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Los Distritos Escolares son unidades básicas que tienen como competencia la supervisión de
planteles, centros, comunidades educativas, formación docente, cátedras, así como servicios
educativos. En este orden, tienen como funciones la de dirigir, coordinar, supervisar y evaluar la
correspondiente ejecución de las políticas educativas de tal manera que ejecute programas
tendientes a la supervisión del trabajo docente y la administración de los procesos que tiendan a
mejorar la calidad de la enseñanza en los planteles educativos.
Es claro entonces que el sector educativo ejecuta la labor de supervisión, velando por el
funcionamiento adecuado del plan operativo del sector, coordina
actividades sociales y académicas, asesora y orienta a quien dirige el plantel para el correcto
funcionamiento de programas, así como atiende a directivos, padres de familia y representantes
en la resolución de problemas.
Las escuelas están experimentando profundos cambios desde la supervisión educativa, tanto
exógena como endógena y esto se evidencia en el accionar y la gestión de los supervisores. Según
la OCDE (2004), desde la década de los noventas, no se han presentado innovadores resultados
que respalden la inversión que se ha hecho a partir de la reforma educativa porque las escuelas no
han mejorado sus prácticas y resultados, dado que se han acentuado diferencias entre las escuelas
de tal manera que las escuelas que son más desfavorecidas con recursos, debido al sistema
competitivo, quedan rezagadas y justo son las escuelas públicas que ocupan el 82% de la
cobertura en educación pública nacional. Igualmente, la supervisión educativa no ha vinculado con
fortaleza los objetivos y los esfuerzos desde las políticas educativas y su correspondencia con la
praxis de las escuelas y en este orden, el consecuente control de la calidad educativa, que
sobrepase los elementales diagnósticos y orientaciones reguladoras para el futuro de la acción
educativa la cual debe funcionar de manera óptima teniendo como referente la supervisión
educativa.
Los sistemas educativos son considerados como organismos vivos, y por lo tanto, supeditados al
cambio desde los procesos y las instituciones y en estos escenarios, está presente la labor
transformadora de la supervisión escolar. El mundo contemporáneo está en continuo y acelerado
cambio debido a los avances científicos y tecnológicos y su consecuente implicación en las
organizaciones sociales, en los sistemas políticos y por consiguiente, en los sistemas escolares. El
mundo es una pequeña aldea global en distancias y tiempos más cortos a partir de los
intercambios mercantiles, de capital, personales y de información. Igualmente, surgen nuevas
lecturas sobre la justicia, la libertad, los sistemas democráticos, la diversidad cultural y la cohesión
social.
Esta realidad no obvia las deudas sociales que tienen algunos países con la población infantil y
juvenil, las cuales se evidencian en la desigualdad social convirtiéndose en freno para el desarrollo
y la calidad educativa. Es entonces donde el papel de la supervisión educativa se convierte en un
elemento transformador y aportante a la solución de los problemas emergentes.
LA ESTRUCTURA EPISTÉMICA DE LA SUPERVISIÓN ESCOLAR Y SU PROBLEMÁTICA
La historia nos la muestra como un saber capaz de afrontar los problemas de los sistemas
escolares, muchos de los cuales ha resuelto, si no teóricamente, si al menos en la práctica, a través
de las soluciones de que ha dispuesto en cada momento. Si del conjunto de los estudios sobre
supervisión escolar no se puede inferir hoy una delimitación científica, de general aceptación que,
no obstante, nosotros vamos a intentar, si podemos hallar desde luego un repertorio de auténticas
cuestiones abarcables por su objeto, correctamente enfocadas, y a cuyo estudio y esclarecimiento
ha contribuido de manera indiscutible. Tal vez esto ha evitado el error de método que hubiera sido
el querer constituir una supervisión abstracta, como guarín de vitry observo en el caso de la
sociología, formada, como él decía, antes de haber verificado en grado suficiente una exploración
de sus fenómenos reales>
Desde la supervisión se puede abordar la reflexión interna, crucial para los sistemas educativos,
pus sobre ellos incide y ellos la han hecho posible y que esta disciplina afronta desde la formas
aceptadas o validadas por el sistema científico, pues opera como una ciencia específica,
respondiendo de esta manera a las expectativas que en ella pone el sistema político
administrativa; alternativa pedagógica a la reflexión que se pueda desarrollar en el marco de la
sociología y que la supervisión aprovecha desde las formas aceptadas o validas por el sistema
científico.
El currículum escolar recoge de manera sublime las experiencias, ideales, actitudes y esperanzas
más importantes del hombre; esta parte de la institución educativa, exige hoy más que nunca,
estudios y decisiones más cuidadosos. Todo sistema escolar debe decir cuánto debe enseñar y
cómo ha de enseñarlo.
“La supervisión parece destinada por tanto a desempeñar un papel esencial en las decisiones
sobre la naturaleza y contenido del currículum, en la selección de los patrones de organización y
los materiales educativos de la escuela para facilitar la enseñanza y la evaluación de todo el
proceso educativo”.
Como se desprende de lo anteriormente expuesto la supervisión educativa es una necesidad por
cuanto de ella depende el desempeño de la escuela, con miras a que ésta mejore constantemente,
es una forma de ayudar al personal que tiene la responsabilidad de conducir la enseñanza para
que realice el trabajo de manera objetiva y científica.
El trabajo docente es una acción cooperativa, donde supervisor y docente deben armonizar,
colaborando para alcanzar los mismos fines educativos; este factor hace necesaria la supervisión,
pues a través de ella docentes de distinta manera de ser pueden ser bien aprovechados a favor de
la educación.
Aún siendo compatible con las más diferentes funciones, la Supervisión formativa hace hincapié en
las que tienen como denominador común la promoción educativa y la mejora institucional:
orientación, asesoramiento, información y evaluación; por lo que se puede definir como un
proceso permanente y sistemático de ayuda, orientación, guía, apoyo e impulso para que las
instituciones escolares puedan alcanzar sus fines sin que nada perturbe el cumplimiento y
desarrollo de las funciones que le son propias.
La supervisión, en la primera acepción, consiste en la acción por la que sus agentes (los
inspectores e inspectoras), en el marco que les tiene fijada la admi- nistración (normativa legal), en
unas circunstancias concretas (sistema educativo en el que ejercen; y con unos determinados
quehaceres (funciones) y medios (atribuciones, procedimientos v técnicas), ayudan a los directivos
de los centros y a los profesores a realizar su trabajo de tal manera que experimenten su
asistencia técnica como un recurso necesario para enjuiciar críticamente lo que hacen y como un
medio que les facilita la obtención de buenos resultados {fines y objetivos del sistema) El acto
supervisor, por tanto, consiste, en toda actuación profesional que suponga situarse personal e
intelectualmente como observador- evaluador de una situación, que permita dominar las
diferentes perspectivas que la conforman según las referencias y directrices que suministran los
principios, normas y criterios que sirvan para valorarla, orientarla, promoverla, corregirla y, en
general, decidir sobre ella. La supervisión, que se ha mostrado capaz de enfrentarse con los
problemas estructurales, de organización, didácticos y pedagógicos en general, de los sistemas
escolares dándoles soluciones prácticas, está ahora en condiciones de abordar también de manera
teórica los que puedan surgir en adelante, captando el curso de su evolución y guiándolos con la
responsabilidad que le da su trayectoria, por lo que no sólo hay que considerarla como saber
«instrumental» sino también «explicativo». La supervisión, por una parte, se sitúa ante el sistema
escolar como una estructura objetiva, ya que está dentro de su campo de investigación y de acción
característico. Pero tiene al mismo tiempo capacidad para analizar la fundamentación sobre la que
descansa, es decir, de hacerlo cuestión de estudio desde sus peculiares puntos de mira,
aplicándole los métodos propios que le ayudan a interpretar los hechos. Así, de una parte, obtiene
conocimientos de la propia realidad de su objeto y, de otra, de las ciencias más o menos afines
que le hacen los empréstitos necesarios para aplicar al sistema escolar y a sus propias metas, y en
las que se encuentran sus primeras aportaciones.
En el caso de las referidas al sistema escolar, aunque éste, como objeto de estudio, represente
toda una encrucijada y un claro elemento aglutinante, no por ello dejan de ocuparse de él desde
objetos formales específicos. Unas veces el pensamiento pedagógico es proyectual-decisional
(cuando la educación sirve para prescribir el recorrido de desarrollo de un sujeto y es educación en
cuanto se concibe como actividad para el futuro); otras veces el pensamiento pedagógico es
interpretativo (cuando pretende controlar un acontecimiento o una clase de acontecimientos para
verificar si el proyecto utilizado ha alcanzado su fin, aún en el libre juego de las partes); o puede
ser aún la lectura del comportamiento del educador o del educando en general o de un aspecto
suyo particular. En este contexto esta claro que podemos situara la supervisión dentro del
pensamiento pedagógico interpretativo, o diagnostico interpretativo, pues se embarca en el
conocimiento y control de los acontecimientos educativos para verificar si se han alcanzado los
fines pretendidos. No obstante, hay que reconocer que si la supervisión ha adquirido carácter
propio y cierta independencia ha hecho posible el desarrollo y enriquecimiento del acervo de sus
contenidos sin que por esto se desligue completamente de la pedagogía, aunque tenga qué ser
ella misma la que ahora dé cuenta de su propia razón de ser.
Si los saberes pedagógicos son capaces de incluir distintas disciplinas, como subsistemas
culturales, es lógico que lo hagan respetando las peculiaridades de cada una y las características
de su propia identidad y que asuman las contribu- ciones de todas ellas, por muy distintas y
numerosas que sean.
Una ciencia autónoma e- independiente Aunque hayamos reconocido lo que le debe a las demás,
tanto a las que caen dentro del ámbito de lo educativo como a las que se ocupan de otros campos
social.