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Universidad De Cartagena

Lirica Contemporánea

Maria José De Avila Pérez

La lirica en lo moderno

La época moderna trajo consigo cambios en ámbitos industriales, sociales, económicos,

políticos e inclusive generó un cambio en el papel del poeta y la poesía, más claramente un

cambio de autonomía con respecto al arte; ya que estos (poeta y poesía) trabajan a favor y

condicionados por algo, no manejaban una condición libre, sino que el poeta producía una

poesía por encargo, financiada o patrocinada por los que manejaban el poder, ya sean

iglesias, ciudades, Etc. Más no por necesidad expresiva. Con la llegada de la modernidad,

finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, la poesía reclama un estatuto de autonomía

aunque eso implicara perder ese lugar privilegiado y prestigioso que precedía; ya la lírica

moderna no posee una seguridad económica, dejando al poeta en una condición de

“huérfano” y sin ningún tipo de protección, pero no solo eso, también se sufre una pérdida

de recepción al no ser comprendida, puesto que no tiene que decir lo que decía antes, no

tiene que llenar expectativas, se expresa como quiere, utilizando una libertad en el lenguaje,

“Nosotros conversamos en el lenguaje de todos los días” (Parra, 1973), jugando y creando

con este, dando paso a la libre expresión, al fluir, apartándose de todo tipo de norma; para

ponerse al alcance de todos y para todo “La poesía alcanza para todos” (Parra, 1973)

Cabe resaltar aquí que esta “nueva lirica” al apartarse de todo tipo de norma,

incluyendo la religión, genera una tensión entre ella y la religiosidad cristiana, rechazando e

imponiéndose para llenar ese vacío que dejan los imaginarios cristianos, la poesía
ocuparía un lugar de religiosidad, donde no es la palabra de Dios, sino la palabra del poeta,

asumiendo las mismas problemáticas que el cristianismo, pero de una manera enigmática y

desde una condición subterránea y desplegada.

Hay un tránsito, porque no es un reemplazo, de una poética tradicional normativa por

una lírica moderna y autónoma, nueva, una lírica terrenal alejada de toda idealización de

grandeza, que se enfrenta a una lírica de las nubes “Mientras ellos estaban por una poesía

del crepúsculo/ Por una poesía de la noche/Nosotros propugnamos/ la poesía del

amanecer… / contra la poesía de las nubes/ Nosotros oponemos/ La poesía de la tierra

firme…/ contra la poesía de salón” (Parra, 1973).

El poeta ya no se encuentra en ese podio de grandeza, de deidad, “Los poetas bajaron

del Olimpo” (Parra, 1973) . “-¡Vamos, usted aquí querido! ¡Usted en un mal lugar, usted, el

bebedor de quintaesencias, usted, el comedor de ambrosía! En verdad, hay de qué

asombrarse.” (Baudelaire, 1935). Después de comer con los dioses, ha perdido su aureola,

ha pasado a ser un incognito. En la modernidad el poeta es un hombre de carne y hueso

que camina en la tierra, cotidiano, “real”, que no cree en ninfas ni tritones, que escribe las

cosas como son y desde el corazón del corazón, eligiendo libertad absoluta de expresión

sobre todo lo que le era otorgado al poeta burgués, al poeta de capa y espada. Lo dicho

anteriormente se refleja en los poemas citados, que presentan la problemática y estatuto

de la lírica en la época moderna e implicaciones que esta aborda, y sobre todo, lo que

implica ser un poeta.

Referencias
Baudelaire, C. (1935). Spleen de París. Madrid: Talleres Espasa Calpe.

Parra, N. (1973). Obra gruesa . Santiago Chile: Editorial Universitaria.

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