Está en la página 1de 8

1

Publicado en Revista Doctrina Judicial, año XXX, Nro. 15, 09-04-14, págs. 13 y ss.

LA EJECUCIÓN PARCIAL DE LA SENTENCIA. ALGUNOS


INCONVENIENTES Y POSIBLES SOLUCIONES.

I.- Propuesta inicial.

A los fines de este trabajo, clasificaremos a la ejecución parcial (definitiva)


de la sentencia en objetiva y subjetiva.
La primera de ellas se permite cuando alguno de los rubros o partes del
pronunciamiento no han sido recurridos por el condenado. De esta forma, el
accionante podría solicitar su ejecución (de manera definitiva) sin otros requisitos
que los establecidos en las leyes rituales. Según nuestra postura, sería irrelevante que
el propio victorioso haya impugnado o no el fallo, aún en esas mismas parcelas cuya
ejecución pretende. El resto del decisorio, podrá quedar ‘en suspenso’ si el embate
del demandado se concediera con efecto suspensivo. O bien podría ser pasible de
ejecución provisional si el efecto fuera devolutivo o en el caso del art. 258 del
CPCCN1, siempre que el reclamante así lo desee.
Como luego veremos, este sistema de ejecución parcial definitiva (objetiva),
puede resultar complejo y, en algunos códigos adjetivos tiene ciertos inconvenientes
adicionales de índole práctica que atentan contra su empleo usual.
Por otra parte, la ejecución parcial desde el aspecto subjetivo (también con
carácter definitivo) se vincula a la teoría de la personalidad de los recursos. Para esto
debe existir una condena contra litisconsortes voluntarios, a cumplir –generalmente-
una obligación mancomunada o solidaria divisible y, que alguno de éstos la recurra
(total o parcialmente) y otros miembros de ese grupo, no.
En estos supuestos, el actor, según el criterio de algunas jurisdicciones,
estaría habilitado para ejecutar la decisión de manera definitiva contra quien no se
alzó, sin que el decisorio posterior pueda afectar la cosa juzgada.

1
DE LOS SANTOS, Mabel A., La ejecución provisoria de la sentencia civil, DJ 2008-II,
1466.
2

Debemos poner de relieve que, nada quita que una sentencia se ejecute en
alguna porción con la modalidad parcial y definitiva (objetiva), y en parte como
parcial provisoria (objetiva). También podría ocurrir que al litisconsorte que no la
recurrió, se la ejecuten (de forma subjetiva) total y definitivamente, aunque estas
situaciones no son tan sencillas ni frecuentes.
Aclaramos que nos enfocaremos exclusivamente en la ejecución parcial
definitiva desde la faceta objetiva, aunque efectuaremos un breve comentario de la
‘subjetiva’ con la intención de poder cotejar la fisonomía y funcionamiento de ambos
institutos.

II.- Ejecución parcial subjetiva (definitiva).

A.- Introducción. La personalidad de los recursos. La teoría de la


personalidad recursiva implica que las impugnaciones contra determinados fallos
judiciales benefician o perjudican exclusivamente a quien las interpuso, sin
propagarse en sus efectos hacia los litisconsortes que adoptaron una actitud pasiva
frente a la misma providencia.
Destacamos que aunque a la ‘personalidad’ se la erige como regla 2, no
siempre encontramos más casos de aplicación de este postulado que de aquellos en
los cuales se adoptan las excepciones que ameriten el llamado efecto extensivo (o
extensión subjetiva) hacia el litisconsorte que consintió el pronunciamiento (benefici
comuni remedii o apelación ‘adhesiva’).
Es que, esta última consecuencia rige para los todos litisconsorcios necesarios
y a veces –según opiniones- para los facultativos cuya obligación sea solidaria o in
solidum. Mientas tanto, la referida pauta de la ‘personalidad’ quedaría relegada a los
procesos cuyo origen obedezca a obligaciones del tipo mancomunadas (obviamente,
con litisconsorcio de formación voluntaria)3.

B.- Posibilidad de ejecución contra el litisconsorte no recurrente. El


punto de debate radica en poder determinarse con la mayor certeza posible, si es
2
COUTURE, Eduardo J., Fundamentos de Derecho Procesal Civil, Roque Depalma
Editor, tercera edición -Buenos Aires-, año 1958, págs. 369/70.
3
HITTERS, Juan Manuel, “El efecto extensivo de los recursos. Benefici comuni remedii”,
en: Tratado de los Recursos, Dirigido por Marcelo Sebastián Midón, Editorial Rubilnzal-
Culzoni (Tomo II, año 2013), pág. 180.
3

viable iniciar la ejecución contra quien no recurrió el pronunciamiento, antes de que


este adquiera firmeza.
Ello puede depender de la jurisdicción en la cual hagamos valer esta supuesta
prerrogativa, en función de la jurisprudencia imperante.
La doctrina actual de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, al
resolver los recursos extraordinarios, expresamente menciona si le resultan aplicables
los efectos del embate de un litisconsorte hacia el otro que no recurrió el
pronunciamiento, sin necesidad que las partes se lo requieran4.
Esta situación fue reiterada en varios decisorios posteriores, a punto tal que en
algunos se llegó a modificar la tasa de interés con aplicación extensiva al
codemandado no recurrente5.
Es decir, en la Provincia de Buenos Aires, no solo se ha utilizado este
instituto para las cuestiones principales, sino también para las accesorias.
Sin embargo, la jurisprudencia que emana de la Corte Suprema de la Nación,
es opuesta a la citada precedentemente. El Procurador, en un dictamen que no
compartimos en su totalidad, indicó que existía litisconsorcio necesario cuando
intervenía en el proceso el asegurado y la aseguradora, ya que la participación de esta
última venía impuesta por la ley 17.418. En ese sentido, entendió dicho funcionario
que –obviamente- debía aplicarse el efecto extensivo del recurso de un codemandado
hacia otro en función del carácter de la referida intervención. La Corte Suprema, al
emitir el fallo6, solo expresó que la Cámara Nacional (a quo) había incurrido en
exceso de competencia al absolver también a quien no había apelado la condena
impartida por el juez (principio de disposición), pero nada aclaró acerca de la
naturaleza del litisconsorcio.
En base a estos antecedentes, el actor podrá intentar la ejecución de sentencia
contra el litisconsorte que no recurrió el decisorio de condena.
Desde ya que no todas las cámaras de apelación o superiores tribunales
realizan esta tarea de analizar los eventuales efectos expansivos, motivo por el cual
será el juez quien deba realizar este razonamiento al momento de ejecutarse la
sentencia.
4
SCBA, C. 101.647, Sent. del 21/04/2010, ‘Ramos c/ Sociedad de Bomberos Voluntarios
de Campana s/ Daños y perjuicios’.
5
SCBA, C. 104.564, Sent. del 02/03/2011, ‘Casariego Chantres c/ Di Constanzo s/ Daños
y perjuicios’; C. 102.771, Sent. del 18/08/2010, ‘Montenegro c/ Díaz s/ Daños y perjuicios’.
6
CSN, Sent. del 24/08/2004, ‘Avila c/ Rodriguez’, Fallos 327(3):3495.
4

A modo de ejemplo podemos citar un fallo7, en la cual se resolvió el tema


recién una vez que la sentencia fue ejecutada al litisconsorte (condenado) que no la
había recurrido.
Precisamente se trataba de un proceso por daños y perjuicios por mala praxis
médica, con dos demandados (clínica y médico). El juez de primera instancia había
condenado a ambos. Habiendo apelado solo la clínica, la cámara revocó la decisión
por encontrar que el daño reprochado fue provocado por caso fortuito, pero nada se
mencionó sobre las consecuencias de ese nuevo decisorio hacia el médico.
Es así que al actor promovió la pertinente ejecución de sentencia contra el
galeno que no había apelado la condena en su contra. Ante esta circunstancia, éste
dedujo la inhabilidad de título por la vía de la excepción de falsedad legislada para el
trámite de la ejecución (art. 506 inc. 1º del CPCCN -art. 504 inc. 1º del CPCCBA-).
El juez hizo lugar a la defensa entendiendo que la absolución de la alzada también le
era aplicable al ejecutado. Esa decisión fue confirmada por la cámara, y también por
la Suprema Corte, con expresa invocación de la extensión de los efectos del recurso
de la clínica por tratarse de una obligación in solidum. Para la minoría, siendo el
proceso de esencia dispositiva y existiendo litisconsorcio voluntario, quien consintió
la sentencia, debía cumplirla.
Repárese que la sentencia absolutoria fue ‘extendida’ al médico en un
momento ulterior, como consecuencia de una defensa deducida al ejecutarse la
condena contra éste.
En síntesis, el análisis de admisibilidad que realice el juez puede ser de oficio
o a pedido de parte. En ambos casos podrá rechazar la ejecución o bien, suspenderla
hasta que la sentencia devenga firme.

III.- Ejecución parcial objetiva (definitiva).

A.- Introducción. Como anticipamos, cuando la sentencia condenatoria se


compone de varios rubros y algunos no han sido impugnados por el enjuiciado, estos
podrán ser ejecutados sin aguardar siquiera que se produzca la decisión de la alzada.

7
SCBA, AC 77.121, Sent. del 27/12/2001, ‘Alvarez c/ Maldonado s/ Daños y perjuicios’.
5

Para que ello ocurra, los ítems que no fueron cuestionados deben ser deben
ser autónomos –vgr., daño moral, lucro cesante, daño estético, daños al vehículo,
etc.- y separables del resto.
Obviamente, que si el encartado se limitó a atacar solo la existencia de la
culpa o el nexo causal de la obligación, sin hacer lo propio con los rubros
sentenciales, la ejecución parcial objetiva (definitiva) no procederá habida cuenta que
el ad quem se encontrará habilitado para rechazar la demanda. En esta hipótesis, en
cambio, cabe la ejecución provisional en la medida que sus presupuestos se
encuentren abastecidos.
En función del principio procesal tantum appellatum quantum devollutum la
instancia superior, solo tendrá competencia para examinar lo peticionado (medida del
agravio) en los recursos8 que dedujeren los sujetos procesales que se encuentren
legitimados para tal emprendimiento. Es por esta circunstancia que si el condenado
no cuestionara algún rubro, la alzada no podría desestimarlo o reducirlo.
Como dijimos, pese a que el legitimado activo apele el decisorio sobre esos
mismos tópicos, ello no será óbice a que –a la par- inicie la ejecutio parcial
(objetiva), dado que el órgano superior a lo sumo los elevará, permitiéndosele
reclamar la eventual diferencia una vez que adquieran firmeza.
Si bien consideramos que sobre este tópico no existe debate posible, no es
ocioso recordar que el principio de congruencia no se encuentra conculcado al
promoverse una ejecución parcial objetiva (definitiva), y otra más cuando se
encuentre ejecutoriada la condena sobre la parcela restante. Incluso, tampoco se
mella este postulado cuando los rubros ejecutados parcialmente sean elevados por el
ad quem.

B.- Trámite. Para poder promover la ejecución parcial de la sentencia, el


victorioso deberá necesariamente iniciar un incidente de similares características al
del art. 250 inc. 1° del CPCCN (ídem CPCCBA), en lo atinente a su formación.
Se requerirán al menos, la adjunción de copias de la sentencia y del recurso
(fundamentos) incoado por el demandado, para que el juez del proceso principal
(arts. 6 inc. 1°, 501 inc. 1° CPCCN, 6 inc. 1°, 499 inc. 1° CPCCBA) pueda analizar
su admisibilidad y le otorgue curso.
8
HITTERS, Juan Carlos, Técnica de los recursos ordinarios, Editorial Platense, segunda
edición actualizada con la colaboración de Manuel O. HERNÁNDEZ, año 2004, pag. 425.
6

Una vez admitida, el procedimiento será el mismo que el previsto para la


ejecución de sentencia común.

C.- Futura ampliación. Intereses. Cuando la ejecución parcial tuviere como


objeto una suma dineraria, al momento del cobro deberán adicionarse sus respectivos
intereses sin aplicar el régimen del art. 777 del Código Civil, dado que el resto de la
condena no está firme y por lo tanto no es exigible.
Es por ese motivo que todo lo que percibiere el ejecutante en esta incidencia
no será a cuenta de intereses de la liquidación final (arts. 561, 591 CPCCN, 557, 589
CPCCBA, según los casos), sino que constituirá un pago total y cancelatorio del
capital e intereses de la porción ejecutada.
Con relación a la base regulatoria de los estipendios profesionales, podría
tomarse como válida a la liquidación de la ejecución parcial, en función de que –
hasta ese momento- es lo único que no podrá ser modificado. O bien, podrá exigirse
que se estime un monto prudente del proceso completo, pero nos parece más
adecuada la primer teoría.
Si con posterioridad al inicio del incidente, la alzada elevare el valor de la
pena, a los fines de la posible “ampliación” de esta ejecución, habrá que analizar en
qué estado procesal se encuentra dicho trámite. Las opciones serían las siguientes: a)
iniciada sin notificar al ejecutado, b) notificada (arts. 505 CPCCN, 503 CPCCBA), c)
con resolución (arts. 508 CPCCN, 506 CPCCBA) o, d) culminada por percepción
total del capital.
En el supuesto a), y en función de lo normado por el art. 331 del CPCCN
(ídem CPCCBA), podría directamente ampliarse la ejecución, sea por el monto o por
cualquier otra circunstancia.
En el caso b), podrá aplicarse analógicamente el art. 540 del CPCCN (art. 538
del CPCCBA); mientras que para el c) debería recurrirse al 541 del CPCCN (art. 539
del CPCCBA). De todos modos, en tales normas se regulan obligaciones con
vencimiento periódicos, que no se aplicarían a este caso. Lo más seguro y confiable
será iniciar otra ejecución.
En la hipótesis d) no nos cabe la menor duda que habrá que promover otra
ejecución de sentencia. Allí –reiteramos- hubo dinero percibido con anterioridad. Por
eso, y habiendo nuevamente fondos en autos, corresponderá practicar liquidación
7

‘solo por las diferencias’ de capital que la alzada incrementó, con más ‘sus’ intereses
desde el día del hecho.
Aquí corresponderá que se regulen honorarios por “acrecidos”9 siempre que
anteriormente se hayan cuantificado sobre la liquidación parcial.

D.- El problema temporal en algunos códigos. Este mecanismo de


ejecución parcial objetiva (definitiva) de la condena, en algunos sistemas procesales
se encuentra con el obstáculo práctico de no poder efectivizarse de manera ágil y
sencilla.
Nos referimos especialmente a los códigos que disponen que la expresión de
agravios de la apelación concedida libremente, sea presentada en la alzada, tal como
ocurre con el régimen nacional (art. 259 CPCCN) y los que siguieron sus
lineamientos, como el bonaerense (art. 254 CPCCBA), entre otros.
Retomando la idea, cuando el fundamento del recurso se presente ante el
órgano superior a quien dictó el fallo, será recién en esa oportunidad que el
accionante pueda advertir qué sector del pronunciamiento ha sido verdaderamente
atacado por su oponente y cual no.
Es decir, antes de ese momento no podrá siquiera pensarse en una ejecución
parcial (objetiva), por desconocerse qué actitud impugnaticia asumirá el encartado.
No se nos debe escapar que si el expediente se radica por primera vez en la
cámara, deberá previamente consentirse tal cuestión, demorando aún más la
tramitación.
Si además las expresiones de agravios se disponen por su orden, cuando
hubieran apelado ambos contrincantes, el demandado presentará los agravios con
posterioridad al actor, lo que dilata aún más en el tiempo este anoticiamiento.
Será a partir de ese momento –entonces- que se podrá tomar la decisión de
promover la ejecución parcial por los rubros que la alzada ya no tendrá competencia
para reducir o rechazar, debiendo dejar constancia al promoverla –en su caso- que los
mismos pueden ser pasibles de aumento y futuro reclamo por la eventual diferencia.

9
HITTERS, Juan Manuel – CAIRO, Silvina, Honorarios y de Abogados y Procuradores.
Estudio analítico del Decreto-Ley 8904/1977 de la Provincia de Buenos Aires y normas
complementarias. Breve comentario de la ley nacional 21.839 y su concordancia, Editorial
Abeledo Perrot (año 2007), primera reimpresión año 2011, pág. 362.
8

Dado que los agravios fueron presentados en la alzada, debería solicitarse su


certificación ante este mismo órgano jurisdiccional, para no tener dificultades al
impetrar la ejecución ante el a quo.
El inconveniente temporal antes referido no se evidencia cuando las leyes
adjetivas disponen que el fundamento del recurso se realice de manera conjunta a su
interposición, ante el juez que dictó la sentencia y allí será sustanciado previo al
envío de las actuaciones al ad quem.
Tal es el caso del Código Procesal Administrativo de la Provincia de Buenos
Aires (arts. 57 y 58 Ley 12.008)10.
Descartamos de este análisis la apelación contra la sentencia en los procesos
de amparo nacional, dado que en la mayoría de los casos el juez lo concede con
efecto devolutivo pese a la previsión legal en sentido contrario (art. 15 Ley 16.986)11.
En San Juan, existe un mecanismo intermedio que manda a fundar el recurso
de apelación luego de su concesión, pero siempre en primera instancia (art. 253
CPCCSJ del año 2010).
Desde luego que en esos regímenes, el actor podrá (y así debería) formar el
incidente en cuestión antes de la elevación de los autos principales.

IV.- Conclusiones.

Hemos intentado efectuar un breve relato de cierta problemática existente en


las ejecuciones de sentencia –especialmente- parcial objetiva y en la parcial
subjetiva.

10
HITTERS, Juan Manuel, Medios de impugnación ordinarios en el nuevo Código
Contencioso Administrativo de la Provincia de Buenos Aires, Revista Jurisprudencia
Argentina (Suplemento de derecho Administrativo -Lexis Nexis-, 2004-IV) del 03-11-04,
págs. 61 y ss. pto. ‘V.3’.
11
Cám. Fed. Seg. Social, Sala de Feria, fallo del 18/01/2012, ‘Registro Nacional de
Trabajadores Rurales y Empleadores c. Estado Nacional -M° Trabajo, Empleo y Seguridad
Social s/recurso de queja’. HITTERS, Juan Manuel, Proceso de amparo nacional.
Apelación contra una medida cautelar decretada. ¿Efecto suspensivo o devolutivo? (Nota a
fallo), Revista Doctrina Judicial, año XXVIII, Nro. 40, 03-10-12, págs. 21 y ss.

También podría gustarte