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Situándonos en la posguerra se hace evidente el panorama desolador, por la muertes, hambres e

injusticias, además de la ruptura de la natural evolución literaria, de modo que la novela no pudo enlazar
con la narrativa social de los años treinta, prohibida por el franquismo. Muchos de los autores murieron,
fueron exiliados o se quedaron en España sufriendo el llamado “exilio interior”.
Durante los primeros años de la posguerra se dividen dos bandos de autores: el bando de los vencidos
(autores exiliados) y autores del bando vencedor. Los autores exiliados intentaban encontrar explicación
a su situación personal, la lejanía de sus raíces. Max Aub escribe El laberinto mágico, Francisco Ayala
escribe Muertes de perro y de Rosa Chacel destaca Memorias de Leticia Valle. Y, por otro lado, el bando
de los vencedores, exaltan la victoria en sus obras, y mientras se cultivan dos tendencias: la novela heroica,
en la que Rafael Sánchez Mazas escribe La vida nueva de Pedrito Andía; y el realismo decimonónico, que
continua las fórmulas anteriores.
La literatura de los años 40 coincide con la inmediata posguerra, cuando la censura se aplicaba con vigor
y las consecuencias aún latían con fuerza. De esto surgen dos tendencias narrativas (novela existencial y
tremendista) que denuncian las miseras condiciones. En la novela existencial destacan Nada (1945) de
Carmen Laforet, y La sombra del ciprés es alargada (1947) de Miguel Delibes, que ambas reflejan una
atmósfera asfixiante, que es dominada por el fracaso. El hecho más relevante fue la publicación en 1942
de La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, que inicia la novela tremendista, caracterizada por
ofrecer una visión más cruda y violenta de la realidad a través del relato autobiográfico. También hace
referencia a la novela picaresca, la naturalista y al esperpento de Valle In-Clan.
La década de los 50 da paso al realismo social en el que ofrecen un testimonio crítico de la sociedad. Las
novelas publicadas durante esta década entran dentro de la novela social, que trata temas sociales y
problemas cotidianos. La publicación en 1951 de La Colmena de Camilo José Cela constituye el precedente
del realismo crítico, una vertiente de la novela social. El realismo crítico se centra en las inquietudes
sociales, y no en las preocupaciones existenciales. Sus características son: la presencia de un protagonista
colectivo, usa la técnica del contrapunto, se fragmenta la obra y en cuanto al espacio y el tiempo están muy
condensados. El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio es considerado el máximo exponente de la
otra vertiente de la novela social: el objetivismo. En esta vertiente la denuncia aparece encubierta por un
narrador en tercera persona, que actúa de manera objetiva e imparcial. Está basada en la reproducción
de diálogos, por lo que el argumento es intranscendente. Otros autores destacables de la novela social
son: Carmen Martín Gaite con Entre visillos, Ignacio Aldecoa con El fulgor y la sangre, y Alfonso Grosso
con La zanja.
Durante la década de los 60 se renueva la narrativa con la intención de poner al día la novela, creando la
novela existencial. También se producen cambios sociales como la apertura de las fronteras y, por lo tanto,
la influencia de varias corrientes literarias extranjeras. La renovación cambia por completo los rasgos:
ahora el argumento pasa a un segundo plano y adquiere importancia el discurso, los protagonistas sufren
una crisis de identidad, se elimina la tradicional división específica y surge la técnica del monologo interior.
Destaca sobre todo Tiempo de silencio de Luis Martín Santos, la obra que marca la transición entre la
novela social y la experimental. Aunque en 1966, año clave para la novela experimental, surgen grandes
obras como Cinco horas con Mario de Miguel Delibes, Señas de identidad de Juan Goytisolo y Últimas
tardes de Teresa de Juan Marsé. Otras obras fueron: San Camilo, 36 (1969) de Camilo José Cela, Volverás
a Región (1967) de Juan Benet, La saga/fuga de J.B. de Gonzalo Torrente Ballester, y Escuela de
mandarines (1974) de Miguel Espinosa.

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