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EVENTRACIÓN: Es la exposición, protrusión de vísceras abdominales, a través de una

zona u orificio de la pared abdominal debilitada quirúrgica o traumática mente.

CONTENIDO: Existen tres elementos importantes en toda eventración: a) El anillo u


orificio b) El saco c) El contenido

1) Orificio: está formado por bordes musculares retraídos que están invadidos por tejido
fibroso, este conjunto constituye el anillo de eventración. Se hacen evidentes los bordes
de la dehiscencia cuando examinando al paciente le pedimos que levante la cabeza o
contraiga los músculos del abdomen, evidenciando de esta manera los márgenes de la
debilidad, el tamaño del anillo y la consistencia.

2) El saco: se forma de la separación musculoaponeurótica, así las fibras que fueron


disgregadas son invadidas por tejido conjuntivo fibroso y forman el saco de la eventración.
Este se adhiere a la cara profunda de la cicatriz cutánea y constituye el fondo del futuro
gran saco que irá distendiendose progresivamente acompañando la presión
intraabdominal.

3) El contenido: es variable, se le reconoce habitado por el epiplón, por el intestino


delgado, por ambos a la vez, por el colon, etc. Este contenido puede ser reductible o
irreductible, y este último, atascado o encarcelado y también puedeestarestrangulado con
la consiguiente gravedad que acarrea esta complicación.

EPIDEMIOLOGÍA: Es un importante problema de salud pública en todo el mundo. Se


calcula que la frecuencia es entre el 12-15% de todas las laparotomías efectuadas,
aumentado su frecuencia hasta el 23-40% en caso de que exista infección añadida de la
herida quirúrgica

Aunque más del 50% de las eventraciones se desarrolla durante el primer año
postoperatorio, especialmente durante los primeros 6 meses, no debemos olvidar que
pueden aparecer a lo largo de toda la vida del paciente. Existe una serie de factores de
riesgo dependientes del paciente, de la intervención quirúrgica y de la enfermedad de
base que motiva la intervención inicial, que pueden predisponer al desarrollo
postoperatorio de las hernias incisionales.

TIPOS DE EVENTRACIÓN: Se las suele denominar eventraciones no post operatorias y


postoperatorias. En el primer grupo se incluyen las alteraciones de la pared abdominal
provocadas por afecciones generales, infecciosas o nerviosas (raquitismo, obesidad,
paludismo, tifoidea, poliomielitis, etc.), que son muy poco frecuentes. Además, deben
citarse las consecuencias de partos seguidos, que pueden dar lugar a la diastasis de los
rectos anteriores del abdomen. En el segundo grupo, a su vez, se pueden dividir en
accidentales (heridas o contusiones de abdomen) y postoperatorias. Las postoperatorias
son consecutivas a una intervención quirúrgica, forman el grupo más numeroso e

importante y revelan el fracaso en la reconstrucción parietal de una operación anterior. La


eventración está presente en el postoperatorio de las laparotomías en un porcentaje que
va del 3 al 13%. Además, estas eventraciones postoperatorias se pueden dividir de
acuerdo al momento de su aparición en agudas y crónicas. Las agudas se producen
inmediatamente después de la cirugía a través de una herida en vías de cicatrización; se
las denomina también, "eventraciones postoperatorias inmediatas¨ con evisceración o sin
ella. Las crónicas se presentan alejadas de la operación por un debilitamiento progresivo
de la cicatriz, o una inmediata que pasó inadvertida. También se las denomina
“eventraciones postoperatorias alejadas” o “eventraciones propiamente dichas”. Como
señalamos anteriormente las eventraciones pueden localizarse en cualquier parte de la
pared abdominal o en la región lumbar. No obstante, se describen 4 localizaciones
principales: 1) la eventración abdominal superior a nivel del epigastrio o hipocondrio 2) la
eventración abdominal inferior en las fosas ilíacas o flancos 3) la eventración total que
toma toda la altura de la pared abdominal, (eventración xifopúbica), el tipo más frecuente
lo constituye la ¨diastásis de los rectos¨y 4) la eventración lumbar. (Cuadro 2)

CLASIFICACION: eventraciones puede realizarse en base a distintos criterios, tales como


la localización, el tamaño, la recurrencia tras intentos de reparación, y la reductibilidad del
contenido abdominal, entre otros. Aunque en la literatura quirúrgica, se han descrito
múltiples clasificaciones, ninguna de las propuestas hasta el momento es utilizada de
forma rutinaria en la práctica clínica habitual.

 SEGÚN LA LOCALIZACIÓN:
1. Eventraciones mediales. Son las más frecuentes y representan
aproximadamente el 80% de todas las eventraciones. Dentro de este grupo
debemos distinguir entre las eventraciones epigástricas y periumbilicales, y las
subumbilicales.
• Eventraciones epigástricas y periumbilicales. Aparecen por encima de la línea
arqueada y presentan una incidencia similar en ambos sexos. Se producen con
más frecuencia tras cirugía gástrica o biliar, a veces en la parte inferior de una
esternotomía.
• Eventraciones subumbilicales. Aparecen por debajo de la línea arqueada, ya que
esta zona está debilitada porque en la parte posterior de los músculos rectos solo
se encuentra la fascia transversalis. Ocurren habitualmente tras intervenciones
ginecológicas y cirugías de abordaje pélvico.

2. Eventraciones laterales. Este tipo de eventración es menos frecuente y


representa aproximadamente el 12% del total, pero crea a menudo dificultades
para la reparación quirúrgica.
• Subcostales. Son más frecuentes en hipocondrio derecho, casi siempre
secundarias a cirugía hepática y biliar. dan lugar a pérdida de sustancia de la
pared abdominal, ya que el borde superior está constituido por el reborde
condrocostal.
• Ilíacas. Se producen en pacientes que han sufrido intervenciones repetidas de
peritonitis apendicular, hernia inguinal o lesiones ginecológicas.
• Lumbares. Son infrecuentes, produciéndose habitualmente sobre cicatrices de
lumbotomía o tras incisiones atípicas.
 SEGÚN EL TAMAÑO DEL DEFECTO: las hernias incisionales se consideran
pequeñas, cuando el orificio es menor de 5 cm, medianas entre 5-10 cm y grandes
cuando superan los 10 cm
 SEGÚN LA LOCALIZACIÓN:
− Medial. Localizada entre los márgenes laterales de los músculos rectos del
abdomen, y entre el xifoides y el pubis.
• M1 o subxifoidea: desde el xifoides hasta 3 cm caudalmente.
• M2 o epigástrica: desde 3 cm por debajo del xifoides a 3 cm por encima del
ombligo.
• M3 o umbilical: 3 cm cranealmente y caudalmente al ombligo.
• M4 o infraumbilical: desde 3 cm por debajo del ombligo hasta 3 cm por encima
del pubis.
• M5 o suprapúbica: desde el pubis a 3 cm cranealmente.
− Lateral. Localizada entre los márgenes laterales de los músculos rectos del
abdomen y la región lumbar, y entre el margen costal y la región inguinal.
• L1 o subcostal: entre el margen costal y 3 cm por encima del ombligo.
• L2 o del flanco: entre 3 cm por encima y por debajo del ombligo, lateral a los
músculos rectos.
• L3 o ilíaca: entre la región inguinal y 3 cm por debajo del ombligo.
• L4 o lumbar: latero-dorsal a la línea axilar anterior

ETIOPATOGENIA: Entre los muchos factores que intervienen en la formación de una


eventración podemos citar:

1) Factores generales: edad y sexo: mayor porcentaje entre los 40 y 60 años (más
probabilidad de afecciones malignas). Los hombres son más afectados que las
mujeres (menor elasticidad parietal y respiración de tipo abdominal)

2) Factores dependientes del terreno: las proteínas son de gran importancia para el
proceso de cicatrización, por lo cual es vital normalizar los valores proteicos previo a
la operación. La hipovitaminosis C debe tenerse en cuenta, pues el ácido ascórbico
cumple un rol importante en la formación del colágeno. El déficit del complejo B debe
considerarse por su participación en el proceso de cicatrización. Es de tener en
cuenta la frecuencia de evisceraciones que se presentan en los pacientes
cancerosos por su efecto negativo en el proceso cicatrizal. Estos enfermos
presentan una proporción 2 veces mayor que los operados por patología benigna, la
razón estaría dada por los trastornos que ocasiona esta situación (hipoproteinemia,
debilidad, adelgazamiento, etc.) La obesidad es un importante factor predisponente
por las alteraciones que produce en los tejidos y la dificultad que genera en el cierre
de la laparotomía

3) Factores dependientes del acto quirúrgico:


a) Asepsia del Campo Operatorio: debe emplearse una correcta asepsia para evitar
las múltiples pequeñas causas de infección.
b) Agujas: las agujas exageradamente gruesas desgarran los tejidos y si a esto se
agrega la tensión de la sutura, puede agrandar el desgarro y concluir en una brecha
de eventración. Las de punta triangular alargada y las cilindrocónicas son, en ese
sentido, las mejores porque divulsionan las fibras a la medida del hilo sin seccionar
ni desgarrar.
c) El paso de los puntos debe estar situado a suficiente distancia del borde
aponeurótico o muscular y guardar proporción con el esfuerzo que han de realizar. Si
el esfuerzo que se prevé es grande deberán tomarse a buena distancia y cuidando
que el paso de la aguja no sea siempre por la misma línea de fibras aponeuróticas.
d) La sutura puede ser con puntos separados o continua de acuerdo a la preferencia
del cirujano, debeser floja, que afronte los bordes con firmeza, sin cortar o producir
isquemia del tejido.
e) El nudo de la sutura tiene una importancia mucho mayor de lo que generalmente
se cree. El nudo es el punto más débil de una sutura. El ajuste del primer nudo
nunca debe ser enérgico porque secciona fibras y debilita la pared.

4) Factores dependientes del cirujano: Los errores técnicos en la reconstrucción de


la pared abdominal referidos a una correcta técnica de sutura y al tratamiento de los
tejidos, deben ser manejados con sumo cuidado con el fin de generar el menor
traumatismo posible, evitando la formación de hematomas. El cirujano es
responsable del acto quirúrgico, lo que incluye el tipo de anestesia; por este motivo,
debemos atribuirle un grupo de factores etiológicos que se relacionan con la táctica y
la técnica quirúrgica.
1. La elección de la anestesia y la administración son muy importantes para el cierre
de la laparotomía. La pared abdominal debe estar muy bien relajada para permitir un
afrontamiento sin tensión de los diferentes planos que la forman. Dichas condiciones
se consiguen con anestesia epidural o general, nunca con local.
2. La laparotomía debe evitar en lo posible la sección de filetes nerviosos y también,
conservar una buena irrigación de los tejidos. La incisión es planeada de acuerdo al
tipo de cirugía a realizarse. Las laparotomías medianas supra e infraumbilicales

5) Factores referidos al postoperatorios: Se atribuye gran importancia al factor


mecánico en la génesis de la eventración, salvo los casos de malestado general con
debilitamiento de los tejidos. Cualquier causa que genere aumento de la presión
intraabdominal debe ser tenida en cuenta para evitarla; la tos,el vómito, o la
distensión intestinal pueden cortar los puntos, se desgarran los tejidos y la herida se
abre. La colocación de una sonda nasogástrica es un recurso de gran ayuda en los
casos de distensión intestinal, junto con la corrección de los desequilibrios
humorales. La movilización precoz de los pacientes es muy favorable porque
aumenta el flujo sanguíneo a la herida, estimulando la cicatrización, por eso debe
estimularse pero siempre con los debidos recaudos, levantamiento y movilización
progresiva y el uso de una faja de contención durante los primeros días para la
deambulación. La infección de la pared abdominal donde intervienen gérmenes
provenientes del enfermo o arrastrados del acto quirúrgico, es siempre causa de
retardo de la cicatrización y causa de dehiscencia de la pared por eliminación de la
sutura. Es uno de los factores de mayor importancia a ser tenidos en cuenta por su
fuerte implicancia en la producción de la eventración. Las causas que producen esta
eventración se presentan de dos maneras diferentes: por un lado las referentes al
acto quirúrgico en sí, que determinan una mala calidad del terreno sobre el cual
actuarían los factores desencadenantes en el postoperatorio. Es decir que las
primeras condicionan la debilidad de la herida que está en vías de cicatrización y las
segundas actúan en el postoperatorio.

CLINICA Y DIAGNÓSTICO: Los síntomas que presenta el paciente son sentirse


mojado y con el apósito manchado por la filtración de un líquido rosado,
serosanguinolento, como "agua de lavado de carne" de color asalmonado. Entre los
puntos o grapas de la sutura de piel hay un abultamiento y se encuentra parte de sus
asas de intestino delgado en el apósito, en ocasiones puede haber un dolor agudo con
sensación que "algo se ha roto por dentro", lo que predomina es el íleo y en
ocasiones, el paciente puede entrar en shock.

TRATAMIENTO: es quirurgico.

Reparación primaria Esta técnica consiste en el cierre primario del defecto de pared
abdominal, bien por sutura directa de sus bordes o mediante solapamiento de los
mismos con o sin incisiones de descarga Cuando el defecto es de un tamaño que
impide su cierre directo o este se hace con una tensión inaceptable, es necesario
realizar otras técnicas. La mayoría han caído en desuso después de la aparición de la
reparación prótesica, pero algunas son la base anatómica de técnicas actuales. La
técnica de Albanese (incisiones de descarga sobre el músculo oblicuo mayor que
permiten el acercamiento de los tejidos) es la precursora de la actual técnica de
separación de componentes, descrita por Ramírez en la década de los noventa.
También puede cubrirse el defecto mediante injertos fasciales, mioplastias con
colgajos musculares o miocutáneos. La única evidencia científica con grado de
recomendación A. de que se dispone en cirugía de la hernia ventral, es la
contraindicación de cierre simple del defecto sin material protésico, cuando este tiene
un diámetro superior a los 3 cm dada su inaceptable tasa de recidiva, mayor del 60%

Reparación con prótesis: Toda hernia con defecto mayor de 3 cm debe repararse
con material protésico si no existe contraindicación para ello

1. Reparación intraperitoneal Es el mismo tipo de reparación que se realiza en el


abordaje laparoscópico, es decir, colocar una prótesis intraabdominal, que
sobrepase ampliamente el defecto herniario. En general esta técnica se reserva
para aquellos grandes defectos de la pared con imposibilidad de un cierre de
peritoneo por importante pérdida de sustancia. Es obligado realizarla con una
malla laminar que permita el contacto con las asas intestinales y minimice la
posibilidad de adherencias y complicaciones intraperitoneales.
2. Subaponeurotica: La técnica retromuscular o técnica de Rives-Stoppa es la que
mayor difusión ha alcanzado sobre todo en Europa. En general, estas
reparaciones son de más difícil ejecución, exigen una mayor experiencia y
destreza técnica y consumen mayor tiempo quirúrgico. Sin embargo, su efectividad
en la reparación es mayor, fundamentalmente por aprovechar el mecanismo
fisiológico de la presión intraabdominal como procedimiento fijador de la malla en
aposición con las capas de la pared suprayacentes a la misma. Al estar la malla
alejada de la piel y tener menor contacto con la misma, el número de
complicaciones de herida quirúrgica es menor. Sin embargo, el mayor
despegamiento de las capas, con posibilidad de lesión de vasos perforantes, hace
que estén gravadas con una mayor incidencia de hematomas.
3. Reparación limitada al defecto aponeurótico (“inlay”) Denominada interposición en
la literatura. La malla se dispone simplemente sustituyendo el defecto de la pared,
suturando el borde de la malla al borde del defecto aponeurótico. Es la técnica de
menor implantación, puesto que losestudios publicados ponen de manifiesto la
predisposición a la formación de fístulas y adherencias intestinales (la malla se
coloca encima del peritoneo) y además, presenta una alta tasa de recidivas. Es
una técnica poco recomendable.

EVISCERACION: Se denomina evisceración a la salida del contenido abdominal a


través de los planos abiertos de la herida quirúrgica debido a su separación o
dehiscencia en el postoperatorio inmediato (primeros días o semanas)

CLASIFICACION: La dehiscencia de los planos de la herida quirúrgica puede ser


parcial o completa. Estaremos ante una evisceración cubierta o incompleta cuando,
existiendo una apertura del plano músculo-aponeurótico, la piel y el tejido celular
subcutáneo están intactos. Cuando existe una dehiscencia de todos los planos, puede
ocurrir que el contenido abdominal se mantenga en el fondo de la herida sin
transponer el plano peritoneal, a lo que se denomina evisceración completa retenida o
simple. En el caso de que las vísceras o el epiplón superen el plano peritoneal se dice
que existe una evisceración completa. La apertura de los planos de la herida
quirúrgica puede afectar a una parte de la incisión o comprometerla en toda su
extensión.

ETIOPATOGENIA: En la génesis de la evisceración intervienen factores relacionados


con la técnica de cierre y factores que dependen del paciente. Entre los primeros
están: la rotura del hilo de sutura, los nudos de sutura inseguros, que deslizan y se
aflojan, puntos flojos o muy separados, que permiten la protrusión de las vísceras, y el
desgarro de la fascia debido a la sutura. Este último punto constituye la causa más
frecuente (70-95%) de dehiscencia de la herida quirúrgica. Numerosos estudios,
prospectivos y retrospectivos, tanto en investigación con animales como en cadáver
humano, concluyen que la causa responsable del desgarro de la fascia por el hilo de
sutura es la escasez de tejido que se incluye en cada punto, entre la entrada de la
aguja y el borde libre de la herida. También se ha encontrado mayor incidencia de
evisceración tras la cirugía urgente, y también cuanto mayor es el tamaño de la
incisión. Existen otros factores dependientes del paciente cuya asociación con la
evisceración se ha visto con más frecuencia: edad avanzada, obesidad, diabetes,
insuficiencia renal, ictericia, shock hemorrágico, desnutrición, deficiencia de cinc o de
vitamina C, tratamiento con esteroides, quimioterapia o radioterapia. Aunque su
relación con la evisceración se ha visto en estudios retrospectivos, no es difícil intuir
que la asociación de varios de estos factores probablemente impedirá la formación de
un tejido cicatricial adecuado en la herida quirúrgica. En trabajos publicados
recientemente se ha desarrollado un modelo matemático que predice la posibilidad de
evisceración, teniendo en cuenta todos estos factores. Sin embargo, probablemente,
los 2 factores más importantes, desde el punto de vista etiopatogénico, son la
infección de la herida quirúrgica y el aumento de la presión intraabdominal (PIA) en el
postoperatorio inmediato.

La infección se cita con frecuencia como factor favorecedor de la dehiscencia de la


herida quirúrgica; no obstante, hay que distinguir entre la desintegración de la fascia
en el contexto de una infección bacteriana con necrosis en la que, evidentemente, se
favorece la evisceración y aquellas infecciones superficiales en las que la fascia no
está afectada. En estos casos de infección leve, la investigación en animales atribuye
efectos beneficiosos a la inflamación que la acompaña, de forma que parece favorecer
la adquisición precoz de resistencia en los planos fasciales. En cuanto a la PIA, en
estudios realizados con monitorización continua de la misma, se han registrado
presiones de reposo de 6 mmHg, presiones de 26 mmHg durante la defecación y
cifras de hasta 45-60 mmHg con el vómito y la tos. Pero la presión necesaria para
conseguir la dehiscencia de la herida quirúrgica, probada en cadáveres humanos,
llega a los 200 mmHg, tanto en incisiones transversas como en las longitudinales;
aunque en el estudio no se ha tenido en cuenta el papel de la contracción muscular en
la tos o el vómito. Sí está demostrado que el aumento de PIA postoperatoria
(pacientes con íleo paralítico, cirugía por trauma abdominal o pancreatitis) tiene mayor
incidencia de evisceración.

CLINICA: vísceras a través de la herida quirúrgica hasta adoptar un curso tórpido,


casi asintomático, en el caso de las evisceraciones cubiertas. La forma más habitual
de presentación es la aparición de líquido serosanguinolento de color rosado, inodoro,
que empapa los apósitos de la herida y que fluye, entre los puntos de sutura de la piel,
desde la cavidad peritoneal y a través de los planos profundos ya separados. Al
explorar al paciente, es frecuente ver asas de intestino delgado entre los puntos de
sutura cutáneos o un abultamiento en la cicatriz. También debe sospecharse la
existencia de evisceración en un paciente con febrícula prolongada, taquicardia y
malestar general sin otra justificación patológica, con dolor en la herida quirúrgica,
distensión abdominal e íleo postoperatorio prolongado. La instauración de un íleo
mecánico, alrededor de la primera semana tras la cirugía, en un paciente que, hasta
ese momento, evolucionaba con normalidad, debe hacer pensar en el compromiso
intestinal por una evisceración aguda cubierta. Excepcionalmente, el paciente relata
haber percibido un ruido y la sensación de desgarro en relación con algún movimiento,
acompañado de dolor en la herida quirúrgica. En ocasiones, la retirada del material de
sutura de la piel, con el paciente ya en su domicilio, tras más de una semana
postoperatoria y sin ninguna otra manifestación clínica, pone de manifiesto la
evisceración con la extrusión de epiplón o asas intestinales.

DIAGNOSTICO: En los casos de evisceración completa, la simple exploración física


del paciente es suficiente para el diagnóstico, mientras que en la evisceración
cubierta, la clínica sugerente junto con la exploración de la herida quirúrgica establece
el diagnóstico. En los casos en los que el paciente presenta íleo paralítico
postoperatorio, las pruebas de imagen como la ecografía o la TC abdominal ponen de
manifiesto la existencia de una solución de continuidad en la aponeurosis, y además,
pueden descartar patología intraabdominal asociada.

TRATAMIENTO: La evisceración es una emergencia quirúrgica y su reparación debe


ser lo más precoz posible

La cirugía debe ser lo más precoz posible. Debe revisarse la herida quirúrgica de
forma completa y decidir la conveniencia de realizar un cierre primario, diferido o
mantener el abdomen abierto. Mientras se prepara la exploración quirúrgica deben
corregirse las posibles alteraciones hidroelectrolíticas o hematológicas del paciente.
En el quirófano, es necesario retirar el material de sutura de la piel y plano
aponeurótico por completo. La herida quirúrgica reciente permite una separación no
traumática de los bordes, avanzando entre ellos con el dedo con suaves maniobras.
Se aconseja tomar muestras para un cultivo microbiológico ya que la mayoría de las
dehiscencias de herida quirúrgica presentan infección polimicrobiana. Deben lavarse
con abundante suero los planos expuestos, las vísceras y la cavidad abdominal.
También es necesario explorar la cavidad abdominal por si hubiera alguna otra
complicación asociada, como dehiscencias anastomóticas, abscesos residuales, etc.,
evacuar los hematomas y esfacelos de la herida quirúrgica, exponiendo los planos
aponeuróticos y musculares con margen suficiente para valorar la sutura de los
mismos.

PREVENCION: Debemos intentar que el paciente esté en las mejores condiciones


posibles preoperatoriamente, optimizando su estado general (corrección de anemia,
desnutrición, mejora de su capacidad respiratoria, etc.), prevenir la aparición de
infección de herida quirúrgica y el desarrollo de complicaciones respiratorias. Pero, sin
duda, el mejor modo de prevenir la evisceración será realizar una adecuada técnica de
cierre de la herida quirúrgica. Hay que tener en cuenta los siguientes puntos: −
Respetar la zona cicatricial, la separación entre puntos y la tensión del hilo. Se
recomienda el cierre en bloque con sutura continua monofilamento de larga duración.
− La relación longitud del hilo/longitud de la herida se recomienda que sea 4 a 1. − Es
tan importante el cierre de la incisión como el resto de la cirugía realizada, por lo que
debe hacerse con el mismo cuidado.

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