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EL EFECTO EXTENSIVO DE LOS RECURSOS (BENEFICI COMUNI

REMEDII). SUS CONSECUENCIAS DISVALIOSAS Y ALGUNAS POSIBLES


SOLUCIONES.

Por Juan Manuel Hitters

SUMARIO: I.- Preliminar, A.- La teoría de la personalidad recursiva, B.- Precisiones


terminológicas: Apelación adhesiva, adhesión a la apelación, apelación derivada y
adhesión a los argumentos; II.- Algunos ejemplos de aplicación práctica del benefici
comuni remedii, A.- Desde la óptica del derecho sustantivo, B.- Desde la doble
perspectiva: adjetiva y sustantiva, C.- Cuando se aplica el llamado efecto extensivo, ¿hay
nuevos requisitos de validez para los fallos de alzada?, D.- Diversas opiniones
doctrinarias y jurisprudenciales, E.- Síntesis; III.- Contenido de la sentencia revocatoria
y su posible nulidad por falta de empleo del benefici comuni remedii, A.- Introducción,
B.- Posibilidades recursivas o defensivas del litisconsorte beneficiado tácitamente, C.-
Posibilidades recursivas del agraviado por la aplicación del efecto extensivo, D.-
Proyecto de solución legislativa (para la adhesión a la apelación y efecto extensivo); IV.-
El problema que apareja la imposición de costas cuando se aplica el benefici comuni
remedii, A.- Introducción, B.- Las dos hipótesis; V.- Conclusiones.

I.- Preliminar.

A.- La teoría de la personalidad recursiva. La teoría de la personalidad


recursiva implica que las impugnaciones contra determinados fallos judiciales
benefician o perjudican exclusivamente a quien las interpuso, sin propagarse en sus
efectos hacia los litisconsortes que adoptaron una actitud pasiva frente a la misma
providencia.
Destacamos que aunque a la ‘personalidad’ se la erige como regla1, no siempre
encontramos más casos de aplicación de este postulado que de aquellos en los cuales se
adoptan las excepciones que ameriten el llamado efecto extensivo (o extensión
subjetiva) hacia el litisconsorte que consintió el pronunciamiento (benefici comuni
remedii o apelación ‘adhesiva’).
Es que, esta última consecuencia rige para los todos litisconsorcios necesarios y
a veces –según opiniones- para los facultativos cuya obligación sea solidaria o in
solidum. Mientas tanto, la referida pauta de la ‘personalidad’ quedaría relegada a los
procesos cuyo origen obedezca a obligaciones del tipo mancomunadas (obviamente, con
litisconsorcio de formación voluntaria).

1
COUTURE, Eduardo J., Fundamentos de Derecho Procesal Civil, Roque Depalma Editor, tercera
edición -Buenos Aires-, año 1958, págs. 369/70.
2

Desde ya, esta mancomunidad casi ha caído en desuso en la práctica civil y en


mayor medida en la jerga mercantil, ya que en esa rama la solidaridad se presume en
muchos casos (art. 480 ap. 1º C. Com.).
Vemos entonces que, cuando gobierna el denominado postulado benefici comuni
remedii, los principios de congruencia y su ‘pariente’ el brocárdico latino tantum
appellatum quantum devollutum, sufren una variación implicando que quien no se alzó
en contra de un pronunciamiento que causa agravio, también podría verse beneficiado
por su posterior resultado favorable. Desde el punto de vista del litigante apelante, que
no habría violación al principio de la non reformatio in pejus, al perseguir ambos el
mismo interés.
Anticipamos que la legislación procesal civil no contiene normas sobre este
particular instituto, a diferencia de lo que ocurre en los ritos penales (arts. 441 CPPN,
430 CPPBA). Precisamente en dichos ordenamientos se lo denomina efecto extensivo2.
Nos proponemos entonces, realizar una somera descripción del estado de la
situación, para luego efectuar una mirada acerca de algunos inconvenientes o aspectos
disvaliosos que pueden sobrevenir con la aplicación del efecto extensivo, especialmente
cuando no se encuentra legislado. Desde ese escenario, intentaremos brindar algunas
respuestas en pos de una mayor seguridad jurídica para todos los partícipes de la
controversia.

B.- Precisiones terminológicas: Apelación adhesiva, adhesión a la apelación,


apelación derivada y adhesión a los argumentos. Dado que no hay absoluto consenso
a nivel autoral o forense sobre la denominación y alcances de estos institutos (anarquía
terminológica), a los fines de lograr nuestro propósito, corresponde al menos mencionar
qué significado le atribuiremos a cada uno en esta presentación.

B.1.- Apelación adhesiva o litisconsorcial (benefici comuni remedii). Ésta


precisamente será objeto de estudio en este ensayo. Se refiere a las consecuencias de
una impugnación hacia los restantes litisconsortes, tal como se anticipó. Podría decirse
que su contracara es la denominada ‘personalidad de los recursos’. Algunos le colocan
el rótulo exclusivo de ‘apelación adhesiva’3. En Italia, se lo denomina incidental, tanto

2
En una causa penal, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha extendido los efectos de un recurso
extraordinario federal admitido, a los restantes coimputados que no habían cumplido con los requisitos
mínimos para su andamiento (Sent. del 16/07/1993, ‘Cortegozo’, Fallos 1994 IV:729).
3
PONCE, Carlos R., La apelación adhesiva e incidental, LL 1987-A, 1094.
3

a ésta como a la que mencionamos en el punto ‘I.B.3’ 4, situación que incrementa la


confusión.

B2.- Adhesión a la apelación. En cambio, la adhesión (implícita) a la


apelación da cuenta de la obligación de la alzada de tratar aquellas defensas o ataques
planteados por el vencedor en la instancia anterior, pero que fueron desplazados 5 u
omitidos por el sentenciante. Obviamente, es requisito que apele el derrotado, dado que
quien triunfó se encontrará imposibilitado de hacerlo por ausencia de gravamen.
Ciertos doctrinarios denominan a este instituto como apelación incidental6.
A modo de ejemplo, puede darse el supuesto en que el demandado oponga más
de una defensa y que el resolutorio acoja la primera por ser previa (por ejemplo
prescripción), sin necesidad de tratar la otra (excepción de pago, verbigracia) 7.
Entonces, de ser atacada (por el accionante perdidoso, en ese caso) no solo el órgano
superior deberá adentrase en el tratamiento de la que fue expresamente juzgada, sino
que –de revocar la decisión-, también tendrá que abocarse al conocimiento de la restante
sin que se requiera petición alguna de parte del vencedor.
Pero resulta preciso señalar que en esas hipótesis se impone, que toda la
cuestión materia del litigio pase al superior en la misma extensión y con la misma
plenitud con que fue sometida al inferior8.
El sistema es ‘implícito’ en el CPCCN y CPCCBA. En estos regímenes, y en los
que han seguido sus aguas, como es sabido no es necesaria actividad alguna del apelado
ya que la Cámara debe tratar las defensas o argumentos desechadas en la sentencia del a
quo, aun si el apelado no contesta los agravios9. Para quienes se encuentran en la
postura opuesta10, es necesario volver a invocar las cuestiones al contestar los agravios
del apelante.

4
HITTERS, Juan Carlos, Técnica de los recursos ordinarios, Librería Editora Platense, segunda
edición (actualizada con la colaboración de HERNÁNDEZ, Manuel O.), año 2004, § 238.
5
SCBA, C. 102.847, Sent. del 03/11/2010, ‘Escobar c/ Consorcio de copropietarios s/ Daños y
Perjuicios’.
6
IBAÑEZ FROCHAM, Manuel, Tratado de los Recursos en el Proceso Civil, Editorial Fedye, Cuarta
edición, pág. 168.
7
Cám. Civ. y Com. 1ª, San Martín, causa 52.182, RSD-480-3, Sent. del 17/10/2003, in re: ‘Fisco
Nacional s/ Incidente de Revisión (en Valinotti s/ concurso)’.
8
SCBA, C. 96.834, Sent. del 03/03/2010, ‘Rule c/ Durante s/ Daños y perjuicios’.
9
HITTERS, Juan Carlos, op. cit., § 242 a 245. Cám. Civ. y Com. 1ª, Sala 3ª La Plata, causa 243.554,
RSD-101-4, Sent. del 11/05/2004, ‘Rodríguez c/ Rodríguez’ En este fallo se hizo alusión a la afección al
derecho de propiedad.
10
FASSI, Santiago C., Límites de los poderes del tribunal de segunda instancia, LL 156-635.
4

Entonces, y por derivación del principio de congruencia y eventualidad 11, las


restantes defensas incoadas oportunamente como subsidiarias en la contestación de
demanda (al igual que los argumentos del escrito liminar), quedarán reeditadas ante el
ad quem.
Asimismo, podrá suceder que el actor triunfe íntegramente, pero sin que el iudex
haya considerado todos los argumentos insinuados en su pretensión. En este sentido, si
el condenado apela, el accionante tendría el derecho de ‘valerse’ de la adhesión a la
apelación12. Ello no debe de confundirse con el caso en el cual el juez otorga la totalidad
de una indemnización reclamada en el escrito liminar, pero que obvió considerar un
hecho sobreviniente que incrementaba su monto, ya que aquí el actor tendrá un agravio
concreto.
En nuevo CPCC San Juan (art. 264, con su reforma de 2010), impone a la
cámara, en caso de revocar la sentencia, a tratar “las cuestiones que hubiesen
recuperado trascendencia”. Entendemos que ese sistema adjetivo se ha volcado hacia la
adhesión implícita, al igual que la Nación y Provincia de Buenos Aires, pero con un
mandato de expreso tratamiento de esas cuestiones para la alzada13.
Pero vale la pena poner de relieve que la adhesión a la apelación no solo debe
funcionar ante las cámaras, sino también en las cortes provinciales y en la Federal.
Desde ya que, técnicamente no correspondería denominarla adhesión a la apelación
(cuando de máximos tribunales se trate) porque el recurso impetrado ante esos
organismos no siempre lleva ese nombre. Al respecto podemos citar un
pronunciamiento de la Suprema Corte bonaerense que aplicó esta institución al resolver
un recurso extraordinario local14.
En consecuencia, puede decirse que las pautas antes descriptas se aplican –por
regla- a los recursos en general, y no solo a la apelación.

11
Habida cuenta que no se encuentra legislado expresamente.
12
Para PODETTI, también este mecanismo se puede utilizar para revalidar las defensas o razones del
triunfador (PODETTI, Ramiro, Proceso Civil – Tratado de los recursos, pág. 173).
13
HITTERS, Juan Manuel, El efecto extensivo de los recursos, Diario La Ley del 25/08/2011
(corresponde al tomo 2011-E), pág. 1 § ‘I.B’.
14
SCBA, L. 102.918, Sent. del 16/02/2011, ‘López Cachaco c/ Provincia de Buenos Aires s/ Accidente
de trabajo’. El tribunal de trabajo había rechazado la demanda por ausencia de causalidad en el accidente
de trabajo. Pero para la Suprema Corte había vinculación suficiente para decretar la condena. A raíz de
ello, el máximo tribunal debió analizar las defensas opuestas por el accionado al contestar la demanda,
que naturalmente no fueron atendidas por el a quo en función de las circunstancias. Finalmente, la causa
se devolvió el tribunal de origen para que fije el porcentaje de incapacidad y el monto de la pena.
5

B.3.- Apelación derivada. En el CPCC de Córdoba (art. 372), se


establece un mecanismo de adhesión ‘expresa’, al tener el recurrido la carga de
‘adherirse’ en la contestación del embate deducido por la contraria. Algo similar
establece el art. 245 ap. 2º del CPCC de Santa Fe, el art. 253.1 del Código General del
Proceso de Uruguay y el art. 461 de la LEC España del año 2000, entre otros.
La adhesión siempre debe ser expresa y los fundamentos de esta equivalen
técnicamente a una expresión de agravios. Desde ya, que tendrá que sustanciarse previo
a su resolución.
Las diferencias con la adhesión (implícita) son varias, porque en la derivada: a)
la sentencia siempre debe favorecer (y perjudicar) parcialmente a ambos litigantes; b)
debe ser requerida de manera positiva por el interesado (apelado) usualmente al
contestar los agravios; c) la competencia de la alzada se amplía para todas las cuestiones
o rubros que no habían sido otorgadas al apelado15.
En síntesis, se trata de un instituto que evita la especulación, ya que si una parte
resulta parcialmente vencedora y se encuentra satisfecha con el pronunciamiento, puede
supeditar su agravio sobre la porción desestimada, para la oportunidad en que lo haga la
contraria. Si su contraparte apela, entonces, al contestar los agravios podrá también
expresar los propios sin necesidad de haber recurrido “por las dudas”, como ocurre en
los sistemas nacional y bonaerense.
Ciertos autores –con los que coincidimos- llaman a esta figura como ‘apelación
derivada’16 porque no se trata de una verdadera adhesión. Para otros es una ‘apelación
adhesiva’17 o una ‘adhesión a la apelación’18.
Debe aclararse que aún en los sistemas que permiten la apelación derivada, no se
descarta que los propios órganos de alzada empleen la adhesión (implícita) a la
apelación, al igual que la adhesiva (litisconsorcial) por tratarse de tres instituciones
diferentes.

B.4.- Adhesión a los argumentos. Es una figura típica del Derecho


Procesal Penal, regulado por el artículo 439 del CPPN (445 CPPBA), implicado que un
litisconsorte podrá adherirse a los fundamentos del recurso del otro, siempre que se trate
15
HITTERS, Juan Manuel, op. cit., pág. 1 § ‘I.B’.
16
LOUTAYF RANEA, Roberto G., Adhesión al recurso de apelación, JA Doctrina 1975, 540.
17
ACOSTA, José V., Procedimiento Civil y Comercial en Segunda Instancia, Editorial Rubinzal-
Culzoni, Tomo I, pág. 223. DE SANTO, Víctor, El Proceso Civil, Editorial Universidad, Tomo VIII-A,
pág. 314.
18
BACARAT, Edgar, La adhesión a la apelación, Revista Zues, Año X Nro. 2279 T. 32, pág. 2.
6

de cuestiones comunes. Desde ya, en dichos ordenamientos hay particularidades que no


son aplicables al ámbito civil.
El mayor obstáculo para la utilización de esta figura en el campo civilístico, lo
encontramos en el art. 265 del CPCCN (art. 260 CPCCBA), que establece que “No
bastará remitirse a presentaciones anteriores”.
Pero la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires interpretó que ‘adherirse
a los argumentos’ de otro litigante, no significa precisamente una remisión a
‘presentaciones anteriores’19. Sería un exceso ritual –esbozó el Tribunal- que los jueces
al sentenciar se puedan adherir al voto de otro y que las partes no puedan hacerlo,
teniendo entonces que repetir en vano de forma textual lo que ya está dicho. De este
modo, se permitió la mera adhesión a los argumentos o a la expresión de agravios, sin
necesidad de reiterar los fundamentos en común ya esgrimidos en el expediente.
En adición a lo resuelto en dicho fallo, agregaremos que también se faculta a los
justiciables (y en la práctica es de uso frecuente), adherirse a la contestación de
demanda efectuada previamente por otro coaccionado.
En un pronunciamiento posterior20, el mismo organismo admitió –como vimos-
la fundamentación por adhesión también para un recurso extraordinario local, dado que
en anteriores decisiones lo había hecho con muchos reparos. De más está decir que el
adherente correrá la suerte del otro impugnante.
Ciertamente, para que rija esta figura de adhesión en los esquemas donde el
recurso se deduce con carácter previo a sus fundamentos, quien lo invoque debió haber
apelado y luego podrá hacer suyos los argumentos comunes del otro. Tal es el caso del
recurso de apelación en la mayoría de los ordenamientos del país, salvo excepciones
como –vgr.- en la Ley Nacional de Amparo (art. 15 ley 16.986), Ley de Amparo
bonaerense (art. 17 ley 13.928) y el Código Procesal Administrativo de la Provincia de
Buenos Aires (art. 56 inc. 2º ley 12.008), en los cuales se debe interponer
fundadamente. Los recursos extraordinarios provinciales y federal, también se deducen
fundadamente en el mismo acto procesal.
Entonces, cuando la motivación del embate se realiza de manera promiscua a su
interposición, será esta misma la oportunidad para recurrir expresamente y adherirse a
los argumentos del otro.

19
SCBA, Ac. 62.093, Sent. del 02/03/1999, ‘Danzi c/ Dominguez s/ Daños y Perjuicios”, LLBA 1999-
461.
20
SCBA, C. 92.698, Sent. del 25/11/2009, ‘Macchi c/ Hospital Dr. Antonio Cetrángolo s/ Daños y
Perjuicios’.
7

II.- Algunos ejemplos de aplicación práctica del benefici comuni remedii.

A.- Desde la óptica del derecho sustantivo.

A.1.- Generalidades. Desde el punto de vista del derecho fondal, al


judicializarse una obligación solidaria, generalmente regirá a nivel recursivo el sistema
de la apelación adhesiva o litisconsorcial (efecto de extensión subjetiva o benefici
comuni remedii).
Recordemos que sobre el centro de la cuestión debatida en la causa, el recurso
que interponga un codemandado solidario (aunque también podría ser un coactor
solidario21), debería beneficiar a sus restantes litisconsortes (arts. 713, 714 y concs. del
C. Civ.). Tal vez ese efecto no se vislumbre sobre cuestiones estrictamente aplicables a
un solo litisconsorte.
También es importante puntualizar que mayormente la doctrina del foro ha
equiparado (en los efectos precitados, al menos) a las obligaciones de tipo in solidum
con las solidarias (ver punto ‘II.A.2’). En la mayoría de estos supuestos habrá
litisconsorcio voluntario (Art. 88 CPCCN y CPCCBA).
Los ejemplos de obligaciones in solidum, que se equiparan a las solidarias a
estos fines, podrían derivar en procesos por daños y perjuicios causados de delitos o
cuasidelitos, tales como accidentes de tránsito (asegurado-asegurador), juicios por mala
praxis médica (médico-hospital, en ciertos casos), publicaciones periodísticas
(periodista-editorial, en algunas ocasiones), etc.
La nota característica impuesta por la jurisprudencia mayoritaria (que
citadaremos en el punto ‘II.A.2’) es que debe existir una sola prestación e identidad de
objeto, impidiéndose que (por causas comunes) algunos de los codemandados sean
condenados y otros no. Por ejemplo, en la responsabilidad por mala praxis médica en la
que se encuentran demandados el galeno y el sanatorio, si se prueba el obrar diligente
del profesional, también habrá que absolver al instituto.

21
HITTERS, Juan Manuel - CAIRO, Silvina, ‘El coacreedor solidario que asume el rol de tercero
(co)actor en los procesos individuales. Inconvenientes procesales. La cosa juzgada’, Revista de Derecho
Procesal (Rubinzal-Culzoni), 2006-2, págs. 194 y ss (ver punto B.2).
8

Los principios procesales de aplicación son el de congruencia 22, el llamado


tantum appellatum quantum devollutum23 y el de economía procesal24. Y no se violan,
desde nuestra perspectiva, los postulados de non reformatio in pejus25, el de disposición
procesal26 o el de preclusión.

A.2.- La evolución de la doctrina de la Suprema Corte de la Provincia de


Buenos Aires. A modo informativo, destacaremos el derrotero observado en la doctrina
de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, con relación al benefici comuni
remedii en los últimos años.
Comenzamos nuestro relato en el año 2001, con la causa ‘Alvarez’ 27, en la cual
se resolvió el tema recién una vez que la sentencia fue ejecutada al litisconsorte
(condenado) que no la había recurrido.
Precisamente se trataba de un proceso por daños y perjuicios por mala praxis
médica, con dos demandados (clínica y médico). El juez de primera instancia había
condenado a ambos. Habiendo apelado solo la clínica, la cámara revocó la decisión por
encontrar que el daño reprochado fue provocado por caso fortuito, pero nada se
mencionó sobre las consecuencias de ese nuevo decisorio hacia el médico.
Es así que al actor promovió la pertinente ejecución de sentencia contra el
galeno que no había apelado la condena en su contra. Ante esta circunstancia, éste
dedujo la inhabilidad de título por la vía de la excepción de falsedad legislada para el
trámite de la ejecución (art. 506 inc. 1º del CPCCN -art. 504 inc. 1º del CPCCBA-). El
juez hizo lugar a la defensa entendiendo que la absolución de la alzada también le era
aplicable al ejecutado. Esa decisión fue confirmada por la cámara, y también por la
Suprema Corte, con expresa invocación de la extensión de los efectos del recurso de la
clínica por tratarse de una obligación in solidum.
Para la minoría, siendo el proceso de esencia dispositiva y existiendo
litisconsorcio voluntario, quien consintió la sentencia, debía cumplirla.

22
Dado que el carácter de la obligación exigiría una solución extensiva hacia quien no recurrió.
23
Para esta postura, la alzada posee competencia y debe tratar la cuestión.
24
Habida cuenta que de resolverse positivamente en la primera oportunidad, se evita el dispendio
procesal, como el que ocurrió en el caso ‘Alvarez’, citado infra.
25
Por el mismo fundamento que deviene aplicable la congruencia, precisamente no se conculca la non
reformatio in pejus.
26
Si bien es cierto que en los sistemas dispositivos las partes pueden consentir expresa o tácitamente una
resolución y la competencia de los órganos superiores se abre en la medida del recurso, también lo es que
la naturaleza de la obligación amerita una solución uniforme. Por eso, el problema no es estrictamente
procesal.
27
SCBA, AC 77.121, Sent. del 27/12/2001, ‘Alvarez c/ Maldonado s/ Daños y perjuicios’.
9

Repárese que la sentencia absolutoria fue ‘extendida’ al médico en un momento


ulterior, como consecuencia de una defensa deducida al ejecutarse la condena contra
éste.
En una etapa de desarrollo posterior, ese mismo órgano superior local, al
resolver los recursos extraordinarios, expresa y directamente comenzó a mencionar si le
resultan aplicables los efectos del embate de un litisconsorte hacia otro, sin necesidad
que las partes se lo requieran.
A modo de ejemplo, podemos citar el caso ‘Ramos’28. Se trataba de un accidente
de tránsito por el cual se encontraban demandados una sociedad de bomberos y la
compañía aseguradora.
El juez de primera instancia rechazó la acción, mientras que la alzada condenó
parcialmente a ambos enjuiciados. Pero sólo la sociedad de bomberos dedujo el
pertinente recurso extraordinario (de inaplicabilidad de la ley) ante la Suprema Corte.
Este tribunal casó la sentencia y rechazó la pretensión, pero con la salvedad que
extendió la absolución también a la aseguradora no recurrente, en atención a la
naturaleza de la obligación. Para ello, empleó argumentos similares al fallo precitado.
Esta situación fue reiterada en varios decisorios posteriores, a punto tal que en
algunos se llegó a modificar la tasa de interés con aplicación extensiva al codemandado
no recurrente29.
Es decir, no solo se ha utilizado este instituto para las cuestiones principales,
sino también para las accesorias.

B.- Desde la doble perspectiva: adjetiva y sustantiva. Sin importar en qué


categoría obligacional se encuadre el reclamo, claramente cualquier litisconsorcio
necesario también participará de la modalidad del benefici comuni remedii.
La función del sistema procesal sobre este tópico será la de ocuparse de la
regulación formal que plantea la repercusión de instituciones de la ley de fondo, siendo
necesaria la actuación en litisconsorcio cuando la decisión deba ser pronunciada
respecto de todos30.

28
SCBA, C. 101.647, Sent. del 21/04/2010, ‘Ramos c/ Sociedad de Bomberos Voluntarios de Campana
s/ Daños y perjuicios’.
29
SCBA, C. 104.564, Sent. del 02/03/2011, ‘Casariego Chantres c/ Di Constanzo s/ Daños y perjuicios’;
C. 102.771, Sent. del 18/08/2010, ‘Montenegro c/ Díaz s/ Daños y perjuicios’.
30
COLOMBO, Carlos J. - KIPER, Claudio M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
anotado y comentado, Editorial La Ley, T. I año 2006, pág. 569.
10

El Procurador de la Corte Suprema de la Nación, en un dictamen que no


compartimos en su totalidad, indicó que existía litisconsorcio necesario cuando
intervenía en el proceso el asegurado y la aseguradora, ya que la participación de esta
última venía impuesta por la ley 17.418. En ese sentido, entendió dicho funcionario que
–obviamente- debía aplicarse el efecto extensivo del recurso de un codemandado hacia
otro en función del carácter de la referida intervención. La Corte Suprema, al emitir el
fallo31, solo expresó que la Cámara Nacional (a quo) había incurrido en exceso de
competencia al absolver también a quien no había apelado la condena impartida por el
juez (principio de disposición), pero nada aclaró acerca de la naturaleza del
litisconsorcio.
Entendemos que un pronunciamiento de esa naturaleza le deja al justiciable un
sabor amargo porque no se logra comprender si más allá del eventual exceso de
competencia del a quo (cámara), existió en el caso litisconsorcio necesario o no.
Desde ya, que de ser la participación litisconsorcial ‘necesaria’, el resultado del
pronunciamiento debió de haber sido opuesto, aunque en otro precedente 32 se dijo que
aún en esas circunstancias la obligación puede ser divisible.
De todos modos, nos cuesta comprender en los lineamientos del caso ‘Avila’, si
Máximo Tribunal priorizó el eventual exceso de competencia de la cámara, ya que nada
aclaró sobre el carácter del litisconsorcio o la divisibilidad obligacional.
A mayor abundamiento, la Suprema Corte bonaerense había establecido la teoría
del litisconsorcio necesario entre el asegurado y asegurador, en algunas causas
anteriores33, pero luego se volcó hacia el carácter ‘voluntario’ 34, como creemos que debe
ser.
Por nuestra parte, consideramos que la citación (de terceros) a la aseguradora es
coactiva, formándose un litisconsorcio voluntario, ya que tal emplazamiento podría no
existir (art. 118 ley 17.418) y el juez no tiene facultades para efectuarla de oficio. De
todos modos, la compañía de seguros no podría ser llamada a juicio de manera
autónoma sin que el asegurado esté co-demandado, salvo causales de fuera mayor, etc.
Anticipamos que los litisconsorcios necesarios, a veces reconocen como ‘causa
de su formación’ a una obligación solidaria (vgr., responsabilidad de ambos padres o
31
CSN, Sent. del 24/08/2004, ‘Avila c/ Rodriguez’, Fallos 327(3):3495.
32
CSN, Sent. del 25/09/1972, ‘Fisco Nacional c/ Villanueva y Goñi –sucesión- s/ Expropiación’, Fallos
283:392.
33
SCBA, L. 42.713, Sent. del 29/08/1989, ‘Suárez c/ Mesiano s/ Accidente’.
34
SCBA, Ac. 43.067, Sent. del 19/03/1991, ‘Marano c/ Morzilli s/ Daños y perjuicios’; Ac. 59.366,
Sent. del 10/06/1997, ‘Centeno c/ Ponzio s/ Daños y perjuicios’, entre otros.
11

tutores), pero en otras ocasiones su determinación se debe a cuestiones conexas entre el


derecho sustantivo y adjetivo (vgr., la división de cosas comunes), porque será su
naturaleza la que definirá su encuadre (Art. 89 CPCCN).

C.- Cuando se aplica el llamado efecto extensivo, ¿hay nuevos requisitos de


validez para los fallos de alzada? Desde luego que en los supuestos que hemos
mencionado en los puntos ‘II.A’ y ‘II.B’ (y para los tribunales que siguen esos
lineamientos), se aplica la extensión subjetiva de los efectos recursivos.
Ahora bien, la postura adoptada por el Alto Tribunal provincial en la última
etapa mencionada en el punto ‘II.A.2’ (caso ‘Ramos’ y otros) podría significar una
nueva exigencia para las cámaras de apelaciones, en lo relativo a la validez de sus
sentencias.
Nos referimos a la necesidad u obligación de que la alzada trate como una
cuestión más en el acuerdo sentencial que implique una decisión revocatoria total o
parcial, precisamente al efecto extensivo (o no) sobre el litisconsorte no recurrente.
El siguiente interrogante radica en determinar si esta ‘nueva’ obligación para las
cámaras, debe regir solo para los litisconsorcios voluntarios, dado que en los casos de
litisconsorcio necesario la consecuencia extensiva (benefici comuni remedii) es natural.
Estos inconvenientes serán abordados en el punto ‘III’.

D.- Diversas opiniones doctrinarias y jurisprudenciales. En dos interesantes


decisorios de la Suprema Corte de Mendoza, la situación de la personalidad de los
recursos fue abordada desde otra perspectiva a la que venimos exponiendo.
El primero de ellos (‘Vicente’35), se debió a un accidente de tránsito en el cual el
juez de grado había rechazado la demanda contra el conductor por estimar que no había
culpa de su parte, pero condenó al propietario y a la citada en garantía en función del
carácter objetivo de la responsabilidad. Apelaron el actor y la citada en garantía. La
cámara desestimó el recurso de la actora y acogió el de la compañía, rechazando
totalmente la demanda.
La accionante dedujo recurso de inconstitucionalidad (tal es la denominación de
ese embate) ante el Superior Tribunal, indicando que se ha violado la cosa juzgada,
habida cuenta que el propietario (también condenado en la instancia) no había apelado.

35
SC Mendoza, Sala 1ª, fallo del 01/09/1987, ‘Vicente c/ Comiso s/ Daños y perjuicios’, JA 1988-IV,
375.
12

La impugnación fue denegada (confirmándose el ‘efecto extensivo’), basándose


en la asimilación de los caracteres del litisconsorcio necesario (pasivo) entre asegurador
y asegurado (sería un litisconsorcio cuasinecesario).
En este sentido, sostuvo el órgano que la compañía debe pagar solo si existe
responsabilidad en el asegurado, que aquél no puede ser demandado sin que también lo
sea el cliente, y que el asegurado no podría efectuar una transacción válida sin la
anuencia de la anuencia de la citada en garantía. Además, sería irrazonable –concluyó-
que la aseguradora quede absuelta y su cliente condenado porque se violarían los
derechos acordados por la ley de fondo (mantener indemne al asegurado).
Como se puede apreciar, el fundamento es diverso al empleado por la Corte
Suprema de la Nación en la precitada causa ‘Avila’, porque allí fue el procurador quien
insinuó la existencia de un litisconsorcio necesario y no el tribunal, quien empleó el
argumento del exceso de competencia del a quo.
Años después, el mencionado Tribunal mendocino emitió otro precedente, pero
con características diferentes, que valen la pena remarcar.
En este caso (`Pérez Cassul’36) también hubo un accidente de tránsito, pero esta
vez no había una compañía de seguros de por medio, aunque sí dos demandados. Uno
de ellos no compareció y quedó rebelde. El otro se presentó y ofreció formal defensa.
La demanda prosperó contra ambos por cuestiones probatorias, restándole importancia a
la rebeldía de uno de ellos. La sentencia fue apelada solo por el coaccionado que se
había presentado y la alzada rechazó la acción respecto de ambos legitimados pasivos al
tener por acreditado que la colisión se debió a la culpa exclusiva del accionante.
El actor acudió a la Suprema Corte de esa provincia, y se hizo lugar
parcialmente a su queja, condenándose solamente al encartado rebelde, con el
fundamento de que la cámara había avanzado sobre la cosa juzgada de primera
instancia, al no haber éste apelado.
Entre los fundamentos, se estableció una diferencia con el pronunciamiento
anterior (‘Vicente’), indicándose que aquí se trataba de un claro litisconsorcio
facultativo y los recursos solo podían beneficiar o perjudicar a quien los deduzca.
Destacamos que no se hizo alusión a la existencia de hechos comunes entre ambas
responsabilidades.

36
SC Mendoza, Sala 1ª, fallo del 11/05/1992, ‘Pérez Cassul c/ Peletay s/ Daños y perjuicios’), ED 153-
568.
13

Palacio, al comentar este último decisorio37 precisamente hizo hincapié en que


las defensas basadas en hechos comunes deben considerarse en la sentencia de manera
unificada. Incluso, los órganos superiores deben atender a un resultado integral del
pleito respecto de ese hecho común, ya que el proceso es único. Agregó el jurista que la
inactividad impugnativa o defensiva de algún litisconsorte, constituyen contingencias
procesales insusceptibles de alterar la unidad final del juzgamiento.
Esta opinión generó (respetuosas) críticas. De este modo, se dijo que una cosa es
la sentencia de primera instancia en la cual se debían tratar los hechos impeditivos o
extintivos de manera unificada, y otra diferente es la apertura de la segunda instancia
que tiene cabida solo respecto del o los apelantes, salvo solidaridad o indivisibilidad
manifiesta de la cosa litigiosa38. Como hemos visto en el punto ‘II.A.1’, la Suprema
Corte de la provincia de Buenos Aires, actualmente considera que en los accidentes de
tránsito (tratándose de defensas comunes) hay una sola prestación o identidad de objeto.
En otra moción a favor del mencionado fallo y encontrada con la de Palacio, se
indicó que es un error desplazar los efectos extensivos propios de los litisconsorcios
necesarios o cuasinecesarios, al de formación voluntaria39.

E.- Síntesis. Hemos podido apreciar que la decisión de emplear el efecto


extensivo (benefici comuni remedii) o la personalidad recursiva, para los litisconsorcios
voluntarios, obedece a distintos parámetros.
En algunos casos se habló de litisconsorcio cuasinecesario (equiparable al
necesario) cuando existía compañía de seguros (SC Mendoza, caso ‘Vicente’ –reiterado
obiter dictum en `Pérez Cassul’-), mientas que en otros solo se hizo alusión a la
preclusión (CSN, caso ‘Avila’), y en los restantes se mencionó como destacable a la
prestación única (SCBA, casos ‘Alvarez’ y ‘Ramos’). También ciertos criterios dispares
fueron adoptados por la doctrina.
Por este motivo, siempre habrá que evaluar las circunstancias y la jurisdicción (y
época) ante la cual se entable la demanda para poder proyectar el eventual resultado de
un recurso o impugnación en esas circunstancias.

37
PALACIO, Lino Enrique, Efectos del recurso interpuesto por un litisconsorte en el caso de
litisconsorcio facultativo, ED 153-573.
38
WETZLER MALBRAN, Alfredo Ricardo, Los recursos en el litisconsorcio facultativo y la
sentencia revocatoria en la alzada, ED 154-1031.
39
CHIAPPINI, Julio, El efecto extensivo del recurso de apelación en el litisconsorcio facultativo: en
defensa de un fallo, ED 154-1035.
14

III.- Contenido de la sentencia revocatoria y su posible nulidad por falta de empleo


del benefici comuni remedii.

A.- Introducción. Como hemos anticipado en el punto ‘II.C’, en el supuesto de


que el ad quem hiciere lugar al recurso deducido por un litisconsorte, revocando total o
parcialmente la sentencia y además, se tratare de un supuesto que genere efecto
expansivo sobre quien no impugnó, la cuestión a dilucidar radica en determinar si ello
debe (o no) consignarse en el resolutorio.
Esta temática no es menor, porque de adoptarse la postura acerca de la
exigibilidad de ese ‘nuevo’ recaudo, podría resultar nula la sentencia de la alzada (al
menos parcialmente) por no haber abordado una ‘cuestión esencial’ sometida
implícitamente a su competencia.
Creemos que en la Provincia de Buenos Aires tácitamente ya se ha incorporado
dicho recaudo y que parece no haber marcha atrás.

B.- Posibilidades recursivas o defensivas del litisconsorte beneficiado


tácitamente.

B.1.- Introducción. El siguiente interrogante radica en resolver si quien


guardó una actitud pasiva o expectante ante la sentencia desfavorable de primera
instancia, pero ahora ‘beneficiado’ por la resolución favorable de la alzada, tiene
agravio por el vacío que generaría el hecho de no haberse consignado expresamente el
efecto extensivo hacia él. Y en su caso, qué medio de impugnación podrá emplear.
Sin ánimo de pecar por reiterativos, recordemos que este sujeto procesal no
había impugnado la sentencia del órgano inferior, por lo que se podría sostener que -en
principio- no podrá cuestionar la del superior (en este aspecto) en función del principio
de preclusión o de congruencia. Consideramos que esta sería una solución cómoda y
sencilla para el judicante –y hasta aceptable-, pero verdaderamente injusta.
Como fundamento de su recurso, podría argumentarse que hubo una ‘pseudo’
reformatio in pejus, porque el fallo se modificó solo de manera expresa en favor del
peticionante. Decimos ‘pseudo’ reformatio in pejus porque quien no impugnó, estaría
en iguales condiciones que antes, pero en peor situación que quien sí lo hizo
(considerando especialmente que algunas obligaciones son indivisibles, tal como lo
hemos destacado).
15

Desde esta perspectiva, también tendría el mismo déficit la providencia que no


aborde las cuestiones sometidas por el mecanismo de adhesión (implícita) a la apelación
(ver punto ‘I.B.2’).
De este modo, cabe indagar cuál sería el carril recursivo idóneo, en razón de los
principios de especificidad e infungibilidad de los medios de impugnación. Nuestra
mirada se enfocará en la estrategia procesal que el letrado podría adoptar, considerando
la dificultad que plantea el tema.

B.2.- Si la sentencia revocatoria emanare de una cámara de provincia,


podría tolerarse una aclaratoria40 y/o un el pertinente recurso extraordinario de nulidad
ante el Superior Tribunal Local.
La denominación de este último medio de ataque variará, según la provincia de
que se trate. En Buenos Aires, se lo regula como Recurso Extraordinario de Nulidad,
mientras que en San Juan la vía apta sería el recurso extraordinario de
inconstitucionalidad (omisión de cuestión esencial por violación de formas -art. 11 inc.
3º, ley 2275-), al igual que en otras provincias.
Al respecto, al máximo órgano jurisdiccional bonaerense ha edictado que debe
declararse la nulidad de un fallo de alzada que no trató las defensas preteridas en la
instancia liminar41. Si bien ese resolutorio se refiere a la adhesión ‘implícita’ a la
apelación, no vemos reparos en que se aplique la misma solución ante la ausencia de
tratamiento del efecto expansivo (apelación adhesiva o litisconsorcial) como cuestión
esencial, ya que en ambos supuestos la competencia de la alzada para abocarse a esos
themas se encuentra debidamente justificada.
Debemos reparar que si el fallo atacado también origina un agravio federal,
además del recurso extraordinario de nulidad, en la Provincia de Buenos Aires habría
que plantear el de inaplicabilidad de ley, habida cuenta que este último es el medio
adecuado para denuncia ese vicio.
Desde ya que, por el principio de la no promiscuidad de los fundamentos
recursivos, cada uno debe guardar autonomía de fundamentos y de redacción 42.
40
Doctrina de la causa ‘Torres c/ Borda s/ Despido’, SCBA, L. 99.171, Sent. del 16/2/2011. Es dable
aclarar que este fallo se originó en una causa laboral, con tribunal de instancia única, por lo que a veces
los criterios son más flexibles. Allí se dijo que en ciertas ocasiones, la falta de tratamiento de una cuestión
esencial, se puede enmendar también por la vía de la aclaratoria.
41
SCBA, C. 95.643, Sent. del 18/11/2009, ‘Miara de Vázquez c/ Expreso Granate Línea 293 s/ Daños y
perjuicios’.
42
SCBA, C. 97.820, Sent. del 09/06/2010, ‘Fedea S.A. c/ O.M.P. S.A. s/ Cobro sumario de sumas de
dinero’.
16

Entonces, por el carril de la nulidad extraordinaria se deberá alegar el vicio de


naturaleza ‘local’ (omisión de cuestión esencial). Mientras que por la vía de la
inaplicabilidad de ley, habrá que hacer lo propio con respecto al agravio federal, de
existir.
De todos modos, se está gestando en la Corte Suprema Nacional una tendencia
hacia el sistema del recurso indiferente43, por lo que lo mencionado precedentemente
sobre la exigencia de plantear dos recursos podría atenuarse en poco tiempo.

B.3.- Si proviniere de las Cámaras Nacionales o Federales, podría


incoarse una aclaratoria o Recurso Extraordinario Federal (por arbitrariedad –de ser el
caso- ya que no encuadra como cuestión federal típica –art. 14 ley 48-).
Desde ya que, sin pretender ingresar en el tema, no será sencillo lograr que la
Corte Suprema de la Nación aborde el último remedio.
De todos modos, en la citada causa ‘Avila’, ese cuerpo jurisdiccional, revocó el
pronunciamiento de la cámara que había extendido los efectos del recurso a quien no lo
había deducido. Como vemos, se ingresó a ese organismo mediante el remedio federal,
pero para lograr el resultado opuesto al que planteamos en este trabajo.

B.4.- De ser un decisorio emanado de Superiores tribunales locales,


correspondería articular un Recurso Extraordinario Federal por arbitrariedad.
También podría proceder una aclaratoria, al menos ante la Suprema Corte
bonaerense, dado que la misma es de creación pretoriana y no posee contornos muy
definidos.

B.5.- Si fuera de la Corte Suprema de la Nación, sólo podría caber la vía


de la aclaratoria o la revocatoria. Ambos supuestos fueron creados jurisprudencialmente
para su uso ante ese tribunal.
Este órgano tiene reiteradamente decidido que sus decisiones no son susceptibles
de recursos de reposición, revocatoria o nulidad, salvo excepciones creadas por la

43
CSN, Sent. del 24/09/2010, causa ‘Chavez’. Se trataba de un proceso penal, pero entendemos que
podría ser de aplicación también al ámbito civil.
17

propia doctrina del tales como correcciones de errores de hecho y derecho 44, exceso
ritual manifiesto (reposición in extremis)45, o errores manifiestos e inequívocos46.

B.6.- Otra solución posible, para cuando el recurso que deba argumentar
el beneficiado no incluído en la resolución tenga pocas posibilidades de éxito (vgr., un
recurso extraordinario federal), será la de no plantearlo, pero luego deducir la excepción
falsedad de la ejecución de la sentencia cuando el actor la pretenda ejecutar (citando la
doctrina del referido caso ‘Alvarez’).

C.- Posibilidades recursivas del agraviado por la aplicación del efecto


extensivo. Ahora bien, si se aplicare el efecto extensivo al litisconsorte que no haya
recurrido una sentencia desfavorable, la contraparte perjudicada por esa situación,
tendrá que argumentar que se ha violado la cosa juzgada, la preclusión procesal, el
principio de disposición y el principio tantum appellatum quantum devollutum.
El recurso que debería deducirse, consideramos que es el mismo que hemos
mencionado en el punto ‘III.B’ (dependiendo de los supuestos), a excepción de la
aclaratoria, habida cuenta que ya no se trata de una ‘omisión’ sino de un supuesto error
de razonamiento del judicante.

D.- Proyecto de solución legislativa (para la adhesión a la apelación y efecto


extensivo). Una adecuada garantía de acceso a la justicia se configuraría –según
creemos- con la inclusión en la norma que regula la competencia de la sentencia de
cámara o cortes, de la obligación de tratar expresamente: a) lo atinente a las defensas
preteridas (sistema de adhesión implícita a la apelación, similar al art. 264 del nuevo
CPCC de San Juan), y b) lo referente al benefici comuni remedii o a la personalidad
recursiva47.
Lo ubicamos como segundo y tercer párrafo del art. 279 del CPCCN (ídem 274
CPCCBA, y los pertinentes de las demás provincias):
“Además, decidirá también sobre las cuestiones litigiosas que hubiesen
recuperado trascendencia, aunque no hayan sido materia de petición. También

44
Causas: “Petrosur” (fallo del 04-09-90), “Procelli” (fallo del 09-10-90).
45
LL 1981-D-490, in re: ‘Magdalani’.
46
LL 1991-D-pág. 96, caso ‘Luchini’. En estos autos se rechazó el recurso por una cuestión y el tribunal
olvidó tratar otra (se hizo hincapié en la economía procesal y en el adecuado servicio de justicia).
47
HITTERS, Juan Manuel, op. cit., págs. 1 y ss. § ‘III.C’.
18

considerará si corresponde la extensión de los efectos del nuevo pronunciamiento


hacia los litisconsortes que no hayan recurrido.
Para las sentencias que dicte la Corte Suprema de la Nación 48 en instancia
recursiva, el presente artículo regirá en su totalidad49”.
Consideramos que esta respuesta legal también se acomoda a las Constituciones
locales, cuando en éstas se incluyan también algunos de (o todos) los presupuestos de
validez de la sentencia, dado que –como dijimos- la necesidad surge de la aplicación
misma de los principios procesales y además hemos visto que la propia jurisprudencia
los ha considerado como tales.

IV.- El problema que apareja la imposición de costas cuando se aplica el benefici


comuni remedii.

A.- Introducción. Otro de los inconvenientes que trae aparejado el efecto


expansivo en los recursos, radica dilucidar si existe la posibilidad de imponerle las
costas devengadas por su interposición también al litisconsorte que no lo dedujo.
Como es esperable, el tema puede generar cierto resquemor en los judicantes, ya
que prima facie aparecería como injusto, por violentarse especialmente el principio de
congruencia. Pero entendemos que no es así en todos los casos, por lo que trataremos de
brindar algunas pautas.
Al respecto encontramos dos hipótesis: a) que el recurso prospere y beneficie al
otro colitigante, y b) que no prospere y se confirme la sentencia.

B.- Las dos hipótesis.

B.1.- Recurso que prospera y beneficia al otro colitigante. Proyecto de


solución legislativa. En el primer caso, quien se aprovecha del resultado favorable de la
impugnación, había sido condenado por el órgano inferior (probablemente con costas) y
merced a la tarea desplegada por el letrado del otro litisconsorte, ahora quedaría

48
O el pertinente tribunal superior de la provincia en cuestión (vgr., para el art. 274 del CPCCBA).
49
No solo para el agregado que proponemos, sino también para la parte existente sobre la adecuación de
la distribución de costas (HITTERS, Juan Manuel – CAIRO, Silvina, Honorarios y de Abogados y
Procuradores. Estudio analítico del Decreto-Ley 8904/1977 de la Provincia de Buenos Aires y normas
complementarias. Breve comentario de la ley nacional 21.839 y su concordancia, Editorial Abeledo
Perrot, reimpresión año 2011, pág. 389).
19

absuelto o con la condena reducida en algún modo. No interesa a estos fines si se trata
de un litisconsorcio voluntario o necesario.
Por lo general, en estos casos, las costas del recurso se le cargarán a la
contraparte perdidosa. Pero no olvidemos que el abogado que lo interpuso (victorioso),
además de poder reclamarle los honorarios al vencido, tendrá igualmente derecho a
hacerlo contra su propio cliente por la regla de la solidaridad que rige en materia
arancelaria (arts. 49 y 50 ley 21.839; art. 58 Ley 8904 Pcia. Bs. As.).
Ahora bien, el litisconsorte que se vio beneficiado por el embate sin correr
ningún riesgo económico ¿también es o debería ser solidariamente responsable por tales
estipendios?
Si bien las leyes arancelarias no brindan una respuesta expresa al interrogante, y
aunque las normas de fondo tampoco lo hacen, nada obsta a que el profesional intente
extender la ejecución también contra el ahora favorecido por la nueva decisión, en
función de la utilidad de la tarea y del enriquecimiento sin causa.
Los principios generales del derecho arancelario abonan esta teoría,
especialmente el de la presunción de onerosidad50. En la Ley de Honorarios bonaerense,
incluso existe una disposición denominada ‘gestión útil’ (art. 42), que si bien no resulta
de aplicación expresa a esta hipótesis, coadyuva a la solución brindada anteriormente.
A modo de conclusión, se podría incluir un párrafo en el artículo 50 ley de
honorarios 21.839 (art. 58 Ley 8904 Pcia. Bs. As., y las respectivas leyes de las demás
provincias), con el siguiente tenor:
“Quien se viera beneficiado de algún modo por el recurso interpuesto por su
litisconsorte, también será solidariamente responsable frente al profesional que
realizó la tarea, en los términos de este artículo”.

B.2.- Recurso que no prospera. Posibles soluciones para evitar abusos.


Pero la situación se torna diferente cuando el recurso no prospera y se confirma la
sentencia o resolución. Aquí, el litisconsorte que la había consentido -implícita o
expresamente- puede ampararse en la inoponibilidad de los costos del fallido acto
procesal.
Con este fundamento, el profesional representante del litisconsorte recurrente, no
podría intentar percibir sus aranceles contra quien conformó la providencia, porque
ningún beneficio le aparejó su labor.
50
HITTERS, Juan Manuel – CAIRO, Silvina, Honorarios… op. cit., pág. 29.
20

Del mismo modo, el abogado de la contraparte victoriosa queda impedido de


realizar petición semejante contra quien no impugnó, aún alegando que las costas fueron
cargadas al vencido.
Incluso, puede surgir un serio inconveniente cuando uno de los litisconsortes
(incluso representados por el mismo abogado) es insolvente. Si fuera este último el que
recurre el fallo y, de rechazarse la impugnación, las costas favorables al ganancioso que
haya devengado el embate serían de ilusorio cobro.
Es que, esta situación disvaliosa se genera precisamente por la aplicación del
efecto expansivo de los recursos, pudiendo implicar que el cointeresado en su resultado
y que posee suficiente caudal económico, no participe del mismo para evitar correr
riesgos.
Dicho de otro modo, le es más conveniente a ambos que únicamente apele o
recurra quien no puede afrontar los costos. Como ya mencionamos, si se desestima
ninguno desembolsará tales honorarios; pero si se hiciera lugar, beneficiará también a
quien no quiso arriesgarse.
Para evitar entonces que ocurran abusos semejantes, corresponde preguntarse si
una solución posible sería que el juez intime a los no recurrentes para que expresen su
conformidad o disconformidad con la impugnación deducida por su litisconsorte
(adhesión a los argumentos), bajo apercibimiento de no aplicarle el efecto extensivo si
el mismo prosperare.
Entendemos que la respuesta es compleja, porque el sistema de adhesión a los
argumentos, no podrá regir cuando haya transcurrido la oportunidad para apelar (ver
punto ‘I.B.4’).
Además, la única solución (utópica, por cierto) sería reformar el Código Civil,
permitiendo aplicar el efecto personal de los recursos para estos casos. También habría
que hacer lo propio en los digestos procesales, para que se admita la adhesión a los
argumentos sin haber recurrido, al igual que la intimación antedicha.

V.- Conclusiones.

Hemos intentado efectuar una mirada sobre algunas consecuencias disvaliosas


que pueden acarrear las teorías de la apelación adhesiva o litisconsorcial (benefici
comuni remedii), en función de los principios procesales que le son aplicables, pero sin
pretender opacar sus bondades.
21

A tales efectos, pusimos la mirada en la necesidad de ampliar los requisitos de la


sentencia de alzada, en cuanto a la ausencia de tratamiento de la cuestión y, finalmente
en la eventual imposición de costas a quien no participó del embate.
Los postulados de disposición procesal, congruencia y tantum appellatum
quantum devollutum, no se encuentran en riesgo, pese a que por momentos parecieran
estar jaqueados o menoscabados. Es precisamente gracias a ellos que podemos
encontrar respuestas cuando la legislación no las otorga y, de este modo poder navegar
con buen rumbo hacia la tutela efectiva.
Por necesidad didáctica, incursionamos también –aunque con menor
detenimiento- en los sistemas de la adhesión (implícita) a la apelación, la apelación
derivada y la adhesión a los argumentos.

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