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June 20, 2022

Capítulo 33. Sueño


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capítulo 33

Sueño
No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.

Mario Benedetti

Josefina y Andrés debían ir esa tarde al consultorio de la ginecóloga Clark


con los nuevos resultados. Él solo pensaba en el modo de hacerla feliz y de
distraerla de su preocupación. Recordó que su padre le había pedido a su
madre que se casara con él de una manera muy romántica durante una
excursión de buceo en la isla de la Providencia, cerca de San Andrés. Sin que
ella lo supiera, había conversado con su suegro acerca de lo que quería hacer,
ya que necesitaría una semana de vacaciones. Por supuesto, el buen hombre
no había tenido ningún problema.

Ya en el consultorio, Josefina le pidió que entrara con ella. La médica los


:
saludó amablemente y dispuso su atención a la lectura de los estudios. Sonrió
brevemente y se puso más seria después.

–¿Qué sucede, Camila?

–No tenemos nada de qué preocuparnos con tu útero. Todo está bien. Aunque
seguiremos con controles. Respecto de las microcalcificaciones mamarias, el
informe de la biopsia revela que hay un carcinoma.

–¿Qué es eso? –preguntó Andrés.

–Significa que la proliferación celular es cancerígena y crece dentro del


conducto sin traspasar su pared, sin hacer invasión o infiltrar al tejido que lo
rodea.

–¿Es cáncer? –preguntó Josefina.

–Digamos que es algo detectado muy temprano y debemos tratarlo.

–Si tú lo tuvieras, ¿estarías preocupada? ¿Puedo morir? ¿Me quedaré pelada


y esas cosas? –no podía detener las preguntas y mezclaba temas como era
habitual en ella.

–Josefina, no es para preocuparse: es para ocuparse. Si estuviera en tu lugar,


de hecho lo estuve una vez, me ocuparía. No vas a morir. Solo deberás
realizar un tratamiento.

Andrés sintió que se quedaba sin aire. Sabía lo que la estética significaba para
Josefina y la médica no había respondido a su pregunta.

–No me has respondido. ¿Deberé someterme a quimio o rayos?

–Es posible. Debemos primero realizar la cirugía. Lo que sigue lo


determinaremos luego del informe del patólogo.

Josefina permaneció un instante en silencio, después miró a Andrés y de


pronto habló.

–¿Tengo una semana?


:
–¿De qué hablas, Josefina? Si sigues el tratamiento, ¡tienes una vida entera!

–Me refiero a que si puedo tomarme una semana sin médicos ni estudios
antes de abordar el tema de la cirugía.

–¿Con qué fin? –preguntó con curiosidad la doctora.

–Quiero hacer un viaje que tenemos programado –respondió.

Andrés la miró sorprendido. No dijo nada. ¿Cómo sabía ella sobre su plan?

–Creo que si es solo una semana, puedes hacerlo, pero debes venir sin
demoras a tu regreso.

–Lo haré.

–Hablo en serio. Tu sanación, en buena medida, dependerá de que seas


responsable frente al tratamiento. Autorizo solo una semana, pero antes de
partir, es decir hoy mismo o mañana, realizarás los estudios prequirúrgicos –
dijo mientras emitía las ordenes.

–Así será –respondió Andrés.

–Debe venir de inmediato luego del viaje. No permitas que pierda tiempo o
busque excusas.

–Estoy aquí. No hablen como si no estuviera presente. Haré lo que debo


hacer. Los prequirúrgicos mañana y volveré a nuestro regreso –agregó
Josefina.

–Aquí estaremos –coincidió él.

La doctora Camila Clark llamó a su secretaria y le indicó que se ocupara de


darle con prioridad turnos en la clínica para la mañana siguiente. Se
aseguraría de que Josefina se hiciera los estudios que requería previamente la
cirugía, antes de partir.

–¿Adónde irán?

–A cumplir su sueño –respondió Andrés sin más datos. En verdad, no lo sabía.


:
Regresó junto a ella y subieron solos al ascensor. Lo besó.

–Puede que todo lo que dice sea verdad y que esto se resuelva, pero si por
alguna razón en lugar de eso se complica, quiero cumplir el sueño de irme de
viaje contigo.

Él no reaccionaba.

–¿No vas a decir nada?

–Jo, no vas a creerme, pero hasta le he pedido a tu padre mis vacaciones.


Solo dudo ahora, porque estaba seguro de que los resultados serían otros…
Tal vez deberíamos postergarlo.

–¿De verdad quieres llevarme de viaje? ¿Ibas a sorprenderme con lo que yo


deseo?

–Sí, más o menos así –omitió decir que su plan llegaba más lejos.

–No me importan los resultados. Solo me importas tú. ¿Puedes respetar mi


decisión? No vamos a postergar nada.

–Mañana dejaremos los estudios listos y cuando regresemos, ¿harás todo lo


que la doctora diga?

–Lo prometo.

Ella lo miró con devoción. Él no pudo negarse.

–Entonces, ya mismo iremos a la agencia de viajes.

***

Camino a la agencia, Gina llamó a Andres.

–¡Hola, hijo! ¿Cómo están? He soñado contigo y con Josefina. ¿Todo está
bien?

Andrés miró a Josefina atónito por segunda vez ese día.

–¡Hola, Gina! Estás en altavoz.


:
–Hola, mamá. Sí, estamos muy bien. De hecho, vamos camino a una agencia
de viajes. Nos tomaremos nuestra primera semana juntos.

–¡Qué bien! ¿Adónde irán?

–No lo sabemos todavía.

–No puedo evitar contarles que San Andrés es un lugar soñado. Pero ya
decidirán ustedes.

–Y tú, ¿estás bien? –preguntó Andrés.

–Sí, hijo. Estoy bien. ¿Los demás?

–Todos bien, pero deberás hablar con cada uno. Solo te diré que Chloé y el
viejo Parker están muy malcriados y duermen en tu cama.

Gina pensó que no lo hacían solos, pero prefirió no abordar la cuestión.

–Bien, hijo. Conozco tus reglas. No debí preguntar. Disfruten mucho.

–Adiós, Gina –saludó Josefina.

–Hasta pronto mamá.

–Los quiero –agregó.

Al cortar, otra vez el viaje con Francisco a San Andrés vino a su memoria. No
lloraría más. Lo alejó de su recuerdo.

–Qué raro que soñara con nosotros. Es muy intuitiva. ¿No?

–Sí. Más de lo que me gustaría. Creo que salimos airosos, pues no siguió
interrogando.

–¿Por qué dice que San Andrés es un lugar soñado? Ya sé que lo es, pero digo
para ella.

–Porque allí fue feliz con mi papá. Fue el primer viaje que hicieron juntos. De
hecho, mi nombre se les ocurrió en esa isla antes de que tuvieran hijos.

–Quiero ir al lugar donde se decidió tu nombre –agregó. La cercanía con la


:
posibilidad de que todo podía terminar en poco tiempo, se convertía en
simbólica a cada instante para Josefina. Quería saber todo de él y compartirlo
todo con él. Incluso conocer el sitio donde sus padres habían soñado con ese
hijo que por fin había llegado después. ¿Acaso ella podría soñar y cumplir de
la misma manera con un hijo suyo? ¿Le daría la vida esa chance? ¿Qué hora
marcaba su reloj?

***

A la mañana siguiente, luego de que Josefina se realizara los estudios, pero


antes de pagar en la agencia el viaje reservado el día anterior, Andrés
esperaba a Diego en la casa. Había ido a correr su rutina de ocho kilómetros
diarios. Al llegar, mientras bebía agua mineral para hidratarse, Andrés lo
interrumpió.

–Diego, necesito pedirte un favor.

–¿Qué pasa? –dijo un poco a la defensiva. Creyó que le pediría que llamara a
su madre.

–Primero, debo pedirte reserva sobre lo que voy a contarte. Le he prometido


a Josefina que no lo diré a nadie, pero no puedo irme sin explicarte las
razones.

–¿Irte? ¿Adónde?

–Una semana. A San Andrés, con Josefina.

Diego miró a su hermano, vio preocupación en su expresión. No era acorde


con un viaje de placer.

–Te escucho. Supongo que con papá accidentado y mamá fuera, no se trata
de unas vacaciones, aunque de verdad no se me ocurre qué puede ser. Si no
fueras tú, diría que eres egoísta y solo te vas, pero no es lo que creo.

–Diego, el control ginecológico anual de Josefina dio mal. Hubo que realizar
más estudios. Tiene cáncer de mama. Me pidió que la lleve de viaje y yo
mismo pensaba hacerlo, solo que mi plan era festejar que estaba bien. Sin
:
embargo, la biopsia dijo lo contrario. La médica que la atiende autorizó solo
una semana. Ya se hizo los estudios prequirúrgicos. Regresa directo a cirugía.
Ni sus padres lo saben –al escucharse, las lágrimas no lloradas comenzaron a
reclamar su lugar.

Diego lo miró con tristeza.

–Tranquilo. No tienes que decirme nada más. Yo me ocupo de papá y de la


casa. Tómate el tiempo que necesites. Por supuesto, no diré una palabra. Yo…
¿puedo ayudarte en algo más?

–Tengo miedo –confesó y se puso a llorar.

Diego lo abrazó. Contuvo su angustia como pudo. Él no era demostrativo,


pero amaba a su hermano. Eran diferentes pero nunca los había alejado ese
hecho. Se respetaban.

–Ahora, haz que sea un viaje único. Cuando regresen, veremos qué más
hacer. De momento todo está controlado.

–Le pediré que se case conmigo –agregó.

–Está bien. Ustedes deben estar juntos. Ella nunca te traicionará. Te felicito.
Es un escenario difícil, pero estoy seguro de que lo superarán.

–Gracias… te quiero.

–También yo.

***

Dos días después, en medio de sentimientos encontrados, se despedían de


Francisco antes de ir al aeropuerto de Bogotá.

–Papá, Diego se ocupará de todo durante esta semana. Estarás bien.

–Hijo, vamos, despreocúpate. Deben divertirse mucho. Tu madre y yo,


vivimos días inolvidables allí. Me alegra que puedan ir.

–Gracias –ambos le dieron un abrazo y partieron.


:
Llegaron al Aeropuerto Internacional Gustavo Rojas Pinilla, en San Andrés,
con más sueños que preocupación porque el amor marcaba el camino de sus
pasos. Ese era el inicio y el final de todo lo que los unía.

Una hora después, se alojaban en el Hotel MS San Luis Village Premium.


Todo era perfecto. Solo debían lograr lo que le falta al tiempo, la posibilidad
de detenerse.

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