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LAS LENGUAS INTERNACIONALES

Denominaremos así a las lenguas naturales que por razones históricas extendieron el
ámbito de su influencia más allá de los límites de su propia comunidad lingüística. Esta
influencia pudo tener grados muy diversos, desde la anulación total de la lengua
indígena o preexistente (como hizo el latín con prácticamente todas las lenguas
prerrománicas) hasta el relegamiento a nivel de lenguaje familiar, arcaico o
geográficamente muy determinado (como hizo el español con el guaraní, o lengua
indígena del Paraguay; o el francés en muchas de las colonias africanas).
Esto último es lo que ocurrió con el babilónico y el griego antes de nuestra era, con el
latín en los momentos de mayor esplendor del Imperio Romano y luego como lengua
oficial de la comunidad cristiana, con el español del siglo XVI, el francés del XVII o el
inglés actual.
Con frecuencia se ha anhelado la invención de una lengua artificial que por su sencillez
pudiera servir como lengua internacional. Pero estos anhelos, cuando se resuelven en
lenguas concretas, han resultado absolutamente fallidos. Piénsese que lo que se
pretende con estas lenguas artificiales es la extensión universal de un sistema de
comunicación lingüística: esto es, exigiría un esfuerzo universal -incluso de los
analfabetos- absolutamente utópico. Las lenguas artificiales, por añadidura, carecen de
una tradición cultural, que es el alma de toda la lengua y que no se puede inventar de la
noche a la mañana. Muchas son las personas que aprenden español, por ejemplo, para
poder leer cumplidamente a Cervantes, Quevedo o Antonio Machado.
La más famosa de todas las lenguas artificiales ha sido -lo es aún- el esperanto,
inventado en 1887 por un médico polaco, Lazare Zamenhoff. Ha conseguido una
audiencia de aproximadamente 400.000 personas en todo el mundo. El criterio esencial
que Zamenhoff siguió para su creación fue la sencillez y la recursividad: pocas raíces,
palabras siempre invariables, el acento es siempre llano, las categorías se reconocen
siempre por la misma terminación (los nombres en -o; los adjetivos en -a, los adverbios
en -e); sólo existe un modelo de conjugación verbal; sólo existe un verbo auxiliar («esti»,
equivalente a nuestro «ser»), etcétera. Es decir, un lenguaje de gramática sencillísima y
sin excepciones. El esperanto se simplificó aún más en una versión posterior que se
conoce con el nombre de «ido» o «ídlo» (Ver siguiente tabla).

El folapuc («volapük») fue creado hacia 1880 por Martín Schleyer en Suiza, tomando
como idioma base el inglés.
Ya en nuestros días el avance tecnológico ha necesitado de modos de comunicación
artificiales cada día más perfectos y sofisticados. Los mismos lingüistas han creado un
lenguaje artificial (interlingüa). La perfección de máquinas, computadoras, etc., las ha
llegado a convertir en aparatos de comunicación que usan lenguajes artificiales
sumamente complejos.

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