Está en la página 1de 1

Desde comienzos del s.

XX hasta la Guerra Civil se darán en España dos tendencias teatrales: el


teatro comercial y el teatro innovador.

Dentro del teatro comercial destacan la comedia burguesa, el teatro poético y la comedia
costumbrista: La comedia burguesa presenta temas de actualidad con un tono crítico e irónico y
una representación selecta. El Premio Nobel de literatura Jacinto Benavente fue uno de los
autores más prolíficos en esta tendencia. Su teatro se caracteriza por diálogos naturales y
ambientes cotidianos. Algunas de sus obras son Los intereses creados o La malquerida.

Asimismo, el teatro poético se caracteriza por ser antirrealista y seguir la estética modernista.
Sobresale Eduardo Marquina, junto a Las hijas del Cid, que intenta destacar conductas patrióticas.
Por otro lado, los hermanos Machado sustituyen la acción dramática por la narración (La Lola se
va a los puertos). Finalmente, la comedia costumbrista se distingue por el habla castiza y sus
personajes y ambientes, pintorescos y populares. Obras como El santo de la Isidra de Carlos
Arniches recogen el ambiente madrileño y personajes arquetipos; los hermanos Álvarez Quintero
representan una Andalucía superficial (La reina mora). Por último, Pedro Muñoz Seca fue autor
del género astracán, basado en situaciones y diálogos absurdos (La venganza de don Mendo).

Al mismo tiempo surgió el teatro innovador, más estilista e intelectual. De la generación del 98,
Unamuno llamará a sus obras drumas (Fedra y El Otro). Grau recreará temas del Teatro español y
farsas como El señor de Pigmalión. De Azorín destaca Lo invisible, de estética expresionista. El
autor más representativo fue Valle-Inclán, cuya obra se divide en: ciclo mítico, que representa una
Galicia rural y personajes con grandes pasiones destructivas (Divinas palabras). El ciclo de farsa,
donde encontramos las comedias recogidas en Tablado de marionetas para la educación de
príncipes, con personajes marionetas llenos de estereotipos. El ciclo del esperpento se trata de
obras críticas que distorsionan la realidad; mezcla lo trágico y lo grotesco. Encontramos Luces de
Bohemia, donde vemos a Max Estrella por la cruel y violenta noche madrileña de entonces.

En cuanto a la generación del 27, encontramos a Rafael Alberti con obras como Noche en el
museo del Prado. El autor más destacado será Federico García Lorca, con un teatro poético
cargado de simbolismo. Sus primeras obras resaltan por un tono modernista (El maleficio de la
mariposa). Del teatro de farsa subraya La zapatera prodigiosa. En el teatro vanguardista veremos
la influencia del surrealismo. Por último, entre 1932-1936, escribe Bodas de sangre, Yerma y La
casa de Bernarda Alba. Son obras que exploran el mundo rural que tienen como protagonistas
personajes femeninos; están cargadas de simbolismo y utilizan elementos clásicos trágicos.

También podría gustarte