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En los años cuarenta, encontramos la novela ideológica, comprometida con la ideología política de
entonces, como lo es La fiel infantería de Rafael García Serrano. La novela realista y tradicional,
de tono conservador, de la mano de Ignacio Agustí con Mariana Rebull. La novela humorística,
con publicaciones como El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez. Y por último, la
novela evasiva, vía de escape de la realidad, tal como Soñar la vida de Carmen de Icaza. Por otro
lado, cabe mencionar la novela existencial. Escrita con tono pesimista, los personajes son
víctimas del entorno y luchan contra su mundo interior y circunstancias diarias. Normalmente se
centran en el momento de la Guerra Civil o la posguerra. De esta tipología destacamos: Nada de
Carmen Laforet; La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes; y La familia de Pascual
Duarte de Camilo José Cela (premio Nobel de literatura). Este último inaugura la corriente del
tremendismo, dentro la novela existencial, mostrando los aspectos más duros de la vida.
Por último, dentro de la novela de posguerra es importante mencionar a los novelistas en el exilio.
Un grupo que plasmará el exilio, el deseo de recuperar el pasado y una España renovada.
Destacan Ramón J.Sender Réquiem por un campesino español, y Max Aub El laberinto mágico.
En los años cincuenta la novela recoge las nuevas preocupaciones sociales del momento,
surgiendo así la novela del realismo social. Encontramos injusticias laborales, soledad o presencia
de la muerte. Se caracterizan por tener un personaje colectivo. El narrador es objetivo y presenta
detalles descriptivos mediante un lenguaje sencillo con abundantes diálogos. Dentro de esta
década encontramos: El objetivismo o realismo objetivo, que presenta la realidad desde una
perspectiva neutral a modo de ojo de cámara (Entre visillos de Carmen Martín Gaite; y El Jarama
de Rafael Sánchez Ferlosio). Por otro lado, el realismo social, que incluye un tono de denuncia y
crítica. Inicia en particular en La Colmena de Cela, que presenta Madrid de manera pesimista en
tiempos de posguerra, y aparecen más de 300 personajes. También sobresalen en esta tendencia
La Noria, de Luis Romero o Pequeño teatro de Ana María Matute.