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CRISTOLOGÍA EN EL APOCALIPSIS

En el apocalipsis a Jesús se le aplica el nombre de Cristo, el Ungido, no solo como nombre


propio sino también para designar la estrecha relación existente entre Él, que es el Hijo, y Dios,
a quien se entiende como Padre suyo. Tuñí (1995) afirma que “el libro pretende llevar el ánimo
del lector cristiano, entonces perseguidos a causa de su fe, a una convicción fundamental: la
divinidad de Cristo” (p. 261). Así, Jesús es visto como el principio de las criaturas de Dios,
superior sobre toda la creación y por quien vino la salvación y plenitud. Esto por el misterio
pascual: la muerte y resurrección-exaltación de Jesús (Cordero degollado) es quien permite el
paso decisivo hacia el tiempo de la salvación. Y retomando la visión del texto como la narración
de la persecución de los cristianos a causa de su fe, se identifica que “Jesús no sólo no abandona
la comunidad, sino que lucha con ella, ayudándole a vencer las fuerzas del mal que quieren
aniquilarla y aniquilar el proyecto de Dios” (Tuñí, 1995, p. 262). El señorío y poder de Cristo
está en relación con Dios, pues Dios, su Padre, es uno con Él.

De igual forma, Muñóz (2000) expresa que “la figura de Cristo llena el libro” (p. 25)
del apocalipsis. Desde el saludo, las profecías, las cartas y hasta el epílogo se le otorgan
numerosos títulos a Jesús: Testigo fiel, primogénito de entre los muertos, Príncipe de los reyes
de la tierra, Redentor, Hijo del hombre, Sacerdote, Rey, Señor de la Iglesia, Señor de la gloria,
Señor de la vida y de la muerta, Primero y Último, Juez escatológico, Lucero del alba, el Santo
y Veraz, el Esposo, el Vencedor sentado junto al Padre, el Cordero, el Mesías, el Verbo de
Dios, Rey de Reyes y ¡Maran-atha! En el libro del apocalipsis, entonces, se evidencia una fuerte
acentuación de las características divinas del Hijo, que se muestra triunfante y sustenta a su
esposa la Iglesia.

Por último, para Alegre (2013), la cristología en el apocalipsis se encuentra plasmada


por “la íntima unión de Jesucristo con Dios y su carácter, en principio, divino” (p. 17). Por esta
razón, afirma que el Hijo merece el poder, honor, fuerza, alabanza y gloria igual como el Padre
que está en el trono, quien es el principio del poder en el sentido de que es propio de Dios. Por
consiguiente, es Él, el Señor y Dios nuestro quien ha creado el universo (Ap 4, 11). Así, se
identifica la centralidad de Cristo en el Ap.

Bibliografía

Alegre, Xavier (2013). La figura de Jesús en el Apocalipsis. Facultad de Teología de Cataluña,


Barcelona. Centro de reflexión Teológica San Salvador. Tomado de:
http://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/2297/1/RLT%2088%20A.pdf

Muñoz León, D. (2007). Apocalipsis. Bilbao: Editorial Desclée De Brouwer.


Tuñí, J., & Alegre, X. (1995). Escritos joánicos y cartas católicas. Pamplona: Editorial Verbo
Divino.

Por: Farud Ignacio Bríñez Villanueva

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