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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL 
FACULTAD DE CIENCIAS PSICOLÓGICAS 
  
  
MODALIDAD DE TITULACIÓN: 
  
PROYECTO DE INVESTIGACIÓN 
  
  
TÍTULO: 

ABUSO DE LOS DISPOSITIVOS ELECTRÓNICOS Y SU INFLUENCIA EN EL


DESARROLLO DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN NIÑOS
 
  
  
  
 
  
  
  
  
ESTUDIANTES: 
  
 HERNÁNDEZ CARRERA PAULA DANELY 
 LOAYZA ALISSON 
  
  
TUTOR: 
JOSÉ ANTONIO RODAS, Phd. 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  

  
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Introducción 
En la actualidad, el uso de dispositivos electrónicos no se atribuye únicamente a

profesionales de la informática u ocupaciones relacionadas, sino a la población en general. La

facilidad de acceso y la exposición constante a Tabletas, celulares, televisores, etc… es una

realidad, desde momentos de ocio hasta necesidades laborales o académicas han vuelto de

estos dispositivos una necesidad imperativa, a partir de los años 70 acompañado del primer

micropocesador, Intel 4004, la evolución de la tecnología, junto a de todo tipo de

consecuencias, tuvo un avance acelerado. Hace 5 décadas la edad a la cual los niños

comenzaban a interactuar regularmente con los medios tecnológicos era a partir de los 4 o 5

años, mientras, hoy en día su consumo es a partir de los 4 meses de edad. Se reconoce que las

primeras edades mencionadas hacen referencia a los antiguos televisores de cola que ahora

parecen cosa de ficción si los comparamos con las famosas pantallas planas o los pequeños

teléfonos móviles. Según, Marc Prensky, a estos niños se los denomina “nativos digitales”,

nacidos en un entorno digital y criados en el uso permanente de las TICs.   

Por décadas ha existido el debate sobre cuál es el impacto de los dispositivos

electrónicos, si ayudan en el desarrollo o lo impiden, en un primer momento, se analizó su

consumo bajo los constructos de “contexto adecuado” y “contenido educativo” como factores

que favorecían el desarrollo del lenguaje (Madigan, 2020) Sin embargo, estos puntos son

cuestionables por ser parte de las campañas publicitarias de programas de televisión o canales

de YouTube. Este cuestionamiento nace a partir de la afirmación de que es necesaria la

participación del niño en intercambios verbales durante sus primeras edades porque se ha

demostrado que promueven la comunicación y la adquisición del lenguaje. Acorde a la

investigación realizada por Tiffany A. Pempek, Heather L. Kirkorian y Daniel R. Anderson a

49 niños entre 12 y 36 meses la exposición a la televisión de fondo durante la primera infancia


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puede colaborar a un desarrollo empobrecido del lenguaje. Esto puede ir de la mano con

algunos estudios que han señalado que el exceso de tiempo de pantalla está ligado con el

desarrollo de trastornos de aprendizaje, déficit de atención y trastornos del sueño (Linn,

Wolfsheimer Almon, y Levin, 2012).  Desde luego, reconocemos que, como menciona

Carson (2022)  “la primera infancia es un período de rápido crecimiento y maduración del

cerebro. Las habilidades cognitivas que surgen en la primera infancia son esenciales para el

bienestar físico, mental y social, así como para la educación y el éxito en el lugar de trabajo

más adelante en la vida”. Esto corresponde a que específicamente, se han registran

asociaciones entre las funciones ejecutivas en la primera infancia y la preparación escolar, el

rendimiento académico y las competencias s socioemocionales en la niñez posterior.  

   

Por otro lado, los niños y niñas que pasan más tiempo usando pantallas son más

propensos a mostrar una regulación emocional negativa (no mantener la calma, discutir

demasiado, dificultad para llevarse bien), incapacidad para terminar las tareas, menor

curiosidad y más conflictos haciendo amigos. Los cuidadores también los describen más

difíciles para ser atendidos y personas con poco autocontrol. (Jean M. Twenge, 2018).   

Un punto para considerar es el hecho de que la intervención de los dispositivos

electrónicos es prácticamente ineludible, por lo cual una medida que puede contemplarse es la

mediación instructiva, esto sucede cuando formamos parte del periodo en el que nuestros

hijos usan pantallas, describiendo la situación, aclarando comportamientos de los personajes,

conteniendo o acompañando sentimientos y emociones que pueden desbordarse (Frustración

por pérdida, enojo, tristeza, etc.). Todo esto con el fin de participar en esta actividad

conjuntamente con ellos, logrando una oportunidad para aprender, desarrollar el pensamiento

crítico, interactuar y enseñarles a gestionar su tiempo en estos medios electrónicos   


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Sin embargo, esta mediación es improbable sin la participación activa de los padres en

las prácticas diarias de los niños. “A lo largo de nuestra vida, el apego materno temprano, la

construcción de vínculos seguros y la estimulación inicial en el plano afectivo y sensomotora

influirán significativamente sobre la probabilidad de desarrollar nuestro potencial humano a lo

largo de la vida.” (Vásquez, 2011). Suplir las necesidades emocionales de los niños

oportunamente es parte de la formación dentro del apego seguro, esto permea al niño y

mantiene un desarrollo de competencias sociales y bienestar psicológico adecuado.  Cuando

planteamos la de ausencia parental, no es solamente si la ausencia ha sido por abandono o

muerte de alguno de los padres, sino también por la negligencia de los mismo en el cuidado y

atención del menor.   

“Otro concepto que hace referencia a la ausencia parental es la inaccesibilidad, la cual

se puede definir de manera temporaria (separación) o permanente (pérdida).”  (Collante.,

2020) Agregando a ello, puede existir la posibilidad de que los padres se encuentren

físicamente presentes, pero emocionalmente permanezcan ausentes; es decir, pueden no suplir

los deseos afectivos del niño. Dicha ausencia puede ser un generador de estados. 
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Marco teórico

Dispositivos electrónicos, la cultura digital y sus efectos

En la actualidad vivimos en una época globalizada que se sustenta en el uso y manejo

de la tecnología para poder cumplir las necesidades de información, comunicación, gestión y

desarrollo en casi todas las esferas de la cotidianeidad, en su mayor parte, por el acceso a los

dispositivos electrónicos (DE).

Según el INEC (2014) un dispositivo electrónico corresponde a los instrumentos o

aparatos como computadoras, notebooks, PDA o asistente personal digital por sus siglas en

inglés, smartphones, tabletas entre otros. (INEC, 2014)

El desarrollo en masa, el avance de las tecnologías y su incorporación a los procesos

educativos ha permitido que los DE sean herramientas de fácil acceso y manejo para el

conglomerado de población en general, particularmente adquiriendo una alta popularidad con

las nuevas generaciones de jóvenes ecuatorianos (Calva Nagua, Galarza Schoenfeld, & Sare

Ochoa, 2019).

Mediante el uso del internet, se ha logrado realizar un avance cualitativo dentro de los

procesos de comunicación interpersonal que crean y modifican paradigmas relacionados de


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las reglas sociales de la interacción humana (Gónzales Fernandez, Zayas, & Guil, 2015).

Considerando como estas interacciones corresponden a gran parte de los procesos cotidianos

de las personas, es correcto asumir que se ha modificado la cultura de la información debido a

la presencia de los DE.

La cultura digital entonces es definida por Riverón (2016) como las interacciones y

fenómenos sociales asociados al manejo de los DE y del internet como parte de los procesos

cotidianos de expresión y comunicación. (Riverón Rodríguez, 2016)

El autor expresa que la cultura digital incluye tanto temas de carácter digital en

comunidades virtuales como también dentro del mundo físico, arraigando de esta forma las

características endémicas de personas en su interacción física como digital. A esto se le puede

sumar que también incluye las influencias que posee sobre la cultura resultante del uso de los

DE, por ende, puede moldear parte de las percepciones humanas sin necesidad de un DE o del

internet, solo por acto de difusión humana. Es importante considerar los factores que pueden

llegar a modificar la influencia de la cultura digital por sobre los individuos, iniciando por la

facilidad que tengan estos para el acceso cotidianos de estas tecnologías donde a mayor

acceso, es mayor la influencia.

Mediante la cultural digital es posible que se pueden mejorar diferentes esferas de la

sociedad, contemplando los cambios positivos en las propuestas pedagógicas al considerar de

forma adecuada el potencial e interés que mantienen los DE en las nuevas generaciones,

adicional mediante la popularización y difusión de las nuevas tecnologías de la información se

pueden crear o construir esquemas lógicos/cognitivos, disposiciones morales, visiones del

mundo, todos estos influenciados por la cultura digital presente (Casillas & Ramírez

Martinell, 2015).
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La virtualidad constituye un cambio social distintivo hacia los procesos de interacción

social, principalmente con los surgimientos de servicios de mensajería instantánea, espacios

de reuniones digitales, redes sociales, aplicaciones de almacenamiento y difusión de datos, etc

(Bejar & Medina, 2021). Estas nuevas dimensiones corresponden a un proceso social de

adaptación hacia la satisfacción de las necesidades de los seres humanos en un mundo

altamente globalizado, dando pie a la revolución tecnológica.

La revolución tecnológica se compone entonces a esta transformación que han

provocado los DE para transformar el mundo, considerando las formas en las que la

información fluye y las revoluciones en las distintas áreas del profesionalismo humano y sus

distintas áreas de aplicación para las esferas sociales (Castells, 2002, como se citó en Casillas

y Ramírez, 2019). (Casillas Alvarado & Ramírez Martinell, 2019)

Los autores indican que es necesario comprender las realidades de las revoluciones

tecnológicas como un conjunto de referentes en donde son interpretados el uso de los DE para

su dominio amplio a lo largo de las diferentes áreas de aplicación tanto virtuales como físicas.

Dentro de un contexto tecno cultural actual, la interpretación de la revolución digital no puede

verse como un vinculo entre dos mundos (digital y físico) independientes y separados, sino

que convergen entre sí, particularmente a las nuevas generaciones que manipulan y conciben

a la tecnología como un elemento más de la domesticidad y cotidianeidad en sus esferas

sociales con sus pares.

Las nuevas generaciones se encuentran expuestas a un flujo muy grande de

tecnologías, avances en el desarrollo de nuevos DE, actualizaciones y conceptos digitales, por

lo que tienen afinidad a su uso y manejo desde temprana edad. Los nativos digitales

corresponden a una identificación sociológica a estas nuevas generaciones, que se

caracterizan por mantener una cercanía hacia los DE dado a su primer acercamiento hacia
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estos a temprana edad, que provoca una mayor habilidad al momento de asimilar

conocimientos y procesos relacionados a la cultura digital (Ruano, Congote, & Torres, 2016).

Sin embargo, esta nueva naturalidad de tecnologías y DE en nuevas generaciones,

especialmente en niños y adolescentes conlleva a nuevos desafíos hacia los padres o

cuidadores para afrontar con relación a los procesos de desarrollo de la primera infancia por el

uso de estos dispositivos.

Obando (2019) explica que existe una dualidad de efectos que tienen los DE en el

desarrollo de la infancia, siendo estos positivos o negativos dependiendo del contexto, uso y

supervisión que mantengan los infantes al momento de su manipulación, sea de forma directa

o indirecta.

Dentro de los aspectos positivos, el autor menciona que un acceso más sencillo a la

información, especialmente mediante los motores de búsqueda seguros y los portales de

información didácticos que se muestran como soluciones practicas para el estudiante al

momento de realizar consultas en el internet o buscar una noticia reciente. Así mismo la

interactividad virtual mediante nuevas formas de aprendizaje, por como ahora existen

plataformas virtuales de aprendizaje y comunidades académicas, los cuales brindan cursos o

seminarios para niños y adolescentes enseñando habilidades básicas como procesos más

avanzados, utilizando los intereses de los nativos digitales para inculcar conocimientos de

computación, programación e incluso robótica mediante cursos online.

También se fomenta la comunicación a través de medios online que permiten una

transmisión instantánea entre personas, incluyendo grupos y comunidades escolares, así como

contactos cercanos o familiares separados por grandes brechas geográficas, ahora permitiendo

un feedback instantáneo gracias a programas de reunión, videollamada o salas de chat, y por

último, crean un espacio de ocio y entretenimiento para los niños, esto mediante juegos
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interactivos, espacios de videos online, servicios de streaming, juegos en nube, música,

películas, entre otros.

Estos aspectos positivos demuestran algunos de los atributos beneficiosos para el niño

mediante el manejo de los DE, sin embargo, es importante que se tenga un proceso de

supervisión, regulación y control sobre los contenidos y horarios que el infante ocupa dichos

DE, por como un sobre exceso o el consumo de ciertos contenidos puede causar efectos

nocivos para él.

Michel Desmurget, doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto

Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia, afirma que mediante la

incrementada interacción desmedida de los infantes con las pantallas digitales y DE, se corre

el riesgo de que el niño pierda parte de su humanidad; esta condición corresponde a un

problema de salud publica y que su uso descontrolado puede provocar daños a nivel cerebral,

alteraciones en el sueño, interferencias en el habla, bajo rendimiento académico, una

disminución en la concentración, estilos de vidas sedentarios entre otros efectos perjudiciales

al desarrollo (Desmurget, 2020).

Estudios realizados a nivel neurológico reportan que la exposición prolongada hacia

pantallas digitales produce un desplazamiento de materia gris de las regiones de la corteza

frontopolar del cerebro hacia la parte frontal y lateral de la cabeza, provocando cambios

neurológicos en áreas relacionadas con el desarrollo verbal y capacidades intelectuales

(Cerebral Cortex, 2013 como se citó en Cárdenas, 2017).

Algunos de los aspectos negativos de un consumo excesivo de material digital en los

infantes por medio de los DE involucran; una modificación dentro de la conducta observable

del infante, esto es por como los contenidos de naturaleza impactante, sean temáticas de

violencia, acción, drama u otros, generan un precedente para la imitación del infante, creando
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escenarios en los que puede incrementar la agresividad o la sumisión ante eventos que puedan

relacionarse en la realidad, dificultando así la participación en actividades de socialización o

el desarrollo académico por déficits de atención escolar. También se presentan modificaciones

en las habilidades de activación psicológica y fisiológica de acuerdo con la exposición

prolongada a pantallas digitales. Un ejemplo sustancial de esto sería la dificultad para poder

mantener sesiones de lectoescritura mantenidas por lapsos prolongados, se suma a esto las

dificultades en la conciliación del sueño, provocando adversidades en la construcción

sináptica de las redes neuronales para retener recuerdos, aprendizajes entre otros. Esto es

porque el nivel de esfuerzo mental para actividades de consumo digital suele ser bajo, y esto

no estimula al cerebro a lograr niveles altos de concentración ante tareas más demandantes si

se ha acostumbrado a este límite de trabajo mental.

Además, la deconstrucción de los vínculos sociales físicos dada la gran afluencia de

nuevas tecnologías de la información y comunicación, y como estas se relacionan con la

formación de vínculos significantes para un niño que esta recién conformando su proceso de

socialización, por lo que puede crear un desinterés de relaciones físicas con sus padres o

compañeros a favor de amistades virtuales. Una conducta más sedentaria también suele ser

consecuencia de plazos largos de consumo digital sin ningún tipo de supervisión parental. El

alto contenido de estímulos visuales requieren un estado de pasividad y concentración en las

pantallas que no necesitan de un movimiento físico demandante, por lo que los tejidos

musculares y las articulaciones no mantengan sus desarrollos adecuados si este tipo de

actividades consume mucho tiempo de la rutina diaria del infante, así mismo provoca riesgos

en la salud del niño al aumentar posibilidades de obesidad infantil y un bloqueo en el

desfogue natural de las emociones, el cual es la actividad física, provocando irritabilidad,

frustración, desobediencia y arrebatos de impulsividad (Cárdenas, 2017) (Rojas, 2016)

(Limachi Alcón, 2020).


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Velasco (2018) indica que la inteligencia humana puede ser particularmente maleable

durante los primeros años de vida y que las interacciones que llegue a poseer durante dicho

estadío del desarrollo permitirán un avance en el coeficiente intelectual del infante y de las

habilidades del desarrollo, por lo que se tiene que tomar especial cautela en designar las

actividades dirigidas al niño.

Desmurget (2020) explica que el coeficiente intelectual corresponde a varios factores

como el sistema educativo, los accesos culturales y la situación socioeconómica, pero existe la

constante que ciertas interacciones excesivas con los DE en infantes puede reducirse dicho

coeficiente.

Se explica que el tiempo que los niños emplean en usar las pantallas digitales en

aplicaciones, videos, juegos, entre otros, reducen el lapso que podrían emplear para

actividades tradicionalmente más didácticas, particularmente al estudio o al desarrollo de

habilidades verbales, generando así un ambiente pobre de desarrollo del infante y su

adaptación al medio contextual en el que se encuentra.

Es importante recalcar que el autor se refiere a un uso desmedido o sin control de los

DE, por como mediante la aplicación regulada por los padres o tutores, más la

implementación pedagógica de esta tecnología digital puede desarrollar y fomentar

habilidades en los infantes en el estudio.

La principal causa de que los niños tengan la posibilidad de acceder a lapsos nocivos

de interacción con los DE es su relación con padres o cuidadores, principalmente por como la

mayoría de los padres actuales tienden a encomendar los tiempos o espacios de recreación de

los infantes al uso de celulares, tablets, consolas de videojuegos, smart tvs entre otros. Esto se

debe dado a la gran cantidad de contenidos virtuales dirigidos hacia los niños, pero que no
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necesariamente involucre un desarrollo positivo para las habilidades latentes de los infantes

(Zimmerman, Christakis, & Meltzo, 2007).

Esta gran oleada de contenidos digitales enfocados hacia niños, y sin olvidar su muy

fácil difusión, ha creado un espacio en donde el infante puede llegar a explorar y consumir

programa tras programa sin necesidad de supervisión adulta, lo cual ante el ojo no experto de

un padre, podría ser considerado como entretenimiento sano, pero realmente provoca un

alejamiento entre el vínculo del infante con sus cuidadores y del medio en el que se encuentra

inmerso, solo por la preferencia a los estímulos digitales (Domínguez, Schade, & Fuenzalida,

2016).

Considerando esta información, algunos autores han propuesto horarios de consumo

que puedan ser limitantes para el infante para evitar algunas de estas consecuencias nocivas.

Pedrouzo y colaboradores (2020) indican entre sus recomendaciones que para niños entre dos

a cinco años de edad, se debería establecer un máximo de una hora diario de uso de DE con

fines educativos, ya que un exceso a esta limitación podría provocar problemas dentro del

desarrollo; adicional recomiendan que el horario de consumo digital sea entre horas de la

mañana y tarde, antes de lapsos de sueño dada la influencia que tienen los DE con las

alteraciones del sueño del infante, particularmente por la supresión de melatonina endógena

provocada por la luz emitida.

Entidades como la Academia Americana de Pediatría determinan que el consumo

mediático del infante provoca acciones basados en preferencias, tiempo de consumo,

complejidad entre otros, por lo que sugiere asesoría para padres que no pueden llegar a mediar

este tipo de circunstancias más allá del cierre del acceso de los DE a los niños (American

Academy of Pediatrics, 2016).


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Una preocupación más reciente que mantienen los padres de familia es respecto a la

peligros de la interactividad digital que proveen ciertos DE, particularmente los smartphones

o tablets, los cuales a diferencia de las pantallas tradicionales de emisión de contenidos, estas

permiten una retroalimentación o interacción directa del infante si supervisión con un

desconocido en el internet.

El uso desmedido del celular en niños que usan aplicaciones o juegos online a

temprana edad pueden culminar en alteraciones en su desarrollo y daños neurológicos; estas

complicaciones se deben a hábitos desmedidos del infante a exponerse a estímulos tanto

agradables (bonificaciones, imágenes o premios virtuales) como desagradables (insultos de

otros, castigos o penalizaciones), lo que puede llevar a una adicción al uso del celular. Sin

este, el niño puede expresar sensaciones de ansiedad, intolerancia, rebeldía entre otras

actitudes. (De la Rosa, 2014).

La aceptación social entre jóvenes nativos digitales es importante dentro del desarrollo

interpersonal del infante, por lo que en niños de edades mayores, los temas de cultura digital

(juegos del momento, tendencias, influencers o canales) son tópicos de interés para ellos, por

lo que al no acceder a dicho contenido provoca una sensación de aislamiento para el niño en

sus círculos sociales. Esta es la razón por la que Acero (2017) explica que un desarrollo de

estas actitudes en la infancia conllevarían a una adolescencia llena de inseguridades, baja

autoestima, necesidad de emociones intensas, extrema dependencia en la aprobación externa,

sensibilidad emocional y dificultad para mantener atención en tareas específicas .

La dinámica de los círculos sociales de los infantes se diferencia de la adulta por la

cantidad de tiempo dirigida a la socialización (escuela, talleres, grupos de estimulación,

guarderías). Muchos de las relaciones sociales en el aula comienzan con la interacción física

(presentaciones en cursos) y mediante la socialización, los niños pueden encontrarse en


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espacios virtuales, sean por interés de la institución educativa (plataformas como Edmodo) o

redes sociales (Facebook, Instagram, etc.). A esto, hay que sumar que los algoritmos de las

páginas sociales, principalmente aquellas dedicadas a la interconexión de usuarios facilitan el

descubrimiento de nuevas personas que no necesariamente el infante conoce de forma física,

por lo que el trato sin un control adecuado sin supervisión de un adulto responsable podría

tornarse peligroso para el infante (Álvarez Cadena, Mora Alvarado, Pilamunga Asacata, &

Naranjo Kean Chong, 2020).

Este uso excesivo de redes sociales y otras paginas de socialización y congregación

digital generan un ambiente en el que los niños están expuesto a diversos contenidos no

necesariamente aptos para su edad, todo esto por los enlaces externos, contenidos maliciosos,

mensajes de difusión entre otros, que corresponden a un riesgo no sólo para el infante sino

también para sus DE e información sensible almacenada en los dispositivos, tales como

información bancaria o detalles de vivienda de los cuidadores del niño.

Cualquier niño que sea víctima de este tipo de ciberataques o trampas virtuales puede

desarrollar en un futuro sensaciones de culpa o desconfianza de los espacios digitales dado

sus experiencias previas, que podrían desembocar en casos de depresión o ansiedad ante el

manejo de contenidos virtuales, sin mencionar el distanciamiento social que puede provocarse

el afectado con sus padres o cuidadores (Rosen, 2011).

A modo de conclusión, es entendible que el impacto de la cultura digital y de los DE

se hayan popularizado tanto entre jóvenes y niños, al ser parte de los nativos digitales. Esta

inclusión de metodologías y apreciaciones virtuales en las esferas socioeducativas, en la

intimidad del hogar y en los espacios de ocio corresponden a alternativas atractivas para los

niños, pero que pueden conllevar consecuencias negativas si no se les brinda una supervisión
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o regulación de los contenidos virtuales, para así evitar problemas relacionados al desarrollo

del infante.

Uso y Abuso de dispositivos electrónicos


Es por lo cual, La Subcomisión de Tecnologías de Información y Comunicación

(TIC) de la Sociedad Argentina de Pediatría, recomienda que antes de los 18 meses los niños

no deben usar aparatos electrónicos, y a partir de esta edad hasta los 24 meses se lo

recomienda con estrecha supervisión. En las siguientes edades es necesario supervisar que no

se consuman contenidos inapropiados y que no se utilicen en horarios del sueño ni en

espacios para vinculación familiar.

Por otro lado, la Sociedad Canadiense de Pediatría recomienda que no los niños

menores de 2 años no consuman nada de pantallas, de 2 a 5 años mantengan un consumo

máximo de 1 hora al día, y manteniendo siempre sus horarios de sueño y de comida libres de

dispositivos electrónicos, asegurando que el sedentarismo no forme parte de la rutina de los

infantes.

A partir de esta información se puede concluir que el consumo indiscriminado de

dispositivos en niños/as pasa de ser uso a convertirse en abuso, esto es de acuerdo a la

definición de la RAE (2005) donde se define el abuso como hacer uso de algo de modo

excesivo o indebido, desde donde podríamos decir que el abuso de dispositivos electrónicos

se forma cuando no existe la supervisión adecuada, ni un límite de tiempo claro establecido.

Desarrollo del infante

Los procesos de desarrollo del infante corresponden a diversas etapas, propias del

crecimiento humano. Muchos autores determinan los procesos del desarrollo mediante los
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análisis de la inteligencia infantil. Según lo mencionado por Duque y Chamorro (citado por

Velasco, 2018) el contexto del infante es esencial para un desarrollo correcto de las destrezas

manuales, mentales y sociales del niño, esto se debe a que el infante en esta etapa se encuentra

en contante interacción con su entorno, asimilando estímulos, actitudes y comportamientos

durante los primeros años de vida.

Es considerado que el infante capta un aproximado de un 94% del conocimiento que

se encuentra dentro de sus alrededores, por lo que una estimulación temprana enfocada al

desarrollo de habilidades psicomotrices y de razonamiento permiten al niño fomentar dichas

conductas de aprendizaje a través de la exploración de sus sentidos (Roberto Yépez & Padilla

Álvarez, 2021).

De acuerdo con las diferentes etapas del desarrollo del infante descritas por Jean

Piaget (1966, como se citó en Meece, 2001) tenemos: Etapa sensomotriz: Definida

principalmente por la acción e intuición del infante con su entorno físico y la interacción

experimental con otros individuos. Mediante el juego pueden llegar a desarrollar lenguajes y

hábitos como expresiones simbólicas del pensamiento del infante. Esta etapa se encuentra en

los infantes desde el nacimiento hasta los dos años. Etapa preoperacional: Durante esta etapa,

el pensamiento toma una connotación intuitiva, caracterizada por la capacidad de poder

empatizar con su entorno y realizar dinámicas de roles. La mente del niño empieza a realizar

asociaciones simples y arbitrarias, limitadas solo por la rigidez del egocentrismo innato. Esta

etapa corresponde desde los dos a los siete años.

Encontramos también la Etapa de operaciones concretas: Esta etapa se caracteriza por

el desarrollo de la lógica para conclusiones más complejas, haciendo uso del razonamiento

lógico básico para entender de mejor forma el ambiente que lo rodea. Esta etapa corresponde

de los siete a los doce años. Etapa de operaciones formales: Ya con uso completo de la lógica,
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el individuo puede comprender en su mayoría su contexto, generar razonamientos de análisis,

conclusiones abstractas y utilizar reducciones hipotéticas para solventar problemas. Esta etapa

corresponde a partir de los doce años hasta la edad de la adultez (Meece, 2001).

Fundamentalmente en las primeras dos etapas del desarrollo se empiezan a formar las

bases de las competencias generales que el niño puede llegar a desarrollar a lo largo de su

vida adolescente y posteriormente adulta, por ello, es necesario generar procesos metódicos

de estimulación dirigida a las habilidades de formación del infante, principalmente de parte de

su entorno familiar, comunitario, educativo y social en estas etapas del desarrollo para

alcanzar una capacidad plena en sus aprendizajes y formación en aspectos tanto físicos,

cognoscitivos, socio afectivos y motrices (OMS, 2018).

Winterstein y Jungwirth (2006, por cómo se citó en Velasco, 2018) explican que es

esencial que durante los primeros 6 años de vida los niños tengan tiempo esencial para poder

comprender su entorno mediante la exploración con sus sentidos a través de dinámicas como

el juego; las interconexiones neuronales surgen a través de estos procesos de interacción entre

el ambiente y el individuo, por lo que se favorece la creación de redes sinápticas para una

maduración cerebral óptima.

Antes del tercer año de vida, el cerebro del infante se desarrolla de forma exponencial

por lo que es particularmente sensible a los cambios y estimulaciones de su entorno. Los

procesos de interacción que este mantenga con su ambiente se consolidaran como episodios

críticos en la formación de la personalidad, la capacidad de resolución de problemas y la

inteligencia (Kostyrka Allchorne, Cooper, & Simpson, 2017).

Aparcedo (2017) explica que el desarrollo del infante en estos estadíos se caracteriza

en la evolución de cinco áreas específicas, eñ primero es el Desarrollo psicomotriz: Este

corresponde a un proceso evolutivo en el que el sujeto empieza a practicar, adaptar y controlar


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habilidades cada ez más complejas relacionadas a la manipulación de los objetos y de cuerpos

externos a través de sus propias acciones. La meta del desarrollo psicomotor busca que el

individuo sea capaz de reconocer sus propios estímulos físicos de su propio cuerpo para poder

cambiar e interactuar con el mundo que lo rodea, reaccionando a las respuestas provocadas.

Desarrollo del lenguaje: Esta es la capacidad de poder expresar ideas, pensamientos,

actitudes y comentarios hacia receptores interpersonales, siendo así uno de los procesos más

complejos del desarrollo infantil. Mediante los procesos comunicativos y representativos, el

ser humano es capaz de poder transmitir mensajes simples a complejos hacia otros. En el

infante, el desarrollo del lenguaje corresponde a la imitación y comprensión de los signos

verbales, lingüísticos y fonéticos para desarrollar una praxis del idioma y procesos inter

comunicativos entre su familia y otros infantes con los que pueda interactuar.

Los procesos de la comunicación adecuada y exitosa en los primeros años de vida

requieren del proceso de maduración del sistema nervioso y los aparatos fonéticos, en

conjunto con los desarrollos cognoscitivos del discernimiento de signos y símbolos. Estas

relaciones mentales permiten crear un ambiente de desarrollo socioemocional para el infante

que constantemente evoluciona de acuerdo con su contexto y su edad.

El desarrollo cognitivo, por su parte, corresponde al proceso por el cual el infante es

capaz de poder adquirir y desarrollar aprendizajes sobre su entorno, su propio reconocimiento

y las personas que lo rodean. Los diversos estilos de aprendizaje y técnicas para el desarrollo

de los procesos mentales superiores se encuentran dentro de esta área, por lo que desde etapas

preescolares es necesario que primero se desarrolle un espacio simbólico que permita crear

referentes de aprendizaje para el niño; posteriormente gracias al pensamiento intuitivo es

posible desarrollar la interiorización de experiencias mentales y así coordinar operaciones

más complejas en los espacios socioeducativos.


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El Desarrollo Socioafectivo corresponde a los primeros años de desarrollo del niño

que se pueden estructuras procesos internos sobre las reglas internas de la socialización y la

adquisición de conductas para la incorporación posterior al circulo cultural del individuo, esto

corresponde incorporación de dogmas, tradiciones, costumbres, normas y valores,

principalmente a través de los padres los cuidadores, quienes corresponden el primer circulo

de socialización para el infante.

La interacción e integración de estas normas permite una aceptación dentro de las esferas

sociales del niño, fomentando el desarrollo de las fortalezas psíquicas, construcción de

personalidad y autoconceptos, adopción de roles sociales entre otros. Es recomendable la

interacción no solo con otros infantes sino también con otros adultos para favorecer

aprendizaje, imitación de conductas y la regulación.

DesarroY por último, entontramos el desarrollo de las habilidades de autonomía:

Finalmente la autonomía se relaciona con todos los desarrollos anteriores, pues la

interrelación de los procesos propios del crecimiento del niño permite capacitar las

habilidades que usa el niño durante sus actividades diarias, mejorando en su autonomía y

descubriendo sus propios límites dentro de las dinámicas de las esferas sociales tanto en el

hogar como en las áreas de estudio. A partir de los cuatro años el niño empieza a demostrar

este desarrollo al realizar sus propias tareas tales como el lavado de dientes, vestirse,

ordenamiento de juguetes u objetos, entre otros (Limachi Alcón, 2020) (Aparcedo, 2017).

Todos estos procesos correspondientes al desarrollo del infante realzan la necesidad de

que en los primeros años se de una especial atención a las actividades dirigidas al infante, por

como su influenciabilidad ante los estímulos externos pueden marcar diferencias en su

desarrollo a futuro. Particularmente en los riesgos relacionados al uso de DE por como la

sobreexposición a estos tiende a incrementarse en relación al crecimiento del niño. Por eso el
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establecimiento de hábitos es esencial para evitar usos desmesurados y asegurar un

crecimiento exitoso (Canadian Paediatric Society, 2017).

Funciones Ejecutivas

Las Funciones Ejecutivas se definen como aquellas que organizan y expresan la conducta y su

forma de relacionarse con el medio exterior, aquí se incluye la socialización y la autorregulación, dos

constructos indispensables

En las edades preescolares se presenta una mejoría en el desarrollo de las FE, esto se vincula

al uso de sistemas jerárquicos de representaciones mentales (Reglas) en este periodo, los cuales se

establecen como reguladores del comportamiento. (Stelzer, F., Alejandro Cervigni, M., & Martino, P.,

2011)

El concepto de la agresividad puede ser definido como la tendencia al deseo de la

agresión o la serie de conductas que favorecen una actitud o respuesta agresiva/violenta. Es

mediante la agresividad que los conflictos en su mayoría pueden iniciarse dentro de los

espacios de socialización, sean físicos o virtuales (Van Rillaer, 1977).

Catalán Navarro (2019) explica que no toda conducta agresiva pretende lesionar o

lastimar a un objetivo, muchas veces basta con la intencionalidad de la planificación mental

para tachar una actitud o acción como agresiva, se haya cumplido o no su cometido; de esta

forma se puede ver a la agresividad como una respuesta hostil hacia las normas sociales de un

contexto determinado, por lo que la disrupción de la normalidad puede ser medida y

estudiada.

La autora explica que las conductas agresivas corresponden a múltiples factores que se

encuentran intrínsicamente ligados al espacio sociocultural de donde provienen, por lo que su

desarrollo también esta dividido en base a las distintas influencias que conforman las esferas
21

del desarrollo persona, familiar, social, educativo y cultural. Por ello es entendible que las

conductas agresivas pueden ser aprendidas y divulgadas a lo largo de contextos sociales

similares.

Dentro de las posibles causas para el desarrollo de una conducta agresiva en los

infantes se puede identificar las situaciones inestables en las esferas fijas del niño, tales como

procesos de separación, situaciones de violencia, duelo, traumas psicológicos, eventos de

impacto y falta de autoridad en padres. Estas situaciones crean espacios en donde el niño

termina bajo altos niveles de estrés, manifestando tensiones, berrinches, desobediencia, golpes

físicos y lesiones autoinflingidas (Ramírez-Corone et. al., 2020).

Ante las conductas agresivas, es necesario establecer contingencias de parte de los

padres y tutores del niño, así se logran controlar las conductas agresivas y problemáticas que

interfieran con el desarrollo esperando de la dinámica de aprendizajes y de convivencia en los

espacios del infante. El establecimiento de normas de convivencia, límites en el hogar,

permisos en el aula y practica de valores son ejemplos comunes de estas contingencias

(Arribasplata y Díaz, 2020).

Existen diversas teorías relacionadas al origen de la agresividad en los infantes, pero

para propósito de esta investigación, se ha tomado el modelo de la teoría del aprendizaje

social propuesto por Bandura. Quispe (2018) en base a la teoría del autor explica que los

comportamientos agresivos en niños latinoamericanos corresponden en mayor parte a un

aprendizaje consciente o inconsciente de acciones por observación e imitación de adultos u

otros niños mayores a ellos. La imitación será exitosa si después de la acción ejecutada logra

conseguir un incentivo que el niño considere positivo, sea atención, algo físico o de interés

para el infante; repitiéndose con más frecuencia de ser el caso. Si la conducta agresiva no
22

logra los resultados deseados, es probable que el niño opte por otras acciones similares hasta

conseguir su objetivo o abandone dicho comportamiento observado.

El éxito de la actitud agresiva se encuentra estrechamente relacionado con la relación

que mantenga el agresor con su ambiente, principalmente en el contexto escolar, es el

beneficio social de los pares quienes muchas veces incitan o promueven una actitud agresiva

en base a lo que consideran como adecuado para sus circunstancias, muchas veces mediante

imitación de roles externos como otros adultos, figuras online o personajes ficticios (Ibíd,

2018).

Dentro de los ambientes escolares, las tres dimensiones más comunes de agresividad

son: Agresividad física, que corresponde a acciones físicas perjudiciales para otro individuo,

tales como golpes, empujones, patadas, mordiscos, tirones de cabello, laceraciones, etc.,

Agresividad verbal, son insultos o uso de términos no aceptados en el contexto escolar,

dirigidos a la humillación, aminoramiento, menosprecios entre otros, particularmente

comunes al momento de resaltar defectos físicos en otras personas. Y, Agresividad

psicológica, aquí encontramos las intimidaciones, maltratos emocionales, o

condicionamientos hacia otros estudiantes de forma implícita, muchas veces siendo una

mezcla de ambas agresividades anteriores, esta puede ser más grave por las afectaciones a

nivel físico y psicológico del afectado (Tur Porcar, Llorca Mestre, & Mestre Escrivá, 2020).

Las manifestaciones de la agresividad suelen ser más presenten en función del genero

del agresor, diferenciando que los agresores masculinos tienden a ir del lado físico mientras

que las agresoras femeninas prefieren emplear indirectas o agresiones verbales (Catalán

Navarro, 2019).

Las agresiones masculinas generalmente se realizan dentro de grupos específicos para

demostrar una jerarquía determinada en el espacio social de integración, mientras que las
23

agresiones femeninas suelen corresponder a instancias o encuentros individuales entre la

agresora y la agredida, por lo que se reflejan ciertas instancias de poder observadas en las

dinámicas de adultos o de roles de imitación ficticios.

Adicional a la agresividad, la impulsividad corresponde a un constructo

multidimensional que afecta el comportamiento de los niños al momento de tomar un curso

determinado de acción ante una situación determinada.

La tendencia a no cumplir con horarios establecidos, actuar en base a recompensas

inmediatas, impaciencia, y dificultar para inhibir una acción en curso corresponden a

características propias de la impulsividad en infantes, favoreciendo así realizar labores

incompletas o con el mínimo esfuerzo a la tarea encomendada (Caneto, Pilatti, Cupani, &

Pautasi, 2020).

La impulsividad junto con la agresión crea instancias de violencia entre los estudiantes

más problemáticos, por como esta necesidad urgente de poder liberar frustraciones de

energías hace que los niños con predisposiciones más agresivas siempre estén en constante

búsqueda de nuevos niños con quienes liberar la conducta agresiva.


24

Cuestionario de Evaluación de Uso de Dispositivos Electrónicos 

Nombre del niño:


Edad del niño:
Fecha:

Qué es para el niño:


o Mamá
o Papá
o Abuelo o abuela
o Otro

1. Cuántos días a la semana el niño suele utilizar dispositivos electrónicos (Tablet, celular,
televisión, computadora, entre otros.):
No suele utilizar
o 1 o 2 días
o 3 o 4 días
o 5 o 7 días

2. En promedio a la semana, ¿cuántas horas al día suele utilizar dispositivos electrónicos?


o No usa nunca
o Menos de 1 hora
o Entre 1 a 2 horas al día
o Entre 2 a 3 horas al día
o Más de 3 horas al día

3. ¿Para qué utiliza más los dispositivos electrónicos?


o Jugar
o Ver videos
o Chatear
o Redes sociales
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