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“Orientación vocacional con sujetos vulnerabilizados.

Experiencias socio-
comunitarias en los bordes” Sergio Rascovan Compilador.
Noveduc. Buenos Aires, 2018

Capítulo7- Orientación Vocacional con Adultos Mayores Lic María Luján Puzzi

Deseos que no detienen su marcha

El presente trabajo pretende constituirse en una invitación para pensar el campo de la orientación
vocacional para adultos mayores teniendo en cuenta la situación que la época plantea con relación a la
vejez y el envejecimiento.

Se busca brindar un punto de partida en torno a la situación actual, los paradigmas y las políticas públicas,
así como articular algunas nociones tales como subjetividad y orientación vocacional, además de
compartir una experiencia en la que se rescatan expresiones y pareceres de los participantes que
consideran varios planteos: el trabajo, la jubilación, el tiempo, la familia, los gustos, los deseos, los
permisos y los proyectos.

Sin duda, la orientación vocacional para adultos mayores constituye un campo fructífero de acción,
mediante un acompañamiento que devuelve al otro su saber, que sostiene en la búsqueda de un quehacer y
que cuestiona ideas establecidas como mandatos. En definitiva, hay un camino por recorrer y quienes se
sientan convocados a transitarlo seguramente descubrirán un universo de posibilidades.

De lo general a lo singular

En la actualidad se presenta como hecho significativo el envejecimiento de la población mundial y de


Argentina en particular, como un fenómeno sin precedente; se estima que, de acuerdo con proyecciones
estadísticas, la tasa de personas de 60 años o más se habrá cuadruplicado entre los años 2000 y 2050 1,
situación que promueve cambios de paradigmas con relación a la vejez y el envejecimiento.

Al hablar de envejecimiento se deben distinguir dos dimensiones: la poblacional y la subjetiva. La


primera refiere al proceso de transformación de la estructura de edad de la población por la cual aumenta
la proporción de personas en edades avanzadas. Se considera que una población es envejecida cuando el

1
Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, Estimaciones
y proyecciones de población, 2008. En «El envejecimiento y las personas de edad. Indicadores para América
Latina y el Caribe». Separata. CEPAL 2010-2011.

1
grupo de edad de 65 años y más supera el 7% de la población total, producto tanto del descenso de la
mortalidad como de la reducción de la fecundidad.

Publicaciones recientes advierten que la proporción de personas de edad aumenta significativamente en el


total de la población de los países de América Latina y el Caribe, ya que entre los años 1975 y 2000 el
porcentaje de la población de 60 años y más pasó del 6,5 al 8,3%. Para el año 2025 se espera que esta
cifra sea cercana al 15,1%, lo que, sin duda, implicará que este grupo adquiera una mayor notoriedad al
interior de la población. Para el año 2050, las personas de edad representarán aproximadamente el 25,5%
de la población, de tal manera que una de cada cuatro personas tendrá 60 años o más 2.

En nuestro país, según datos del año 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC), el
número de personas de 65 o más años representa el 14,3% de la población general. Este panorama nos
obliga a tomar conciencia de que Argentina es uno de los países más envejecidos de Latinoamérica y el
Caribe.

La dimensión subjetiva alude a la significación que cada sujeto dará a las marcas de la experiencia,
teniendo en cuenta el momento social, histórico y cultural en el que se desarrolla su existencia.

Será importante pensar con relación a la subjetividad de los adultos mayores que han vivido respondiendo
categorías de la modernidad cómo influyen en ellos los cambios de roles sociales, el uso del tiempo libre,
las formas de acceder a bienes materiales y simbólicos o la tecnología, que permanentemente modifica las
formas de comunicarse y de acceder a la información.

Promoviendo cambios en los modelos

El paradigma tradicional ha concebido la vejez como una etapa de carencias de distinto tipo: económicas,
físicas y sociales, expresadas en problemas de ingresos, de falta de autonomía y de ausencia de roles
sociales que desempeñar. Los adultos mayores han sido considerados como beneficiarios de la asistencia
social y destinatarios de prácticas heterónomas, aplicadas desde una perspectiva homogeneizante sin
considerar diferenciación social, lo que produce segregación generacional. Los prejuicios para con la
vejez han llevado a aislar a las personas mayores de los procesos de consulta y de la toma de decisiones a
todo nivel. Esta desvalorización produjo como consecuencia que se las convierta en «invisibles» y que no
se las tuviera en cuenta a la hora de diseñar las políticas que les atañe.

2
Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, Estimaciones
y proyecciones de población, 2008.

2
Ana María Fernández propone el uso del término «vulnerabilización» en lugar de «vulnerabilidad», tras
haber constatado que la vulnerabilidad no era algo dado ni un destino, sino que para que un grupo social
fuese ubicado en el camino de la exclusión fueron necesarias políticas de Estado que, con el correr de los
años y de diferentes gobiernos, produjeron dicha vulnerabilidad. De este modo, el término comenzó a
emplearse con la intención de enfatizar que determinada situación social era una construcción activa, un
producto, un proceso, y no meramente un hecho o dato, que una larga y variada serie de decisiones
económicas, políticas y sociales habían finalmente logrado configurarla. Si bien las estrategias
biopolíticas de vulnerabilización operan con distintos dispositivos, por ejemplo según la clase social o
también en un mismo sector social, de acuerdo con el género, la edad, la etnia, etcétera, se puede
considerar que una de las formas más eficaces de vulnerabilizar es configurando existenciarios
específicos, siempre con mayores o menores componentes de desigualación. Estas diferencias operan
desde los macropoderes, pero también en los micropoderes, como ser al interior de una familia
(Fernández, 2013).

Durante la última década se ha promovido la defensa de los derechos de diversos grupos vulnerabilizados,
entre ellos el de los adultos mayores, mediante el empoderamiento, entendido como un proceso que
supone la atribución de un poder, de una sensación de mayor capacidad y competencia para promover
cambios en los aspectos personales y sociales de cada sujeto. Esta toma de conciencia de sus propios
intereses y de cómo estos se relacionan con los intereses de otros produce una nueva representación de sí
y genera la dimensión de un colectivo con determinadas demandas comunes.

El cambio de paradigma en torno al envejecimiento y la vejez apunta a la plena realización de todas las
dimensiones del sujeto, no sólo a un buen estado de salud, sino también a la participación social y a la
realización personal. Es por ello que el modelo propuesto es del «Envejecimiento Activo».

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se sostiene que si se quiere hacer del envejecimiento
una experiencia positiva, una vida más larga, debe ir acompañada de oportunidades continuas de
autonomía, salud, productividad y protección. El envejecimiento activo es definido como el «proceso por
el cual se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida con el
objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez»
(OMS, 2002).

Argentina, como miembro de las Naciones Unidas, ha adherido al Plan de Acción Internacional de
Madrid sobre el Envejecimiento, aprobado por la Segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento

3
realizada en abril del año 2002 en España3. Dicho plan prestó especial atención a la situación de los países
en desarrollo y sus ejes fueron la utilización del tiempo libre y las facilidades para la educación del
adulto, ya sea para responder a los problemas específicos de la jubilación o para mantener sus esferas de
interés. Los países participantes se comprometieron tanto a incorporar la temática del envejecimiento en
todos los ámbitos como a elaborar planes y programas nacionales con el objetivo de contribuir para que la
población pueda envejecer con seguridad y dignidad, además de que las personas mayores continúen
participando en sus respectivas sociedades como ciudadanos con pleno derecho.

La evaluación finalizada en febrero del año 2013 dejó en evidencia que «se ha logrado un progreso en los
distintos sectores en los últimos cinco años, en particular en los países desarrollados y algunos países en
desarrollo. Sin embargo, el progreso general en la implementación se ha retrasado en muchos países, con
deficiencias significativas entre las políticas y las prácticas, como consecuencia de la insuficiencia de
fondos y la carencia de recursos humanos y políticos» (Huenchaun, 2013).

Paralelamente, tras la realización de un diagnóstico de situación de las personas mayores en la región, en


el año 2012 comenzó la negociación formal del proyecto de la Convención Interamericana sobre
Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. Fue adoptada por la Organización de los
Estados Americanos durante la 45ª Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, el
15 de junio del año 2015, y aprobada en nuestro país el 9 de mayo del año 2017 (Ley 27360). Al
convertirse en ley, dicha Convención se incorporó como parte del derecho vigente, contribuyendo al
fortalecimiento de las medidas legislativas y judiciales, y al diseño e implementación de políticas públicas
de promoción de los derechos de las personas mayores.

Si bien contar con legislación constituye un avance, este hecho por sí mismo no es suficiente. Será
necesario redefinir y afianzar las políticas públicas propiciando su desarrollo de manera transversal
mediante diversos ámbitos y múltiples organismos, haciendo coincidir la legislación con las prácticas y la
cultura, y teniendo en cuenta que las últimas implican a la sociedad en su conjunto y a los adultos
mayores como destinatarios en particular.

Un mirada sobre las políticas públicas


En nuestro país, el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP) fue
creado en el año 1971 como entidad especializada en la atención de los mayores. Se sustenta en la
decisión de la sociedad argentina (plasmada en la Ley 19032) de establecer un sistema de protección que

3
Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento.

https://social.un.org/ageing-working-group/documents/mipaa-sp.pdf

4
les brinde a los jubilados y pensionados servicios sociales y sanitarios mediante el aporte de los
trabajadores activos, aunque también aportan los pasivos y existen otros ingresos de renta propia o del
Estado Nacional.

El Instituto contó, al momento de su creación, con el llamado Programa de Atención Médica Integral
(PAMI). Con los años, esta sigla se convirtió en el ícono que identificó la obra social de los jubilados y
pensionados. En el año 2009 se redefinió como «Por una Argentina con Mayores Integrados». Pese a esta
modificación en la denominación, podrían cuestionarse los motivos que hacen que, tras casi medio siglo
de su creación, continúe siendo una institución sólo para jubilados y pensionados. ¿Será el término
«integrados» sólo una expresión de buenos deseos? ¿Se podrán implementar acciones de manera efectiva
que den cuenta de ello?

Con el Decreto Nacional 1454/05, se incorporan a la Seguridad Social ciudadanos que se hallaban fuera
del sistema contributivo jubilatorio, accediendo a una jubilación y a los servicios del PAMI. Estas
personas, por informalidad laboral o estructura familiar (amas de casa), habían quedado desprotegidas en
su vejez. Esto significó una inclusión a la obra social de más del 45% de afiliados a su padrón, entre los
años 2005 y 2012. En otras palabras, PAMI pasó de 3,1 millones de afiliados en el año 2005 a 4,5
millones en el año 20124.

El INSSJP-PAMI brinda cobertura al 82% de las personas mayores de 64 años y a más del 96% de las
personas mayores de 79 años de Argentina5.

Esta institución se ha constituido uno de los principales efectores en materia de política pública destinada
al colectivo que nos ocupa a partir del año 2008, a través de diversos programas. Se hará mención a dos
de ellos, que pueden considerarse un rico campo de acción para que la orientación vocacional se
despliegue en torno a la elección de un quehacer y fundamentalmente, como lo propone Sergio Rascovan,
una experiencia subjetivante, entendida como un proceso de reinvención singular, en tanto posibilidad de
crear un paréntesis de singularización que ponga freno a las exigencias propias del discurso hegemónico
(Rascovan, 2005).

El Programa Nacional de Promoción y Prevención Socio Comunitario «Prevenir para seguir creciendo»
(2008) consiste en el desarrollo de actividades de estimulación de capacidades específicas basadas en la
participación social y la actividad compartida, orientadas a las potencialidades y no a las pérdidas,

4
«Hacia un cambio de paradigma sobre el envejecimiento y la vejez». CEPAL–PAMI, 2013.

5
«Tercera Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento en América Latina y el Caribe». Plan de
Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento. Buscó Seguimiento de la Declaración de Brasilia. Informe
INSSJP- PAMI. San José de Costa Rica, 8 al 11 de mayo de 2012.

5
contemplando el respeto a los deseos y expectativas de los afiliados acorde a los lineamientos
internacionales al respecto. El Programa contempla la oferta de una amplia gama de actividades:
gimnasia, yoga, caminatas, estimulación de la memoria, cine debate, juegos, alfabetización, aprendizaje
de idiomas, música, fotografía, artesanías, cocina, manualidades, corte y confección, jardinería,
voluntariados, entre otras. Estas actividades se desarrollan en centros de jubilados.

A fin de indagar los criterios con que los Adultos Mayores realizan la elección de las actividades, a
principios del año 2014 se realizó un relevamiento con una consulta a referentes y participantes de las
actividades de dicho Programa, en una agencia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Con
las respuestas obtenidas se pudieron efectuar las siguientes inferencias:
* Los interesados que se acercan a las distintas agencias6 no albergan más expectativas con relación a la
orientación que la estrechamente vinculada a la obtención de información referida a días y horarios, ya
que la mayoría de ellos se maneja teniendo en cuenta información obtenida a través de conocidos.

* No se han implementado dispositivos de abordaje específico y sistemático para que brinden a las
personas mayores interesadas en cuestionarse acerca de los problemas vocacionales la posibilidad de
hacerlo.

* Muchos interesados se acercan sabiendo previamente en qué actividad quieren participar. La elección
de las mismas se basa en gustos personales y en la proximidad al domicilio.

* El seguimiento de la concreción de la elección se ve obstaculizado debido al elevado número de


participantes del Programa y a la escasa cantidad de personal para llevar adelante dicha tarea.

El Programa Universidades para Adultos Mayores Integrados del INSSJP «UPAMI» (2009) promueve la
igualdad de oportunidades para el desarrollo de valores culturales en el marco de un proceso de educación
a lo largo de la vida, con la convicción de que ello no es patrimonio de ninguna edad y que constituye una
necesidad intrínseca para la mejor calidad de vida, que promueve el crecimiento personal de los adultos y,
sobre todo, que permite que estos sigan aportando sus experiencias a la sociedad.

Cada una de las universidades en las que se desarrolla el Programa, tanto públicas como privadas, tiene la
oportunidad de poner en marcha cursos acordes al recurso humano disponible y a las necesidades,
intereses y características regionales particulares. Entre las propuestas se puede mencionar: nuevas
tecnologías, idiomas, historia, expresión artística, psicología, entre otras.

6
AGENCIA. Constituyen la boca de ingreso que tiene el afiliado para poder conocer y acceder a las prestaciones
que brinda el Instituto.

6
Si bien esta institución ha considerado desde sus orígenes las cuestiones sociales, el porcentaje del
presupuesto destinado a este tipo de prestaciones, de las cuales los programas mencionados representan
una mínima parte, disminuyó el 11% en el último año, pasando del 19% en el año 2016 al 8% en el año
2017 (Informe FSS 12/2017). Razón por la cual será necesario rescatar el valor de lo preventivo
repensando: ¿hasta qué punto pueden considerarse de este modo políticas efectivas? ¿Existirá la
posibilidad de contar con ofertas que provengan de otros estamentos? ¿En qué medida deberían ser los
propios interesados convocados a participar en la puesta en marcha de propuestas? ¿Invitan a la
participación e inclusión o continúan separando, considerando espacios sólo para adultos mayores?

Teniendo en cuenta que esta institución brinda servicios a jubilados y pensionados y que ambas
condiciones requieren de elaboración e implican un reacomodamiento subjetivo, más allá de la oferta de
actividades que la institución pueda realizar, sería deseable que se promoviese la orientación vocacional
para quienes así lo deseen. De este modo se generarían propuestas en las que cada sujeto pueda ser
acompañado tanto por un profesional como por un grupo de pares no sólo en la elección de un quehacer,
sino también en la elaboración de su nueva condición, revalorizando el propio deseo y estimulando su
protagonismo en la construcción de su proyecto de vida.

Subjetividad, orientación vocacional y proyectos

Los seres humanos somos seres lingüísticos, nuestras experiencias se realizan desde el lenguaje y
mediante él damos sentido a nuestra existencia. A lo largo del tiempo, las formas de nombrar la vejez han
ido modificándose, reflejando significaciones propias y dinámicas acordes al momento del que se trata.

La Organización Mundial de la Salud estableció en el año 1984 el uso del término «adulto mayor» para
referirse a las personas de 60 años o más. La Organización de las Naciones Unidas en el año 1996 adoptó
el uso de este término, buscando designar a un sujeto con menos diferencias con el adulto más joven.

La asociación entre edad cronológica y estatus de viejo es parte de un proceso de naturalización del
envejecimiento, que oculta el carácter de construcción social que opera en su definición. La vejez se
construye socialmente en la dinámica e interacción de la lucha entre jóvenes y viejos. La edad
cronológica es un «dato biológico socialmente manipulado y manipulable» y, por lo tanto, capaz de
adquirir nuevos significados y ser investida de nuevos sentidos (Juri, 2000).

La subjetividad no es otra cosa que una producción histórica de las significaciones imaginarias que
instituyen formas de vivir la existencia humana (Rascovan, 2013). Podrá pensarse en los modos en que las
instituciones de la modernidad han ejercido influencia sobre estos sujetos, cómo han marcado sus formas
de entender, de significar y de vivir la vida de una manera socialmente instituida.

7
La clave del proceso de construcción subjetiva estará en el plus que los sujetos, los grupos y las
comunidades pueden creativamente darse, para buscar en sus vidas nuevos horizontes que los socialmente
instituidos (Rascovan, 2013). Es entonces cuando cobra relevancia en el proceso de orientación
vocacional la posibilidad de cuestionar la necesidad de contar con una actividad que regule la rutina u
organice el tiempo, así como la necesidad de ser productivo o las diferencias de roles de acuerdo con el
género.

Es importante rescatar el valor de las actividades compartidas a nivel grupal, ya que les permiten a los
adultos mayores reconocer que muchas de las situaciones que atraviesan y que les resultan angustiantes o
les generan incertidumbre también son experimentadas por otros semejantes. En este encuentro pueden
compartir e intercambiar ideas, experiencias y potenciar su capacidad de acción como grupo.

En los últimos años se ha buscado generar un cambio en la mirada sobre la vejez, mediante una imagen
más positiva que la asocie a un período de despliegue de potencialidades que les permita poner en marcha
proyectos.

La palabra «proyecto» etimológicamente refiere a «arrojar hacia adelante», lo que convoca a pensar en un
tiempo futuro. A la hora de vislumbrarlos, no se puede dejar de establecer relaciones entre el pasado y el
presente, en pos de ese futuro deseado. Al acompañar a través de la orientación vocacional a adultos
mayores que se cuestionan sobre cómo continuar desplegando sus itinerarios vocacionales, la idea de
proyecto toma otro matiz, dado el tiempo adquiere otro sentido, en tanto se convierte en un tiempo más
acotado. Suelen pensarse proyectos a corto plazo, priorizando el presente, el tiempo cercano.

Al igual que en otros momentos de la vida, la orientación vocacional será una búsqueda. Un proceso
abierto, algo que se va construyendo, deconstruyendo y reconstruyendo (Rascovan, 2005), invitando al
sujeto a interrogarse con relación a cómo desea continuar recorriendo su camino y considerando los
medios requeridos para concretar lo proyectado.

En cuanto al tipo de proyectos que los adultos mayores se plantean, se ha establecido que quienes
accedieron a una educación terciaria y /o universitaria y han trabajado en el sistema formal elaboran con
mayor frecuencia proyectos educativos. A la vez, quienes no han cursado estudios superiores y han
llevado a cabo oficios presentan mayores dificultades para la concreción de proyectos, debido al
desconocimiento de sus potencialidades y por considerarse carentes de los recursos necesarios. No
obstante, estas dificultades son más notorias en mujeres que se han dedicado al cuidado de su familia y de
su hogar sin haber trabajado fuera de él. El obstáculo principal consiste aquí en los prejuicios vinculados a
envejecer, a los cuales se añaden los que circulan en el imaginario social sobre las cuestiones de género y

8
los roles femeninos que, en muchos casos, van de la mano de la desvalorización de los propios recursos
personales (Ciano y Gavilán, 2010).

Encontrando caminos. Una experiencia de orientación vocacional con adultos mayores

La siguiente experiencia se llevó a cabo en el ámbito privado, con la modalidad de taller, en cuatro
encuentros de frecuencia semanal. El grupo se conformó con seis adultos mayores, que se han jubilado en
el transcurso de los últimos cinco años, dos de ellos continúan desarrollando actividades laborales de
manera independiente.

La propuesta buscó brindar a los adultos mayores la posibilidad de recuperar sus experiencias de vida en
términos ocupacionales, en un espacio en el que pensar tanto lo desplegado como lo no vivido, rescatando
el propio deseo para la puesta en marcha de proyectos y teniendo en cuenta las posibilidades que el
contexto ofrece. Sus expectativas giraron en torno a manifestaciones como: «Encontrar algo para hacer
que me guste y sea placentero», «Que saque del descanso de no trabajar», «Que ordene a través de
cierta rutina»

Un nuevo punto de partida

Como si se tratara de una carta de presentación, desde el comienzo de la actividad se planteó la diferencia
que existe entre jubilarse por decisión propia o por imposición. Quienes pudieron decidirlo refirieron: «Yo
quería jubilarme, sabía que iba a ser un cambio importante, quería afrontarlo», así como «Me salió tan
rápido la jubilación que sentí que me habían echado». Más allá de las motivaciones que llevaron a querer
jubilarse, como por ejemplo, descansar de la tarea desempeñada a lo largo de muchos años de ejercicio
profesional o modificar las condiciones laborales, no se puede negar que esta situación supone un cambio
sustancial en la vida de un sujeto, motivo por el cual requerirá de un tiempo de elaboración y adaptación a
su nueva realidad. Jubilarse implica la reorganización del propio proyecto de vida.

Estuvieron también quienes lo vivieron como una imposición: «A mí me jubilaron por decreto», «Tuve
que jubilarme porque, después de los 65, para el colegio era un problema con la Aseguradora». Estas
manifestaciones dieron cuenta de un sistema que «jubila»7 a la población que se encuentra trabajando en
relación de dependencia a los 65 años de edad. Si bien este tope se aplica también a los trabajadores

7 Ley 24241 - InfoLeg - Información Legislativa 1993. SISTEMA INTEGRADO DE JUBILACIONES Y PENSIONES.

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autónomos, el impacto que produce en ambas situaciones es diferente, dado que los trabajadores
autónomos en muchos casos pueden continuar desarrollando su actividad laboral, con la ventaja de
percibir su beneficio jubilatorio.

Ricardo Iacub destaca la importancia de poder anticipar, de proyectar nuevas actividades y de organizar
asuntos económicos teniendo en cuenta que, al no poder reconocer la importancia del momento de
transición, es probable que surja la sensación de haber sido expulsados o de haber perdido
irremediablemente, de un día para el otro, algo esencial, lo que puede generar malestar y puede
obstaculizar el duelo por la pérdida del lugar de trabajo (Iacub, 2015).

El grupo planteó también algunas diferencias vinculadas al género: «Jubilarse parece ser más difícil para
los hombres que para las mujeres». Esta apreciación coincide con lo expuesto por Silvia Sbravatti, quien
sostiene que los varones suelen manifestar mayor preocupación ante la jubilación en cuanto a los cambios
de rol y las dudas con respecto a qué harán con el tiempo disponible y cómo se desenvolverán en el hogar.
En cambio, las mujeres parecen no estar tan preocupadas por el cambio de rol, teniendo en cuenta que,
por lo general e incluso durante su actividad laboral remunerada, ya desarrollaban actividades domésticas
(Sbravatti, 2016).

También pusieron sobre la mesa que: «A veces, la gente tiene miedo a la soledad o miedo a no tener que
hacer nada». Si se considera que el anclaje social se efectiviza mediante el estudio o el trabajo, entonces
habrá que pensar: ¿En qué situación se encuentran los adultos mayores?, ¿Cuál es el peso de este «hacer
nada» al que se alude? ¿No trabajar es «hacer nada»? Esta expresión da cuenta de la fuerte representación
que posee el trabajo para este grupo. ¿Qué nuevas formas de anclaje social podrán plantearse? Si se dieran
a través de centros de jubilados, programas educativos o recreativos, ¿hasta qué punto no se continuarían
reproduciendo las lógicas que generan estrategias de segregación? ¿Podría ocurrir que continúen
participando de los espacios que deseen, sin que esto implique que sean únicamente para adultos
mayores?

En una de las actividades, se le propuso al grupo realizar un collage con la consigna «Así soy yo»8.
Mediante la misma surgió la incertidumbre con respecto a lo que vendrá, representada como un laberinto
con encrucijadas que conduce a buscar nuevas alternativas frente a los cambios, la jubilación, los
obstáculos y la sociedad intrincada en que se vive. Un «laberinto» en el cual se desconoce el camino a

8
Utilizando revistas, dibujos, frases o el material que deseen, realicen una producción que les permita presentarse a
partir de la consigna «Así soy yo».

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seguir, pero se confía en la particular manera que cada uno tendrá para encontrar una salida, poniendo en
juego su propio saber.

En las producciones, a través de ventanas y una puerta que permite vislumbrar el Faro del Fin del Mundo,
representaron la posibilidad de hallar un abanico de oportunidades.

El tiempo fue otro elemento que apareció con fuerza, representado con múltiples significaciones: un
tiempo inmenso, con el que no se sabe aún qué hacer, un tiempo para «revivir», un tiempo que pretende
ser utilizado de una manera placentera, un tiempo de libertad, un tiempo para dedicar a los seres queridos,
un tiempo para investigar y descubrir, un tiempo para mirar hacia afuera y también hacia adentro. Un
tiempo en el que… «Mientras estemos aquí, todavía algo se puede hacer».

Los participantes destacaron el valor de lo grupal como un espacio de reflexión en este momento vital que
se comparte, matizado por la singularidad de cada uno: «Hay cosas que uno no analiza habitualmente;
ahora que lo hacés, está bueno y se va enriqueciendo con lo que los demás aportan», «Me encanta ver
cómo estamos todos en la misma, que uno no está solo, digamos».

De antes y de ahora

Se invitó a los participantes a recuperar sus itinerarios vitales en términos ocupacionales, registrando por
escrito las actividades realizadas desde la niñez hasta la actualidad, incluyendo las formales (educativas y
laborales), las no formales (deportivas, culturales, artísticas) e informales (asociadas al tiempo libre)
reconociendo en cada una de ellas las habilidades y acciones que se implican. A medida que avanzaron en
el recorrido, comentaron sus experiencias, recuerdos y anécdotas, compartieron qué sentían al hacerlas y
se explayaron en las particularidades de dicho hacer (sostenerlo, modificarlo, etcétera). De este modo,
nuevas asociaciones se incorporaron a la producción enriqueciéndola.

Se pudo apreciar el modo en que acciones, intereses y gustos que han resultado placenteros, en algunos
casos incluso desde la niñez, van buscando materializarse a lo largo de la vida mediante la elección de
diversos quehaceres, dando lugar a la realización del deseo. Este podría ser el caso de la niña que juega
incansablemente a ser maestra, que ejerce como docente en su adultez y que al jubilarse continúa dando
clases particulares. En otros casos, actividades impuestas y consideradas poco gratas en la infancia son
resignificadas en la vida adulta, incorporándose a nuevos quehaceres más creativos y placenteros: «Corte
y confección no me gustaba, pero te mandaban. Mi familia venía de la guerra, todo lo que se hacía tenía
que ser práctico y útil. Todo me sirvió, sé usar la máquina de coser y gracias a eso puedo hacer arte
textil. Es muy creativo». También puede suceder que deseos que fueron relegados por diversos motivos
(mandatos familiares, sociales, etcétera) reaparezcan en algunos sujetos buscando ser satisfechos a través

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de la elección de una actividad afín a la relegada: «Me hubiese gustado estudiar psicología, escuchar y
ayudar a las personas era lo que más me gustaba; eran épocas difíciles, comencé en el 76 y terminé en el
83 (…) Hace dos años comencé a estudiar terapia floral, de esta forma estoy en contacto con la gente y
trato de ayudarla a que esté mejor». Así como deseos, que han sido satisfechos durante años con el
ejercicio de la profesión, buscarán nuevos quehaceres: «Me jubilé de la actividad asistencial también, de
todo... no quiero saber nada de medicina. Me dediqué a esto toda la vida. Ahora quiero hacer otras
cosas; estudiar inglés, tocar la guitarra, nadar». Por último, también están aquellos deseos que han
encontrado su realización y buscarán mantenerse en ese camino hasta el final: «Ahora trabajo con mi hija
de manera independiente, como asesor».

Se ha planteado que muchas de las obligaciones y responsabilidades asumidas anteriormente, como


estudiar una carrera, mantener una familia o cuidar a los hijos, han perdido ahora su peso, abriendo paso a
la posibilidad de plantearse y decidir qué se desea y qué esfuerzos se está dispuesto a realizar en pos de
alcanzar la satisfacción o el placer anhelado. Se puso de manifiesto en frases como: «Hacer cosas que te
dan placer pero que constituyen un esfuerzo, como ser el arte, tocar la guitarra o aprender un idioma»,
«A nuestra edad tiene que ser placentero, uno ya no hace las cosas por obligación», «Lo hacés para
aprender, para compartir con otros, por gusto personal».

Tal como lo plantea Ricardo Iacub, la inclinación de la balanza de las actividades que se realizan por
obligación a las actividades que se realizan por placer también implica otros posicionamientos de los
sujetos ante la nueva realidad (Iacub, 2012).

Cerrar para poder abrir

Mediante una breve relajación se creó el clima propicio para ser conducidos imaginariamente a sus
ámbitos laborales con el fin de poder despedirse de ellos. Cada uno plasmó su despedida con
verbalizaciones que favorecieron la reflexión acerca de la situación de pérdida y la elaboración del duelo
por aquello que ha quedado atrás: el rol de trabajador, el espacio físico de desempeño laboral, los
compañeros con quienes se mantenía un vínculo afectivo estrecho. Estas pérdidas modificarán la
subjetividad, resignificando ciertos sentidos que podrían facilitar el vínculo con nuevos lugares,
actividades y personas. El modo en que se elabore esta transición estará signado por cómo se hayan
vivido y tramitado otras pérdidas y los recursos internos con que cada uno cuente, así como también las
oportunidades que el contexto brinde.

Algunos integrantes del grupo manifestaron haberse despedido de su primer trabajo, del cual guardaban
gratos recuerdos, ¿Resultará más tolerable despedirse de aquello que se ha vivido como más placentero?

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¿Será que el cansancio ante la tarea, la rutina o las formas diferentes de concebir la tarea por parte de las
generaciones más jóvenes se presentan como excusas que facilitan el retiro del mundo laboral, en un
intento de reducir la angustia? ¿Cuánto habrá en esta despedida de reconocer el inexorable paso del
tiempo y, con él, la juventud? La narración de la propia historia es una herramienta que permite la
continuidad entre el pasado y el presente para poder investir el futuro.

El espacio de la orientación vocacional permitirá abordar imperativos sociales trascendiendo la necesidad


de buscar actividades a desarrollar en un intento de aferrarse a una rutina o para ocupar el tiempo, sino
para disfrutar de lo que se hace sin responder a valores dominantes; así como también permitirá abordar
cuestiones relacionadas con los roles familiares y de género. La elaboración de estas cuestiones redundará
en la transformación de sí y en la consideración de nuevas opciones desde una perspectiva diferente.

Todos compartieron sus logros, aquellos momentos de la actividad en los que pudieron crear, innovar,
destacarse… hacer algo «valioso». Será ahora tal vez el momento propicio para «re inventarse».

Indagando en esa idea planteada, la relacionaron con «Aprender a usar la computadora, el celular,
Facebook». Esta propuesta permitió reflexionar sobre lo que se ha dejado, así como descubrir de qué
modo aquellas acciones que resultaron gratificantes pueden continuar desarrollándose en la actualidad
bajo la forma de otras actividades: «Utilizando lo que hacíamos para hacer algo nuevo. En mi trabajo yo
organizaba la información del área, gestionaba servicios. Ahora, por ejemplo, organizo salidas de fines
de semana con grupos de amigas».

Permitirse proyectar

Se propuso realizar una lluvia de ideas respondiendo a dos cuestiones, la primera fue: Permiso para…
obtuvo como respuesta: «Soñar lo que quiera», «Hacer actividades placenteras sin esperar resultados»,
«Disponer de mi tiempo»… Dando lugar al surgimiento de ideas tales como: «¿Puedo disponer de mi
tiempo cuando mi hijo me pide que cuide a mi nieto todos los días?», «Es difícil», «Habría que disfrutar
de los nietos pero no como una obligación que los hijos te imponen». Estos planteos dan lugar al
abuelazgo, poniendo en la mira la relación en entre padres, hijos y nietos. ¿Qué significará renunciar al
pedido de los hijos en pos de disponer de un tiempo para uno mismo? ¿Se asociará a sentirse valorado?
¿A ser útil? ¿O a garantizar la continuidad de una rutina?

La segunda fue: Proyectar… y propició respuestas del tipo: «Actividades nuevas», «Aprender cosas
nuevas», «Viajar», «Volver al centro de jubilados». Se conversó sobre algunos sitios de internet (PAMI,
Centro Cultural Rojas, Gobierno de la Ciudad) a través de los que pueden acceder a información sobre

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diversas actividades que habían sido mencionadas en encuentros anteriores: idiomas, teatro, fotografía,
cine europeo, visitas guiadas por la ciudad, caminatas, gimnasia, natación, entre otras.

Reflexiones finales

Al comienzo del taller se ha mencionado una puerta que se abre al «Faro del Fin del Mundo», que invita a
preguntarse: ¿Qué mundo se termina?, ¿Acaso el laboral? Las puertas y ventanas que se abren representan
también otras posibilidades como la de «no cerrarse, de mirar hacia afuera y continuar hacia adelante».

Este particular momento del itinerario vital, representado como «un laberinto con encrucijadas», que
confunden en cuanto a la dirección a seguir, se encuentra signado por un tiempo que representa múltiples
facetas, de las cuales la más valorada es la que establece que «todavía algo se puede hacer» y en el que
«la creatividad» debe ser una gran aliada en la búsqueda de nuevas ideas, nuevas formas de ver las cosas
y nuevas oportunidades.

Aparecen los cambios, las pérdidas que forman parte de la vida misma. Cada uno encontrará, de acuerdo
con los recursos internos con los que cuente, la mejor manera de transitar esta parte del recorrido. La
elaboración de estas situaciones facilitará la posibilidad de re inventarse, para continuar disfrutando de la
vida y de lo que ella brinda.

La participación en esta actividad es considerada como una experiencia subjetivante, en la que se rescata
«la importancia de parar la vorágine y pensar: qué me gusta, qué puedo hacer», y atreverse a imaginar
un proyecto. Quienes puedan hacerlo, ¿tendrán mayores posibilidades de poner en marcha cambios que
les brinden satisfacción y bienestar? Quizás se podría comenzar con pequeñas acciones, anteponiendo
deseos y proyectos propios a las demandas familiares o dándose cuenta que si bien «si quiero, puedo»,
podría ser un motor que impulse a la acción; también podría convertirse en una trampa en la que la
responsabilidad recaiga en el adulto mayor, invisibilizando cuestiones que atañen a las políticas públicas
o naturalizando estereotipos frente a los cuales el sujeto no cuenta con margen de acción, debiendo
plantearse que tal vez no siempre querer, sea poder.

Esta experiencia nos ha permitido acompañar al grupo en general y a cada uno con su singularidad,
mediante una escucha atenta, promoviendo el «soñar», sosteniendo la pregunta por el propio deseo, deseo
que no detiene su marcha y busca proyectar «actividades nuevas».

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BIBLIOGRAFÍA

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de la Orientación», revista Orientación y Sociedad. N°10. La Plata, disponible en: www.scielo.org.ar

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Aires, Nueva Visión.

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estudio y aprendizaje. Módulo 2. Naciones Unidas. CEPAL, disponible en:
www.cepal.org/celade/noticias

Iacub, Ricardo (2015): Todo lo que usted siempre quiso saber sobre su jubilación y nunca se
animó a preguntar. Buenos Aires, Paidós.

Iacub, Ricado (2012): El poder en la vejez. Entre el empoderamiento y el desempoderamiento.


Buenos Aires, INSSJP.

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www.soberaníasanitaria.org.ar

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Comunitario: «Prevenir para seguir creciendo».

INSSJP (2009): Resolución N° 1279. Programa Universidades para Adultos Mayores Integrados
del INSSJP «UPAMI».

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escuela. Puntuaciones de época. Buenos Aires, Paidós.

Rascovan, Sergio (2005): Orientación vocacional. Una perspectiva crítica. Buenos Aires, Paidós.

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disponible en: www.anses.gob.ar
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Duschatzky, Silvia (comp): Tutelados y asistidos. Buenos Aires, Paidós.

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Datos útiles, consulta de actividades en C.A.B.A.

www.pami.org.ar
turismo.buenosaires.gob.ar
www.buenosaires.gob.ar/desarrollohumanoyhabitat/terceraedad/
www.rojas.uba.ar
buenosaires.gob.ar/areas/educacion/establecimientos

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