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EL RITMO

El ritmo de estos versos arriba citados, los más frecuentes en nuestra lírica, depende de
los acentos de intensidad que lleve el verso, es decir, de aquellas sílabas que exigían
ser leídas con más intensidad o fuerza espiratoria. Nos contentaremos con ejemplificarlo
en el endecasílabo, pues las posibilidades son muchas y muy variables.
Las modalidades de endecasílabo más frecuentes se suelen denominar endecasílabos
heroicos, melódicos, sáficos, dactílicos, enfáticos y polirrítmicos. Los tres primeros son
los más usados.
El heroico acentúa la 2 .a, 6.a y 10 sílabas:
«Codicia, no razón ni entendimiento
gobierna los efectos del sentido...».
(Quevedo)
El melódico acentúa la 3. a, 6.a y 10 sílabas:
«Con las naves cargadas de trofeos».
(Quevedo)
«por semilla mi cuerpo fatigado».
(Quevedo)
El sáfico acentúa la 4 .a 8.a y 10 sílabas
(o 4. a, 6.a, 8.a y 10):
«Ya del error pasado me arrepiento;
pues cuando llegué al puerto con bonanza,
de cuanta gloria y bienaventuranza el mundo puede darme, toda es viento».
(Quevedo)
El dactílico acentúa la 4 a, 7.a y 10 sílabas:
«Libre la frente que el casco rehusa, casi desnuda en la gloria del día,
alza su torso de rosas la musa
bajo el gran sol de la eterna Harmonía».
(R. Darío)
El enfático acentúa la 1a 6a y 10:
«lágrimas alquiladas del contento».
(Quevedo)
«Eres la primavera verdadera, rosa de los caminos interiores, brisa de los secretores
corredores, lumbre de la recóndita ladera».
(J. R. Jiménez)
Idéntico examen podríamos hacer con toda clase de versos hasta enumerar los tipos
rítmicos más corrientes, pero es suficiente con saber encontrar en cada caso el valor
rítmico del verso que se lea o estudie.

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