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ACTIVIDAD:
Sin dudas el mes de marzo de 2.020 quedará marcado en la memoria de todos y todas, como el mes en
el que se inició el aislamiento social preventivo y obligatorio que se llevó a cabo en el país como
consecuencia de la crisis sanitaria internacional que desencadenó la aparición el virus COVID-19.
Este hecho conocido como pandemia, ocasionada por la aparición de un nuevo coronavirus obligó a
los y las docentes de todo el país (de la noche a la mañana) a sostener y garantizar la educación de miles
de niños y niñas con distintos contextos y realidades. Frente a este panorama, los programas impuestos,
las directivas y las propuestas que se vinieron imponiendo, podemos decir que de alguna manera se
dislocaron. Y frente a la imposibilidad de la educación presencial, cara a cara, fueron los y las docentes de
todo el país quienes tomaron rápidamente cartas en el asunto, y con los mismos desafíos, aunque no con
las mismas posibilidades.
Las instituciones educativas se vieron las caras frente a frente con al uso de herramientas tecnológicas
para crear ambientes de aprendizaje virtual. Improvisados en muchos casos, y llevándonos a replantearse
el modo y la forma en que la escuela puede y tiene que educar en tiempos de crisis.
El modo de enseñanza tradicional se vio, en muchos casos, pausado para dar lugar al uso de nuevas
plataformas digitales y así poder seguir desarrollado los contenidos pedagógicos planteados al inicio del
ciclo lectivo 2.020. La enseñanza se volvió virtual al igual que sus clases, llevando la educación a un nuevo
enfoque. La escuela digital.
Miles de docentes tuvimos que enfrentarnos a desafíos totalmente nuevos, apelando a la
experimentación y originalidad de cada de uno de nosotros. Recurriendo en varios casos al
«ensayo y error». Sobre todo, el armado de las actividades y el uso de plataformas digitales.
El uso de mails y grupo de WhatsApp se hicieron necesarios y más cotidianos posibilitando, en muchos
casos, el contacto con los alumnos y familias.
Comenzaron a circular videollamadas mediante distintas plataformas y celulares que volvieron a
encontrar a profesores, alumnos y alumnas.
Esta nueva cercanía permitió ese «contacto» cálido-humano tan necesario en el aprendizaje como aquel
que se daba todos los días en el aula. Pero, como contrapartida, se fueron vislumbrando muchas
cuestiones como las debilidades materiales de la enseñanza online. El límite elemental es que muchos de
nuestros alumnos no tienen ni la más mínima posibilidad de acceder a una computadora o celular de
calidad y sobre todo a internet.