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Juegos cooperativos

Los juegos cooperativos son actividades lúdicas en los que participan todas las
personas. No se excluye a nadie. Todas ganan, nadie pierde y, por tanto, no se
ponen penas, prendas ni castigos. No jugamos unos contra otros, sino que todos
los participantes se ayudan para conseguir el mismo objetivo a la vez.

Los juegos cooperativos cumplen unas funciones de gran interés:


 Son actividades divertidas.
 Tienen un firme carácter educativo y se trabajan de forma muy similar a
las dinámicas de grupo.
 Permiten que las personas implicadas lleguen a practicar hábitos
positivos como: comunicarse por el nombre propio, aprender a conocer a
los demás, potenciar la distensión, buscar la confianza mutua,
desarrollar la estima, permitir el contacto, aumentar el cariño hacia los
demás y hacia uno mismo, y aprender habilidades de relajación y
premasaje.
 Dan una especial importancia a los valores de convivencia, de manera
que la violencia quede desterrada en las relaciones sociales. Con la
metodología de los juegos cooperativos, las personas dan importancia a
la relación cooperativa en sus acciones, lo que permite avanzar hacia
una sociedad constructiva y solidaria.

El método socio-afectivo
La utilización de los juegos cooperativos en el ámbito educativo responde al
método socio-afectivo, que conlleva tres fases:
1.º. SENTIR mediante la experimentación vivencial de un juego, una
dinámica o una situación vital.
2.º. REFLEXIONAR sobre las vivencias experimentadas. Después de cada
juego es importante dedicar, en el ámbito escolar, un tiempo a reflexionar
sobre la actividad que se acaba de realizar y su relación con nuestra vida
real.
3.º. ACTUAR. El proceso educativo termina exitosamente cuando las
personas participantes llevan a la vida práctica su nuevo aprendizaje. En el
marco del trabajo docente, se logran los objetivos cuando todas las
personas implicadas en el proceso de aprendizaje llevan a cabo los
objetivos y valores de conducta que se pretendían en cada actividad.

En los juegos cooperativos es importante prestar atención a dos apartados:

a) La reflexión
El instrumento básico para la reflexión es la pregunta. Se puede encauzar la
reflexión mediante preguntas abiertas a los niños: ¿Tenéis algún comentario?
¿Qué os ha parecido la actividad? ¿Cómo os habéis sentido?
Después se plantean interrogantes sobre los objetivos generales y específicos
del juego: ¿Qué dificultades habéis tenido? ¿Qué inconvenientes? ¿Qué
habéis aprendido?

Finalmente, se pueden añadir otras cuestiones con el fin de profundizar en las


respuestas que los niños han ido dando.

b) El seguimiento
Basándonos en las reflexiones podemos llegar a conclusiones prácticas para
nuestra vida real. Por ejemplo, una vez finalizada una actividad, si alguien se
queja porque le han golpeado fuerte en el hombro, habrá que tener cuidado al
dar a alguien en un hombro pues, a veces, un niño lo hace con fuerza y a sus
compañeros les molesta (o duele).

El docente efectuará una comprobación periódica y reflexiva de las


conclusiones prácticas que queremos reafirmar.

Nos centraremos en presentar una serie de actividades relacionadas con cada


una de las unidades didácticas que se desarrollan a lo largo de los tres cursos
del segundo ciclo de Educación Infantil.

La temporalización propuesta consiste en realizar una sesión de juegos


cooperativos cada dos semanas. Estos juegos servirán para iniciar el desarrollo
de las competencias sociales básicas dentro del contexto de los conocimientos
programados.

Presentación y desarrollo
Los juegos cooperativos se introducirán como una situación vivida o una
experiencia personal, antes de la explicación del juego en sí mismo, con la idea
de crear un ambiente especial en el grupo.

Cuando sea posible, se intentará explicar una por una las normas, a la vez que
se va demostrando su desarrollo con un ejemplo. Puede ser conveniente dar
un ejemplo de la actividad antes de que todo el grupo la lleve a cabo
conjuntamente.

En ocasiones, hay juegos sencillos o grupos con más experiencia en dinámicas


a los que se les puede ir indicando el desarrollo del juego según vaya
avanzando, lo que requiere dar pocas explicaciones. Cuando esto es posible,
se consigue una mayor asimilación de los objetivos que pretendemos
conseguir.

No conviene pedir voluntarios cuando el juego (o su variación) sea fácil porque


posiblemente se ofrecerán muchos niños, lo que implica que el docente tendrá
que elegir. En cambio, si lo que se pide es algo más complicado (o
vergonzoso), por ejemplo, bailar delante de todo el grupo, será importante
incidir en la voluntariedad y animar a que alguien lo realice. Lo más probable es
que una vez que un niño haya ejecutado esa acción, los demás compañeros
querrán participar. En caso de que nadie se presente voluntario, el docente
puede iniciar el juego.

Es importante observar si se están consiguiendo los objetivos previstos. Si no


es así, conviene detener la actividad, reflexionar conjuntamente y decidir si se
puede retomar el juego o conviene trabajar los mismos objetivos con otro juego
más fácil.

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