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Apocalipsis
Introducción
Dentro del imaginario colectivo se tiene al libro del Apocalipsis como aquel que porta
el mensaje de la destrucción. Nos ha llegado a nosotros como aquel que condensa
dentro de sí la catástrofe y el final de los tiempos. Y quizás estas interpretaciones se
dan a partir de los distintos elementos y figuras que dentro de él se encuentran tales
como bestias, las visiones, profecías, sellos, trompetas, etc.
Más allá de su organización (la del Apocalipsis) hay que hallar su comprensión,
bien sabemos que en torno al Reino de Dios y por ende a su reinado se gestaron a lo
largo de la historia muchas opiniones o si se quiere herejías. El famoso milenarismo
que sostenía que habrían tres edades o eras, una la del Padre, otra la del Hijo y la
última sería la del Espíritu Santo en la que todo sería armonía y se giraría con la
Escritura como único eje. De aquí que se afirme que es importante la comprensión de
la obra.
Dos autores que son Tuñí y Alegre (1995) identifican en el apocalipsis el uso de
símbolos. Uno de ellos está en relación a la potencia aliada de satanás en la tierra, que
intenta oprimir a la Iglesia; esta potencia es representada por dos bestias: i) la bestia
del mar, que simboliza el predominio político de Roma sobre el imperio (concurriendo
en orgullo e idolatría), que oprime y martiriza a los cristianos que se oponen al
sacrilegio. ii) la bestia de la tierra o falso profeta, que es el simbolismo de la
propaganda religiosa que está a favor del Imperio, que se aprovecha del poder para el
engaño y la marginación a los que no se prestan para adorar a la bestia del mar. Otro
símbolo es la figura de la mujer que simboliza al pueblo de Dios, a la Iglesia que da el
nacimiento al Prometido, Luz del mundo que regirá sobre las naciones.
Dimensión teológica
De igual forma, Muñóz (2000) expresa que “la figura de Cristo llena el libro” (p.
25) del apocalipsis. Desde el saludo, las profecías, las cartas y hasta el epílogo se le
otorgan numerosos títulos a Jesús: Testigo fiel, primogénito de entre los muertos,
Príncipe de los reyes de la tierra, Redentor, Hijo del hombre, Sacerdote, Rey, Señor de
la Iglesia, Señor de la gloria, Señor de la vida y de la muerte, Primero y Último, Juez
escatológico, Lucero del alba, el Santo y Veraz, el Esposo, el Vencedor sentado junto al
Padre, el Cordero, el Mesías, el Verbo de Dios, Rey de Reyes y ¡Maran-atha! En el libro
del apocalipsis, entonces, se evidencia una fuerte acentuación de las características
divinas del Hijo, que se muestra triunfante y sustenta a su esposa la Iglesia.
Por último, para Alegre (2013), la cristología en el apocalipsis se encuentra plasmada
por “la íntima unión de Jesucristo con Dios y su carácter, en principio, divino” (p. 17).
Por esta razón, afirma que el Hijo merece el poder, honor, fuerza, alabanza y gloria
igual como el Padre que está en el trono, quien es el principio del poder en el sentido
de que es propio de Dios. Por consiguiente, es Él, el Señor y Dios nuestro quien ha
creado el universo (Ap 4, 11). Así, se identifica la centralidad de Cristo en el
Apocalipsis.
Conclusiones
Bibliografía
Tuñí, Josep & Alegre, Xavier (1995). Escritos joánicos y cartas católicas. Pamplona:
Editorial Verbo Divino.
Mesters, Carlos (2012). Cielo nuevo y Tierra nueva: el Apocalipsis de San Juan.
Editorial Verbo Divino: Colección Palabra y Vida (ebook).