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NOVELA DESDE 1939 HASTA 1970

La Guerra Civil generará una división en la Literatura española y en la novela, ya que un


importante grupo de escritores partidarios de la República, se exiliaron, y otros se
mantendrán defendiendo los intereses del bando nacional. Entre los exiliados, que
expondrán el desarraigo y la nostalgia en su obra, destacan Ramón J. Sender, Max Aub,
Francisco Ayala o Rosa Chacel. Uno de los más activos será Ramón J. Sender, que pasaría
de actitudes más revolucionarias hasta una novela de corte histórico y autobiográfico.
Dedicará espacio a la Guerra Civil en su saga Crónica del alba, compuesta por nueve libros.
Otra obra narrativa de carácter autobiográfico que se lleva a cabo desde el exilio y que
muestra un conflicto, en este caso la guerra contra Marruecos y el golpe de Estado de
Primo de Rivera, es La forja de un rebelde, de Arturo Barea.

NOVELA EXISTENCIAL-TREMENDISTA( 1939-1950)

Los novelistas de esta década no tienen acceso a las tendencias europeas y se


impone una novela triunfalista que exalta el régimen. Sin embargo, hay una novela
que rompe este panorama. Se trata de La familia de Pascual Duarte, de Camilo
José Cela, que en 1942 abre el camino de la narrativa existencial donde se
muestran problemas sociales y políticos, aunque nunca afrontados directamente por
la actuación de la censura. El tremendismo es una tendencia iniciada por Camilo J.
Cela con La familia de Pascual Duarte (1942). Se ha hablado también de
"tremendismo" para caracterizar las novelas que presentan un mundo rural de
trágicos conflictos, con personajes de bajos instintos y taras físicas o psíquicas,
empleados para apoyar posturas moralistas. Estas ficciones revelan una amargura
que les hace alcanzar cierto valor testimonial, aunque siempre evitando las
referencias sociohistóricas concretas para no chocar con la censura.
La novela existencial se inicia con la novela Nada de Carmen Laforet, a la que
siguen La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes y Javier Mariño, de
Gonzalo Torrente Ballester.
La creación en 1945 del Premio Nadal supondrá un espaldarazo para muchos
de estos escritores. De hecho, su primera ganadora fue Carmen Laforet con la obra
Nada, enmarcada en la Barcelona de la posguerra y la llegada a la ciudad de una
joven procedente de un entorno rural. La división que vive el propio país se sufre en
el mismo seno familiar .
Temáticamente, las novelas girarán en torno a la amargura de las vidas
cotidianas, la soledad, la inadaptación, la muerte y la frustración. Los personajes
protagonistas serán seres marginados socialmente, angustiados y desarraigados.
Las causas de esta amargura vital se encuentran en la sociedad de la España de
los años cuarenta, marcada por la pobreza, la incultura, la violencia, la persecución
política, la falta de libertades... Pero no encontraremos en ninguna de estas novelas
una crítica o denuncia directa. Técnicamente, estas novelas se caracterizan por la
narración lineal y el narrador en tercera persona.
NOVELA SOCIAL ( 1950)

Una nueva generación de escritores se suma a los anteriores para escribir una novela más
abiertamente social. El cambio lo inicial La colmena, de Camilo José Cela, en 1952
Aparecerán novelas en las que la denuncia de la pobreza, la persecución y la
injusticia son los temas predominantes. También se desarrollan temas relacionados con las
vicisitudes de la vida diaria, las limitaciones de las que no se puede huir, la soledad, la
mediocridad y la alienación, el egoísmo, etc. A esta tendencia se la ha llamado novela social
o realismo social, pues se pasa del yo al nosotros: no reflejan conflictos particulares, sino
que se centran en problemas que afectan a un conjunto de personajes. De ahí que se las
llame “novelas corales”.
El grupo de autores pertenecientes a esta corriente ha sido denominado "Generación
del 55" o "del medio siglo": Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Juan García
Hortelano, Alfonso Grosso (La zanja), José Manuel Caballero Bonald (Dos días de
septiembre), etc. Se reconocen dos tendencias dentro de este realismo:
a) Novela neorrealista, cuya crítica es difusa. Es una novela preocupada por los
valores éticos y la intención testimonial de la lucha diaria, la soledad y la frustración.
b) Novela social, desde una posición ideológica y crítica, que se centra en la
denuncia y en las injusticias: las condiciones de trabajo de los obreros, la explotación y la
miseria de las clases marginadas. Algunos ejemplos: Los santos inocentes, de Miguel
Delibes; La colmena, de Cela; El Jarama, de Sánchez Ferlosio; Pequeño teatro, de Ana
Mª Matute.
La novela más significativa de esta etapa es El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio,
una novela que desarrolla una jornada de un domingo de verano junto al río con las
vivencias de un grupo de jóvenes y de la gente de una de las ventas del lugar. La novela
está formada por diálogos casi en su totalidad con técnicas muy objetivas. Otro de los libros
destacados es Entre visillos, de Carmen Martín Gaite, donde se muestra la vida de las
jóvenes casaderas de una ciudad de provincias.

NOVELA EXPERIMENTAL (1960)

La narrativa española se abre definitivamente a la tendencia europea, haciéndose más


experimental con un lenguaje más literario. Los autores juegan con los puntos de vista, la
estructura, la acción y los personajes. Se producen varios impactos como los provocados
por Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos,inauguró una etapa de renovación
formal de la narrativa española. El tema es la frustración, la impotencia y el desarraigo. Es
un fiel reflejo de una realidad nacional, de un estado socioeconómico, y en el marco social
del Madrid de los años cincuenta. En el argumento encontramos a un joven médico
destinado a la investigación del cáncer que se ve envuelto en una muerte en una chabola
de un suburbio de Madrid. Su autor, que sólo escribió esta novela, muestra una narrativa
inédita hasta el momento en España.
Otras novelas como Señas de identidad, de Juan Goytisolo, Cinco horas con Mario,
de Miguel Delibes, Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, y Volverás a Región, de
Juan Benet, trasladaron a la novela española la experimentación narrativa que habían
aportado las grandes figuras europeas (Kafka, Joyce, el nouveau roman) y americanas
(Faulkner, García Márquez, Llosa, Cortázar...).
Entre los temas, la descripción de la realidad de la España de la época y la reflexión
sobre su historia y su cultura. También está presente la reflexión personal del pasado para
buscar la propia identidad. En cuanto a las características formales, destacan la ruptura del
orden cronológico en la narración de los hechos; el perspectivismo, empleo de la primera y
la tercera persona narrativas mezcladas, e incorporación de la segunda persona
autorreflexiva, que implica el desdoblamiento del yo; el monólogo interior para la expresión
de las vivencias y de los sentimientos del protagonista con el discurrir de la conciencia; la
tipografía especial, con ruptura de líneas, ausencia o uso especial de la puntuación; el
protagonista borroso e inconcreto cuya historia no conocemos con precisión y que es un ser
desvalido, sin voluntad para oponerse a las circunstancias de la vida.

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