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“Una Gran Historia”

La felicidad es la familia, y esta no es la excepción. En nuestra bella


casa de campo compartía con mi hermosa mujer, unidos por un
mismo sentimiento disfrutábamos del atardecer, sonrisas se
asomaban de punta a punta en nuestros rostros. Llevábamos unidos
más de 10 años, nos encantaba disfrutar de todos los atardeceres,
salir en las noches, ir al cine, cocinar, cantar, jugar y viajar. Éramos
un gran equipo, de hecho, nos amábamos como nadie lo imaginaria.
En ese atardecer descubrí que Noelia me ocultaba algo, mis ansias
por saber no podían esperar más, en su hermosa mirada se reflejaba
la gran emoción por decirme, aun así, lo eché de menos y seguimos
disfrutando la puesta del sol y la salida de la luna, le propuse que
contáramos las estrellas juntos, me dijo que sí. Empezamos a contar
cada una de ellas, con algo de confusión porque no podíamos llevar
con exactitud las cuentas, reíamos de aquel momento ten empático.
De pronto el cielo se pasmo y las nubes oscurecieron, una gran
tormenta se aproximaba, lo pudimos notar, así que, decidimos entrar
a casa.
Dentro, decidimos preparar la cena, pues teníamos muchas ganas de
cocinar, de repente ella me tomo del brazo y me miro a los ojos, ahí,
en ese instante sentí que al fin me diría eso que tanto había esperado.
- Hay algo que tengo que confesarte - me dijo.
- ¿Qué? - le respondí
En ese instante imagine un millón de cosas, esperaba que aquello
que me digiera fuera muy bueno.
- Estoy embarazada- me lo dijo con una gran sonrisa.
En ese momento, un enorme silencio me retumbo y supe que uno de
mis deseos más grandes se hacía realidad, pues hace mucho tiempo
atrás nos dimos cuenta que Noelia no estaba apta para tener hijos, ya
que sus óvulos presentaban una deficiencia que lo impedía, fue algo
así como una bendición, no sabía de donde, pero lo era. Atónito de
recibir esa gran noticia no hallaba la manera de expresar mi alegría.
Decidí abrazarla fuertemente, nuestras miradas se volvieron
vulnerables y se llenaron de lágrimas, era algo que por mucho
tiempo habíamos esperado, el momento más especial de nuestras
vidas había llegado para regalarme la felicidad más inmensa.
El conteo de los días inicio para la espera de esa hermosa criatura
que nos haría muy feliz. Mi atención siempre era para ella,
ilusionado me dirigía a tiendas para adquirir artículos de los cuales
nuestra bebe usaría, mis mejores momentos los disfrutaba cuando
tocaba su vientre y sentía su dulce amor, su ternura y carisma.
El tiempo no dejaba de avanzar y el vientre crecía cada vez más, de
repente al saber que esperábamos una niña decidimos tener un
momento muy en serio con mi mujer. Necesitábamos un nombre.
Entre ellos habían hartas opciones: Sophié, Anthonella, Isabela,
nombres que eran demasiado de nuestro agrado. Fue un momento
muy tierno, que nunca olvidare. Llegamos a la conclusión que el
más indicado era Sophié, pues, este nombre consigo significaba
sabiduría, algo que muchos imploramos tener.
El tiempo avanzaba como el vuelo de las aves, muy rápido, más
rápido de lo que podía creer. Cada vez me preparaba con más
anhelos para recibir este gran regalo que la vida me había ofrecido.
Mi bella mujer, ilusionada al igual que yo, se sentía ya un poco
incomoda y con dificultades para realizar ciertas labores de la casa,
así que, me encomendé esa gran tarea a mí mismo. La mayor parte
del día vivía soñando en una gran fantasía que pronto se haría
realidad, me imaginaba cargando de ella, jugando al lado de ella,
saliendo con ella, se convertiría en mi prioridad y lo más lindo para
mí.
Todo iba tan bien, mi mujer y yo nos sentíamos la pareja más
afortunada del mundo.
Un día decidí salir con mi gran amigo para contarle la gran noticia,
me despedí de mi Noelia y Salí a aquel restaurante donde me
esperaba. Pero, algo inesperado sucedió, y él no fue, así que regrese
a casa.
Quiero dar a conocer un poco de la vida de él. Nos conocimos hace
alrededor de 15 años, desde muy jóvenes en la escuela, siempre fue
una persona buena, recuerdo que le contaba mi gran deseo de tener
una gran familia, y él sus sueños, el camino que el eligió fue servirle
a Dios.
De regreso a casa ya mi mujer dormía, entonces me acosté a su lado
cuidadosamente para descansar.
El trascurso de los días era exagerado, todo iba muy veloz, el martes
en la mañana mi mujer empezó a presentar fuertes síntomas, pero
aun no era el momento, yo mientras tanto me preparaba muy alegre
para recibir mi mejor regalo.
El sábado asistimos al médico y todo iba muy bien, ya era la hora
de iniciar el proceso de la dilatación, en ese instante bese su mano y
el vientre, y la deje ahí, todo estaba en sus manos. Un intenso frio y
nervios me embistieron cuando Salí de la sala de parto, un gran
temor se empezó a apoderar de mí, eran las 9 de la noche, decidí que
debía distraerme de haciendo algo, volví a casa por las cosas
necesarias para cuando ya hubiese sucedido el parto, también llame
a mi compañero de trabajo, mi gran amigo, para preguntarle por qué
no fue. Saque el teléfono de mi bolsillo y marque su número, pero
no recibía la llamada así que regrese de nuevo a la clínica. De
regreso mi teléfono sonó, mire quien era, mi gran amigo, conteste:
- Hola – le dije
Aproveché la llamada para preguntarle porque no asistió a nuestro
encuentro.
Solo me dijo:
- Juan, hay algo muy urgente que necesito contarte.
- No es el momento indicado – Respondí
- Es urgente – me dijo de nuevo
Mejor decidí colgar la llamada, pues no había para mi algo más
importante que el ser que con mucho amor esperaba.
Llegue a la clínica y tome asiento, a esperar…
El tiempo paso y me sentía un poco cansado, mis ojos se cerraron
lentamente sin darme cuenta.
Un pequeño golpe en la espalda me despertó, y pude presenciar
como entraban a un joven herido, con la cara hecha trizas, podía ver
que la muerte venía detrás de su camilla asechando su alma, su
mirada me penetro, los nervios estallaron dentro de mí y perdí todo
el sueño.
En un estado desconocido, me llene de malos presentimientos al ver
ese hombre, pero en un instante olvide todo. De pronto reconocí el
medico que atendía a Noelia, se acercaba hacia mí, me sentí
estupefacto cuando su boca se retorcía para pronunciar las palabras
que no me esperaba oír.
- Hay una mala noticia – me lo dijo mirándome
No dije nada.
- Su mujer e hija acaban de fallecer – con algo de zozobra me lo
dijo.
Dentro de una gran ciudad una temible noche se avecina para
presenciar a un melancólico hombre que se desplaza hacia un
destino desconocido, el, que tan feliz era, lo había perdido todo.
Atardecía en aquella cuidad

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