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ORIGENES DEL ESPAÑOL

El español es una lengua romance, es decir, tiene sus orígenes en el latín que, con el
Imperio Romano, abarcó gran parte de Europa, África y Asia; y, como toda lengua,
fue evolucionando a través de los siglos. Es así que en España se formaron diferentes
dialectos en cada región hasta que lentamente el castellano, que tuvo su cuna en
Castilla, fue ganando la supremacía sobre los demás dialectos. Al conformarse
España como nación, se reconoció a este idioma como español, denominación que
predomina en nuestros días.

Variante diatópica o geográfica


Son las diversas formas de hablar de las personas que tienen la misma lengua, pero ocupan
diferentes espacios geográficos; pueden abarcar continentes, países, ciudades, pueblos o áreas
de influencia.
En el ámbito internacional existen diversas formas de hablar el español, cada una en respuesta a
la historia y la cultura específica de la zona donde se habla.
Sin embargo, las diferencias regionales no son tan importantes como para que el idioma sea
incomprensible entre los hablantes de diferentes países.
La lengua española contiene numerosas variantes dialectales, es decir, modos particulares de
hablarlo, tanto locales como regionales, nacionales y hasta continentales.
La historia del idioma español tiene dos momentos en los cuales se convierte en una lengua
internacional.
En primer lugar, el español evoluciona lingüísticamente del latín. Fue una lengua hablada por la
mayoría de la población en toda la península ibérica desde hace más de dos mil años. Y dio
origen a lo que llamamos lenguas romances, lenguas que se expandieron desde ese territorio.
En América, la historia del idioma español comienza con la colonización del continente
americano, a inicios del siglo XVI. El comercio y la migración han jugado un papel
predominante en la expansión de la lengua española hacia todo el mundo.
El español y la cultura hispánica siempre han suscitado un gran interés y en los últimos años ese
interés ha crecido de forma notable. Esto se debe a que el español es el idioma más hablado entre
las lenguas derivadas del latín, las lenguas romances, como el francés o el italiano.
Por esta razón, suenan tan similares algunas palabras entre idiomas. Este fenómeno se debe a que
comparten rasgos característicos, tanto en términos de cantidad de hablantes como de países en
los cuales predomina dicho idioma, además de convenciones ortográficas similares.
El uso del español no se limita a España, México y las naciones de Centro y Sudamérica, ni el
Caribe, sino que incluye países del continente africano y asiático, a pesar de no ser la lengua
oficial.
También pasa a la inversa. En España, además, se habla el catalán, gallego y euskera, que se
conoce más comúnmente como vasco.
Y en México el español convive con las lenguas originarias, como el Náhuatl, el Chol, entre
muchas otras.
Nuestro país cuenta con más de sesenta agrupaciones lingüísticas originarias, además del
español. Y todas muy variadas, que conviven y enriquecen nuestra cultura, e incluso al mismo
español. Por ejemplo, la palabra “chocolate”, usada en todo el mundo, es de origen náhuatl.
También está el caso de Puerto Rico, que es un territorio asociado a los Estados Unidos, en
donde tanto el español como el inglés son lenguas oficiales.
¿Te imaginas que tan diferente es la forma de hablar de esta enorme cantidad de personas? Las
diferencias aumentan si se considera que existe una gran cantidad de variantes del español, y
cada pueblo tiene su cultura y formas de expresarse. Incluso varía dependiendo de la edad o el
grupo social de cada hablante.
Existen 21 naciones hispanohablantes. Cada una con sus propias características lingüísticas.
Algunas de éstas son compartidas con todo el mundo, otras solamente con algunas naciones y
otras son de uso exclusivo del país o región donde se habla.
Por lo tanto, no todos los hispanohablantes usan un mismo vocabulario, pues cada comunidad ha
integrado particularidades regionales, dependiendo de su contexto. Aun así, hay un vocabulario
compartido en todo el mundo hispanohablante, por lo cual podemos entendernos.
Ese vocabulario común, es producto de que el latín es la lengua que está en la base del español.
Y el español, es resultado de dos mil años de cambios y evolución a partir del latín.
En nuestros días, estamos viviendo un fenómeno complejo y ambiguo: la globalización de las
lenguas.
En el caso del español, la globalización permite tener contacto con los hablantes de diferentes
variedades del español, y esto hace que se pueda interactuar y establecer relaciones sociales con
las personas de todos los países hispanohablantes.
Esto también propicia que cada vez sea más fácil para todos comprender las variantes que surgen
de región a región. Por ejemplo, gracias al Internet o las series, puedes conocer el significado de
algunas expresiones españolas o colombianas, como los saludos, algo tan cotidiano es expresado
de diferentes maneras en cada región.
Un saludo se puede decir de diversas formas en varios países.
País Variedades del español
Venezuela Todo bien, hola, ¿qué tal?
Argentina Hola, ¿qué onda?, ¡qué bola!
Bolivia Hola, llegué.
Guatemala Ole, onda, mae, hola.
México Hola, buenas, buenos días.
La palabra “hola” es una forma ya establecida por los hispanohablantes y se puede emplear para
iniciar una conversación en cualquier país.
Cuando se conocen las variantes léxicas de los pueblos hispanohablantes, se comprende y se
valora lo vasto que es el español. De esta manera, aprendemos a respetar la diversidad
lingüística, que es parte de la riqueza cultural de una comunidad, una sociedad o un país.
Además, se puede observar la difusión del español como una lengua internacional. Tan sólo en el
continente americano puedes recorrer más de diez mil kilómetros, desde las comunidades
hispanohablantes, en Estados Unidos, hasta Ushuaia, en el extremo sur de Argentina. En cada
uno de esos lugares puedes comunicarte en español.

 El latín vulgar en la Península Ibérica

Primero deberíamos reconocer el término del latín vulgar: En esa época contaba con
variedades lingüísticas que estaban relacionadas con los factores dialectales.
(variedades diatópicas), con factores socioculturales (variedades diastráticas), con
factores históricos y evolutivos (variedades diacrónicas) y con factores relacionados
con los distintos registros expresivos (variedades diafásicas); pues bien, el latín vulgar
(también llamado latín popular, latín familiar, latín cotidiano o latín nuevo) era la
variante oral del latín, es decir, el latín que utilizaban los romanos (fueran cultos,
semicultos o analfabetos) en la calle, con la familia y, en general, en los contextos
relajados. Se trata, por tanto, de un latín que se aleja del latín clásico y normativo
debido a la espontaneidad y viveza que le otorga su naturaleza oral y cotidiana. Esta
variante diafásica de la lengua latina es de vital importancia puesto que es de ella (y
no del latín culto de la literatura y los registros formales) de donde van a proceder las
lenguas romances o románicas, y más en concreto del latín vulgar del período tardío
(S. II-VI).

Dado que el latín vulgar era oral y evanescente y que sólo se empleaba en contextos
relajados, ¿de dónde podemos obtener información acerca de sus características? Es
evidente que no existe ningún texto escrito en latín vulgar; a lo sumo, tenemos textos
en los que se encuentran algunos vulgarismos dispersos, perdidos entre el estilo lujoso
y cuidado que caracteriza a la literatura latina. Por los vulgarismos rescatados de
algunas obras cultas (incluidos en ellas por razones muy variadas) y a algunos textos
escritos por personas no cultivadas, la filología ha reunido materiales relativamente
amplios. Veamos a continuación cuáles son las principales fuentes para conocer el
latín vulgar: Dentro de estas fuentes pueden estar las obras de gramáticos latinos. Son
muchos los autores latinos que, en su afán de purismo, reprenden y denuncian
determinadas pronunciaciones incorrectas. El primero de los autores que censuró estos
errores fue Apio Claudio (hacia el 300 a. C.), seguido por muchos otros, como
Virgilio Marón de Tolosa (S. VII) o el historiador lombardo Pablo Diácono (740-801).
Con todo, las correcciones expresivas que señalan estos autores hay que tomarlas con
prudencia, ya que muchas de ellas son arbitrarias e incluso abiertamente irreales y
expresivas que señalan estos autores hay que tomarlas con prudencia, ya que muchas
de ellas son arbitrarias e incluso abiertamente irreales. La obra más importante de este
conjunto es, sin ninguna duda, el llamado Appendix Probi (¿S. IV a. C.?), llamado así
porque se conserva en el mismo manuscrito que un tratado del gramático Probo. Es
una especie de «gramática de errores» que cataloga y corrige 227 palabras y fórmulas
tenidas por incorrectas, como por ejemplo las siguientes: vetulus non veclus, miles
non milex, auris non oricla, mensa non mesa, etc. Lo relevante es que gracias a este
texto se ha podido constatar que muchas palabras de las lenguas románicas han
evolucionado a partir de la forma vulgar y no de la normativa. Glosarios latinos. Se
trata de vocabularios muy rudimentarios, generalmente monolingües, que traducen
palabras y giros considerados como ajenos al uso de la época (glossae o lemmata) por
expresiones más corrientes (interpretamenta). El más antiguo de ellos es el glosario de
Verrius Flaccus, De verborum significatione, del tiempo de Tiberio, pero que sólo es
conocido por un resumen de Pompeius Festus.

 Invaciones Germànicas.

La influencia germánica en el español proviene principalmente de las


invasiones germánicas en la península ibérica durante la Edad Media, así
como de contactos comerciales y culturales posteriores. Esta influencia
lingüística ha enriquecido el vocabulario español y ha contribuido a la
diversidad y riqueza de la lengua.

 Invaciones Àrabes
El árabe fue la lengua dominante en al-Ándalus (superestrato), a la vez que entraba en
contacto con las lenguas vecinas de los reinos cristianos septentrionales (adstrato)l. El
resultado en el español actual son muchos topónimos, sustantivos y nombres propios.
Hay que distinguir entre las palabras tomadas directamente del árabe y aquellas que se
han formado posteriormente en español por derivación Así por ejemplo alcohol es una
palabra de origen árabe, mientras que alcohólico estrictamente hablando no lo es,
aunque su raíz sí es de origen árabe. Teniendo esto en cuenta, los verbos de origen
árabe directo son muy escasos, tampoco hay demasiados adjetivos y adverbios y hay
una sola preposición procedente del árabe, hasta.
Esto puede reflejar que la influencia —siendo amplia y muy importante— no
consiguió variar la estructura romance del español La influencia árabe fue más notoria
en el sur y este de al-Àndalus como se denominó en árabe a la península ibérica. La
conquista Musulmana Hispana se logró parcialmente en poco más de una década.
Poblaciones arabófonas comenzaron a instalarse a partir de entonces. Más tarde, en el
año 756, fue establecido el Emirato de Còrdoba, seguido del Califato de Córdoba ya
en el año 929 y más tarde los diversos reinos de taifas.

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