La pensión que un trabajador recibirá al momento de su retiro en el esquema de capitalización individual depende de varios factores como los rendimientos de su ahorro, las comisiones cobradas por la administración de los recursos, el porcentaje de contribución, la edad de retiro, la esperanza de vida y la densidad de cotización, entre otros. Una variable fundamental es la densidad de cotización (dc). Este indicador se define como la proporción de periodos con aportación que el trabajador ha realizado al sistema de pensiones respecto del total de tiempo que ha permanecido en el mercado laboral. El sistema de pensiones en México cuenta con una institucionalidad compleja que incluye, a nivel federal, siete instituciones que entregan beneficios en esquemas contributivos y no contributivos, sin contar los subsistemas creados en entidades federativas; municipios y universidades. Por tanto, el sistema pensionario mexicano está fragmentado, con reglas y requisitos dispares entre ellos y beneficios desiguales para la población. Existen cuatro pilares que sustentan el sistema de pensiones en México que se interrelacionan en las instituciones pagadoras de pensiones. Estos pilares son: pilar 1: reparto; pilar 2: capitalización individual; pilar 3: ahorro voluntario y pilar 0: no contributiva. Aunque el objetivo de las reformas en pensiones del IMSS (1997) y del ISSSTE (2007) fue reducir déficits pensionarios, el cambio creó una generación de transición que recibe pensiones del esquema de reparto. El gasto en pensiones, en 2017, ascendió a 3,12% del PIB; 95% es gasto en pensiones de reparto y 5% son recursos que se dirigen a pensiones no contributivas. El gasto en pensiones ha crecido de manera constante a partir de 2005, principalmente por obligaciones antiguas. Las pensiones bajo el régimen de cuentas individuales consideran el seguro de retiro, seguro de cesantía en edad avanzada, seguro de vejez y pensión garantizada. Los trabajadores tendrán derecho a un seguro de retiro, incluso antes de las edades de retiro y tiempos de cotización establecidos para las demás pensiones, siempre que la pensión vitalicia que se calcule con el ahorro en capitalización individual sea 30% mayor que la pensión garantizada, sumando la prima del seguro de sobrevivencia para los familiares derechohabientes. La pensión por vejez se diferencia de la pensión de cesantía en edad avanzada por la edad de retiro; es decir, para recibir la pensión de vejez, el trabajador deberá contar con 65 años o más. En los casos anteriores, el monto de la pensión es determinada por la magnitud del ahorro en la cuenta individual, a partir del cual se calcula una renta vitalicia o retiros programados contratados con aseguradoras que los mismos trabajadores eligen. Además, con los mismos recursos de la cuenta individual, el pensionado debe adquirir un seguro de sobrevivencia para los familiares derechohabientes. El monto de este seguro depende de la Administradora de Fondos para el Retiro (AFORE) que el trabajador haya seleccionado. El análisis del gasto público en pensiones inicia con la evolución del ejercicio de estos recursos para pensiones contributivas por instituciones, la cual se muestra en el cuadro 8. Cabe mencionar que los recursos que se dirigen a aportaciones a la seguridad social que se depositan en las cuentas individuales del sistema de capitalización individual, por fines comparativos, han sido excluidos del gasto público en pensiones que se presenta en este estudio. En el anexo 1 se presentan los datos de los aportes públicos por cotizaciones. La problemática central radica en la generación de transición, ante un escenario donde los nuevos trabajadores ya no estarán aportando a los pensionados actuales. Por lo tanto, el gobierno es el que funge como garante y quien termina aportando dichos recursos a través de ingresos obtenidos por fuentes adicionales como los impuestos. Otra forma de medir la magnitud del costo que el sistema de pensiones de beneficio definido representa en el largo plazo o de las pensiones que se pagarán a la generación de transición en su totalidad, es a través de las valuaciones financieras y actuariales que cada institución lleva a cabo para reconocer este problema. Asimismo, algunos autores han elaborado estos ejercicios para dimensionar el problema. Sin embargo, los cálculos son distintos entre ellos, debido a las diferencias en las metodologías e información utilizada, el año en el que se realizan los ejercicios y los supuestos que se utilizan. Encontramos una institucionalidad del sistema de pensiones mexicano sumamente compleja, se trata de un sistema altamente fragmentado, con reglas muy desiguales. Lo más deseable sería la unificación de sistemas, de no ser completamente posible, al menos debería buscarse una ley marco que estableciera lineamientos generales. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Aguirre Farías, F. M. (2012). Pensiones... ¿y con qué? México: Fineo Editores. Arenas de Mesa, A. (2019). Sistemas de Pensiones en la Encrucijada: Desafíos para la Sostenibilidad. ASF (2016). Sistema Nacional de Pensiones. Auditoría de Desempeño 15- 0-06100-07-0068. Obtenido de http://informe.asf.gob.mx/Documentos/Auditorias/2015_0144_a.pdf.