina, Panamá y Chile.
Aunque varios países con gasto alto están en las categorías de envejecimiento medio-alto en la
región, no hay una relación fuerte entre el grado de envejecimiento y el grado de pensiones. Esto
refleja los problemas de comparabilidad con los datos de gasto y diferencias en las coberturas de
pensiones, tasas de sustitución, elegibilidad y demás. También hay diferencias internacionales en
relación al ingreso por la posible existencia de transferencias de otros programas.
Teniendo esto en cuenta, el siguiente gráfico sugiere que el balance superavitario es la norma, sobre
todo en los países con sistemas más jóvenes.

El siguiente gráfico (3) ilustra las tendencias generales del gasto y el balance del sistema a medida
que la población envejece. El balance financiero se grafica bajo el supuesto de que no existe un
fondo de reserva que pueda compensar desequilibrios periódicos, es decir, el balance expuesto en el
gráfico refleja déficit o superávit primario.

El primer gráfico refleja la relación lineal del gasto del sistema de pensiones con el envejecimiento,
ceteris paribus. Los valores confirman que cuando los sistemas cubren una fracción de una población
en edad de trabajar demográficamente, el gasto en pensiones equivale a sólo 1% del 2% del PIB
pero que puede llegar al 10% cuando la población se vuelve muy vieja, incluso manteniendo la
cobertura incompleta como la actual de Latam. Los niveles de gasto dan una indicación del peso que
tienen las pensiones en la economía.
El gráfico siguiente muestra el balance como fracción de los ingresos del sistema y como porcentaje
del PIB, son funciones lineales de d. El envejecimiento demográfico transforma el superávit del
balance inicial cuando las poblaciones son jóvenes (d<0.3) en considerables déficits, de hasta el
doble de los ingresos del sistema (6% PIB) bajo los parámetros promedio de los sistemas
latinoamericanos. Sin embargo, hasta los años 2000 esa posibilidad todavía no se había verificado.

Las definiciones de sustentabilidad son complejas especialmente al limitarse a los índices estándares
del sistema periódico. Por ejemplo, un gasto alto como el italiano refleja que su población es de las
más envejecidas del mundo y resulta natural que los recursos a financiar el consumo de las personas
mayores aumentan a medida que la duración de la vida se extiende, esto no puede considerarse
insostenible per se, la insolvencia sólo se produce si no hay una provisión para financiar ese mayor
gasto durante un período de tiempo prolongado, consistente con el horizonte temporal durante el cual
el sistema de pensiones contrae obligaciones y paga beneficios.
El balance financiero da más información al respecto pero tampoco muestra una prueba clara, los
desequilibrios primarios pueden suceder por resultado de la maduración de los sistemas o de
fluctuaciones temporales que no implican insolvencia. Los déficits grandes y persistentes requieren
de ajustes pero debe distinguirse entre sustentabilidad y los parámetros que pueden modificarse por
una cuestión de viabilidad del diseño general del sistema.

Los análisis actuariales que toman en cuenta los parámetros completos presentes y futuros son un
medio correcto de evaluar solvencia y sustentabilidad a mediano y largo plazo de los sistemas,
muchos países desarrollados cuentan con una práctica de evaluación actuarial bien establecida, sin
embargo no es el caso para la mayoría de los países latinoamericanos.
Uno de los indicadores que más usan los análisis de política tiene que ver con la deuda pensional
implícita, es decir, el valor presente de las obligaciones del sistema de reparto con los jubilados y con
los trabajadores activos en un momento determinado.
En el siguiente gráfico se muestra cómo el índice d aumenta casi linealmente respecto de la relación
de dependencia:

La deuda pensional implícita es un indicador útil para conocer y medir el costo fiscal de terminar un
sistema de reparto existente, pero no dice directamente si el mismo es sustentable o no. Como en el
caso del gasto, la obligación pensional aumenta a medida que el sistema madura, expande su
cobertura y la población envejece. Si por ejemplo, una deuda implícita considerable se puede seguir
traspasando a generaciones futuras en condiciones aceptables para trabajadores y jubilados, no hay
entonces argumentos contundentes para considerarla inviable. Además también es posible que un
sistema con baja dependencia tenga baja deuda implícita y a la vez un importante déficit, como el de
Guatemala y El Salvador.
También puede darse la situación contraria: países con alta deuda pensional, población envejecida y
que tienen un equilibrio financiero sostenido o incluso un superávit presupuestario (Chile y Uruguay).
Estados Unidos tiene una deuda pensional alta pero un superávit periódico.

Deuda pensional implícita: concepto e indicadores

Un indicador usado en los estudios es el pasivo del sistema de pensiones: el valor presente de las
obligaciones con los participantes en el sistema. Se fundamenta en la idea de que existe un contrato
implícito en los sistemas de reparto en virtud del cual el Estado, a cambio de aportes de los
trabajadores, se compromete a pagar las pensiones con las contribuciones recaudadas de la
generación en edad de trabajar siguiente. Resulta lógico entonces estimar el valor descontado
(presente) de los flujos de ingresos y pagos para un determinado momento o período de tiempo y
número de personas.
El estudio de estas obligaciones surge del interés de evaluar la situación financiera del gobierno en el
mediano y el largo plazo dado el envejecimiento actual y proyectado de la población.

Para la calcular los costos de la transición del sistema de reparto al de capitalización, deben
considerarse una serie de variables: si el cambio a la capitalización es parcial o total, si es voluntario
u obligatorio, si es inmediato o gradual, etcétera.
A continuación, se intentará medir la deuda pensional implícita y derivar los costos fiscales asociados
mediante el uso de un modelo simple y de la información disponible sobre las variables
demográficas, del mercado de trabajo y del sistema de pensiones.

Partimos de una sustitución completa de un sistema de reparto estatal por un sistema de


capitalización total con gestión privada.
Los pasivos del gobierno corresponden al valor presente de las pensiones devengadas y por
devengarse en años futuros de todos los pensionados del sistema preexistente de reparto, más el
valor presente de las contribuciones de los trabajadores afiliados activos al momento de la reforma.
Para medir directamente estos pasivos necesitaríamos tener series cronológicas completas y
detalladas con los perfiles de edad de participación en el empleo, tasas de cobertura y los ingresos
del Estado en los últimos 40 años, aproximadamente. Como esta base no existe en América Latina,
para este modelo se tienen supuestos:

● Hay un sistema de pensiones de reparto desde 1950.


● La tasa de cobertura global es constante al nivel de 1985 (intermedio entre 1950 y 2020, fin
de la proyección)
● Las tasas de contribución y de sustitución son las de 1980.
● Las contribuciones de las personas empiezan a los 20 años hasta los 60 años.

Estos supuestos podrían estimarse para un gran número grande de países latinoamericanos. Las
obligaciones previsionales con los económicamente activos (Da) se pueden expresar como fracción
del PIB así:

● Da = c * s * k * Aa

donde:

c: tasa de contribución (% de los ingresos del trabajo)


s: participación de la masa salarial en el PIB
k: cociente de número de trabajadores cubiertos
Aa: promedio actualizado de años de cotización de la edad activa
De la misma forma, la deuda con los ya retirados (Dr) se expresa así:

● Dr = r * s * k * d * Ar

donde:

r: tasa de sustitución (% de los salarios)


d: relación de dependencia del sistema de reparto (población en edad de jubilación/edad de trabajar)
Ar: promedio actualizado de años esperados de retiro por persona actualmente retirada

Tanto Aa como Ar son promedios actualizados ponderados.


Con las estimaciones expuestas arriba es posible llegar al siguiente gráfico, donde la deuda
pensional implícita es significativa en los países latinoamericanos aún con poblaciones jóvenes y baja
cobertura. La deuda es altamente elevada en aquellos con población envejecida o de alta cobertura
(Argentina, Uruguay y Brasil)
En la mayoría de los países la deuda pensional implícita es mayor que la deuda pública oficial.

CEPAL 2008: Transformaciones demográficas y su influencia en el desarrollo


en América Latina y El Caribe

Transiciones demográficas

La transición demográfica es un proceso durante el cual se pasa de una dinámica de bajo


crecimiento de la población con altos niveles de mortalidad y fecundidad, a otra también de bajo
crecimiento pero con mortalidad y fecundidad reducidas. En el intermedio, se observan aumentos en
la población como resultado del desfase entre los inicios del descenso de la mortalidad y la
fecundidad. La evolución se analiza mediante la Tasa de natalidad y la Tasa de mortalidad. Su
análisis se perfecciona mediante la Tasa de fecundidad global y la Esperanza de vida al nacer.
La disminución de la mortalidad y el aumento de la esperanza de vida depende de la disminución de
la mortalidad infantil, esta se extiende a otras edades (cambio epidemiológico)
Por otro lado, la caída en la tasa de fecundidad determina el crecimiento de la población

Bono demográfico

Durante la transición demográfica, hay un período donde la proporción de personas en edad


productiva crece de manera sostenida con la proporción de personas en edad inactiva. En este
período, la tasa de dependencia cae a valores insólitos y se genera una situación favorable para el
desarrollo porque aumentan las posibilidades de ahorro e inversión. Para describir esta etapa se
desarrolló el concepto de “bono demográfico” o “ventana demográfica de oportunidades” haciendo
referencia a las posibilidades que brinda este período para elevar las tasas de crecimiento per cápita
y los niveles de bienestar de la población.

Aunque el bono demográfico abra posibilidades para el desarrollo, su materialización depende de la


adopción de políticas macro que incentiven la inversión, aumenten las oportunidades desempleo y
promuevan un ambiente socioeconómico estable. Es necesario realizar inversiones en capital
humano, sobre todo en los jóvenes.
El bono demográfico puede durar varias décadas pero finalmente la tasa de dependencia vuelve a
aumentar como resultado del incremento continuo de la proporción de personas mayores.
Este nuevo escenario implica que la sociedad debe adaptarse a una situación donde se deben
implementar políticas para facilitar reformas necesarias en diversas áreas del sector público, de acá
surge la importancia de aprovechar el bono demográfico, también como una forma de crear las
condiciones para hacer frente al desafío que plantea el aumento de las personas mayores de la
población.

Si a lo largo del período del bono los países avanzan en lo social, educación, salud y en la promoción
de empleos productivos y bien remunerados, los logros económicos que resultan de tal experiencia
ayudarán a reducir la carga que implica el futuro aumento de la tasa de dependencia. Los países de
Asia Sudoriental son un ejemplo de esto, obtuvieron ventajas del bono demográfico
fundamentalmente con la inversión en salud y educación.

La definición de los límites exactos del bono demográfico varía, pero según la CEPAL se da cuando:
1. La tasa de dependencia se reduce desde máximos a mínimos.
2. La tasa de dependencia se mantiene en valores bajos, menos de dos dependientes por cada
tres personas en edades activas.

El bono demográfico terminará en 2035 en Argentina y cerca de 2070 en Guatemala.


Posibles preguntas parcial (sacado de clase)

1. Las cajas de seguridad social entre el período 1905-1940 ¿eran asistenciales? ¿se
financiaba mediante impuestos a las ganancias?
2. ¿La ley de movilidad aprobada en 2008 permitía que se redujera nominalmente el valor de
las prestaciones?
3. ¿Las pensiones no contributivas se las dan a los beneficiarios de la AUH? F.
4. ¿Solo acceden a la PUAM aquellos que han aportado durante 30 años? F. La PUAM es
equivalente a una pensión no contributiva, no exige aportes. Representa el 80% de la
jubilación mínima.
5. Preguntas sobre cada etapa histórica.

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