Lectores originales
Los lectores originales de Apocalipsis fueron los miembros de las iglesias de Asia Menor, la
cual era notable por el número y la riqueza de sus ciudades. Las siete iglesias mencionadas en
el libro fueron centros importantes de los cuales se extendió el Evangelio al este y al oeste. El
Apocalipsis es para la Iglesia de todo el mundo y de todas las generaciones. Aquí Cristo se
manifiesta así mismo a todas las iglesias (2:23; 22:16). ¡Qué poderoso avivamiento espiritual
experimentarían las iglesias de hoy si vivieran a la luz de este último libro de la Biblia!
Fecha
Efeso era el centro desde el cual Juan supervisaba las iglesias de Asia Menor en lo que se
refería a asuntos espirituales. La escritura del libro ocurrió mientras Juan era prisionero de
Roma en la isla de Patmos ya casi al final del gobierno del emperador
Domiciano (probablemente cerca del año 90 d.C.). Sin embargo, Tertuliano, uno de
los padres de la Iglesia primitiva, opinaba que este libro había sido escrito durante la
persecución de Nerón, alrededor del año 64 d.C. Los eruditos modernos suelen preferir esta
fecha más temprana.
Propósito
El propósito del Apocalipsis queda indicado en su prólogo. El libro fue
escrito para mostrarnos "las cosas que deben suceder pronto". Entre las actividades
del Espíritu Santo debemos distinguir las dos siguientes:
--Guiarnos a toda verdad.
-- Manifestarnos las cosas que vendrán (Juan 16:13).
La primera se encuentra especialmente en los evangelios y en las epístolas; la segunda de
estas actividades se halla especialmente en Apocalipsis. En este libro de profecía práctica, el
pueblo del Señor recibe aliento para soportar las pruebas y se siente motivado a ser fiel a
Dios, gracias a la visión de la derrota final del mal y el triunfo eterno de la justicia divina.
En cierto sentido, el Apocalipsis es una visión de filosofía cristiana sobre la
historia del mundo. Sus páginas están repletas de entusiasmo poético y profético. Es un libro
de guerras, pero también lo es de una paz triunfante y eterna. Apocalipsis
significa revelación, descubrimiento, la acción de descorrer un velo para manifestar algo
que ha estado oculto o encubierto. De manera que el libro contiene secretos revelados por
Dios a Cristo y por El a Juan y a la Iglesia.
Por las figuras, el enfoque y las expresiones, el Apocalipsis es muy parecido al
libro de
Daniel. Tanto, que muchos lo han llamado "el Daniel del Nuevo Testamento". En su evangelio
y en sus epístolas, Juan presenta la misma idea dominante de Apocalipsis, es
decir, el conflicto entre la fe y la incredulidad y la victoria final de la fe. Las enseñanzas
básicas del Apocalipsis pueden encontrarse en Mateo 24. El lenguaje usado para la
apertura del sexto sello (Apocalipsis 6:12-17) es el mismo que utilizan los profetas del
Antiguo Testamento en su descripción del día del Señor.
Apocalipsis es un todo unificado y provee un bosquejo profético del curso de la historia de la
Iglesia desde el período apostólico hasta el arrebatamiento al efectuarse la segunda venida de
Cristo, y también de los juicios subsecuentes para mostrar la culpabilidad de un mundo impío
y sin Dios. El estilo de este libro es apocalíptico y las escenas de su incomparable drama se
desarrollan en una escala de grandeza sin par. La tierra se estremece bajo el impacto de la
batalla y bajo los golpes de los juicios de Dios. Son expuestos a la vista
los horrores interminables del abismo y los goces eternales de los cielos. El orden de los
acontecimientos
es como sigue:
-- 1. La presente dispensación culminará en una apostasía y un período de
tribulación sin precedentes.
-- 2. El hombre de pecado se manifestará, asumirá la supremacía política y
reclamará adoración y homenaje religioso.
-- 3. La verdadera Iglesia de Cristo será arrebatada al cielo y el hombre
de pecado establecerá un pacto con los judíos. Pero él violará este tratado con el
pueblo de Israel, reunirá fuerzas de otras naciones contra los israelitas y luchará por
exterminar totalmente al antiguo pueblo de Dios.
-- 4. Cristo aparecerá con gran poder y gloria y destruirá al hombre de pecado y al
falso profeta. Lanzará al diablo que los había estado inspirando, al abismo sin fin, por un
período
de mil años.14 Apocalipsis
-- 5. El período milenial será inaugurado entonces. El pecado será suprimido,
pero no exterminado. Cristo regirá con vara de hiero, disfrutándose entonces de una paz
universal y
de la constante bendición de Dios.
-- 6. La liberación temporal de Satanás tendrá por consecuencia el engaño y el reclutamiento
de las naciones que seguirán al enemigo de Dios en la última revuelta de la
tierra. Esta revuelta será aniquilada por medio de castigos desastrosos que caerán sobre
los rebeldes y sobre su líder.
-- 7. El juicio final será establecido y Cristo, como Juez supremo, presidirá la condenación
definitiva de los impíos.
-- 8. La eternidad futura, con sus destinos permanentes, se iniciará inmediatamente después
de que Cristo le haya entregado el reino al Padre. Entonces Dios será todo en todos.
Hechos y características del Apocalipsis
2. Su Persona gloriosa
Se le atribuyen atributos y nombres divinos a Jesús, en quien mora toda la plenitud de Dios.
Él es divino y humano; es poseedor de dos naturalezas (5:15; 22:16).
Él es el Primero y el Ultimo, y todo lo demás (1:17; 2:8).
Él es la Palabra viva de Dios (19:13).
Él es el que escudriña los corazones (2:23).
Él es el anciano de días (1:14).
Él es el Señor de los ángeles (1:1; 22:26).
Él es objeto de adoración y alabanza (5:8-14; 7:12).
Es un libro de profecía
Los dos grandes libros profetices de la Biblia — Daniel y Apocalipsis — deben ser estudiados
juntos, porque el uno es la contraparte y el complemento del otro. Por eso el Apocalipsis ha
sido llamado "el Daniel del Nuevo Testamento." El Apocalipsis es
predominantemente profetice. La palabra "profecía" aparece siete veces en él; por
tanto, lleva el sello de la profecía, cuya raíz se encuentra en casi todo el resto de la
Biblia y cuyo fruto se halla en este último libro sagrado.
La profecía representa una verdad declarada que no ha sido cumplida todavía. Cuando una
profecía en particular se cumple, se convierte en historia. Por supuesto, en cierto sentido la
profecía es historia anticipada. Se les hacen solemnes advertencias a aquellos que traten en
alguna manera de adulterar las profecías contenidas en el Apocalipsis. Vea Apocalipsis 22:18,
19.
Es un libro de bendiciones
El Apocalipsis empieza y termina con una bendición. Esa bendición es nuestra si lo leemos
en constante oración y obedecemos lo que leemos (1:3). Esa bendición es nuestra si vivimos a
la luz de la verdad revelada (22:21). Las palabras "bendición" y "bienaventurado"
aparecen siete veces en Apocalipsis, y hay bendiciones y bienaventuranzas dispersas a través del
libro.
Es un libro que debe ser entendido
Algunas personas piensan que debemos considerar el Apocalipsis como un enigma
de la Iglesia. Como dice un crítico: "Mientras más se estudia, menos se sabe de él." Sin
embargo, este es un libro de Revelación — no de misterio, ni de cosas
encubiertas. El nombre "Apocalipsis" significa revelar, descubrir, correr una cortina,
revelar algo que ya no puede estar encubierto. Es verdad que el Apocalipsis es un libro
altamente simbólico, pero es difícil hallar un símbolo en él que no esté explicado en alguna
otra parte de las Escrituras. Por lo tanto, debemos tratar de entender un pasaje de
la Escritura relacionándolo con otro (1
Corintios 2:13). El Apocalipsis contiene unas 300 alusiones a otras partes de la Biblia.
Lo que le fue revelado a Daniel, iba a ser revelado en el período final de la época de los
gentiles: "Los entendidos comprenderán" (Daniel 12:9, 10). Sucesos que sólo
fueron mencionados por Daniel, han sido completamente revelados ahora por Dios a sus
siervos. A la mente sin discernimiento, buena parte del Apocalipsis puede parecer-le oscura,
inexplicable, imposible de comprender; pero para aquellos que confían en el Espíritu que
inspiró a Juan para escribir el libro, su plan y su propósito son muy claros. No
obstante, en nuestros esfuerzos por entender el Apocalipsis debemos tener presente el
sabio comentario del obispo Newton: "Explicar este libro a la perfección no es el trabajo de
un hombre ni de una época, y probablemente no llegará a ser entendido claramente hasta que
se haya cumplido."
Es un libro de esperanza
La desesperación cuelga como una nube negra sobre las aspiraciones de los hombres, porque
las nuestras son las páginas más oscuras de la historia de la humanidad. Con el despliegue
actual de las fuerzas revolucionarias, somos testigos del suicidio de la civilización. Los valores
de la civilización están pereciendo. La barbarie y el crimen son el orden del día.
Nuestro mundo ha sido quebrantado y ensangrentado por el odio humano. Pero el
mensaje claro e inequívoco del Apocalipsis es el triunfo final del bien sobre el mal.
En esto no hay dudas: los lamentos de la tierra han de cesar, porque viene un
Rey que establecerá un reino universal de paz y de justicia. Es aquí, en este maravilloso
libro, donde podemos respirar el aire tranquilo de la victoria decisiva del bien sobre las
fuerzas del mal.
A través de la revelación bíblica sobre el ministerio del Espíritu Santo, nosotros sabemos que
Él se identifica particularmente con la profecía. El Señor declaró que la doble misión
del
Espíritu Santo sería guiar a los apóstoles a toda verdad y enseñarles las cosas que habrían de
venir. El resultado de lo primero son los evangelios y las epístolas, mientras que el resultado
de lo último es el Apocalipsis, en el cual se nos muestra la consumación hacia la cual apuntan
anticipadamente otras secciones de la Biblia. Fue el mismo Espíritu Santo quien inspiró a los
profetas del Antiguo Testamento para "testificar de antemano" acerca de los sufrimientos y de
la gloria de Cristo. El Apocalipsis está estampado con el sello de la profecía, porque
esta palabra aparece siete veces en sus páginas. De esta manera, las raíces de la profecía están
en
los demás libros de la Biblia, pero su fruto se ve en este último libro.
En la misma orden de escribir, Juan recibió instrucciones para bosquejar las
principales divisiones de la revelación que había recibido. Escribe:
-- las cosas que has visto
-- las cosas que son
-- las cosas que han de ser después de estas.
(Vea Apocalipsis 1:19.) Las cosas pasadas se refieren a la visión de Patmos del
Cristo glorificado, su Persona y su posición (1:4, 18, 19).
Las cosas presentes se refieren a la historia de la Iglesia desde el día de Pentecostés hasta el
rapto (capítulos 1, 2, 3).
Las cosas futuras se refieren a todo lo que ocurrirá desde el traslado de la Iglesia, cuando
Cristo venga en las nubes (capítulos 4 al 22).
La mayor parte del Apocalipsis es material profetice; contiene la consumación de todas las
tradiciones pasadas y es el único libro del Nuevo Testamento que encierra tanto material de
naturaleza profética. Como miembro de la Trinidad divina, el Espíritu Santo conoce
el fin desde el principio y pudo por lo tanto darle a Juan un panorama de los sucesos
futuros. Aquí tenemos una profecía práctica, en la cual el pueblo del Señor es exhortado a
permanecer fiel, por medio de las visiones simbólicas de la derrota final de todo lo malo. La
victoria final de Jesucristo está profetizada y nuestros corazones reposan tranquilos ante la
seguridad de que
la mano horadada del Cordero tiene la llave de todo el futuro.
Dios
Cristo
el ángel
Juan
Dios le dio la revelación a Jesucristo, puesto que ésta se refiere a Él. Cristo, a su vez se la dio
a su ángel, después de lo cual los ángeles son prominentes en el libro. El mensajero angelical
le comunicó la revelación a Juan. Juan entonces puso por escrito todo lo que recibió para la
iluminación y edificación de los santos de todas las edades. Ese es el orden que se sigue hasta
la conclusión: "Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los
espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben
suceder pronto" (22:6).
Nadie estaba mejor calificado que Juan para actuar como el canal autorizado de esta sublime
revelación. Esto es evidente por lo que los evangelios relatan acerca de la intimidad de este
apóstol con Cristo. Juan fue amigo íntimo de Cristo y muy amado por Él. También se dice que
él se recostaba sobre el pecho de Jesús. Y fue Juan quien escribió las palabras de
Jesús
concernientes a la capacidad del Espíritu para revelarles a los siervos de Cristo las "cosas que
sucederán."
Antes de seguir adelante en nuestro estudio es esencial que hagamos una pausa
y nos preguntemos: "¿Estoy yo preparado espiritualmente para recibir bendición del Señor a
través
de la lectura de este gran libro?" Nuestra actitud humilde debe ser: "Enséñame tú lo que yo no
veo; si hice mal, no lo haré más" (Job 34:32).
Para poderle transmitir esta revelación a Juan por medio de su ángel, Jesús utilizó símbolos
(1:1). Es decir, usó figuras y señales para impartirle su conocimiento. En nuestro estudio de
estos símbolos, debemos tratar de interpretarlos a la luz de su uso en otras partes
de las Escrituras. Debemos comparar símbolo con símbolo y así protegernos de las
extravagancias de interpretación en las que caen muchos expositores.
Debemos también considerar cuándo fue que Juan vio todas las cosas que
escribió posteriormente en el Apocalipsis. Él indica que se encontraba en la isla llamada Patmos
(1:9)
y que la revelación le fue dada allí durante cierto día del Señor, mientras Él estaba en
el Espíritu (1:10). Dos frases constituyen aquí una interesante combinación: "en la isla" y "en
el Espíritu." Evidentemente, las limitaciones geográficas de Juan no eran un obstáculo para
su visión espiritual. Su oscuro calabozo no era capaz de cautivar su libre espíritu. ¿Así ocurre
con nosotros? Cuando nos encontramos atrapados y confinados en circunstancias que nos
aíslan de
un mundo libre que se halla alrededor de nosotros, ¿nos sentimos más
capacitados espiritualmente para comunicarnos con el cielo? En nuestra isla de
restricciones, ¿estamos nosotros también en el Espíritu?
Hay dos maneras de interpretar "el día del Señor". La interpretación común y corriente es que
este día en particular era un domingo o primer día de la semana, el cual
observaba Juan cuando le llegó la visión. Y ciertamente esta es una designación
apropiada del día que se conoce como "domingo", aunque dicho día no se designa así en
ningún otro lugar de la Biblia.
El primer día de la semana es el día de Cristo: el día de la resurrección, el día que el Señor ha
separado para la adoración de su nombre y la predicación de su Palabra. Y en este día, el
mejor de todos, cuando tenemos la oportunidad de hacer a un lado las cosas del
mundo, podemos escuchar la voz de Dios y dedicarnos a la comprensión espiritual de su
Palabra.
Otros eruditos creen que esa frase no se refiere al primer día de la semana, sino que significa
"el día del Señor", quizá con un sentido más profetice. Estar "en el Espíritu" puede referirse a
alguna clase de preparación por medio de la cual el Espíritu Santo proyectó la mente de Juan
hacia el futuro, como lo declaraban los profetas del Antiguo Testamento cuando profetizaban
acerca del día del Señor. Isaías 2:10-22, por ejemplo, es considerado como un
resumen general de los capítulos 4 al 19 del Apocalipsis. Juan fue llevado hacia el futuro por
el Espíritu hasta el terrible día de los juicios y se le hizo describir detalladamente lo que
Daniel y otros profetas habían visto en general.
Puede ser que la solución se encuentre en armonizar ambos puntos de vista sobre el día del
Señor. Mientras Juan meditaba un primer día de la semana, el Espíritu Santo capacitó a Juan
para que pudiera ver el panorama del futuro y distinguir allí el día venidero del Señor.
Antes de dejar el prólogo debemos considerar dos frases más. Juan recibió una revelación de
"las cosas que deben suceder pronto" (1:1). Esta palabra "pronto" lleva en sí el
sentido de presteza o inminencia. Una vez que comience la acción habrá una sucesión rápida
de eventos.
No existe aquí la idea de que Juan esperara que todo lo que él predijo se
cumpliría casi inmediatamente.
La misma idea está asociada con la declaración "el tiempo está cerca" (1:3). Afirma Walter
Scott: "La profecía aniquila el tiempo y todas las circunstancias que intervienen,
aun las opuestas, y lo coloca a uno en el umbral de su cumplimiento." De acuerdo con nuestra
manera
de pensar, parece como si Dios estuviera deteniendo el cumplimiento de sus
últimos
propósitos esbozados en el Apocalipsis, pero tal demora no significa más que gracia a favor de un
mundo condenado.
2. Las prerrogativas (1:4-11)
Con un estilo autoritativo, el apóstol Juan empieza esta sección con su propio nombre: "Juan,
a las siete iglesias que están en Asia." Igualmente enfática es la expresión que se encuentra
en el versículo 9: "Yo Juan." La palabra griega apostello significa "enviar" y describe
a un
mensajero comisionado para cumplir una misión importante. En este sentido se aplica este
término a Cristo (Hebreos 3:1). Cuando Juan inicia la comunicación de la revelación enviada a
él (1:1), trata de afirmar su autoridad como apóstol, o "enviado". Lo que él está a punto de
anunciar, no procede de su propia creación. Como mensajero enviado por Dios,
Juan va a describir "todas las cosas que ha visto" (1:2). Con la expresión "Yo Juan" del
versículo 9, el apóstol proclama la apertura del libro que contiene la segunda venida de
Cristo. En la frase "vengo en breve" de 22:20, Cristo anuncia su propia venida.
El Señor Jesucristo se presenta en el versículo 4 como el "que es y que era y que ha de venir".
"El que es" se refiere al presente y nos recuerda la inmutabilidad de Dios. Por ser el
Dios
Inmutable, Cristo está capacitado para actuar con independencia en un presente cam-biadizo
y fugaz. "El que era" retrocede hacia el pasado y nos hace volver millares de años atrás. "El
que ha de venir" nos lleva hacia adelante y nos hace recordar que lo que el Señor ha sido,
continuará siéndolo para siempre. Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos.
Hay otra importante verdad en la salutación de Juan (1:4, 5). La preposición "de" se usa tres
veces: de Él (1:4), es decir, de Dios, el independiente, el que existe por sí mismo; de los siete
espíritus los cuales están delante del trono (1:4). Por la designación "siete espíritus" podemos
entender (como ya lo hemos explicado) la plenitud de poder y la diversidad de actividades del
Espíritu Santo; de Jesucristo (1:5). De esta manera, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están
ligados en la comunicación de esta revelación. Aquí, como en los demás lugares
de las Escrituras, el Dios trino está obrando en perfecta unidad.
"Jesucristo, el testigo fiel" (1:5), le imparte fuerza al mandamiento del Señor a la iglesia de
Esmirna: "Sé fiel hasta la muerte" (2:10). Su vida mostraba sus enseñanzas y mandamientos
gráficamente. La descripción "Jesucristo el testigo fiel" demuestra la relación de Jesús con el
Padre mientras el Salvador estaba en esta tierra. Como verdadero profeta, El nunca dejó de
declarar todo el consejo de Dios. La palabra "testigo" describe a alguien que ve, sabe y por lo
tanto habla, y es una palabra característica de Juan (quien la usa más de setenta veces en sus
escritos).
"Jesucristo... primogénito de los muertos" (1:5) es un título maravillosamente
descriptivo. "Cristo es tanto las primicias como el primogénito de los muertos," dice
Walter Scott. "El primer título indica que El es el primero en tiempo de la futura cosecha
de los que duermen
(1 Corintios 15:20, 23). El último título significa que Él es el primero en rango de todos los
que se levantarán de entre los muertos. 'Primogénito' es una expresión de
supremacía, de preeminente dignidad, y no de tiempo o de secuencia cronológica (Salmo
89:27). Sin importar dónde, cuándo ni cómo entró Cristo en el mundo, necesariamente
tomará siempre el primer lugar en virtud de lo que Él es." Dicho título también
señala hacia la obra sacerdotal de Cristo.
"Jesucristo... el soberano de los reyes de la tierra" (1:5) retrata el aspecto de realeza dentro
de la obra de Cristo. Los reyes de la tierra han sido siempre monarcas orgullosos y poderosos,
y hasta el momento de la aparición de Cristo, ejercerán una fuerte influencia. Pero cuando
Cristo venga para poner en función sus derechos soberanos, Él tendrá el supremo dominio de
todo. Todos los cetros imperiales serán destruidos y todas las autoridades opositoras
serán desmanteladas. Como el Señor de señores. Cristo dominará sobre todos aquellos que
ejerzan autoridad; como Rey de reyes, reinará sobre todos los que reinen. ¡Qué gobierno
soberano le espera a esta caótica tierra!
"Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin" aparecen en 1:8, 11, pero muchos
eruditos sostienen que la primera parte del versículo 11 no aparece en el texto original tal
como lo escribió Juan. (El título habría sido tomado del versículo 8 y la frase "el primero y el
último" vendría del versículo 17. Aquí nos encontramos con uno de esos divinos "Yo soy"
que hacen resaltar la dignidad y la autoridad de Cristo. Alfa y omega, primera y
última letras del alfabeto griego, sugieren que Cristo es el principio y el final de todo lo
referente a los planes
de Dios con relación a la humanidad. Él es el primero y el último y todo lo que
llena el intermedio.
Cristo aparece nuevamente en el versículo 8 como el Ser de los tres tiempos (como aparece
en el versículo 4), pero esta vez, con dos adiciones: "el Señor", "el
Todopoderoso". Estos títulos constituyen una conclusión apropiada para esta sección tan
abundante en ellos. Con la manifestación del juicio sobre las fuerzas antagónicas del infierno
y de la tierra y todo el odio que se había amontonado sobre los justos, es de mucha
consolación contar con la revelación
de la autoridad omnipotente del Señor, y otros recursos en los cuales apoyarnos
desde el principio del libro.
Como veremos más tarde, las circunstancias en que vivirán los necesitados los
obligarán a hacerle constantes demandas a tan poderoso nombre. Grandes poderes malignos
tratarán de hundir al pueblo de Dios, pero el Todopoderoso estará presto a defenderlo. ¡La
omnipotencia
se enfrentará a esas fuerzas arrogantes y soberbias. . . ¡y triunfará! La gran
pregunta del Apocalipsis es "¿Quién reinará?" Sólo hay una respuesta a esta
pregunta crítica: El Señor Todopoderoso.
La revelación y la enumeración de las dignidades de Cristo figuran en la triunfante doxología
de los redimidos (1:5, 6). Nuestros sentimientos son conmovidos profundamente y asciende
nuestra adoración cuando meditamos en todo lo que el Señor es en sí mismo y de qué manera
son aplicados sus atributos a favor de todos los suyos.
"Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre" (1:5). La liberación está ya
realizada, pero el amor de Dios continúa para siempre. "Como había amado a los suyos. . . los
amó hasta el fin" (Juan l3:l). ¡Qué gran fortalecimiento trae a los redimidos de
todos los tiempos el amor inconmovible y siempre presente del Redentor! Durante
el período de la Tribulación, cuando el fuego de la persecución se amontone alrededor del
pueblo de Dios que haya quedado sobre la tierra, ¡qué cantos de triunfo y de victoria
entonarán los redimidos al descansar confiadamente en el amor de su Libertador!
"Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre" (1:6). Juan no olvida celebrar
la alta dignidad de los redimidos. Cristo, cuya sangre y amor constituyen la
base de nuestra confianza y descanso, ha hecho a su pueblo "un reino para ser
sacerdotes para su Dios, su Padre". La palabra original de la cual viene el término "reyes"
aparece en singular: "reino", lo cual está completamente de acuerdo con todo el libro, e
indica que los redimidos no serán únicamente sujetos gobernados, sino que también
ejercerán soberanía. Los santos han de reinar como sacerdotes. Ahora todos los
creyentes ejercen las funciones sacerdotales aquí en
la tierra (Efesios 2:18; Hebreos 13:15), pero el Apocalipsis prevé el ejercicio de un sacerdocio
real.
Walter Scott pregunta: "¿Cuál es el significado de la dignidad real y la gracia
sacerdotal? Zacarías 6:13 establece exactamente esta posición: 'Se sentará y dominará
en su trono, y habrá sacerdote a su lado.' Como nosotros hemos de reinar con Cristo, el
carácter de su reino determinará la naturaleza del nuestro. Nunca olvidemos nuestro elevado
rango, ni actuemos por debajo de él en la práctica. Pensar en ello constantemente
nos impartirá dignidad de carácter y nos mantendrá por encima del espíritu de
ambición por el dinero que reina en nuestro tiempo (1 Corintios 6:2, 3)." ¡Sí, y notemos
el orden: reyes y sacerdotes! Si queremos interceder con eficacia, debemos reinar
constantemente en la vida. Cuando triunfemos sobre
el mal interno y externo como reyes, entonces tendremos libertad y poder como sacerdotes
para interceder por la causa de los perdidos y de las almas en pecado.
"A él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos" (1:6). En esta atribución de eterna gloria
y dominio a Cristo, vislumbramos el cumplimiento de su gloria visible y su extenso dominio tal
como lo anunciaran los santos del pasado. Conforme se va desarrollando la revelación, esta
doxología aumenta en plenitud. Aquí es doble; en 4:11 es triple; en 5:13 es cuádruple; y en
7:12 es séptuple.
En el versículo 7 hallamos un testimonio sobre la segunda venida de Cristo. William Neweil
designa con toda razón este versículo como el primer gran texto del Apocalipsis.
En 21:5 encontramos el segundo:
"He aquí, yo hago nuevas todas las cosas." El glorioso advenimiento de nuestro
Señor es presentado con la exclamación "¡He aquí!" de pie como centinela en el
umbral mismo del libro.
Aquí Juan está haciendo énfasis en el regreso de nuestro Señor a la tierra.
Esto es, su manifestación pública ante el mundo entero, que terminará con el
establecimiento de su reino. Y todo ojo, en un momento u otro, presenciará su
manifestación personal en público. Por la expresión "los que le traspasaron" podemos
entender los judíos y también los gentiles.
Es Juan quien nos hace recordar que fue un soldado gentil quien abrió el costado del Salvador
(Juan 19:33-37).
Así lo expresa Walter Scott: "El vacilante y débil representante de Roma degradó la grandeza
imperial su jactanciosa reputación de justicia inflexible al ordenar cobardemente
que su augusto prisionero, a quien había declarado inocente tres veces, fuera azotado y
crucificado." Pero, ¿hay aquí una referencia especial a los judíos, ya que ellos aguijonearon
a Pilato para que crucificara al Salvador (Zacarías 12:10)? Cuando el pueblo de Israel vea
aparecer a Cristo, creerá en Él, y cuando el verdadero amanecer haya llegado para los
judíos que moren en la tierra, el pueblo experimentará su nuevo nacimiento como nación.
El gemido general de angustia por la venida del Hijo del Hombre no se debe perder de vista.
No debemos limitar el terror a las dos tribus de Judá y Benjamín, ni tampoco a las otras diez
tribus. La expresión usada aquí no es "las tribus de la tierra de Israel", sino "todas las tribus de
la tierra". El anuncio profetice que describe a los hombres escondiéndose en las cuevas de la
tierra para no presenciar la ira del Señor, llega hoy a su realización (Isaías
2:19; 1
Tesalonicen-ses 5:2, 3; Lucas 21:34, 35). Entonces viene el doble asentimiento al testimonio
profetice: "Sí" y "amén". Cristo viene, tanto para los judíos como para los gentiles,
y para ambos grupos la Palabra de Dios permanece para siempre.
Aunque el Hijo del Hombre glorificado estaba vestido con una ropa "que llegaba
hasta los pies", no los tenía ocultos sino visibles, brillantes como bronce pulido. Aquellos
pies estaban descalzos, así como los sacerdotes de Israel ministraban con los pies descalzos.
Los pies del Señor eran como metal fino bien lustrado. Como lo traduce Phillips:
"Sus pies brillaban como brilla el bronce más fino en el horno." La idea aquí es la blancura que
adquiere el latón blanco cuando está en un horno ardiente. Es casi intolerable para la vista
humana.
El bronce es simbólico, no solo de fuerza y duración (Salmo 107:16;
Zacarías 6:1; Miqueas 4:13) sino también de firmeza y juicio divino, como se puede deducir
del altar de bronce y la serpiente de bronce (Éxodo 27:1-7; Números 21:8, 9). Al
ser una aleación de metales producida por el fuego, el bronce es símbolo de la ira de un
Dios tres veces santo sobre el pecado de los hombres. Lo que sugieren los pies es su
caminar libre y santo, y también su poderoso triunfo en el juicio. Aquellos benditos pies que
anduvieron por
las calles de Jerusalén impartiendo misericordia, los mismos que María lavó con sus lágrimas y
que después fueron perforados con clavos por hombres crueles en el Calvario, son ahora los
pies del Vengador, el que viene a pararse sobre sus enemigos. Vea Ezequiel 22:17-22.
La parte más importante para los cristianos en el estudio de Apocalipsis es la sección de las
cartas a las siete iglesias (capítulos 2 y 3 del Apocalipsis). Estas interesantes cartas abarcan
casi la octava parte del libro. Que Dios nos dé de su gracia para prestarle atención reverente
al mensaje de las mismas. Aunque estemos muy ansiosos por entrar a la parte especialmente
profética y más espectacular de Apocalipsis (del capítulo 4 en adelante), no caigamos en el
error de querer dominar otras dispensaciones sin prestarle la debida
atención a la dispensación de la gracia, que es la nuestra en la era actual o era
de la Iglesia. Siempre tenemos una gran tendencia a tratar sólo superficialmente con "las
cosas que son".
Las cartas de Cristo dictadas desde el cielo a las siete iglesias forman una sección sobre la
cual se ha escrito más que sobre cualquier otro pasaje del Apocalipsis. Debe hacerse mención
especial de la clásica obra monumental escrita por William Ramsay, titulada The
Seven Chwches (Las siete iglesias). También debemos mencionar el libro de estudio
de Thomas Cosmades, titulado Nothing Beside Remains (No queda nada más).
Entre los excelentes expositores que han estudiado específicamente el Apocalipsis están
Abraham Kuyper, Walter Scott, William Neweil, A. Rice y Christina Rossetti. Ellicott y
Matthew Henry hacen un buen estudio del Apocalipsis en sus presentaciones bíblicas
generales.
Hay varias características comunes esenciales en las cartas a las siete iglesias. En primer
lugar, los diversos aspectos del retrato de Cristo que se nos presenta en el primer capítulo,
están parcelados y distribuidos entre las iglesias, con la adaptación de una
designación específica para cada una de las iglesias. Cristo habló de "mi Iglesia" en Mateo
16:18, y sus
siete cartas comprueban que efectivamente, Él es la cabeza de la Iglesia y por este motivo
está interesado en su bienestar espiritual.
Otra característica notable es el abundante uso del número siete. No sólo tenemos siete
iglesias, sino que las declaraciones y las exhortaciones dirigidas a ellas se repiten también
siete veces. Encontramos un séptuple yo sé y un séptuple el Espíritu dice. También hay un
séptuple mensaje para los vencedores, que es suficiente para satisfacer a cualquier creyente
que tenga el deseo de aplicar la verdad a su propio corazón. Las aplicaciones generales
y personales de cada carta están indicadas con dos frases: "a la iglesia" y "el que tenga oídos".
Estas cartas fueron enviadas a iglesias reales de la época de Juan. Si bien ellas representan
a la Iglesia universal, cada una de estas asambleas es considerada como una entidad con sus
propias bases y suficientemente diferente como para que el Señor la visite y examine. Estas
iglesias no eran siete en una (como los atributos multiformes del Espíritu Santo, presentados
como los siete Espíritus); por el contrario, cada iglesia era responsable independientemente
ante el Señor, quien gobierna y controla a la Iglesia como un todo. Cada iglesia
estaba obligada a andar en la luz, como Él está en la luz. Toda la revelación iba dirigida no
sólo a las siete iglesias mencionadas por nombre sino a todas las iglesias existentes
en ese tiempo (2:23) y hasta el rapto.
El alcance de las cartas
Los lectores inmediatos del Apocalipsis iban a ser los miembros de las siete iglesias de Asia
Menor, desde donde se había extendido el Evangelio hacia el oriente y hacia el occidente. No
es que los miembros de estas iglesias supieran algo acerca de los períodos sucesivos de la
historia de la Iglesia, como nosotros. Estas cartas fueron dirigidas a ellos y han de
haber tenido un efecto humillante.
¿Por qué fueron seleccionadas estas siete iglesias? Sólo dos de ellas se mencionan en
las epístolas de Pablo (Efeso y Laodicea). Se excluyen del grupo las iglesias
prominentes que Pablo fundó en Roma, Galacia, Colosas, Filipos, Corinto y Tesalónica.
Puesto que el siete es
el número de la perfección, quizá debamos entender que particularmente estas siete iglesias
representan a la Iglesia de Dios durante toda la era de la Iglesia.
Las ciudades en las cuales estaban ubicadas estas iglesias, quedaban todas junto a la gran
vía internacional del imperio Romano. Los emperadores romanos a menudo les dirigían cartas
a las ciudades del imperio y en la época de Juan, Efeso, Esmirna y Sardis eran ciudades de
importancia mundial. Por lo tanto, estas siete iglesias no fueron escogidas porque hayan sido
las más grandes o las más importantes de aquel período, sino porque cada una de ellas era
una iglesia representativa.
Geográficamente, estas siete iglesias formaban aproximadamente un círculo, lo cual está
de acuerdo con lo que se dice de la visión de su Señor caminando en medio de
ellas. Sin embargo, la revelación en su conjunto es para toda la Iglesia (22:16). Pablo les
dirigía sus epístolas a las iglesias en particular; sin embargo, todo lo que él escribió era
para todas las iglesias de todos los tiempos. Todo lo que contiene la Biblia fue
escrito para nuestra enseñanza "a fin de que, por la paciencia y la consolación
de las Escrituras, tengamos esperanza" (Romanos 15:4).
Como candeleros (o, más correctamente, como lámparas) su luz se estaba apagando y era
incierta; de manera que el Señor, quien es justo en sus palabras y recto en sus juicios, se
dirigió a estas iglesias para corregirlas. Siete iglesias bastaban para demostrar dichos juicios,
ya que este número indica la séptuple y perfecta expresión de la Iglesia. Algunas de entre las
siete fueron consideradas por Cristo como en mejores condiciones que otras, pero una no era
juzgada por el estado de las otras; cada una era responsable por sí misma. Si bien algunas de
estas iglesias mantuvieron su pureza de vida y doctrina por más tiempo que las
otras, el sentido general de esta sección de la iglesia en el Apocalipsis lleva un mensaje
sobre lo que
va a suceder al final.
¿Por qué fueron seleccionadas y mencionadas estas iglesias en el orden en que un viajero
las visitaría? Una respuesta, sugerida por Walter Scott es digna de ser considerada: "Las siete
asambleas seleccionadas forman un símbolo de la Iglesia en su universalidad en los distintos
períodos sucesivos de su historia, como también en cualquier momento hasta su rechazo final
como testigo infiel de Cristo." Las siete cartas pueden tomarse, entonces, como una especie
de bosquejo de historia de la Iglesia. Las siete iglesias en particular formaban un círculo; y
quizá esto representara el círculo completo de la historia de la Iglesia.
Sin embargo, nunca debemos perder de vista el significado original de estas siete cartas.
Estas fueron enviadas a verdaderas iglesias, dentro de una región específica
indicada por Juan y por lo tanto tienen una aplicación local. No obstante, el
espíritu medular de su instrucción sobrepasa un mero uso local, reducido o restringido.
Las verdades y los principios incorporados en estas cartas han sido dados para todas las
iglesias y todos los creyentes a través de los siglos.
Estas cartas también pueden tener un significado profetice. Algunos intérpretes creen que
el cumplimiento final de las cartas tendrá lugar en las sinagogas o asambleas que existan en
Asia Menor después de que la verdadera Iglesia haya sido arrebatada al cielo. Esta idea puede
ayudar a explicar algunas referencias judías en las cartas. Tanto los elogios
como los reproches citados en ellas han tenido un valor profetice a lo largo de esta era de la
iglesia.
Siempre ha habido
• Iglesias que dejan su primer amor (Efeso).
• Iglesias que sufren persecución y pruebas (Esmirna).
• Iglesias mundanas en la práctica (Pérgamo).
• Iglesias culpables de dar falsas enseñanzas (Tiatira).
• Iglesias que toleran el pecado (Sardis).
• Iglesias con sólo un poco de fuerza (Filadelfia).
• Iglesias que niegan la deidad de Cristo (Laodicea).
La oposición satánica mencionada por Juan en los mensajes a las siete iglesias, nunca ha
cesado. Satanás es mencionado en total ocho veces en el Apocalipsis y cinco de ellas están en
conexión con las iglesias (seis veces, si incluimos el nombre "diablo" de 2:10). La
iglesia profesante a través de toda la historia ha sido tentada por Satanás de muy diversas
maneras.
Explorando la idea de considerar las siete iglesias como un sumario de las siete épocas de la
historia eclesiástica, damos a continuación los períodos y fechas aproximados.
A. Efeso (2:1-7)
La Iglesia del primer amor (Siglo I d.C.)
El nombre "Efeso" significa deseada o primer amor y describe adecuadamente el
primer siglo de historia de la Iglesia, el cual se caracterizó generalmente por un profundo
amor y un ardiente celo por Cristo y también por una inflexible oposición a los falsos
maestros y a las doctrinas erradas. Efeso era el centro de una densa población
cristiana y gracias a los esfuerzos de Juan, el cuerpo principal de los pastores de la
región se mantuvo firme contra toda herejía y unánime en la exclusión de los maestros
falsos de las iglesias. Sin embargo, la iglesia que Juan más conocía y amaba había dejado el
celo del principio. Las flores habían caído del árbol. La primera luz se estaba convirtiendo en
lobreguez. (Vea Hechos 20:17-31.)
Efeso, la famosa capital del estado jónico, era conocida como "la luz de Asia". Era famosa
por su riqueza, su sabiduría y su perversión. La adoración de Diana (vea Hechos
19) se extendió de allí a todo el mundo entonces conocido. Pero la iglesia de Efeso (madre
de todas
las iglesias de Asia) se alza sobre las demás como la más espiritual de todas ellas, según lo
expresa el relato sagrado. Sin embargo, como el doctor Campbell Morgan nos recuerda, "el
origen de la iglesia de Efeso está descrito en Hechos 18 — 20; el ministerio elocuente pero
parcial de Apolos fue suplementado y ampliado por el de Pablo. La carta a Efeso describe la
situación de la iglesia unos treinta y cinco años más tarde."
Efeso estaba entregada a la idolatría y una de las herejías prevalecientes
consistía en afirmar que los cristianos podían participar de las inmoralidades de los
festivales paganos. Por esta razón, muchos cristianos dejaron su primer amor. ¿Somos
nosotros tan ardientes y fervorosos en el Señor hoy como lo fuimos en los primeros
días de nuestra vida cristiana, cuando todo lo llevábamos al altar? Aunque quizá todavía
nos quede un lenguaje teológico,
¿no podría ocurrir que nuestro corazón haya dejado de palpitar con el amor a Jesús
que manifestamos en los primeros años de nuestra vida cristiana?
B. Esmima (2:8-11)
La Iglesia perseguida (92-315 d.C.)
Esta última fortaleza de la cristiandad antes de la conquista musulmana, constituía un serio
rival para Efeso, la cual estaba situada a unos sesenta kilómetros al norte de ella. Esmirna
llegó a ser una de las ciudades más grandes y más importantes de Asia Menor. Muy atractiva
en la época de Juan, era llamada "la bella". Esmirna también es famosa por haber sido
el lugar de nacimiento de Hornero (el poeta griego) y por ser la ciudad de Policarpo (obispo
de Esmirna). Fue aquí donde Policarpo sufrió el martirio a los ochenta y seis años de edad, en
el año 155 d.C.
Puesto que no se menciona a Esmirna en ningún otro lugar del Nuevo Testamento, nada se
sabe acerca de la fundación de su iglesia. La idolatría abundaba en la ciudad y
la férrea persecución que se enfurecía contra la cristiandad en ese tiempo tenía su centro en
Esmirna.
El nombre "Esmirna" significa "mirra," una palabra usada tres veces en los evangelios (Mateo
2:11; Marcos 15:23; Juan 19:39). La mirra era también uno de los ingredientes del ungüento
sagrado (Éxodo 30:23-25) y era igualmente usada para embalsamar muertos. Seiss indica en
su excelente comentario sobre el Apocalipsis: "El nombre describe muy bien a una
iglesia perseguida a muerte, postrada y embalsamada en las preciosas especias de sus
sufrimientos,
tal como ocurría con la iglesia de Esmirna. Esta era la iglesia de mirra o amargura que, no
obstante, fue agradable y preciosa ante el Señor."
Así como la mirra debe ser molida para que despida su fragancia, el testimonio
de esta iglesia molida por la persecución produjo una dulce fragancia que fue muy
agradable para el Señor. La sangre de los mártires de este período se convirtió en
semilla para las iglesias venideras. Durante estos 250 años tenemos el período del
martirio bajo la Roma Imperial. Desde Nerón hasta Constantino hubo una era sangrienta para
la Iglesia. Los "diez días" pueden representar los diez distintos intentos a través de edictos
imperiales para destruir a la joven Iglesia. La última persecución duró exactamente diez
años. El número "diez" puede significar también que Dios reconocía que aun el
sufrimiento tiene sus límites. Las diez grandes persecuciones del Imperio
Romano pueden ser enumeradas de la manera siguiente:
1. Bajo Nerón 64-68 d.C.
2. Bajo Domiciano 90-95 d.C.
3. Bajo Trajano 104-117 d.C.
4. Bajo Aurelio 161-180 d.C.
5. Bajo Severo 200-211 d.C
6. Bajo Máximo 235-237 d.C
7. Bajo Dedo 250-253 d.C.
8. Bajo Valeriano 257-260 d.C.
9. Bajo Aureliano 270-275 d.C.
10. Bajo Diocledano 303-312 d.C.
C. Pérgamo (2:12-17)
La Iglesia estatal (315-350 d.C.)
Esta ciudad era la capital política de Asia y era famosa por su saber, su cultura y su ciencia.
Se jactaba de tener la biblioteca más grande, después de la de Alejandría. Walter Scott nos
recuerda: "Fue aquí donde se perfeccionó el arte de preparar pieles de
animales para escribir y es de este nombre de donde se deriva nuestra palabra
pergamino. Así que el nombre de esta ciudad de mal recuerdo escrituralmente hablando
(Apocalipsis 2:12-17) ha sido perpetuado a través de las edades cristianas e
indudablemente muchos manuscritos literarios de valor han sido escritos en pergamino
preparado en Pérgamo."
La ciudad era el asiento de la adoración al emperador y era preeminente por su idolatría.
De aquí las alusiones bíblicas al "trono de Satanás" y "donde Satanás mora". Pérgamo es ahora
un insignificante páramo repleto de imponentes ruinas. Como muchas otras
ciudades históricas, su gloria ha pasado. Debido a su entrega a la adoración de la
naturaleza, lo cual siempre conduce a la corrupción y a la extinción, Pérgamo ya ha
desaparecido como una ciudad habitable.
El Nuevo Testamento no registra la fundación de la iglesia aquí por ninguno
de los apóstoles. Ya en el tercer siglo, la Iglesia había pasado la época del martirio y se
encontraba disfrutando de los favores imperiales. El emperador Constantino la había unido
con el Estado, haciendo del cristianismo la religión estatal en lugar del paganismo.
Evidentemente, el emperador pensó que la religión cristiana haría avanzar su imperio, por
lo que fue bautizado
él e introdujo el bautismo para todos (incluyendo a los niños). Fue en este tiempo cuando el
"bautismo de infantes" fue conocido por primera vez.
El Concilio de Nicea (325 d.C.) fijó el credo oficial trinitario. Los nicolaítas, palabra que
significa "vencedores sobre el pueblo", ganaron influencia dentro de la Iglesia a través del
surgimiento del sacerdocio. Fue en este tiempo cuando el sistema babilónico
hizo su aparición en la Iglesia.
La palabra pérgamo, que significa "totalmente casada", describe
perfectamente la desastrosa unión entre la Iglesia y el mundo. A partir de este matrimonio
fatal, la Iglesia y el sistema mundial nunca han podido separarse. La decadencia
espiritual ha tenido por consecuencia un aumento de favores mundanos. Este tipo de
unión ilícita paraliza la eficacia espiritual de la Iglesia en muchas partes del mundo en el día
de hoy.
D. Tiatira (2:18-29)
La Iglesia papal (500-1500 d.C.)
Los viajeros aseguran que el camino entre Tiatira y Pérgamo es uno de los más bellos del
mundo. Tiatira, puesto militar de Pérgamo, era famosa por su industria de
teñido de brillantes telas escarlata, las cuales eran muy usadas en toda Asia y Europa.
Dentro de la ciudad había un magnífico templo de Diana. También era el pueblo de
Jezabel, la notable e influyente maestra, quien abierta y militantemente apoyaba la vida
inmoral.
G. Campbell Morgan sugiere que "la historia de la iglesia de Tiatira podría
trazarse retrospectivamente hasta las reuniones de oración a orillas del río mencionadas en
Hechos
16, puesto que Lidia, cuyo corazón fue abierto por el Señor en aquella ocasión, era nativa de
Tiatira. ¿Qué cosa más apropiada que suponer que ella fue el instrumento para la fundación
de aquella iglesia cuando regresó a su ciudad natal?"
Tiatira significa "sacrificio continuo." La palabra implica que es "un
sacrificio cuyo transcendente resplandor queda opacado por la repetición". Ahora
llegamos al surgimiento del papado, con la introducción de la mariolatría. Durante el
siglo séptimo, el obispo de Roma ascendió al lugar de cabeza de la Iglesia entera. La
adoración de la virgen María como Reina del Cielo fue introducida en la Iglesia procedente
del paganismo babilónico y casi todos
los templos paganos fueron transformados en "iglesias cristianas" por el mero hecho de pintar
los nombres de los apóstoles sobre los viejos ídolos y adorar al sacerdote con
una cruz. Apareció el sacerdocio, junto con el altar y el sacrificio. Este período también se
caracterizó por un avance consecutivo y progresivo de la apostasía.
D. Sardis (3:1-6)
La Iglesia reformada (1500-1700 d.C.)
En el siglo VI, Sardis llegó a ser una de las ciudades más importantes y prósperas que
había en el mundo antiguo. Era la capital del reino de Lidia. El nombre actual
de esta ciudad, antes rica y orgullosa, es Sart. Su lugar se halla
desolado por completo actualmente.
"Sardis" significa "remanente" o "piedra preciosa" o "cosas que quedan de antes". El sardio,
sardónice o sardónica, un bello tipo de ágata, lleva el mismo nombre. En la iglesia de Sardis,
la mayoría de los miembros estaban entregados completamente a las prácticas
paganas. Tenían nombre de vivos, pero en realidad estaban muertos. Unos pocos
de ellos, sin
embargo, permanecían fieles al Señor y a su Palabra. Mientras que por una parte tenemos en
Sardis un nuevo principio, por ser éste el período en el cual se dejó atrás la historia asociada
con Jezabel, por la otra, las fuerzas de la Reforma no duraron lo suficiente como para evitar
la caída en un frío formalismo religioso. Satanás detuvo la Reforma a medio
camino, y la Iglesia nunca se ha recuperado. Hoy, en muchos lugares, la
Iglesia es ortodoxa, pero legalista, y lleva una ortodoxia muerta y estéril. Es
como un cuerpo bien vestido, pero carente de vida.
E. Filadelfia (3:7-13)
La Iglesia misionera (1700-1900 d.C.)
Acerca de esta influyente ciudad, escribió el escéptico Gibbon:
"Entre las colonias griegas y las iglesias de Asia, Filadelfia todavía permanece en pie, como
una columna en una escena repleta de ruinas, un agradable ejemplo de que los senderos del
honor y la seguridad a veces son el mismo." La ciudad heredó el nombre de su fundador, Átalo
Filadelfo, rey de Pérgamo. Su nombre moderno es Allah Shehr, o "la ciudad de
Dios". Los turcos, sin embargo, no la miran (hay en ella muchos cristianos
griegos) con ninguna veneración.
La iglesia de Filadelfia en los días de Juan era una iglesia fiel, la cual
constantemente aprovechaba las buenas oportunidades. Walter Scott dice: "La ausencia de
acusación en el contenido del mensaje enviado a su ángel es digna de notarse en conexión
con el hecho de que ésta es la de más larga duración entre las siete ciudades
mencionadas." Aquí nos encontramos con una Iglesia verdadera en medio de una iglesia
profesante.
El nombre "Filadelfia" significa "amor fraternal", y en esa forma se usa en griego en Hebreos
13:1: "Permanezca el amor fraternal". En Filadelfia vemos la iglesia evangelista y misionera
del siglo diecinueve. A partir de los grandes avivamientos de Wesley
surgieron los movimientos de misiones foráneos, seguidos por la aparición de
poderosas empresas evangelísticas.
F. Laodicea (3:14-22)
La Iglesia rechazada (Siglo XX d.C.)
Laodicea recibió su nombre de Laodice, esposa de Antíoco II, el monarca Sirio. Quedaba
cerca de Colosas y los cristianos de allí recibieron una carta de Pablo. Cuatro referencias en
Colosenses (2:1-3; 4:13, 15, 16) prueban que el apóstol Pablo estaba familiarizado
con la iglesia de Laodicea. La ciudad misma era un
gran centro bancario; también era famosa por la ropa de lana negra
satinada que se fabricaba y tenía una gran escuela de medicina, notable por su
polvo utilizado en curas oftálmicas (vea 3:18). Sin embargo, la fama y el esplendor
de Laodicea han caído hasta el polvo, porque la ciudad es ahora un escenario de ruinas y
desolación.
El nombre "Laodicea" es altamente sugestivo. Significa "Derecho del pueblo", "gobierno del
pueblo" o "democracia". Se dice que la iglesia es "de ellos". No sólo es la iglesia que está en
Laodicea, sino que es propiedad de Laodicea. Era una iglesia de ellos, no del
Señor: "La iglesia de los laodicenses." La autoridad de Cristo había sido puesta a un lado y
sustituida por
la decisión de una membresía no regenerada, lo que sugiere el estado de la Iglesia profesante
antes del rapto.
A continuación se da un sumario del significado general de las siete iglesias:
•Efeso indica pretensiones eclesiásticas y abandono del primer amor, y caracteriza el
inal del período apostólico.
•Esmima nos hace pensar en el período del martirio, el cual concluyó con la última
persecución bajo Diocleciano.
• Pérgamo revela el empobrecimiento espiritual y el aumento de lo mundano que tuvo
lugar durante el gobierno del emperador Constantino, resultado de su patrocinio público a
avor de la Iglesia.
• Tiatira representa la Edad Media, con la cruel persecución de los santos de Dios por
la Iglesia papal.
• Sardis fue la intervención de Dios por medio de la Reforma, cuya luz todavía sigue
ardiendo.
•Filadelfia está relacionada con el siglo diecinueve y su vasta expansión de actividades
misioneras.
• Laodicea retrata el estado general presente de la Iglesia profesante, la cual debido a
su tibieza, le produce náuseas a Cristo.
Se ha opinado que la historia de las primeras tres iglesias es consecutiva, mientras que las
cuatro restantes se superponen, transcurriendo paralelamente hasta el rapto. El
elemento divino (sugerido por el número tres) es dominante en el primer grupo de iglesias;
mientras que el elemento humano (sugerido por el número cuatro) domina en el segundo
grupo.
En su introducción a la valiosa obra de Cosmades, "Las Siete Iglesias", W. Stuart
Harris señala:
Cuánto nos entristece el saber que no hay ni un creyente cristiano en Efeso en el día de hoy
y que esto se aplica a todas las regiones de las siete iglesias, con la excepción de la iglesia de
Esmirna, donde hay ahora unos cuantos cristianos. El candelero ha sido quitado de su lugar,
como Cristo anunció.
Los siete candeleros de oro (II)
La estructura de las siete cartas
Una característica notable e impresionante de estas siete cartas es la similaridad
de su
formato. Dirigidas desde el cielo por Cristo a su Iglesia, estas cartas tienen todas una misma
forma, variando sólo en ciertos detalles para adaptarse a cada iglesia. Los encabezamientos
de todas las cartas son similares. La estructura de cada carta parece tener
naturaleza séptuple.
a. La descripción de Cristo
En la mayoría de estas cartas existe la repetición de uno o más títulos o descripciones de
Cristo contenidos en el primer capítulo: un título adecuado al estado de la iglesia en cuestión,
que presente a Cristo con todo poder, como Juez lleno de autoridad.
b. La revelación del estado de la iglesia
Las reiteradas frases "yo conozco", "quitaré", "daré", "vendré" y todas las expresiones
con sentido de futuro implican el conocimiento completo que tiene Cristo de la
situación y su autoridad gubernamental, así como su poder para descubrir lo íntimo
del corazón de cada iglesia. Cristo revela su conocimiento íntimo de la vida y obra de cada
asamblea. Por ser Dios omnisciente, ninguna cosa se puede esconder de Él.
c. El elogio de las virtudes
Todo lo que es agradable es generosamente ensalzado por el Maestro. Él tiene cuidado de
encomiar antes de reprobar. Cristo alaba a cada una de las iglesias (excepto la última) por sus
obras y otras características virtuosas.
d. La condenación de los errores
Cristo sería injusto y cruel si no hiciera mención de todo aquello que le desagrada, así como
habla de lo que le agrada. De manera que estas cartas llevan en sí mismas una fiel exposición
de errores. Cada iglesia, excepto la segunda y la sexta, es más corrupta que la
que le
antecede; la última es la más corrupta de todas. Tanto, que no hay ninguna
virtud que alabar. Cristo censura a cada una de ellas, excepto la segunda y la sexta.
e. La exhortación al arrepentimiento
Nos sentimos muy alentados al leer estas valiosísimas joyas de la literatura,
porque contienen la fragancia de la gracia de Cristo. El se presenta a sí mismo como alguien
lleno de deseos de restaurar. Se notará que la primera, tercera, quinta y séptima iglesias son
llamadas
al arrepentimiento. La segunda y la sexta no tienen nada de qué arrepentirse ya que han sido
purificadas por la persecución. La cuarta
estaba reprobada y ya había ido más allá del arrepentimiento.
f. La declaración de juicio
Puesto que Cristo es siempre fiel en declarar la verdad, advierte el peligro que
entraña continuar en desobediencia. ¡Bienaventurada la iglesia o el cristiano que atiende la
voz de alerta de Cristo! El anuncio de juicio lo dio Cristo a todas las iglesias, a
excepción de la segunda y la sexta.
g. La proclamación de la recompensa
Cada recompensa prometida está de acuerdo con un atributo de Cristo. La
conclusión de cada carta consiste en una bendición de victoria personal y un llamamiento
individual. Hay una promesa en cada carta para el vencedor. Para mayor
comprensión y edificación, examinemos estas cartas a la luz de su séptuple plan.
A. La carta a Efeso (2:1-7)
Veíamos anteriormente que por "ángeles" podemos entender los representantes espirituales
de cada iglesia. Walter Scott considera al "ángel de la iglesia" como "representante simbólico
de la asamblea en su presente estado moral. La idea está en la representación. .. Podríamos
hacer mucho énfasis en que no hay una representación oficial sino moral en la idea derivada de
la palabra 'ángel', tal como se usa en conexión con las siete iglesias".
En cada una de las cartas, el que habla es el Señor resucitado y la revelación de sí mismo es
adaptada a la necesidad de cada iglesia. Como lo hemos indicado ya, Cristo se presenta a sí
mismo en términos simbólicos tomados del capítulo 1. Así es como conectamos el versículo 1
del capítulo 2 con los versículos 12, 13, y 20 del capítulo 1. Se ve a Cristo caminando como
Juez en medio de las iglesias. Cada acto es controlado por Aquél que nunca se descuida ni
duerme. Y siendo Él quien sostiene en su mano los siete candeleros de oro, puede quitar de su
lugar cualquiera de ellos. Realmente es una cosa muy seria pensar en que el Señor conoce
exactamente lo que cada uno de nosotros está haciendo. Él sabía que los efesios no toleraban
a aquellos que hacían lo malo. ¿Los podemos tolerar nosotros? ¿Aborrecemos nosotros todo
aquello que es malo?
Había muchas cosas por las cuales alabar a esta iglesia casi intachable. Su
paciencia fue altamente elogiada (esta palabra aparece dos veces). En el
versículo 2 se refiere a la paciencia en el servicio, mientras que en el 3 se habla de la
paciencia en el sufrimiento. En total, el Señor expresó ocho elogios para la iglesia de Efeso.
Sin embargo, hay un triste "pero" en el mensaje de Cristo a esta iglesia. El
primer amor matrimonial con Cristo había sido abandonado. Había una doctrina pura y un
perfecto orden eclesiástico, pero también existía una lamentable falta de amor. El amor a
Cristo es la única motivación para todo servicio aceptable (Juan 21:15-17). ¿No afirmó Pablo
en 1 Corintios 13 que el mejor de los servicios tiene poco valor cuando no hay
amor? Otros amores había surgido allí y la iglesia de Efeso estaba en peligro de caer.
A esta iglesia se le ordenó recordar de dónde había caído y volverse a sus primeras obras.
Con el primer amor se habían ido las primeras obras. El amor anhela amor, porque donde hay
verdadero amor hay también verdadero servicio.
La exhortación "el que tenga oído" se encuentra en la conclusión de cada carta.
En las primeras tres iglesias esta expresión aparece antes del mensaje de Cristo al que
venciere. En
las últimas cuatro, se halla después de la promesa al vencedor.
El Espíritu Santo es el administrador de los asuntos de la iglesia a través de
todo este período, como se indica en la séptuplo repetición de la frase "el Espíritu dice a las
iglesias". Al vencedor de estas iglesias, Cristo le ofrece la provisión del árbol de
vida, lo cual puede indicar exención de deterioro corporal. El árbol era muy significativo
para los griegos, como símbolo del poder divino, dador de vida. "Paraíso" significa "un jardín
delicioso" y representa
la suma de todos los goces espirituales.
B. La carta a Esmima (2:8-11)
Esta carta tiene la peculiaridad al (igual que la carta a Filadelfia) de no contener ninguna
denuncia de culpa. Estas dos iglesias también eran similares en su experiencia de tribulación
a manos de los paganos (instigados por los judíos), "los que se dicen ser judíos y no lo son,
sino sinagoga de Satanás". ¡De igual manera, hoy hay muchos que dicen ser cristianos, pero no
lo son!
Hay algunas características muy interesantes que deben ser consideradas en esta carta, la
más corta de todas. Primero, cuan apropiado es el título de Cristo como, el que
estuvo muerto y vivió". Muchos de los miembros de esta iglesia iban a morir por su Señor. A
éstos les aguardaba un martirio cruel y terrible, pero el que había vencido a la
muerte, Cristo, les prometía una gloriosa resurrección (2:10, 11).
Luego viene un breve pero valioso paréntesis: "(pero tú eres rico)." Aquellos perseguidores
sin corazón habían reducido a los santos a la mendicidad. Pero aunque los cristianos
eran pobres materialmente, en fe eran muy ricos.
En medio de la creciente oscuridad surge el bondadoso y reanimador "No temas".
Debían cobrar ánimo, porque la tribulación tendría sus límites y el atador finalmente atado.
(20:1-3).
Para esta iglesia heroica no había condenación ni palabras de censura o
reproche. La persecución tiene su modo de mantener a los cristianos cerca del
corazón de Dios. Como habían permanecido en la verdad, a los cristianos de
Esmirna no se les ordena que se arrepientan, ni se emite contra ellos ningún juicio.
Cicerón describió a Esmirna como "la ciudad de nuestros más fieles aliados" y es interesante
observar que la única carta, entre las siete, en la cual Cristo usa el término fiel es la que se
dirige a la iglesia situada en una ciudad tan alabada por su fidelidad patriótica.
Así como Esmirna era leal a su monarca, la iglesia de allí lo era a su Señor, a pesar de
los intensos sufrimientos. Esmirna fue llamada "la puerta de los mártires", ya que muchos de
ellos pasaban por sus puertas cuando eran conducidos a Roma. . . y al martirio.
Policarpo, obispo de Esmirna, fue ejecutado allí en el año 155 d.C., a la edad de 86 años.
Como recompensa, recibirían una corona de vida, que era el emblema de realeza y triunfo.
La posibilidad de escapar de la segunda muerte (lo cual implica una muerte distinta
de la
física) puede ser un mensaje a los hombres malvados de Esmirna, quienes estaban empeñados
en destruir a los santos. Es probable que sean reprendidos aquí para ver si
atienden el mensaje y se arrepienten. La recompensa de los de Esmirna está contenida en los
versículos 8
y 10. A través de la carta hay un intercambio entre la vida y la muerte. Para alentar a los
perseguidos, el Señor les hace recordar que hay algo más terrible que la muerte física. Está la
muerte segunda, la cual no tendrá potestad sobre ellos, porque han recibido la corona de la
vida.
C. La carta a Pérgamo (2:12-17)
Cristo es presentado a la iglesia de Pérgamo como el que tiene una espada aguda de dos
filos, lo cual es símbolo de juicio y de ejecución de la verdad. Una comparación entre
los versículos 12 y 16 demuestra claramente cuan bien se adaptaba este título a la
iglesia de Pérgamo. La espada aguda penetra, divide, separa, ordena, descubre, escudriña y
vence. La profecía de Isaías es muy apropiada para Cristo en este punto: "Puso mi boca
como espada aguda" (Isaías 49:2). El cónsul romano en Pérgamo llevaba la espada
como símbolo de su oficio y de poder militar y poseía "el poder de la espada": la autoridad
de pronunciar la pena
de muerte. Pero la espada del Señor es más grande que todas las espadas de los cesares, y
cuando Él la use finalmente (Apocalipsis 19:15), será para dominar los imperios de la tierra.
Evidentemente, Satanás tenía su centro de operaciones en esta ciudad, un
hecho que contribuía a que la posición de los creyentes fuera más peligrosa. El "trono"
permanente de Satanás está en el aire, mientras que sus centros de
actividad pueden cambiar constantemente. La Biblia lo describe como el que
"anda en derredor, buscando a quien devorar". (Compare 2:9 con 2:12, 24).
A pesar de la oposición satánica, los santos de Pérgamo son elogiados por su
lealtad al
"nombre", lo cual significa el carácter o la Persona de Cristo, y "a la fe", que
significa las
enseñanzas y la obra de Cristo. La fidelidad de estos santos, a pesar de tener frente a ellos la
amenaza del martirio, es ilustrada con el fiel Antipas, quien murió por su Señor, a quien tanto
amaba. Pérgamo era uno de los centros importantes de la adoración al
emperador y la tentación de caer en el error de dar a otro la adoración que sólo le
corresponde a Dios era grande. Cuando los cristianos sucumbían, triunfaba Satanás; cuando
ellos eran firmes en la fe, casi siempre el martirio era el precio que debía pagar por su lealtad
a Cristo.
Aunque Antipas quizá pasó inadvertido y desconocido entre los millares de
personas de Pérgamo, y quizá sin una tumba que guardara sus restos, Cristo, sin embargo,
menciona el nombre de este mártir con un amor y con un vislumbre de gloria
únicos en este libro de Apocalipsis. El nombre Antipas significa "uno contra
muchos"; este valiente cristiano se atrevió a salir al frente solo y sellar con su propia
sangre el testimonio de su alma.
Desafortunadamente, aunque en general la iglesia de Pérgamo era buena,
entre sus miembros se había tolerado el error. La falta de disciplina se hace claramente
notable al ver cómo algunos habían seguido a Balaam y a los nicolaítas: "Pero tengo unas
pocas cosas contra ti." Este triste reclamo se encuentra tres veces (2:4, 14, 20).
¿Tiene el Señor alguna cosa contra usted? El doctor Campbell Mor-gan dice que el
balaamismo y el nicolaísmo "parecen describir lo que posteriormente llegó a conocerce como
el 'antinomianismo', la terriblemente errónea enseñanza de que los propósitos del pacto de
Dios se realizarán con toda seguridad y por lo tanto no importa la forma en que los sujetos a
dicho pacto se conduzcan".
Balaam fue el profeta mercenario que amó las riquezas injustas. Representa la unión de la
Iglesia con el mundo, lo cual es equivalente a la corrupción espiritual. La doctrina
de los nicolaítas representa a aquellos que tratan de dominar a la membresía e iniciaron el
negocio del clero. La preponderancia sacerdotal es detestable ante Cristo, quien es
el Gran Sumo Sacerdote.
En el llamado al arrepentimiento tenemos lo que podríamos llamar "el ataque sorpresivo de
Cristo": "Vendré a ti pronto." Y cuando Él venga, la base del juicio será su Palabra. Para los
vencedores habrá "maná escondido" provisto divinamente y una piedrecita blanca de triunfo.
Muchas han sido las interpretaciones que se han dado acerca de la piedra blanca. Se dice
que se daba una piedrecita blanca al triunfador en los juegos olímpicos. Esta llevaba en sí
ciertas distinciones y privilegios. También se daba una piedra como evidencia de absolución y
llevaba inscrito el nombre de la persona absuelta. J. A. Robertson dice que en las cortes de
justicia se utilizaban pequeñas piedras: una piedra negra era señal de que el
reo era condenado, mientras que una blanca era indicación de absolución. La piedra blanca
también era símbolo de amistad: la piedra se quebraba en dos pedazos y cada uno de los dos
amigos se quedaba con la parte que contenía el nombre de la otra persona, en
prueba de unión y comunión permanentes.
El mensaje dado a la iglesia de Pérgamo es muy necesario para la Iglesia de
hoy. "El descuido y las concesiones en cuanto a doctrina y por ende en cuanto a
conducta, hacían indispensable la disciplina en las iglesias," dice G. Campbell
Morgan. "Parece ser que el verdadero enriquecimiento se adquiere a través de restas y no
de sumas."
D. La carta a Tiatira (2:18-29)
Es más que seguro que esta iglesia tuvo su origen en aquella reunión de oración a la orilla
del río en la cual Lidia, nativa de Tiatira, fue convertida cuando el Señor le abrió el corazón
(Hechos 16). Quizá ella misma fuera el instrumento para fundar la iglesia allí a su regreso. En
Apocalipsis l,Juan vio a Cristo como el Hijo del Hombre, pero un Hombre investido con todos
los atributos y actividades de la deidad. Aquí el Mensajero divino se introduce a sí
mismo como el Hijo de Dios, y como tal revela su omnisciencia y autoridad. La descripción
de sus ojos y sus pies, tomada de 1:14, 15, ilustra el aspecto terrible de juicio que El
asume hacia esta iglesia. Los poderes más penetrantes e impresionantes de Cristo están
frente a nosotros
en 2:23, 27, lo cual es un desarrollo del versículo 18.
Afortunadamente, el que "conoce" de grados de importancia, piensa primero en las cosas en
que sobresale esta iglesia. Si aquellos que hacen juicios tan equivocados de los
cristianos siguieran este ejemplo divino, ¡cuan diferente sería el mundo! El servicio, el amor,
la fe y la paciencia son sus virtudes y son justa y equitativamente elogiadas.
Luego viene el reproche por permitir el mal en la iglesia; es un mal personificado en una
mujer real. (La Jezabel del Antiguo Testamento es mencionada como prototipo de esta mujer
en cuanto al pecado.) Esta es la única carta en la que se menciona a una mujer. El nombre
"Jezabel" significa "casta", ¡pero qué contrariedad había entre su conducta y su
propio nombre! La Jezabel del Antiguo Testamento era una mujer
brillante, atrevida e inescrupulosa, quien reconocía a Dios, pero realmente servía a
Baal. En la carta anterior el Señor comparó a los falsos maestros con Balaam, quien les
enseñó a los israelitas a participar
en festivales idolátricos. Ahora los compara con Jezabel, la esposa pagana de Acab,
quien estableció la idolatría en Israel. La forma particular del mal en Tiatira era el
espiritismo: aquella Jezabel afirmaba que recibía revelación divina en sus
actividades ocultistas. Su malvada influencia era multiplicada por el hecho de que
enseñaba e inducía a los siervos de Cristo a que la imitaran.
En esta carta, la más larga de las siete, se da una solemne advertencia a
aquellos que insistentemente toleran y participan en la prostitución espiritual. Si no se
arrepienten, ellos también participarán de la condenación de Jezabel. Pero el Señor es muy
bondadoso, aun con
los más malvados: "Y le he dado tiempo para que se arrepienta." El arrepentimiento
es el camino de salida que Dios ofrece.
A aquellos de Tiatira que no se habían dejado influir por Jezabel y sus fornicaciones (unidas
a sus profundidades satánicas), se les promete tener parte en el reino de Cristo (2:26). Las
obras basadas en la fe ocupan una parte prominente en esta carta (2:19, 26). Las obras de
maldad y las profundidades (2:22, 24) pertenecen a Satanás. La Estrella de la
mañana es Jesucristo mismo y todos los que vencieren tendrán completa posesión de Él. ¡Qué
gran futuro
les aguarda a todos aquellos que tienen a Cristo en su corazón como el heraldo de ese glorioso
día que vendrá, y a todo aquel que venciere! Si somos fieles, sabremos lo grande que será
participar en el reino de nuestro Señor.
Efesios 2:6 nos recuerda que Cristo nos ha hecho participar ya del poder de su
reino celestial, pero el Salmo 2:8, 9, el cual es citado aquí por el Señor resucitado, todavía
espera
su cumplimiento. Cristo es la Estrella de la mañana (22:16), cuya resurrección
anuncia el amanecer de Dios cuando su pueblo se levante con Él. Los lectores de este
mensaje que estén tentados a sucumbir en las profundidades de Satanás, deberían recordar
lo que se dice del diablo en Isaías 14:12, como el lucero caído del cielo. También
nosotros debemos escoger entre lo alto y las profundidades.
Se reserva la autoridad sobre las naciones para todos los verdaderos vencedores,
quienes participarán del reino de Cristo sobre el mundo. Como lo expresa Alexander
Maclaren: "La vida moldeada de acuerdo con el modelo de Cristo es aquella que
es capaz y digna de participar con Él en su reino."
E. La carta a Sardis (3:1-6)
En esta quinta carta parecería como si Cristo estuviera empezando de nuevo. Y Sardis en
realidad marca un notable cambio en la serie.
En las cartas anteriores lo bueno era la regla y lo malo la excepción. Pero aquí en Sardis es
todo lo contrario: sólo un pequeño remanente merecía los elogios de Cristo,
cuyo "yo conozco" consiste ahora en escrutinio y condenación.
Tanto el Espíritu como los líderes espirituales están bajo el control de Cristo y
son sus canales de operación. Toda la plenitud de poder y sabiduría, de las cuales
carecía Sardis, estaban en posesión de Cristo. Aunque esta iglesia parecía perfecta a los ojos
de los hombres,
no lo era ante los ojos de Dios. Tenía un nombre y una reputación en lo que
respecta a organización y ortodoxia, pero se encontraba desposeída de vida espiritual.
¡Tenía obras sin vida!
Dice G. Campbell Morgan: "Es muy probable que existiera en ella conformidad con el modelo
de la Iglesia según Hechos 2:41, 42 en lo que respecta a reglamentos y
adherencia a la doctrina. La forma de adoración y la generosidad estaban libres de
reproche. Pero ante los ojos del Señor todo era un mero andamiaje, como un sepulcro
blanqueado, o como las flores artificiales."
En vista de la segunda venida, la iglesia recibe la exhortación al arrepentimiento. Como un
ladrón, Cristo les quitaría todo lo que poseían si no hacían caso y no se
volvían de su ortodoxia muerta y estéril. Dos veces había sido conquistada la ciudad de
Sardis por no estar alerta. Cristo le dice a la iglesia cual sería el resultado de que
no estuviera atenta a su llegada.
Sin embargo, aún había unos pocos en Sardis que no habían contaminado sus vestiduras y
constituían la manifestación de la justicia en victoria. El nombre "Sardis"
significa "remanente" y viene de una raíz hebrea que tiene el sentido de "aquellos que
escapan o han escapado". En la iglesia de Sardis se podían encontrar unos pocos
creyentes que habían escapado de la contaminación que les rodeaba, que tenían un
nombre al cual hacían honor valientemente, con su vida por Cristo.
¿Estamos nosotros entre los pocos que se han separado para el Señor y
mantienen una perfecta fidelidad a Él? Si es así, entonces también participaremos de las
recompensas que Él tiene para aquellos que son dignos. Debe aclararse que el "borrar el
nombre" (3:5) tiene que ver con la profesión de la fe de la persona, y aquél en quien ha
creído. Compare esto con
13:8; 17:8; 20:15.
Sardis era una iglesia de títeres muertos, que realizaban todas las acciones del cristianismo,
pero producían únicamente obras muertas, porque los miembros no eran animados por la vida
que fluye de Dios. De manera que el Señor les habla como Aquél en quien se
encuentra avivamiento. Él está dispuesto a derramar su Espíritu en su séptuplo plenitud, y
el gobierno
de las iglesias está en sus manos (1:20).
A Sardis se le da un mandamiento similar al que se le dio a Efeso en 2:5. Esta iglesia debía
volverse a aquellas cosas que le habían sido de estima en los primeros tiempos. A la luz de lo
que antes era vida para ella, debía dejar de hacer lo que estaba haciendo actualmente, para
que la chispa de luz que todavía tenía no llegara a morir definitivamente. La condición para
mantenerse con vida era velar, mantenerse despiertos; la otra alternativa eran el sueño de la
muerte y el repentino e inesperado juicio del Señor.
Todo cristiano verdadero tiene la seguridad de que su nombre está en el libro de la vida
(Lucas 10:20). Sin embargo, aquellos que adulteren o falsifiquen la autoridad y veracidad de
la revelación, verán su parte quitada del libro de la vida (22:19). Aquí la palabra
"parte"
significa "herencia." Todos tenemos una herencia o recompensa, que nos puede ser quitada.
La maravilla de maravillas es que Cristo va a confesar el nombre de sus santos victoriosos
delante del Padre y sus ángeles. ¡Y qué gran día será para nosotros si somos
hallados cubiertos de vestiduras blancas, que son la justicia de los santos!
F. La carta a Filadelfia (3:7-13)
Esta iglesia comparte con la de Esmirna la distinción de no ser acusada de ninguna culpa.
Aquí el mensajero divino, quien se manifiesta a sí mismo como el "Santo y
Verdadero", es descrito como el poseedor de la llave de David. Si a alguien se le entregan
las llaves de una ciudad, eso significa que esta persona está investida de libertad y de
privilegios. Y aquí la llave es símbolo del derecho indisputable a entrar y ejercer
toda la autoridad necesaria. Puesto que la revelación como un todo mira hacia el reino,
Cristo hace destacar sus derechos reales como el Señor y Cabeza de la casa de
David. Todas las promesas davídicas serán cumplidas por Él.
La iglesia de Filadelfia es alabada por su fidelidad de acuerdo con sus capacidades. Había
sido fiel en lo poco. Y aunque no parecía de gran importancia a los ojos del mundo a pesar de
su obediencia y su fe, el administrador divino, quien abre y cierra las puertas,
abunda en alabanzas por la manera en que la iglesia de Filadelfia había entrado
por la puerta de la oportunidad que Él había abierto.
Filadelfia es una de las dos iglesias que solamente recibieron alabanzas y aliento; porque sus
miembros fueron fieles, se les dan a realizar nuevos trabajos. Mientras estemos sobre esta
tierra, la recompensa por ser fíeles no es la inactividad sino la entrega de
mayores responsabilidades. Aquellos que se encuentran ya desocupados y sin hacer nada,
deben volver
a la comunión con Dios antes de que Él pueda usarlos. Por esto, el Señor le habla a la iglesia de
Filadelfia como el que abre las puertas de la oportunidad.
Cristo habla de su "poca fuerza" en un sentido no condenatorio. Humanamente hablando, su
fuerza era pequeña, porque ellos eran una pequeña minoría entre judíos y
paganos. No obstante, puesto que su fuerza estaba basada en el nombre de Cristo, ellos
podían entrar por
la puerta abierta. No dice exactamente a qué puerta se refiere.
Consecuentemente, este versículo ha sido muy precioso para muchas generaciones de
cristianos en todas las esferas de servicio en las cuales se han abierto nuevas puertas.
A esta iglesia se le hace la promesa de que será guardada de la hora de la prueba, lo cual
puede significar estar libre de la gran Tribulación. La palabra "de" significa "fuera de" y lleva
en sí la idea de que será guardada fuera de la tribulación (no únicamente a través de ella,
como algunos afirman). No será sino hasta el tiempo en que esta prueba invada a la tierra,
cuando se entenderá o se experimentará la importancia de este mensaje de preservación.
En esta carta también la segunda venida de Cristo es usada como un
incentivo para mantenerse firme. ¡Ojalá estemos determinados a retener nuestra
corona! Los vencedores serán hechos columnas en el templo de Dios. Aunque en la tierra
tienen poca fuerza, serán tallados como pilares fuertes y gloriosos en el cielo y
participarán en la victoria final de Cristo. Entonces, la identificación con el Rey será
completa. Aunque en este mundo no tengan nombre, tendrán un nombre nuevo y
secreto en el cielo. También se promete a los vencedores una completa libertad
en la Nueva Jerusalén: "Y nunca más saldrá de allí." ¿por qué? Porque Cristo es la llave y
guarda a sus santos en eterna seguridad. Todos los que son vencedores, verdaderamente
salvos por gracia, están en el registro de los vivientes, porque son poseedores de vida
eterna.
G. La carta a Laodicea (3:14-22)
Esta última carta es la más triste entre las siete. Contiene la severa desaprobación de Cristo
contra una iglesia apóstata; sin embargo, nos trae una revelación del corazón del Señor como
no puede hallarse en ninguna de las otras cartas. Para describirse a sí mismo, Cristo no utiliza
aquí ningún símbolo. Se declara como "el Amén", un título tan expresivo de su gloria como "el
Verdadero". Como testigo fiel y verdadero, se revela en perfecta armonía consigo mismo. "El
principio de la creación de Dios" indica la autoridad del mensaje de Cristo, el
cual es interpretado en Colosenses 1:15: "Él es la imagen del Dios invisible, el
primogénito (el preeminente) de toda creación." Todo lo que va implicado en estos títulos
había sido negado por los laodicenses, quienes por lo tanto merecían el desagrado y la
condenación de parte del Señor.
El nombre de "Laodicea" viene de dos palabras griegas que significan "pueblo" y "juicio" o
"costumbre". Este nombre implica que la iglesia de este lugar era gobernada
por las decisiones, los juicios y las costumbres de la gente, en lugar de ser gobernada por la
Palabra
de Dios.
El estado de esta iglesia era completamente desfavorable, por lo que no se elogia ninguna
virtud. ¡Cuan trágico es que no existan buenos hechos que permitan elogiar a una iglesia! Por
supuesto, los laodicen-ses poseían cantidades de cosas buenas, cosas que podían decir de sí
mismos. Tenían confianza en sí mismos y se sentían orgullosos y satisfechos. Sin
embargo, para el Señor eran tibios y le causaban náuseas. La primera iglesia había dejado
su primer amor, pero esta última era considerada como tibia.
La iglesia laodicense no estaba cargada de deudas, pues tenía abundancia de
riqueza material; sin embargo, Cristo la declaró miserable y en bancarrota. Aquí
encontramos la expresión "tú eres", refiriéndose a la tibieza espiritual y "tú
dices," refiriéndose a la autocomplacencia (esta iglesia carecía de pasión y de emoción),
y finalmente hallamos el "tú eres" de la terrible e infalible denuncia del Señor. Como
muchas de las iglesias modernas, Laodicea era correcta, pero sin conciencia. El disgusto
que le causaba a Cristo dicho estado se
ve en su forma drástica de tratar a la iglesia: "Te vomitaré de mi boca." El contagio de la
iglesia con el mundo es nauseabundo para Cristo.
Aun para el que lea el Apocalipsis superficialmente, es obvio que el tema básico de
este libro es la segunda venida de Cristo. En su valiosa obra titulada Interpreting
Revelation (Interpretación del Apocalipsis), Merrill C. Tenney hace esta iluminadora
observación:
La creciente inminencia de la venida del Señor se refleja en sus mensajes de corrección a
estas iglesias:
• Efeso: "Pues si no, vendré pronto a ti y quitaré tu candelero de su lugar" (2:5).
•Pérgamo: "Pues si no, vendré pronto a ti" (2:16).
• Tiatira: Retenedlo hasta que yo venga" (2:25).
•Sardis: "Vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti" (3:3).
• Filadelfia: "He aquí, yo vengo pronto" (3:11).
•Laodicea: "Yo estoy a la puerta y llamo" (3:20).
La visión de las siete cartas gira en torno a la segunda venida de Cristo y el efecto que este
suceso tendrá sobre las iglesias. Pero la gracia también se manifiesta en el juicio, porque el
juicio es el resultado del amor de Cristo. Al mismo tiempo que exhorta a la iglesia hacia un
nuevo celo espiritual, está buscando a un hombre, posiblemente de poca importancia para la
iglesia; alguien que esté dispuesto a recibir al Señor. Para tal persona existe
la gran recompensa de participar de la provisión de Cristo y de su trono. El
huésped divino se convierte en el divino anfitrión y prodiga sus dones
gloriosos entre aquellos que voluntariamente vienen y cenan con El (3:20).
En el oro, las vestiduras blancas y el colirio para los ojos, los cuales la iglesia debe comprar
de Cristo según su consejo, encontramos ilustraciones o símbolos que eran conocidos para los
laodicenses, cuya ciudad tenía la fama de poseer tales cosas. (Vea "Las siete iglesias" por Sir
William Ramsey.)
Al final del capítulo 3 nos encontramos con que los santos son arrebatados, mientras que los
practicantes son vomitados. Aunque Juan no describe el rapto, lo da por sentado, puesto que
ya no vuelve a mencionar la palabra iglesia hasta que termina la revelación en sí y llega a las
exhortaciones finales (22:16, 17). En estas cartas a las siete iglesias, el Señor divide
a los miembros en dos clases: los que vencen y los que no vencen. En cada carta hay un
llamado, una advertencia y una promesa:
Un llamado para que se vuelvan al Señor mientras Él se presenta a sí mismo a cada iglesia.
Una advertencia si se desatiende el llamado.
Una promesa si dicho llamado es obedecido.
Desde el 22:6 hasta el 22:21, Juan reanuda lo que ha dejado en los primeros tres capítulos
del libro. Después del capítulo 3 ya no se ve a Cristo entre los candeleros,
sino como Sacerdote-Juez sobre el trono, actuando desde el cielo hasta que regresa a la
tierra.
El séptimo sello contiene las siete trompetas y las siete copas. La séptima trompeta contiene
las siete copas.
Como lo indicamos previamente, algunos expositores bíblicos le dan un sentido "histórico" a
los capítulos 6 al 20 (sugiriendo que los juicios cubren desde la apertura de la era cristiana
hasta el tiempo presente). Pero nuestra posición es que la Iglesia no estará sobre la tierra
cuando estos juicios apocalípticos se derramen, y que están relacionados con los judíos como
nación y con los gentiles también como naciones. Puesto que la Iglesia no es judía ni gentil,
sino "un nuevo hombre" (y por lo tanto no está sujeta a los juicios), se encontrará fuera de la
tierra cuando llegue el día de la visita de juicio. Con este sexto capítulo
empieza la ministración divina del Cordero y no terminará hasta que haya puesto a todos
sus enemigos por estrado de sus pies (Salmo 2).
Una queja muy común en el día de hoy es: "¿Por qué Dios no interviene y hace algo
para remediar el estado pecaminoso y caótico de este mundo?" Si los que hablan en estos
términos leyeran el Apocalipsis, sus preguntas quedarían inmediatamente
contestadas y sus interrogantes acerca de la no intervención divina quedarían
resueltas. Aquí el Señor está a punto de manifestar su mano.
¡Y qué acción será aquella! En los capítulos 4 y 5 se afirma el trono. En el capítulo 6 empieza
a cumplirse la última semana de Daniel (Daniel 9:26, 27). Daniel no fue invitado a subir al
cielo, pero Juan lo fue. Daniel lo vio todo en visiones nocturnas, pero no
comprendió el significado completo de sus visiones. De esta manera, el Apocalipsis
complementa el libro de Daniel. Actualmente, un usurpador controla al mundo, pero ya
pronto viene el día de Cristo. Esta corrupta tierra está lista y madura para el juicio.
Las fuerzas del mal, que por tanto tiempo han permanecido invictas, están ahora
a punto de enfrentarse a su Señor. Los instrumentos humanos y materiales de
venganza ya van a ejecutar la tarea que Dios les ha asignado.
Dios algunas veces podrá parecer muy lento en arreglar cuentas, pero siempre lo arregla todo
al final. Si bien nos parece que los molinos de Dios muelen muy despacio, podemos estar muy
seguros de que ciertamente molerán. Durante este tiempo, El ha estado
extendiendo su gracia para con los habitantes de la tierra. Es lento para
reprender, pero cuando la vara caiga, ¡ay de las hordas de la tierral
Al sonido de las tres últimas trompetas pasamos de lo visible a lo invisible. En las trompetas
anteriores el hombre era visto en su ambiente material y relacionado con cosas vistas por el
ojo humano, pero ahora en esta quinta trompeta ya no estamos en el ámbito material, sino
en el espiritual. Un panorama triste se presenta bajo este juicio, pero lo peor está todavía
por venir. En los versículos que estamos considerando tenemos las
descripciones más horrorosas jamás escritas, concernientes a lo que ocurrirá cuando el
quinto ángel salga para ejecutar su terrible misión.
Aquí también, la estrella que cae a la tierra ha sido identificada de varias maneras. Algunos
dicen que representa a Satanás cuando éste fue lanzado del cielo, o al anticristo, o al falso
profeta, o a algún sistema político o religioso. Por alguna razón, creemos que esta estrella
caída es el anticristo, el instrumento escogido por Satanás para provocar tales
escenas de crueldad y de derramamiento de sangre como las que describe Juan.
A este personaje expulsado "se le dio la llave del pozo del abismo," el lugar de
prisión de los demonios. La posesión de "la llave" significa la concesión de poder y
autoridad para ejecutar muerte. Del humo que sale del abismo sale el más devastador de
los ejércitos de langostas. Por el humo podemos entender el efecto de confusión y
ceguera causado por el engaño satánico. El retrato de la imitación demoníaca
presentado por Pablo en 2 Tesalonicenses 2:9-12 corresponde al poder que Satanás
le confiere a este ejército de langostas.
Las langostas con poder como el de los escorpiones simbolizan aquellas hordas de agencias
diabólicas que traerán venganza sobre los condenados, descritos como "los hombres que no
tuviesen el sello de Dios en sus frentes" (9:4). Así como son sellados los 144,000 de Israel y
por dicho sello son preservados del juicio (7:3,4), son las multitudes gentiles no selladas las
que deberán beber de la copa de la venganza. Como lo explica Swete: "Así como escapó Israel
en Egipto de las plagas que castigaban a sus vecinos, de la misma manera el nuevo
Israel estará exento del ataque de las langostas del abismo."
La descripción de estas langostas está llena de significado. Esta plaga de
langostas está basada en plagas similares en el Éxodo y en Joel, donde se nos
hace recordar la terrible naturaleza de los estragos producidos por las langostas sobre el
reino vegetal. Pero bajo la quinta trompeta, las langostas son símbolo de la
horrible naturaleza del juicio que les sobrevendrá a los hombres. Las langostas reales
devastaron el reino vegetal de Egipto bajo la mano de Moisés, pero aquí vemos un cuadro del
juicio de estas langostas abismales sobre los hombres no sellados.
A las langostas se les dio poder como el de los escorpiones (9:3). Los que viajan al oriente,
donde los escorpiones son muy comunes, les temen a estos animales que se mantienen debajo
de las piedras sueltas y bajo las ruinas y que pican aguda y fuertemente cuando
se los
provoca. Estos escorpiones tienen una apariencia similar a las langostas y segregan
veneno por la cola. Sus terribles armas producen un atormentador dolor, acompañado de
sufrimiento mental y en muchos casos aun de muerte. Los nativos les temen a
sus picaduras por el terrible dolor que provocan. El Señor asociaba a las serpientes y los
escorpiones con el poder
de Satanás (Lucas 10:19).
A las langostas se les dio orden de no dañar la hierba (9:4). ¿Cuál fue la razón
de esta prohibición específica? Dios, como Creador, interviene en las leyes naturales
nuevamente y suspende el hábito natural de las langostas por la comida. Normalmente,
estos insectos se alimentan de hierba, cosas verdes y hojas de árboles. Esta preservación
del mundo vegetal sugiere una protección temporal de los artículos de mayor necesidad.
Bajo la octava plaga egipcia las langostas devastaron toda cosa verde (Éxodo 10:12-15).
Pero ahora sus deseos de consumir cosas verdes están suspendidos y sólo se dedican
a herir a los hombres que no pertenecen a Dios.
A las langostas se les dio poder para atormentar a los hombres por cinco meses (9:5). ¿Por
qué sólo cinco meses? Este límite de tiempo implica que el juicio de esta
trompeta no separará a los inicuos de Dios para siempre y es dada principalmente con el
objeto de advertir
a los pecadores acerca de la condenación final que les aguarda a menos que se arrepientan.
El número específico de meses está igualmente relacionado al tiempo de vida de las langostas
mismas, porque esta es la duración de la vida adulta de dichos animales (desde mayo hasta
septiembre). El tiempo total de su duración normal va en relación con los
límites de la angustia en los hombres. Aquí tenemos un breve pero determinante
período del ay para aquellos designados para la tortura. ¡Qué alivio para los atormentados
al ver que las langostas
no viven más de cinco meses! Durante la actividad de estas criaturas la angustia humana será
tan indescriptible, como imposible su alivio. Será una terrible plaga que carcomerá y que será
temida en extremo. En esos días los hombres buscarán la muerte y no la hallarán (9:6). El
pecado produce tormento, destruye todo el placer de vivir y a menudo hace
que los pecadores deseen la muerte. Pero aquellas fuerzas autorizadas para causar tormento
físico no tendrán permiso para causar la muerte total de los hombres. Esta prevención es un
llamado al arrepentimiento. La muerte sería bien recibida para alivio de los
hombres que sean tan gravemente afligidos, pero huirá de ellos. El suicidio no será posible,
y el poder de matar será retirado de las mismas langostas, pues su función es
únicamente torturar. ¡Qué gran
desesperación tendrán aquellos que deseen poner fin a su angustia quitándose la vida, pero
no lo lograrán!
Las langostas tenían forma de "caballos preparados para la guerra" (9:7). El
pecado trae siempre su propio castigo y siempre hay fuerzas listas para atacar al hombre
cuando peca, como se hace destacar en esta descripción adicional de las
langostas. Como caballos preparados para la guerra, las langostas permanecen en
formación y listas para obedecer el mandato de su rey. Los ejércitos hostiles, especialmente
de caballería, son simbolizados por una invasión de langostas en Jeremías 51:27 y Joel 2. En
Italia y otros países donde abundan
las langostas, éstas son llamadas caballitos, por la forma de sus cabezas, parecidas a las de
los caballos. "Su aspecto, como aspecto de caballos, y como gente de a caballo
correrán" (Joel 2:4).
Las langostas tenían en sus cabezas como coronas de oro (9:7). La característica frase "como
coronas" sugiere una soberanía supuesta. Las "coronas" representan victoria y dominio; el "oro"
denota divinidad. El hombre nunca será capaz de pecar sin tener que sufrir,
porque por decreto divino siempre le será aplicada la pena por el pecado. Una corona
conferida por Dios lucirá sobre la cabeza de Cristo (Apocalipsis 14:14), pero aquí la dignidad
y la pretensión de autoridad real son falsas. Satanás siempre ha sido un imitador de lo real.
Las langostas tenían caras como de hombres (9:7). Aquí aparece nuevamente la
palabra "como". Estos animales no tenían verdaderas caras humanas, sino una mera
imitación. Esta descripción está subrayada con la idea de que el dolor que estas
langostas infligen no es indiscriminado, sino regulado inteligentemente de acuerdo con el
pecado cometido. Las caras con apariencia humana de estas hordas demoníacas sugieren la
inteligencia y capacidad del hombre, lo cual las hará objeto de más terror. Sin embargo,
como les falta la inteligencia humana, no pueden apelar a la razón, sino que son manejadas
mecánicamente.
Las langostas tenían "dientes como de leones" (9:8). ¿Qué cosa sugiere mejor la
idea de destrucción que los dientes de los leones? Cuando el pecado es cometido
con todas las fuerzas, termina por destruir al pecador como si su cabeza fuera molida
literalmente entre
las mandíbulas de un león. El significado de todo este simbolismo es que esas
langostas nacidas del humo del abismo serán crueles, salvajes e implacables en los
tormentos que causarán.
Las langostas tenían corazas "como corazas de hierro" (9:9). Estos agentes
infernales de tortura serán inmunes a la destrucción material. Por carecer de
sentimientos, atacarán sin piedad. Los hombres no serán capaces de defenderse.
Cualquier esfuerzo para hacerlas retirarse resultará inútil. Ninguna arma que el hombre
pueda fabricar será lo suficientemente fuerte para ahuyentarlas. Pero para el hijo de Dios
hay siempre una protección contra todas
las fuerzas de las tinieblas. Pablo se refiere a esta protección como "la coraza de justicia"
(Efesios6:14).
Las alas de las langostas hacían un ruido como de carrozas en batalla (9:9). ¡Qué vivido es el
símbolo en este punto! "El ruido de sus alas era como el estruendo de muchos
carros de caballos corriendo a la batalla." El hombre nunca podrá vencer o hacer que
retrocedan sus merecidos juicios y castigos con la fuerza de sus propias armas, ni será capaz
de evadir dichos juicios o escapar de ellos, porque los ejércitos del terror se lanzarán sobre él
de todas partes. Joel emplea una descripción similar para la desesperación y la resistencia
contra las huestes venideras de destrucción (Joel 2:5).
Las langostas tenían aguijones en sus colas (9:10). Los naturalistas nos dicen
que los escorpiones usan la cola para picar y que el dolor causado por las picaduras de estos
animales
es muy fuerte. En Apocalipsis 9:10 dice además: "También aguijones, y en sus colas tenían
poder para dañar a los hombres." Atraído alevosamente hacia su pecado, sólo
para ser destruido por los dientes del león, el pecador de seguro recibirá también una
picadura como
de escorpión.
Las langostas tenían un rey (9:11). Salomón, uno de los más grandes naturalistas del pasado
nos dice que las langostas ordinarias no tienen rey (Proverbios 20:37). En cambio los horribles
escorpiones descritos por Juan tienen un líder cruel. En Joel aprendemos que las
huestes invasoras no andarán errantes, sino que cada una se dirigirá por la ruta que se le
señale. Las fuerzas destructivas que Juan describe están bajo el control del diablo, quien es
el rey de los
poderes infernales del abismo. Mientras que el anticristo será la personificación de Satanás y
su influencia maligna, el comandante del ejército de langostas es Satanás mismo,
descrito como Abadón y Apolión (nombres que son similares en significado).
Abadón significa "perdición" y es un nombre dado al lugar de destrucción. "El Abadón
(del hebreo, destrucción) no tiene cobertura." Esto es, delante de Dios (Job 26:6). Vea
también Proverbios 15:11.
Apolión es la forma griega que traduce el nombre hebreo y significa "destructor". Satanás es
el rey de estas hordas de langostas y es el espíritu de destrucción que inspira a estas terribles
huestes. Este vivido cuadro retrata a Satanás como "el destructor de los gentiles" (Jeremías
4:7). No únicamente del cristianismo corrompido, sino también del judaísmo apóstata.
Cuan significativa es la declaración "el primer ay pasó". ¡Qué gran alivio será salir de aquella
noche oscura de terrores y tormentos! Pero aquellos que hayan rechazado a Dios no tendrán
tregua; lo peor les aguarda todavía: "He aquí, vienen aún dos ayes después de esto."
En el capítulo que estudiábamos sobre los siete Espíritus de Dios nos referimos brevemente a
estos dos profetas martirizados, que fueron resucitados por el Espíritu de vida.
Ahora los veremos más detalladamente, teniendo en cuenta que estamos pasando de los
adoradores del santuario a los testigos en la ciudad y que, tanto los adoradores
como los testigos, dan testimonio del sacerdocio y de la realeza de Aquél de quien se dijo:
"Se sentará y dominará en
su trono, y habrá sacerdote a su lado" (Zacarías 6:13).
En cuanto al número e identidad de los dos testigos, muchas explicaciones
han sido propuestas. Algunos expositores son de la opinión de que debemos
interpretar a estos dos testigos como un número competente de siervos fieles de
Cristo. El número dos, se dice,
representa testimonio: "Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se
mantendrá la acusación" (Deuteronomio 17:6; 19:15). Por lo tanto, con el número
de testigos lo que se pretendería es que hubiera un testimonio completo y
adecuado. Sin embargo, nosotros rechazamos esta suposición. El lenguaje usado aquí
señala a dos personajes bien conocidos. Los términos son definitivos y enfáticos:
"Mis dos testigos." Por lo tanto, éstos deben haber sido conocidos por lo menos para Juan.
Además de esto, las palabras "testigos" y "profetizar" se aplican de ordinario a individuos, no a
abstracciones.
Los dos inspirados testigos, quienes han de ser resucitados para administrar consolación a los
afligidos, han sido identificados de varias maneras: como Moisés y Elías, Enoc y
Elías, el Antiguo y el Nuevo Testamento, la Ley y el Evangelio, judíos y gentiles, etc. Si los
dos testigos son Enoc y Elías, esto les haría evadir la dificultad de morir por segunda vez,
porque estos dos santos del Antiguo Testamento nunca han muerto y por lo tanto
quizá pudieran ser los testigos muertos por la bestia. (Vea Hebreos 11:5.)
Juan no nos da ninguna clave en cuanto a su identidad, sino simplemente los describe como
testigos, olivos, candeleros, profetas. (Un testigo podría ser el mismo Juan. Vea 10:11.) "Los
dos olivos" nos hacen recordar a Josué y Zorobabel (Zacarías 4:3, 12), quienes ministraron al
pueblo judío, tal como las dos ramas de olivo vertían de sí el aceite en el
depósito de la lámpara. Los "dos testigos" en el período de la tribulación serán como
canales de aceite que alunen taran al remanente, y como símbolos de la paz
venidera. El Espíritu Santo será el aceite que habrá dentro de ellos, el cual hará que su
ministerio de consolación sea posible. Como "candeleros" o "lámparas", estos testigos
deberán dar un testimonio claro y firme. El ministerio de ellos se llevará a cabo a la luz
clara de Dios, porque están en pie delante del Señor de la tierra.
Como portadores de luz típicos, estos testificarán que aquél que ha sido negado por doquier
está ahora a punto de ser reconocido universalmente como el legítimo Rey sobre todos. Como
"profetas" (11:10), predicarán en forma tan fiel que harán que las conciencias de los hombres
sean sacudidas. El pecado con sus consecuencias trágicas es un tema atormentador aun para
las conciencias más duras y cauterizadas. De manera que estos testigos tendrán un ministerio
de tormento por medio de las plagas que podrán infligir y también por el testimonio
que darán en contra de su ambiente humano.
Los dos testigos deberán profetizar vestidos de cilicio. Esto es, con un vestido de acuerdo
con su mensaje (Mateo 11:21). El cilicio era el vestido que usaban los profetas
cuando llamaban al pueblo a arrepentirse de sus pecados. Su apariencia externa iba de
acuerdo con sus palabras (Joel 1:13; 1 Reyes 20:31). Puede ser que el vestido de cilicio de los
testigos sea una expresión clave, para conectar este episodio bajo la sexta
trompeta con el sol ennegrecido como tela de cilicio (en un acto de justa retribución
contra los apóstatas que rechazan la justicia de Dios), bajo el sexto sello (6:12).
Los días de su profecía, o predicación bajo la inspiración del Espíritu (un mensaje de juicio
contra los apóstatas) serán mil doscientos sesenta. En estos días ellos ejecutarán su misión
profética. La duración de su misión ya está establecida. No darán un testimonio intermitente.
Predicarán todos los días hasta que el período aludido se termine. Según creemos, cubrirá la
última mitad de la semana de Daniel, o la gran Tribulación propiamente dicha.
También es evidente que a estos testigos se les otorgará un poder ilimitado.
Estarán capacitados para realizar milagros "cuantas veces quieran" (11:6) y
aplicar con juicio inexorable su misión sobre los rebeldes (Salmo 68:18). Estos testigos
repetirán los milagros que Moisés y Elías realizaron contra la esclavitud y la apostasía.
Tal como lo hizo Elías, la lluvia será detenida (Santiago 5:17, 18) y como lo hizo Moisés,
las aguas se convertirán en sangre (Éxodo 7:17),
Pero los dos predicadores vestidos de cilicio serán "inmortales hasta que su
trabajo haya terminado". La garantía inmediata del cumplimiento de su misión se indica
con las frases "si alguno quiere dañarlos", "si alguno quiere hacerles daño" y
"cuando hayan acabado su testimonio". Profetizarán en Jerusalén, el centro de interés
profetice y político durante los últimos tres años y medio de la Tribulación y serán
invencibles hasta que hayan terminado su dinámica y espectacular tarea.
La conclusión del ministerio profético de los dos testigos les vendrá a través de una muerte
violenta. "Acabado su testimonio" es una frase en la que se usa el mismo verbo usado en la
descripción del final del ministerio de Pablo, también por muerte violenta. "La
bestia (o bestia salvaje, como aparece en el original) sube del abismo." Sólo el
anticristo, quien es mencionado aquí por primera vez en el Apocalipsis, encaja en
este cuadro. Esta bestia es descrita detalladamente en Daniel 7:8, 11 y Apocalipsis 13:1,
prueba innegable de la unidad
de las Escrituras. El triunfo de esta bestia, quien excede en crueldad y blasfemia a
toda maldad que haya aparecido jamás sobre la tierra, evidentemente es total, porque logra
callar
y matar a los dos testigos. Todo el martirio y la masacre de santos de todas las generaciones
alcanzan su punto cimero aquí. Con la muerte de aquellos testigos revestidos de poder divino,
aparecen fuerzas brutas para triunfar sobre la verdad y la justicia.
Para aumentar la humillación y el menosprecio hacia los dos testigos, se permitirá que sus
cuerpos permanezcan en la calle un número de días igual al número de años que
duró su ministerio. Por tres días y medio los espectadores se regocijan al ver los
cadáveres de los testigos con un deleite infantil y diabólico a la vez.
Los nombres "Sodoma y Egipto" se aplican a Jerusalén para simbolizar la opresión
y la esclavitud. "Sodoma" representa la inmundicia y la maldad (Génesis 18:20, 21;
Judas 7; 2
Pedro 2:6-8). "Egipto" fue la nación donde Israel fue oprimido.
La jubilosa celebración por haber cesado las actividades de los dos profetas fue universal; los
términos "pueblos, tribus, lenguas y naciones" indican la cuádruple distribución de la familia
humana. Los hombres se envían regalos entre sí como si se tratara de un alegre festival. La
causa del regocijo público es la muerte de la verdad. Sin embargo, la venganza divina estaba
a la puerta. Pronto, el regocijo sería reemplazado por el remordimiento. El día de la risa de
Dios estaba por llegar.
El envilecimiento público ahora cede el paso a la vindicación pública. El Espíritu de vida de
parte de Dios hace revivir los huesos muertos de los testigos y entre los espectadores cunde el
pánico. Muchas similaridades pueden trazarse con los huesos secos de Israel (Ezequiel 37:10,
11; Oseas 6:2) y la resurrección de nuestro Señor después de tres días.
La ascensión de Cristo tuvo lugar en presencia de sus amigos (Hechos 1:9). Y lo mismo ocurrió
con Elías (2 Reyes 2:11). Pero la ascensión de estos dos testigos resucitados se llevó a cabo a
plena vista de sus enemigos. (Compare 11:12 con 4:1.) Ahora, la justicia
retributiva se derramará muy pronto sobre el pueblo y la ciudad para el
malicioso y perverso derramamiento de la sangre de los dos testigos. Un
terremoto, calificado como "grande" debido a la asombrosa destrucción que ocasiona, al
hacer que se derrumbe la décima parte
de la ciudad y que siete mil personas pierdan la vida. En el número partitivo
"décimo" tenemos la idea de juicio completo, porque el diez es símbolo de perfección
en cuanto al orden divino. En los siete mil muertos vemos la lista negra de Dios. Estos
hombres estaban designados ya como muy merecedores del justo castigo de Dios.
En forma de contraste, recordemos a los siete mil que Dios había reservado para sí mismo
en Israel (1 Reyes 19:18).
En este número definido de la gente que perece nos encontramos con los dos
números
perfectos y comprensivos siete y mil, que implican así la destrucción plena y total de los no
arrepentidos.
Haciendo un resumen del valiente ministerio de los dos testigos, vemos que
declaran que Cristo, a quien los impíos habían rechazado, es el Señor de toda
la tierra. Denuncian severamente la iniquidad humana, por lo cual incurren en
el odio de los pecadores. Proclaman el carácter justo del Juez, haciendo ver a la gente
la justa retribución que estaba por llegarles, deplorando las blasfemas pretensiones de la
bestia salvaje y predicando contra Jerusalén (la cual, aunque santa según el
propósito de Dios, está corrompida y en destrucción).
De "los demás" (es decir, los israelitas que habían sobrevivido) se dice
que están aterrorizados y dan gloria al Dios del cielo, a donde son llevados los dos testigos.
Después de tanto, el Dios del cielo es reconocido también como Dios de la tierra.
Septima Trompeta (11:15-19)
Ahora llegamos al tercer ay el cual corresponde a la última trompeta. El seis está muy cerca
del siete, pero no lo alcanza. Los juicios mundiales se terminan en el seis, pero para cuando
el siete queda cumplido, todos los reinos mundiales pasan a poder de Cristo. El número seis
es el número del mundo cuando éste es dado al juicio. Es la mitad de doce, el número de las
tribus de Israel y también de los apóstoles, así como tres y medio es mitad de
siete, el número de la plenitud divina.
Los expositores que afirman que la Iglesia continúa a través de la mayor
parte del
Apocalipsis, conectan esta última trompeta con la que Pablo menciona en 1 Tesalonicenses
4:16 y 1 Corintios 15:51, 52. De esa manera, se dice, el rapto de la Iglesia coincide con el
retorno de Cristo, ocurrido en este momento. Pero Donaid G. Barnhouse ha refutado con toda
habilidad esta interpretación.
El doctor _ _ _ _ _ _ es muy conocido por sus meditaciones profundamente espirituales. . . y
ahora ha escrito un libro tratando de interpretar el Apocalipsis.
Desafortunadamente, su interpretación gira en torno a la teoría de que el rapto de la Iglesia
tendrá lugar a la mitad de
la septuagésima semana de Daniel, y no al principio de ella. El ha explicado, por supuesto, la
falacia de la teoría post-tribulacionista, pero creemos que comete un gran error y que su libro
pierde casi todo su valor por el hecho de colocar el rapto en el capítulo 10 del Apocalipsis y
no al principio del capítulo 4. Su error se hace mayor cuando trata de hacer que la trompeta
de 1 Corintios 15:52 concuerde con la séptima trompeta de la serie apocalíptica. Pregunta:
"¿Qué quiere decir 'última trompeta'? 'Ultima' puede significar una de estas dos cosas: última
en relación con el tiempo, o última en secuencia." Sin embargo, el doctor _ _ _ _ _ _ no se ha
dado cuenta de que "última" puede significar una tercera cosa, es decir, última en cualquier
serie. Tanto Malaquías como Apocalipsis son "últimos" en la Biblia. Deuteronomio también es
último e igualmente el evangelio de Juan. De manera que, así como puede haber
muchos "últimos" libros (el significado debe ser interpretado de acuerdo con el contexto), así
también
la trompeta final para reunir a la Iglesia y la última de las siete trompetas de los juicios son
dos cosas completamente diferentes.
La bestia había subido del abismo para perpetrar su obra mortal y ahora Cristo desciende del
cielo para asumir su gran poder como el bendito y único Potentado. ¡Qué
escena tan dramática la que se nos presenta dentro del panorama de Dios
para el futuro y los acontecimientos finales!
En cuanto al ángel que toca la séptima trompeta, algunos escritores opinan que se trata de
Gabriel, cuyo nombre está compuesto de Él ("Dios") y Geber ("hombre fuerte")
y quien precisamente anunció a María el advenimiento del poderoso Dios-
hombre. Sería muy apropiado que este arcángel anunciara también el triunfo final del
Cristo de Dios.
Las grandes voces en el cielo están en contraste con el silencio en el cielo de 8:1. Resuenan
abundantes alabanzas de triunfo por el establecimiento de la soberanía del cielo
sobre la tierra en forma visible, la cual cuando se ha ejercido en forma invisible,
siempre ha sido rechazada por los gobernantes de la tierra hasta este momento. Es la
expectación anticipada por el Reino (antes que su verdadero establecimiento) lo que motiva
el regocijo celestial en este pasaje.
Esta séptima trompeta se asemeja al séptimo sello en el sentido de que no se anuncia ningún
juicio inmediato. No se registra ninguna cosa como resultado inmediato del toque
de la trompeta. Simplemente se nos da un resumen de las fases finales, que nos lleva al
portal de
la nueva creación. El establecimiento del reino universal se da como un hecho, como puede
apreciarse en las palabras de 11:15: "Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor
y de su Cristo."
Y por supuesto, esta es la lección cumbre del Apocalipsis. La absoluta soberanía de Cristo es
la segura y gloriosa consecuencia del conflicto de toda una era. El Señor no quiso compartir
con Satanás el gobierno del mundo y ahora está a punto de ejercer sus derechos soberanos y
reinar como emperador mundial. La tierra está por entrar a sus últimos dolores de agonía y
pronto llegará el amanecer del milenio sobre ella, con Cristo como Rey de todos. ¡Su benéfico
gobierno producirá un feliz contraste con los sistemas de gobierno pasados y presentes! Un
reino universal cubrirá todo el globo, teniendo a Cristo como único Monarca.
Una perspectiva tan sublime como ésta demanda la adoración de parte de los ancianos. Una
actitud de profunda adoración es su respuesta a las jubilosas voces celestiales.
Sigue una doxología en la cual los veinticuatro ancianos glorifican a Dios y a Cristo por
haberse unido para tomar el reino. Walter Scott llama la atención al hecho de que hay siete
doxologías en el curso de estas visiones apocalípticas, de las cuales ésta es una. Son
introducidas solamente en ocasiones de profundo interés: 5:12-14; 7:12; 11:15; 12:10-12; 14:2,
3; 15:2-4;19:1-3.
La ira del cielo será tan fuerte como lo ha sido la de la tierra. Se observa
un temible progreso en estas palabras, porque la desatada furia de las naciones será
aplastada por el enojo divino. Observe la diferencia que hay en los tiempos de los
verbos: las naciones se airaron, mientras que la ira de Dios ha venido. ¡Cuan
insignificante es la impotente ira del hombre puesta aquí frente a frente con la ira de Dios!
(Vea Éxodo 15:9-16; 2 Reyes 19:26, 28; Salmos 2 y 99:1, pasajes en los que se hacen alusión a
esta doble ira.)
El "juicio" al cual se hace referencia en 11:18 es el juicio de los incrédulos. Ahora se nos lleva
hasta la conclusión del reino, con el gran trono blanco. Entre los muchos juicios, estos cuatro
deben destacarse:
El juicio de la tierra durante todo el curso de su historia (Hechos 17:31).
El juicio de los creyentes en la "bema" (1 Corintios 3:12-15).
El juicio de las naciones al principio del reinado de Cristo (Mateo 25:32).
El juicio de los muertos impíos al final del reinado de Cristo (Apocalipsis 20:11, 12).
Se otorgarán recompensas a todos los santos de Dios que las merezcan. En el reino habrá una
variedad de grados y posiciones de honor. Si bien habrá reposo y gloria para todos los santos,
se otorgarán coronas especiales únicamente a aquellos que las hubieren
ganado. Los creyentes fieles de todas épocas de la historia de la Iglesia
serán generosamente recompensados.
La retribución aguarda a todos los destructores. Satanás, la bestia. El falso profeta y todos
aquellos que los hayan seguido, deberán recibir la recompensa que merecen sus iniquidades
(Daniel 7:14-18; Lucas 19:27; Apocalipsis 16:5-7). Les llegará la destrucción a
todos los destructores. Es aquí donde podremos entender muchos de los salmos
imprecatorios.
"El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo" (11:19).
Este "templo" es una señal de que Dios estará haciendo suyos la causa y los intereses de Israel
y que será en el cielo donde estará ocupado con su pueblo, que para entonces estará en la
tierra. El arca de su pacto es un símbolo de la presencia de Jehová entre su pueblo terrenal y
su fidelidad inmutable hacia ellos. Dios se acordará de su pacto con Israel.
Es interesante observar las siete grandes "aperturas" que hay en Apocalipsis:
1. Una puerta es abierta en el cielo (4:1).
2. Los sellos son abiertos (6:1-9).
3. El abismo es abierto (9:2).
4. El templo de Dios es abierto (11:19).
5. El tabernáculo del testimonio es abierto (15:5).
6. El cielo es abierto (19:11).
7. Los libros son abiertos (20:12).
Los juicios de las trompetas concluyen con una acción de juicio sobre toda la tierra. Aquí es
donde aparece la tormenta de ira divina que se ha originado en el cielo. Por la combinación
de elementos destructivos se indica juicios cortos, severos y decisivos. Las fuerzas naturales
son desencadenadas por su Creador para aplicar su justa ira sobre todos los que insisten en
resistirse a su mensaje. Dios opera ahora en terrible poder y majestad. A través de la séptima
trompeta aprendemos que las advertencias de Dios son perfectas y completas, para que el
hombre no tenga ninguna excusa cuando la condenación final e irreversible caiga sobre él.
Cristo El anticristo
F. Su separación o santidad
En 14:4, 5 se nos da una maravillosa descripción de la vida y el testimonio de esta
parte victoriosa de Judá, los que han salido de la gran Tribulación y están ahora de pie
triunfantes con el Cordero en el monte de Sión, el asiento del reino y de la gracia soberana.
Han pasado a través de una terrible prueba. La más vil corrupción, la idolatría pública, el
orgullo vanidoso,
la blasfemia irreverente y la más escandalosa iniquidad los han estado circundando.
Sin
embargo, al igual que los judíos de Sardis, estos 144.000 logran escapar con sus vestidos no
contaminados.
Eran vírgenes. Esto debemos entenderlo en sentido espiritual (Mateo 25:1), en contraste con
la iglesia apóstata (14:8), la cual era espiritualmente una "ramera" (17:1-5; Isaías
1:21 en contraste con 2 Corintios 11:2; Efesios 5:25-27). El hecho de que "no se
contaminaron con mujeres" significa que ellos no fueron extraviados de la fidelidad al Señor
por los tentadores, quienes en conjunto constituyen la ramera espiritual. William Neweil
sugiere que estos son "nazarees completos para Dios en cuanto a sus relaciones
con las mujeres". Pero una interpretación de esta naturaleza restringiría esta
compañía descrita al sexo masculino solamente. ¿No implica el lenguaje usado que los
144.000 representan a aquellos que vivieron
y anduvieron en pureza espiritual en un mundo entregado a todo lo vil? "se conservaron a sí
mismos limpios del mundo." El amor virginal — un afecto de todo corazón por el Cordero —
era su actitud, entre tanto que el resto de los moradores de la tierra seguían a la bestia. Ellos
experimentaron una separación completa e inexplicable de sus pecaminosos contornos. Eran
almas vírgenes, revestidas de pureza inmaculada.
Seguían al Cordero. Estar cerca del Cordero en el monte de Sión era la
recompensa apropiada por su lealtad a El mientras estaban en la tierra. Por todos
lados los rodeaban aquellos que habían andado tras la bestia y su falso profeta, pero la
obediencia de los 144,000 era tan completa e indudable como su absoluta separación del
mundo. Habiendo seguido al Cordero en su rechazo, ahora participan de su reino. El
verbo "siguen" está en el tiempo presente, lo que indica una obediencia incesante.
Eran las primicias. Si bien es cierto que aquí se usa un lenguaje similar al que se
usa en cuanto a la iglesia, no debemos confundir las "primicias" aquí mencionadas con los
redimidos que formarán la nueva creación. "Primicias para Dios y para el Cordero"
son palabras del reino, no meras palabras de salvación. Por haber sido "redimidos de entre
los hombres", estos
144.000 constituyen una compra simbólica — una prenda — de entre los hombres para el reino
de los cielos sobre la tierra. Ellos representan una demostración de lo que será la cosecha
plena y final.
Eran sinceros. En varias versiones antiguas se lee la palabra "falsedad" en el versículo 5, "Y en
sus bocas no fue hallada mentira." Las falsas maravillas y las mentiras caracterizarán los días
del anticristo. "La mentira" (que Satanás es dios y que la bestia es su cristo y que por lo tanto
debe ser adorada) fue aceptada generalmente, pero en las bocas de los 144.000
no fue hallada ninguna mentira. Ellos eran veraces en palabra y en hechos. A pesar de la
más feroz persecución, confesaron al verdadero Mesías (1 Juan 2:21-27) y
permanecieron fieles a su Palabra.
Eran sin mancha. En su conducta externa y en su modo de ser ante los hombres, estos santos
eran sin falta alguna en la tierra. Varias versiones omiten las palabras "delante del trono de
Dios". Este apropiado y condensado epítome de su carácter y de su vida práctica se refiere a
su vida sobre la tierra. Se negaron a acatar los edictos de la bestia en lodos los aspectos. En
lo que respecta a la sinceridad de su fidelidad al Cordero, no tenían defecto alguno. No es
que fueran absolutamente intachables en sí mismos; sin embargo, así fueron
reconocidos sobre la base de la justicia del Cordero, el único en quien ellos confiaban y a
quien seguían y servían con toda fidelidad. ¡Cuánta alegría les da este remanente a Dios y al
Cordero!
2. El primer ángel y su Evangelio (14:6, 7)
Ahora llegamos al testimonio público de Dios por medio de seis ángeles contra el reino del
anticristo y en relación con el inminente juicio que éste se merece. La expresión "otro ángel"
implica una nueva escena en este drama revelador, cuyos acontecimientos coinciden con la
aparición de cada ángel (7:2; 8:3, 13; 10:1). Este ángel-evangelista en particular fue
visto "por en medio del cielo", lo cual significa que fue visto y oído por toda la gente de la
tierra. Otro ángel había sido visto anteriormente volando "por en medio del
cielo" (8:13) y anunciando ayes, mientras que éste anuncia gozo. Este ángel que volaba
por en medio del cielo era un mensajero de misericordia y manifestaba la
gracia en medio del juicio. Representaba el último llamado al arrepentimiento para los
que moran en la tierra.
A. Un anuncio feliz
No debemos olvidar que este ángel no viene proclamando condenación sino Evangelio, lo cual
significa buenas nuevas. Anuncia las buenas nuevas del sempiterno reino de Cristo, el cual
empezará inmediatamente después del juicio sobre las fuerzas del mal (anunciado
como inminente en 14:7). Mientras que por una parte los predicadores humanos del
Evangelio del reino serán judíos convertidos, por la otra, habrá también ángeles que
serán comisionados para llevar a todos los rincones de la tierra providencialmente la
declaración de las buenas nuevas durante los últimos días de la semana profética.
En un lenguaje inconfundible, este poderoso ángel apremia a todos los humanos para que se
aparten de la bestia y vuelvan a Dios. La hora del juicio divino ha llegado y los hombres deben
arrepentirse de su crasa idolatría si no quieren sufrir la ira de las copas.
Aquí nos encontramos con un llamado urgente a temer a Dios, lo cual es el principio de la
sabiduría, y
a darle gloria a El en lugar de dárselas a la bestia y a su imagen. El Creador de todas las cosas
reclama por última vez la adoración. Así como la raza humana se describe en cuatro fases —
naciones, tribus, lenguas y pueblos — así también la creación es designada aquí en
cuatro términos: cielo, tierra, mar y fuentes.
B. Una gran audiencia
El ángel que volaba en medio del cielo predicaba su evangelio sobre toda la tierra y toda
clase de gente escuchaba su mensaje. No se nos dice, sin embargo, si hubo algún
tipo de respuesta al llamado angelical. Nuestro Señor declaró que algunos estarían tan
abandonados
en su rechazo de Dios que no creerían ni aun cuando alguien se levantara de los muertos y
fuera a ellos con un mensaje de gracia. Un gran predicador como Noé tuvo poco éxito en que
las multitudes se percataran del juicio que vendría. Los humanos, absortos en sus
propias cosas, siguieron viviendo en sus maneras corruptas hasta que vino el diluvio y se los
llevó a todos.
3. El segundo ángel y la caída de Babilonia (14:8)
La prominencia de los ángeles en este capítulo indica que ellos desempeñan un
papel de primera importancia en la economía u orden providencial y gubernamental no sólo
antes, sino también durante el reino milenial de Cristo. En 14:8 aparece
un prefacio de los acontecimientos que están a punto de ocurrir. Este es un anuncio
preliminar y preparatorio del juicio descrito en los capítulos 17 y 18. La destrucción de
Babilonia es celebrada en el cielo, donde el juicio se considera como ya consumado.
La intensidad de las palabras en la repetición "ha caído, ha caído" no es un mero hebraísmo,
sino habla de un doble juicio. Babilonia va a ser destruida no sólo como sistema, sino también
como ciudad. La expresión "ha caído" considera la caída de Babilonia como una destrucción
segura. Desde el punto de vista del cielo. Babilonia ya ha caído, aunque su destrucción real
no ha ocurrido todavía.
El babilonianismo, como lo demostraremos detalladamente más tarde, representa un vasto
sistema que esclaviza a los cristianos profesantes. Está caracterizado por el orgullo mundano,
la idolatría y el adulterio espiritual. La razón por la cual cae Babilonia se expresa en estas
palabras: "Porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación." El
vino de la ira de Dios es la consecuencia de esta fornicación de Babilonia. Debido a que ella
ha embriagado a las naciones con el vino de su fornicación, ella misma será embriagada con
el vino de la ira de Dios. Aquí se nos da el cumplimiento final de Isaías 21:9: "Y he aquí vienen
hombres montados, jinetes de dos en dos. Después habló y dijo: Cayó, cayó Babilonia; y todos
los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra."
William Neweil dirige su atención hacia los tres distintos elementos de esta terrible frase:
vino, ira y fornicación. El vino de Babilonia:
"Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino
bebieron los pueblos, se aturdieron, por tanto, las naciones" (Jeremías 51:7). La
ira de Babilonia: "Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del
vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío" (Jeremías
25:15).
^fornicación de Babilonia: "Porque todas las naciones han bebido del vino del furor
de su
fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se
han enriquecido de la potencia de sus deleites" (Apocalipsis 18:3). Los reyes de la tierra han
cometido fornicación con ella. La ardiente ira de Dios, reservada a través de los siglos, está
ahora a punto de desatarse sobre la corrupción acumulada.
4. El tercer ángel y la condenación (14:9-12)
La terrible condenación para los adoradores de la bestia, tal como se anuncia en
estos versículos, es temible en extremo. Un juicio inigualable en su severidad, y en proporción
con
las maldades y la horrenda iniquidad que se ha practicado abiertamente, está ahora a punto
de derramarse. Con gran voz, este tercer ángel anuncia el interminable tormento que han de
sufrir todos aquellos que han seguido a la bestia.
A. La adoración de la bestia
En seis distintas partes del Apocalipsis se describe la adoración de la bestia, el
diablo encarnado, como dirigida a su imagen. Cristo vino como "el resplandor de su gloria (de
Dios),
y la imagen misma de su sustancia" (Hebreos 1:3). Pero ahora les sobrevendrá un tormento
inagotable a todos los que han escogido deliberadamente al falso cristo de Satanás,
quien ordenaba a todas las gentes de la tierra que adoraran a su imagen. Esta retribución
justa e inevitable tendrá que ser individual. La justicia retributiva será aplicada por igual a
cada una
de las personas que han seguido a la bestia y que llevan su marca.
B. La ira de Dios
No será permitida ninguna circunstancia de alivio. Con una fuerte voz, para que
todos puedan oírlo, el ángel declara que el derramamiento de la ira va a ser sin ninguna mezcla.
A.
R. Fausset escribe: "El vino era mezclado con agua con tanta frecuencia que en griego se usa
la expresión 'mezclar vino' en igual sentido que 'echar vino'; pero este vino de la ira de Dios no
se diluye; no hay ni una gota de agua que pueda enfriar su calor. Nada de gracia o esperanza
se mezclará con él. Esta terrible amenaza puede elevarnos sobre el temor a las amenazas de
los hombres. Esta copa de vino puro ya ha sido mezclada y preparada para Satanás
y los seguidores de la bestia."
C. El lamento de los condenados
El fuego y el azufre son símbolos de una inefable angustia (Isaías 30:33; Apocalipsis 20:10) y
este castigo eterno va a ser aplicado a los impenitentes o no arrepentidos. "El azufre," dice
William Neweil, "es la sustancia más terrible. . . en su acción sobre la carne humana, en el
tormento que produce al tener contacto con el cuerpo. Cuando se combina con el fuego, el
azufre es una absoluta agonía, una angustia indescriptible. Y ese es su propósito, porque esa
será la ejecución de la venganza divina ilimitada."
El tormento eterno de los adoradores de la bestia queda descrito en el terrible lenguaje de
14:11: "El humo de su tormento sube por los siglos de los siglos." Se hace mención ahora de
una multitud entera: "su tormento." La angustia será continua e interminable. La expresión
"por los siglos de los siglos", con el sentido de "edades eternas", se usa en el Apocalipsis para
hablar de:
La existencia eterna de Dios (4:9, 10; 5:14; 10:6; 15:7).
La gloria eterna del Cordero (5:13).
El reino eterno de los creyentes (22:5).
El castigo eterno del diablo (20:10).
El castigo eterno de los perdidos (14:11).
Para aumentar el dolor de los atormentados, existe el hecho de que no tendrán "reposo de
día ni de noche". No podrán morir ni dormir. Habrá tormento para ellos día y noche (20:10);
no podrán buscar tregua ni alivio a su angustia. Tan interminable horror y tan
incesante
agonía aturden nuestra comprensión. ¡Que Dios nos dé gracia y poder para persuadir
a los pecadores para que se libren del inevitable y eterno castigo que aguarda a todos los
que no están cubiertos con la sangre del Cordero!
Sumándose al horror sentido por los inicuos, está además el hecho de saber que los santos
ángeles y el Cordero los están observando. Esto intensificará lo repugnante que resultará la
maldición. Estos testigos santos que presenciarán los tormentos de la condenación no estarán
regocijándose acerca de los sufrimientos por los que pasarán los condenados. Su presencia allí
solamente indicará la terrible y santa aprobación de la sentencia divina. Los santos ángeles,
una vez testigos de los espantosos actos de maldad de la bestia y sus
seguidores, ahora presenciarán la venganza de Dios. Cada una de las personas atormentadas
estará consciente
de que los ángeles están observando su angustia. También los observará el Cordero, a quien
ellos una vez menospreciaron y cuya sangre rechazaron perversa y
maliciosamente. La asociación de los santos ángeles con el Cordero indica que
operan conjuntamente en la ejecución de la venganza del Dios santo.
D. El bienestar de los santos
En contraste con los rebeldes que se han buscado su propia condenación
tenemos a los pacientes escogidos de Dios, quienes claman ser librados del
adversario (Lucas 18:1-8). La doble marca del remanente fiel en un período de
inigualable tribulación es el guardar los mandamientos de Dios y mantenerse en la
fe de Jesús. Ahora su fe y su paciencia son recompensadas abundantemente.
5. El cuarto ángel y su bienaventuranza (14:13)
¡Qué agradable alivio el que trae esta bienaventuranza! Viene como una tregua en medio de
tanto juicio y tormento. Nos detenemos y respiramos aire fresco después de que se nos ha
revelado tan indecible tormento. Pero tan pronto como dejamos esta bella descripción del
eterno reposo de los santos, nos encontramos nuevamente en la terrible atmósfera de ira y
venganza.
La meditación de Juan fue interrumpida por la orden de escribir. La bienaventuranza de los
fieles debía ser registrada y conservada para siempre. Lo que el apóstol dejó escrito, debe ser
atesorado en el corazón. La orden de escribir se repite doce veces en el Apocalipsis
para indicar que todas las cosas a las cuales este libro se refiere son asuntos de gran importancia.
Aunque el mensaje que Juan escuchó tiene aplicación para todos los santos,
tiene una relación muy especial con aquellos que han de ser martirizados por
su fe. En muchos manuales para ceremonias fúnebres se da este alentador versículo
como uno de los pasajes escritúrales apropiados para la recitación en el sepelio de los
cristianos. Sin embargo, en esta bienaventuranza se tiene en consideración una clase
especial de santos mártires en un período particular de la historia humana. "De aquí
en adelante" es una expresión que indica
un fin inminente, y que se está a punto de entrar a la bienaventuranza expresa.
El tema central es el martirio bajo la bestia. Todos los que mueran en el Señor,
es que estaban dispuestos a morir por el Señor.
Pero después de todas estas torturas que sólo la bestia es capaz de inflingir a aquellos que no
le quieran rendir adoración, vendrá el descanso. Llegará a través de la muerte.
Para los adoradores de la bestia no habrá descanso de día ni de noche; en cambio, para los
que sean fieles hasta la muerte, habrá vida y descanso eterno. El descanso de los
trabajos, de las preocupaciones y de la oposición satánica no incluye el descanso de la
actividad para aquellos que pasan del martirio al cielo. El lugar de descanso no será un
lugar de pereza, sino que ofrecerá la forma más sublime de servicio espiritual.
Todos los creyentes que no tienen oportunidad de trabajar aquí o que no son apreciados
en su servicio cristiano aquí en la tierra serán ampliamente utilizados por el Señor en el cielo.
6. El quinto ángel y la siega (14:14, 15)
El Armagedón está a punto de empezar y se nos da aquí un breve resumen que es amplificado
en los capítulos que siguen. Para introducir este pasaje, Walter Scott escribe: "El juicio divino
está a punto de barrer a la inicua tierra con la escoba de la destrucción para limpiarla del
mal. La siega y la vendimia son figuras familiares empleadas para expresar las
últimas operaciones de Dios. La primera representa el juicio por discriminación; la segunda se
refiere
a la ira indiscriminada. En la siega, el trigo es separado de la cizaña. En la vendimia, la cizaña
queda sola en la escena profética y es sujeto de la justa venganza del Señor."
A. El segador de la cosecha
El segador celestial a quien Juan vio, no cabe duda de que era el Señor Jesucristo, quien es
designado aquí como "el Hijo del Hombre". Bajo este título es como Cristo trata con el estado
de cosas que hay sobre la tierra y juzga a los inicuos (Mateo 25:31-33; Juan 5:22-27). Debido a
su relación con la raza humana, Cristo pone en ejercicio todas aquellas características que lo
capacitan para el dominio universal.
Para introducir la visión del segador, Juan utiliza otro "he aquí", ya que está a
punto de tratar sobre asuntos de interés especial. El primer objeto en atraer la atención
del apóstol fue una nube blanca, lo cual es algo muy familiar en las tierras mediterráneas.
Esta nube era similar a la nube resplandeciente de la transfiguración de Cristo
(Mateo 17:5). Las nubes simbolizan la presencia divina (Ezequiel 10:4; Apocalipsis 10:1). El
color blanco constituye un color prominente en Apocalipsis e indica la pureza y la absoluta
justicia del segador en sus acciones.
El Creador de todas las nubes está sentado sobre una nube blanca. Con una
nube como carroza, el Señor se dirige a su cruel tarea. El estar sentado sobre lo blanco
sugiere calma y juicio deliberativo. Con la debida precisión, el segador recoge su cosecha.
La corona de oro que lleva sobre su cabeza es una guirnalda de victoria, y no su diadema de
Rey. La victoria completa de Cristo se describe en detalle en 19:11-21, cuando
muchas coronas ceñirán su frente. Su dignidad y sus derechos reales son sugeridos por sus
coronas de oro — "como coronas de oro" (9:7) — pero la corona de oro de Cristo expresa la
justicia divina
en sus acciones victoriosas y no se trata de meras imitaciones de coronas. El hecho de que
estas coronas le son conferidas por Dios, hace que ejerza autoridad real.
La aguda hoz que está en la mano del segador celestial es un símbolo de sus derechos sobre
la siega. La ley mosaica ordenaba: "No aplicarás hoz a la mies de tu prójimo." Cristo con su
hoz quiere decir que El segará el campo sobre el cual tiene autoridad. Lo "agudo" de la hoz
indica que la acción de la siega será hecha de prisa y será completa. Es muy significativo que
el emblema nacional de la Unión Soviética esté formado por el martillo y la hoz, los cuales
está usando con temible eficacia para recoger una gran cosecha para el credo
ateo del comunismo. Pero Dios usará su martillo — su Palabra (Jeremías 23:29) —
para aplastar las hordas de la confederación del norte (Ezequiel 38; 39; Apocalipsis
19:15). Entonces su hoz recogerá una siega de juicios.
Otro ángel, distinto de los que ya han sido mencionados, sale del templo y llama a acción
inmediata al segador. Este ángel no le da una orden al Hijo del Hombre,
sino que es solamente un mensajero que anuncia al Hijo la voluntad del Padre Dios, en
cuyas manos están
los tiempos y las sazones. Todo el tiempo había estado esperando Cristo este
mensaje, y ahora lo escucha (Hebreos 10:12, 13; Salmo 2:7-9). Dios comienza a actuar y el
ángel sale del templo; el Segador del juicio está a punto de invadir la tierra. El templo y el
trono, términos usados con mucha frecuencia en Apocalipsis, representan la presencia y la
autoridad de Dios.
B. La cosecha madura
El Hijo del Hombre actúa con presteza, porque la cosecha está madura, "más que madura" o
"seca". William Neweil nos dice: "La palabra griega usada aquí es la misma que se usa para la
higuera de Marcos 11:20; mientras que en Lucas 23:31 se usa la forma adjetival:
'¿En el seco, qué no se hará?' refiriéndose a lo terrible de los últimos días de Israel."
"La hora de segar ha llegado" es una terrible declaración que nos hace retroceder
a los profetas del Antiguo Testamento, quienes nos describen el tiempo de la siega de los
obreros
de iniquidad, ya maduros al final del período del dominio gentil. Joel 3:13 dice:
"Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno,
rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos." Esto solo puede indicarnos que la
mies madura no son los santos salvos, maduros para la gloria, sino los impíos, quienes están
ya listos para el juicio.
C. Los segadores de la cosecha
Cinco palabras son suficientes para describir el terrible fin de todo aquello en lo cual se ha
gloriado el hombre: "Y la tierra fue segada." ¡Qué siega! Esta es la temible segunda venida del
Rey de reyes en el gran día de su ira.
El Hijo del Hombre usa a los ángeles como segadores directos (Maleo 13:39), y ellos actúan
con rapidez y presteza en su tarea de segar. Un proceso de separación tiene lugar: se observa
la discriminación entre el trigo y la cizaña y entre los peces buenos y los malos. No se habla
de una ejecución de castigos en esta siega, porque eso se llevará a cabo durante la vendimia.
En esta siega se verificará un proceso de juicio discriminativo, previo al establecimiento del
reino. Aunque se describen como un solo acto de segar, escos acontecimientos tienen lugar
durante un período considerable y emplean varios agentes de parte de Dios.
7. El sexto ángel y la vendimia (14:17-20)
Hay dos ángeles en la visión de la viña de la tierra y su juicio. En 14:17 tenemos al ángel del
templo con su hoz aguda. En relación con la descripción que se da sobre el Hijo del Hombre
en 14:14, este "ángel de venganza" significa la asociación de los ángeles con Cristo en su obra
judicial. Y así es como tenemos al "ángel que sale del altar" (14:18).
Qué clase de altar sea éste, no se dice. Sí representa al altar de bronce (el
altar de los juicios), entonces la idea que se quiere dar es el juicio puro, no mezclado: el
juicio divino sobre la viña de la tierra (Deuteronomio 32:31-35). Pero si este altar está
representando aquí
el altar del incienso (8:3-5; 9:13), entonces tiene un significado diferente. Fue
sobre este altar donde se ofreció el incienso acompañado de las oraciones de los santos, lo
cual trajo los terribles juicios de Dios sobre sus enemigos. El clamor de las almas de los
que habían sido martirizados y que estaban debajo del altar (6:9) va a ser contestado
completamente ahora.
El falso profeta hizo grandes maravillas e hizo caer fuego del cielo, pero ahora el ángel del
altar, que tiene poder sobre el fuego, sale y se dirige hacia los inicuos de la tierra. La cizaña
será lanzada ahora al horno de fuego (Mateo 13:40-42).
El recipiente del juicio es "la viña de la tierra", porque sus uvas no fueron lo que el Creador
esperaba, considerando todo el cuidado con el cual El la cultivó. La expresión "viña
de la
tierra" cubre el sistema religioso en su totalidad durante la visitación venidera de la ira de
Dios. Las uvas de la apostasía mundial son "uvas silvestres". Al gran lagar de la ira de Dios
deberán ser lanzados los apóstatas judíos y también los apóstatas gentiles. Este es el día de la
venganza de nuestro Dios y no habrá esperanza de misericordia (Isaías 63:1-3; Jeremías 25:15,
16;Joel 3). Cristo, la verdadera viña, trata directamente con las uvas de iniquidad producidas
tras siglos de cultivo y cuidado. Dichas uvas están completamente maduras
para ser quemadas. La frase "las uvas están maduras", tal como se usa en 14:18 significa "han
llegado a
su colmo".
La expresión "fuera de la ciudad" indica la esfera donde será derramada la plenitud de
la venganza de Dios. Jerusalén es la ciudad, y el valle de Josafat (donde se verificará la batalla
de Armagedón) queda inmediatamente fuera de la ciudad. "Muchos pueblos en el valle de la
decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión" (Joel 3:14). "Fuera
de la ciudad" también puede implicar que el escenario del derramamiento de la sangre
de Cristo y de su pueblo será el mismo donde se verificará el juicio divino sobre todos los
que rechazaron a Cristo.
Hay algo terriblemente repulsivo en la descripción que nos da Juan acerca de que los ríos de
sangre humana llegan hasta los frenos de los caballos, por una distancia de casi trescientos
kilómetros. La frase "del lagar salió sangre" es un lenguaje simbólico que describe la terrible
matanza de los inicuos cuando el Señor los aplaste en su furia. Cuando Dios
manifieste su poder, aplastará vastas multitudes, reduciéndolas a una pulpa sangrante. La
bestia y el falso profeta juntamente con todos sus engañados seguidores y adoradores
serán exterminados para siempre.
En la actualidad, cuando observamos el movimiento de ejércitos contrarios, nos parece como
si el oriente estuviera preparándose para convertirse muy pronto en un importante teatro de
guerra. Alrededor de Israel se están reuniendo gigantescas fuerzas militares.
¿Es esta conglomeración de poderes un anticipo de lo que sucederá cuando el
Libertador de Israel aplaste a todas las naciones de la tierra que estén involucradas
en la batalla? Sin lugar a dudas, la tierra está llegando a su punto de maduración para la
vendimia de Dios en su forma más fuerte. A medida que nosotros observemos que ese
día se acerca, se nos hace más imperativo que persuadamos a los pecadores para
que huyan de la ira que vendrá. Hoy todavía estamos en el día de la gracia, y cada
día que ésta se extienda debemos usarlo para rogarles a los incrédulos que nos rodean que se
reconcilien con Dios.
1a Copa | La Ira de Dios | Las Arpas de Dios | La Gloria de Dios | 2 a Copa | 3 a Copa |
4a Copa | 5 a Copa 6a Copa | Las 3 ranas | La batalla de Armagedón | 7 a Copa |Tres Símbolos
de Ira | Las 3 partes de la Ciudad
Ahora llegamos a dos capítulos de horror excepcional. Después de haber considerado a los
instigadores de la horrenda iniquidad de la tierra, ahora llegamos a los terribles juicios de
las copas. Están a punto de ser aplicados una serie de juicios severos y definitivos en una
sucesión rápida y precisa. Como el pecado del hombre llegó a su punto
máximo en el hombre de pecado, así ahora los juicios divinos van a descender del Dios de
Justicia sobre la inicua tierra. Dentro de estos capítulos que tenemos por delante se
encuentran los detalles concernientes a los juicios de Dios previos al gran día de
su ira. Como lo veremos, el derramamiento de la séptima copa completa la ira de Dios.
Luego sigue la ira del Cordero.
Con relación a esta doble ira, William Neweil dice lo siguiente:
"Recuerde siempre que Cristo debe venir personalmente al final y pisar el lagar solo, en su
furor (Isaías 63:3-5). La ira de Dios es general, mundial y tiene como punto de
mira la iniquidad del hombre y su idolatría. La ira del Cordero es particular, contra el
anticristo y su rey y contra los ejércitos reunidos con el doble propósito de destruir a
Israel como nación
(Salmo 83:4) y hacer la guerra contra el Cordero... (Apocalipsis 19:19; Zacarías 12:10) para
evitar que rescate al asediado Israel."
Estos dos capítulos deben estudiarse juntos, porque proporcionan los detalles de lo que se
dice en términos generales en las palabras introductorias de 11:18: "Y se
airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos..." En el
capítulo 15 se nos
da la preparación para las copas, pero en el capítulo 16 tenemos el derramamiento de las
copas.
La señal o milagro del capítulo 15 se extiende hasta el final del capítulo 16. De hecho, 15:1
es un resumen de todo lo que sigue. Los ángeles propiamente no reciben las copas sino hasta
el 15:7, pero aquí en el versículo introductorio se ven anticipadamente como si
ya las tuvieran. En esta gran maravilla que vio Juan encontramos la consumación
de un trío de señales. La "gran señal" de la mujer (Israel) es presentada en
12:1. "Otra señal," la del dragón, el antagonista de Cristo se presenta en 12:3. Y aquí
tenemos "otra señal en el cielo, grande y admirable". Las tres señales son vistas en el cielo,
el lugar inmediato de la morada
de Dios. Esta tercera señal (más solemne que las dos anteriores debido a su asociación con
la ira de Dios sobre la bestia) es "grande" porque algo de trascendental importancia va a ser
revelado. La palabra "admirable" indica que la paciencia divina ya se ha agotado, y que la
terrible visitación de los juicios divinos está a punto de caer sobre los apóstatas de la tierra.
Parece como si el contenido del capítulo 15 girara alrededor de tres expresiones
muy fuertes: la ira de Dios (15:1, 7), las arpas de Dios (15:2) y la gloria de Dios (15:8).
1. La ira de Dios
Los siete ángeles y las siete plagas constituyen el medio por el cual se expresa la ira de
Dios. Esta expresión, "la ira de Dios," la cual aparece seis veces en el Apocalipsis (14:10, 19;
15:1,7; 16:1, 19), es en realidad una frase terrible, que debería causar terror
en los corazones de los no salvos que viven hoy en esta tierra.
"Los siete ángeles" (diferentes de aquellos siete altamente honorables, relacionados con las
trompetas) salen del templo (15:6), la residencia inmediata de Dios y de los ángeles. Del
templo antiguo salían los sacerdotes como ministros de gracia. Pero ahora los
ángeles emergen como ministros de juicio.
"Templo" o "tabernáculo del testimonio" es una frase muy sugestiva. Para
Israel esto representaba una garantía de la presencia de Dios con el pueblo, y de su
providencia para con él. Pero ahora la santidad de Dios demanda el castigo de los
malvados, y por lo tanto tenemos el "testimonio" de juicio, de acuerdo con la naturaleza
de Dios, contra la bestia y contra todos los enemigos de su pueblo. David Brown dice: "El
tabernáculo del testimonio surge a la vista aquí apropiadamente, porque la fidelidad de
Dios está tomando venganza por su pueblo con juicios que están ya para ser ejecutados
sobre sus enemigos. Necesitamos echar una mirada dentro del Lugar Santo para
comprender los propósitos y los planes secretos de los rectos juicios de Dios."
Los siete ángeles estaban vestidos en forma apropiada para el carácter justo de su misión y
también para aparecer en la misma forma en que estaba vestido el Señor
(1:13). Si comparamos esto con 19:8 nos daremos cuenta de que el lino puro es indicativo
de justicia, mientras que el cinto de oro alrededor del pecho (no de los lomos) sugiere que
la obra de juicio es compatible con la naturaleza santa de Dios.
Las "siete plagas postreras" o "siete últimas plagas" sugieren algo definitivo y terminado; por
lo tanto, la aparición de los siete es especialmente apropiada. Hemos llegado al ciclo Final
de la visitación de los juicios. Por supuesto, las copas no constituyen el final de la ira divina,
ya que caerán nuevos golpes de venganza cuando Cristo venga en persona (19:11-21). Lo que
vemos aquí es la conclusión de los juicios providenciales de Dios. Estas copas se encuentran
"llenas de la ira de Dios". "Llenas" significa completas o consumadas. Para Dios el futuro es
tan cierto como si fuera ya pasado; así de firme en su cumplimiento es su Palabra.
2. Las arpas de Dios
Este prefacio a los últimos juicios devastadores de Dios incluye una bella descripción de los
mártires victoriosos que están con el Señor. El párrafo del 15:2 al 15:4 está
repleto de
victoria, alabanza y adoración. Las alabanzas corales del cielo están representadas por el
arpa, la cual, con su combinación de notas profundas y solemnes y melodías
tiernas y suaves, representa la alabanza y adoración a Dios (1 Crónicas 25:6). Las arpas de
Dios (esto indica que los instrumentos, los músicos y los cantos son suyos)
eran parte de los instrumentos del cielo, usados exclusivamente para la alabanza de
Dios. Parece como si los dos grupos de arpistas cantores mencionados en 14:2 y 15:2
representaran la misma hueste victoriosa.
La tribuna sobre la cual están de pie los arpistas es parecida a un mar de vidrio mezclado
con fuego. En el mar de vidrio Walter Scott ve un estado inalterable de santidad, de pureza
interior y exterior. El mar sugiere inmensidad y el vidrio sugiere una calma sólida y estable,
una paz serena y permanente. Dice Wordsworth: "El mar de vidrio expresa tranquilidad
y brillantez; y este mar celestial es de vidrio (4:6) para declarar que la calma del cielo no
es como los mares de la tierra, encrespados por los vientos, sino que éste se halla
cristalizado
en una eternidad de paz." Al describir a los mártires en pie sobre el mar de vidrio, se está
sugiriendo que esta compañía de santos ya ha llegado a su reposo y a su nueva
posición como vencedores y adoradores.
El mar de vidrio mezclado con fuego introduce otro elemento. Estos santos han
salido victoriosos de su terrible prueba. Tenemos tres enemigos a los cuales
enfrentarnos: el mundo, la carne y el diablo. Pero estos músicos tenían un
cuarto enemigo con el cual pelear: la bestia. Se alcanzó la victoria sobre la bestia,
sobre su imagen, sobre su marca y sobre "el número de su nombre", y ahora ellos
triunfan, porque su victoria es completa y definitiva.
El canto que acompaña a las arpas tiene en sí un toque de gran poesía. Es un
canto de victoria como el de Moisés después de cruzar el mar Rojo. Dos cánticos se
combinan aquí: el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero. El
cántico de Moisés es de triunfo sobre el mal por medio de los juicios de Dios.
Este es un cántico que celebra la derrota de Faraón y sus ejércitos en el mar Rojo
(Éxodo 15). (Este canto mosaico no debe confundirse con el canto profético de
Deuteronomio 32:1-44.) El cántico de Moisés, aunque muy hermoso, solamente celebraba
una redención terrenal. La gracia y gloria del canto que fue entonado en la orilla
oriental del mar Rojo estaban asociadas con el poder sobre los enemigos de Israel en
Egipto, a través de los juicios de Dios.
El cántico del Cordero, en cambio, es de una naturaleza muy diferente. Este canto, dirigido
por el Cordero como Capitán de nuestra salvación, lleva implicada la exaltación del Mesías
rechazado, del Mesías sufriente. Al ser entonado por el remanente fiel y
martirizado en medio del Israel infiel y apóstata, este cántico celebra a Dios y al
Cordero de parte de aquellos que sufrieron pero que ahora se encuentran en el cielo.
Al estudiar el contenido de este doble canto, nos damos cuenta de que en él se glorifica a
Dios de varias maneras. En primer lugar son alabadas sus obras. La frase
"grandes y maravillosas" se repite en 15:1, 3, para señalar la vindicación de la
justicia de Dios de manera que El sea glorificado al final de sus tratos con los
hombres. En el título divino combinado Señor Dios Todopoderoso tenemos una
inmensa reserva de fortaleza y de consolación para los santos, pero de malos
presagios para los enemigos de Dios.
Los caminos de Dios son ensalzados como "justos y verdaderos" o "rectos y verdaderos". En
el acto de castigar a sus enemigos. Dios actuará de acuerdo con su propia personalidad. El
juicio equitativo será ejecutado por el "Rey de las naciones" (no "el Rey de los santos," como
lo traduce RV). Algunas versiones traducen esta expresión como "el Rey de los siglos."
El punto importante en la controversia del Señor con la tierra es dilucidar quién es el rey de
las naciones. El o la bestia que es agente de Satanás. En la víspera del derramamiento de las
copas sobre el reino de la bestia, los cantantes victoriosos alaban al Señor
como el verdadero Rey de las naciones.
La adoración a Dios también forma parte de este estupendo cántico. Las tres
veces que aparecen las razones por la cuales el Señor debe ser glorificado se hallan
en este mismo versículo:
"Pues sólo tú eres santo," Los cantores, de pie sobre el mar de vidrio, celebran la santidad
de Dios. Le temen y lo glorifican como el único digno de ser llamado santo. La bestia se
había puesto a sí misma como dios, pero el coro de victoriosos escogió la santidad frente a
este mundo lleno de pecado, y ahora se encuentran donde reina la verdadera santidad.
"Por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán." Los juicios de Dios llenarán de temor
a sus enemigos. Anticipándose al dominio universal del Señor, los santos se
dedicarán a
celebrar con regocijo el reconocimiento universal de la supremacía divina. Aquí vemos que
tiene lugar el cumplimiento definitivo de profecías tales como Salmo 148; Isaías 2:2-4; 56:6,
7; Zacarías 14:16, 17.
"Porque tus juicios se han manifestado." Otra traducción dice: "Porque tus justicias han sido
manifestadas." El plural "justicias" indica la manifestación de los actos justos de su juicio.
Puesto que El es justo, aun mientras está aplicando juicio y venganza, debe ser glorificado.
Estas son palabras verdaderamente bellas, que son expresadas por aquellos que han pasado
a través de los horrores de los tormentos de la bestia.
Al comentar esta excepcional escena, F. B. Meyer dice: "Aquellos que existieron
bajo la dispensación de Moisés, los seguidores del cordero en la presente dispensación, y
con ellos todas las almas de los santos que han vencido, constituirán un inmenso coro. Pero
por más que escudriñe el cántico de Moisés, no se encontrará en él ni siquiera una nota que
se iguale con éste en sublimidad. Aquí tenemos a los santos de Dios, que han aprendido a
distinguir y apreciar lo bueno de la justicia y de una conducta y gobierno santos,
capacitados por su posición ventajosa en relación con la eternidad para considerar
la historia completa del programa divino, adorándolo a El como el Rey de los siglos, y
reconociendo que todos sus caminos han sido justos y verdaderos. ¡Qué confesión! ¡Qué
reconocimiento!"
3. La gloria de Dios
La última sección de este interesante capítulo (15:5-8) es introducida por otro "he
aquí" (omitido por algunas versiones). Este párrafo empieza con la morada de Dios y concluye
con
la gloria de Dios. Como todo el contenido del párrafo está relacionado con la gloria de dios,
examinemos estos versículos teniendo esto en cuenta.
William Neweil opina a favor de un templo real de Dios en el cielo, pero nosotros creemos
que la palabra "templo" es usada debido a lo que representa simbólicamente; es decir, el
lugar de la morada de Dios, en donde se le debe buscar y adorar. Del templo salen los siete
ángeles, los cuales tienen las siete plagas, la última visitación de juicios de parte de Dios
sobre las naciones.
El hecho de que uno de los seres vivientes les haya entregado las copas a los ángeles indica
que estos seres vivientes son los ejecutores del gobierno judicial de Dios. Por estar "llenas
de ojos", estas magníficas criaturas poseen un profundo entendimiento acerca
de los propósitos de Dios y por lo tanto preparan a los ángeles para la ejecución de los
temibles acontecimientos. Se ha indicado que hay tres pasos en la operación de los juicios de
Dios:
1. Los ángeles reciben órdenes y vestiduras adecuadas en el ^ santuario (15:6).
2. Reciben las copas llenas de la ira de Dios de parte de uno de los seres vivientes (15:7).
3. No pueden dar ni un paso en el proceso del juicio hasta que Dios les da la
orden de hacerlo (16:1).
Todo esto sugiere que las obras y los caminos de Dios aun en la aplicación de sus juicios son
realizados con calma y mesuradamente. Y es esto precisamente lo que
nosotros esperaríamos de Dios, quien "vive por los siglos de los siglos." Es el Dios eterno
quien está a punto de inundar la inicua tierra con las plagas de su ira. Nunca debemos
olvidar que Él es glorificado tanto en juicio como en gracia.
Antes de dejar este capítulo preparatorio, se nos introduce a la cortina de humo de Dios
que lo cubre todo en el santuario momentáneamente. El humo, por supuesto, es un símbolo
de la presencia de Dios (Éxodo 19:18; Isaías 6:4). Nadie podía entrar en el templo debido a
la presencia de Dios en la manifestación de su gloria y poder durante la ejecución de los
juicios de las copas. El humo de la gloria y el poder de Dios llenaba el templo. Moisés no
podía entrar al tabernáculo del testimonio (ni los sacerdotes podían entrar en el
templo) cuando se manifestaba la gloria del Señor (Éxodo 40:34, 35; 1 Reyes 8:10, 11). Lo
que vemos aquí no es la gloria misma, sino humo que provenía de la gloria. No es que el
incienso haya
llenado el templo, sino él humo que es la gloria de Dios manifestada enjuicio. Ciertamente,
en torno a esta escena completa que llena nuestros corazones de temor, hay una finalidad.
Dios está a punto de tratar con los rebeldes de la tierra.
El versículo inicial del capítulo 16 es rico en significado. En primer lugar está la "gran voz
del templo", la cual ha sido interpretada de varias maneras. Es posible que se trate de la voz
de Dios, ya que nos trae a las copas de la ira de Dios. Cristo no es mencionado sino hasta
después de que Dios haya ejecutado personalmente sus juicios. Como lo hemos señalado con
anterioridad, el Apocalipsis es el libro de las voces y siempre que se encuentra una
"voz" esto implica una comprensión inteligente del asunto en cuestión. Leemos
acerca de una gran voz, sonora y fuerte. Tales adjetivos describen el carácter de
la voz y también la naturaleza de lo que anuncia.
Aquí la gran voz sale del templo, del lugar santísimo. Debido a que la santidad
de Dios demanda la ejecución de los juicios sobre este mundo apóstata, la
ira de Dios arde furiosamente: "Id y derramad sobre la tierra las siete
copas de la ira de Dios." Un mandamiento muy diferente provino de Cristo
cuando El estaba a punto de dejar a los suyos: "Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura." Pero ahora la gracia es retirada. Ya no se habla más de la copa de
salvación sino de la copa de la ira de Dios.
Pentecostés fue testigo del derramamiento del Espíritu Santo, y con tal efusión
vino la manifestación de las bendiciones. Pero ahora hemos llegado a otro tipo de
derramamiento:
el enojo puro está ya a punto de descender sobre la tierra. La plenitud de la ira divina es
vaciada en cada una de las copas, las cuales en su debido orden serán derramadas sobre
este mundo pecador. El clamor del remanente judío sufriente es contestado en las
siete plagas terribles que están por caer: "Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete
tantos
de su infamia con que te han deshonrado, oh Jehová" (Salmo 79:12).
En las copas de oro podemos vislumbrar de nuevo el furor de Dios. La palabra de donde
viene el término "copas" es "tazones" o "redomas" y representa los recipientes redondos que
se usaban en el santuario, donde eran llenados con el incienso fragante.
Ahora los recipientes consagrados para uso y servicio del templo están llenos con la justa
ira de Dios y son dedicados al juicio. Y la forma de la boca de estos tazones permite que su
contenido sea derramado todo de una vez, lo que indica la asombrosa rapidez de los ayes.
4. La primera copa — sobre la tierra (16:2)
Hay algo muy expresivo en relación con la ejecución de estas siete plagas. Las copas en su
totalidad implican acción violenta. Con un leve ataque destruyen el reino de la bestia, la
cual se había investido a sí misma con el poder mundial. La destrucción
repentina les sobrevendrá a la bestia y a sus adoradores y no escaparán.
Los juicios de las trompetas estarán limitados más o menos al mundo romano,
pero los juicios de las copas cubrirán toda la tierra y constituirán la guerra total de Dios
sobre el mundo. Las trompetas son la respuesta de Dios a Satanás, cuyo imperio
será aplastado. Durante las trompetas, el poder de Satanás es desatado para
alcanzar nuevos objetivos. Durante las copas, en cambio, es Dios quien desata su
poder para concluir con su cruel operación. A los ángeles se les otorga el
control directo sobre todas las fuerzas de la naturaleza y ellos a su vez ejecutan el
juicio que está escrito.
En la primera copa o tazón de ira vemos una plaga muy parecida a la sexta plaga egipcia
(Éxodo 9:8-12), la cual fue la primera plaga en afligir los cuerpos de los
egipcios. David Brown recalca: "La razón por la cual la sexta plaga egipcia viene a ser la
primera aquí es porque fue dirigida contra los magos egipcios Janes y Jambres
para que no pudieran competir contra Moisés; de la misma manera esta plaga es enviada
sobre aquellos que en la adoración de la bestia habían practicado hechicería. Puesto que se
sometieron a la marca de
la bestia, ahora también deberían llevar la marca de la venganza de Dios."
En conexión con esto, nos preguntamos si acaso la "úlcera maligna y pestilente" no afectará
el lugar exacto del cuerpo donde los hombres llevaban la marca de la bestia, es decir, la
frente y la palma de la mano. "Los sufrimientos físicos indudablemente se
sumarán a la angustia sufrida por los hombres, pero la característica principal y
predominante será lo judicial, lo que tendrá que ver con el alma y la conciencia, un
sufrimiento que excede en
gran manera a cualquier aflicción física." ¡Pero seguramente no podrán huir de las úlceras
reales: heridas malignas, pestilentes y supurantes!
La palabra traducida "úlcera" significa una fea llaga que supura en una forma terriblemente
maloliente. En Éxodo 9:8, Moisés y Aarón esparcieron las cenizas de un horno hacia el cielo
a la vista de Faraón, y descendieron sobre hombres y animales en forma de horribles llagas.
Tanto aquellas plagas como éstas deben ser interpretadas literalmente, como se prueba por
el hecho de que las terribles heridas de la primera copa todavía atormentaban a los hombres
durante la quinta copa, la de la oscuridad, donde leemos "dolores y úlceras" (16:11). Estas
llagas no curadas implican desesperación y espanto. Estas heridas son
incurables (Deuteronomio 28:27, 35) y deberán ser sufridas como un anticipo de
las angustias del infierno.
5. La segunda copa — Sobre el mar (16:3)
Una característica sobresaliente de las copas es que no sólo se parecen a las
plagas de Egipto, sino también a las plagas de las trompetas. Con las copas, sin embargo,
no existe la limitación de juicio, como con las trompetas. En esta segunda copa de
ira se nos da el cuadro de un hombre asesinado en medio del charco formado por su
propia sangre. El mar y todo lo que está en él se convirtió en sangre, "como de muerto".
Bajo la tercera trompeta, sólo la tercera parte del mar se convirtió en sangre (8:8),
mientras que aquí la destrucción
no es parcial sino completa. Cuando los juicios se hayan terminado, solamente
quedarán unos pocos humanos vivos para entrar en el milenio.
Debido a que el mar cubre la mayor parte de la tierra, esta será una plaga que extenderá
su poder mortífero universalmente. La bestia hizo derramar sangre en abundancia, lo cual
es la marca distintiva de la muerte. Pero esa sangre de mártires es ahora vengada. La bestia
está empezando a cosechar todo lo que ha sembrado.
¡Sangre por sangre! Faltan palabras para describir lo terrible que será que
millones de animales del mar mueran y cubran la superficie de los océanos.
La hediondez será desesperante. ¡Con todos los animales del mar muertos, qué
putrefacción y enfermedades podrá contener semejante mar empapado en sangre!
6. La tercera copa—Sobre los ríos (16:4-7)
El tercer ángel, que preside las aguas, derrama su copa sobre los ríos y las fuentes de agua.
Es decir, las fuentes del mar. Todas las fuentes del progreso y del bienestar nacional caen
en crisis, ya que el comercio y la vida en general dependen en gran manera de ríos, canales
y corrientes. Rechazamos la aplicación totalmente simbólica de "ríos" como si se refiriera a
la vida ordinaria de una nación caracterizada por principios de gobierno
conocidos y aceptados, y "fuentes de agua" como las fuentes de prosperidad y bienestar
convertidas en sangre (moralmente contaminadas). Sostenemos que el ángel
guardián que controla las aguas las contamina instantáneamente.
Dos ángeles se combinan en esta declaración de los juicios rectos, recíprocos y retributivos
de Dios. Primero, el ángel de las aguas (16:4) usa el lenguaje peculiar que
describe la eternidad de Dios: "El que eres y que eras." Como Dios es justo, nunca descuida
en el menor grado la medida correcta de la más estricta justicia. Los apóstatas han
derramado la sangre
de los santos y de los profetas, pero ahora opera la justicia retributiva al hacer
que los asesinos del pueblo de Dios beban agua hecha sangre. Una condenación terrible es
la que se merecen. Son dignos de una muerte terrible, la cual les viene ahora como un
anticipo de lo que será la muerte segunda en el lago de fuego.
El segundo ángel es descrito como el ángel que sale del altar (16:7). Más propiamente, es el
mismo altar el que habla; "que sale" es una frase omitida en los mejores
manuscritos. Podríamos traducir esta oración: "También oí al altar (personificado) que
decía." Sobre este altar se han ofrecido las oraciones de los santos, presentadas a Dios, y
debajo de él están
las almas de los mártires clamando venganza sobre sus enemigos y los enemigos de Dios. De
esta manera el ángel y el altar, que representan la totalidad del cielo, están de acuerdo en
que los juicios de Dios son justos y verdaderos. Todos los que se encuentran
dentro del templo celestial están de parte de Dios mientras El actúa como el gran
Vengador por los suyos. Los lamentos desde los altares desde el tiempo de Abel en
adelante son vindicados ahora para siempre jamás (Mateo 23:35).
7. La cuarta copa — Sobre el sol (16:8, 9)
Bajo la cuarta trompeta se obscurece la tercera parte del sol (8:12), pero aquí el poder
abrasador del sol es intensificado. Le fue dado poder al sol para quemar con gran calor. Esto
va a ser cuando Dios libere su bomba H. No interpretamos al sol simbólicamente en este
pasaje (como la autoridad gobernante suprema, representada por el mundo
romano revivido), sino como el mismo sol natural, de cuyo calor nada escapa (Salmo 19:1-6).
Puesto que Dios tiene control sobre todas sus obras creadas, Él intensifica el calor del sol y
por ese medio causa una terrible mortandad. El profeta Joel, al describir el día grande y
terrible del Señor, declaró: El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su
resplandor (Joel
2:10).
Bajo la primera trompeta, los árboles y la hierba verde fueron quemados, pero ahora Dios
aplica su castigo abrasador a los cuerpos de los hombres. ¿Podemos imaginar la
terrible angustia que experimentarán las multitudes mientras son quemadas por este gran
calor? "Y
los hombres se quemaron con el gran calor." Es decir, los que se mencionan en
16:2, de quienes se dice que tenían la marca de la bestia. Así como ocurrió con las plagas
de Egipto, también en estos juicios el pueblo de Dios será inmune. En la misma forma en
que los tres jóvenes hebreos fueron preservados mientras permanecieron en el horno
ardiente, así el remanente fiel será guardado por Dios (Apocalipsis 7:16; Daniel 3:27).
Así como el corazón de Faraón fue endurecido a pesar de la demostración
del poder absoluto de Dios sobre su creación, de igual manera aquí el sufrimiento físico
extremo no es capaz de producir ningún cambio en los corazones: "Y no se arrepintieron
para darle gloria."
En lugar de estar amedrentados por los juicios de Dios y clamar a El por su misericordia,
estos hombres solamente blasfemarán del nombre de Dios. El castigo merecido entorpece
los labios y endurece el corazón; el fuego del juicio no puede purificar. Puesto que es la
bondad de Dios la que conduce al arrepentimiento (Romanos 2:4), los hombres que no sean
ganados por la gracia, jamás podrán serlo.
Solamente podemos especular sobre lo que podría haber ocurrido si hubiera
habido un verdadero arrepentimiento de parte de estos hombres cuya carne ardía. Con
la autoridad que Dios tiene sobre las plagas, ¿hubiera detenido la tormenta de su ira para
bendecir una vez más a los arrepentidos con su gracia? La tragedia será la absoluta ausencia
de humildad
y dolor de parte del hombre con relación a su pecado. Este doble juicio de calor ardiente y
falta de agua limpia para tomar no será suficiente para producir algún cambio de corazón.
Como toda esta gente es totalmente réproba, Dios la abandona totalmente.
8. La quinta copa— Sobre el trono de la bestia (16:10, 11)
En esta quinta copa de la ira, el juicio se derrama sobre el trono de la bestia, el cual había
sido establecido en una imitación arrogante del trono de Dios. El dragón le dio su trono a la
bestia (13:2). La obra maestra de Satanás es herida ahora en el centro y base de su poder.
La bestia como una persona real está condenada, por ser el instrumento de Satanás. Y es
evidente que los súbditos de este falso reino y también su cuerpo ejecutivo
sentirán el impacto de la venganza divina. William Neweil sugiere que el trono
de la bestia es la Babilonia reconstruida sobre la ribera del río Eufrates, la antigua
capital de Satanás en la tierra de Sinar, donde será puesta la maldad "sobre su base" al final
de los tiempos (Zacarías
5:5-11).
Al fin el impío e insolente desafío "¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?"
(13:4) es contestado para siempre. Usando a la bestia, Satanás construye un vasto imperio,
pero Dios no será superado: Ahora hiere el reino de la bestia con oscuridad. Puesto que ellos
aman las tinieblas más que la luz, unas tinieblas físicas tan negras como la plaga egipcia
(Éxodo 10:21-23) caen ahora sobre los seguidores de la bestia. Esta terrible
oscuridad sugiere que la negrura y las tinieblas han de permanecer para siempre.
Esta densa oscuridad hará que los hombres se muerdan la lengua en su angustia. Este juicio
parece realizarse simultáneamente con los efectos de otras plagas anteriores. Los dolores y
las úlceras de la primera copa quedan de manifiesto en forma más asombrosa
por la oscuridad. William Ramsey nos recuerda que la expresión "mordían de dolor sus
lenguas" es
la única de su clase en toda la Biblia, e indica la más intensa y aguda agonía. Tal acción
sugiere furia y enojo a causa de la frustración de sus esperanzas y el derrocamiento de su
gobernante y de su reino. Inmediatamente quieren vengarse, pero no pueden realizarlo; de
allí su furia. Se morderán los labios y la lengua debido a su sufrimiento mental y su agonía
física.
Es interesante notar que la parte del cuerpo con la cual estos rebeldes pecaron es ahora el
lugar donde están siendo atormentados con terrible angustia. Blasfemaron del nombre del
Dios del cielo, el que controla la luz y las tinieblas. Terribles expresiones brotaron de sus
labios contra Dios y contra su nombre. ¡Ahora estos blasfemos se muerden la lengua!
Ni siquiera la acumulación de plagas, en lugar de una mera sucesión, logra
producir un cambio en el corazón de ellos, porque como dice la Escritura, ellos no se
arrepintieron de sus hechos. Su voluntad permanece endurecida. No se
derrama ninguna lágrima de arrepentimiento. Como han sido abandonados a sus malas
acciones, golpes aún más fuertes deben descender de parte de Dios para quebrantar su
soberbia voluntad.
Debe señalarse que esta copa de oscuridad no debe ser confundida con el oscurecimiento
de los cuerpos celestes poco antes de la aparición de Cristo en 19:11-16. Lo que vemos en
esta quinta copa es una de las señales que el Señor dio en su descripción del período de la
Tribulación (Lucas 21:8-38). Para el remanente fiel sobre la tierra habrá abundancia de luz,
de la misma manera en que Israel tuvo luz en sus moradas durante las plagas egipcias.
9. La sexta copa — Sobre el río Eufrates (16:12-16)
Los eruditos difieren en cuanto a la interpretación de este pasaje. Un comentarista sugiere
que al hablar de que se seca el río Eufrates se está hablando en figura de Babilonia, la cual
está ubicada al lado de dicho río. Pero nada se adapta mejor al contexto que el río Eufrates
mismo, cuyo ancho cauce es difícil de ser atravesado por individuos o por ejércitos. El acto
de secar este río antiguo permitirá a los ejércitos asiáticos (como se describe en el capítulo
19) marchar sin estorbos hacia la Tierra Prometida, de la cual el Eufrates es la
frontera oriental.
El asunto más importante a recordar aquí es que tanto el río Nilo como el río Eufrates han
de quedar total y realmente secos (Isaías 11:15). De manera que tanto la
frontera occidental como la oriental de Israel serán abiertas a los invasores e
Israel quedará al descubierto para ser atacado por los cuatro ángulos. Cuando el río
Eufrates haya quedado seco, los ejércitos orientales bajo sus respectivos reyes podrán
alcanzar su objetivo.
Estos reyes, procedentes de "donde sale el sol" (una bella expresión oriental que
se usa para hablar del este u oriente), marcharán sin que nada se lo impida
hacia la Tierra Prometida. Puesto que el emblema nacional de Japón es el sol naciente,
pudiera ser que esta nación participara en el avance de las hordas del Asia. ¿No es
terrible pensar en que millones incontables de asiáticos van a cruzar el cauce seco del
río Eufrates y unirán sus fuerzas con la bestia contra Israel? Una avalancha unida de
naciones como ésta antes del gran día de la ira es temible en gran manera. Estos se
lanzarán ciegamente para realizar una matanza en grande, hasta que la sangre suba a la
altura de los frenos de los caballos.
Note el frecuente uso de la palabra "grande" en este capítulo. A través del
ministerio milagroso de la bestia, las multitudes terminarán acostumbrándose a las cosas
grandes. El sensacionalismo estará de moda entonces. Grandes acontecimientos ocurrirán
cada día con
su influencia atractiva y engañadora. Dios personalmente le va a dar a la gente unas pocas
cosas "grandes," pero no para divertirla, sino para disciplinarla:
• Gran voz (16:1)
•Gran calor (16:9)
•Gran río (16:12)
•Gran día (16:14)
•Gran voz (16:17)
• Gran temblor de tierra (16:18)
•Gran ciudad (16:19)
• Gran Babilonia (16:19)
•Gran granizo (16:21)
•Gran plaga (16:21)
En el 16:13-16, que algunos escritores consideran como un paréntesis,
encontramos la trinidad satánica dirigiendo la más gigantesca combinación de
fuerzas enemigas jamás reunida sobre la tierra. Los grandes poderes mundiales,
supervisados directamente por Satanás, se habrán reunido para su propia desgracia.
Dentro de esta copa de ira tenemos una trinidad maligna — el dragón, la bestia y el falso
profeta — supervisando a todos los reyes de la tierra para su batalla, no sólo para luchar
contra Israel, sino también para tratar de derrocar a Dios mismo. "Se levantarán los reyes de
la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido,
diciendo; Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas" (Salmo 2:2, 3).
A. Las tres ranas
La trinidad maligna del misterio de iniquidad está ligada a tres espíritus inmundos
como ranas (16:13). Aunque aparecían tres ranas en el escudo de armas original de
Francia, un país que ha sido centro de infidelidad, socialismo y espiritismo,
no creemos en la interpretación exclusivamente histórica de esta sección (ni de
ninguna otra sección) de los capítulos 4 al 22. Debido a que la profecía
frecuentemente es progresiva o acumulativa, existe un punto de vista moderado en
cuanto a los principios de interpretación, que busca la manera de combinar el sistema
histórico con el futurista. En esa forma puede haber un cumplimiento parcial de
algunas secciones del Apocalipsis sin agotar todo su significado. Secciones así
señalan hacia el futuro para su cumplimiento total. Los intérpretes que
pertenecen a este doble punto de vista ven en el nazismo, el fascismo y el comunismo las
tres ranas que vio Juan.
Muchos de los mejores manuscritos dicen "como ranas". Aquí tenemos el antitipo de la plaga
de ranas enviada a Egipto, un milagro que los magos egipcios fueron capaces de duplicar
(Éxodo 8:7). Una característica sobresaliente del ministerio de la bestia serán las grandes
señales y maravillas realizadas por medios satánicos. El dragón, la bestia y el falso profeta
están ligados con toda justicia a estas horribles ranas. Así como las ranas croan
por las noches en pantanos y cenagales, también estos espíritus inmundos en la oscuridad
del error enseñan mentiras en el fango de los deseos impuros. Alford habla de "la
inmundicia y el ruido pertinaz de las ranas". Las ranas eran consideradas por los escritores
y poetas griegos como los habitantes apropiados del lago Estigio, o río del infierno. Estos
espíritus salen de
las bocas de los tres inicuos que forman la trinidad infernal (la boca, por ser el
asiento
principal de la influencia). De acuerdo con varios pasajes de la Biblia, deducimos
que la boca es la fuente y el medio de destrucción (Apocalipsis 1:16; 2:16; 9:17;
19:15; Isaías
11:4). El dragón será consumido con el espíritu de la boca del Señor (2 Tesalonicenses 2:8).
El espíritu inmundo salido de la boca del dragón simboliza la arrogante infidelidad contra el
Señor y contra su Ungido (Cristo). El espíritu inmundo que sale de la boca de
la bestia representa el espíritu del mundo en la política de los hombres, ya
se trate de una democracia sin ley o del despotismo en el cual el hombre se sienta en
lugar de Dios o por encima de Él. El espíritu inmundo que sale de la boca del
falso profeta describe al espiritualismo mentiroso y las religiones falsas muy de
moda en los días de la falacia satánica.
En esta trinidad satánica con su ministerio de obrar milagros tenemos una combinación de
poder infernal directo, la fuerza apóstata bruta y una terrible influencia maligna
con el odioso propósito de reunir a los millones de hombres de la tierra para la
guerra. Entrará entonces en efecto el último esfuerzo del infierno por destruir el cielo,
cuya consecuencia final será la toma de posesión de parte de Cristo sobre el dominio del
mundo (19:17-21). A
su regreso, El tratará con eficacia con estos tres espíritus inmundos, tal como lo hiciera con
aquellos que se opusieron a El cuando estuvo en la tierra.
Puesto que la reunión de los reyes del mundo con la bestia es una señal de la venida de
Cristo para destruir a sus enemigos, los santos reciben una exhortación para que velen su
venida. Un mensaje de aviso y aliento se envía al remanente fiel: "He aquí, yo vengo como
ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean
su vergüenza" (16:15). Aquí nos encontramos con un paréntesis de suma
importancia espiritual. Debe entenderse claramente que este no es un mensaje para
la Iglesia; sin
embargo, los principios contenidos en él acerca de la bienaventuranza asociada
con la actitud de velar (y la vergüenza para los que vivan descuidadamente) es
aplicable a los santos de todas las generaciones.
Las expresiones "he aquí" y "bienaventurado" están relacionadas definitivamente
con los santos de la Tribulación. Alrededor de ellos, las multitudes estarán durmiendo en
oscuridad moral y espiritual. Estarán viviendo en un estado de seguridad falsa y se
congratularán a sí mismos por el aparente estado de "paz y seguridad". Pero repentina e
inesperadamente, el Señor, como un ladrón en la noche sorprenderá y destruirá a todas
las gentes congregadas por la actividad satánica contra el Señor y contra su
Ungido. Aquellos que creen que la Iglesia deberá pasar a través de la gran
Tribulación, hacen mucho alarde sobre este versículo. Pero Cristo no vendrá por su
Iglesia como un ladrón. El regresa por su Iglesia como
un novio, ya que la Iglesia es su novia. Con la llegada de un ladrón hay pánico y
miedo,
puesto que viene a despojarnos de nuestras posesiones y a destruir nuestras propiedades (1
Tesalonicenses 5:2, 4; Mateo 24:43; 2 Pedro 3:10). Nosotros no somos de la noche ni de las
tinieblas y por lo tanto no tenemos miedo del regreso de nuestro Señor.
Por supuesto, en lo que concierne a nuestro andar, debemos esforzarnos siempre por tener
nuestras vestiduras sin mancha y llevar una vida en la que no haya
nada de qué avergonzarnos y sin estar expuestos a desnudez moral. El peligro que
confrontarán aquellos que vivan durante el tiempo en que los espíritus inmundos
estén operando, será el de descuidar la esperanza venidera y por lo tanto exponerse a
la mirada de los ángeles y de un mundo impío "desnudos": carentes de dirección y protección
divinas.
El obispo Lightfoot sugiere que bien puede haber en esta exhortación a velar, una alusión a
una costumbre judía en el servicio del templo. Veinticuatro turnos o compañías de guardia
eran nombrados día y noche para vigilar las diversas entradas a los atrios sagrados. Uno era
nombrado como capitán o jefe de los demás y era conocido como el "hombre del monte de
la casa de Dios". Su deber era hacer ronda por las diversas puertas durante la noche para ver
que sus subordinados fueran fieles a su cargo. Era precedido por otros hombres que llevaban
antorchas encendidas, y se esperaba que cada centinela que estuviera despierto lo saludara
con la contraseña "¡Hombre del monte de la casa de Dios, la paz sea
contigo!" Si por descuido o por dormitar, alguien no cumplía con esto, era
azotado, sus vestidos eran quemados y quedaba marcado por la vergüenza.
B. La batalla de Armagedón
¡Cómo temblamos al tratar de imaginar lo que ocurrirá con las naciones que
se hayan confabulado con odio insaciable contra Dios y contra su Cristo cuando sean
reunidas por los espíritus inmundos para la batalla de aquel día del Dios Todopoderoso! ¡La
mortandad será universal! La historia testifica que hay ocasiones en que las naciones están
entregadas a la guerra con una pasión tal, que los historiadores son incapaces de
explicarla. Esta será la manera en que tendrá lugar esta guerra contra Dios.
¡Cuan ciegamente las hordas de la tierra serán conducidas contra Aquel que las ha creado!
(Vea el Salmo 2; Apocalipsis 17:14 y 19:19.) La frase: "Y los reunió" (16:16)
puede ser traducida: "Ellos (los espíritus inmundos de los versículos 13 y 14) los
reunieron." Si se mantiene el pronombre personal "él" se entenderá que se
trata de Dios, y es El efectivamente quien los pone a las órdenes de los espíritus
inmundos. Nadie puede leer el Apocalipsis en su totalidad sin darse cuenta de que Dios
está detrás de la escena y de los actores en todo el proceso judicial del libro. En un acto
de justa retribución, El permite a
los apóstatas gobernantes de la tierra que aglomeren a las multitudes en las montañas de
Meguido.
Debido a que el Armagedón será testigo de la batalla más sangrienta de toda la historia,
debemos considerar brevemente el significado histórico y profetice del campo de
batalla más terrible de la tierra. El Armagedón está situado al pie del monte Carmelo, el
escenario
de la mayoría de las matanzas del pasado. Armagedón significa "montaña de la destrucción"
o "matanza" y el nombre está bien puesto. En realidad, su nombre es Har Magedon: "Har",
que significa "montaña", y Magedon o Meguido, de una raíz que tiene el
significado de "cortar" o "matar". La limitada zona de Meguido no permitirá la
presencia de un vasto número de hombres, pero este nombre puede también referirse a
la más extensa vecindad
de Israel, donde por medio de la actividad satánica las naciones de la tierra vendrán para
ser aplastadas.
Meguido fue el escenario de la derrota de los reyes cananeos por la interposición milagrosa
de Dios bajo la dirección de Débora y Barac. Como aliado de Babilonia, Josías fue derrotado
y muerto en Meguido. Las lamentaciones de los judíos un poco antes de que Dios intervenga
a favor de ellos contra todas las naciones que se han juntado contra ellos, es semejante a los
lamentos por Josías en Meguido (Jueces 5:19, 20; Zacarías 12:11; 2 Crónicas 35:22-25).
Sin embargo, se puede hacer la pregunta: "¿Por qué es escogido Armagedón como el lugar
de reunión?" Bueno, ¡las naciones se reúnen allí para atacar y destruir a Israel! "Contra tu
pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en consejo
contra tus protegidos. Han dicho: Venid y destruyámoslos para que no sean
nación, y no haya más memoria del nombre de Israel. Porque se confabulan de corazón
a una, contra ti han hecho alianza" (Salmo 83:3-5). Dios, sin embargo, domina e
interviene. Aunque las naciones se arrojan en un esfuerzo combinado contra el
Señor y contra su pueblo, el furor divino se desata y la destrucción invade a las
hordas arrogantes. Israel es liberado y sus crueles enemigos son destruidos. En esta
derrota total de las naciones se decide la soberanía de la tierra, así como el derecho de
Israel a poseer su propia tierra.
10. La séptima copa—En el aire (16:17-21)
Todo lo que se ve durante la copa anterior es preparatorio para el derramamiento final de
la ira de Dios, el gran día de la ira de Apocalipsis 19:11-16. Entonces y sólo entonces, los
rebeldes serán destruidos y quitados de la tierra (Mateo 13:40-43). En la sexta copa tenemos
la reunión de las naciones de la tierra en Israel para realizar una verdadera guerra contra
Dios y contra el remanente de su pueblo (Isaías 11:15, 16). Ahora se acerca una destrucción
que excederá en magnitud a todo lo que se ha experimentado desde que el hombre inició su
triste historia fuera del jardín del Edén.
El séptimo ángel derramó su copa en el aire. Debido a que todos los hombres respiran aire,
el cual es esencial para la vida, tenemos aquí un juicio divino que afectará el aliento de vida
de la gente. Además, puesto que Satanás es descrito como el príncipe de la potestad del
aire (Efesios 2:2), también vemos en esta copa la consumación del juicio sobre
todas las influencias perniciosas del diablo. El mundo de Satanás sufre bajo esta
terrible plaga. La "gran voz" es la voz de Dios, como la del 16:1, con la excepción
de que aquí se unen el templo y el trono. En el templo es donde El reside, mientras que
en el trono es donde reina.
La voz divina clama diciendo: "¡Hecho está!", refiriéndose a toda la serie de
plagas que ahora queda completa. ¡Hecho está! Ya ocurrió. Compare la voz
de Dios en esta consumación final con la voz de Cristo sobre la cruz, cuando fue
consumada la obra de la redención: "¡consumado es!" Aquel "Consumado es" del
Salvador fue rechazado, así que ahora viene el Juez con su exclamación "Hecho está"
con relación a la retribución divina.
El final de la ira de Dios ha llegado. Un poco más tarde vendrá la terrible exhibición de la
ira del Cordero. Bajo esta séptima copa, Dios le está dando a Babilonia "la copa del vino del
furor de su ira". Esta frase sugiere tanto ira hirviente como enojo reposado, dos ideas que
están implicadas en Jeremías 30:23, 24. Aquí ya se da por realizada la
destrucción de Babilonia. En los capítulos 17 y 18 tenemos una descripción separada del
breve resumen que
se nos ha dado bajo esta copa. Dios es el Creador y por lo tanto puede producir convulsiones
de tal magnitud que pueden lanzar a la tierra al estado caótico previo a la
creación del hombre.
A. Tres símbolos de ira
En los "relámpagos y voces y truenos" (siempre simbólicos de poder grandioso en el juicio)
tenemos una fórmula de visitación divina preparada para llevar el terror a los corazones de
los hombres. Estas señales y representaciones de enojo retributivo son enviadas a la tierra
en la forma del más fuerte terremoto que la tierra haya jamás experimentado. Todos los
terremotos ocurridos hasta ese momento parecerán insignificantes frente a este inigualado
temblor de tierra. (Vea Hebreos 12:25, 26.)
B. Las tres partes de la ciudad
Tan destructivo será este terremoto, que la ciudad de Jerusalén se dividirá en tres partes.
Roma y todas las grandes ciudades de la tierra son reducidas a ruinas. Toda la
soberanía sobre los reyes de la tierra que Roma y Babilonia habían representado es
destruida para siempre. La "gran Babilonia" es descrita como madura y lista para un "gran
terremoto" y una "plaga... extremadamente grande". Su lugar y su grandeza son
condenados a eterna destrucción (Jeremías 51:62-64), destrucción que es celebrada en
el cielo según Apocalipsis
19:1-4.
Además del terror de esta hora, viene el desplomamiento de islas y montañas. Bajo el sexto
sello éstas fueron removidas "de su lugar" (6:14). Aquí se dice que "toda isla
huyó, y los montes no fueron hallados". ¡Será una gigantesca catástrofe!
El acto que sirve para coronar los juicios es el descenso de enormes granizos sobre la tierra.
El granizo, como lo veíamos anteriormente, es un símbolo de la ira divina
(Isaías 28:2; Ezequiel 38:22). (Con respecto a otras granizadas, vea Apocalipsis 8:7
y 11:19.) Nadie se puede imaginar con exactitud cómo serán los efectos de esta violenta y
desastrosa tormenta
de granizo. La destructiva y asombrosa naturaleza de este juicio se nos hace más evidente
cuando recordamos que los granizos son "como del peso de un talento" cada uno. Un talento
tiene entre 47 y 82 kilogramos, de manera que la severidad del juicio reservado para el día
de la batalla y la guerra "en los tesoros del granizo de Jehová", es temible en extremo (Job
38:22, 23; Salmo 105:32).
¡Pero estos juicios solamente provocan blasfemia en lugar de provocar arrepentimiento! El
endurecimiento de la conciencia es el resultado de la persistencia en el pecado. La tragedia
consistirá en que los hombres no se sentirán quebrantados para arrepentirse,
sino que permanecerán sin cambio alguno. Con tal demostración del poder
judicial de Dios, los hombres deberían sentirse arrepentidos y glorificarlo a Él, pero en
lugar de eso, perecerán maldiciendo a Dios Qué diferente es el efecto que produce la
manifestación del poder de Dios sobre los suyos: estos dan gloria al Dios del cielo (11:13).
La madre de las rameras |La bestia destruye a la gran ramera | Juicio de reyes y ejércitos |
Condenación de la bestia | Juicio del falso profeta |El juicio del diablo | Condenación de Gog
y Magog | Condenación de los perdidos |El trono del juicio |El Juez | El juicio |
En los capítulos altamente trágicos que vamos a considerar ahora, Cristo actúa rápidamente
como conquistador y somete a todos sus enemigos. ¡Qué acción tan rápida y precisa la que
tenemos en esta sección! ¡Cuan majestuosa es la escena en que nuestro omnipotente Señor
toma para sí todo poder y reina por encima de todos! Una vez que Él se levante para tratar
contra todas las fuerzas antagónicas, nadie será capaz de soportar su poderío. Con una vara
de hierro, desmenuzará aun al más poderoso enemigo. Los gobernantes
orgullosos y arrogantes, tanto infernales como humanos, han de ser despedazados como vaso
de alfarero.
Ya se trate de sistemas, ciudades, o ciudadanos, todas las cosas y todas las
personas
contrarias a su voluntad y gobierno han de caer ante su mirada y sus juicios
poderosos. Aunque es el amante Cordero, Cristo ahora revela su poder como león.
Los tronos de la tiranía y los santuarios idolátricos son destruidos. El Salvador entra en su
reino y se ciñe la corona de este pobre mundo.
Fue una ocasión memorable aquella cuando Jesús llegó a la sinagoga de Nazaret, tomó el
rollo del Antiguo Testamento de la mano del ministro y leyó del profeta Isaías un pasaje que
relacionó con su propio ministerio:
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado... a
proclamar el año de la buena voluntad de Jehová (Isaías 61:1, 2).
Entonces Él cerró el libro en este punto, sin terminar la cita. Es decir, sin leer la parte que
dice: "Y el día de venganza del Dios nuestro."
"El año de la buena voluntad de Jehová" abarca la venida del Señor como
Salvador y la dispensación de gracia durante la era de la Iglesia (Apocalipsis, capítulos 1
al 3). "El día de venganza del Dios nuestro" tiene que ver con lo que sigue al día de salvación:
el día del juicio durante la gran Tribulación (Apocalipsis, capítulos 4 al 20). Con llamas de
fuego, el Dios justo toma venganza sobre los inicuos (2 Te-salonicenses 1:8). Esta es
la razón por la cual se menciona el amor en esta sección judicial del Apocalipsis. Puesto
que el amor del Cordero ha sido rechazado, el día de su ira viene sobre todos los que aman
y practican la mentira. Su amor por los suyos es mencionado en la sección de gracia (1:5;
3:10; vea también 2:4; 12:11).
Sofonías fue uno de los profetas que testificaron anticipadamente por medio del
Espíritu Santo (1 Pedro 1:11) sucesos que estaban muy distantes de su propio tiempo.
Describiendo "el gran día del Señor", dijo que sería:
• Día de ira y de angustia,
• Día de aprieto y de alboroto,
• Día de asolamiento y de tiniebla,
• Día de nublado y de entenebrecimiento,
• Día de trompeta y de algazara,
• Día de la ira de Jehová (Sofonías 1:15-18).
1. La condenación de Babilonia (17:1 — 18:24)
Se necesitan unas palabras de introducción sobre la relación íntima que hay
entre los capítulos 17 y 18, ya que ambos tratan sobre Babilonia, pero desde distintos
ángulos. Se dan breves informes sobre la destrucción de Babilonia en 14:8 y 16:19, pero los
capítulos 17 al 19 están llenos de todos los detalles del juicio de Dios sobre un sistema
religioso pecador. Es esencial tomar todos estos pasajes en conjunto y leerlos como si fueran
uno solo.
Es muy apropiado que uno de los siete ángeles encargados de derramar las siete copas de la
ira sea quien le explique a Juan el juicio que acaba de pronunciar sobre Babilonia
(14:8;
16:19). Dos frases muy significativas parecen dividir este capítulo 17:
• "Te mostraré la sentencia" (17:1);
•"Te diré el misterio" (17:7).
El doble desarrollo de este capítulo es de por sí claramente manifiesto:
• La gran ramera controla a la bestia (17:1-7);
• La bestia destruye a la gran ramera (17:7-18).
La bestia va a ser la cabeza de un imperio confederado. El poder ejecutivo, que comenzó con
Nimrod ha de concluir con la bestia, y ambos están relacionados con Babilonia. Dios va a
permitir que la tierra profética posea poder ejecutivo. Esta tierra profética estará constituida
por las naciones que encierran al mar Mediterráneo con aliados del imperio de los cesares.
Todos estos formarán la confederación de la bestia. Todas estas naciones "que moran en la
tierra" tendrán una mente terrenal. El dominio de la bestia es tanto externo
(porque se extenderá a todas las naciones) como interno (que se conformará al mundo).
El sistema pagano babilónico era una doble mezcla de la unión de los poderes
civiles y religiosos y de las costumbres y formas externas. Se usaban ritos secretos de
iniciación y los adoradores eran consagrados por ceremonias de purificación, aun cuando
fueran culpables de cometer maldades. La mujer, el misterio de la iniquidad, es el símbolo de
una religión pagana
con un sacerdocio que ejercía dominio sobre toda autoridad civil. Sus maquinaciones
son secretas e internas, mientras que las de la bestia son manifiestas a todos. En el conflicto
por
la autoridad y el control supremos, la bestia sale victoriosa.
Quitar a la ramera equivaldrá a quitar de sobre las naciones una carga espiritual, mental,
política y económica. Aunque todas las naciones se regocijarán por la destrucción
de la ramera, sin embargo, todas cometieron fornicación con ella y le tributaron reverencia.
La palabra misterio implica un hecho espiritual intrínseco escondido e imposible de
ser descubierto por el mero uso de la razón, pero que ahora es revelado. La unión entre Cristo
y
su Iglesia es un misterio. En contraste con el misterio de la piedad estará el
misterio de iniquidad. Esta parte del nombre místico estampado indeleblemente en la frente
de la mujer describe perfectamente al terrible sistema que ella representa: una falsificación
de la Iglesia verdadera. El lugar de supremacía de Cristo sobre las naciones es usurpado. En
lugar de ser la depositaría de todo lo que es verdadero y santo, la mujer es descrita como la
materialización del error y la maldad.
"Babilonia la grande" es llamada grande debido a su reputación terrible y
por ser la representación personal de la confusión general. Esta descripción de la
mujer sugiere un extendido sistema de maldad espiritual que representa la culminación de
todos los males que operan en contra de la verdadera Iglesia mientras ésta esté en la tierra.
El babilonianismo del capítulo 17 es el sistema eclesiástico de la iglesia apóstata. Esa es la
religión de la bestia. Dicho sistema es llamado "Babilonia la grande" para distinguirlo de la
Babilonia de Nabucodonosor, conocida como "la gran Babilonia". La palabra
"Babilonia" significa confusión y está asociada con Babel y su torre inconclusa. Usado para
designar a la mujer, el nombre Babilonia representa el cristianismo apóstata desde
el punto de vista divino. Desde este punto de vista, dicho babilonianismo es el misterio
de la abominación. El cristianismo profesante, sin miembros nacidos de nuevo, y
totalmente sin Dios se va a expandir hasta completar el plan de la mujer
babilónica vestida de escarlata. Este babilonianismo será una religión que los
reyes de la tierra considerarán como una pesada carga, por lo que finalmente se unirán
a la bestia en un esfuerzo por liberarse de un sistema que los ha convertido en esclavos.
¿Cuál es el significado de la expresión "la madre de las rameras y de las abominaciones de la
tierra"? En la antigua Roma las rameras llevaban en la frente un rótulo con su nombre. Vale la
pena describir y comparar nombres en la frente. En 19:16, Cristo tiene un nombre sobre sus
vestiduras y en su muslo. Los redimidos tienen el nombre de Dios en sus frentes. El nombre de
la ramera en su frente es otro ejemplo de la farsa de Satanás. Todos los nombres que lleva la
mujer están en agudo contraste con la mitra del sumo sacerdote con su inscripción "Santidad
a Jehová". La descendencia de esta madre de las rameras será numerosa. El
cristianismo
apóstata será el padre de toda suerte de religiones, idolatrías y artes usados por Satanás para
apartar a los hombres de Dios. Bajo la figura de la madre de las rameras encontramos lo peor
de la religión y la fuente de todo lo que es moralmente repugnante.
El cristianismo apóstata será una abominación sobre la tierra y a los ojos del Señor debido a
la amalgama que ofrecerá. La parábola de la mujer que mezcla la levadura hasta que toda la
masa está bien leudada, podría describir también el veneno de un sistema maligno que está a
punto de permear el mundo religioso. Babilonia, como ya lo hemos hecho notar,
significa mezcla o confusión. "Ba-bel," que significa "la puerta hacia Dios", fue un lugar donde
se dieron cita los pecadores sin ley. Sin embargo, Dios intervino con la mezcla y confusión de
lenguas y desparramó a la gente por doquier. Abraham fue llamado de una civilización
apóstata para fundar una nueva raza. De manera que Babilonia, la principal de las ciudades
idolátricas es un emblema apropiado de la monstruosa maldad y de la extendida
influencia de cristianismo apóstata de los últimos días. Pero la destrucción de este malévolo
sistema ocurrirá cuando la bestia rechace y desafíe las exigencias de la mujer que
tiene la autoridad y el control supremos.
Dos frases describen la abominable naturaleza de la gran ramera:
"El vino de su fornicación" (17:2) y "la inmundicia de su fornicación" (17:4). Fornicación es
una relación ilícita, y la fornicación espiritual es el equivalente a la idolatría. "Han fornicado
con sus ídolos" (Ezequiel 23:37). La solemne acusación contra los habitantes de la tierra es
que ellos sucumbieron ante la brillantez seductora y la atractiva exhibición de la ramera. Se
dice que los reyes y los pueblos fueron atrapados por los encantos corruptos y licenciosos de
la mujer escarlata. Pero todos los que hayan bebido de su copa, sin importar que sea de oro,
deberán perecer junto con ella.
Juan presenta a la mujer sentada sobre una bestia vestida de escarlata, con una copa de oro
en su mano, llena de las abominaciones e inmundicias de su fornicación (17:4).
Ocurrió lo mismo con la Babilonia antigua. Mientras todavía disfrutaba de toda su gloria,
su ruina fue proclamada por Jeremías: "Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová,
que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron,
por tanto, las naciones" (Jeremías 51:7).
Como la bestia escarlata está llena de nombres de blasfemia (17:3), así la copa de oro está
"llena de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación". La última fase de la religión
apóstata estará caracterizada por la idolatría y la corrupción, y la influencia mundial de esta
monstruosa ramera se puede deducir del hecho de que ella hace que otros se embriaguen con
el vino de su fornicación.
Se dice de la bestia de color escarlata que estaba llena de nombres de blasfemia y que tenía
siete cabezas y diez cuernos. Aquí tenemos al último rey, el caudillo federal de las naciones,
un rey de reyes y señor de señores. Que está lleno de nombres de blasfemia implica que todo
el dominio de la bestia es totalmente corrupto, caracterizado por la blasfemia
abierta y escandalosa (13:1-10). En los diversos nombres tenemos las varias formas de
rebelión y de obstinación. De manera que tanto la bestia como su imperio son blasfemos e
impíos.
"Llena de nombres" también puede significar por dondequiera; no sólo en las cabezas sino por
todas partes. En las "siete cabezas" se nos da la idea de poder administrativo total,
(13:1) cubierto por medio de formas o sistemas efectivos de gobierno. Los
"diez cuernos" representan personajes reales, quienes reinan con autoridad real con
la bestia, el cuerno pequeño de Daniel 7:8, 20. Esta bestia de color escarlata es
identificada con la cuarta bestia
de la visión de Daniel (Daniel 7:23, 24).
Para poder ver a la mujer montada en la bestia, Juan nos dice que el ángel lo
tuvo que transportar al desierto, esto es, a un lugar de soledad y de evidente desolación.
¿Qué era lo que Juan quería decir con el término "desierto"? Una explicación dice que el
esplendor de la mujer y de la bestia cautiva el corazón y los sentidos físicos de toda la
gente, con excepción
de los del remanente fiel, para quienes esta atractiva exhibición no es más que un desierto,
porque Dios no está en ella.
Este decimoséptimo capítulo del Apocalipsis está lleno de "señales". Podría elaborarse otro
bosquejo del libro con referencia a la palabra "señal":
• La señal en el cielo (12:1)
•La señal de la personalidad de Satanás (12:3; 13:3)
• La señal del poder de la bestia (13:13)
• La señal de la iglesia ramera (17:6)
• La señal de un mundo inicuo (17:8).
Las tres características de aquellos que participan en la victoria del Cordero las
poseen también todos sus santos: "Ellos están con Él." Así como la bestia comanda sus
ejércitos, así también Cristo cuenta con sus huestes militantes que lo asisten. Los
ejércitos celestiales, constituidos por el cuerpo completo de los santos redimidos,
acompañan a Cristo cuando Él desciende del aire a la tierra. ¡Qué escena! La bestia y sus
ejércitos están a un lado, y el Cordero con sus ejércitos al otro, y del resultado de esto no
hay ninguna duda. Cristo será exaltado entre las naciones. Será exaltado sobre la tierra.
En "las aguas donde se sienta la ramera" (17:15-18) puede verse que las fuerzas
del mal montan una blasfema parodia de Jehová sentado sobre el diluvio. Las aguas
que vio Juan (17:1) tipifican, según se le explicó, "pueblos, muchedumbres,
naciones y lenguas". Aquí podemos ver la inmensa influencia moral de un cristianismo
apóstata sobre las vastas masas
de la humanidad.
"Estos aborrecerán a la ramera" (17:16). ¡Qué abyecta desolación la que le espera a la iglesia
apóstata! Habiendo determinado liberarse a sí mismo y a su imperio de la influencia sutil y
empobrecedora de la ramera, la bestia se torna ahora contra ella y la
desmonta de su exaltado trono. Los gobernantes del imperio confederado despojan a la
ramera de todos sus ornamentos vistosos y seductivos. Las naciones confederadas con
su cabecilla principal se confabularán aborreciendo a la ramera. La caída de la gran ramera
ocurre debido a un cambio repentino ocurrido en los pueblos esclavizados. No sólo habrá
repugnancia hacia la ramera y pillaje sobre sus riquezas y adornos, sino que también su
carne será devorada. La expresión "sus carnes" en plural como se da aquí tiene el sentido de
grandes cantidades: las posesiones terrenales, la plenitud de la carnalidad. Pero la bestia y
los diez reyes, antes admiradores y esclavos de la ramera, son ahora sus más crueles y
amargos enemigos y se hartan con todas
las posesiones de la ramera.
Después la ramera será quemada "con fuego". En todo este proceso gradual de castigo puede
hacerse referencia al castigo legal de la abominable fornicación. En tiempos antiguos, a veces
las rameras eran quemadas. La voluntad permisiva de Dios es enfocada nuevamente en
el perfecto acuerdo que hacen los reyes con la bestia. En el fondo de la alianza de las naciones
y su unión con la bestia (y la destrucción final de la ramera) está la voluntad de Dios. Él ha
decretado la destrucción del dominio gentil y del cristianismo apóstata, y triunfará.
Dios
puede usar aun a hombres malos para hacer que sus propósitos se cumplan. La ira del hombre
puede servir para glorificarlo a Él.
Estamos de acuerdo con lo que dice Walter Scott: "Dios obra en forma invisible
pero no menos real, en todos los cambios políticos del día de hoy. El estadista astuto y el
diplomático inteligente son simplemente agentes en las manos del Señor, aunque ellos
no lo sepan. El egoísmo y las tendencias en la política pueden influir en la acción, pero
Dios está obrando firmemente hacia un fin: manifestar las glorias celestiales y terrenales de
su Hijo. O sea que,
en lugar de estorbar los planes de Dios, los legisladores y los gobernantes mas bien los llevan
a cabo inconscientemente. Dios no es indiferente, sino que está tras la escena de las acciones
humanas. Los hechos de los diez reyes del futuro en relación con Babilonia y la bestia — el
poder eclesiástico y el secular — no solo están bajo el control directo de Dios, sino que todo
es realizado en cumplimiento de su Palabra." En un tiempo tan crítico como este, debemos
mantener nuestros ojos atentos a las evidencias de que la mano gobernante de Dios se halla
entre las naciones.
Seguidamente dirigimos nuestra atención a la destrucción de la Babilonia material. Tanto la
historia bíblica como la secular nos proveen una descripción adecuada de la antigua ciudad de
Babilonia, la cual alcanzó su mayor gloria y magnificencia durante el
reinado de Nabucodonosor (604-562 a.C.). Con sus altas murallas, sus torres,
avenidas, jardines y palacios, la antigua Babilonia debe haber sentido la
fascinación de ser dominante e insuperable. Que sus fortunas han sido objeto
tanto de maravilla como de desgracia es un hecho que enfatizan profetas e
historiadores por igual. Actualmente no existe Babilonia, lo cual ha hecho que
algunos expositores afirmen que todas las profecías del Antiguo Testamento
relacionadas con la destrucción de esta ciudad ya se cumplieron y que, por lo tanto, ya
no podrá ser reedificada. En la actualidad, el territorio que cubría la Babilonia de la Biblia es
conocido con el nombre de Hillah.
Babilonia, donde Alejandro Magno se embriagó hasta morir, fue el tercer reino mundial que
oprimió a Israel en los tiempos de la supremacía gentil. El nombre "Babilonia", derivado de
"bab-el", que significa la puerta de Dios, se convirtió en "Babel", que significa confusión. De
manera que la puerta de Dios vino a convertirse en el lugar de reunión de rebeldes pecadores
donde, para detener la creciente apostasía, Dios intervino con la confusión de las lenguas.
La historia y la profecía de Babilonia pueden ser bosquejadas brevemente:
1. Nimrod fue su fundador (Génesis 10:10, 11). Su primera reina (y símbolo de una ciudad y
un sistema malvados) fue Semíramis I. Babilonia, por ser la primera de todas las
ciudades idólatras, es el emblema más apropiado para declarar la enorme maldad
y la influencia extensa y abrumadora del cristianismo apóstata.
2. Como reino secundario bajo el dominio de Asiría, Babilonia ayudó a esta última a atacar a
Israel y Judá (2 Reyes 17:24-31; 2 Crónicas 33:11).
3. Se profetizó que Babilonia sería la captora de Judá (2 Reyes 20; Jeremías 25:9-14).
4. Fue escogida por Dios para castigar a Judá (1 Crónicas 9; Jeremías 25:9).
5. Tendría que ser castigada severamente por sus maldades (Jeremías 25:9-14; Daniel 5).
6. Babilonia fue la opresora de Israel, como se simboliza en Daniel capítulos 2 y 7 bajo "la
cabeza de oro" y "el león".
7. Babilonia volverá a ser prominente otra vez como símbolo bajo el anticristo (Apocalipsis
17:5, 18).
Después de la destrucción de Nínive, la gran metrópoli del mundo vino a ser Babilonia, la
cual, de acuerdo con el gran historiador Herodoto, tenía cien puertas de bronce sólido, con
muros de más de diez metros de altura y tan anchos que bien podían correr sobre ellos seis
carrozas a la par. Los profetas anunciaron la destrucción de Babilonia (Isaías
13:1-22; Jeremías 50:9-46). Alejandro Magno trató de restaurar a Babilonia, pero Dios había
declarado: "La barreré con escobas de destrucción" (Isaías 14:24), y desde entonces ha
permanecido en ruinas.
Babilonia fue el instrumento divino de juicio sobre Egipto, Judá, Edom, Moab, Amón, Tiro,
Sidón, Asiria, Hazor y Nínive. Isaías, Jeremías y Ezequiel son notablemente claros
en sus declaraciones sobre Babilonia en su relación con Judea.
La Babilonia del Apocalipsis ocupa la misma relación con respecto a la Babilonia
de los profetas del Antiguo Testamento que la que ocupa la Nueva Jerusalén con
respecto a la Jerusalén de los profetas. En el Apocalipsis, ambas ciudades son usadas en un
sentido místico, mientras que en los profetas las ciudades deben ser tomadas en su
significado literal. Debido
a que no tenemos informes de una iglesia cristiana en medio de las ruinas de la
antigua Babilonia, entendemos que la Babilonia desde la cual Pedro envió su primera
epístola debe haber sido Roma (1 Pedro 5:13), donde su hijo espiritual, Marcos, estaba con
Pablo (Filemón
24).
La restauración de Babilonia como una verdadera ciudad es una cuestión muy discutida. Hay
muchos eruditos bíblicos que afirman que todas las referencias del Apocalipsis a
Babilonia deben entenderse simbólicamente. La Biblia anotada de Scofield, por ejemplo,
dice: "La idea
de que Babilonia será reedificada literalmente en el sitio de la antigua Babilonia se halla en
conflicto con Isaías 13:19-22. . . El profeta ve de cerca y de lejos a la vez, y
predice la destrucción de la Babilonia literal, la cual existía en aquel entonces,
con la advertencia adicional de que una vez destruida, Babilonia nunca sería
reconstruida. Todo esto se ha cumplido ya al pie de la letra."
No cabe duda de que el anticristo se nos presenta aquí como "el rey de Babilonia", sobre el
cual triunfará Israel.
Regresando a las profecías, descubrimos de la misma manera que Jeremías presenta
una doble profecía acerca de Babilonia. Vemos por una parte la invasión de la ciudad por parte
de
los medos y persas, pero también está la profecía acerca de un futuro enemigo
(Jeremías
50:1-7). La referencia aquí concerniente a la repartición de Israel y Judá es
futura definitivamente. En Jeremías 50:8-16 las plagas son similares a las de
Apocalipsis 18. El
pasado y el futuro de Babilonia vuelven a presentársenos en Jeremías 50:21-46. En Jeremías
51:5-10 encontramos un lenguaje idéntico al que se usa en Apocalipsis 14:16; 16:17-21; 18:1-
24.
La antigua Babilonia, con todo su misticismo y paganismo será destruida repentinamente con
el derramamiento de la séptima copa (Apocalipsis 14:8; 18:1-24; Isaías 21:9).
Zacarías es otro de los profetas del Antiguo Testamento que predijeron el
retorno del babilonianismo. El significado figurado del lenguaje usado en Zacarías
5:5-11 puede ser expresado en esta forma:
El "efa", una medida equivalente a unos 37 litros, se refiere al comercio que se
mueve a través de toda la tierra.
La "tapa de plomo", de un peso como de 72 kilogramos, simboliza lo pesado del tráfico y las
riquezas del comercio.
La "mujer" se interpreta aquí como representando la maldad dentro del efa. La
palabra hebrea rasha significa agitación, 'a naturaleza caída del hombre tal como se
manifiesta en toda ilegalidad y desenfreno (Job 3:17; Isaías 57:21).
Las alas "como de cigüeña" (un ave inmunda) y el "viento" que traían las alas representan los
rápidos logros y el desarrollo de la Babilonia material como el gran centro
comercial del mundo.
A Juan se le dio una completa y detallada revelación sobre la destrucción de una ciudad real
(18:1-3). Las profecías del Antiguo Testamento acerca de Babilonia presentan una mezcla de
los destinos pasado y presente, pero Juan presenta una declaración completamente profética
de ruina. La frase de apertura, "después de esto" (19:1), implica un nuevo principio
y nos introduce a una revelación distinta. El capítulo 17 nos da la descripción del
poder y de la perdición de la Babilonia mística. En el capítulo 18 continúa la séptima
trompeta (16:17-21), interrumpida por el paréntesis sobre la Babilonia mística o eclesiástica.
La frase introductoria enfatiza la unidad total de los temas revelados. Mientras que el tema
de Babilonia es traído desde el capítulo 17, el capítulo 18 ofrece una revelación distinta y
subsecuente. Después de
la perdición de la Babilonia mística o eclesiástica viene la destrucción de la Babilonia material
o comercial.
Evidentemente, el ángel autoritativo que anuncia la ruina de Babilonia no es el guía de Juan
del 17:1, 7, 15. Varias características de este importante, mensajero angélico
deben ser consideradas. En primer lugar, él desciende "del cielo", lo cual sugiere el
carácter celestial del juicio de Babilonia y el interés que demuestra el cielo por los
asuntos de la tierra. No importa quiénes sean los agentes humanos de la destrucción de
Babilonia; es el cielo el que la juzga en última instancia.
El "gran poder" del ángel de la destrucción sugiere que existen órdenes y grados entre las
huestes angélicas. Algunos ángeles son más distinguidos que otros, y algunos
reciben autoridad para actuar por Dios en circunstancias especiales. Que este
no es un ángel ordinario, se demuestra claramente por el hecho de que "la
tierra fue alumbrada con su gloria" o "a causa de su gloria". Tan poco tiempo hace que
este ángel salió de la presencia de Dios, "que al pasar arroja una ancha ráfaga de luz a
través de la oscura tierra". Pero, ¿existe aquí la noción de una gloria inherente, además de
una gloria recibida? Walter Scott sugiere que este ángel no puede ser nadie más que Cristo
mismo (como en 8:3 y 10:1). Combinando estos pasajes encontramos a:
• Cristo, el Angel-Sacerdote, intercediendo a favor de su sufrido remanente (8:3);
• Cristo, el Ángel-Redentor, tomando posesión de su herencia (10:1);
• Cristo, el Ángel-Vengador de su pueblo, tomando venganza sobre Babilonia (18:1 — 19:5).
Puesto que los ángeles son "poderosos en fortaleza" (Salmo 103:20), el fuerte clamor de este
ángel anunciando el juicio de Babilonia no es prospectivo sino retrospectivo. Desde el punto
de vista del ángel, el poderoso e inicuo sistema ya está destruido (18:2). La
repetición es
como el solemne canto fúnebre de los condenados: "¡Ha caído! ¡Ha caído!"
• Un estado degenerado se ha convertido en bestia.
• Una iglesia apóstata se ha convertido en ramera.
• Un cristianismo apóstata, incapaz de cambiar, debe ser destruido.
B. El Juez
El Juez es el Señor nuestro Dios, el Salvador, quien declaró que su Padre le había dado toda
"autoridad de ejecutar juicio" (Juan 5:27). En vista de que la salvación fue planeada por Dios,
adquirida por Cristo y aplicada por el Espíritu Santo, es probable que las tres Personas de la
Trinidad estén presentes en el juicio de aquellos que hayan menospreciado tal salvación. Sin
embargo. Cristo será quien pronunciará el solemne juicio contra los perdidos. (Vea Juan 5:22;
Hechos 10:42; 17:31; 2 Timoteo 4:2.)
Con sus ojos como llamas de fuego, Cristo escudriñará y abrasará a los que estén frente a Él
(1:14; 19:12). Todo y todos se marchitarán ante su penetrante y ardiente mirada de justicia y
juicio. Esos ojos no parpadearán con misericordia en esos momentos, porque con
ilimitada majestad, el dueño de esa mirada penetrante ha adquirido el derecho de disponer
del destino
de sus voluntariosas criaturas. Puesto que el Juez es el justo, su juicio estará de acuerdo con
su naturaleza. "¿El juez de toda la tierra, no hará lo que es justo?" Por supuesto que sí lo hará,
como lo hace siempre. "Con justicia juzga y pelea." "Tus juicios son verdaderos y
justos" (Apocalipsis 19:11; 16:7).
La mención del rosfo del Juez es digna de notarse. En 12:13-16 Israel se ve forzado a huir
"delante de la serpiente", pero aquí "la tierra y el cielo" tienen que huir de delante del rostro
del Señor, que es ahora el juez. Una vez ese rostro fue escupido, abofeteado y desfigurado,
pero ahora luce adornado con una temible majestad. Y será en este rostro donde los inicuos
verán su terrible sentencia de condenación.
¡Cuan diferente será la mirada de la Iglesia hacia aquel rostro! "Y verán su
rostro, y su nombre estará en sus frentes" (22:4). Los santos del Señor tendrán el honor de
participar en el juicio. "Para ejecutar en ellos el juicio decretado; gloria será esto
para todos sus santos. Aleluya" (Salmo 149:9; compare con 1 Corintios 6:2, 3).
C. El juicio
Los tribunales de los países democráticos tratan de ofrecer a los criminales un juicio justo.
Este tribunal del cielo no se ha establecido para discutir sobre los pros y los contras en el caso
de un pecador, sino para llevar a cabo una sentencia ya declarada. Los incrédulos del mundo
de hoy ya están condenados, porque no han creído (Juan 3:18). En aquel día los
muertos resucitarán y comparecerán ante el juez, no para juicio que compruebe su
culpabilidad o su inocencia, sino para recibir la ratificación de una condenación ya
pronunciada.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha
creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios (Juan 3:18). El que cree en el Hijo tiene vida
eterna; pero el que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre
él (Juan 3:36).
Este juicio es llamado "eterno" (Hebreos 6:2), porque sus consecuencias son
eternas. También sirve como garantía de que el pecado nunca invadirá la nueva creación de
Dios. El cristiano se regocijará al saber que no tendrá que enfrentar jamás tal condenación:
"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (Romanos 8:1).
Por haber aceptado a Jesús, que llevó nuestra condenación, y haber permanecido en Él,
somos salvos del pecado y de su justo castigo.
D. Los juzgados
Son varios los objetos de juicio que se mencionan en el terrible relato del juicio del gran
trono blanco, y es muy importante notar sus respectivos juicios.
La tierra y los cielos. Ocurrirá una desaparición instantánea de la antigua creación, porque el
que está sentado en el trono fue su Creador. Por eso mismo, obedece inmediatamente a su
mandato. ¿Por qué se desvanecerá la tierra? Porque fue el escenario del pecado y la rebelión,
y sobre ella se derramó la sangre del Juez. Los hombres se aferraron a ella por muchos siglos,
pero aliora desaparece. ¿Por qué desaparece el cielo también? Los cielos aéreos no pueden
permanecer porque fueron contaminados por Satanás, el príncipe de la potestad del
aire.
¿Cómo pueden permanecer los cielos si no son puros ante Dios? Entre las nuevas erial uras
tendremos los nuevos cielos y la tierra nueva (Apocalipsis 21:11). (Vea también Isaías 65:17;
66:22; 2 Pedro 3:7, 10-13; Hebreos 1:10-12).
Los ángeles caídos. Como ya se decidió la suerte del principal rebelde (20:10), Cristo procede
ahora a tratar con todos aquellos sobre quienes influyó Satanás. Si bien no tenemos pruebas
en esta narración de que las huestes satánicas hayan de comparecer ante este trono, creemos
que será en esta ocasión cuando serán juzgados todos los espíritus malignos. "Y a los ángeles
que no guardaron su dignidad sino que abandonaron sus moradas, los ha
guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día" (Judas 6). Si,
como Pablo afirma, nosotros hemos de juzgar a los ángeles (es decir, a los caídos), entonces
tal parece como que
los santos estarán en este tribunal realizando una labor judicial. No es difícil entender por
qué Satanás aborrece tanto el Apocalipsis y lucha por hacer que los creyentes no lo lean ni lo
estudien. Él no quiere que sepamos cómo va a ser su terrible juicio, y el severo castigo que
les aguarda a sus aliados angélicos y humanos.
Los muertos. En este grupo debemos agrupar a todos los muertos en pecado, ya
sea que estén muertos espiritual o físicamente. Los impíos que estén en la tierra en estos
momentos serán transferidos inmediatamente a este juicio, mientras que los muertos que se
encuentren
en el infierno serán levantados para que comparezcan con los otros ante este tribunal. Aquí
comparecen ellos como prisioneros, esperando su sentencia de condenación eterna.
Los muertos en Cristo fueron resucitados cuando el Señor regresó por su Iglesia (1
Tesalonicenses
4:16, 17). Pero esta resurrección no será "de entre los muertos" (para los creyentes), sino la
resurrección de todos los muertos impíos para su juicio final. Todos los que
murieron en pecado antes de que Cristo viniera al mundo serán juzgados de
acuerdo al libro de la ley (Romanos 2:12; 3:19). Todos los que murieron después de
Cristo serán juzgados de acuerdo con el Evangelio eterno. No se verán allí infantes
ni débiles mentales, porque ellos no tuvieron conciencia de responsabilidad. Por esto,
la sangre de Cristo, que cubre el pecado adánico, garantiza su presencia en el cielo.
Ante este trono terrible comparecerán pecadores de todas las categorías, como se indica en
la frase "grandes y pequeños", expresión que aparece cinco veces en el
Apocalipsis.
Actualmente existen varias clases y distinciones, sociales y raciales. Pero toda distinción será
eliminada cuando el Juez se siente en su trono, porque no hay acepción de personas en Él.
Los grandes y poderosos, igual que los pobres y los insignificantes, entrarán al lago de fuego y
azufre.
Los cobardes. Estos son los que vivieron en la tierra llenos de temores. Siempre
tuvieron miedo de confesar a Cristo, de identificarse con el Evangelio y vivir para el Señor. Les
fallaba
el corazón debido al miedo. Aunque quizá fueran valientes y fuertes en otros
aspectos, cuando se trató de recibir a Jesucristo como su Salvador, fueron cobardes.
Los incrédulos. Aquí tenemos a la clase más numerosa, que se encuentra en todos los grupos
sociales. Jesús mismo declaró que los que andan por la senda ancha son muchos. Es
triste pensar que la mayoría de los seres humanos son incrédulos. Muchos de nuestros
centros de educación secular producen paganos pulidos. La mente natural simplemente no
está dispuesta
a recibir y creer el mensaje del Salvador crucificado y resucitado.
Los abominables. En este grupo se encuentran todos los moral y físicamente
depravados. Aquí se ve nuevamente la corrupción de los días de Noé. Las guerras han dado
oportunidad de que se liberen distintas clases de pecados detestables.
Los homicidas. Las estadísticas nos informan que los homicidios están aumentando.
Jesús llamó a Satanás homicida. Él es el padre de todos los que destruyen las vidas de otros.
¡Qué día tan terrible el que les aguarda a todos los asesinos y verdugos del mundo que han
matado
a hombres, mujeres y niños inocentes!
Los fornicarios. La Escritura usa la palabra "fornicación" para referirse a la
inmoralidad sexual de toda clase. El adulterio, el incesto y la idolatría son considerados como
fornicación (Mateo 5:32; 1 Corintios 5:1; 2 Crónicas 21:11). También las
doctrinas no bíblicas se consideran como fornicación espiritual (Apocalipsis 19:2).
Los hechiceros. Anteriormente hicimos mención del hecho de que esta
palabra está conectada con la palabra "farmacia". En el pasado las drogas
jugaban un papel muy importante en la hechicería. Una vez más nos
encontramos en una sociedad alcohólica, drogada y esclava de toda clase de
estimulantes y calmantes. En esta categoría podemos colocar a todos los que se
identifican con el espiritismo y el demonismo.
Los idólatras. La interpretación general de esta clase es que représenta a los
paganos adoradores de ídolos de madera o de piedra. Sin embargo, no todos los
idólatras están en África o en la India; hay incontables multitudes de idólatras alrededor de
nosotros en nuestros países "cristianos". Estos se adoran a sí mismos, su dinero, sus negocios,
sus deportes. ¿Que es
un (dolo? Un ídolo es cualquier cosa o persona que toma el lugar de Dios en la vida de un
individuo.
Los mentirosos. Toda clase de mentirosos deberán comparecer ante el trono
de Dios. Satanás, el padre de la mentira, ya estará en el lago de fuego, y ahora sus hijos van
al mismo lugar. Todos los que niegan o contradicen a Dios y a su Palabra son mentirosos.
Ninguno de los condenados podrá apelar en contra del juicio que pesa sobre ellos.
Todos estarán totalmente conscientes de su culpabilidad. Si bien los castigos serán
proporcionales
en intensidad, es decir, según la culpa de cada uno, la duración del castigo será por toda la
eternidad en todos los casos.
El mar. Al describir la nueva creación, Juan declara que el mar no existe más. Esto era muy
significativo para Juan, quien en su prisión de Palmos sabía que el mar Egeo lo separaba de
aquellos a quienes deseaba ver y ministrar. Pero, ¿cual es el sentido total de la frase
que indica que el mar entregará a los muertos que están en él? ¿Debemos interpretar aquí
"mar" como símbolo de la intranquilidad y agitación de la humanidad, y por tanto, un
anuncio de que las masas y todos los alborotadores serán apaciguados en el juicio? ¿O
debemos aceptar la interpretación común: que todos los que han muerto ahogados en el mar
deberán salir de su tumba submarina? A nuestro parecer la siguiente frase, la cual indica que
"la muerte" entregó "los muertos" que estaban en ella incluye a todos los que han muerto y
han sido sepultados en
la tierra y en el mar.
George Pember, en su interesante libro Earth's Earliest Ages (Las edades primitivas
de la Tierra), sugiere que el mar es la prisión de un vasto número de demonios
que siguieron a Satanás en su expulsión del cielo, y quienes, cuando fue
formado el mar, quedaron aprisionados en él. Es probable que a estos se refiera el
versículo 6 de Judas al indicar que Dios "los ha guardado en obscuridad, en prisiones eternas,
para el juicio del gran día". Cuando pasen el cielo y la tierra, también el mar
pasará. Por lo lanío, todos los seres que se encontrasen allí tendrían que comparecer
ante el que creó los mares.
La muerte y el infierno. La muerte o la tumba encerraba los cuerpos de los
perdidos, mientras que el Hades encerraba sus espíritus. Ahora se unen los espíritus a los
cuerpos y en esos cuerpos eternos de perdición y en esos espíritus eternos de
condenación salen a la muerte de la muerte. Pronto este monstruo será
destruido: "El último enemigo en ser destruido será la muerte." El Hades o infierno es
la morada actual de los pecadores muertos. Pero esa habitación temporal desaparecerá y en
su lugar existirá el lago de fuego, que será un sitio de sufrimientos terribles y eternos. Se
habla de esta resurrección como de vergüenza y confusión perpetua (Daniel 12:2); de los
injustos (Hechos 24:15); de condenación (Juan 5:29).
¡Cuan diferente será la resurrección de los creyentes cuando Cristo venga por su Iglesia! (Vea
1 Tesalonicenses 4:16, 17; Eilipenses 3:21; 1 Corintios 15.)
La muerte y el infierno siguieron inmediatamente a sus anteriores ocupantes en el lago de
luego (Apocalipsis 20:14). Puesto que existen como consecuencia de la
introducción del pecado en el mundo por obra de Satanás, ahora lo siguen al lugar de
eterna condenación. Ya que las llaves del infierno y de la muerte cuelgan del cinto de
Cristo, Él puede actuar como quiera con ellos. "Yo soy. . . el que vivo y estuve muerto; mas
he aquí que vivo por los siglos
de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades" (Apocalipsis 1:17, 18) El lago
de fuego viene a ser el depósito final de todos los que fueron desobedientes a Dios y Cristo
Jesús. El terrible nombre "lago de fuego" aparece cinco veces en el Apocalipsis, y debiéramos
considerar el significado de esta morada final de Satanás, la bestia y el
infierno.
¡Indudablemente, tan terrible expresión nos hace ver que este indescriptible
castigo es eterno y definitivo!
Hay quienes aseguran que aquí el lenguaje es figurado solamente y que no se refiere a llamas
verdaderas. Si esto es así, entonces la realidad simbolizada debe ser aún más terrible que la
figura. "Hay que recordar," dice Broadus, "que el lenguaje puede ser altamente figurado sin
ser ficticio. Solamente es necesario entender qué se quería decir con las figuras
de las Escrituras, y dicho significado será tan real y verdadero como si se dijera en lenguaje
común y corriente. De manera que el fuego que nunca se apaga puede ser
considerado como una figura, si asi se prefiere; sin embargo, siempre significará que en el
infierno habrá algo tan terrible como el fuego; tan cruel y atormentador como lo es el
fuego al cuerpo material. Es más: la realidad del infierno, como la del cielo,
sobrepasa enormemente a los cuadros imaginativos que las cosas y figuras terrenales
puedan evocar." A esto podemos agregar el hecho de que Cristo jamás hizo una falsa
amenaza, de modo que al hablar del fuego eterno.
Él estaba previniendo al hombre contra un castigo real descrito con unas figuras tan vivas,
que indican el más extremo sufrimiento.
Este juicio de fuego fue preparado para el diablo y sus ángeles:
"Entonces dirá también a los de la izquierda: apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Maleo 25:41). Ellos serán los primeros en
sufrir el tormento de las llamas.
El lenguaje usado para describir la morada eterna de los perdidos es
suficiente para horrorizar el corazón del pecador. El lago de fuego; la muerte segunda;
tinieblas; abismo y obscuridad para siempre; llanto y crujir de dientes. La enseñanza de
Cristo indica claramente que el tormento será eterno (Lucas 16:24-26). En el lago de
fuego los condenados estarán totalmente conscientes, lo cual hará su angustia más intensa
aún. No existe un purgatorio, ni medio de escape alguno. "Además de todo esto, una gran
sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera (pie los que quisieren pasar de aqui
a vosotros, no pueden, ni de allá pasar para acá" (Lucas 16:26). Todos los condenados serán
atormentados para siempre jamás (Apocalipsis 20:10).
La repetida frase la muerte segunda se explica muy fácilmente. La primera muerte es física:
la separación del espíritu y el cuerpo. La segunda muerte es eterna: la separación definitiva
entre espíritu y Dios. Esta segunda muerte no tendrá potestad sobre los salvos (Apocalipsis
20:6). Donaid G. Barnhouse, en su libro God's I.ast Word (La última palabra de Dios) afirma:
"Como para darles una palabra final de consolación a aquellos cuyos nombres están escritos
en el libro de la vida del Cordero y a la vez, una palabra final de advertencia a aquellos que
no conocen a Dios, se presenta una vez más la distinción: ''Todo aquel que no fue
hallado
inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.' "
E. Los libros del juicio
Ahora llegamos a la complicada cuestión de los diversos registros que según la declaración de
Juan están delante del Juez cuando Él juzga a los condenados que estarán de pie delante del
trono. "Los libros," "otro libro," "el libro de la vida" y "el libro de la vida del
Cordero" son términos que deben ser distinguidos e interpretados.
"Los libros" (20:12) es una expresión que implica la existencia de más de un registro en el
cielo. Se puede entender claramente que son el registro de las obras de todos los que están a
punto de ser juzgados. "Y fueron juzgados los muertos por las cosas que están escritas en los
libros, según sus obras" (Apocalipsis 20:12). El Señor mantiene un registro fiel de todos los
pensamientos, obras y palabras de los pecadores. Nada es tan insignificante como para que no
sea registrado.
Este no será un juicio general; los méritos de cada persona serán considerados: "cada uno
según sus obras". El rico de Lucas 16, cuando murió y fue al Hades,
clamaba: "Estoy atormentado en esta llama." Pero Abraham respondió: "Hijo,
acuérdale." Entonces el rico empezó a recordar las oportunidades pasadas y perdidas.
Recordó lo que Moisés y los profetas habían dicho. Se acordó del mensaje de la Santa
Palabra de Dios. ¡Se acordó, pero ya era demasiado tarde!
Aunque una persona tenga un buen historial de vida, es evidente que lo único que realmente
cuenta es si Cristo ha inscrito su nombre en "el libro de la vida" (Apocalipsis 20:12). "Pero no
os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres estén
escritos en los cielos" (Lucas 10:20). La base para la condenación no es que haya ausencia de
obras, sino que sus nombres estén ausentes. "Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:22,
23).
Cristo ejerce autoridad sobre este registro, como se indica en Apocalipsis 3:5. (Vea también
13:8; 21:27). El libro de la vida del Cordero es el registro dorado de aquellos que pertenecen
al Señor. Esos nombres fueron escritos en estos libros mucho tiempo
antes de los acontecimientos del gran trono blanco. Donaid G. Barnhouse señala
los puntos siguientes sobre los diversos libros que hay en el cielo:
"Los libros" es un plural. Hay más de un libro en los registros que se llevan en el cielo. Hay
por lo menos dos libros relacionados con los que han creído en el Señor Jesucristo. Existe uno
que es el rollo de los escogidos en Cristo y es conocido como "el libro de la vida del Cordero"
(Apocalipsis 21:27) o simplemente "el libro de la vida" (Filipenses 4:3; Apocalipsis 13:8). De
esto estaba hablando el Señor Jesucristo cuando les dijo a sus discípulos
que debían regocijarse de que sus nombres estuvieran escritos en el cielo (Lucas 10:20).
Hay otro libro que también tiene que ver con los creyentes. Contiene el registro de todos sus
pensamientos
y meditaciones relacionadas con su Señor. Esto lo leemos en el bello pasaje de Malaquías 3:16
que dice: "Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová
escuchó y oyó, y fue escrito libro de memorias delante de Él para los que temen a Jehová, y
para los que piensan en su nombre." Es muy posible que este libro sea el que
contiene la diferencia entre aquellos que son salvos y reciben la recompensa y la corona y
aquellos que son salvos como por fuego, cuyas obras serán quemadas (1 Corintios 3:14, 15).
En el pasaje que estamos considerando en el Apocalipsis se hace evidente que también hay
libros que tienen que ver con los no salvos... El más fácil de describir es el libro que recoge la
vida y las obras de los que no serán salvos. Aquí leemos en términos nada dudosos que las
obras de los incrédulos están registradas en los cielos. Cómo se realiza todo
esto, no pretenclemos saberlo ni nos arriesgamos a adivinarlo. Está en el secreto
de Dios, pero no resulla difícil creerlo, ya que los mismos hombres han alcanzado la
capacidad de grabar en discos grandes sinfonías y elocuentes discursos, y han podido
reducir enormes bibliotecas y
conservarlas en microfilms. Aquí se nos presenta una realidad. Dios la declara. El incrédulo
puede mofarse de ella, pero por este mismo registro tendrá que ser juzgado.
Tal parece que en el "libro de la vida" habrá algo así como el registro de un censo, en el cual
se encontrarán todos los nombres de los humanos que han existido, y que los nombres de los
que no han creído en Cristo serán borrados del libro, dejando la lista de los
escogidos en
Cristo. Ya hemos visto (Apocalipsis 3:5) que una de las promesas hechas a los que vencieren
es que sus nombres nunca serán borrados del libro de la vida. Esto indicaría que algunos si
han sido borrados; indudablemente, son los nombres de los perdidos. Esto se indica con mayor
énfasis en la declaración que se hace en el último párrafo de la Biblia (Apocalipsis 22:19). Los
nombres de aquellos que quiten algo de la revelación de Dios en las Escrituras, serán quitados
a su vez del libro de la vida.
El uno | El dos | El tres | El cuatro | El cinco | El seis | El siete | El ocho | El diez | El doce |
El cuarenta y dos |
El simbolismo de los números en la Biblia es uno de los aspectos más fascinantes del estudio
de las Escrituras. Sin embargo, pasa inadvertido para muchos. Desde tiempos muy antiguos,
las personas instruidas han hallado gran deleite en el estudio de los
números. Las
supersticiones y filosofías del antiguo mundo pagano están relacionadas con
extrañas fantasías y extravagantes especulaciones en cuanto a su uso. Muchas de sus
declaraciones en cuanto a los significados de los números eran completamente
falsas. En cambio, la numerología bíblica nos proporciona una gran ayuda en los
descubrimientos de las glorias morales, dispensacionales y proféticas. No hay lugar
para la especulación en el uso que el Espíritu Santo hace de los números.
Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: que de Dios es el poder, y tuya, oh Señor, es la
misericordia; porque tú pagas a cada uno conforme a su obra (Salmo 62:11, 12).
Ellicott observa que este es el modo habitual hebreo de enfatizar una declaración numérica.
Va aumentando en intensidad natural sobre la estructura misma del versículo, hasta llegar a
su punto culminante. La unión del poder y el amor queda comprobada ante el poeta por la
mención hecha en la última cláusula acerca de la misericordia y la justicia.
Salomón también usa la culminación numérica cuando enumera las seis cosas que
Dios aborrece y la séptima que abomina su alma (Proverbios 6:16-19). Limitándonos únicamente
al
libro de Apocalipsis, busquemos el significado literal y simbólico de los números empleados
por Juan para expresar muchas facetas de la verdad.
1. El uno
Existe un acuerdo universal sobre el significado de este número. En todos los idiomas es el
símbolo de la unidad, y en las Escrituras es considerado como el signo de la unidad divina y su
supremacía absoluta:
"No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éxodo 20:3). Esta orden da a entender que en Dios
hay una suficiencia absoluta y una independencia que no necesita de nadie más. En Efesios
4:3-6, el apóstol Pablo describe un círculo completo, que consta de siete unidades distintas:
un cuerpo, un espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios.
El tres es el signo de la manifestación divina, y el siete es símbolo de perfección espiritual.
Las primeras tres unidades son manifestaciones internas de Dios; mientras que
las tres siguientes son sus manifestaciones externas. La unidad y la supremacía de
la divinidad de todas es afirmada por Dios, quien es "sobre todo", "por todo" y "en todo".
Bullinger, en su obra erudita Numbers in Scripture (Los números en la Biblia) dice:
"Como número cardinal, el uno denota unidad; como ordinal, denota primacía.
La unidad es indivisible, y no está constituida por otros números. Por lo tanto, el uno es
independiente de todos los demás. El uno excluye toda diferencia, porque no hay segundo
con el cual entre en armonía o en conflicto.. . El primero es el único. No puede haber dos
primeros."
La unidad de los atributos gubernamentales de Dios se puede ver en los querubines de oro,
que eran de un mismo tamaño y de una misma hechura (1 Reyes 6:25). ¿No necesita la Iglesia
profesante recordar el significado de este número divino? ¿No es verdad que
se está apartando gradualmente del sacrificio único de Cristo y del altar único,
su unidad en la adoración?
Entre las referencias al número uno en el Apocalipsis, mencionamos a
continuación las siguientes frases sobresalientes:
• "Uno semejante al hijo del hombre" (1:13).
• "Por una hora recibirán autoridad con la bestia" (17:12).
•"Tienen un mismo propósito" (17:13).
•"En una hora vino tu juicio" (18:10).
• "En una hora han sido consumidos" (18:17).
• "En una hora ha sido desolada" (18:19).
Parece como si la "una hora" de los tres pasajes últimos no se limitara a una hora de sesenta
minutos exactos. Es probable que el repetido clamor mencionado aquí sea el mismo período
designado como un "breve tiempo" o "un día" (17:10; 18:8). La brevedad de dicho
período indica lo terrible y repentino del juicio de Dios.
La expresión "un mismo propósito" se refiere a la unidad de los reyes que estarán en sujeción
a la autoridad y voluntad de la bestia.
Cada una de las doce puertas estaba hecha de una perla (21:21). Aunque cada
perla era distinta, había unidad en la variedad: unidad, pero no uniformidad.
2. El dos
Mientras que el número uno afirma que no hay otro, el dos indica que sí lo hay. Es un número
que tiene un doble colorido, de acuerdo con su contexto. Un escritor sugiere que esa cifra
puede significar responsabilidad, debilidad o gracia. Dos pueden ser uno en compañerismo y
en testimonio, aunque sean diferentes en personalidad. Nos sentimos tentados a prestarles
más atención a los pares que se hallan en las Escrituras, a partir de las dos tablas de piedra
del pacto (Deuteronomio 4:13) y de esta manera probar que en la mayoría de referencias a
este número existe la expresión de un testimonio amplio y competente.
Considere el ministerio de los dos profetas (Elías y Eliseo) y los dos soldados (Josué y Caleb),
quienes son reconocidos como fieles testigos de la verdad de la Palabra de Dios. En los días de
la gran Tribulación, darán testimonio de los derechos reales y sacerdotales de Cristo un par
de valientes mensajeros que son descritos como:
•"Dos testigos" (11:3).
•"Dos olivos" (11:4).
• "Dos candeleros" (11:4).
•"Dos profetas" (11:10).
Los dos corazones de estos aguerridos heraldos laten como uno solo en su testimonio total por
la causa de Cristo. Cuando dos seres humanos se unen en santo matrimonio, hablamos de ellos
como una sola carne. Los dos testigos martirizados serán uno en su testimonio, en los malos
tratos en la muerte, la resurrección y la ascensión.
3. El tres
Este número tiene una asociación sagrada, porque representa la Trinidad: Padre,
Hijo y Espíritu Santo (Mateo 28:19). Pablo usa la frase estas tres cuando se refiere a las
virtudes cristianas: la fe, la esperanza y el amor (1 Corintios 13:13). El número tres, que
aparece con tanta frecuencia en las Escrituras, ofrece al expositor de la Biblia una
inmensa riqueza de material para usarlo en el pulpito o en el aula. Aquí, por ejemplo, se
dan algunos de sus usos, para despertar el apetito de los estudiosos:
• Tres hombres se le aparecieron a Abraham (Génesis 18:2).
• Tres ciudades de refugio (Deuteronomio 4:41).
• Tres veces al año (Deuteronomio 16:16).
• Triple bendición sacerdotal (Números 6:24-26).
• Triple clamor del serafín (Isaías 6:3).
• Tres llamamientos a la tierra (Jeremías 22:29).
• Tres veces al día oraba Daniel (Daniel 6:13).
• Tres veces negó Pedro a Cristo (Marcos 14:72).
• Tres medidas de harina (Mateo 13:33).
• Tres días y tres noches (Mateo 12:40).
• Tres veces vio Pedro la visión (Hechos 10:16).
• Tres veces rogó Pablo al Señor con respecto al aguijón en su carne (2Corintios 12:18).
La tríada es una parte muy importante de las Escrituras y dondequiera que se
encuentre puede ser considerada como símbolo numérico de lo divino (como en el caso del
frecuente saludo de Pablo: gracia, misericordia y paz). Con este número también
se enfatizan el testimonio divino y la perfección divina. Sin embargo, hay algunos
pasajes en los cuales el número tres puede ser considerado como el símbolo de la
resurrección moral, física y espiritual, como en:
• El tercer día de la creación
• El tercer día en la resurrección de Cristo.
Puesto que se necesitan las tres dimensiones — largo, ancho y alto— para formar un objeto
sólido, el número tres puede ser considerado como el símbolo del cubo, y por
lo tanto, representativo de todo lo sólido, real, substancial, completo y entero. En total
hay cuatro números perfectos que sugieren la idea de algo acabado y completo en las
Escrituras:
• El tres, que representa la perfección divina.
• El siete, que representa la perfección espiritual.
• El diez, que representa la perfección en el orden.
• El doce, que representa la perfección en el gobierno.
La sección introductoria del Apocalipsis, la Revelación de Jesucristo, está
señalada especialmente por este gran sello divino del tres que se halla estampado en ella.
Esta revelación es
• dada por Dios
• enviada por Dios
• declarada por Dios (1:1).
Juan dio testimonio de
• la divina Palabra de Dios
• el divino testimonio (el testimonio de Jesucristo)
• la divina visión (todo lo que vio — 1:2).
La bienaventuranza es para
• el lector
• el oyente
• el que guarda las cosas escritas (1:3).
El ser divino,
• el que era
• el que es
• el que ha de .venir (1:4, 8).
El Señor que vendrá se presenta como
• el profeta divino (el testigo fiel)
• el sacerdote divino (el primogénito de entre los muertos)
• el rey divino (el soberano de los reyes — 1:5).
El pueblo de Dios es
•amado
• lavado
•coronado (1:5, 6).
Cristo es representado como el
• divinamente eterno
• divinamente vivo
• divinamente poderoso (1:17, 18).
La revelación divina fue triple:
• las cosas que te visto
• las cosas que son
• las cosas que serán después (1:19).
4. El cuatro
Debido a que los acontecimientos mundiales son tan prominentes en el Apocalipsis, el número
cuatro se usa unas treinta veces. Al contemplar el mundo o la escena
completa de la creación, cuando se tienen en perspectiva lo largo y lo ancho, el cuatro es
el número que se usa para describirlo, ya que este número está relacionado con la tierra, con
sus cuatro puntos cardinales y sus cuatro estaciones. En cuanto a los que moran en la tierra,
éstos han formado parte de las cuatro monarquías que describió Daniel. La
plenitud de las bendiciones materiales en la tierra se describe de esta cuádruple forma:
• en vez de bronce traerá oro,
• y por hierro plata,
• y por madera bronce,
•y en lugar de piedras hierro (Isaías 60:17).
Si el tres es la marca de Dios, el cuatro es la marca del mundo, el cual está constituido en
cuatro divisiones: naciones, tribus, pueblos y lenguas (7:9). El cuatro es la señal del hombre y
la creación material. Hay un antiguo proverbio judío que indica que hay cuatro cosas
que ocupan el primer lugar en el mundo:
• el hombre entre las criaturas,
• el águila entre las aves,
• el buey entre el ganado,
•el león entre las bestias (Compare con Apocalipsis 4:7, 8.)
5. El cinco
Aunque no se usa con la frecuencia con que se usan otros números, el cinco tiene su propio
significado. Hay varios casos en los cuales se hace un contraste entre la debilidad y la fuerza
usando el número cinco: David usó cinco piedras lisas para vencer al gigante
Goliat; cinco perseguirán a cien; cinco panes para alimentar a cinco mil. Sin embargo, otros
pasajes como Números 5:7 y Mateo 25:2, implican la idea de la responsabilidad humana. El
número cinco y sus múltiplos ocupan un lugar prominente en las medidas y la distribución de
aquellas partes del tabernáculo y el templo que expresan responsabilidad humana y
testimonio ante los hombres. Hay cinco grandes misterios:
• el misterio de Dios
• el misterio del Hijo
• el misterio del Espíritu
• el misterio de la creación
• el misterio de la redención en la cruz
6. El seis
El hombre fue creado en el sexto día de la creación, por lo tanto está sellado con el número
seis. Seis días son dados al hombre para que trabaje y seis es el número estampado en todas
las cosas que están conectadas con las actividades humanas. Las frecuentes referencias a seis
días de trabajo muestran lo incompleto de la obra humana, que jamás podrá
alcanzar un resultado pleno y definitivo. El trono de Salomón tenía seis gradas (1 Reyes
10:19) y, debido a
la imperfección de su gobierno, su reino fue dividido. Su gloria era imperfecta. El
sexto
mandamiento está relacionado con el asesinato, el peor pecado del hombre contra el hombre.
Puesto que seis es siete menos uno, y el siete es el número de la perfección, el seis tiene que
ver con el hombre, e implica la idea de su imperfección. Este es el número del hombre sin
Dios. Las seis tinajas de piedra llenas de agua (Juan 2:6) hablaban de la
imperfección del hombre y la incapacidad de sus normas para producir bendición. De manera
que el seis indica
la limitación del hombre: lo mejor que él puede hacer sin Dios.
7. El siete
El constante uso en las Escrituras del número siete, demanda un estudio cuidadoso de parte
de todos los amantes de la Palabra de Dios. El papel tan importante que este
número desempeña en el Apocalipsis se comprueba con el hecho de que Juan lo usa
no menos de cincuenta veces en sus veintidós capítulos. El siete tiene gran significado; se
usa en la Biblia con referencia a lo completo y lo perfecto, más que cualquier otro número
simbólico. El siete también aparece en varios múltiplos, como en "setenta veces
siete". En la creación. Dios reposó de su obra el día séptimo: el sábado o día de reposo.
Como se indicó anteriormente, la palabra siete viene en hebreo de una raíz que
significa
"estar completo, satisfecho, tener suficiente" y da la idea de perfección o plenitud, ya sea de
lo bueno o de lo malo. Pablo enumera siete dones y siete unidades asociadas con la verdadera
iglesia (Romanos 12:6-8; Efesios 4:4-6). Había siete fiestas de Jehová (Levítico 23). Además
de los sietes ya señalados, queremos presentar una lista de perfecciones que aparecen en el
libro y están asociadas con el número siete.
• Los siete espíritus de Dios — las perfecciones de la divinidad.
• Los siete candeleros de oro — la perfección de la luz y la verdad y del testimonio dado
por Cristo.
• Las siete estrellas — la perfección en el gobierno y la supervisión.
• Las siete lámparas — la perfección en la iluminación del Espíritu.
• Los siete sellos — la perfección de seguridad y autoridad.
• Los siete cuernos — la perfección del poder divino.
• Los siete ojos — la perfección del discernimiento.
• Las siete trompetas — la perfección de jurisdicción.
• Los siete truenos — la perfección del juicio.
• Las siete plagas — la perfección de la ira divina.
• Las siete copas — la perfección de la destrucción.
• Los siete montes — la perfección del poder terrenal.
• Los siete reyes — la perfección de la realeza terrenal.
8. El ocho
El origen de este número sugiere en hebreo la idea de superabundancia. Viene de una raíz
que significa "engordar", "sobreabundar". De esta forma da la idea de
"fertilidad superabundante" o "satisfacción". Debido a que Cristo se levantó de entre
los muertos el primer día de la semana, que es también el octavo, este número representa
la resurrección.
El ocho también es símbolo de la eternidad y de una nueva época. Vea Génesis 21:4; Levítico
14:23; 1 Pedro 3:20; 2 Pedro 2:5.
9. El diez
El cinco indica nuestra responsabilidad hacia los hombres, y dos veces cinco mide
nuestra responsabilidad hacia Dios, como se comprueba por el uso del diez en
muchas partes del tabernáculo. La misma idea existe en los diez mandamientos.
Las caídas de Israel en el desierto se dice que fueron diez. Este fue el número
de veces que el pueblo tentó a Dios (Números 14:22, 23). Faraón endureció su corazón
diez veces y experimentó el juicio de las diez plagas.
Puesto que es uno de los números perfectos de las Escrituras, el diez significa la perfección
del orden divino: no falta nada; el cielo está completo y terminado. Así en
los diez mandamientos encontramos la revelación completa de las exigencias de Dios sobre el
hombre.
En lo que respecta a nuestro físico, ¡qué bien nos sentimos con diez dedos en las manos y diez
en los pies!
Cuando hablamos acerca de las siete iglesias, presentamos la sugerencia de que los "diez días"
de extrema tribulación de los que se le habla a la iglesia de Esmirna, tenían relación con los
diez períodos de persecución sufridos bajo diez emperadores romanos. El
significado inmediato de esta frase, sin embargo, es que el Señor sabía cuánto era lo más que
sus santos podían soportar y de acuerdo con eso limitó la duración de sus sufrimientos. "Con
medida lo castigarás en sus vástagos. Él los remueve con su recio viento en el día del aire
solano" (Isaías
27:8).
10. El doce
Este número, o sus afines, aparece más de cuatrocientas veces en toda la Biblia.
Dios lo escogió para expresar la administración perfecta del gobierno divino en el mundo,
Israel y la Iglesia (Mateo 19:28; Apocalipsis 21:12-21). A la edad de doce
años, Jesús anunció públicamente su relación celestial y su misión en un mundo
necesitado (Lucas 2:42). Doce legiones de ángeles eran señal de la perfección de los
poderes angélicos (Mateo 26:53). En el Antiguo Testamento también encontrará el
lector mucho material para meditar sobre el frecuente uso del número doce:
• Las doce tribus de Israel.
• Los doce panes de la proposición (Levítico 24:5).
• Las doce Fuentes de agua (Éxodo 15:27).
• Las doce piedras preciosas del pectoral (Éxodo 28:21).
• Los doce patriarcas (Hechos 7:8).
• Las doce piedras (Josué 4:8, 9).
• Los doce bueyes (1 Reyes 7:25).
• Las doce puertas (Ezequiel 48:31-34).
Este número, que aparece unas veinte veces en el Apocalipsis, tiene que ver con el gobierno
patriarcal, el apostólico y el nacional. Así hallamos:
• Las doce estrellas (12:1).
• Los doce ángeles (21:12), que representan a la jerarquía del cielo.
• Las doce tribus (21:12), que representan a Israel como nación.
• Los doce fundamentos (21:14), que representan la fe.
• Los doce apóstoles (21:14), que representan a la Iglesia de Cristo.
• Los doce Frutos (22:2), que representan la bondadosa provisión del cielo.
• Las doce puertas (21:12, 21), que representan la libertad para entrar.
• Las doce perlas (21:21), que representan la gloria de la ciudad.
Entre los múltiplos del número doce tenemos:
• Doce mil estadios (21:16), las dimensiones de la nueva ciudad.
• Doce mil sellados (7:5-8): 12.000 de cada tribu; 144.000 en total.
Mucho de lo que se relaciona con Israel está indicado por medio de este número: los 144.000
señalados (7:4; 14:1) es un número constituido por doce veces doce mil, y
sugiere la perfección y la plenitud del propósito de Dios con relación a su pueblo.
• Veinticuatro es dos veces doce y significa la plenitud de autoridad y representación.
• Los veinticuatro ancianos (4:4, etc.), son los representantes de la luz y la gracia.
• Los veinticuatro tronos (4:4; 11:16) representan el lugar de poder y de juicio.
11. El cuarenta y dos
Seis veces siete es un número de significado profetice que lleva la idea de limitación.
• Hollarán la ciudad cuarenta y dos meses (11:2).
• Autoridad por cuarenta y dos meses (13:5).
Este período que representa 2.260 días, tres años y medio, o tiempos (dos años), tiempo (un
año) y medio tiempo (seis meses), está asociado con el anticristo y el tiempo de la congoja de
Jacob. Esta es la segunda mitad de la semana de Daniel (Daniel 9:24, 27). La duración de la
persecución de Israel ha sido fijada. Bullinger hace notar: El cuarenta y dos debe tener alguna
conexión con la perfección espiritual, porque es un múltiplo de siete. Pero es el producto de
multiplicarlo por seis. Por lo tanto, como el seis es el número de la oposición del hombre a
Dios, el cuarenta y dos cobra un significado muy importante en lo concerniente al resultado
final de la oposición del hombre hacia Dios.
En nuestro estudio del Apocalipsis hemos tratado de explicar muchos de los símbolos que se
usan en este libro. En esta sección queremos indicar el valor del simbolismo y dar
algunos principios que orienten en cuanto a su interpretación. También queremos
presentar una clasificación de los numerosos símbolos usados por Juan.
Nunca debemos olvidar que la Biblia fue escrita en el Oriente, donde el lenguaje
es más colorido y pintoresco que en el occidente. Esta es la razón del uso de
símbolos, tipos y metáforas. Puesto que la Biblia es un libro inspirado por Dios y sus
escritores fueron dirigidos por el Espíritu de verdad, tuvieron su asistencia al escoger
el simbolismo y el estilo que usaron.
Debido a que es infinito, Dios tuvo que recurrir a un lenguaje que nosotros
pudiéramos entender. Esta es la razón para el amplio y variado uso de ilustraciones tomadas
del mundo que nos rodea para iluminar y reforzar las verdades divinas. Por
ejemplo, Dios que es "inmortal, invisible y el único sabio," parece estar fuera del ámbito
de nuestra comprensión y nuestro entendimiento. Nuestra mente, débil y deficiente, no
puede penetrar tal sublimidad. Pero cuando utiliza los símbolos para decirnos todo lo
que El es en sí, entonces nuestro corazón es bendecido y nuestra mente recibe
iluminación.
¡Cuan cerca de nosotros sentimos a Dios cuando nos dice que El es "sol y escudo"! (Salmo
84:11.) No podríamos vivir sin la luz, el calor y la energía del sol. La tierra depende en gran
manera de esta fuente celestial de energía. De la misma manera, nosotros
vivimos, nos movemos y somos en Dios. Así como no podemos vivir sin los
beneficios del sol, tampoco podemos subsistir ni somos nada sin Dios.
Para el salmista el escudo significaba una sola cosa: defensa o protección en la
guerra. Cuando el escudo se interpone entre el luchador y el enemigo, lo defiende
del filo de la espada y las puntas de las flechas. En verdad, Dios es el escudo de su propio
pueblo; se coloca entre él y el enemigo de su alma. Con mucha frecuencia, es
presentado en las Escrituras como la defensa de aquellos que confían en El. Israel estaba
seguro de que Jehová estaba alrededor de él, como las montañas rodean a Jerusalén.
Los símbolos son ventanas que dan luz; sugieren las verdades y las ideas de acuerdo con su
relación o asociación. La palabra símbolo viene de dos palabras griegas: Syn, que significa
"con", y ballein, que significa "lanzar," y en combinación sugieren "lanzar juntos".
A menudo los símbolos son una señal visible de una cualidad o idea invisible. Por ejemplo, el
león es símbolo de coraje; la paloma, de paz; el cordero, de humildad. Los
símbolos representan personas, cosas y atributos, gracias a algún rasgo de parecido entre el
símbolo y
el objeto simbolizado.
No siempre es fácil determinar la diferencia entre lo literal y lo Figurado. El Espíritu Santo,
sin embargo, proporciona el entendimiento espiritual necesario para interpretar
como es debido este bello y expresivo lenguaje simbólico de la Biblia. Un principio muy
seguro que debe ser observado, es tomarlo todo literalmente, a menos que se indique lo
contrario en el texto. Las langostas tenían en sus cabezas como coronas de oro
(9:7). No eran coronas verdaderas, sino que sólo tenían la semejanza de coronas.
Otra cosa que debemos tener presente en la interpretación de un símbolo es averiguar cuál
es su uso a través de las Escrituras y luego comparar los pasajes entre sí para determinar su
pleno significado. Si tomamos como ejemplo una figura usada con mucha frecuencia, como el
fuego, descubriremos que representa a Dios, a Cristo, al Espíritu, a la Palabra, a la autoridad
profética, al juicio, etc.
Al agrupar los símbolos del Apocalipsis, tomando en cuenta que hay casi trescientas citas del
Antiguo Testamento en él, nos damos cuenta de que las raíces de este último
libro de la Biblia se hunden en el pasado y de que el pasado puede ayudar a interpretar el
presente y el futuro.
1. Símbolos procedentes de la creación animal
a. El águila — Las invasiones repentinas hechas por los reyes (Ezequiel 17:2-7). También es
tipo de Cristo (4:7). Representa seguridad, bondad y cuidado para con Israel (12:14).
b. Las aves — Agentes veloces para hacer bien o mal (18:2). A veces representan la maldad
espiritual.
c. El becerro — Símbolo de vigor, juventud y actividad (Salmo 29:6; Oseas 14:2). Es un tipo de
Jesús, quien sirvió tanto a Dios como al hombre (4:7).
d. La bestia — Del griego zeríon, "bestia salvaje". Este término aparece unas treinta y cinco
veces (6:8; 11:7, etc.). Se aplica a los poderes imperiales que actúan sin sometimiento a Dios
(Daniel 4:16).
e. El caballo — Los caballos están relacionados con guerras y conquistas (6:1-8;
19:19). Tipifican el poder y la fuerza (Salmo 66:12; Oseas 1:7).
f El cordero — Este es un animal manso, frágil y apacible (Isaías 11:6; Lucas
10:3). Es mencionado cerca de treinta veces, principalmente refiriéndose a Cristo (5:6, etc.).
g. El dragón — El cruel poder de Egipto (Ezequiel 29:3). El dragón es tipo del
poder de
Satanás (12:7; 13:2-4; 20:2).
h. Las langostas — Tipifican a los enemigos destructores permitidos por Dios (Isaías 33:4).
Son usados como agentes para la ejecución de los tormentos sobre los impíos (9:3, 7).
i. El león — Símbolo de gobernantes, justos o injustos (5:5; 13:2; 1 Pedro 5:8); la grandeza
imperial de Babilonia (Daniel 7:4).
j. El leopardo — Símbolo de ferocidad, violencia, tenacidad y venganza (Jeremías 5:6; Daniel
7:6). Este animal representa al último tirano cruel de la tierra (13:2).
k. El oso — Una criatura de pelo largo y tosco (13:2). Vea Proverbios 17:12. Es un enemigo
fuerte y destructor; el imperio persa (Daniel 7:5).
l. Las ovejas — Tipo del pueblo de Dios. Se usan en relación con Cristo en el Salmo 79:13 e
Isaías 53:6, 7. Se mencionan también entre las mercaderías codiciables
destruidas en Babilonia (18:13).
m. El perro — Esta es una expresión de fuerte repulsión (Mateo 15:27; Filipenses 3:2). Los
perros representan a los perdidos, quienes carecen de sentimientos y de conciencia (Salmo
22:16; Apocalipsis 22:15).
n. La rana — Los egipcios fueron castigados con una plaga de ranas porque creían que los
reptiles eran inspirados por los dioses (Éxodo 8:2). Las ranas son tipo de los
espíritus inmundos (16:13).
o. Los seres vivientes — Del griego zóon. Aparece dieciocho veces en el Apocalipsis (4:6-9,
etc.) para referirse a seres angélicos de alto rango.
p. La serpiente — En hebreo, de una palabra que significa "siseo, silbido". Es griego de una
raíz que significa "astucia", "ardid".
Simboliza el artificio y la astucia satánicas y la sabiduría meramente humana (19:9; 20:2, 3).
2. Símbolos procedentes de los colores
a. El amarillo — Este color representa la palidez del rostro, como en Isaías 29:22 y Jeremías
30:6. Es símbolo de la muerte y de los "ayes" futuros (6:8).
b. El blanco — Este color es mencionado diecisiete veces en el Apocalipsis. Se aplica a Cristo
y a los santos. El blanco es símbolo de justicia y de victoria (19:14).
c. El negro — Usado para el luto y la lamentación personales y nacionales (Jeremías 4:28).
Símbolo del hambre y la miseria bajo el hombre de pecado (6:5, 12).
d. El púrpura — El color de la realeza y las riquezas (Éxodo 25:4, Lucas 16:19; Juan 19:2). En
la vestimenta de la gran ramera es símbolo del cristianismo apóstata.
e. El rojo — El color de la sangre representa la furia con la que se llevarán a
cabo las terribles guerras que ensangrentarán a la humanidad. Este es
también el color correspondiente a Satanás (12:3; 17:4).
3. Símbolos tomados del reino mineral
a. El bronce (cobre) — Soporta la prueba de fuego, por lo que simboliza la
resistencia (Deuteronomio 33:26) y la fuerza. Representa el juicio sobre el pecado
(Números 21:4-9; Apocalipsis 1:15).
b. El hierro — Da la idea de fuerza y poder irresistibles (Salmo 2:9; Daniel 7:7). El hierro es
símbolo de una conciencia y de un poder endurecidos y difíciles de quebrantar (2:27;
9:9;
12:5).
c. El oro — El más precioso de los metales. Se relaciona especialmente con la deidad. El oro
también simboliza la riqueza y el reinado (4:4; 9:7; 18:9-12).
d. Las piedras preciosas — Se encuentran entre los minerales de la tierra. Las
piedras preciosas y las perlas adornan la ciudad eterna (12:11; 19:21). A menudo
se usan para referirse al pueblo de Dios, su tesoro especial (17:4; 18:12; Malaquías 3:17).
e. La plata — Este material era utilizado en el dinero de redención (Éxodo 30:12-16; Levítico
5:15). La plata aparece entre las cosas corruptoras e idolátricas que Babilonia perdió a causa
del juicio (9:20; 18:12).
4. Símbolos tomados de las luminarias
a. El candelero — Símbolo de la Biblia, del conocimiento y de la salvación (Salmo 119:105;
Isaías 62:1). Representa el testimonio y el mensaje proclamados (1:12-20; 2:1, 5; 11:4).
b. Las estrellas — Las luminarias menores simbolizan los gobiernos subordinados
(Daniel
8:10-12). Tipifican a los seres celestiales, buenos y malos (1:16-20; 3:1; 22:16).
c. La luna — Refleja la luz del sol. Se habla de luna nueva en el Salmo 81:3 y en Ezequiel
46:1. Simboliza el testimonio del pueblo de Dios (Cantares 6:10; Apocalipsis 6:12; 8:12; 12:1;
21:23).
d. El relámpago — Símbolo de la obediencia relacionada con el poder judicial
de Dios (Ezequiel 1:13, 14; Nahúm 2:4). Simboliza también la majestad de Dios
(Daniel 10:6), la venganza y la ira divina (4:5; 8:5; 11:9; 16:18).
e. El sol — La supremacía en el cielo. El término hebreo equivalente significa
"brillante" (Malaquías 4:2; Hechos 26:13; 1 Corintios 15:41).
5. Símbolos tomados del cuerpo humano
a. La boca — Parte del cuerpo relacionada con la respiración, con el habla y
con la alimentación (Job 33:2; Éxodo 4:11). Se usa con referencia a Cristo, a los santos, al
anticristo
y Satanás (1:16; 3:16; 9:17; 12:15; 14:5).
b. El cabello — Los nazareos tenían el cabello largo (Jueces 16:17). El cabello
corto era distintivo de energía y dignidad masculinas (Números 6:18; 1 Corintios 11:14).
Simboliza la humanidad glorificada de Cristo y su edad incalculable (1:14).
c. El corazón — Es el asiento de los sentimientos, los afectos, la pureza (Salmo 40:8-12; 1
Timoteo 1:5). Dios puede escudriñar las motivaciones, los deseos y las emociones
(2:23;
17:17; 18:7).
d. La mano —La mano derecha implica posición y prestigio. Las manos
representan el trabajo. Son símbolos de posición, fuerza, acción y servicio (1:16; 9:20; 10:5;
14:9, 14).
e. La mente — La parte perceptiva y pensante de la conciencia (Ezequiel 11:5). Es símbolo de
unidad de decisión (17:13) y de sabiduría celestial (17:9).
f. Los ojos — Las ventanas del alma. Representan el conocimiento y la comprensión (Números
10:31; Salmo 123:2). Es símbolo de la dirección, la percepción y la inteligencia divinas (1:14;
4:6, 8; 21:4).
g. El pecho — El término hebreo significa "parte firme". Es representativo de salud
física, vigor, fuerza (Job 21:24). El pecho tipifica el afecto de Cristo y nuestro amor por El
(1:13;
15:6).
h. Los pies — Nos permiten detenernos, caminar, correr. La expresión "bajo los pies" significa
sujeción (Efesios 1:22). Simboliza el caminar como Cristo y el carácter y la
conducta cristianas (Efesios 6:15; Juan 13:1-10; Apocalipsis 1:15, 17; 3:9; 11:11; 12:1; 13:2).
i. El rostro — Indicador de carácter o expresión (Génesis 3:19; Proverbios 21:29). Simboliza
la gloria, la inteligencia y la omnisciencia reflejadas (1:16; 4:7; 21:4).
j. La voz — Se encuentra cuarenta y seis veces en Apocalipsis. Es una de
las grandes maravillas del cuerpo. Representa principalmente las amonestaciones
divinas (4:5; 8:13; etc.).
6. Símbolos tomados de la naturaleza
a. El ajenjo —- Una planta que representa la amargura y la depresión (Jeremías
9:15; Lamentaciones 3:15; Amos 5:7). Es símbolo de la maldición divina que provoca la amargura
de
los enemigos (8:11).
b. Los árboles — Hay tantas aplicaciones y significados como de veces se mencionan en la
Biblia. Son símbolo de sustento eterno (2:7; 7:1, 3; 8:7; 22:2, 14).
c. La cebada — La harina de cebada hecha pan (Jueces 7:13; Números 5:15; Ezequiel 13:19).
Es símbolo de pobreza, humillación y escasez (6:6).
d. Los frutos — Las cosas materiales que anhela el alma (18:14). Son símbolos de riqueza,
ganancias y bendiciones celestiales (Salmos 21:10).
e. La harina — La palabra hebrea viene del verbo "moler". La harina es molida y pulverizada
(Números 28:20) y tipifica a Cristo en sus sufrimientos (Números 28:28). Se encuentra entre
las mercaderías que Babilonia pierde en el juicio (Apocalipsis 18:13).
f. La hierba — En hebreo, "heno verde". Simboliza la fragilidad de la carne (Salmo 90:5; Isaías
40:6-8). Es símbolo del juicio como parte integrante de la vida (8:7; 9:4).
g. La higuera — Es símbolo de la vida nacional y política de Israel (Mateo 21:19-21; 24:32,
33). Simboliza también la seguridad, la prosperidad y la paz (Zacarías 3:10; Apocalipsis 6:13).
h. La madera — La provisión abundante de la naturaleza. Observe alrededor de usted
los usos de la madera. Es símbolo de idolatría y juicio (9:20; 18:12).
i. Los olivos — Tipo de Israel (Salmo 52:8; Romanos 11). Vea también Jueces
9:8, 9 y
Jeremías 11:16. Describen los frutos y el testimonio de los testigos (11:4).
j. Los olores — La fragancia de la adoración ofrecida a Dios (Levítico 26:31; Filipenses 4:18).
Simbolizan el perfume de las oraciones que ascienden hacia Dios (5:8; 18:13).
k. Las palmas — En hebreo su nombre significa "erecta". Símbolo del florecimiento de
los justos (Salmo 92:12; Cantares 7:7, 8).
l. El trigo — Es una figura usada para representar a Cristo, la Palabra de Dios y la profesión
de los santos (Jeremías 23:28; Mateo 13:24-30). Este artículo de primera necesidad para la
vida estaba asociado con el juicio (6:6; 18:13).
m. Las uvas — Sangre, o fruto de la vid (Génesis 49:11); representa a Israel (Jeremías 2:21).
Simboliza el juicio de los apóstatas (14:18). n. El vino — En hebreo,
"exprimido". En Apocalipsis el vino es símbolo del juicio divino (14:8, 10; 16:19; 19:15).
7. Símbolos tomados de las fuerzas de la naturaleza
a. El abismo — Hebreo, "prisión". Se usa en relación con el seol, o lugar a donde van
los espíritus (Isaías 14:15; 24:22). Es símbolo de la morada de los malos espíritus y de la prisión
de Satanás por mil años (9:1, 2; 20:1).
b. Las aguas — El término aparece unas dieciocho veces en el Apocalipsis. Se usa
para referirse a las influencias buenas y malas (Salmo 1:3). Es símbolo de bendición y también
de
las naciones agitadas satánicamente (8:11; 16:4, 5; 17:15; 21:6; 22:1).
c. El arco iris — En hebreo, "arco en las nubes" (Génesis 9:3). Está entre el cielo y la tierra.
Es símbolo de gracia y misericordia y representa la fidelidad de un Dios que guarda su pacto
(4:3; 10:1).
d. Los cielos — Palabra que aparece cincuenta y siete veces en el Apocalipsis. Tiene un triple
significado: el cielo atmosférico, el cielo de los astros y el cielo espiritual. Es
símbolo de Fuente de autoridad y de luz (6:13; 8:10; etc.).
e. El diluvio — En hebreo, "inundación". Se asocia con el juicio de Dios en la época de Noé
(Génesis 6:17). Es símbolo del odio de Satanás contra Israel (12:15, 16).
f. El granizo — Azote usado para describir el poder de Dios en su actuación como Juez (Isaías
30:30). Símbolo de la destrucción de las obras de los malvados (8:7; 11:9; 16:21).
g. El lago — La frase "lago de fuego" aparece cinco veces en el Apocalipsis. Vea
también
Números 16:32-34; Isaías 5:14. Es símbolo de la inmersión en una agonía interminable (19:20;
20:10, 15).
h. El mar — Se hace mención del mar unas veinticinco veces en el Apocalipsis. Se usa literal y
simbólicamente. Es símbolo de transparencia celestial y también de pueblos en
estado de confusión (4:6; 5:13; 8:8; 21:1).
i. La montaña — Representa estabilidad y grandeza política y moral (Daniel 2:35;
Salmo
125:1, 2). Simboliza el derrocamiento de la prominencia nacional (6:14, 16; 8:8; 14:1; 17:9;
21:10).
j. Las nubes — Debido a su naturaleza transitoria, las nubes representan los
movimientos divinos (Salmos 18:11; 104:3). También simbolizan la presencia divina, la
majestad y la gloria encubierta de Dios (1:7; 10:1; 11:12; 14:14-16).
k. El río — Símbolo de dones y bendiciones espirituales (Salmo 36:8; Juan 7:38, 39). Simboliza
el refrigerio eterno de los santos (8:10; 9:14; 16:4; 22:1).
l. Los terremotos — En hebreo, "vibración". Representan las calamidades y
tragedias repentinas (1 Reyes 19:11). El terremoto simboliza la convulsión y el trastorno
en el orden establecido en la tierra (6:12; 11:13; 16:18).
m. El trueno — En hebreo, "choque". Es evidencia de poder divino (1 Samuel 2:10). Es símbolo
de la voz de Dios en el juicio. Aparece diez veces en el Apocalipsis (4:5; 6:1; 14:2; etc.).
n El viento — Usado para representar el poder invisible y grandioso de Dios (Isaías
11:15; Juan 3:8; Hechos 2:2). El viento simboliza las operaciones divinas, invisibles pero
poderosas (6:13; 7:1).
8. Símbolos tomados de Personalidades
a. El anciano — Este término se usa en total unas doce veces en el Apocalipsis. Se aplica a
los líderes y supervisores, tanto judíos como cristianos. Es símbolo de edad,
experiencia v sabiduría (1 Pedro 5:1-3) y de los santos del cielo en su carácter de
sacerdocio real (4:4; etc.).
b. El hijo varón — Una frase usada para indicar el sexo de un niño (Levítico 12:2; Job 3:3;
Isaías 66:7). Representa a Cristo como el hijo nacido de María (12:5, 13).
c. El juez — Administrador de justicia y de veredictos (1 Reyes 3:9). Representa los justos
juicios que vendrán sobre santos y pecadores (16:10; 18:8; 19:2, 11; 20:13).
d. El profeta — Los profetas presentan los mensajes y las advertencias de Dios. Este término
se usa doce veces en el Apocalipsis, tanto para designar a los verdaderos profetas como a los
falsos (2:20; 10:7; 16:13; 20:10).
e. La ramera — En griego, pome, de donde viene la palabra pornografía.
Simboliza la corrupción religiosa y el adulterio espiritual (17:1-16; 19:2; 21:8).
f. El rey — En hebreo, "gobernante". Se usa veintiún veces (como "reino", seis
veces). Poseedor del poder supremo y la autoridad (1 Timoteo 1:17). Este título es
símbolo de la dignidad de Cristo y de sus santos (1:5, 6; 17:14; 19:16).
g. El sacerdote — En el orden sacerdotal de Aarón sólo habían varones; esto es tipo de Cristo
(Hebreos 3:1). Todos los redimidos, hombres y mujeres, están incluidos en el sacerdocio real de
los creyentes (1:6; 5:10; 20:6).
9. Símbolos tomados de los objetos inanimados
a. La coraza — Usada para la defensa (Éxodo 25:7; Isaías 59:17;
Efesios 6:14). Simboliza la protección y la seguridad para el corazón y la
conciencia (1
Tesalonicenses 5:8; Apocalipsis 9:17).
b Los cuernos — Representaban el poder y la gloria de los reyes (Salmo 75:10;
132:17; 1
Samuel 2:1). También simboliza el poder y la autoridad del hombre de pecado (5:6;
13:1;
17:12, 16).
c. La espada — Representa la autoridad y el poder de los magistrados (Romanos 13:4). Es
símbolo de la Palabra de Dios, del juicio administrado por Cristo y también de la guerra (1:16;
2:12, 16; 6:8; 19:15-21).
d. Los libros — Representan un relato o un registro escrito o impreso. Aparece el término
unas veintiocho veces en Apocalipsis. En los libros mencionados se incluyen
registros de hechos, decisiones y recompensas (1:11; 10:2; 17:8; 20:12; 22:18).
e. El lino fino — En hebreo, "cardado, blanqueado, torcido" (Génesis 41:42).
Simboliza la justicia de Cristo y la pureza nuestra. /. Las llaves — Las llaves sugieren el
derecho a ejercer autoridad y simbolizan la posesión de conocimiento (Isaías 22:22;
Mateo 16:19; 18:18). Simbolizan además conocimiento, autoridad y gobierno divinos (1:18;
3:7; 9:1; 20:1).
g. Las puertas — En hebreo, "aperturas". Una puerta abierta denota seguridad y
acceso (Isaías 60:11). Las puertas no sólo son símbolo de gobierno (Génesis 19:1), sino
también de entrada libre en la ciudad (21:12-14).
h. El sello En hebreo, procede del verbo "cerrar". Casi siempre se usa para referirse a una
transacción consumada (Ester 8:8; Efesios 1:13). El sello es símbolo de
seguridad, conservación y juicio (5:1-10; 6:1-17; 7:2; 9:4).
i. El tabernáculo — Una estructura temporal (2 Corintios 5:1, 4; 2 Pedro 1:14) y la morada
corporal de Jesús (Juan 1:14). Representa el lugar donde Dios hace sentir su presencia (13:6;
15:5; 21:3).
j. El Templo — Morada permanente, separada para la adoración (1 Reyes 6:1-14;
Salmo
68:29). Este término aparece dieciséis veces en el Apocalipsis. Simboliza la habitación eterna de
Dios en medio de su pueblo (3:12; 7:15; 11:19; 21:22).
k. La trompeta — Las trompetas se usaban por múltiples razones en las
actividades y reuniones públicas (Isaías 27:13; Zacarías 9:14). La trompeta es símbolo del rapto
de la Iglesia
y del juicio (1 Tesalonicenses4:16; Apocalipsis 1:10; 8:2; 9:14).