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de Antioquia­ Medellin
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Harrison. Principios de Medicina Interna, 20e

Capítulo 83: Enfermedades benignas y malignas de la próstata

Howard I. Scher; James A. Eastham

INTRODUCCIÓN
Los cambios benignos y malignos en la próstata se incrementan con la edad. Las autopsias de varones en la octava década de la vida muestran
cambios hiperplásicos en más de 90% y cambios malignos en más de 70% de los individuos. La elevada prevalencia de estas enfermedades entre
personas de edad avanzada, quienes a menudo tienen diferentes causas de morbilidad y mortalidad, obliga a un diagnóstico y tratamiento adaptados
al riesgo; esto puede lograrse al considerar estas enfermedades como una serie de estados. Cada estado representa un punto de referencia clínico
diferente para el cual pueden recomendarse los tratamientos con base en los síntomas actuales, el riesgo de desarrollar síntomas o muerte por la
enfermedad en relación con la muerte por otras causas en un intervalo dado. Para los trastornos proliferativos benignos, los síntomas de polaquiuria,
infección y posible obstrucción deben sopesarse contra los efectos secundarios y complicaciones de las intervenciones médicas o quirúrgicas. Para
los cánceres de próstata, el riesgo de desarrollar la enfermedad, síntomas o muerte por el cáncer deben compararse contra las morbilidades de los
tratamientos recomendados y las enfermedades preexistentes.

ANATOMÍA Y PATOLOGÍA
La próstata se ubica en la pelvis y está rodeada por el recto, vejiga, complejos venosos periprostático y dorsal y haces neurovasculares que participan
en la función eréctil, así como el esfínter urinario que participa en el control pasivo de la micción. La próstata está compuesta por glándulas
tuboalveolares ramificadas dispuestas en lóbulos rodeadas por estroma fibromuscular. La unidad acinar incluye un compartimiento epitelial
constituido por células epiteliales, basales y neuroendocrinas y separadas por una membrana basal, así como por un compartimiento del estroma que
incluye fibroblastos y células de músculo liso. El antígeno prostático específico (PSA, prostate-specific antigen) y la fosfatasa ácida prostática (PAP,
prostatic acid phosphatase) se producen en las células epiteliales. Las células epiteliales y del estroma expresan receptores de andrógenos (AR,
androgen receptors) y dependen de los andrógenos para su crecimiento. La testosterona, el principal andrógeno circulante, es convertida por acción
de la enzima 5α-reductasa a dihidrotestosterona en la glándula.

La porción periuretral de la glándula se incrementa de tamaño durante la pubertad y después de los 55 años de edad por el crecimiento de células no
malignas en la zona de transición de la próstata que rodean a la uretra. La mayor parte de los cánceres se desarrolla en la zona periférica y los
cánceres en esta ubicación pueden palparse durante el tacto rectal.

CÁNCER PROSTÁTICO
En Estados Unidos, en 2017 se diagnosticaron 161 360 casos de cáncer de próstata y 26 730 varones fallecieron por ello. El número absoluto de
muertes por cáncer de próstata ha disminuido en los últimos 10 años, lo que se ha atribuido al uso amplio de las estrategias de detección con PSA. Sin
embargo, la paradoja del tratamiento es que aunque uno de cada seis varones finalmente serán diagnosticados con enfermedad, y ésta permanece
como la segunda causa de muerte por cáncer en varones, sólo un varón de cada 30 con cáncer prostático fallece por esa causa.

EPIDEMIOLOGÍA

Los estudios epidemiológicos muestran que el riesgo de ser diagnosticado con cáncer prostático se incrementa por un factor de 2.5 si un familiar de
primer grado se vio afectado y por cinco años si dos o más han sido afectados. Los cálculos actuales son que casi 40% de los cánceres prostáticos de
inicio reciente y 5-10% de todos los cánceres prostáticos son hereditarios. Igualados por edad, los varones afroamericanos tienen mayor incidencia y
se presentan en una etapa más avanzada con los tumores de grado más alto y más agresivos. El riesgo más elevado en las familias se relaciona con el
locus de susceptibilidad HPC1 (cáncer de próstata hereditario 1) en RNASEL. Los estudios de la asociación del genoma (GWAS, genoma-wide
association studies) identificaron >40 focos de susceptibilidad al cáncer de próstata que se calcula que explican hasta 25% de los casos. Entre los
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genes implicados en variaciones en incidencia y resultados se hallan los polimorfismos de un solo nucleótido (SNP, single-nucleotide polymorphims
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en el receptor de la vitamina D en afroamericanos y variantes en el AR, CYP3A4, ambos involucrados
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CYP17, que está involucrado en la biosíntesis de esteroides.
Los estudios epidemiológicos muestran que el riesgo de ser diagnosticado con cáncer prostático se incrementa por un factor de 2.5 si un familiar de
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primer grado se vio afectado y por cinco años si dos o más han sido afectados. Los cálculos actuales son que casi 40% de los cánceres prostáticos de
inicio reciente y 5-10% de todos los cánceres prostáticos son hereditarios. Igualados por edad, los varones afroamericanos tienen mayor incidencia y
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se presentan en una etapa más avanzada con los tumores de grado más alto y más agresivos. El riesgo más elevado en las familias se relaciona con el
locus de susceptibilidad HPC1 (cáncer de próstata hereditario 1) en RNASEL. Los estudios de la asociación del genoma (GWAS, genoma-wide
association studies) identificaron >40 focos de susceptibilidad al cáncer de próstata que se calcula que explican hasta 25% de los casos. Entre los
genes implicados en variaciones en incidencia y resultados se hallan los polimorfismos de un solo nucleótido (SNP, single-nucleotide polymorphims)
en el receptor de la vitamina D en afroamericanos y variantes en el AR, CYP3A4, ambos involucrados en la desactivación de testosterona, así como
CYP17, que está involucrado en la biosíntesis de esteroides.

La prevalencia de cánceres detectados en la autopsia es similar en todo el mundo, mientras que la incidencia de la enfermedad clínica varía. Así, los
factores ambientales y dietéticos pueden participar en el crecimiento y progresión del cáncer prostático. El consumo de dietas ricas en grasa, como
ácido α linoleico o los hidrocarburos aromáticos poliquísticos que se forman cuando se cocinan las carnes rojas, parecen incrementar el riesgo.
Similar a lo que ocurre con el cáncer mamario en mujeres asiáticas, el riesgo de cáncer prostático en varones asiáticos se incrementa cuando se
desplazan a países occidentales. Los factores de protección incluyen el consumo del isoflavonoide genisteína (que inhibe la 5α-reductasa), verduras
crucíferas con isotiocianato sulforafano, licopeno encontrado en tomates, e inhibidores de la biosíntesis del colesterol (p. ej., estatinas). El desarrollo
del cáncer de próstata es un proceso de varios pasos. Un cambio temprano es la hipermetilación del promotor del gen GSTP1, que conduce a la
pérdida de la función de un gen que desintoxica los carcinógenos. El hallazgo de que muchos cánceres de próstata se desarrollan adyacentes a una
lesión denominada PIA (proliferative inflammatory atrophy) sugiere que está implicada en la inflamación. No fumar, hacer ejercicio regularmente y
mantener un peso corporal saludable reduce el riesgo de progresión.

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO POR ESTADO CLÍNICO

La secuencia del cáncer de próstata, desde la aparición de una lesión preneoplásica e invasiva que se localiza en la glándula hasta una región
metastásica que causa síntomas y, en última instancia, la muerte, puede durar décadas. A fin de limitar el exceso de diagnóstico de cánceres
clínicamente insignificantes y para el tratamiento de la enfermedad en general, se consideran los riesgos competitivos en el contexto de una serie de
estados clínicos (fig. 83-1). Los estados se definen desde el punto de vista operacional con base en si se establece o no el diagnóstico de cáncer y,
para los pacientes con diagnóstico, si hay o no metástasis detectables en los estudios de imagen y en las concentraciones medidas de testosterona en
sangre. Con este método, un individuo se ubica en un estado y permanece en éste hasta que ocurre progresión. En cada valoración, la decisión de
ofrecer tratamiento y la forma específica del mismo se basa en los riesgos impuestos por el cáncer con respecto a las causas de morbilidad y
mortalidad que pueden estar presentes en el individuo. Mientras más avanzada es la enfermedad, más grande es la necesidad de tratamiento.

FIGURA 83-1

Estados clínicos del cáncer de próstata. PSA, antígeno prostático específico.

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En individuos sin diagnóstico de cáncer, la decisión de someterse a pruebas para detectar cáncer se basa en la esperanza de vida estimadaPage
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individuo y, por separado, en la probabilidad de que exista un cáncer de importancia clínica. Para aquellos con diagnóstico de cáncer prostático, el
modelo de estados clínicos toma en consideración la probabilidad de desarrollar síntomas o de fallecer por cáncer prostático. Así, un paciente con
mortalidad que pueden estar presentes en el individuo. Mientras más avanzada es la enfermedad, más grande es la necesidad de tratamiento.
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FIGURA 83-1
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Estados clínicos del cáncer de próstata. PSA, antígeno prostático específico.

En individuos sin diagnóstico de cáncer, la decisión de someterse a pruebas para detectar cáncer se basa en la esperanza de vida estimada del
individuo y, por separado, en la probabilidad de que exista un cáncer de importancia clínica. Para aquellos con diagnóstico de cáncer prostático, el
modelo de estados clínicos toma en consideración la probabilidad de desarrollar síntomas o de fallecer por cáncer prostático. Así, un paciente con
cáncer prostático localizado que se extirpó por medios quirúrgicos permanece en un estado de enfermedad localizada en tanto que las
concentraciones de PSA permanezcan indetectables. El tiempo que permanece el individuo en un estado se vuelve una medida de eficacia de la
intervención, aunque el efecto podría no ser valorable por años. Como muchos de los varones con cáncer activo no tienen riesgo para metástasis,
síntomas o muerte, el modelo de estados clínicos permite la diferenciación entre la curación (la eliminación de todas las células cancerosas, el objetivo
terapéutico primario cuando se trata la mayor parte de los cánceres) y el control del cáncer, en donde la evolución de la enfermedad se altera para
ralentizarla o se ha alterado hasta el punto en que es poco probable que cause síntomas, metástasis o acorte la expectativa de vida del paciente. Desde
el punto de vista del paciente, ambos resultados quizá sean vistos como equivalentes en términos terapéuticos, si se asume que el paciente no ha
experimentado síntomas de la enfermedad o efectos del tratamiento para controlarla. Aun cuando hay recurrencia documentada, no siempre es
necesario el tratamiento inmediato. Al diagnóstico, la necesidad de la intervención se basa en el ritmo en que se desarrolla la enfermedad en el
individuo, respecto a la relación de riesgo-beneficio del tratamiento considerado.

SIN DIAGNÓSTICO DE CÁNCER

Prevención

En la actualidad, ningún fármaco está aprobado para la prevención del cáncer de próstata. Los resultados de varios estudios grandes, doble ciego,
aleatorios de quimioprevención han establecido a los inhibidores de la 5α-reductasa (5ARI, 5α-reductase inhibitors) como el tratamiento
predominante para reducir el riesgo futuro del diagnóstico de cáncer de próstata. El estudio de prevención del cáncer de próstata (PCPT, Prostate
Cancer Prevention Trial), en el que los varones >55 años recibieron placebo o la finasterida 5ARI, que inhibe la isoforma tipo 1, mostró reducción del
25% (intervalo de confianza de 95% 19-31%) en la incidencia de cáncer de próstata del 24% con placebo a 18% con finasterida. En REDUCE (Reduction
by Dutasteride of Prostate Cancer Events Trial), se encontró reducción en la incidencia del 25% con placebo al 20% con dutasterida (p = 0.001). La
dutasterida inhibe las isoformas 5ARI tipo 1 y tipo 2. Si bien ambos estudios cumplieron con su finalidad, existía la preocupación de que la mayoría de
los cánceres prevenidos era de bajo riesgo y que había una tasa ligeramente superior de cánceres clínicamente significativos (aquellos con un puntaje
de Gleason más alto) en el grupo de tratamiento. Ninguno de los dos medicamentos está aprobado para la prevención de cáncer de próstata. En
comparación, el estudio de prevención del cáncer con selenio y vitamina E (SELECT, The Selenium and Vitamin E Cancer Prevention Trial), que incluyó
varones afroamericanos ≥50 años y otros ≥55 años, no mostró diferencias en la incidencia de cáncer en pacientes que recibieron vitamina E (4.6%) o
selenio (4.9%) solos o en combinación (4.6%) en relación con el placebo (4.4%). Se observó una falta similar de beneficio para la vitamina E, vitamina C
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y el selenio en el Physicians Health Study II. Page 3 / 19
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Detección temprana y diagnóstico
dutasterida inhibe las isoformas 5ARI tipo 1 y tipo 2. Si bien ambos estudios cumplieron con su finalidad, existía la preocupación de que la mayoría de
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los cánceres prevenidos era de bajo riesgo y que había una tasa ligeramente superior de cánceres clínicamente significativos (aquellos con un puntaje
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de Gleason más alto) en el grupo de tratamiento. Ninguno de los dos medicamentos está aprobado para la prevención de cáncer de próstata. En
comparación, el estudio de prevención del cáncer con selenio y vitamina E (SELECT, The Selenium and Vitamin E Cancer Prevention Trial), que incluyó
varones afroamericanos ≥50 años y otros ≥55 años, no mostró diferencias en la incidencia de cáncer en pacientes que recibieron vitamina E (4.6%) o
selenio (4.9%) solos o en combinación (4.6%) en relación con el placebo (4.4%). Se observó una falta similar de beneficio para la vitamina E, vitamina C
y el selenio en el Physicians Health Study II.

Detección temprana y diagnóstico

La necesidad de buscar el diagnóstico de cáncer de próstata debe equilibrar el beneficio de detectar y tratar cánceres clínicamente significativos que,
si no se tratan, afectarían negativamente la calidad y duración de vida de los pacientes frente a la morbilidad vinculada con el sobrediagnóstico y
sobretratamiento de cánceres clínicamente insignificantes que son altamente prevalentes en la población general. El mejor enfoque es a través de la
toma de decisiones compartida entre el paciente y el médico. Las consideraciones para integrar el diagnóstico incluyen síntomas, DRE anormal o, más
típicamente, un cambio en el nivel sérico de PSA o un nivel elevado del mismo. También se considera el riesgo genético. Los antecedentes urológicos
deben centrarse en los síntomas de obstrucción a la salida de la orina, continencia, potencia o cambios en el patrón eyaculatorio.

EXPLORACIÓN FÍSICA

El tacto rectal toma en consideración el tamaño de la próstata y su consistencia y las anomalías en la glándula o más allá de ésta. Muchos cánceres
ocurren en la zona periférica y pueden palparse en el tacto rectal. Los carcinomas característicamente son duros, nodulares e irregulares, mientras
que la induración también puede deberse a hipertrofia prostática benigna (BPH, benign prostatic hyperplasia) o cálculos. En términos generales, 20-
25% de los varones con tacto rectal anormal tienen cáncer de próstata.

ANTÍGENO PROSTÁTICO ESPECÍFICO

El antígeno prostático específico (peptidasa 3 relacionada con calicreína; KLK3) es una proteasa de serina relacionada con la calicreína que causa
licuefacción del coágulo seminal. Se produce en las células epiteliales malignas y no malignas y, como tal, es específico de la próstata, no específico del
cáncer prostático. Las concentraciones séricas también pueden incrementarse en casos de prostatitis y BPH. Las concentraciones séricas no se ven
afectadas de manera significativa por el tacto rectal, pero la realización de biopsia prostática o cistoscopia puede incrementar las concentraciones de
PSA hasta en 10 veces por 8-10 semanas. El PSA circulante en la sangre es inactivo y forma principalmente un complejo con el inhibidor de la proteasa
α1-antiquimotripsina y en la forma de PSA libre (no unido a proteínas). La formación de complejos entre PSA, α2-macroglobulinemia u otros
inhibidores de la proteasa es menos significativo. El PSA libre se elimina con rapidez de la sangre por filtración glomerular con una semivida estimada
de 12-18 h. La eliminación de PSA unido a α1-antiquimotripsina es lenta (semivida estimada de 1-2 semanas) porque es demasiado grande para
eliminarse a través de los riñones. Luego de seis semanas de haber extirpado la próstata, las concentraciones deben ser indetectables. La tinción
inmunohistoquímica para PSA puede utilizarse para establecer el diagnóstico de cáncer prostático.

La prueba de PSA fue aprobada por la FDA en 1994 para la detección temprana de cáncer prostático, y el uso amplio de esta prueba ha desempeñado
una función importante en la proporción de varones diagnosticados con cánceres en etapas iniciales: más de 70-80% de los nuevos cánceres
diagnosticados están clínicamente confinados al órgano. La concentración de PSA en sangre está fuertemente relacionada con el riesgo de resultados
del cáncer de próstata. Una medición de PSA a los 60 años de edad se asocia (área bajo la curva [AUC] de 0.90) con riesgo de por vida de muerte por
cáncer de próstata. La mayor parte de los cánceres de próstata (90%) ocurre en varones con concentraciones de PSA en el cuartil superior (>2 ng/ml),
aunque sólo una pequeña proporción de pacientes con PSA >2 ng/ml desarrollará cáncer prostático letal. Pese a esto y a las reducciones en la tasa de
mortalidad reportadas en grandes estudios clínicos de detección de cáncer de próstata con asignación al azar, el uso sistemático de la prueba es
motivo de controversia.

La U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) revisó en 2012 la evidencia para la detección de cáncer de próstata y estableció recomendaciones
claras contra la detección. Al otorgar un grado "D" en las recomendaciones de esta revisión, la USPSTF concluyó que "había una certeza moderada o
elevada de que este servicio no produciría beneficios netos, o bien, que los daños sobrepasaban a los beneficios". En 2013, la American Urological
Association (AUA) actualizó sus declaraciones de consenso con respecto a la detección de cáncer de próstata. Concluyó que la calidad de la evidencia
para los beneficios de la detección era moderada para varones de 55-69 años de edad. Para varones fuera de este intervalo de edad se carece de
evidencia de supuestos beneficios, pero permanecían los riesgos de la detección, lo que incluía el diagnóstico y tratamiento excesivos. La AUA
recomendó que se considere la toma de decisiones compartidas para la detección con PSA en varones de 55-69 años, un grupo de edad para los
cuales el beneficio puede sobrepasar los riesgos. Fuera de este intervalo de edad, no se recomienda la detección sistemática con PSA, con base en la
evidencia disponible. Toda la guía está disponible en http://www.auanet.org/guidelines/early-detection-of-prostate-cancer-(2013-reviewed-and-
validity-confirmed-2015). A partir de 2017, la USPSTF emitió una recomendación revisada con una calificación de "C" para la detección del cáncer de
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próstata basado en PSA para varones de 55-69 años de edad. Recomienda la toma de decisiones compartida para los varones de entre 55 y 69 años y
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no la recomiendan para los ≥70 años; esto ahora está más o menos de acuerdo con la guía AUA 2013. La USPSTF señala que el uso creciente de la
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vigilancia activa (observación con tratamiento selectivo retrasado) para el cáncer de próstata de bajo riesgo ha reducido los peligros de la detección.

Se cree que la implementación de las siguientes tres pautas mejorará aún más los resultados de la detección con PSA en Estados Unidos y tendrá un
para los beneficios de la detección era moderada para varones de 55-69 años de edad. Para varones fuera de este intervalo de edad se carece de
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evidencia de supuestos beneficios, pero permanecían los riesgos de la detección, lo que incluía el diagnóstico y tratamiento excesivos. La AUA
recomendó que se considere la toma de decisiones compartidas para la detección con PSA en varones de 55-69 años, un grupo de edad para los
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cuales el beneficio puede sobrepasar los riesgos. Fuera de este intervalo de edad, no se recomienda la detección sistemática con PSA, con base en la
evidencia disponible. Toda la guía está disponible en http://www.auanet.org/guidelines/early-detection-of-prostate-cancer-(2013-reviewed-and-
validity-confirmed-2015). A partir de 2017, la USPSTF emitió una recomendación revisada con una calificación de "C" para la detección del cáncer de
próstata basado en PSA para varones de 55-69 años de edad. Recomienda la toma de decisiones compartida para los varones de entre 55 y 69 años y
no la recomiendan para los ≥70 años; esto ahora está más o menos de acuerdo con la guía AUA 2013. La USPSTF señala que el uso creciente de la
vigilancia activa (observación con tratamiento selectivo retrasado) para el cáncer de próstata de bajo riesgo ha reducido los peligros de la detección.

Se cree que la implementación de las siguientes tres pautas mejorará aún más los resultados de la detección con PSA en Estados Unidos y tendrá un
mayor impacto práctico en la salud de los varones que las recomendaciones de USPSTF y AUA que se basan casi exclusivamente en la edad. Primera,
evitar las pruebas de PSA en varones con poco que ganar. No hay ninguna justificación para recomendar el examen de PSA en varones asintomáticos
con una corta esperanza de vida; por tanto, los varones >75 años sólo deben someterse a pruebas en circunstancias especiales, como niveles de PSA
más altos que la mediana medidos antes de los 70 años o salud general excelente. Además, debido a que un PSA basal es un fuerte predictor del riesgo
futuro de cáncer de próstata letal, los varones con niveles bajos de PSA, por ejemplo <1 ng /ml, pueden someterse a pruebas con menos frecuencia,
quizás cada cinco años, y la detección posiblemente finalice con la edad de 60 si el PSA se mantiene en ≤1 ng /ml. Los varones con PSA que están por
encima de la mediana de la edad, pero por debajo de los umbrales de la biopsia, pueden ser aconsejados sobre su riesgo elevado y se les alienta a
regresar para evaluación regular y valoración de riesgo más completa. Segunda, no tratar a quienes no lo necesitan. Las altas proporciones de varones
con cáncer de próstata detectados no necesitan tratamiento inmediato y pueden controlarse con vigilancia activa. Tercera, remitir a los varones que sí
necesitan tratamiento a centros hospitalarios de gran volumen. Aunque es claro que no es factible restringir el tratamiento exclusivamente a centros
de gran volumen, cambiar las tendencias del tratamiento para que más pacientes sean tratados en dichos centros por proveedores de alto volumen
mejora el control del cáncer y disminuye las complicaciones. El objetivo de la detección del cáncer de próstata debe ser maximizar los beneficios de la
prueba de PSA y minimizar sus daños. Seguir las tres reglas señaladas debe continuar mejorando la relación entre daños y beneficios de la evaluación
por PSA.

Los criterios con PSA utilizados para recomendar la biopsia prostática diagnóstica han evolucionado con el paso del tiempo. Sin embargo, con base en
los puntos de referencia utilizados a menudo para la biopsia prostática (PSA total ≥4 ng/ml), la mayor parte de los varones con elevación de PSA no
tiene evidencia histológica de cáncer de próstata al momento de la biopsia. Además, muchos varones con concentraciones de PSA por debajo de ese
nivel de referencia poseen células cancerosas en la próstata. La información del estudio PCPT demostró que no existe una cifra de PSA por debajo de
la cual el riesgo de cáncer de próstata sea de cero. Así, las concentraciones de PSA establecen la probabilidad de que un varón presente cáncer si se
somete a biopsia prostática. El objetivo es incrementar la sensibilidad de la prueba para varones más jóvenes con mayor probabilidad de fallecer por
esta enfermedad y para reducir la frecuencia de detección de cánceres de potencial maligno bajo en varones de edad avanzada que probablemente
fallecerán por otras causas. Los pacientes con prostatitis sintomática deben recibir un ciclo de antibióticos antes de la biopsia; sin embargo, se
desalienta de forma enérgica el uso sistemático de antibióticos en varones asintomáticos con aumento de las concentraciones de PSA.

PRUEBAS DE DETECCIÓN DE SEGUNDA LÍNEA

La prueba 4Kscore® (OPKO Lab, Nashville, TN) mide cuatro calicreínas específicas de la próstata (PSA total, PSA libre, PSA intacto y calicreína humana
2). Los resultados se combinan con información clínica en un algoritmo que estima el porcentaje de riesgo de que un individuo albergue un cáncer de
próstata agresivo si ese sujeto opta por una biopsia de próstata. También se ha demostrado que la prueba 4Kscore identifica la probabilidad de que
un individuo desarrolle cáncer de próstata agresivo, definido como patología de cáncer de próstata de alto grado y/o resultados clínicos malos de
cáncer de próstata, dentro de los 20 años.

El Índice de salud de la próstata (PHITM, Prostate Health Index, hecho por Innovative Diagnostic Laboratory, Richmond, VA) es una prueba de sangre
que estima el riesgo de tener cáncer de próstata. La prueba PHI es una combinación del PSA libre, PSA total y [-2]proPSA, isoforma del PSA libre; estas
tres pruebas se combinan en una fórmula que calcula la puntuación PHI. La puntuación de PHI es un mejor predictor de cáncer de próstata que la
prueba de PSA total sola o sólo la prueba de PSA libre.

BIOPSIA DE PRÓSTATA

El diagnóstico de cáncer se establece mediante biopsia con aguja guiada por imágenes. La visualización directa por ultrasonido transrectal (TRUS,
transrectal ultrasound), la resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging) o la fusión del ultrasonido y las imágenes de MRI aseguran que se
muestreen todas las áreas de la glándula, incluidas las áreas sospechosas. Los esquemas contemporáneos aconsejan biopsia de 12 lugares con aguja
gruesa con patrón extendido que incluye muestreo de la zona periférica, así como del nódulo palpable o muestreo de un sitio sospechoso guiado por
imágenes. Debido a que la biopsia de próstata está sujeta a errores de muestreo, a los varones con PSA anormal y biopsia negativa se les recomienda
someterse a pruebas adicionales que pueden incluir prueba 4Kscore, PHI, MRI de próstata y/o repetir biopsia.
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ESTUDIO HISTOPATOLÓGICO DE LA BIOPSIA
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Cada biopsia por sacabocado se examina en busca de cáncer, y la cantidad de cáncer se cuantifica con base en la longitud del cáncer en el centro de la
El diagnóstico de cáncer se establece mediante biopsia con aguja guiada por imágenes. La visualización directa por ultrasonido transrectal (TRUS,
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transrectal ultrasound), la resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging) o la fusión del ultrasonido y las imágenes de MRI aseguran que se
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muestreen todas las áreas de la glándula, incluidas las áreas sospechosas. Los esquemas contemporáneos aconsejan biopsia de 12 lugares con aguja
gruesa con patrón extendido que incluye muestreo de la zona periférica, así como del nódulo palpable o muestreo de un sitio sospechoso guiado por
imágenes. Debido a que la biopsia de próstata está sujeta a errores de muestreo, a los varones con PSA anormal y biopsia negativa se les recomienda
someterse a pruebas adicionales que pueden incluir prueba 4Kscore, PHI, MRI de próstata y/o repetir biopsia.

ESTUDIO HISTOPATOLÓGICO DE LA BIOPSIA

Cada biopsia por sacabocado se examina en busca de cáncer, y la cantidad de cáncer se cuantifica con base en la longitud del cáncer en el centro de la
glándula y el porcentaje del centro de la glándula afectado. De los cánceres identificados, >95% son adenocarcinomas; el resto son células tumorales
epidermoides o transicionales o, rara vez, carcinosarcomas. Las metástasis a la próstata son poco comunes, pero en algunos casos los cánceres de
colon o los tumores de células transicionales de la vejiga invaden la glándula por extensión directa.

Cuando el cáncer de próstata se diagnostica, se asigna una medición de la agresividad histológica utilizando el sistema de gradación de Gleason, en el
cual el patrón histológico glandular dominante y secundario se califican del 1 (bien diferenciados) al 5 (indiferenciados) y se suman para dar una
calificación total de 2 a 10 para cada tumor. El área menos diferenciada del tumor (es decir, el área con la mayor calificación histológica) a menudo
determina la conducta biológica. También se registra la presencia o ausencia de invasión perineural y diseminación extracapsular.

Con los años, el sistema de clasificación de Gleason ha sufrido varios cambios. En la actualidad, los puntajes totales de Gleason 2 a 5 ya no se asignan y
en la práctica al puntaje total más bajo ahora se le asigna un 6, aunque la escala continúa en el rango de 2 a 10. Esto lleva a la suposición lógica pero
incorrecta por parte de los pacientes de que su cáncer Gleason 6 está en el medio de la escala, lo que provoca el temor de que su enfermedad sea
grave y la suposición de que es necesario el tratamiento a pesar de que el puntaje Gleason 6 es realmente un riesgo favorable. Para abordar estos
problemas, se desarrolló un nuevo sistema grupal de cinco grados:

Grupo de grado 1 (puntaje Gleason ≤6)

Grupo de grado 2 (puntaje Gleason 3 + 4 = 7)

Grupo de grado 3 (puntaje Gleason 4 + 3 = 7)

Grupo de grado 4 (puntaje Gleason 4 + 4 = 8)

Grupo de grado 5 (puntajes Gleason 9 y 10)

El nuevo sistema simplifica la clasificación del cáncer de próstata, clasifica de forma apropiada el riesgo más bajo como el Grupo de grado 1 (en lugar
del puntaje de Gleason 6) y predice con precisión el pronóstico.

ESTADIFICACIÓN DEL CÁNCER PROSTÁTICO

El sistema de estadificación del tumor, ganglios linfáticos (nodes) y metástasis (TNM) incluye categorías para los cánceres identificados sólo con base
en un PSA anormal (T1c), aquellos con una lesión palpable, pero limitada a la glándula (T2) y aquellos que se extienden fuera de la glándula (T3 y T4)
(cuadro 83-1, fig. 83-2). El tacto rectal sólo es inexacto para determinar la extensión de la enfermedad en la glándula, la presencia o ausencia de
invasión capsular, la afección de las vesículas seminales y la extensión de la enfermedad a los ganglios linfáticos. Como el tacto rectal es inadecuado
para la estadificación, el sistema de estadificación TNM se modificó para incluir los resultados de los estudios de imagen; por desgracia, ninguna
prueba aislada ha demostrado indicar con precisión la etapa o la presencia de enfermedad confinada al órgano, la afección de las vesículas seminales
o la diseminación a ganglios linfáticos.

FIGURA 83-2

Etapas T del cáncer de próstata. A . T1, tumor no aparente en la clínica, no es palpable ni visible en los estudios de imagen; B. T2, tumor confinado
a la próstata; C . T3, el tumor se extiende a través de la cápsula prostática y puede invadir las vesículas seminales; D . T4, el tumor se encuentra fijo o
invade estructuras adyacentes. Alrededor de 80% de los pacientes se presenta con enfermedad local (T1 y T2), lo cual se asocia con tasas de
supervivencia a cinco años de 100%. Otro 12% de los pacientes tiene enfermedad regional (T3 y T4 sin metástasis), lo que también se asocia con tasas
de supervivencia a cinco años de 100%. Alrededor de 4% de los pacientes acuden con enfermedad distante (T4 con metástasis), lo que se asocia con
supervivencia a cinco años de 30% (3% de los pacientes permanecen sin gradación). (Datos de AJCC, http://seer.cancer.gov/statfacts/html/prost.html.
Figura © Memorial Sloan-Kettering Cancer Center Medical Graphics; con autorización.)

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supervivencia a cinco años de 100%. Otro 12% de los pacientes tiene enfermedad regional (T3 y T4 sin metástasis), lo que también se asocia con tasas
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de supervivencia a cinco años de 100%. Alrededor de 4% de los pacientes acuden con enfermedad distante (T4 con metástasis), lo que se asocia con
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supervivencia a cinco años de 30% (3% de los pacientes permanecen sin gradación). (Datos de AJCC, http://seer.cancer.gov/statfacts/html/prost.html.
Figura © Memorial Sloan-Kettering Cancer Center Medical Graphics; con autorización.)

CUADRO 83-1
Clasificación TNM

Sistema de estadificación TNM para el cáncer de próstataa

Tx No puede valorarse tumor primario

T0 Sin evidencia de tumor primario

Enfermedad localizada

T1 Tumor no manifiesto en la clínica, no es palpable ni visible en los estudios de imagen

T1a Tumor incidental detectado en estudio histológico en ≤5% del tejido extirpado; no palpable

T1b Tumor incidental detectado en estudio histológico en >5% del tejido extirpado

T1c Tumor identificado en biopsia con aguja (p. ej., por elevación de PSA)

T2 Tumor confinado a la próstatab

T2a El tumor afecta la mitad de uno de los lóbulos o menos

T2b El tumor afecta más de la mitad de un lóbulo, pero no ambos lóbulos

T2c El tumor afecta ambos lóbulos

Extensión local

T3 El tumor se extiende través de la cápsula prostáticac

T3a Extensión extracapsular (unilateral o bilateral)

T3b El tumor invade las vesículas seminales

T4 El tumor se encuentra fijo o invade estructuras adyacentes diferentes a las vesículas seminales, como el esfínter externo, recto, vejiga, músculos
elevadores, pared pélvica o varias a la vez

Enfermedad metastásica
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N1 Ganglios linfáticos regionales positivos Page 7 / 19
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M1 Metástasis distantes
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CUADRO 83-1
Clasificación TNM

Sistema de estadificación TNM para el cáncer de próstataa

Tx No puede valorarse tumor primario

T0 Sin evidencia de tumor primario

Enfermedad localizada

T1 Tumor no manifiesto en la clínica, no es palpable ni visible en los estudios de imagen

T1a Tumor incidental detectado en estudio histológico en ≤5% del tejido extirpado; no palpable

T1b Tumor incidental detectado en estudio histológico en >5% del tejido extirpado

T1c Tumor identificado en biopsia con aguja (p. ej., por elevación de PSA)

T2 Tumor confinado a la próstatab

T2a El tumor afecta la mitad de uno de los lóbulos o menos

T2b El tumor afecta más de la mitad de un lóbulo, pero no ambos lóbulos

T2c El tumor afecta ambos lóbulos

Extensión local

T3 El tumor se extiende través de la cápsula prostáticac

T3a Extensión extracapsular (unilateral o bilateral)

T3b El tumor invade las vesículas seminales

T4 El tumor se encuentra fijo o invade estructuras adyacentes diferentes a las vesículas seminales, como el esfínter externo, recto, vejiga, músculos
elevadores, pared pélvica o varias a la vez

Enfermedad metastásica

N1 Ganglios linfáticos regionales positivos

M1 Metástasis distantes

a Revisado de SB Edge et al. (eds): AJCC Cancer Staging Manual, 7th ed. New York, Springer, 2010. b El tumor que se encuentra en uno o en ambos lóbulos en la

biopsia con aguja, pero que no es palpable ni visible de manera fiable en estudios de imagen se clasifica como T1c. c Invasión hacia el ápice de la próstata o al
interior de la cápsula prostática (pero no más allá) no se clasifica como T3, sino como T2.

PSA, antígeno prostático específico; TNM, tumor, ganglios linfáticos, metástasis.

La TRUS es una técnica de imagen que se utiliza a menudo para valorar el tumor primario, pero su principal uso es para dirigir las biopsias de próstata,
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no para la estadificación. Ningún dato en la TRUS indica de manera consistente cáncer con certeza. La CT carece de sensibilidad y especificidad Pagepara
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detectar extensión extraprostática y es inferior a la MRI para la visualización de ganglios linfáticos.
©2021 McGraw Hill. All Rights Reserved.   Terms of Use • Privacy Policy • Notice • Accessibility En términos generales, la MRI es superior a la CT
para detectar cáncer en la próstata y para valorar la extensión local de la enfermedad. La MRI con ponderación T1 produce una señal intensa en la
grasa periprostática, plexo venoso periprostático, tejidos perivesiculares, ganglios linfáticos y médula ósea. La MRI con ponderación T2 demuestra la
Revisado de SB Edge et al. (eds): AJCC Cancer Staging Manual, 7th ed. New York, Springer, 2010. El tumor que se encuentra en uno o en ambos lóbulos en la

biopsia con aguja, pero que no es palpable ni visible de manera fiable en estudios de imagen se clasifica como T1c. c Invasión hacia
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el ápice de la próstata o al
interior de la cápsula prostática (pero no más allá) no se clasifica como T3, sino como T2. Access Provided by:

PSA, antígeno prostático específico; TNM, tumor, ganglios linfáticos, metástasis.

La TRUS es una técnica de imagen que se utiliza a menudo para valorar el tumor primario, pero su principal uso es para dirigir las biopsias de próstata,
no para la estadificación. Ningún dato en la TRUS indica de manera consistente cáncer con certeza. La CT carece de sensibilidad y especificidad para
detectar extensión extraprostática y es inferior a la MRI para la visualización de ganglios linfáticos. En términos generales, la MRI es superior a la CT
para detectar cáncer en la próstata y para valorar la extensión local de la enfermedad. La MRI con ponderación T1 produce una señal intensa en la
grasa periprostática, plexo venoso periprostático, tejidos perivesiculares, ganglios linfáticos y médula ósea. La MRI con ponderación T2 demuestra la
estructura interna de la próstata y vesículas seminales. La mayor parte de los cánceres tiene señal baja, mientras que la zona periférica normal tiene
señal elevada, aunque la técnica carece de sensibilidad y especificidad. La MRI también es útil para la planificación de la cirugía y de la radioterapia.

La gammagrafía ósea se utiliza para valorar la diseminación a sitios óseos. La prueba es sensible pero relativamente inespecífica porque las áreas de
incremento de la captación no siempre están relacionadas con enfermedad metastásica. Las fracturas en consolidación, artritis, enfermedad de Paget
y otras enfermedades también causan captación anormal. La gammagrafía ósea positiva verdadera es poco común con cifras de PSA <10 ng/ml, a
menos que el tumor sea de alta malignidad.

TRATAMIENTO

TRATAMIENTO

Cáncer de próstata clínicamente localizado

Se trata de aquellos que parecen no acompañarse de metástasis después de que se han realizado los estudios de estadificación. Los pacientes con
enfermedad clínicamente localizada se tratan con prostatectomía radical, radioterapia o vigilancia activa. La elección del tratamiento requiere la
consideración de varios factores: la presencia de síntomas, la probabilidad de que un tumor no tratado afecte de manera adversa la calidad o
duración de la supervivencia y, por tanto, se requiera tratamiento y la probabilidad de que el tumor pueda ser curado con una sola modalidad
terapéutica dirigida a la próstata o que podría requerir tratamiento local y sistémico para lograr la curación.

Los datos de la literatura (como el estudio ProtecT) no proporcionan pruebas claras de la superioridad de ninguna forma del tratamiento local en
relación con otra. Esto se debe a la falta de estudios aleatorios prospectivos, a las preferencias de referencia y a las preferencias de los médicos, a la
variación en la experiencia de los equipos de tratamiento y a las diferencias en las finalidades de los estudios y a las definiciones de control del
cáncer. Con frecuencia, se usa la supervivencia libre de recaída con el PSA porque el efecto en la progresión metastásica o la supervivencia puede
no ser evidente durante años. Para muchos pacientes, sin embargo, la recurrencia de PSA no significa necesariamente que la enfermedad vaya a
causar síntomas o acorte la supervivencia. Después de la cirugía radical para eliminar todo el tejido prostático, el PSA podría volverse indetectable
en sangre en seis semanas. Si el PSA permanece o se torna detectable después de la prostatectomía radical, debe considerarse que el paciente tiene
enfermedad persistente. Por el contrario, después de la radioterapia el PSA no se torna indetectable porque los elementos no malignos residuales
de la glándula continúan produciendo PSA incluso si todas las células cancerosas han sido eliminadas. De la misma forma, el control del cáncer no
está bien definido para pacientes tratados con vigilancia activa, porque las concentraciones de PSA continuarán elevándose en ausencia de
tratamiento. Otros resultados son el tiempo objetivo para la progresión (local o sistémica), supervivencia específica para cáncer y supervivencia
general; sin embargo, estos resultados pueden tomar años para su valoración.

Cuanto más extensa sea la enfermedad local, mayor es la probabilidad de afectación ganglionar regional incluso cuando los estudios de imagen son
normales, menor es la probabilidad de control local y mayor es la probabilidad de recaída sistémica. Más importante es que en las categorías T1, T2
y T3 de la enfermedad son cánceres con diversos pronósticos. Algunos tumores T3 son curables con tratamiento dirigido sólo a la próstata y
algunas lesiones T1 tienen probabilidad alta de recaída sistémica, que requiere de tratamiento local y sistémico para lograr la curación. En
particular, para los cánceres T1c la etapa sola es inadecuada para pronosticar los resultados y elegir el tratamiento; deben tomarse en
consideración otros factores.

Para valorar mejor el riesgo y guiar la selección del tratamiento, muchos grupos han desarrollado modelos pronósticos o nomogramas que utilizan
la combinación de la etapa T clínica inicial, la calificación de Gleason de la biopsia, el número de sitios de biopsia en que el cáncer es detectado y la
concentración inicial de PSA. Algunos utilizan puntos de referencia aislados (PSA <10 o ≥10 ng/ml; calificación de Gleason ≤6, 7 o ≥8); otros emplean
nomogramas que utilizan PSA y la calificación de Gleason como variables continuas. Se han reportado más de 100 nomogramas que pronostican a)
la probabilidad de que haya cáncer prostático de importancia clínica, b) la extensión de la enfermedad (confinada al órgano en comparación a no
confinada al órgano, ganglios negativos o positivos) o c) la probabilidad de éxito del tratamiento para regímenes locales específicos utilizando
variables previas al tratamiento. Existe controversia considerable sobre qué constituye el "alto riesgo" con base en la probabilidad esperada de
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éxito o de fracaso; en tales situaciones, los nomogramas y modelos de predicción tienen limitaciones. Es motivo de controversia exactamente cuál
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es la probabilidad de éxito o fracaso que puede llevar a un médico a recomendar y a un paciente a buscar métodos alternativos. Como un ejemplo,
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podría ser apropiado recomendar la cirugía radical para pacientes jóvenes con baja probabilidad de curación. Los nomogramas se han refinado de
manera continua para incorporar parámetros clínicos adicionales, determinantes biológicos y un año de tratamiento, lo cual puede afectar los
la combinación de la etapa T clínica inicial, la calificación de Gleason de la biopsia, el número de sitios de biopsia en que el cáncer es detectado y la
concentración inicial de PSA. Algunos utilizan puntos de referencia aislados (PSA <10 o ≥10 ng/ml; calificación de Universidad de Antioquia­ Medellin
Gleason ≤6, 7 o ≥8); otros emplean
nomogramas que pronostican a)
nomogramas que utilizan PSA y la calificación de Gleason como variables continuas. Se han reportado más de 100Access Provided by:
la probabilidad de que haya cáncer prostático de importancia clínica, b) la extensión de la enfermedad (confinada al órgano en comparación a no
confinada al órgano, ganglios negativos o positivos) o c) la probabilidad de éxito del tratamiento para regímenes locales específicos utilizando
variables previas al tratamiento. Existe controversia considerable sobre qué constituye el "alto riesgo" con base en la probabilidad esperada de
éxito o de fracaso; en tales situaciones, los nomogramas y modelos de predicción tienen limitaciones. Es motivo de controversia exactamente cuál
es la probabilidad de éxito o fracaso que puede llevar a un médico a recomendar y a un paciente a buscar métodos alternativos. Como un ejemplo,
podría ser apropiado recomendar la cirugía radical para pacientes jóvenes con baja probabilidad de curación. Los nomogramas se han refinado de
manera continua para incorporar parámetros clínicos adicionales, determinantes biológicos y un año de tratamiento, lo cual puede afectar los
resultados, lo que hace de la toma de decisiones terapéuticas un proceso dinámico.

La frecuencia de eventos adversos varía con la modalidad terapéutica y la experiencia del equipo tratante. Por ejemplo, después de prostatectomía
radical las tasas de incontinencia varían de 2-47% y las tasas de impotencia de 25-89%. Parte de la variabilidad se relaciona con la forma en que se
definen las complicaciones y si el paciente o el médico reportan el evento. El tiempo de valoración también es importante. Después de la cirugía, la
impotencia es inmediata pero puede corregirse con el paso del tiempo, mientras que con la radioterapia la impotencia no ocurre de inmediato,
pero se desarrolla con el paso del tiempo. De mayor preocupación para los pacientes son los efectos sobre la continencia, potencia sexual y función
intestinal.

Prostatectomía radical

El objetivo de la prostatectomía radical es extirpar el cáncer por completo con bordes quirúrgicos limpios, para conservar la continencia al tiempo
que se conserva el esfínter externo y se preserva la potencia al respetar los nervios autónomos en los haces neurovasculares. El procedimiento se
recomienda para pacientes con esperanza de vida de 10 años o más y se realiza a través de un acceso retropúbico o perineal o a través de un acceso
laparoscópico a mano o con cirugía de mínima invasión asistida con robot quirúrgico. Pueden predecirse los resultados utilizando nomogramas
posoperatorios que consideran factores previos al tratamiento y los datos patológicos al momento de la intervención quirúrgica. La falla del PSA
suele definirse como una concentración superior a 0.1-0.2 ng/ml. Se carece de criterios específicos para guiar la selección de un método sobre otro.
La cirugía de mínima invasión a menudo ofrece la ventaja de menor estancia hospitalaria y reducción de la hemorragia. Las tasas de control de
cáncer, recuperación de la continencia y de la función eréctil son comparables entre los procedimientos abiertos o con cirugía de mínima invasión.
El cirujano individual, más que el acceso quirúrgico utilizado, es más importante para determinar los resultados después de la intervención
quirúrgica.

En un intento por mejorar los resultados de la cirugía para pacientes con alto riesgo se ha explorado el tratamiento hormonal neoadyuvante con
hormona liberadora de gonadotropina (GnRH), utilizando diversas definiciones. Los resultados de varios estudios clínicos grandes que estudiaron
el agotamiento de andrógenos por tres u ocho meses antes de la cirugía demostraron que las concentraciones de PSA sólo disminuyeron en 96%, el
volumen prostático disminuyó en 34% y la tasa de bordes quirúrgicos positivos disminuyó de 41 a 17%. Por desgracia, las hormonas no produjeron
mejoría en la supervivencia sin recaída de PSA.

Los factores relacionados con la continencia después de prostatectomía radical incluyen edad avanzada y longitud de la uretra, lo que afecta la
capacidad de conservar la uretra más allá del vértice en el esfínter distal. La habilidad y experiencia del cirujano también son factores importantes.

La recuperación de la función eréctil se asocia con individuos más jóvenes, calidad de las erecciones antes de la operación y la ausencia de daño a
los haces neurovasculares. En términos generales, se inicia la recuperación de la función eréctil casi seis meses después de la operación si se
conservan ambos haces neurovasculares. La potencia se reduce a la mitad si se sacrificó al menos un haz neurovascular. En términos generales, con
la disponibilidad de fármacos como el sildenafilo, las inserciones intrauretrales de alprostadil y las inyecciones intracavernosas de vasodilatadores,
muchos pacientes recuperan una función sexual satisfactoria.

Radioterapia

La radioterapia se administra con haz externo, por fuentes radiactivas implantadas en la glándula o por la combinación de las dos técnicas.

Radioterapia externa

La radioterapia externa contemporánea de intensidad modulada (IMRT) con haz externo permite dar forma a la dosis y favorece la administración
de dosis más altas a la próstata y reducción drástica de la exposición del tejido normal en comparación con el tratamiento conformal tridimensional
solo. Tales avances han permitido la administración segura de dosis >80 Gy y han ocasionado tasas más elevadas de control local y menos efectos
secundarios.

El control del cáncer después de la radioterapia se ha definido por varios criterios, lo que incluye una reducción en PSA <0.5 o 1 ng/ml,
concentraciones de PSA "que no se incrementan" y biopsia de próstata negativa dos años después de completar el tratamiento. La definición
estándar actual de falla bioquímica (definición de Phoenix) es el incremento en el PSA ≥2 ng/ml más elevado que la concentración más baja de PSA
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Capítulo 83: Enfermedades benignas y malignas de la próstata, Howard I. Scher; James A. Eastham
lograda. La fecha del fracaso es al momento de realizar la prueba y no de manera retrospectiva. Page 10 / 19
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La dosis de radiación es crítica para la erradicación del cáncer prostático. En un estudio representativo se logró un nadir de PSA <1.0 ng/ml en 90%
de los pacientes que recibían 75.6 u 81.0 Gy en comparación con 76 y 56% de aquellos que recibieron 70.2 y 64.8 Gy, respectivamente. Las tasas de
de dosis más altas a la próstata y reducción drástica de la exposición del tejido normal en comparación con el tratamiento conformal tridimensional
solo. Tales avances han permitido la administración segura de dosis >80 Gy y han ocasionado tasas más elevadas Universidad de Antioquia­ Medellin
de control local y menos efectos
secundarios. Access Provided by:

El control del cáncer después de la radioterapia se ha definido por varios criterios, lo que incluye una reducción en PSA <0.5 o 1 ng/ml,
concentraciones de PSA "que no se incrementan" y biopsia de próstata negativa dos años después de completar el tratamiento. La definición
estándar actual de falla bioquímica (definición de Phoenix) es el incremento en el PSA ≥2 ng/ml más elevado que la concentración más baja de PSA
lograda. La fecha del fracaso es al momento de realizar la prueba y no de manera retrospectiva.

La dosis de radiación es crítica para la erradicación del cáncer prostático. En un estudio representativo se logró un nadir de PSA <1.0 ng/ml en 90%
de los pacientes que recibían 75.6 u 81.0 Gy en comparación con 76 y 56% de aquellos que recibieron 70.2 y 64.8 Gy, respectivamente. Las tasas de
biopsia positivas a 2.5 años fueron de 4% para aquellos tratados con 81 Gy en comparación con 27 y 36% para aquellos que recibieron 75.6 y 70.2
Gy, respectivamente.

Más recientemente se evaluaron los esquemas de hipofraccionamiento, que utilizan menos sesiones de dosis elevadas de radiación, y muestran
buenas tasas de control del cáncer con base en biopsias posteriores al tratamiento que no muestran evidencia de cáncer, sin aumento aparente en
la morbilidad relacionada con el tratamiento. Los tratamientos hipofraccionados pueden variar desde tan sólo cinco sesiones hasta más de 26;
ambos regímenes representan reducciones sustanciales en la longitud del tratamiento.

En múltiples estudios clínicos se evaluó el uso del tratamiento de privación de andrógenos (ADT, androgen deprivation therapy) en combinación
con la radiación. En pacientes con cáncer de próstata de riesgo intermedio, la ADT de ciclo corto (seis meses), cuando se combina con radioterapia
externa, demostró mejoras significativas en la supervivencia general. En pacientes con enfermedad de alto riesgo, los cursos más largos de ADT (18-
36 meses) demostraron ser superiores a los más cortos y representan el estándar actual de atención cuando se combinan con radioterapia.

El tratamiento hormonal neoadyuvante antes de la radioterapia tuvo por objeto disminuir el tamaño de la próstata y, en consecuencia, reducir la
exposición de los tejidos normales a la dosis total de radiación, lo que incrementa las tasas de control local y disminuye la tasa de fallas sistémica.
La hormonoterapia a corto plazo puede reducir los efectos tóxicos y mejorar las tasas de control local, pero se necesita tratamiento a largo plazo (2-
3 años) para prolongar el tiempo de falla de PSA y reducir el riesgo de enfermedad metastásica en varones con cáncer de alto riesgo. El impacto en
la supervivencia ha sido menos claro.

El estudio Prostate Testing for Cancer and Treatment (ProtecT) investigó los efectos de la vigilancia activa, prostatectomía radical, y radioterapia
radical con hormonas en los resultados reportados por los pacientes en varones diagnosticados con cáncer de próstata de riesgos bajo e
intermedio (aproximadamente 75% con puntaje Gleason 6 o Gleason Grupo de grado 1). Se compararon los resultados de 1 643 varones que
completaron cuestionarios antes del diagnóstico, a los 6 y 12 meses, y anualmente. De los tres tratamientos, la prostatectomía tuvo el mayor efecto
negativo sobre la función sexual y la continencia urinaria, y aunque hubo alguna recuperación, estos resultados se mantuvieron peores en el grupo
de prostatectomía que en los otros grupos a lo largo del estudio. El efecto negativo de la radioterapia sobre la función sexual fue mayor a los seis
meses, pero ésta se recuperó un poco y se estabilizó a partir de entonces; la radioterapia tuvo poco efecto sobre la continencia urinaria. La función
sexual y urinaria disminuyó gradualmente en el grupo de vigilancia activa. La función intestinal fue peor en el grupo de radioterapia a los seis meses
que en los otros grupos, pero luego se recuperó un poco, a excepción de la frecuencia creciente de heces con sangre; esta función no se modificó
en los otros grupos. La micción y la nocturia fueron peores en el grupo de radioterapia a los seis meses, pero luego se recuperaron en su mayoría y
fueron similares a los otros grupos después de 12 meses. Los efectos en la calidad de vida fueron similares a los cambios reportados en la función.
No se observaron diferencias significativas entre los grupos en las medidas de ansiedad, depresión o calidad de vida relacionada con la salud o
relacionada con el cáncer en general.

Braquiterapia

La braquiterapia es la implantación directa de fuentes radiactivas (semillas) en la próstata. Se basa en el principio de que el depósito de energía de
radiación en los tejidos disminuye en función del cuadrado de la distancia a partir de la fuente (cap. 69). El objetivo es suministrar radiación
intensiva a la próstata, reduciendo la exposición a los tejidos circundantes. La técnica estándar actual logra una distribución de la dosis más
homogénea al colocar implantes de acuerdo a una plantilla individualizada con base en la valoración por estudios de imagen del cáncer y
dosimetría optimizada por computadora. La implantación se realiza por vía transperineal como un procedimiento ambulatorio con estudios de
imagen en tiempo real.

La mejoría en las técnicas de braquiterapia ha ocasionado menos complicaciones y una reducción notable en las tasas de falla local. En una serie de
197 pacientes vigilados por una mediana de tres años, la supervivencia sin recaída por PSA actuarial a cinco años para pacientes con
concentraciones de PSA previas al tratamiento de 0-4, 4-10 y >10 ng/ml fueron de 98, 90 y 89%, respectivamente. En reportes separados de 201
pacientes sometidos a biopsias después del tratamiento, 80% fueron negativas, 17% fueron indeterminadas y 3% fueron positivas. El resultado no
cambió con la vigilancia a largo plazo. No obstante, muchos médicos consideran que la implantación debe reservarse para pacientes con
características de pronóstico bueno o intermedio.
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Capítulo 83: Enfermedades benignas y malignas de la próstata, Howard I. Scher; James A. Eastham Page meses.
La braquiterapia es bien tolerada, aunque la mayor parte de los pacientes experimenta polaquiuria y urgencia que puede persistir por varios 11 / 19
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Se ha observado incontinencia en 2-4% de los casos y tasas más elevadas de complicaciones en pacientes sometidos a TURP previo, mientras que
aquellos con síntomas obstructivos al inicio se encuentran en mayor riesgo de retención y síntomas miccionales persistentes; hay proctitis en <2%
La mejoría en las técnicas de braquiterapia ha ocasionado menos complicaciones y una reducción notable en las tasas de falla local. En una serie de
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197 pacientes vigilados por una mediana de tres años, la supervivencia sin recaída por PSA actuarial a cinco años para pacientes con
concentraciones de PSA previas al tratamiento de 0-4, 4-10 y >10 ng/ml fueron de 98, 90 y 89%, respectivamente. En reportes separados de 201
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pacientes sometidos a biopsias después del tratamiento, 80% fueron negativas, 17% fueron indeterminadas y 3% fueron positivas. El resultado no
cambió con la vigilancia a largo plazo. No obstante, muchos médicos consideran que la implantación debe reservarse para pacientes con
características de pronóstico bueno o intermedio.

La braquiterapia es bien tolerada, aunque la mayor parte de los pacientes experimenta polaquiuria y urgencia que puede persistir por varios meses.
Se ha observado incontinencia en 2-4% de los casos y tasas más elevadas de complicaciones en pacientes sometidos a TURP previo, mientras que
aquellos con síntomas obstructivos al inicio se encuentran en mayor riesgo de retención y síntomas miccionales persistentes; hay proctitis en <2%
de los pacientes.

Vigilancia activa

Aunque el cáncer de próstata es la forma más común de cáncer que afecta a varones en Estados Unidos, los pacientes se están diagnosticando en
etapas más tempranas y más a menudo se presentan con enfermedad en etapas iniciales. La vigilancia activa, descrita anteriormente como espera
vigilada o tratamiento diferido, evolucionó de 1) estudios que evaluaron de manera predominante a varones ancianos con tumores bien
diferenciados que no demostraron progresión clínicamente significativa por periodos prolongados, 2) reconocimiento del contraste entre
incidencia y mortalidad específica por la enfermedad, 3) la alta prevalencia de cánceres en la autopsia y 4) un esfuerzo para reducir el
sobretratamiento y los efectos colaterales relacionados con el tratamiento. En la práctica, la vigilancia activa es el tratamiento recomendado para
pacientes con cánceres de baja agresividad que pueden seguirse de manera segura a intervalos fijos con DRE, mediciones de PSA, imágenes (por lo
general con MRI de próstata), y repetición de biopsias de próstata según lo necesario hasta que los cambios histopatológicos o serológicos de
progresión ameriten tratamiento con intención curativa.

La selección de casos es crucial y un área de intenso estudio es la determinación de parámetros clínicos que pronostiquen la agresividad del cáncer
y que puedan utilizarse en varones selectos. En una serie de prostatectomías, se calculó que 10 a 15% de los individuos tratados tenían enfermedad
"insignificante". Un grupo de criterios incluyó a varones con tumores clínicos T1c con calificación de Gleason de 6 (Grupo de grado 1) en la biopsia
prostática, lo que incluyó tres o menos muestras, cada una de las cuales tenía una afectación <50% por el tumor y densidad de peso menor de 0.15.

Las preocupaciones sobre la vigilancia activa incluyen la capacidad limitada para predecir los resultados histopatológicos con biopsia con aguja,
incluso cuando se obtienen múltiples muestras por sacabocado, la identificación de enfermedad de múltiples focos y la posibilidad de pasar por
alto oportunidades para curar la enfermedad. Los nomogramas para ayudar en la predicción sobre los pacientes que pueden tratarse con
seguridad con vigilancia activa aún deben refinarse y conforme mejore su precisión pronóstica, sería de anticiparse que más pacientes serán
elegibles.

ELEVACIÓN DE PSA DESPUÉS DEL TRATAMIENTO LOCAL DEFINITIVO

Existe un grupo de pacientes cuya única manifestación de la enfermedad es el incremento en las concentraciones de PSA después de la cirugía, de la
radioterapia o de ambas. Por definición, no existe evidencia de enfermedad en los estudios de imagen; en estos pacientes el aspecto central es
conocer si el incremento en el PSA es consecuencia de enfermedad persistente en el sitio primario, enfermedad sistémica o ambas. En teoría, la
enfermedad en el sitio primario puede ser curable con tratamiento local adicional.

La decisión de recomendar radioterapia después de la prostatectomía se guía por los hallazgos anatomopatológicos en la cirugía y MRI de la
próstata o lecho prostático, ya que la CT y la gammagrafía ósea con radionuclidos suelen ser poco informativas. Otros recomiendan que se obtenga
una biopsia de la unión uretrovesical antes de considerar la radiación. Los nuevos trazadores para PET como C-11 colina, F-18 fluciclovina (ambos
aprobados por la FDA) y F-18 o Ga-68 PSMA (antígeno de membrana específico de la próstata) son más sensibles y pueden detectar enfermedad de
bajo volumen en el lecho de próstata u otros sitios para informar mejor la decisión de recomendar tratamientos locales adicionales. Las tasas de
detección, tanto dentro como fuera del lecho prostático, se correlacionan con el nivel absoluto de PSA. Los factores que predicen la respuesta para
la radioterapia de rescate son bordes quirúrgicos positivos, calificación de Gleason baja en la muestra de prostatectomía radical, intervalo
prolongado de la cirugía a la detección de PSA, tiempo lento de duplicación de las concentraciones de PSA y bajas concentraciones de PSA (<0.5-1
ng/ml) al momento del tratamiento con radiación. La radioterapia por lo general no se recomienda si hubo elevación persistente de PSA después de
la cirugía, lo que suele indicar que la enfermedad se ha diseminado fuera del área del lecho prostático y que es poco probable que se controle con
la radioterapia. Al igual que para otros estados patológicos, existen nomogramas para predecir la probabilidad de éxito.

Para pacientes con incremento de PSA después de la radioterapia, el tratamiento local de rescate puede considerarse si la enfermedad era
"curable" al momento del diagnóstico, si se ha documentado enfermedad persistente por biopsia de la próstata y si no se observa enfermedad en el
lecho o metastásica en los estudios de imagen, como la PET. Por desgracia, la selección de casos se define mal en la mayor parte de las series y la
morbilidad es significativa. Las opciones incluyen prostatectomía radical de rescate, quimioterapia de rescate, radioterapia de rescate y
electroporación irreversible de rescate.
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Capítulo 83: Enfermedades benignas y malignas de la próstata, Howard I. Scher; James A. Eastham
El incremento en las concentraciones de PSA después de cirugía o radioterapia puede indicar enfermedad subclínica o micrometastásica Page
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o sin
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recurrencia local. En tales casos, la necesidad de tratamiento depende, en parte, de la probabilidad estimada de que el paciente desarrolle
enfermedad metastásica clínicamente detectable y en qué marco de tiempo. No siempre se requiere el tratamiento inmediato, lo que se ha
demostrado en una serie de pacientes que no recibieron tratamiento sistémico hasta que se documentó enfermedad metastásica. En términos
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Para pacientes con incremento de PSA después de la radioterapia, el tratamiento local de rescate puede considerarse si la enfermedad era
"curable" al momento del diagnóstico, si se ha documentado enfermedad persistente por biopsia de la próstata yAccess Provided by:
si no se observa enfermedad en el
lecho o metastásica en los estudios de imagen, como la PET. Por desgracia, la selección de casos se define mal en la mayor parte de las series y la
morbilidad es significativa. Las opciones incluyen prostatectomía radical de rescate, quimioterapia de rescate, radioterapia de rescate y
electroporación irreversible de rescate.

El incremento en las concentraciones de PSA después de cirugía o radioterapia puede indicar enfermedad subclínica o micrometastásica con o sin
recurrencia local. En tales casos, la necesidad de tratamiento depende, en parte, de la probabilidad estimada de que el paciente desarrolle
enfermedad metastásica clínicamente detectable y en qué marco de tiempo. No siempre se requiere el tratamiento inmediato, lo que se ha
demostrado en una serie de pacientes que no recibieron tratamiento sistémico hasta que se documentó enfermedad metastásica. En términos
generales, la mediana de tiempo para la progresión metastásica con estudios de imagen fue de ocho años y 63% de los pacientes con incremento de
las concentraciones de PSA permanecieron sin metástasis a los cinco años. Los factores relacionados con la progresión incluyeron calificación de
Gleason de la muestra de prostatectomía radical, tiempo de recurrencia y tiempo para la duplicación de las concentraciones de PSA. Para aquellos
con calificación de Gleason ≥8, la probabilidad de progresión metastásica fue de 37, 51 y 71% a tres, cinco y siete años, respectivamente. Si el
tiempo de recurrencia fue <2 años y el tiempo de duplicación del PSA fue prolongado (>10 meses), la proporción con enfermedad metastásica a los
mismos intervalos fue de 23, 32 y 53% en comparación con 47, 69 y 79% si el tiempo de duplicación era corto (<10 meses). Los tiempos de
duplicación de PSA también son pronósticos para la supervivencia. En una serie, todos los pacientes que fallecieron por la enfermedad tuvieron
tiempos de duplicación de PSA de tres meses o menos.La mayor parte de los médicos recomienda el tratamiento si el tiempo de duplicación de PSA
es de 12 meses o menos. Una dificultad para predecir el riesgo de diseminación metastásica, de aparición de síntomas o muerte por enfermedad en
el estado de incremento de PSA es que la mayor parte de los pacientes recibe alguna forma de tratamiento antes de desarrollar metástasis. No
obstante, continúan refinándose los modelos de predicción.

ENFERMEDAD METASTÁSICA: SIN CASTRACIÓN

El estado de la enfermedad metastásica sin castración incluye a los varones con metástasis visibles en un estudio de imágenes en el momento del
diagnóstico o después del (los) tratamiento(s) local(es), y niveles de testosterona sin castración (>150 ng/100 ml). Los síntomas de la enfermedad
metastásica incluyen dolor por diseminación ósea, aunque muchos pacientes son asintomáticos a pesar de la diseminación extensa. Menos
comunes son los síntomas relacionados con la infiltración de la médula por tumor (mieloptisis), coagulopatía o compresión de la médula espinal.

El tratamiento estándar es agotar/reducir los andrógenos por medios médicos o quirúrgicos; este último es el menos aceptable por los pacientes.
Un tratamiento menos utilizado es bloquear la unión de andrógenos a AR con antiandrógenos. Más del 90% de las hormonas masculinas se origina
en los testículos; <10% se sintetiza en la glándula suprarrenal (fig. 83-3). Se mostraron los beneficios de supervivencia para la combinación de ADT
más docetaxel, y ADT más abiraterona más prednisona en estudios fase 3 aleatorios a gran escala.

Fármacos que disminuyen la testosterona

Los tratamientos médicos que reducen los niveles de testosterona incluyen los agonistas/antagonistas de GnRH, inhibidores de la 17,20-liasa,
inhibidores de CYP-17 y los estrógenos como el dietilestilbestrol (DES). Los últimos han caído en desgracia debido al riesgo de complicaciones
vasculares, como retención de líquidos, flebitis, embolia y accidentes cerebrovasculares. Los agonistas/antagonistas de GnRH (acetato de
leuprolida y acetato de goserelina) inicialmente producen aumento en las hormonas luteinizante y foliculoestimulante seguido por regulación a la
baja de los receptores en la glándula hipófisis, lo que produce castración química. Fueron aprobados sobre la base de comparaciones aleatorias
que muestran perfil de seguridad mejorado (específicamente, toxicidades cardiovasculares reducidas) en relación con DES, con potencia
equivalente. El aumento inicial de la testosterona puede provocar brote clínico de la enfermedad y, como tal, está relativamente contraindicado en
varones con síntomas obstructivos importantes, dolor relacionado con el cáncer o compromiso de la médula espinal. Los antagonistas de
andrógenos puros, como la bicalutamida, pueden usarse para prevenir los brotes de la enfermedad. Los antagonistas de GnRH como degarelix
alcanzan los niveles de castración de la testosterona en 48 horas sin el aumento inicial de la testosterona sérica y pueden estar vinculados con
menor riesgo de complicaciones cardiovasculares.

Los fármacos que reducen las concentraciones de testosterona se asocian con síndrome de agotamiento de andrógenos, lo que incluye bochornos,
debilidad, fatiga, pérdida de la masa muscular, anemia, cambios en la personalidad y depresión. También pueden ocurrir cambios en los lípidos,
obesidad y resistencia a la insulina, junto con incremento en el riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares, y disminución de la densidad
ósea que empeora con el paso del tiempo y que causa incremento en el riesgo de fracturas clínicas; es un motivo particular de preocupación, que a
menudo pasa inadvertido en varones con osteopenia preexistente, secundaria a hipogonadismo o uso de glucocorticoides o alcohol. El riesgo
inicial de fractura puede valorarse utilizando la Fracture Risk Assessment Scale (FRAX), y para reducir el riesgo de fracturas se debe recomendar a
los pacientes que consuman complementos de calcio y vitamina D, junto con bisfosfonatos o inhibidores del ligando RANK, denosumab o
torimefeno.

Antiandrógenos
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Los antiandrógenos no esteroideos de primera generación, como la bicalutamida y nilutamida, antagonizan la unión del ligando a los receptores
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andrógenos y se aprobaron inicialmente para bloquear las exacerbaciones de la enfermedad que pueden ocurrir con el incremento de las
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concentraciones séricas de testosterona relacionados con el tratamiento con agonistas de GnRH. Cuando los antiandrógenos se administran solos,
las concentraciones de testosterona típicamente se incrementan por arriba de la cifra basal, pero en comparación con los tratamientos que
menudo pasa inadvertido en varones con osteopenia preexistente, secundaria a hipogonadismo o uso de glucocorticoides o alcohol. El riesgo
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inicial de fractura puede valorarse utilizando la Fracture Risk Assessment Scale (FRAX), y para reducir el riesgo de fracturas se debe recomendar a
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los pacientes que consuman complementos de calcio y vitamina D, junto con bisfosfonatos o inhibidores del ligando RANK, denosumab o
torimefeno.

Antiandrógenos

Los antiandrógenos no esteroideos de primera generación, como la bicalutamida y nilutamida, antagonizan la unión del ligando a los receptores de
andrógenos y se aprobaron inicialmente para bloquear las exacerbaciones de la enfermedad que pueden ocurrir con el incremento de las
concentraciones séricas de testosterona relacionados con el tratamiento con agonistas de GnRH. Cuando los antiandrógenos se administran solos,
las concentraciones de testosterona típicamente se incrementan por arriba de la cifra basal, pero en comparación con los tratamientos que
reducen las concentraciones de testosterona, causan menos bochornos, tienen menor efecto en la libido, producen menos desgaste muscular y
menos cambios en la personalidad, así como menor pérdida ósea. La ginecomastia permanece como un problema significativo, que puede aliviarse
en parte con la administración de tamoxifeno.

Los reportes de la mayor parte de los estudios clínicos con asignación al azar sugieren que los resultados específicos para el cáncer son inferiores
cuando se utilizan antiandrógenos solos. La bicalutamida, incluso a dosis de 150 mg (tres veces la dosis aprobada para uso en combinación con
agonistas de GnRH), se vinculó con tiempo más corto para la progresión y supervivencia inferior en comparación con la castración quirúrgica para
pacientes con enfermedad metastásica establecida.

La mejora en los resultados con sólo ADT ha sido el foco de atención durante décadas. Un método fue combinar un antiandrógeno de primera
generación (flutamida, bicalutamida o nilutamida) con un análogo de GnRH u orquiectomía quirúrgica, que no ha demostrado ser superior a la ADT
sola. Como resultado, el uso de estos compuestos de primera generación se limita en gran medida a las primeras 2-4 semanas de tratamiento, para
proteger contra el brote de la enfermedad.

Más recientemente, se reportaron mejorías significativas en el tiempo hasta la progresión y la supervivencia global en estudios a gran escala para la
combinación de ADT con docetaxel o con acetato de abiraterona más prednisona, en relación con la ADT sola. El docetaxel fue el primer tratamiento
sistémico que se demostró prolonga la vida en el cáncer de próstata metastásico resistente a la castración (mCRPC, metastatic castration-resistant
prostate cancer) y se aprobó en 2004. El acetato de abiraterona (un inhibidor de CYP-17 que reduce los niveles de andrógenos en el rango 1-2
ng/100 ml) más prednisona fue aprobado para mCRPC en 2011. Con docetaxel, el mayor beneficio se observó para pacientes con enfermedad de
"alto volumen" definida como la presencia ≥4 lesiones en la gammagrafía ósea con radionúclidos o enfermedad visceral. Para el acetato de
abiraterona y la prednisona, se observó beneficio a través de estados de enfermedad que van desde enfermedad localizada de alto riesgo a
metastásica.

Tratamiento intermitente con privación de andrógenos (IADT, intermittent androgen deprivation therapy)

Una forma de reducir los efectos secundarios de la depleción de andrógenos es administrar antiandrógenos de manera intermitente; esto fue
propuesto como una forma de prevenir la selección de células que son resistentes a la depleción de andrógenos. La hipótesis es que al permitir que
aumenten los niveles endógenos de testosterona, las células que sobreviven a la depleción de andrógenos inducirán una vía de diferenciación
normal. De esta forma, las células supervivientes que pueden proliferar en presencia de andrógenos retendrán la sensibilidad a la depleción
posterior de andrógenos. Aplicado a la clínica, la reducción de andrógenos se continúa por dos a seis meses después del punto de respuesta
máximo. Una vez que se interrumpa el tratamiento, se incrementan las concentraciones de testosterona endógena y disminuyen los síntomas
relacionados con el tratamiento hormonal. También se inicia el incremento de las concentraciones de PSA y en algún nivel se reinicia el tratamiento.
Con este método se han documentado múltiples sitios de recreación y proliferación en pacientes individuales. Se desconoce si este método
intermitente incrementa, disminuye o no cambia la duración general de la sensibilidad al agotamiento de andrógenos. El método es seguro, pero se
necesitan datos a largo plazo para valorar la evolución en varones con bajas concentraciones de PSA. Un estudio clínico para dilucidar esta cuestión
está en curso.

Resultados del agotamiento de andrógenos

Los efectos contra el cáncer prostático de diversas estrategias de agotamiento/bloqueo de andrógenos son similares y los resultados son
predecibles: una respuesta inicial, después de un periodo de estabilidad en el cual las células tumorales permanecen inactivas y no proliferan,
seguido de un periodo variable con incremento del PSA, nuevo crecimiento tumoral como una lesión resistente a la castración. El tratamiento de
privación de andrógenos no es curativo porque las células que sobreviven a la castración estaban presentes cuando se diagnosticó por primera vez
la enfermedad. Consideradas por manifestación de la enfermedad, las concentraciones de PSA regresan a lo normal en 60-70% de los casos y las
lesiones mensurables presentan regresión en casi 50%; ocurren mejorías en la gammagrafía ósea en 25% de los sucesos, pero la mayor parte de los
casos permanece estable. La duración de la supervivencia es inversamente proporcional a la extensión de la enfermedad en el momento en que se
inicia la depleción de andrógenos y el nivel más bajo de PSA a los seis meses. Los pacientes con valores nadir por encima de un cierto umbral tienen
tiempos de supervivencia marcadamente inferiores y deben considerarse para abordajes alternativos.
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Sigue sin resolverse la duda sobre cuán temprano debe ofrecerse tratamiento sistémico a los pacientes: si en casos adyuvantes despuésPage
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o radioterapia al tumor primario; al tiempo en que se documenta recurrencia de PSA, o se espera hasta documentar enfermedad metastásica o se
manifiestan síntomas de enfermedad. Los estudios en apoyo del tratamiento temprano han tenido poco poder en relación con el beneficio
informado o han sido criticados por motivos metodológicos. Un estudio clínico demostró beneficios en la supervivencia para pacientes tratados
privación de andrógenos no es curativo porque las células que sobreviven a la castración estaban presentes cuando se diagnosticó por primera vez
la enfermedad. Consideradas por manifestación de la enfermedad, las concentraciones de PSA regresan a lo normalUniversidad de Antioquia­ Medellin
en 60-70% de los casos y las
lesiones mensurables presentan regresión en casi 50%; ocurren mejorías en la gammagrafía ósea en 25% de los sucesos, pero la mayor parte de los
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casos permanece estable. La duración de la supervivencia es inversamente proporcional a la extensión de la enfermedad en el momento en que se
inicia la depleción de andrógenos y el nivel más bajo de PSA a los seis meses. Los pacientes con valores nadir por encima de un cierto umbral tienen
tiempos de supervivencia marcadamente inferiores y deben considerarse para abordajes alternativos.

Sigue sin resolverse la duda sobre cuán temprano debe ofrecerse tratamiento sistémico a los pacientes: si en casos adyuvantes después de cirugía
o radioterapia al tumor primario; al tiempo en que se documenta recurrencia de PSA, o se espera hasta documentar enfermedad metastásica o se
manifiestan síntomas de enfermedad. Los estudios en apoyo del tratamiento temprano han tenido poco poder en relación con el beneficio
informado o han sido criticados por motivos metodológicos. Un estudio clínico demostró beneficios en la supervivencia para pacientes tratados
con radioterapia y tres años de privación de andrógenos, con respecto a los que recibieron sólo radiación, el cual fue criticado por los malos
resultados del grupo testigo. Otro mostró beneficios en la supervivencia para pacientes con ganglios linfáticos positivos que fueron asignados al
azar para recibir castración médica o quirúrgica inmediata en comparación con la observación (p = 0.02), pero dicho estudio fue criticado porque
los intervalos de confianza en las distribuciones de supervivencia a cinco y ocho años para los dos grupos presentaron superposición. Un estudio
clínico grande con asignación al azar comparó el tratamiento hormonal temprano o tardío (orquiectomía o análogos de GnRH) en pacientes con
enfermedad metastásica localmente avanzada o asintomática, el cual demostró que los pacientes tratados en etapas tempranas tenían menos
probabilidad de progresar de la enfermedad M0 a M1, de desarrollar dolor y de fallecer por cáncer de próstata; este estudio clínico fue criticado
porque el tratamiento se "retrasó demasiado" en el grupo de tratamiento tardío. Cabe hacer notar que las guías de práctica clínica de la American
Society of Clinical Oncology recomendaron diferir el tratamiento hasta que la enfermedad presente recurrencia y el pronóstico haya sido
revalorado; tales guías no apoyan el tratamiento inmediato.

ENFERMEDAD METASTÁSICA: CON CASTRACIÓN

La enfermedad por cáncer de próstata resistente a la castración (CRPC, castration-resistant prostate cancer) que progresa mientras los niveles
medidos de testosterona en sangre son 50 ng/ml o menores, puede producir algunas de las complicaciones más temidas de la enfermedad y que
son letales para la mayoría de los varones. La manifestación más común es aumento del PSA, que suele coincidir con la progresión en huesos. La
diseminación ganglionar y/o visceral es menos frecuente y los síntomas pueden estar o no presentes. El patrón dominante hueso y PSA limita la
capacidad de evaluar los efectos del tratamiento de manera confiable porque las imágenes óseas tradicionales son inexactas y no se ha demostrado
que ningún resultado basado en PSA sea un verdadero sustitutivo para determinar la supervivencia. Es esencial definir objetivos terapéuticos
basados en las manifestaciones de la enfermedad en el individuo. Para el paciente con enfermedad ósea sintomática, el alivio del dolor puede ser
más relevante clínicamente que la disminución del PSA. Naturalmente, para todos los pacientes, el enfoque central es retrasar o prevenir la
progresión de la enfermedad, el desarrollo de síntomas y la muerte por cáncer.

Hasta 2010, el docetaxel fue el único tratamiento para prolongar la vida aprobado por la FDA para CRPC. Desde entonces, la comprensión de la
biología de la enfermedad ha aumentado significativamente lo que, a su vez, ha conducido a mejores tratamientos. En particular, ahora se reconoce
que la mayoría de los mCRPC continúa expresando AR, que en más de 50% de los casos alberga una serie de cambios oncogénicos que incluyen la
sobreexpresión del propio receptor y las enzimas en las vías de biosíntesis de andrógenos. Estos cambios oncogénicos se han afrontado con éxito
con un antiandrógeno de segunda generación, la enzalutamida, y el inhibidor del acetato de abiraterona, CYP-17 (administrado en combinación
con prednisona), los cuales se ha demostrado que prolongan la vida y están aprobados por la FDA para su uso en CRPC en el entorno pre y
posquimioterapia. Más recientemente, los resultados del perfilado molecular han llevado a una clasificación biológica que mostró frecuencia
marcadamente más alta de lo esperado de las alteraciones de la línea germinal y BRCA2 somático, junto con otros genes en la vía de reparación del
daño del DNA, que fueron tratados con éxito con inhibidores de la poli ADP polimerasa ribosa (PARP, poly ADP ribose polymerase). Otras clases de
tratamientos que han sido aprobados con base en un beneficio de supervivencia demostrado incluyen el fármaco biológico sipuleucel-T, el taxano
de segunda generación cabazitaxel y el emisor alfa dirigido a los huesos, el radiofármaco radio-223. Un enfoque intenso de la investigación CRPC
actual es comprender la secuencia óptima en la cual utilizar estos agentes para maximizar el beneficio para el paciente individual.

Manejo del dolor

El dolor secundario a metástasis óseas es una de las complicaciones más temidas de la enfermedad y una de las principales causas de morbilidad,
lo cual empeora por los narcóticos necesarios para controlar los síntomas. El manejo requiere diagnóstico preciso debido a que son comunes las
causas no cancerígenas secundarias a pérdida ósea, incluidas las enfermedades degenerativas, estenosis espinal y colapso vertebral. Los síntomas
neurológicos, incluidos los que sugieren enfermedad de la base del cráneo o compromiso de la médula espinal, requieren evaluación de urgencia
porque la pérdida de la función puede ser permanente si no se aborda con rapidez. Los síntomas neurológicos o la pérdida de función se tratan
mejor con radiación de haz externo, ya que son sitios únicos de dolor. Los síntomas difusos en ausencia de déficits neurológicos se pueden tratar
con radioisótopos de búsqueda ósea como radio-223 o el emisor beta 153Sm-EDTMP, o mitoxantrona, u otros tratamientos sistémicos como el
acetato de abiraterona, enzalutamida y docetaxel. El radio-223 está indicado para pacientes con síntomas, mientras que 153Sm-EDTMP y
mitoxantrona están aprobados para la paliación del dolor, pero no se ha demostrado que prolonguen la vida. La abiraterona, enzalutamida y
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docetaxel no tienen una indicación formal para el dolor, pero se demostró que lo mitigan en los estudios de registro que condujeron a su
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aprobación al mostrar beneficios de supervivencia.
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Se ha demostrado que otros agentes dirigidos a los huesos, incluidos los bisfosfonatos como el ácido zoledrónico y el inhibidor del ligando RANK
neurológicos, incluidos los que sugieren enfermedad de la base del cráneo o compromiso de la médula espinal, requieren evaluación de urgencia
porque la pérdida de la función puede ser permanente si no se aborda con rapidez. Los síntomas neurológicos o la pérdida de función se tratan
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mejor con radiación de haz externo, ya que son sitios únicos de dolor. Los síntomas difusos en ausencia de déficits neurológicos se pueden tratar
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con radioisótopos de búsqueda ósea como radio-223 o el emisor beta 153Sm-EDTMP, o mitoxantrona, u otros tratamientos sistémicos como el
acetato de abiraterona, enzalutamida y docetaxel. El radio-223 está indicado para pacientes con síntomas, mientras que 153Sm-EDTMP y
mitoxantrona están aprobados para la paliación del dolor, pero no se ha demostrado que prolonguen la vida. La abiraterona, enzalutamida y
docetaxel no tienen una indicación formal para el dolor, pero se demostró que lo mitigan en los estudios de registro que condujeron a su
aprobación al mostrar beneficios de supervivencia.

Se ha demostrado que otros agentes dirigidos a los huesos, incluidos los bisfosfonatos como el ácido zoledrónico y el inhibidor del ligando RANK
denosumab, reducen la frecuencia y desarrollo de complicaciones esqueléticas, incluido el dolor que requiere analgesia, el compromiso
neurológico de la extensión epidural del tumor y/o la necesidad de cirugía o radioterapia para tratar la enfermedad ósea sintomática. Es importante
tener en cuenta que, para todos estos fármacos, el efecto directo sobre el tumor es modesto y se observan beneficios sin disminuciones en el PSA o
mejora en las imágenes.

FIGURA 83-3

Sitios de acción de los diferentes tratamientos hormonales. ACTH, hormona adrenocorticotrópica; AR, receptor de andrógenos; ARE,
elementos de respuesta a los andrógenos; CRH, hormona liberadora de corticotropina; DHEA, dehidroepiandrosterona; DHEA-S, sulfato de
dehidroepiandrosterona; DHT, dihidrotestosterona; GnRH, hormona liberadora de gonadotropinas; LH, hormona luteinizante.

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ENFERMEDAD BENIGNA
HIPERTROFIA PROSTÁTICA BENIGNA

La hipertrofia prostática benigna (BPH) es un proceso patológico que contribuye al desarrollo de síntomas de vías urinarias bajas en varones. Tales
síntomas se originan de la disfunción de las vías urinarias bajas y se subdividen en síntomas obstructivos (titubeo urinario, esfuerzo, chorro de orina
débil, goteo terminal, micción prolongada, vaciamiento incompleto) e irritativos (polaquiuria, urgencia, nicturia, la incontinencia de urgencia, micción
de volúmenes pequeños). Los síntomas de vías urinarias bajas y otras secuelas de la BPH no se deben sólo al efecto de masa, sino que es probable que
sean una combinación de disfunción del músculo detrusor relacionado con la edad y aumento de volumen de la glándula prostática.

Procedimientos diagnósticos y tratamiento

Los síntomas por lo general se miden utilizando un índice reproducible, validado, que fue diseñado para determinar la gravedad de la enfermedad y la
respuesta al tratamiento. El AUA Symptom Index (AUASI), también se adoptó como el International Prostate Symptom Score (IPSS) (cuadro 83-2). La
realización de AUASI seriados es de particular utilidad en la vigilancia de pacientes que se tratan con diversas formas de tratamiento. Los pacientes
asintomáticos no requieren tratamiento sin importar el tamaño de la glándula, mientras que aquellos con incapacidad para la micción, hematuria
macroscópica, infecciones recurrentes o cálculos vesicales podrían requerir cirugía. En pacientes con síntomas, la uroflujometría puede identificar a
enfermos con tasas de flujo normal que con poca probabilidad obtendrán beneficios del tratamiento; la ecografía vesical puede identificar aquellos
casos con orina residual posmiccional que podrían requerir intervención. Los estudios de presión/flujo (urodinámicos) detectan la disfunción vesical
primaria. Se recomienda la cistoscopia si se documenta hematuria y para valorar el cuello vesical antes de la intervención quirúrgica; también deben
practicarse estudios de imagen de las vías urinarias superiores para pacientes con hematuria, antecedentes de cálculos o problemas previos en las
vías urinarias.

CUADRO 83-2
Índice de síntomas de AUA

CALIFICACIÓN DE LOS SÍNTOMAS DE AUA (CIRCULE UN NÚMERO EN CADA LÍNEA)

OCURRE OCURRE OCURRE OCURRE


OCURRE
NUNCA MENOS DE MENOS DE LA CASI LA MÁS DE LA
PREGUNTAS A RESPONDER CASI
OCURRE UNA VEZ DE MITAD DE LAS MITAD DE MITAD DE
SIEMPRE
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En el último mes, ¿qué tan a menudo ha tenido la 0+ 1 2 3 4 5
sensación de no vaciar su vejiga por completo después
casos con orina residual posmiccional que podrían requerir intervención. Los estudios de presión/flujo (urodinámicos) detectan la disfunción vesical
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primaria. Se recomienda la cistoscopia si se documenta hematuria y para valorar el cuello vesical antes de la intervención quirúrgica; también deben
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practicarse estudios de imagen de las vías urinarias superiores para pacientes con hematuria, antecedentes de cálculos o problemas previos en las
vías urinarias.

CUADRO 83-2
Índice de síntomas de AUA

CALIFICACIÓN DE LOS SÍNTOMAS DE AUA (CIRCULE UN NÚMERO EN CADA LÍNEA)

OCURRE OCURRE OCURRE OCURRE


OCURRE
NUNCA MENOS DE MENOS DE LA CASI LA MÁS DE LA
PREGUNTAS A RESPONDER CASI
OCURRE UNA VEZ DE MITAD DE LAS MITAD DE MITAD DE
SIEMPRE
CADA CINCO OCASIONES LAS VECES LAS VECES

En el último mes, ¿qué tan a menudo ha tenido la 0+ 1 2 3 4 5


sensación de no vaciar su vejiga por completo después
de que ha terminado de orinar?

En el último mes, ¿qué tan a menudo ha tenido que 0 1 2 3 4 5


orinar nuevamente en <2 h después de haber terminado
la micción?

En el último mes, ¿qué tan a menudo ha observado que 0 1 2 3 4 5


se detiene la micción y se reinicia varias veces cuando
está intentando orinar?

En el último mes, ¿qué tan a menudo ha tenido 0 1 2 3 4 5


problemas para posponer la micción?

En el último mes, ¿qué tan a menudo el chorro de la 0 1 2 3 4 5


orina ha sido débil?

En el último mes, ¿qué tan a menudo ha tenido que 0 1 2 3 4 5


hacer el esfuerzo a iniciar la micción?

En el último mes, ¿cuántas veces se levanta por la (Nunca) (1 vez) (2 veces) (3 veces) (4 veces) (5 veces)
noche a orinar desde el momento en que va a la cama
por la noche hasta que se despierta en la mañana
siguiente?

Suma de los siete números circulados (calificación de los síntomas de AUA): ____

AUA, American Urological Association.

Fuente: MJ Barry et al.: J Urol 148:1549, 1992, con autorización.

El alivio de los síntomas es la razón más común para buscar tratamiento para pacientes con BPH, y el objetivo del tratamiento suele ser el alivio de los
síntomas. Los antagonistas de los receptores adrenérgicos alfa tratan los aspectos dinámicos de la BPH al reducir el tono simpático del cuello vesical,
con lo que se reduce la resistencia y se mejora el flujo urinario. Se utilizan 5ARI para el tratamiento de los aspectos estáticos de la BPH al reducir el
volumen de la próstata y al poseer un efecto similar, aunque tardío. También han demostrado ser beneficiosos en la prevención de progresión de
BPH, medida por el volumen prostático, el riesgo de desarrollar retención aguda de orina y el riesgo de tener cirugía relacionada con BPH. El uso de
antagonistas de receptores α adrenérgicos y 5ARI en tratamiento combinado tiene por objeto proporcionar alivio sintomático al tiempo que se evita la
progresión de BPH.

Otra clase de fármacos que ha mostrado mejorar los síntomas de vías urinarias bajas secundarios a BPH son los inhibidores de PDE5, utilizados
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actualmente en el tratamiento de la disfunción eréctil. Los cuatro inhibidores de PDE5 disponibles en Estados Unidos, sildenafilo, vardenafilo,
Capítulo 83: Enfermedades benignas y malignas de la próstata, Howard I. Scher; James A. Eastham Page 18 / 19
tadalafilo y avanafilo parecen ser eficaces en el tratamiento de los síntomas secundarios a BPH. El uso de inhibidores de PDE5 es motivo de
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controversia; sin embargo, los inhibidores de la fosfodiesterasa de acción corta, como el sildenafilo, necesitan dosificarse por separado de los α
bloqueadores como la tamsulosina, por la posibilidad de efectos hipertensores.
volumen de la próstata y al poseer un efecto similar, aunque tardío. También han demostrado ser beneficiosos en la prevención de progresión de
Universidad de Antioquia­ Medellin
BPH, medida por el volumen prostático, el riesgo de desarrollar retención aguda de orina y el riesgo de tener cirugía relacionada con BPH. El uso de
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antagonistas de receptores α adrenérgicos y 5ARI en tratamiento combinado tiene por objeto proporcionar alivio sintomático al tiempo que se evita la
progresión de BPH.

Otra clase de fármacos que ha mostrado mejorar los síntomas de vías urinarias bajas secundarios a BPH son los inhibidores de PDE5, utilizados
actualmente en el tratamiento de la disfunción eréctil. Los cuatro inhibidores de PDE5 disponibles en Estados Unidos, sildenafilo, vardenafilo,
tadalafilo y avanafilo parecen ser eficaces en el tratamiento de los síntomas secundarios a BPH. El uso de inhibidores de PDE5 es motivo de
controversia; sin embargo, los inhibidores de la fosfodiesterasa de acción corta, como el sildenafilo, necesitan dosificarse por separado de los α
bloqueadores como la tamsulosina, por la posibilidad de efectos hipertensores.

Los síntomas por BPH a menudo se presentan en forma simultánea con síntomas por hiperactividad vesical, y los fármacos más comunes para el
tratamiento de síntomas de hiperactividad vesical son los anticolinérgicos. Esto ha llevado a múltiples estudios que valoran la eficacia de los
anticolinérgicos para el tratamiento de los síntomas de vías urinarias bajas, secundarios a BPH.

El tratamiento quirúrgico se considera como tratamiento de segunda línea y suele reservarse para pacientes después de ciclos de tratamiento médico.
El objetivo del tratamiento quirúrgico es reducir el tamaño de la próstata y disminuir de manera eficaz la resistencia al flujo de orina. Los métodos
quirúrgicos incluyen TURP, incisión transuretral o ablación de la glándula por acceso retropúbico, suprapúbico o perineal. También se utiliza la
prostatectomía transuretral con láser guiada por ecografía (TULIP, transurethral ultrasound-guided laser-induced prostatectomy), endoprótesis e
hipertermia.

LECTURAS ADICIONALES

BARRY MJ, SIMMONS LH: Prevention of prostate cancer morbidity and mortality: Primary prevention and early detection. Med Clin North Am 101:787,
2017. [PubMed: 28577627]

BUYYOUNOUSKI MK et al .: Prostate cancer—major changes in the American Joint Committee on Cancer eighth edition cancer staging manual. CA
Cancer J Clin 67:245, 2017. [PubMed: 28222223]

FIZAZI K et al .: Abiraterone plus prednisone in metastatic, castration-sensitive prostate cancer. N Engl J Med 377:352, 2017. [PubMed: 28578607]

GARTRELL BA et al .: Metastatic prostate cancer and the bone: Significance and therapeutic options. Eur Urol 68:850, 2015. [PubMed: 26153564]

HIGANO CS: Intermittent versus continuous androgen deprivation therapy. J Natl Compr Canc Netw 12:727, 2014. [PubMed: 24812139]

JAMES ND et al .: Abiraterone for prostate cancer not previously treated with hormone therapy. N Engl J Med 377:338, 2017. [PubMed: 28578639]

MCGINLEY KF et al .: Prostate cancer in men of African origin. Nat Rev Urol 13:99, 2016. [PubMed: 26718455]

PRITCHARD CC et al .: Inherited DNA-repair gene mutations in men with metastatic prostate cancer. N Engl J Med 375:443, 2016. [PubMed: 27433846]

ROBINSON D et al .: Integrated clinical genomics of advanced prostate cancer. Cell 161:1215, 2015. [PubMed: 26000489]

SWEENEY CJ et al .: Chemohormonal therapy in metastatic hormone-sensitive prostate cancer. N Engl J Med 373:737, 2015. [PubMed: 26244877]

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Capítulo 83: Enfermedades benignas y malignas de la próstata, Howard I. Scher; James A. Eastham Page 19 / 19
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