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Novela idealista
Dentro de esta corriente idealista se enmarcan dos narrativas distintas, cuyo contenido
se irá diluyendo para dar paso a otras que recuperan un enfoque realista: existencial, en los
años cuarenta; social, en los años cincuenta.
- Corriente política. Está formada por novelas que ensalzan los valores del franquismo,
tradicionalistas y católicos, que generalmente son narraciones tópicas y superficiales. Entre
estos autores se encuentran Rafael García Serrano, con Eugenio, protagonizada por un joven
e idealista héroe falangista, o La fiel infantería, que celebra los valores guerreros y la
intransigencia del nuevo régimen, y José Antonio Giménez Arnau, con El puente, que
presenta la ideología del régimen como vínculo de unión entre las dos Españas separadas por
la guerra.
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temporada en América, acaba apoyando la causa franquista. En estos años también escribe El
golpe de Estado de Guadalupe Limón, una sátira sobre el apego al poder, ambientada en
Hispanoamérica y narrada con gran sentido del humor. A finales de los cincuenta comenzó su
trilogía de ambiente gallego Los gozos y las sombras (1957-1962), que relata la decadencia de
un antiguo linaje de Pueblanueva del Conde en los tiempos de modernización capitalista que
preceden a la Guerra Civil. Más adelante, tras su etapa experimental, se fue acercando a una
línea realista, como en La isla de los Jacintos Cortados (1980) y Filomeno, a mi pesar (1988).
- Corriente de evasión. Está formada por novelas que evitan toda alusión a la guerra y
sus consecuencias, protagonizadas por personajes corrientes de clase media, como Maleni, de
Cecilio Benítez de Castro.
Realismo existencial
- La familia de Pascual Duarte. Esta obra de Camilo José Cela, de 1942, se caracteriza
por emplear la técnica del tremendismo, es decir, un realismo centrado en los aspectos más
truculentos y aberrantes de la realidad, que influyó en escritores posteriores.
Esta obra, con influencias de la novela picaresca y del naturalismo, relata la historia de
Pascual Duarte, un criminal que, antes de ser ejecutado, decide contar su vida para liberar su
conciencia. Se presenta como víctima de unos orígenes familiares y sociales miserables, que
determinaron su carácter violento. Para contarla, Cela recurre a la técnica del “manuscrito
encontrado”, como Cervantes en el Quijote, y finge que se trata de una autobiografía, del
protagonista a la que el “transcriptor” ha añadido otros documentos. Su estilo se caracteriza
por la crudeza con que se relatan los crímenes de Pascual y por el uso de la primera persona
narrativa.
- La sombra del ciprés es alargada. Esta obra de Miguel Delibes de 1948, se sitúa en
la ciudad de Ávila, cuyo provinciano ambiente social está regido por la hipocresía.
Durante la Guerra Civil, otros escritores tomaron la decisión de partir al exilio para
evitar las represalias del régimen contra los detractores de la dictadura.
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Francisco Ayala
Este escritor granadino obtuvo sus primeros éxitos con la novela vanguardista de 1929
El boxeador y un ángel y las recopilaciones de relatos de 1949 Los usurpadores y La cabeza
del cordero. Su obra se consolidó con libros críticos con las dictaduras en los que medita
sobre la condición humana, como Muertes de perro (1958) El fondo del vaso (1962).
Aunque comenzó ligado a las vanguardias, su obra evolucionó hacia una representación
crítica de la vida, preocupada por la moral de los personajes, a menudo desde su punto de
vista subjetivo. Su estilo destaca además por su ironía, la escasez de trama y un uso singular
de la metáfora.
Max Aub
Las primeras novelas de esta autor cosmopolita están ligadas a la estética de las
vanguardias, como Luis Álvarez Petreña (1934), en la que se narra el hastío, el desamor el
suicidio de un escritor fracasado, cuyas peripecias continuaron en obras posteriores
Más adelante probó otros estilos, en los que solía mantenerse distante respecto de los
personajes, como la novela experimental con Juego de cartas (1964) o las biografías ficticias
en La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco y otros relatos (1960).
Rosa Chacel
Sus títulos más representativos son Teresa (1941), basada en el amor entre el poeta
romántico Espronceda y Teresa Mancha; Memorias de Leticia Valle (1945) o Barrio de
Maravillas (1976).
Ramón J. Sender
La mayor parte de la obra de este escritor oscense fue escrita durante su exilio en
México y en los Estados Unidos. Sus obras previas a la Guerra Civil destacan por un realismo
directo y crítico, como Imán (1930) y Siete domingos rojos (1932).
Tras la guerra comienza la serie de nueve relatos titulada Crónica del alba (1942) donde
recrea su propia infancia.
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Narrativa de los cincuenta
Las novelas representativas de esta narrativa son Los bravos (1954), de Jesús Fernández
Santos; El Jarama (1955), de Rafael Sánchez Ferlosio; Central eléctrica (1958), de Jesús
López Pacheco, y La zanja (1960), de Alfonso Grosso.
- Personajes tipo o colectivos. Estas novelas suelen estar protagonizadas por personajes
sin demasiada complejidad psicológica, ya que su función es representar a una clase social
determinada.
- Narrador objetivo. El punto de vista suele partir de un narrador en tercera persona que
aparentemente se limita a dar testimonio de la conducta y palabras de los personajes. A veces
se encuentran narradores más críticos, que buscan que el lector tome conciencia de las
injusticias presentadas.
- Lenguaje sobrio y claro. La prosa de estos autores se expresa sin artificios y presentan
diálogos que reproducen el modo de hablar de los sectores sociales del momento.
Recibe el premio Nadal en 1955 por El Jarama aunque ya había escrito la original
Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951), que narra de manera plástica y mágica la relación
de un niño con la naturaleza que lo rodea.
El Jarama cuenta la excursión en la ribera del río Jarama de unos jóvenes de Madrid
durante unas dieciséis horas. El ambiente es realista, aunque está impregnado de cierto
fatalismo que anuncia la muerte de una delas jóvenes. El narrador se limita a mostrar con
fidelidad los actos y palabras delos personajes; predominan los diálogos, que reflejan el habla
de Madrid y de la clase trabajadora a la que pertenecen los pesonajes
Sánchez Ferlosio también destaca por una importante obra ensayística, en la que
destacan títulos como Vendrán los años malos y nos harán más ciegos (1993).
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Ignacio Aldecoa
La capacidad creadora de este autor vitoriano destaca sobre todo en cuentos e historias
breves de trama condensada y tensa, en los que los personajes aparecen desolados y vacíos,
como Young Sánchez, Seguir de pobres, La tierra de nadie o Los pájaros de Baden- Baden.
También publicó dos novelas realistas y críticas, en las que da testimonio de la España
tópica y asfixiante de posguerra, como El fulgor y la sangre (1954) y Con el viento solano
(1956), que forman parte de la trilogía inacabada La España inmóvil.
La extensa obra de Martín Gaite comenzó a despuntar con las obras El balneario (1957)
y Entre Visillos (1957). Esta última, de corte realista y crítico, relata la vida cotidiana de unas
jóvenes de una pequeña ciudad de provincias, que viven sometidas al tedio de un ambiente
monótono y sin expectativas, hasta que aparece en sus vidas un profesor cuya personalidad
choca contra el conformismo dominante y supone una crítica a la falsedad y la hipocresía de
la España del momento.
Otras obras son Retahílas (1974), Nubosidad variable (1992) o Lo raro es vivir (1997).
La obra de este autor gallego es una de las más relevantes de la narrativa española del
siglo xx, por la que en 1989 le concedió el Premio Nobel de Literatura. Además, escribió
algunos libros de poesía y de teatro, además de diccionarios, obras enciclopédicas y
traducciones de obras de autores extranjeros.
Destacó por el empleo de técnicas narrativas distintas en cada obra y por abrir nuevos
caminos de expresión. Aunque admitía la necesidad de la construcción de una estructura,
defendía asimismo una concepción abierta de la novela.
- La colmena. Esta novela de 1951 se considera su obra más lograda. En ella relata la
vida de varios personajes de diversa extracción social y distinta visión del mundo, que viven
en el Madrid de 1942 y que son el verdadero protagonista colectivo del relato. No hay un
argumento como tal, ya que el eje temático es la vida colectiva marcada por la miseria
económica y moral de la posguerra y el pesimismo que recorre la novela. Los diálogos sirven
para caracterizar a los personajes.
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- Oficio de tinieblas 5. Esta obra de 1973, que Cela declaró que no se podía catalogar
como una novela, se construye a través de una sucesión de fragmentos narrativos y
poemáticos surrealistas, en los que el autor deja fluir sus reflexiones.
- Mazurca para dos muertos. Esta novela de 1983 refleja una singular visión de la
Galicia rural. Con el pretexto argumental de una venganza en los años previos a la Guerra
Civil, el autor engarza singulares anécdotas y sorprendentes personajes que guardan algunas
similitudes con el realismo mágico.
Cela experimentó con otros géneros narrativos como el cuento, las fábulas, el ensayo,
los artículos periodísticos, las memorias o los libros de viaje. A parte de sus novelas, cabe
destacar Viaje a la Alcarria (1948).
Miguel Delibes
La obra de Delibes, al igual que la de Cela, también es muy extensa y variada. Entre sus
novelas, destacan las siguientes:
- La sombra del ciprés es alargada (1948). Es una novela realista considerada una de
las primeras muestras de la narrativa existencial.
- El camino (1950). Evoca la vida de tres niños en comunión con la naturaleza, que
poco a poco empiezan a conocer el mundo que les rodea. Junto a Las ratas (1962), se
desarrolla en el ámbito rural y se narra a través de la mirada infantil. En ambos relatos
muestra su predilección por personajes humildes portadores de unos valores puros que ya no
se encuentran en el mundo burgués de la ciudad.
- Cinco horas con Mario (1966). Con esta novela, el escritor abre un paréntesis de relato
experimental en su trayectoria. Se trata de un extenso monólogo en el que la protagonista da
cuenta de su vida conyugal, haciendo numerosos reproches a su marido Mario, que acaba de
morir y cuyo cadáver está velando.
- El príncipe destronado (1973). Recupera con esta novela una línea realista y sobria en
la que vuelve a recurrir a la perspectiva infantil para criticar a la clase media urbana y para
reflexionar sobre las consecuencias de la ya lejana guerra en una familia.
- Los santos inocentes (1981). Es una magistral fusión de amargo realismo crítico y
técnica narrativa experimental. En ella se denuncia la explotación y la ignorancia padecidas
por los criados de unos señoritos de cortijo, exponentes de una hipócrita doble moral. En esta,
como en ninguna otra narración de Delibes, se revela el cinismo y la violencia de un régimen
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opresivo que no experimenta siquiera un asomo de compasión por los humillados,
representados en la novela por la familia de Paco el Bajo y la Régula
La novela experimental
Los temas tratados en estas obras suelen ser el tiempo y la identidad, que reconstruyen
la memoria del narrador. No se abandonan los problemas sociales, pero la intención crítica se
manifiesta de manera más humorística, irónica, onírica o irracional.
El argumento se centra en Pedro, un joven médico que investiga sobre el cáncer y que
se provee de ratones para sus experimentos en la chabola del Muecas, porque su equipo de
investigación carece de fondos suficientes. Allí se ve implicado en el aborto y la muerte de la
hija del Muelas, y es detenido. Cuando sale de prisión, su novia es asesinada por Cartucho, el
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amante de la chica fallecida. Finalmente ha de renunciar a su vocación de investigador y
resignarse a una existencia gris.
Juan Benet
Su novela Volverás a Región, publicada en 1967, fue una de las más sobresalientes de la
narrativa experimental española. En ella desaparecen la trama y la caracterización de los
personajes al modo realista, y todo parece generarse al hilo del discurso, que destaca por
largas digresiones y descripciones.
Juan Marsé
El realismo social de sus primeras obras, como Encerrados con un solo juguete (1960) y
La otra cara de la luna (1962), dio paso a novelas más experimentales en las que aparecen
personajes más complejos y tramas más elaboradas, en la que se combina el suspense con la
crítica de las diferentes clases sociales. En su obra destacan la capacidad de construir tramas
en las que se unen diferentes historias, su habilidad para trazar personajes creíbles, además de
su ironía y sentido del humor.
Un poco más adelante, este escritor barcelonés experimentó en Si te dicen que caí
(1973) con la combinación en una misma novela de planos temporales y temáticos diferentes.
Juan Goytisolo
Empezó su carrera de novelista en los años cincuenta, dentro del realismo social y el
compromiso político, con obras como Juego de manos (1954), Duelo en el paraíso (1955) o
Fin de fiesta (1962).
Más adelante puso en cuestión la eficacia práctica del realismo comprometido y centró
su interés en experimentar con nuevas técnicas narrativas: la presencia de puntos de vista
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diferentes, la narración en segunda persona, la elipsis, la superposición de planos temporales
o la ruptura de la cronología lineal. Este cambio dio origen a novelas como Señas de
identidad (1966), cuyo protagonista, Álvaro Mendiola, es un exiliado político que regresa a
España en busca de sus raíces, personales y colectivas, tras vivir diez años en Francia.
También ha desarrollado una extensa obra ensayística, en libros en los que reflexiona
sobre literatura, cultura y política, como El furgón de cola o España y los españoles.
Luis Goytisolo
Al igual que su hermano Juan, se inició en la literatura durante los años cincuenta en el
realismo social con Las afueras (1958) y Las mismas palabras (1963).
Luis Goytisolo ha publicado otras novelas como Estatuas con palomas o El lago en las
pupilas.
Se considera que fue en 1975, con la publicación de La verdad sobre el caso Salvolta,
de Eduardo Mendoza, cuando ya se percibió una nueva forma de hacer novela, pese a que
incorporaba elementos formales que aún la entroncan con la novela experimental.
Esta nueva narrativa retomó el interés por la trama. Los temas habituales fueron el
choque entre el individuo y la sociedad y la importancia de la memoria en la construcción de
la historia.
Esta nueva tendencia incluyó a los nuevos narradores y a la mayoría de los que ya
habían publicado en décadas anteriores.
Novela de intriga
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Manuel Vázquez Montalbán fue uno de los primeros autores que consiguieron adaptar
con éxito al castellano y la cultura española este tipo de narración, conocida como novela
policíaca o novela negra.
Novela histórica
En este género se engloban diferentes textos que sitúan la acción en el pasado. Los
acontecimientos históricos son en ocasiones el soporte para una reflexión sobre problemas
universales y, en otras, suponen una revisión crítica de la época por parte del escritor. A veces
también adoptan una óptica irónica y desmitificadora, como en Fabulosas narraciones por
historias, de Antonio Orejudo, o Las máscaras del héroe, de Juan Manuel de Prada.
Este tipo de relatos ha sido de los que mayor éxito editorial han alcanzado desde los
años ochenta hasta nuestros días, entre los que destacan títulos como El húsar y El capitán
Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte; Mansura, de Félix de Azúa, o La vieja sirena de José Luis
Sanpedro.
La Guerra Civil española y la posguerra han sido el marco temporal de muchos relatos
que recuperan con cierta distancia esta época. Destacan títulos como Luna de lobos, de Julio
Llamazares; Beatus ille, de Antonio Muñoz Molina; Las trece rosas, De Jesús Ferrero;
Soldados de Salamina, de Javier Cercas; Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, o la serie
de novelas Episodios de una guerra interminable, de Almudena Grandes.
Ficción metanovelesca
El protagonista de estos relatos suele ser un escritor cuyo conflicto gira en torno a
preocupaciones sobre la creación literaria y el proceso narrativo, además de temas afines
como el sentido de la vida y de la escritura. En esta línea se incluyen obras como Gramática
parda, de Juan García Hortelano, y buena parte de las narraciones de Enrique Vila-Matas,
como Bartleby y compañía o Doctor Pasavento.
Novela intimista
En esta corriente destacan novelas como La soledad era esto, de Juan José Millás; La
tierra prometida, de José María Guelbenzu; La escala de mapas, de Belén Gopegui; Juegos
de la edad tardía, de Luis Landero; Opium o Lady Pepa, de Jesús Ferrero, o Historia de un
idiota contada por él mismo, de Félix de Azúa.
Novela testimonial
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Tendencia minoritaria de relatos realistas sobre problemas sociales, como la defensas de
la condición femenina en Te trataré como una reina, de Rosa Montero, o la vida de los más
jóvenes en Héroes, de Ray Loriga, o Historias del kronen, de José Ángel Mañas.
Novela experimental
Esta tendencia no cuenta con mucho seguimiento después de los años sesenta, aunque
destacaron obras de Miguel Espinosa, como Escuela de mandarines, que ofrecen una visión
ácida de la realidad contemporánea.
Antonio Muñoz Molina. Los modelos narrativos de la novela policíaca y el cine negro
son algunas de las influencias de este escritor jienense en la creación de unos relatos de
elaborada prosa, en los que suelen aparecer varias intrigas paralelas. Destacan El invierno en
Lisboa (1987), Beatus ille, El jinete polaco y Plenilunio.
Javier Marías. Se caracteriza por su prosa elegante, el desarrollo de personajes con una
profunda vida interior y sus reflexiones sobre el pasado y la propia lengua. Sus obras a
menudo recuperan episodios del pasado como clave de interpretación del presente, como en
Corazón tan blanco (1992) y Mañana en la batalla piensa en mí (1994), o la trilogía Tu
rostro mañana (2002-2007). También ha publicado ensayos centrados en el ámbito literario y
es un articulista habitual en publicaciones periódicas españolas e hispanoamericanas.
Juan José Millás. Este valenciano es autor de cuentos y novelas que suelen estar
protagonizados por individuos de mediana edad que no encuentran su lugar en el mundo.
También es habitual en sus textos la presencia de la literatura dentro de la literatura, con
personajes lectores o escritores cuya actividad determina su vida. Destacan títulos como
Cerbero son las sombras (1975) o El desorden de tu vida (1987).Colabora con publicaciones
periódicas y radios, como articulista y autor de reportajes de actualidad. Sus artículos de
opinión vinculan de forma original experiencias personales con temas de actualidad.
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Arturo Pérez-Reverte. Este periodista de Cartagena ejerció de reportero de guerra, lo
que dio origen a su novela Territorio comanche (1994), ambientada en la guerra de
Yugoslavia. Integra exhaustiva documentación histórica y cultural con elementos y personajes
propios de la novela de intriga y el cuento maravilloso. Una de sus mejores creaciones es la
serie El capitán Alatriste (1996-2011), cuya acción se desarrolla en el siglo xvii. Otros títulos
son El húsar (1986), El maestro de esgrima (1988) o La carta esférica (2000).
Belén Gopegui. Su prosa destaca por la crítica al sistema económico y social que marca
de forma determinante las relaciones personales. Destacan La escala de los mapas (1993), La
conquista del aire (1998) o El padre de Blancanieves (2007).
Luis Mateo Díez. Destaca su capacidad para combinar varias intrigas en un mismo
relato. A partir de un ámbito geográfico provinciano, construye un ambiente imaginario en el
que se desenvuelve una variada galería de personajes que no consiguen hacer realidad sus
sueños. Cabe mencionar la serie de relatos Memorial de hierbas (1973) y la novela Las
estaciones provinciales (1982).
Novela actual
La heterogeneidad de discursos narrativos del final del siglo xx sigue siendo dominante
en las obras publicadas en los primeros años del siglo xxi.
- Temas. Entre los más habituales están el descontento o la desorientación del individuo
en su medio, la construcción de la identidad evocando recuerdos, y la presencia de la
literatura como parte esencial del lenguaje.
La lista de autores es muy numerosa, pero éstos son algunos nombres que han
incorporado propuestas novedosas.
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Marta Sanz. Esta escritora madrileña logró sus primeros éxitos con novelas negras y
que después abandonaría. Destacan títulos como Daniela Astor y la caja negra (2013) y
Farándula (2015).
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