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Canto general (1950).

Tono épico y a veces mesiánico, canto de identidad con su pueblo, Chile, y a través de él con toda América. En cuanto
canalizador y portavoz del sentir de la humanidad y profeta de su pueblo, el poeta posee una capacidad de videncia
que le confiere un espacio privilegiado.
El Yo poético de Canto general no es un personaje plano, sino que cumple dos funciones: la de narrador-cronista y
la de personaje de la historia (eg. en “El fugitivo”) que, como un nuevo Prometeo, adquiere la aureola de enviado que
está destinado a proclamar la verdad y la esperanza de liberación, de modo que el poeta hace una metamorfosis
mitificante de sí mismo
ODAS ELEMENTALES (1954)

La serie de las Odas elementales y las Nuevas odas elementales de Neruda es la continuación, por
otros medios, del Canto general (1950). Aún cuando en este último las microhistorias siempre son abarcadas
por la gran historia, por las grandes visiones, por la epopeya que el poeta construye, hay ciertos componentes que
indudablemente los vinculan en tanto dos caras de un gran fragmento de su desarrollo literario.
Está, en primer lugar, la fuerza de la voz como presencia decisiva en la conformación de estos conjuntos
compositivos. Y por otra parte, la intención de configurar nuevas epopeyas contemporáneas, profanas, pero a la
vez teñidas del impulso profético y místico, tan curioso e interesante en un escritor que a partir precisamente de
Canto general trabaja con profunda decisión la relación entrañable de la poesía con la política, la historia y
materialidad de la existencia.
Resulta en verdad relevante que sea la corriente de la voz la que otorgue forma definitiva tanto a la que aspira
ser la gran épica continental como a la otra, una épica de lo fragmentario de la historia y de lo básico de la vida,
de las cosas y seres elementales, pero cuya aspiración resulta igualmente omniabarcativa.

La causa directa por la que empezó a escribir «Las Odas» fue la proposición de Miguel Otero Silva, director del
periódico de Caracas «El Nacional» para una colaboración semanal de poesía. El aceptó a condición de que esta
colaboración no formara parte del suplemento literario, sino que la colocaran en las páginas dedicadas a crónicas.
Intentando agrupar las Odas hemos encontrado los siguientes tipos:
—Odas de tema geográfico: «Odas a las Américas», «Oda a Guatemala», «Oda a Río de Janeiro», «Oda a
Valparaíso» y «Oda a Leningrado». En todas hay dos ideas principales: crítica a los Estados Unidos y exhortación a la
liberación de América Latina.
—Odas dedicadas a plantas: «Oda a la alcachofa», «Oda a la castaña en el suelo», «Oda a la cebolla», «Oda al
tomate», «Oda a la flor azul». Capta su utilidad, por sí mismas y por ser elementos que hacen que la vida continúe.
—Odas a elementos de la naturaleza: «Oda al aire», «Oda al fuego», «Oda a la lluvia», «Oda al mar», «Oda al
otoño», «Oda a la primavera», «Oda al átomo», «Oda a la energía», «Oda al tiempo»...
—Odas a seres animados: «Oda a las aves de Chile», «Oda al hombre sencillo», «Oda a los poetas populares»,
«Oda a Ángel Cruchaga», «Oda a la pareja», «Oda a César Vallejo» y «Oda al pájaro Sofré». En las primeras de estas
Odas predomina el compromiso social.
—Odas a seres inanimados: «Oda al caldillo de congrio», «Oda al cobre», «Oda al edificio», «Oda al libro» (1 y
II), «Oda al hilo», «Oda a los minerales», «Oda al pan», «Oda al reloj en la noche», «Oda al traje»... Temas
predominantes son el compromiso social y el paso del tiempo.
—Odas a abstracciones: «Oda a la alegría», «Oda a la claridad», «Oda a la sencillez», «Oda a la tranquilidad»,
«Oda a la esperanza», «Oda al murmullo», «Oda a la tristeza», «Oda a la intranquilidad», «Oda al amor», etc..
«El hombre invisible» es una especie de prólogo o resumen de todas las demás, formando por sí sola un apartado
distinto. Es el primer poema, no es oda, escrito en cursiva. Voz que marca determinados usos de una poesía de la que
“El hombre invisible” se distingue un yo poético fuerte. Aquí se ve al poeta como cronista. Hay un cuestionamiento
del yo lírico tradicional. El tema del yo lírico no es funcional, se contrapone a una lucha política. La oda tiene más
prestigio que la palabra cotidiana o la arenga. Hay otro aspecto ligado a lo social en cuanto al poeta, el yo ya no es el
genio romántico. Es ahora el hombre común con la vida política, la posibilidad de transformación, etc. El poeta acá es
el representante de los que no tienen voz, lejos del poeta tradicional ligado a las musas. El poeta se presenta como un
cronista. La voz de los que no pueden hablar entonces aparece en todo el poema.// ". Decimos programático porque es
el principal sentido que tiene la composición "El hombre invisible", en la cual reclama a los poetas dejar un supuesto
regodeo en los problemas y cuestiones de la propia existencia y volverse "invisibles" para que su poesía hable del
hombre común, del hombre trabajador, del hombre de la calle. Un imperativo articulador de estética y política define
este programa: hacer que la poesía sea el espacio donde ingrese el colectivo "pueblo" y de esta manera andar
"juntos/ codo a codo,/ todos los hombres"// El hablante lírico de este poema pretende desaparecer como
sujeto porque quiere fusionarse. El hablante lírico de este poema pretende desaparecer como sujeto porque
quiere fusionarse.// No obstante, el hablante se opone a la actitud que asumen sus colegas, los cuales
describe como reincidentes del egocentrismo: “siempre dicen yo”, “es siempre “yo” ”. Insinúa que estos
escritores solamente se preocupan por ellos mismos, y no por las realidades y sufrimientos de la gente
sencilla. El “yo” nerudiano se presenta compasivo con la comunidad, pero sin dejar de ser crítico. El
hablante lírico no menosprecia la obra escrita hasta el momento, lo aclara cuando dice “yo adoro toda la
poesía escrita.
Oda: si hablamos de una oda, entonces hablamos de una composición poética regida por una voz lírica que canta.
Este es el sentido y contexto básico de una "oda": ser un canto, definido en gran medida por el tono lírico. Es un canto,
generalmente planteado para alabar y también para exhortar. Tiene extensión variable y temas elevados (exaltación y
valoración), nobles, por eso la fricción y choque con los elementos: cebolla, tomate, etc. Al ser elementales son
mínimas, sencillas corrimiento hacia lo sencillo. De todos modos, en casi todas las odas, hay algo político
(referencia al Chile de los ‘50).
La estructura en tres partes de la oda tradicional se repite: planteo inicial (estrofa), puesta en cuestión (antiestrofa) y
cierre (épodo); hay una idea de que ese objeto debe enaltecerse siguiendo la estructura de la oda tradicional.

Neruda, conocedor y patrocinador de la nueva poesía conversacional que Parra estaba elaborando, olfatea el
cambio venidero, en que los poetas habrán de "bajar del Olimpo", y baja él mismo de sus alturas de Machu Pichu para
"hablar en la calle"(16), anunciándose como un nuevo poeta, "El hombre invisible" de las Odas elementales. Pero en
ese libro de 1954, el "monstruo" sólo cambió de piel para seguir siendo él mismo: Pablo Neruda// Pero aunque Neruda
cambiara de actitud, asumiendo una nueva identidad poética, seguiría siendo Neruda, con su voz oracular.
El poeta, para Neruda, es la voz del pueblo, es el cantor que se detiene en las cosas sencillas, en los problemas del
hombre, y todo su ideal lo centra en la solidaridad y fraternidad de los hombres y los pueblos. Además siente la poesía
no como una afición o como una evasión, sino como un oficio al servicio del pueblo, cuyo fin único es ayudar a que
éste despierte y luche en defensa de sus derechos. Hay un esfuerzo de Neruda por la claridad conceptual,
comparativamente con otros de sus poemas y también con otros poetas. Intención de comunicar. Pase de lo individual
a lo colectivo.

Tal vez el ejercicio más explícito de construcción del sujeto poético es el que inicia en las Odas elementales (1954),
justamente desde el poema inicial del libro. El poeta-soldado no deja de ser un recurso que reproduce muchos de los
estereotipos del sujeto burgués, el nuevo hombre proclamado con la llegada de la Revolución tenía obligatoriamente
que instaurar un nuevo sujeto y eso es lo que Neruda pretende con la aparición del hombre invisible al comienzo de sus
odas. El hombre invisible critica y se burla de la poética tradicional y de su principal institución, la propensión de los
viejos poetas al yo, a la centralización del mundo desde su ombligo, a la perpetuación del sujeto burgués. Frente a esto
intenta instaurar un nuevo sujeto revolucionario caracterizado por la invisibilidad, por la conversión del poeta en un
hombre sin atributos personales, que sirva sólo a los fines sociales, a la vez que renueve absolutamente el listado de
tópicos de la literatura, dando paso en ella a la vida real y a los objetos corrientes.
Las odas de Neruda recuerdan al fotógrafo que quiere dar testimonio del mundo que ve a través de su cámara,
sacando instantáneas de todo lo que tiene delante. Como en la fotografía, la objetividad es imposible: siempre hay un
punto de vista, la invisibilidad es una utopía teórica, y en muchas de las odas el poeta traiciona esa teoría instaurando
de nuevo un sujeto tradicional.

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