Está en la página 1de 86

Contenidos

Créditos
Introducción
¿En qué ambiente nos encontramos?
¿Cómo funciona la droga de la pornografía?
Sus tristes consecuencias
1. En ti mismo
2. En tus seres queridos
3. En las personas que “trabajan” en la industria
El gran negocio del sexo
Pornografía y masturbación
¿Cómo liberarme de esta esclavitud?
Algunos testimonios
Unas palabras finales
Recursos para luchar contra la pornografía
P. Jürgen Daum
¿Entretenimiento o perversión?
Un libro sobre pornografía para hombres
Primera edición impresa: julio del 2017
Primera edición electrónica: julio del 2018

ISBN (edición impresa) 978-9972-212-86-4

© Asociación Centro Cultural de Investigación y Publicaciones Vida y


Espiritualidad para su sello editorial FAM
Calle 2 N° 553, Urb. Monterrico Norte, Lima 41, Perú
Teléfono: (511) 355-2363
E-mail: info@vidayespiritualidad.com
Web: www.vidayespiritualidad.com

Carátula y diagramación: Maria Claudia Pecho

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares


del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción
parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.
Introducción

Lamentablemente la pornografía se ha convertido de un tiempo a esta parte


en algo “normal” y “aceptable”, cuando en realidad es una plaga que devora
el alma y un veneno que intoxica silenciosamente a quienes la consumen,
mayoritariamente hombres, pero también cada vez más mujeres. Esta plaga
es ahora tan asequible, que es accesible a niños de ocho o nueve años. Basta
que tengan un dispositivo electrónico apropiado (celular, tablet,
computadora, etc.) y conexión a Internet para que puedan acceder a todo
tipo de material, de modo gratuito y anónimo. ¡Es tan fácil y está tan a la
mano!
Cada vez es más irrazonable e irresponsable argumentar que el uso de la
pornografía es inofensiva o que no causa víctimas. ¡La pornografía no es
inofensiva! Causa no sólo una deformación en la percepción que se tiene de
la persona —que se torna cada vez más en un objeto sexual— y de la
sexualidad humana —que se convierte en un mero ejercicio genital para
alcanzar el máximo placer sensual—, sino también un paulatino
embrutecimiento del hombre que se vuelve dependiente o adicto a ella. La
pornografía destruye moral y espiritualmente a las personas, afecta o
determina su comportamiento hacia los demás, distorsiona las relaciones
humanas, produce miradas y mentes enfermas, tiene el efecto de convertir
poco a poco al hombre en un “predador sexual”. En la mente de quien ve
pornografía, las mujeres dejan de ser personas, hijas de alguien, para
convertirse en sus presas, en su posesión, en animalitos u objetos de los que
podría disponer a su antojo para satisfacer sus fantasías y “necesidades”
sexuales, alimentadas día a día por esa misma pornografía.
La pornografía es, pues, la nueva y silenciosa “droga” que debe ser
combatida en nuestros tiempos. Jamás podemos pensar: “a mí no me va a
afectar”, “sólo es entretenimiento”, “no le hago daño a nadie si la veo a
solas…”; nada de eso es verdad. Sí te afecta, sí te haces daño a ti mismo, sí
les hará daño a las personas con las que te relaciones, no es sólo
“diversión”. ¡Es una trampa y un veneno!
En las páginas que siguen podrás encontrar alguna información relevante
sobre la pornografía: desde cómo actúa, por qué se le promueve y a quiénes
daña, hasta qué medios pueden ayudarte a salir de los lazos de esa terrible
esclavitud. La base de este volumen está formada por lo escribí hace unos
años en mi libro Sexualidad y castidad (UCSP, 2013). A ello le he sumado
algunos otros aportes —propios y de personas entendidas en la materia—
para completar y complementar lo que entonces planteé.
Si nunca has visto pornografía, ¡no cedas a la tentación y aléjate de ese
nefasto peligro! Si lamentablemente ya la conoces, purifícate cuando antes
y líbrate de sus ataduras. Y, en cualquier caso, únete a quienes queremos
promover la virtud y caminar hacia el amor verdadero.
P. Jürgen Daum
Director de La Opción V
¿En qué ambiente nos encontramos?

Antes de hablar de la pornografía propiamente dicha, creo que es


importante tomar conciencia de la realidad en la que vivimos y analizar con
objetividad los mensajes que nos llegan a diario, ya sea por televisión,
Internet, radio, prensa, publicidad, o por intermedio de profesores,
profesionales, parientes, amigos, amigas, etc. Si no te ejercitas en una sana
actitud crítica, asimilarás los mensajes sin cuestionarlos y terminarás
pensando “como piensa todo el mundo”, que “así son las cosas” y que así
debes vivir tú también “para ser feliz”.
Lo primero que descubrimos al observar nuestro entorno es que vivimos
en un ambiente sobrecargado de hedonismo. Esta palabra viene del griego
hedoné, que significa “placer”. El hedonismo es la doctrina que proclama el
placer como fin supremo de la vida, elevándolo a categoría de ídolo. En
otras palabras, es la mentalidad que cree o te hace creer que para ser feliz lo
que debes perseguir en la vida por encima de todo es el placer. El
hedonismo hace del placer, especialmente del placer sexual, el ídolo ante el
que debes arrodillarte, al que debes sacrificar todo, a las personas y a ti
mismo.
Esta mentalidad de buscar constantemente el máximo placer en todo se
manifiesta también de otra manera: huir del dolor y del sufrimiento a toda
costa. Los avances en la producción y uso de los anestésicos han hecho
posible eliminar prácticamente todo dolor en cualquier intervención
quirúrgica. La industria farmacéutica ha elaborado pastillas para aliviar o
quitar todo tipo de dolor. No digo que sea algo malo, ¡todo lo contrario! ¡Es
muy bueno! Pero el efecto colateral es que nos ha hecho menos valientes o
resistentes al dolor, al sufrimiento, de modo que se nos hace fácil acudir a
otras formas de evadir o calmar el dolor que ya no son tan buenas, como
tomar alcohol en exceso “para olvidar las penas”, o consumir drogas para
evadir la realidad, o buscar ciertas “aventuras” o experiencias para
“relajarse” o huir de la monotonía en la que ha caído una relación. Hay
también en el mercado una droga cuyo nivel de consumo hoy es alarmante,
y que conjuga la evasión de la realidad con la experiencia del “placer
último”: la pornografía.
Desde que existe Internet, la pornografía se ha vuelto mucho más
accesible de lo que era antes. ¡Qué difícil se hace no ver “algo” cuando
estás navegando, cuando nadie te mira y cuando estás “tenso” y quieres
“relajarte”, o cuando simplemente quieres ver! Como hombre que soy, he
experimentado la tentación de “curiosear” haciendo un “clic”, y le doy
gracias a Dios por no haberlo hecho. Ante la tentación, me detenía la
certeza de que la primera vez sólo me llevaría a una segunda, y esa segunda
a una tercera, sin poder luego parar, porque muchas veces basta mirar una
sola imagen para que quedes “enganchado”.
Pienso en tantos niños y adolescentes que se ven expuestos hoy en día a
esta seducción diaria y que no tienen la voluntad formada para poder
resistirse. ¿Qué fuerza puede tener un adolescente en el “despertar
hormonal” para rechazar la primera oportunidad que se le presente para ver
pornografía, más aún si sus compañeros de colegio hablan todo el día de lo
último que han visto y del placer supremo que les produjo? De esto no se
salvan ni los niños, pues los productores de pornografía están
continuamente ingeniando nuevas maneras para que incluso ellos
“accidentalmente” se encuentren con imágenes seductoras o provocativas a
la hora de navegar en Internet, haciendo que aparezcan “de casualidad”
imágenes que los invitan a “ver más” y para que, mordido el anzuelo, con el
tiempo generen una dependencia y adicción a la pornografía y se conviertan
en el futuro en fieles consumidores de los “productos” que ofrece la
industria del sexo. Según una encuesta realizada en Estados Unidos, la edad
promedio en la que los niños ven pornografía por primera vez es de nueve
años.
¿Pero no es exagerado hablar de una “adicción” a la pornografía? No. De
esto trataremos más adelante. Por ahora basta decir que la pornografía se
convierte también en una forma de evasión de la realidad, porque eso que tú
ves en la pornografía es pura fantasía, diseñada para que tú te frustres en la
vida real y siempre termines acudiendo a ese único lugar que te puede
proporcionar esa “perfección” de la vida sexual: la pornografía.
Aclarado este punto, quisiera volver a centrar nuestra mirada en el
ambiente en el que nos desenvolvemos, en esta “atmósfera” cuyo “aire”
respiramos cada día, en esta “lluvia torrencial” que se ha desatado sobre
nosotros. Gracias a los medios de comunicación masiva y la publicidad nos
bombardean incesantemente con imágenes y mensajes cargados de
sensualidad, de erotismo y de egoísmo.
En las películas de cine no faltan ni las imágenes de mujeres parcial o
totalmente desnudas, ni las escenas sensuales o sexuales, cuando no son
explícitamente “para mayores”. No pocas veces vemos que la pareja que se
conoce un día, al poco tiempo —a veces ese mismo día— ya están juntos en
la cama. Se transmite la idea de un amor sin compromiso, de sexo fácil sin
consecuencias ni responsabilidades más allá de las promesas del momento,
cuando las hay. No es infrecuente, tampoco, que alguno de los protagonistas
vea pornografía o que se la promocione como algo “normal”.
La televisión, con tal de generar audiencia, nos bombardea con imágenes
o mensajes que provocan y estimulan sexualmente al hombre. Muchas
presentadoras lucen sus generosos atributos con minifaldas, ropa apretada y
escotes llamativos. Las telenovelas se han vuelto cada vez más “calientes”.
Se ofrecen programas “para jóvenes” que incluyen competencias entre
hombres y mujeres que rayan en lo erótico. Como “sólo son juegos
divertidos”, se presentan a la hora en que los niños y jóvenes pueden verlos
sin control de sus padres. Series como Sex and the City, los videoclips de
MTV o incluso dibujos animados reflejan la manera “moderna” de vivir la
vida y van imponiendo entre los jóvenes estereotipos de comportamiento,
“modelos a seguir”. Con este continuo bombardeo los niños y los jóvenes
son introducidos en este tipo de conductas sensuales, eróticas y sexuales tan
“modernas” y liberales. Ni qué decir de la programación “para adultos” que
se ofrece a partir de cierta hora o en ciertos canales por los que se debe
pagar una suscripción.
También algunas emisoras radiales contribuyen a la difusión de estos
mensajes. A veces encontramos programas en los que psicólogos
profesionales hablan y aconsejan a los oyentes sobre temas referidos a la
sexualidad. ¿Alguna vez has escuchado a alguno de ellos criticar a la
pornografía o destacar los muchos males que ocasiona? El único criterio
que parece importar es el propio placer y la estimulación sensorial.
Hace ya varios años está de moda un tipo de música urbana llamada
“reggaetón”. El contenido de muchas de sus letras es explícitamente sexual.
Se baila de manera sensual, e incluso imitando los movimientos de una
pareja que realiza el acto sexual. Canciones con ese contenido influyen en
nuestra visión de la mujer y del hombre, degradándolos a nivel de un objeto
sexual.
La publicidad usa a mujeres bonitas para vender más. Creo que no es
secreto para nadie, y funciona. No falta la mujer sensual, seductora o
incluso erótica junto a un automóvil, o en publicidad de ropa, perfumes o
champús para hombres, de cerveza, etc. Cualquier producto al que se le
pone una mujer hermosa al lado vende más, tan sencillo como eso. Cuando
se asocia el producto con el placer que le produce al hombre el solo ver a
una mujer seductora con esa ropa o en esa pose, las ventas suben. En fin,
basta prestar atención a los carteles o spots publicitarios para entender que
crecemos rodeados de mensajes que nos incitan a la pornografía. ¿Por qué?
Porque hay gente que desea despertar y mantener inflamados nuestros
deseos sexuales para vender más, para ganar más.
Están también las revistas y los periódicos con fotos de mujeres
sensuales, a veces casi desnudas y en poses provocativas, con abundantes
imágenes de mujeres hermosas, seductoras, y no pocas veces vestidas con
ropas que dejan poco a la imaginación del hombre. ¿Quién no ha tenido de
pequeño la experiencia de ver una revista de moda femenina, porque le
atraía ver a la mujer en ropa interior? Todo niño, cuando las hormonas
comienzan a transformarlo poco a poco en un hombre, experimenta cierto
placer al ver esas imágenes. Es en la pubertad cuando empieza también la
atracción por la pornografía. Del porqué de esta atracción hablaremos más
adelante. Baste ahora mencionar que se despierta en el joven un deseo de
ver siempre “un poco más”, y de este deseo o curiosidad se valen la
publicidad y la pornografía para vender.
Lamentablemente no es sólo quien quiere ganar dinero quien “ceba” al
hombre con estas imágenes, sino que son las propias mujeres —piensa en
tus amigas, o tus hermanas— quienes proporcionan a los chicos —muchos
de ellos desconocidos— esas imágenes al colgar sus fotos en bikini o
“modelando” en las redes sociales (Facebook, Instagram, Snapchat, etc.), o
cayendo en la trampa del sexting. Lo hacen porque les gusta que sus amigos
les digan «qué linda te ves», «qué sexy estás»; así se sienten valoradas por
los abundantes halagos que reciben por su cuerpo. Sin duda, mostrar
públicamente los atributos del cuerpo es una manera muy fácil de atraer las
miradas y los piropos de los chicos, así como también las alabanzas de las
amigas.
Hemos mencionado el sexting, vocablo generado de la fusión de sex y
texting. En otras palabras, se trata de las conversaciones o comunicaciones
de contenido sexual que se tienen con otras personas a través de los
dispositivos electrónicos. Es muy fácil y frecuente hoy en día “chatear” o
hablar de cosas sexuales por celular o por la computadora, así como
también enviarse fotografías o filmarse ante la cámara web para mostrarse
semidesnudos o desnudos a la persona que está al otro lado de la pantalla,
sin considerar el riesgo enorme que existe en este tipo de actividad: lo que
envías a través de la web queda grabado para siempre, se convierte en algo
“de dominio público”. El sexting, en muchos casos, ha dañado terriblemente
la fama de las personas al difundirse masivamente lo que se supone que era
privado, y en algunos casos ha llevado incluso a algunos jóvenes al
suicidio:
«Jessi de dieciocho, Amanda de quince años y Gauthier de dieciocho, no
se conocieron, ni vivieron en la misma ciudad, ni estudiaron en el mismo
colegio, pero los tres tienen cosas en común. Jessie, Amanda y Gauthier
vieron cómo su intimidad se convertía en objeto público, al punto de
sentirse incapaces de seguir viviendo y decidir quitarse la vida»1.
A las imágenes que se encuentran en la televisión, en las revistas o en los
periódicos se suma el abundante material que hay en Internet, al alcance tan
sólo de un “clic”. Gracias a Internet la pornografía se ha vuelto totalmente
accesible (la puedes ver donde sea, sin que nadie se dé cuenta) y asequible
(la tienes gratis). Hoy en Internet se puede ver de todo; allí las perversiones
de la sexualidad no encuentran límite.
Pasemos a hablar ahora de la moda femenina. Hoy en día se han
descartado totalmente la modestia y el pudor como criterio para el diseño de
la ropa femenina. Sencillamente, la modestia “no está de moda” y el pudor
es algo que la mujer debe superar si quiere ser atractiva y estar “a la moda”.
El verano o los lugares calurosos se convierten en la excusa típica para
vestir lo más “ligero” posible, ya no sólo en las playas, sino también en las
discotecas o al caminar por la calle. Las jóvenes, que son fácilmente
influenciadas por las tendencias y por el “qué dirán” de sus amigas, buscan
vestirse “a la moda”, ya sea para “encajar en el grupo”, para llamar la
atención de los chicos o para no ser objeto de burla de sus amigas. En
medio de un ambiente cargado de superficialidad y sensualidad, en el que
razones de mercado imponen cada temporada estilos “de vanguardia”,
pocos son los padres que se atreven a educar a sus hijas en el pudor y la
modestia, dándoles razones y criterios fundamentales para que aprendan
ellas mismas a escoger la ropa que van a vestir y verse bien sin tener que
exponer tanto a la vista de los hombres.
Al dejar de lado la modestia y el pudor, las mujeres no nos hacen ningún
favor a los hombres. No se dan cuenta de que al mostrar “sus atributos” nos
hacen más difícil ver su corazón. Si bien ésa no es ninguna excusa para que
nosotros les faltemos el respeto ni siquiera con la mirada, pienso que
también es responsabilidad de ellas cómo quieren que las mire un hombre,
pues al mostrar mucho están dándonos, quizá sin saberlo, un mensaje
equivocado que nos inclina a la sensualidad. Es difícil no mirar a una mujer
que muestra demasiado, ¿verdad? La lucha interior es fuerte para quien
quiere hacer el esfuerzo de mirar el corazón antes que “las partes” de la
mujer.
Todo lo que hemos comentado hasta ahora hace que en nuestra cultura
muchas veces la mujer sea considerada como un objeto de placer y de
consumo: usar y botar. Un día vi un panel publicitario que llamó mi
atención. Mostraba tres chicas en bikini y al lado tres cajas con distintos
tipos de condones. La leyenda decía: «¿Cuál de éstas prefieres para el
verano?». ¿Qué te están diciendo con eso? Que la mujer es como el condón,
sirve para usar y botar, para “disfrutarla sexualmente” mientras dura un
verano. Usar… y botar. A través de estos y de otros medios nuestra cultura
“educa” a los hombres a ver a la mujer como un león mira a una gacela, o
como el lobo mira a una gallina: como a una presa. Acostumbrados a
encontrarnos en los anuncios, revistas y películas a mujeres “perfectas”,
terminamos valorando a la mujer por su apariencia externa, por el físico, o
por el placer que es capaz de ofrecer. Un hombre así se vuelve incapaz de
mirar el corazón de una mujer, de amarla de verdad.
Es muy común que se rían de quienes quieren vivir la castidad y no
consumen pornografía. La presión es fuerte, porque implica ir a
contracorriente. Las burlas entre los amigos son tanto o más crueles que las
que reciben las chicas por parte de sus amigas. Los chicos ya hablan de
sexo y de pornografía apenas las hormonas empiezan a producir cambios
fisiológicos en ellos. Ante la presión, los comentarios, las burlas, todo lo
que uno ve en TV, en el cine, en la vida de otras personas, ante la presión de
las mismas enamoradas, ¿cuánto pueden resistir? ¿Qué chico, en este
ambiente hipersexualizado, no quiere “hacerse hombre” cuanto antes?
Hasta aquí he querido ofrecerte un breve y por cierto incompleto
recuento de algunos elementos que forman parte del ambiente cultural en el
que estamos sumergidos y nos movemos. ¿No vamos absorbiendo día a día
estos mensajes o formas de pensar y actuar, haciéndolos “nuestros”?
¿Cuánto nos influyen? ¿Somos libres de pensar como pensamos en temas
que tienen que ver con la sexualidad humana, como por ejemplo la
pornografía? ¿O estamos siendo condicionados por la forma como otros
quieren que pensemos y actuemos?
Me doy por satisfecho si comprendes que tu modo de pensar o actuar no
está libre de todas estas influencias, y que, si quieres vivir sin ataduras ni
vicios, alejado de las cosas que te hacen daño, si quieres tener una vida
realmente humana y realizada, tendrás que ir a contracorriente y que asumir
una lucha tenaz, ardua y heroica. Pero créeme que ¡vale la pena!
Te invito a que leas el siguiente texto, en el que se recogen algunas de las
ideas que te he presentado, y otras que veremos más adelante.

Pornografía: carencias, heridas, dinero y patología


Carlos Chiclana, Médico Psiquiatra
«No puedes salir de la negra mazmorra. Tú quisieras. Buscas salidas.
Haces esfuerzos, y te vuelven a echar dentro. ¡Ja, ja, ja… pensabas que te
ibas a escapar! El prisionero logra salir un ratito, pero un sedal invisible
lo ata a su querida-odiada mazmorra. Y en ese mismo momento que
parece que se ha liberado, ya está planeando qué va a hacer para volver a
una prisión más “agradable” y profunda. No puede vivir sin ella. No sé lo
que es la droga…, debe ser muy parecido».

Éstas son palabras escritas por un paciente. ¿Qué mazmorra es ésta? La


pornografía y la adicción al sexo. Como éste, otros tantos: un chico joven,
casado y con tres hijos al que echan del trabajo por consumo de
pornografía en Internet, una chica que ya no recuerda el número de parejas
y otra que se engancha a los contactos por la red, un hombre divorciado
dos veces al que su nueva pareja descubre con pornografía y lo rechaza…
y así tantas y tantas personas. Para ellos la pornografía no es algo
indiferente.

Para otros tampoco. Mueve 7 billones de dólares al año. Es lo que el


catedrático de Psicología de la Sexualidad Félix López llama «el mito de
la sexualidad como producto de mercado. Se usa esa necesidad para que
haya más clientes de pornografía, de prostitución y se compre y venda
más».

Empieza a dejar de ser un tabú poder decir que la pornografía no es


beneficiosa para la persona y genera problemas. Por ejemplo, la revista
«Newsweek» le dedicó un reportaje en noviembre (2011): «La epidemia
de la adicción sexual». Recoge algunos testimonios como el de Valerie,
que afirma que «tratando de remediar la soledad y de superar el miedo a
no ser querida, buscaba el amor en lugares equivocados», y estima que
hasta un 6% de la población podría tener este problema.

«Tengo adicción a la pornografía en Internet… Tengo una doble vida.


Una esquizofrenia total: doble nombre, doble identidad, doble profesión…
todo, todo, todo… doble. Es una vida absurda. ¿Cómo no me he vuelto
loco?». Palabras de otro paciente.

En una reciente investigación publicada en el «Journal of Sex Research»,


P.J. Wright de Indiana University, entrevistó a 14,000 hombres y encontró
que en los últimos 35 años el porcentaje de consumidores había
aumentado de un 26 a un 34%. Éstos tenían un mayor número de parejas
sexuales y con más frecuencia pagaban por “tener sexo”, estaban más a
favor de las relaciones antes del matrimonio, las relaciones fuera del
matrimonio y las relaciones sexuales entre adolescentes. Esto no es
indiferente por las repercusiones personales, familiares, sociales y de
salud pública.

«Aunque mi forma de ser es alegre y suelo divertir a los demás (me lo


dicen constantemente), vivo con un profundo estado de insatisfacción que
durante años he intentado llenar con las compulsiones sexuales, que, por
el contrario, me han ido dejando más vacío y con más sentimientos de
culpa, por no hablar de las consecuencias negativas con mi esposa».

Quizá la mayoría de los consumidores de pornografía no han llegado a


este extremo, pero han comenzado a andar ese camino. Parece que nos
hemos acostumbrado a ver anuncios pornográficos, a que en quioscos,
librerías y gasolineras haya revistas y videos… e intentan colarnos el gol
de que no es pornografía, es “erotismo”. Ya, y yo voy y me lo creo.
Puedes elegir si consumes pornografía o no. Pero no lo hagas a ciegas.

Mercado, dinero y desprecio a la persona. «Algunos parientes mayores


dejaban a vista de los niños material pornográfico que desfiguraba por
completo el valor de la sexualidad». Esto me escribe otra de las personas
que ha pedido ayuda por estos motivos.
¿Qué hago escribiendo sobre esto? ¿Por qué es necesario consultar a
especialistas sobre nuestra vida sexual? A veces encuentras personas que
por rechazo a la “hiperexposición” de lo sexual, rechazan aspectos
normales y saludables de la sexualidad. La distorsionan porque ya no
saben qué es sano, qué no, qué supone afecto y respeto y qué es intrusivo
o agresivo. Ante la duda, prefieren no arriesgar y se pierden la riqueza de
una dimensión importante de la persona.

Estamos en una buena época para dar a la sexualidad un equilibrio


adecuado, que se fundamente en la libertad y en la dignidad de las
personas. Que esperemos de la sexualidad lo que nos puede dar, como
explica también el profesor Félix López: «Sin duda alguna la sexualidad
está supravalorada e infravalorada. Supravalorada en el sentido de que a
veces se espera del sexo lo que no puede dar… Infravalorada en el sentido
de que muchas veces se tiene actividad sexual con mucha banalidad o
superficialidad, con lo cual no le das valor. Sin embargo, no se tiene en
cuenta su enorme riqueza, porque el ser humano es el único ser vivo que
puede tomar decisiones sobre su sexualidad. Puede decir sí o puede decir
no, y esto es lo que dignifica la sexualidad humana».

Tomado de El Confidencial Digital, 20/12/2011.

1
Ver http://www.protegetucorazon.com/2012/11/04/sextiando-yo/
¿Cómo funciona la droga de la pornografía?

En el primer capítulo te adelanté que la pornografía puede generar adicción


y te ofrecí ampliar esa explicación más adelante. Ha llegado el momento.
¿Por qué la pornografía nos atrae, especialmente a los hombres? ¿Cuáles
son sus mecanismos? ¿Qué genera en nuestro interior que nos atrapa en sus
redes?
Los sentidos son como ventanas o puertas por donde entran los mensajes
que despiertan la sensualidad, la imaginación, la fantasía, los pensamientos
y los deseos que finalmente nos llevan a la acción.
Los hombres somos más “visuales”. Esto tiene una explicación desde la
fisiología del varón. Con el inicio de la pubertad, la testosterona empieza a
circular en mayores cantidades, y esta influencia hormonal genera cambios
químicos y anatómicos en el cerebro: las áreas responsables de la agresión y
el sexo se hacen más grandes (2.5 veces más) en el cerebro masculino que
en el femenino. Por eso el hombre, usualmente, no sólo piensa más en el
sexo, sino que es más sensible que la mujer a los estímulos visuales y ello
contribuye a que empiece a experimentar un interés inusual por las chicas.
Por eso mirar a las mujeres nos produce un placer inmediato, y mientras
más muestra la mujer, mayor es el placer. El hombre ha sido diseñado así,
para que las mujeres le llamen la atención y lo atraigan. Es algo natural.
Todo esto es parte de cómo Dios nos ha diseñado. Si el sexo opuesto no
atrajera nuestra atención y el sexo no fuese tan apelante, seguiríamos como
en la escuela corriendo detrás de una pelota sin hacer caso de las niñas, o
sólo nos gustaría ir a la aventura.
Pero la distorsión viene cuando desde pequeños somos bombardeados
por imágenes que nos estimulan continuamente, mostrándonos a mujeres
hermosas, sensuales, provocativas, con muy poca y apretada ropa o con
ninguna. Se nos “programa” así, por medio de la publicidad, la televisión, el
cine y demás a mirar a las mujeres como un león hambriento mira a una
gacela herida.
Es importante que entiendas ahora lo que hace mucho entienden
personas que se aprovechan de ese conocimiento para obtener algo de ti.
Sólo así podrás hacer algo al respecto. En una ocasión la doctora Reisman
explicó ante el Congreso de los EE.UU. el efecto que producen sobre el
cerebro del niño las imágenes de mujeres seductoras (no tienen que ser
explícitas). ¿Qué dijo?
a.- El cerebro de niños y jóvenes está siendo expuesto a material
sexualmente sugestivo, que produce una respuesta emocional.
b.- En sólo tres décimas de segundo la imagen pasa por la retina al
cerebro y ocurre un cambio químico. Esta reacción automática se da
mucho más rápido de que puedan pensar racionalmente, antes de que
la mente consciente pueda decidir cómo responder.
c.- La parte cerebral que ayuda a pensar en las consecuencias de sus
actos todavía no se ha desarrollado plenamente, ni lo hará hasta una
década después. Es decir, se trata de “estímulo y respuesta” en su más
pura esencia.
d.- Esta exposición a las imágenes altera su cerebro sin su
conocimiento ni consentimiento.
e.- Estas imágenes causan una reacción emocional en el niño, y de este
modo se inicia en él un patrón de adicción:
Con el tiempo estas imágenes seductoras se convierten en algo común
y ya no causan el mismo estímulo que ocasionaron la primera vez que
las vio.
La “desensibilización gradual” reclama imágenes cada vez más
fuertes para poder experimentar la misma intensidad de sensaciones
de la primera vez. Es un hecho que la mayor parte de nuestra sociedad
ha sido desensibilizada por la cantidad de violencia y sexo que ve en
TV. Ya todo nos llega a parecer “normal”.
Los deseos por una cada vez mayor estimulación se vuelven cada vez
más exigentes y fuertes, y no hay nada que los satisfaga. Sin embargo,
se filtra la idea de que “el siguiente nivel te traerá la satisfacción que
buscas”.
Cuando las imágenes ya no bastan, el cerebro “le grita” al adolescente
que para quedar satisfecho tiene que EXPERIMENTAR aquello que
está viendo, ya sea mediante la masturbación o buscando experiencias
sexuales cada vez más intensas con mujeres o con hombres.
¿Qué pasa en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo cuando vemos una
imagen o mujer seductora? Estudios revelan que cuando miramos a una
mujer atractiva o tan sólo una foto de ella, nuestro cerebro reacciona
inmediatamente —en un tercio de segundo—. En ese instante el centro del
placer es estimulado liberando dopamina, ésta hace que te sientas bien; al
mismo tiempo el hipotálamo hace que se dé una excitación fisiológica y se
genera el sentimiento de placer. Con pequeñas cantidades de dopamina el
hombre se siente bien, pero si los estímulos y las descargas de dopamina
son abundantes y continuos, se producirá un efecto mayor de placer. Este
mismo efecto es el que experimentan las personas que usan drogas como
cocaína, anfetaminas, marihuana y heroína. Por este motivo la pornografía
es catalogada como una DROGA VISUAL.
Tener el centro del placer estimulado suena divertido y es excitante. Sin
embargo, cuando esto sucede repetidas veces, el sistema se desequilibra: el
centro del placer se vuelve insensible a la dopamina (la persona se ve más
necesitada del estímulo) hasta llegar al grado de la tolerancia (el
sentimiento del placer se vuelve cada vez más difícil de conseguir). Con el
tiempo, la excesiva estimulación en el cerebro crea una disminución de
dopamina, dando origen a una variedad de problemas y sensaciones no
placenteras (distrés psicológico). Para empeorar la situación, la disminución
de la dopamina reduce la capacidad emocional de tomar decisiones; por eso
las personas adictas a la pornografía tienen dificultad para resistirse a la
misma y ello crea un comportamiento problemático a largo plazo
(interfiriendo con la vida de pareja, porque muchas veces buscan sólo la
autocomplacencia).
A los cambios químicos se le suman los cambios anatómicos: erecciones
y con ello la masturbación. Sin embargo, las frecuentes eyaculaciones en
los adictos a la pornografía producen la liberación de dopamina y
prolactina, y ello exacerba el problema significativamente, puesto que
además se producen ansiedad y desesperación cuando cesa la actividad (ver
pornografía y/o masturbarse).
Gary Lynch, neurocientífico de la Universidad de California en Irvine,
revela en su libro The Brain and Nervous System (El cerebro y el sistema
nervioso):
«Un evento que dura medio segundo, entre cinco y diez minutos más
tarde ha producido un cambio estructural que en algunos casos es tan
profundo como los cambios que se ven en quienes tienen daño cerebral…
Una pequeña señal, que en tu cabeza es una señal eléctrica de tan sólo
pocos segundos, puede dejar un rastro en tu cerebro que permanezca por
años».
Ahora bien, Internet permite que podamos acceder a todo tipo de
material pornográfico con sólo hacer un “clic”. En un instante un niño
puede entrar a ver “algo”, y en una mezcla de temor y excitación, tener una
“dosis” que le produce una explosión de sensaciones, lo que ve queda
profundamente grabado en su memoria, de modo que no lo olvidará por
años. Además, la primera vez despierta el deseo de una segunda, pues la
experiencia fue tan intensa y emocionante que se queda “con la miel en la
boca”. Así un niño o adolescente queda “enganchado”, tanto que no dejará
de ver eso aunque tenga que pasar vergüenza o reciba un duro castigo. Lo
único que se logra con la represión es que la próxima vez sea más
cuidadoso para evitar ser descubierto: toda droga genera dependencia y
adicción, y la pornografía hace lo mismo.
No sólo los niños, sino muchísimos hombres y cada vez más mujeres
han descubierto cómo “obtener esta dosis” de químicos con tan sólo un
“clic”. Hay quienes están horas de horas mirando pornografía, y no se dan
cuenta que el tiempo pasa. Mirar pornografía lleva a abusar de estos
químicos producidos por nuestros propios cuerpos. El cerebro se
acostumbra tanto a recibirlos, que cuando el nivel habitual en el sistema
corporal desciende, la persona empieza a sentirse decaída. El cuerpo
reclama una nueva “dosis” para subir otra vez los niveles, y el cerebro
produce deseos fuertes que llevan a buscar ver nuevamente imágenes
pornográficas para liberar una dosis de químicos en el torrente sanguíneo.
Por el proceso de desensibilización del que hemos hablado ya, cada vez se
necesitan dosis más altas, haciendo que los deseos sean cada vez más
intensos.
¿Ya entiendes por qué, si has intentado dejar la pornografía o la
masturbación, de vez en cuando “no resistes más” y vuelves a lo mismo?
Has sido condicionado desde pequeño, ¡y salir de eso no es fácil! Recuerda
la historia de la mazmorra…
Te presento a continuación algunos testimonios de jóvenes como tú que
me han escrito en distintas ocasiones compartiéndome cómo para ellos la
pornografía se ha convertido verdaderamente en una droga de la que no se
pueden liberar1:
«Mi debilidad se muestra a través de la pornografía. Siento a veces un
“impulso” tan fuerte o ganas de hacer cosas impuras que se calman luego
de ver películas pornográficas y masturbarme. El hecho es que estoy
cayendo con frecuencia y ya me cuesta mucho ver con pureza a las chicas
que me gustan. Inclusive, luego de rezar he caído aparatosamente. Por otro
lado, este vicio se alimenta… de las frustraciones que llevo en mi corazón
por las muchas veces que he sido rechazado por las chicas que me
interesaban. Actualmente, también es una fuga perfecta para mi fastidio
por no tener trabajo hace meses. En estas condiciones, quisiera afrontar
con más éxito mi lucha contra la pornografía. Está lacerando mi corazón
de manera que aparecen ideas cada vez más pervertidas dentro de mi
cabeza, aunque el fuerte grito de mi conciencia hace que sólo se queden en
fantasías. Pero sé que si sigo en esta senda, llegará el momento en que no
seré capaz de dominarme».
«Tengo 15 años y soy de El Salvador… Yo soy adicta a esa basura de la
pornografía, y me da mucha pena aceptarlo, pero hay ocasiones en que no
puedo dejar de pensar en eso. Trato de dejarla y a veces he logrado pasar 3
días sin verla, pero el pensamiento no me deja, sigo fantaseando y después
de un tiempo caigo de nuevo y lo veo. Ya no quiero ni verla ni pensar en
eso. Me ha alejado de mi relación con Dios… Estoy muy confundida de lo
que quiero hacer con mi vida, más porque no puedo dejar la pornografía.
No sé qué hacer sinceramente».
«Quiero comentarle mi adicción a la masturbación y a la pornografía.
Estoy destrozado… Este mal se ha vuelto parte de mi vida desde los 11
años; actualmente tengo 16. La verdad, al principio me dio curiosidad,
pero estoy arrepentido, porque estas cadenas no me hacen libre. He tratado
de dejarlo y a lo más que he llegado es a 8 meses… Es una cadena. De la
nada aparecen en las redes sociales fotos de amigas vistiendo poca tela,
luego busco imágenes más grotescas, paso por la pornografía y cierro con
la masturbación. Y si no, después de un mal día (con mal día me refiero a
que me cuesta relacionarme con mis compañeras de estudio, y me duele la
indiferencia de ellas viendo que con los demás se llevan normal, o si no
malas críticas de ellas hacia mí, como “feo, pasado de moda”, desprecios
de quien intento que sea mi novia). Para terminar, quiero vivir mi vida
como un chico normal».
«Soy un joven de 17 años y me encuentro dentro del vicio de la
pornografía. Aunque no la frecuento tantas veces, sí en ocasiones recurro a
ella y deseo salir de esto de una vez por todas, ya que me ha afectado
emocionalmente y siento no ser yo cada vez que veo pornografía, como si
otro ser extraño tomara posesión de mi cuerpo. Necesito ayuda para salir
pronto de este mal».
«La pornografía está acabando con mi vida y no sé cómo dejarla.
Necesito ayuda urgente...» (Alberto, 18 años).
«Hoy en día, a mis 21 años, no he podido dejar [la pornografía y la
masturbación], y cada vez me causa más estrés y culpabilidad. Siento que
ya se volvió algo mecánico que, aunque yo no quiero, lo hago. Ya estoy
harta de caer, y de luchar mientras varias personas me dicen que es normal
que vuelva a caer, ya que es como una droga. Sin duda cada día me
desespero más por entender qué me pasa. Ya tantos años viviendo lo mismo
a veces llego a creer que esto no tiene solución. Mientras más años tengo,
siento que estos problemas van aumentando su gravedad, ya que cada vez
descubro nuevas cosas que me llevan a hacer esto más seguido. Ya estoy
cansada de esto y realmente necesito ayuda… Hoy me llegan momentos de
desesperación y de estrés al ver que es algo que me tiene dominada, ya que
es muy difícil no caer en la tentación. Sé que no es imposible, pero no tengo
las fuerzas para luchar como quiero».
«Actualmente, a mis 29 años, no puedo dejar de ver pornografía y
masturbarme. La verdad, a veces intento dejarlo, pero siento que la mente
se me bloquea y caigo de nuevo… Quiero prepararme para confesarme y
poder dejar este vicio que me aqueja en estos momentos».
Veamos ahora lo que nos explica un especialista al respecto:

Cómo la pornografía droga y cambia nuestro cerebro

El Dr. Donald L. Hilton, Jr. es un prestigioso neurocirujano, profesor del


Departamento de Neurocirugía en el Health Sciences Center de la
Universidad de Texas, en San Antonio.

Falacias acerca de la adicción a la pornografía

La pornografía es una feromona visual, una poderosa droga cerebral —


mueve US$ 100 mil millones por año— que está cambiando la sexualidad
humana, especialmente a través de Internet. Creo que actualmente estamos
aún luchando contra la pornografía porque muchos siguen creyendo dos
falacias fundamentales:

Falacia 1: “La pornografía no es una droga”.

Falacia 2: “Como no es una droga, la pornografía no es una adicción real”.

Dos drogas cerebrales


La adrenalina, también llamada epinefrina, es una droga que los médicos
utilizamos en cirugías o en casos de emergencia para hacer latir de nuevo al
corazón cuando éste va demasiado lento o incluso se detiene.

Tenemos también a la dopamina. Este químico es un primo cercano de la


epinefrina, y ambas son neurotransmisores excitatorios que le dicen al
cerebro que se eche a andar. La dopamina es importante en las zonas de
nuestro cerebro que nos permiten movernos, y cuando las partes que
producen esta sustancia se dañan, se da la enfermedad del Parkinson. Para
tratarla, los médicos prescriben la dopamina como droga y ésta ayuda al
paciente a moverse de nuevo.

En lo que concierne a nuestro tema, sucede que estas dos drogas cerebrales
son muy importantes en la sexualidad humana y en la adicción al sexo y la
pornografía. La dopamina, además de su papel en el movimiento, es un
neurotransmisor integral, o droga cerebral, en el sistema de
placer/recompensa de nuestro cerebro.

¿Cómo funciona ese sistema placer/recompensa?

Revisemos algunos componentes importantes del sistema. En el exterior de


la corteza cerebral, una capa de células nerviosas maneja conscientemente
las acciones voluntarias. En el frente, sobre los ojos, están los lóbulos
frontales. Esas áreas son importantes en el juicio, y, si el cerebro fuera un
automóvil, los lóbulos frontales serían los frenos. Éstos tienen importantes
conexiones con las vías de placer, así que podemos decir que el placer
puede ser controlado.

En el centro del cerebro está el núcleo accumbens. Esta zona, del tamaño
de una almendra, es el centro clave del sistema placer/recompensa y,
cuando es activado por la dopamina y otros neurotransmisores, nos hace
valorar y desear el placer. La dopamina es esencial para que los seres
humanos deseen y valoren apropiadamente el placer en sus vidas. Sin ella,
no nos sentiríamos motivados para comer, procrear, o incluso para tratar de
ganar un juego.

Es el uso excesivo del sistema placer/recompensa de la dopamina lo que


causa adicción. Cuando sus vías se utilizan compulsivamente, se produce
una degradación que de hecho disminuye la cantidad de dopamina
disponible en las zonas de placer del cerebro, y las propias células que la
producen comienzan a atrofiarse o encogerse. Entonces, las células de
recompensa en el núcleo accumbens están ahora en ayunas de dopamina, y
empiezan a entrar en un estado de hambre ansiosa de ella, así como
también ocurre una degradación de los receptores de dopamina en las
células de placer.

Este reajuste del “termostato del placer” produce un nuevo nivel de lo que
es “normal”. En este estado, la persona debe acercarse más a su adicción
para impulsar la dopamina a un nivel suficiente sólo para sentirse normal.
A medida que continúa la tolerancia y desensibilización de los circuitos de
recompensa, se necesitan estímulos cada vez más fuertes para aumentar la
dopamina. En el caso de la adicción a los narcóticos, la persona adicta debe
aumentar la cantidad de droga para obtener el mismo efecto. En la adicción
a la pornografía, se requieren imágenes cada vez más fuertes para estimular
a la persona.

¿De qué otra forma afecta la pornografía al cerebro?

De hecho los lóbulos frontales también se atrofian y encogen. Piensa en


ello como un “desgaste en las pastillas de freno”. Este deterioro físico y
funcional en el centro de juicio del cerebro de una persona altera su
habilidad para procesar las consecuencias de su adicción. Científicos
expertos en adicciones han llamado a esta condición “hipofrontalidad”, y
han notado una similitud en el comportamiento de las personas adictas y la
conducta de los pacientes con daño en la parte frontal del cerebro.

Los neurocirujanos tratamos continuamente a personas con daño en el


lóbulo frontal. En un accidente automovilístico, por ejemplo, el cerebro del
conductor a menudo se desacelerará en la parte posterior de la frente,
dentro de su cráneo, causando contusiones en los lóbulos frontales.

Los pacientes con daño en los lóbulos frontales presentan un conjunto de


comportamientos y conductas que llamamos “síndrome frontal”. En primer
lugar, estos pacientes son impulsivos, ya que se involucran en actividades
sin pensar en las consecuencias. En segundo lugar, son compulsivos: se
centran en conductas o se obsesionan con objetos que tienen que tener pase
lo que pase. En tercer lugar, se vuelven emocionalmente inestables y tienen
cambios de humor repentinos e impredecibles. En cuarto lugar, presentan
alteraciones en el juicio.

Así que la hipofrontalidad cortical o encogimiento de los lóbulos frontales


causa estos cuatro comportamientos, y puede ser resultado de un accidente
automovilístico o de una adicción.

Comparaciones con los efectos de otras drogas

Un estudio sobre la adicción a la cocaína, publicado en el 2002, muestra


una pérdida de volumen en varias zonas del cerebro, en particular en las
áreas de control frontal. Un estudio del 2004 muestra resultados muy
similares para las metanfetaminas. Pero sabemos que las drogas dañan el
cerebro, así que esos estudios no nos sorprenden.

Piensa ahora en una adicción natural, como comer en exceso. Puede ser
que te sorprendas al saber que un estudio publicado en el 2006 mostró
encogimiento de los lóbulos frontales en la obesidad, muy similar a la que
se encontró en los estudios sobre cocaína y metanfetaminas.

Y un estudio publicado en el 2007 sobre personas con adicción sexual


grave presenta resultados casi idénticos a los estudios acerca de la cocaína,
las metanfetaminas y la obesidad.

Así que tenemos cuatro estudios, dos de drogas y dos de adicciones


naturales, hechos en diferentes instituciones académicas, con diferentes
equipos de investigación, y publicados en un período de cinco años en
cuatro revistas científicas diferentes. Y los cuatro muestran que las
adicciones afectan físicamente a los lóbulos frontales del cerebro.

¿Por qué es esencial comprender la naturaleza adictiva de la pornografía?


Porque si la vemos solamente como un mal hábito, y no brindamos a los
que buscan curarse todo el apoyo necesario como para superar cualquier
adicción real, continuaremos fracasando, como individuos y como
sociedad.
Tomado de http://www.salvomag.com/new/articles/salvo13/13hilton.php. Traducción de Leslie
Vanessa Vega. Resumido por La Opción V.

1
En éstos y en los demás testimonios que se recogen en el libro hemos suprimido o modificado los
nombres de sus autores para guardar su identidad.
Sus tristes consecuencias

Como vengo insistiendo desde las primeras páginas de este libro, por más
que algunos te engañen y te digan lo contrario, la pornografía causa daños
terribles. No te ayuda a formar un amor sólido, sino que te deforma, te
destruye. Va carcomiendo como un cáncer tu capacidad de amar
verdaderamente a una mujer. Además de crear esa adicción en la que el
hombre quiere cada vez más, la pornografía destruye vidas, destruye
matrimonios, destruye a las personas, hombres y mujeres que se prestan
para ser filmados. Si te parece exagerado, lee este testimonio:
«Yo empecé a ver pornografía como a los 14 años más o menos. Esto fue
porque entré en una gran depresión, y se empezó a convertir en mi vicio.
Era muy atractivo, poco a poco fue aumentando el deseo por ver más y
más. Veía videos de ese tipo, después me metía a páginas de chat erótico y
platicaba [conversaba] con chavas [chicas] y les decía tantas cosas
pervertidas… En verdad me sumergí en un vacío inmenso, tanto que cuando
veía a una chica sólo pensaba en hacerle lo que veía en los videos.
Deseándolas sexualmente, con mi mirada casi hasta las desnudaba.
Después de unos años dejé de ver por un tiempo. Confesé lo que hice y en
verdad me ayudó porque dejé los chats eróticos, pero aun así volvía a caer
en la pornografía, de vez en cuando, en medio de la lucha. Yo sé lo que es
estar atrapado por la pornografía. Por propia experiencia puedo decirles
cómo el ver porno te deforma la mente y la mirada, de modo que llegas a
ver a la mujer sólo como un objeto para tu satisfacción sexual. Conozco el
hoyo oscuro y vacío en el que toda esa actividad te sumerge. Por eso es que
quiero trabajar en esta labor de ayudar a jóvenes como yo y alentarlos:
¡NO se dejen arrastrar por la pornografía que envenena y carcome el
alma! ¡Jóvenes! ¡NO CEDAN por más llamativo o atractivo que sea! ¡No
se dejen atrapar por las garras de la pornografía, es muy difícil que te
suelte una vez que te atrapa! ¡Cual araña con su presa, te paraliza, te
envuelve en su telaraña y luego te succiona lentamente la vida! ¡En esta
lucha contra la pornografía verdaderamente te juegas la vida, tu futuro, y
el futuro de tu futuro matrimonio, el de quienes serán tus hijos y tu
esposa!».
Analicemos ahora con un poco más de detalle los efectos que tiene.
1. En ti mismo

Las consecuencias de mirar pornografía son graves. Van llevando poco a


poco al descontrol de uno mismo. Como me decía una vez un joven de 18
años, que ya había recibido tratamiento psicológico a los 15 por adicción a
la pornografía:
«Te jala a un agujero oscuro, cada vez más profundo, ¡y te chupa el
alma!».
Mirar pornografía no es broma, no es un juego, no es algo “inofensivo”.
La pornografía tiene un mecanismo perverso que te destruye lentamente,
como un cáncer. Una vez que empiezas, es muy difícil dejar de verla. Por
ello te aconsejo: si nunca has visto pornografía, ¡NO LO HAGAS! Si te da
curiosidad mirar alguna de esas imágenes seductoras que aparecen en tu
pantalla sin que la hayas buscado y te invitan a hacer “clic”, ¡NO LO
HAGAS! Parece algo sin importancia, pero no lo es. Una vez que hagas
“clic”, será el inicio de muchos otros “clics” y puede que nunca puedas
parar y termines destruyéndote a ti mismo y destruyendo a muchas personas
en el camino.
¿Y si haces “clic” “sólo por esta vez”? Pues al principio experimentas
que te da una satisfacción que no trae mayores consecuencias. Acaso
sientes que te estás saliendo con la tuya, por un tiempo. Sin embargo, antes
de que te des cuenta, el daño ya está hecho: has quedado enganchado en un
vicio del que ya no podrás liberarte fácilmente, has mordido el anzuelo
debido a la “apetecible carnada”. Te dirás: «si ya vi una vez, qué importa
una segunda; además, ¡no me ha pasado nada! ¡Me hace sentir bien!».
Volverás a hacer “clic” cada vez con más frecuencia, buscarás “dosis” cada
vez más altas, te pasarás incluso horas ante la computadora sin darte cuenta
de que el tiempo pasa y te encontrarás dependiendo de la pornografía como
quien depende de una droga.
Junto con la pornografía viene la masturbación —de ella hablaremos
más adelante—, y además, cuando tengas enamorada o novia, vas a querer
experimentar con ella aquellos mismos actos que has visto en la
pornografía. Entonces harás de la persona a la que amas tu propia fuente de
placer, la utilizarás para satisfacer tus fantasías sexuales, terminarás
perdiendo tu capacidad de amar de verdad. El hombre que ve a la mujer
como una presa que ansía devorar termina destruyéndose a sí mismo y
rebajando a muchas mujeres en su dignidad.
Considera además que la pornografía ¡es pura fantasía! Como le dijo una
señora a su esposo psicólogo que le mostró una revista pornográfica
requisada a un estudiante de trece años en el colegio en el que enseñaba:
«La calidad del papel es extraordinaria, los colores son fabulosos, la
fotografía impresionante… ¡pero esto NO ES REAL!». Ninguna mujer o
escena en la vida real llegará a ser tan “perfecta” como son mostradas en la
pornografía, porque lo que aparece allí es un montaje para crear un mundo
de ilusión y fantasía que te mantendrá esclavo de la pornografía de por vida;
por tanto, gastarás dinero en ese mercado. Como en la vida real nunca es
igual, siempre volverás a consumir pornografía en busca de aquello que no
encuentras en la realidad. ¡Así funciona! ¡Así está pensado y diseñado por
quienes se benefician de tu adicción! Otra persona me escribía hace un
tiempo:
«Lo que he logrado comprender a través del tiempo es que no es más
que ciencia ficción, es algo que te transporta a una fantasía, te presenta un
escenario que te pone a soñar con llegar a hacer todas esas cosas hasta
que caes en cuenta de que una mujer normal con la que vas a tener
relaciones sexuales no está dispuesta a hacer nada de lo que uno vio en la
pornografía. La diferencia con la realidad es enorme. Nada de lo que viste
en el video va a pasar en la vida real. Por ello es que no vale la pena ver
esto, ya que te distorsiona la realidad, y lo peor de todo es que te presenta
una versión de cómo denigrar a una mujer, de cómo una mujer es tratada
como un objeto para lastimar».
A manera de resumen, te enumero brevemente algunos de los daños que
genera en ti la pornografía. La lista no pretende ser ni exhaustiva ni
completa, pero sí darnos una idea de por qué es importante alejarte de ella.
a.- La masturbación continua causa un problema de compulsión y/o
adicción.
b.- Te genera una autoestima distorsionada: crees que vales por tu
desempeño sexual, por tu atractivo físico, por tu capacidad de
conquista; confundes ser hombre con ser “macho”.
c.- Te lleva a tomar a las mujeres —incluyendo a tu enamorada—
como objetos de placer o juguetes sexuales.
d.- Poco a poco degradas a las mujeres y a tu enamorada o a tus
amigas, pidiéndoles que te hagan ciertos “favores”. Al degradarlas,
te degradas también tú mismo.
e.- Te incapacita para amar verdaderamente, pues al buscar “eso”
fomentas tu propio egoísmo, por más que digas que lo haces “por
amor”.
f.- Alimenta una actitud machista, que con el tiempo te lleva a la
obsesión sexual que deriva en actitudes de abuso, maltrato
emocional y físico, o de violencia sexual hacia las mujeres, incluso
con alguna parienta tuya y en el futuro acaso con tus propias hijas.
El hombre, por influjo de la pornografía, se puede volver
literalmente una bestia, ¡y eso te puede pasar a ti!
g.- Se devalúa una recta visión y aproximación a la sexualidad: las
relaciones sexuales se convierten en un “juego” o un
“entretenimiento” que produce un intenso placer, pero que se
apartan cada vez más de una real manifestación de amor.
h.- Nos aleja también de las verdaderas amistades, de aquellos
amigos o amigas que saben aconsejarnos bien, porque sentimos que
los hemos defraudado, porque tememos que se molesten con
nosotros, porque sabemos que no nos van a consentir lo que
nosotros queremos consentirnos. Con eso, volvemos a las
“amistades” que nos arrastran por el camino fácil.
i.- Con la repetición de estos actos, se produce un endurecimiento
del corazón, un adormecimiento de la conciencia (ya no me parece
que están mal, me justifico y voy perdiendo la vergüenza) y una
actitud cada vez más cínica.
j.- Generamos un hábito de mentir para ocultar, lo que prepara el
camino para llevar una doble vida, rompiendo en el presente o
futuro promesas y compromisos asumidos verbal o solemnemente.
A pesar de las evidencias científicas contundentes, hay quienes sostienen
en su ignorancia que ver pornografía no hace daño a nadie. ¡Eso no es
verdad! Como hemos visto, causa males serios en ti, te produce un perjuicio
cerebral y afecta tremendamente tu capacidad de amar verdaderamente a
una mujer.
2. En tus seres queridos

Puedes creer, ingenuamente, que la pornografía sólo te afecta a ti, que es


algo privado y personal. ¡Pero no es así! Mira lo que nos cuenta esta chica
de 16 años:
«Yo caí en las redes del porno porque mi hermano veía, y aunque él
intentaba esconderlo, siempre alcancé a ver lo que él veía. ¡Esto me dañó
MUCHÍSIMO! Y si yo hubiera sabido las consecuencias dañinas que la
pornografía ha traído a mi vida, no hubiera seguido, pero era muy
chiquita. La primera vez que fui expuesta tenía 4 ó 5 años. No empecé a
mirarla regularmente hasta los 11 años y seguí hasta ahora, y me es difícil
dejarlo».
Como puedes ver, este vicio daña también —a veces de manera
silenciosa, a veces con algún estruendo, pero siempre de forma dramática—
a quienes te rodean, a tus seres queridos, e incluso a tu futura esposa y a los
hijos o hijas que puedas tener. Esto es algo que debes tener en cuenta:
¡muchos matrimonios se quiebran por culpa de la pornografía!
Sobre ello nos alerta Jason Evert en su libro Masculinidad pura:
«En el caso de la pornografía, los efectos más dañinos se perciben
después, cuando realmente tratas de amar a una mujer. Algunos estudios
realizados entre personas que veían pornografía hacían ver que era poco
probable que quedasen satisfechos con el afecto, la apariencia física, la
curiosidad sexual y el desempeño sexual de su compañera. Algunos esposos
hasta llegan a pensar que tienen el derecho de excitarse mediante fantasías.
Llegan a pensar que si su esposa no es perfecta, es culpa de ella. Por otro
lado, una esposa que “no está a la altura de los estándares sexuales de su
esposo” puede llegar a considerarse culpable de no ser tan “perfecta”
como una estrella porno».
Y me han llegado muchos testimonios como los dos que te copio a
continuación. El primero es el de una esposa que descubrió a su marido
atrapado en esas garras:
«Aceptó que todo era una adicción a la pornografía desde los 19 años,
cada vez con más exigencia para lograr más estimulación, y que nunca
tuvo intención de concretar nada ni lo hizo, que todo era algo más fuerte
que él, porque no tenía los medios para superarlo y recién tomó las fuerzas
al verse descubierto, al ver el daño que me había hecho y al ver que lo que
habíamos construido se derrumbaba, y al objetivar las consecuencias
físicas y emocionales que le habían causado. Yo decidí apoyarlo, aunque
inicialmente sabía que no podía. Yo tenía la autoestima muy baja con todo
esto, y me sentía en una farsa y, obviamente, parecía que me había casado
con un desconocido... Ya todo parecía superado, pues estaba yendo a
terapia. Pero hace poco volví a descubrir cosas horribles en su celular y
correo, relacionadas a la pornografía. Todo esto es algo que aún no puedo
creer y me cuesta perdonar. Parecía tan emocionado con la venida del
bebé, pero no entiendo cómo en simultáneo seguía destruyéndose por
dentro, mirando y viviendo toda esa porquería virtual y haciéndome vivir
una mentira sin ninguna consideración a mí o al bebé. Yo pensé que todo
eso estaba resuelto, y ahora no sé dónde estoy. No podré volver a confiar
en él. Como le dije antes, yo quise ayudarlo, lo perdoné y le di la
oportunidad de volver a confiar en él, ¡y me vuelve a engañar con todo
esto! Sentía que era lo que tenía que hacer por el amor que le tengo y
sentía que era lo que Dios me invitaba a hacer para lograr su conversión.
No sé por dónde ir ni hacia dónde dirigir mi vida ahora. Él luce
arrepentido. ¡Pero ya no puedo creerle! Ahora siento pánico por que mi
bebé esté expuesto a toda esta basura de Internet».
Y el segundo es el de un hombre que tuvo la valentía de reconocer su
error, pero cuando ya la pornografía había hecho estragos en su vida
personal, matrimonial y familiar:
«Sin temor a equivocarme, somos muchos los hombres que hemos
consumido alguna vez pornografía y es realmente una adicción. Estoy a
punto de perder a mi mujer por el maltrato que le propino. La agredo, me
agrede y pienso que mucho tiene que ver el hecho de que no la respeto y no
la valoro lo suficiente. La pornografía es mala y no es lo que quiero para
ninguno de mis tres hijos varones, así que supongo que tampoco es lo que
quiero para mí».
Justamente sobre el efecto que el porno puede tener sobre tus (futuros)
hijos, te presento este sincero y elocuente escrito.

Carta abierta a un papá que ve pornografía

Querido papá:

Antes que nada quiero que sepas que te amo y que te perdono por lo que
esto ha hecho en mi vida. También quiero que sepas qué es exactamente lo
que tu adicción a la pornografía ha hecho en mi vida. Es probable que
creas que esto te ha afectado sólo a ti, o también a tu relación con mi
mamá, pero es justo que sepas que también ha tenido un profundo impacto
en mí y en todos mis hermanos.

Encontré tus videos pornográficos en algún lugar de tu computadora


cuando tenía alrededor de doce años, justo cuando empezaba a volverme
una mujer. En primer lugar, me pareció muy hipócrita de tu parte que
trataras de enseñarme qué cosas sí y qué cosas no valía la pena ver en
términos de videos, películas y televisión cuando tú regularmente
entretenías tu mente con esa basura. Tus consejos sobre el cuidado que
debía tener con las cosas que veía simplemente no tenían ningún
significado para mí.

Debido a tu pornografía caí en la cuenta de que mi madre no era la única


mujer a la que mirabas. Cuando salíamos juntos, desarrollé una gran
sensibilidad para darme cuenta de cuándo activabas una mirada sensual
por otras mujeres, carteles o cosas.

Esto me enseñó que todos los hombres tienen un lado indecente en el cual
no se puede confiar. Aprendí a sospechar, e incluso a despreciar a los
hombres por el modo lascivo en el que percibían a las mujeres.

Recuerdo que trataste de hablar conmigo sobre la modestia, sobre cómo


mi modo de vestir afecta a las personas en mi entorno y sobre la
importancia de valorarme por mi interior. Tus acciones, sin embargo, me
decían que sólo sería verdaderamente hermosa y aceptada si me veía como
las mujeres de las portadas de revistas o las de tus videos pornográficos.
Tus discursos no servían para otra cosa que para enojarme profundamente.

Cuando crecí, estas ideas se hicieron más fuertes gracias a la cultura en la


que vivimos. Todo a mi alrededor gritaba que la belleza es una cosa que
sólo puede ser alcanzada si te ves y actúas como “ellas”. También aprendí
a confiar cada vez menos en ti porque nada de lo que decías era coherente
con lo que hacías. Ya en esa época vivía preocupada de la posibilidad de
no poder encontrar nunca un hombre que me aceptase y amase por lo que
soy y no por mi cara bonita.
Cuando invitaba amigas a la casa, me preguntaba cómo las veías. Si para
ti eran mis amigas y nada más, o si también a ellas las imaginabas en tus
fantasías. Ninguna hija debería jamás preguntarse algo así sobre su padre.

Conocí a un hombre. Una de las primeras cosas que le pregunté fue si él


también miraba pornografía. Le estoy muy agradecida a Dios porque esa
práctica nunca ha tocado su vida significativamente. Sin embargo, todavía
tenemos peleas por las profundas raíces que tiene en mi corazón la
desconfianza hacia los hombres. Sí, a pesar de todos los años que han
pasado, tu pornografía también ha afectado la relación que actualmente
tengo con mi esposo.

Si pudiera decirte sólo una cosa sobre este tema, te diría lo siguiente: La
pornografía no sólo afectó tu vida, sino que afectó la vida de todos los que
estábamos a tu alrededor de maneras que nunca podrás imaginar. Hasta el
día de hoy me afecta debido también al peso que ésta tiene en nuestra
sociedad. Tengo miedo del día en que tenga que hablar con mi pequeño
hijo sobre la pornografía y sus potentes e insaciables alcances; cuando
tenga que decirle cómo la adicción al porno no sólo le afecta a uno mismo.

Como ya lo dije, te he perdonado. Y estoy profundamente agradecida por


el trabajo que Dios ha hecho en mi vida en este campo. Es un área donde
aún me toca luchar de vez en cuando, pero me sobrepasa la gratitud hacia
la ayuda que Dios y mi esposo me han ofrecido.

Rezo por que tú hayas superado este vicio y para que todos los

hombres que lo consideran inofensivo abran sus ojos a la verdad.


Con amor, tu hija.

Tomado de http://thinktheology.org/2014/11/03/open-letter-dad-porn/. Traducido y adaptado por La


Opción V.
3. En las personas que “trabajan” en la industria

Por otro lado, hace un terrible daño a las personas, hombres y mujeres,
que se prestan a ser fotografiados y filmados para generar ganancias
multimillonarias a la industria pornográfica. ¿Es que acaso crees que las
estrellas porno son las personas más felices del planeta, según el mito de
que “el sexo tipo porno te hará feliz”? ¡No! Basta echar un vistazo a la vida
terriblemente vacía que llevan estas “estrellas”, y que las empuja en
muchísimos casos a acabar con su propia vida:
1. Savannah se suicidó de un disparo en 1994.
2. Chloe Jones murió debido a una falla del hígado por abuso de alcohol
y drogas.
3. Anastasia Blue se suicidó con una sobredosis de Tylenol el 2008.
4. Eva Lux falleció por sobredosis de heroína el 2005.
5. Taylor Summers fue asesinada durante el rodaje de una escena sexual.
6. Karen Dior murió a consecuencia de cirrosis y SIDA.
7. Camila de Castro saltó al vacío desde un edificio de 8 pisos.
8. Angela Devi se suicidó por asfixia el 2006.
9. Juliet Jett murió por sobredosis de heroína el 2005.
10. Susan Britton también se suicidó.
11. Rebecca Steele sufría de SIDA y murió por sobredosis de droga en el
2004.
12. Celia Young se suicidó en 1992.
13. Charlie Waters fue asesinada a machetazos en 1989 por uno de sus
clientes.
14. Arcadia Lake murió por sobredosis de droga en 1990.
15. Karen Lancaume se suicidó el 2005.
16. Linda Wong falleció por exceso de alcohol y sobredosis de droga en
1987.
17. Alex Jordan se ahorcó en 1995.
18. Bambi Woods murió por aparente sobredosis de droga en 1986.
19. Lisa de Leeuw falleció de SIDA en 1993.
20. Lisa Bridges murió por sobredosis de heroína y metanfetaminas el
2002.
21. Megan Leigh se suicidó de un disparo en 1990.
En fin, esta triste lista es mucho más larga1. Si ver pornografía le roba el
alma y hunde paulatinamente en un hoyo oscuro y frío a quienes la ven,
¡cuánto más a quienes “trabajan” para esta industria! Son mujeres y
hombres para quienes amar y ser amados sencillamente ya no es posible, y
eso se convierte, tarde o temprano, cuando pasa el efecto de la “droga”, en
una angustia insoportable. Según declaró una ex actriz porno que logró
liberarse de esa dura esclavitud: «Era como un robot o como una muñeca
Barbie de caucho. No tenía sentimientos». Tanta ausencia de amor, tanto
dolor, la hizo refugiarse en el alcohol y en las drogas para «adormecer mi
dolor, para poder sobrevivir». Como esto no le dio resultado, pasó a
métodos más severos, se hizo cortes en el cuerpo e incluso intentó
suicidarse varias veces: «Pasé muchas noches solitarias mientras me cortaba
las muñecas. Me gastaba toda mi paga en drogas».
Piensa en lo que denuncia este artículo:

¿No hace daño a nadie?

Desafortunadamente, los adictos a la pornografía nunca consideran las


vidas de las mujeres antes o después de que se filmó la película. Muchas
de ellas son adolescentes y mujeres jóvenes que han sido esclavizadas en
la industria multibillonaria del tráfico sexual. De acuerdo con aquellos que
están en la industria pornográfica, las modelos son a menudo
alcoholizadas o drogadas y fueron casi con toda seguridad abusadas
cuando eran niñas o adolescentes.

Como invitada al programa de Larry King, Pam Anderson dijo: «Bueno,


ya sabes, yo crecí en un muy... en un hogar de alcohólicos y en el que
había mucha violencia. Creo que ése es mi modelo de una relación…
Recuerdo la primera vez que trabajé en Playboy, para mi primera portada.
Estaba hecha un mar de lágrimas. Tenía miedo de que vieran algo. Eso
obviamente cambió rápidamente. Perdí mi modestia».

Howard Stern le preguntó a otra famosa estrella porno si era verdad que
muchas estrellas de la industria habían sido abusadas o violadas. Ella lo
negó, y afirmó su voluntad libre de posar para fotos y videos. Sin
embargo, más tarde admitió que antes de entrar a la industria pornográfica
había sido violada por numerosos hombres, golpeada y dejada a su suerte.
Pero, ¿qué sucede con la modelo después de ser filmada? Muchas estrellas
porno ni siquiera están vivas, porque aquellas que participan en esa
industria tienen una enorme tasa de mortalidad (sobredosis de drogas,
suicidios, asesinatos, SIDA, etc.). Además, muchas imágenes y videos
pornográficos son de mujeres que ya han dejado el negocio, pero no tienen
los derechos legales para eliminar sus imágenes. Yo sé de una que no pudo
manejar su estilo de vida después de su cuarto aborto. Conocí a otra que
había sido stripper en Los Ángeles. Mientras se desnudaba, dijo que ése
era el punto más bajo al que había caído en su vida.

Mientras estaba en el escenario, decía que los hombres celebraban, pero


ella moría por dentro. Cuando la conocí, su esposo la había echado de casa
y ella estaba sin hogar, tratando de ganar la batalla por la custodia de su
hija. Estaba limpiando pisos de un hotel a las 3:00 de la mañana para
poder llegar a fin de mes.

Mientras tanto, quienes ven porno imaginan que “es sólo un mundo de
fantasía al que escapan”. Desean que se trate de una simulación para que
puedan lavarse las manos de toda culpa de ese crimen. Se quitan toda
responsabilidad diciendo: «Bueno, ella está dispuesta a hacerlo. No hace
daño a nadie».

Pero esto no es Hollywood. No hay dobles ni muertes aparentes. Los


cuatro bebés abortados de aquella ex estrella porno no eran falsos. Una ex
conejita de Playboy dijo: «Me tomó cerca de 20 años deshacer todo lo que
la pornografía me hizo». Ella conocía a otra modelo a la que le tuvieron
que «quitar todos sus órganos reproductivos debido a una enfermedad
venérea». No hace mucho, la policía de Florida encontró el cadáver de una
modelo de Playboy quemado en un contenedor de basura en Miami. No
era falso. En la pornografía hay gente real, que está siendo realmente
usada, y que en realidad acepta hacerlo para obtener dinero de otros.

Éstos son sólo unos pocos ejemplos de las vidas de las personas que están
metidas en la industria del porno. Es imposible comprender la profundidad
del sufrimiento humano que ésta ha causado.
Tomado de http://chastityproject.com/qa/i-agree-kids-shouldnt-be-looking-at-porn-but-what-about-
a-guy-who-is-mature-enough-to-realize-the-difference-between-fantasy-and-reality/. Traducción de
Fabiola Espinoza.

Es lo mismo que, con menos palabras, nos dice Matt Fradd, el Director
Ejecutivo de The Porn Effect, una página web dedicada a ayudar a liberarse
de esta droga a quienes han caído en sus redes:
«El problema no es [sólo] que la pornografía sea adictiva, el problema
es que estás explotando a alguien. El problema con la pornografía no es
que muestra mucho, sino que muestra muy poco de la persona humana.
Reduce la belleza y el misterio de la feminidad frecuentemente a una
colección de partes del cuerpo como para ser usadas. Y tú y yo sabemos
que no fuimos pensados para ser vistos como objetos para ser usados, sino
como personas para ser amadas. ¡Eso lo sabemos! Entonces, una vez al
día, una vez al mes, una vez al año alguien es explotado. Ésa es la razón
por la que a mí no me parece aceptable».
Ahora te pido que consideres esto: cada vez que haces “clic”, tú te haces
responsable de la muerte de esas mujeres u hombres, tú estás ayudando a
esa mujer desgraciada a que jale el gatillo, tú con tu dedo le estás dando el
empujón para que se tire por el balcón, tú le estás suministrando esa
sobredosis de droga para que acabe con su vida. ¿La pornografía no hace
daño a nadie? ¡Claro que hace daño! Te hace daño a ti que miras, les hace
daño a esas “estrellas pornográficas”. Por más que digas «soy una gota de
agua en el océano», o «ellas lo harán aunque yo deje de mirar», tú no
puedes evadir tu responsabilidad personal a la hora de contribuir con tan
sólo mirar una de esas imágenes, a que la industria pornográfica siga
generando ganancias exorbitantes y llevando a la ruina la vida de tantas
personas que viven atrapadas en esa industria, por la razón que sea.
Como escribe en la introducción de su libro otra ex estrella porno, que
fundó un proyecto llamado Pink Cross para rescatar a estas personas de ese
submundo:
«Quien quiera intentar escribir un libro sobre su horrorosa experiencia
dentro de la industria pornográfica que opera ilegalmente y sobre años de
abuso sexual desde la infancia hasta la prostitución, afronta una tarea
terrible, y requiere de mucho amor y comprensión por parte de los lectores.
Ésta es la cosa más dura que he tenido que hacer en mi vida, y me tomó
años de dolor, preparación y oración antes de poder hacerlo. Pero por la
gracia de Dios todopoderoso, lo escribí y ahora necesito que lo leas.
Necesito que leas acerca de la explotación y violencia contra mujeres y
hombres en la industria pornográfica para que tú puedas empezar a sanar.
Necesito que comprendas seriamente que cada vez que haces “clic” para
ver un sitio pornográfico, estás contribuyendo a la destrucción de vidas
humanas valiosas. Necesito que leas este libro de principio a fin y luego
inclines humildemente tu cabeza ante el cielo y con lágrimas te lamentes
hasta que la única fuerza que te quede sea para dejar de ver pornografía»2.
La pornografía no es, pues, tan inofensiva como te hubiera gustado creer.
Entre otras barbaridades, favorece la esclavitud y el tráfico sexual, como
nos lo hace ver el siguiente texto:

La conexión entre la pornografía y el tráfico sexual


Ana Stutler

A menudo escuchamos sobre los horrores del tráfico sexual en el mundo.


Nos consternan aquellos que retienen a mujeres y niños como esclavos
sexuales, negándoles sus derechos humanos y convirtiéndolos en meros
objetos de placer sexual. Al mismo tiempo, la pornografía es tolerada,
aceptada, abiertamente defendida y hasta celebrada3. La sociedad ve el
tráfico sexual como algo que debemos combatir, mientras ve en la
pornografía algo tan simple como otro género de entretenimiento.

Esta dicotomía entre el tráfico y la realidad de la pornografía es un grave


error. Como individuos que se oponen a la trata sexual, debemos entender
su vinculación con la pornografía.

La pornografía impulsa la demanda de tráfico sexual

Según el informe de Shared Hope International sobre la demanda de


tráfico sexual, la pornografía es la principal puerta de acceso a la compra
de seres humanos para el comercio sexual.

Si comenzáramos a comprender que lo que se muestra en la pornografía


no es simplemente sexo o sexualidad, sino explotación sexual comercial,
podríamos empezar a apreciar correctamente los efectos negativos y
corrosivos de este contenido.
Catharine MacKinnon, profesora en la Facultad de Derecho de Harvard,
dice que “el consumo de pornografía es una experiencia de sexo
comprado” y, de este modo, se crea un hambre para seguir comprando,
cosificando y representando lo que se ve4. Y de una manera muy literal, la
pornografía es la publicidad para la trata, no sólo en general, sino también
en el sentido de que los traficantes y proxenetas usan imágenes
pornográficas de las víctimas como publicidad específica para sus
“productos”5.

Las víctimas de la trata son explotadas en la producción de pornografía

Muchas de las mujeres y niños que son sexualmente explotados y


traficados también están siendo usados en la producción de pornografía.
Algunas veces, los actos de prostitución son filmados y distribuidos sin el
consentimiento de la víctima6. En otras ocasiones, las víctimas son
traficadas con el único propósito de la producción de pornografía. En la
actual era de webcams y chat-rooms, las líneas entre pornografía
interactiva y sitios de prostitución virtual se han desdibujado7. Según
Donna Hughes, «la pornografía y los sex shows de Internet son los
mercados para las víctimas de la trata». Ciertamente, la pornografía es otra
vía para que las mujeres sean traficadas8.

A menudo los actores y actrices porno son entendidos no de forma


diferente de los que eligen tener cualquier otra carrera en el mundo del
entretenimiento. Hay poco entendimiento cultural de que, de hecho,
muchos de los involucrados en la pornografía son víctimas del tráfico
sexual.

La producción de pornografía es una forma de tráfico sexual

En la Ley de Protección a las Víctimas de la Trata 2000 (TVPA, por sus


siglas en inglés), el tráfico sexual es definido como «el captar, albergar,
transportar, proveer u obtener a una persona con el propósito de un acto
sexual comercial»9. Las realidades de la industria porno están
perfectamente descritas en esta definición.
El reclutamiento para la industria del porno se produce de muchas
maneras. Un ex actor de la industria dice que fue bombardeado con
llamadas para ir y actuar después de publicar un anuncio personal,
mientras otros fueron reclutados a través de redes sociales. De acuerdo a
personas que estuvieron en el negocio de la pornografía, había veces en
que chicas eran mantenidas en cautiverio en los sets, o llevadas y traídas a
éstos bajo órdenes de agentes o pornógrafos.

No tienes que buscar mucho para encontrar uso de la fuerza en la


producción de pornografía, porque incluso a nivel superficial, la violencia
hacia los actores involucrados es evidente. Los mismos pornógrafos
describen la violencia que cometen hacia sus actores sin su
consentimiento.

La ex actriz porno Jan Meza explica el fraude en la industria. Cuenta que


los actores y actrices no saben a qué están accediendo o que después del
acuerdo inicial no podrán irse. Algo que debe notarse, especialmente en el
caso de fraude, pero también en general, es que un consentimiento inicial
no excluye la posibilidad de que el individuo esté siendo víctima. Los
pornógrafos, como otros proxenetas, aprenden cómo explotar las
vulnerabilidades económicas y psicológicas para hacer coerción y
obligarlos a permanecer en la industria del sexo10. Otras veces amenazan
o usan alcohol y drogas para inducir el cumplimiento.

El otro criterio para establecer que un caso en particular es una forma


grave de tráfico sexual es que sea un menor de 18 años de edad. Shared
Hope estima que una de cada cinco imágenes pornográficas en Internet es
de un niño. La prominencia de esto habla de la naturaleza “grave” de la
industria pornográfica. Sin embargo, incluso entre el material que no se
considera “pornografía infantil” se pueden encontrar menores.
Habiendo comprendido la interconexión de la pornografía y el tráfico
sexual, debemos resolver no crear falsas distinciones entre ellos. En la
búsqueda de justicia para aquellos que están siendo explotados
sexualmente de forma comercial, aceptar y usar pornografía no es una
opción. Es hora de entender la realidad de la pornografía y actuar en
consecuencia.
Tomado de http://www.covenanteyes.com/2011/09/07/the-connections-between-pornography-and-
sex-trafficking/#_edn4. Traducción de Leslie Vanessa Vega. Resumido por La Opción V.

Y aunque los testimonios podrían multiplicarse indefinidamente, sólo


quiero presentarte uno más:
Mi hermana mayor, la estrella porno
Cómo su carrera afectó su vida y a nuestra familia

Así como toda niña sueña con tener una hermana, mayor o menor, mi caso
no fue diferente. Tuve la suerte de haber nacido en una familia con tres
hermanas mayores y una menor. En cuanto a hermanas se refiere, tuve la
mejor de las situaciones.

Una de mis hermanas en particular, cuando sopló las velas de su torta al


cumplir 8 años, pidió como deseo tener una hermana menor (yo). Qué
historia tan linda para contar durante toda tu infancia. Que ella me había
deseado a mí sería un pensamiento constante en mi mente. Debido a este
pensamiento, siempre fue mi meta estar a la altura de ese deseo y ser lo
bastante buena onda como para andar con mi hermana mayor. Ni siquiera
puedo recordar cuántas veces me quedaba echada fuera de su puerta
esperando escuchar algo emocionante que pasara en su vida. O las noches
en que entraba a su habitación para meterme en su cama, porque tenía
miedo de estar sola. Recuerdo cada cita a la que fue, cada trabajo que
tuvo, cada auto que condujo y cada deporte que jugó.

Yo tenía 11 años cuando se fue a la universidad. Estaba devastada —por


más esfuerzos que hice tratando de mostrar que me encontraba bien— por
que se hubiera mudado a miles de kilómetros de mí para estudiar. Ahora
era yo la hermana mayor, la que debía ser todo para mi hermana menor,
ese todo que mi hermana había sido para mí.

Recuerdo la última vez que la vi antes de que todo cambiase para siempre.
Ella estaba cumpliendo con sus labores de hermana ayudándome a lidiar
con el acné y el cuidado de mi piel. Ése es el último recuerdo vívido que
tengo de mi hermana, al menos de la hermana que conocí mientras crecía.
Mi hermana menor y yo estábamos en un viaje familiar con nuestros
padres cuando recibieron una llamada, tarde en la noche, que los despertó.
Pensaron que yo estaba dormida, pero en realidad estaba bien despierta.
Recuerdo que la persona al otro lado de la línea les explicaba que había
visto a mi hermana mayor en la industria de películas para adultos.
Recuerdo que lloraban, y recuerdo tratar de unir las piezas para darle
sentido a todo aquello en mi joven cabeza. Recuerdo esa palabra
resaltando tan claramente: pornografía.

Era la primera vez que escuchaba esa palabra y me di cuenta de que se


trataba de algo real. No era simplemente un término sofisticado que
usaban las personas, no era sólo algo malo en un lugar lejano. Se trataba
ahora de una palabra que cambiaría por completo mi vida. De más
maneras de las que mi mente podía darse cuenta en ese momento. Ahora
les decían a mis padres que mi hermana era la número uno en la nación.
Eso suena genial, ¿verdad? Algo que todos quisieran ser y algo que todo
padre quisiera escuchar. Número uno. Ésa era mi hermana, excepto que en
este caso había sido nombrada la “revelación del año” de la industria
pornográfica.

Dinero. Fama. Belleza. Todo ello venía con un alto precio por convertirse
en la número uno. En ese primer lugar, mi hermana mayor se perdió a sí
misma.

Con sólo 19 años, fue a una fiesta en la que alguien le dijo que era
hermosa y que podía ganar mucho dinero. En mi actual profesión, trabajo
diariamente con adolescentes, muchachos cuyas mentes aún no están del
todo formadas, especialmente en el área de la toma de decisiones. Para los
adolescentes, lo único que importa es la belleza, la popularidad y el
dinero. Esas tres cosas son las que los impulsan. Mi hermana no era la
excepción. Quería ser bonita, quería ser rica y quería ser popular. Pero no
se dio cuenta de cuánto le costarían esas cosas.

Fue divertido y emocionante por un tiempo, pero algo que muchas


personas no saben es cómo es que muchos de estos actores y actrices son
capaces de hacer lo que hacen en esas películas. Mi hermana estaba
constantemente drogada y bebiendo. Se encontraba realmente entumecida
frente a todo lo que ocurría a su alrededor.

La adicción juega un rol importante en mi familia. Muchos han tenido


problemas con el alcohol, el tabaco, las drogas, o con todos los anteriores.
La adicción es una bestia terrible que controla a muchos individuos. Si le
sumas a eso el formar parte de la industria de películas para adultos, se
convierte en una bestia gigante e inconmensurable. Algunos pueden
recuperarse, pero otros, como mi hermana mayor, nunca vuelven.

Hizo más películas que las que incluso quisiera enumerar. Era tan
conocida en la industria para adultos que ni siquiera podemos caminar por
un lugar público sin que alguien sepa exactamente quién era ella. A los
hombres que solían pasarse la voz y decirse unos a otros: “Mira, es ella”,
todo lo que puedo preguntarles es: ¿Realmente creen que es genial que
hayan visto a mi hermana degradarse bajo los efectos de las drogas?
¿Piensan que es gracioso o impresionante que mi hermana, ahora madre
de unos hermosos niños, se encuentre en una institución psiquiátrica
porque no es capaz de lidiar con el día a día sin luchar con esos demonios
que ustedes vieron en cámaras? ¿Les parece que es sexy que mi hermana
mayor haya intentado quitarse la vida varias veces por pensar que nunca
volverá a ser ella misma?

Pensé que las decisiones y la profesión de mi hermana nunca llegarían a


afectar mi vida. Una vez más, era algo que mi cerebro no podía
comprender por completo. No me imaginaba que mi matrimonio se
disolvería debido a la profesión de mi hermana. No me imaginaba que mis
padres envejecerían rápidamente por la carga de tener que criar a mis
sobrinos por sí mismos. No me imaginaba que se me revolvería el
estómago cada vez que ella no contestara mis llamadas, por miedo a que
ya no estuviera viva. No me imaginaba que mi corazón sería capaz de
romperse tantas veces como lo ha hecho desde la noche de aquella
desgarradora llamada.

Miren, la pornografía no es algo sin importancia. No es sólo una imagen


en tu pantalla, o un video que ves cuando estás solo. La pornografía se ha
convertido en una parte no deseada de mi vida. Aun sin que yo forme
parte de ella, me ha sobrepasado. Como un cáncer, la pornografía se
apoderó de mi hermana mayor. La pornografía se llevó mi fe en el
matrimonio. La pornografía creó una ruptura permanente en mis
relaciones familiares. La pornografía es mucho más que una palabra. Se
trata de la hija de alguien, de la hermana de alguien, de la amiga de
alguien. Y, más importante aún, es en realidad la destrucción de la vida de
otra persona, y al verla, la estás apoyando. La industria pornográfica se
llevó a la persona que mi hermana solía ser. Quienes la conocen por sus
películas ayudaron a que eso ocurra.

Tú puedes ser el cambio. Tú puedes lograr que la industria se debilite. Tú


puedes optar por detener la demanda. Tú puedes hacer la diferencia. Cada
día tenemos la opción de ayudar o de profundizar el daño. No pude salvar
a mi hermana mayor, pero tengo la convicción de que puedo salvar a la de
alguien más. La pornografía es la nueva droga en la sociedad, y con suerte
algún día podremos alentar a nuestros hijos a que estén libres de ella por
completo. Tómalo en serio. Salva una vida. Haz la diferencia.
S.

Tomado de http://fightthenewdrug.org/my-big-sister-the-porn-star-how-her-career-destroyed-her-
life-and-our-family/. Traducido por La Opción V.

1
En el siguiente video te muestran cómo ha terminado la vida de un gran número de estas “estrellas”:
http://www.youtube.com/watch?v=r0q_VGacfNk
2
Shelley Lubben, Truth Behind the Fantasy of Porn. The Greatest Illusion on the Earth, Shelley
Lubben Communications, Lexington 2010, prefacio.
3
Ver Catharine A. MacKinnon, Pornography as Trafficking, en David E. Guinn y Julie DiCaro
(eds.), Pornography: Driving the Demand in International Sex Trafficking, Captive Daughters
Media, Los Ángeles 2007, p. 32.
4
Allí mismo, p. 34.
5
Ver Melissa Farley, Prostitution and Trafficking in Nevada: Making the Connections, Prostitution
Research & Education, San Francisco 2007, p. 153.
6
Ver Linda Smith y Cindy Coloma, Renting Lacy: A Story of America’s Prostituted Children, Shared
Hope International, Vancouver 2009, pp. 15-25.
7
Ver Victor Malarek, The Johns: Sex for Sale and the Men Who Buy It, Key Porter, Toronto 2009, p.
203.
8
Ver Melissa Farley, ob. cit., p. 154.
9
EE.UU., Departamento de Estado, Trafficking Victims Protection Act (TVPA) 2000, Bureau for
International Narcotics and Law Enforcement Affairs (2001), sección 103 (8) (A), (9).
10
Ver Melissa Farley, ob. cit., p. 153.
El gran negocio del sexo

La industria pornográfica es un negocio redondo para sus productores. Las


ganancias son bimillonarias y van en aumento cada año. Hay gente
interesada en promover el sexo para ganar dinero, tan crudo y sencillo como
eso. Invierten dinero para fomentar el libertinaje y una sexualidad precoz
entre los jóvenes. Peor aún, en la sociedad occidental ya se está
introduciendo a los niños y niñas al mundo sexualizado de los adultos.
¿Ejemplos de cómo se hace plata vendiendo sexo? La industria
pornográfica, que se presenta a sí misma como “entretenimiento”, es una de
las que más ganancias produce a nivel mundial. En los últimos años la
pornografía en Internet ha venido creciendo a un ritmo del 40% anual. Por
su volumen y crecimiento es difícil encontrar información actualizada, pero
en el 2005 las ganancias a nivel mundial se calculaban en 57 mil millones
de dólares, y sólo en Estados Unidos 12 mil millones1.
¡Negocio redondo! ¿Y quién llena los bolsillos de estos magnates? Tú…
cada vez que consumes pornografía… y no puedes dejar de consumir,
porque te atrapa. Una vez que empiezas, no puedes dejar de verla; al
contrario, te mete en un dinamismo en el que siempre quieres ver más, y
cosas más fuertes.
Una vez que te obsesionas con el sexo, compras condones,
anticonceptivos para las mujeres, “píldoras del día siguiente”, revistas,
pagas un canal de cable “para adultos”, adquieres “juguetes sexuales” que
te prometen aumentar tus experiencias de placer, etc. Creo que no hay que
crear una teoría de la conspiración para entender que toda una industria se
pone en movimiento cuando se mantienen inflamados tus deseos sexuales y
cuando te hacen creer que “el sexo es una necesidad”. ¿No es eso
justamente a lo que se dedica la publicidad? A crearnos necesidades, para
que compremos tal o cual producto “porque lo necesitamos” para ser más
felices, cuando no es verdad.
Termino este capítulo recogiendo una breve noticia que te muestra
algunas de las muchas ramificaciones que tiene este gran negocio y las
increíbles sumas de dinero que mueve. Si esto era hace varios años,
¡imagínate cuánto es ahora!

La industria del sexo


Sandro Pozzi

La pornografía, aunque no se diga muy alto, es una de las historias


empresariales de mayor éxito y más rentables en Estados Unidos. Las
películas y revistas porno han pasado de ser consideradas como un vicio a
una mercancía. Recauda más dinero en las habitaciones de hotel que los
minibares. Y se expande con gran rapidez por las pantallas de las
computadoras gracias a Internet.

La industria pornográfica es conocida en EE.UU. como la otra


Hollywood. La meca es California, con la mayoría de los estudios
localizados en el San Fernando Valley, cerca de Los Ángeles, y da empleo
a unas 12,000 personas en casi un millar de empresas. Las compañías de
cine porno producen al año unos 13,000 títulos catalogados para adultos,
casi 30 veces más que la renqueante industria hollywoodiense. Los
ingresos anuales del sector en EE.UU. se estiman entre 10,000 millones y
14,000 millones de dólares, según datos del FBI y de diferentes
organizaciones.

La pornografía recauda más dinero en las habitaciones de los hoteles


que los minibares

Es casi una quinta parte de los 57,000 millones que mueven los productos
de entretenimiento erótico en todo el mundo, de los que 20,000 millones
proceden de los videos; 7,500 millones de las revistas; unos 5,000
millones de los teléfonos sexuales; 2,500 millones a través del pago por
visión (PPV) y otros 2,500 millones en Internet. «Sólo los videos porno
generan más dinero que los ingresos combinados de las franquicias de
fútbol profesional, béisbol y baloncesto», advierte Family Safe Media, o
que la facturación combinada de las televisiones NBC, CBS y ABC.

Al año se compran o alquilan unos 800 millones de videos, por importe de


4,000 millones, según la revista «Adult Video News» (ANV). El
problema, señalan desde la firma de analistas Oppenheimer, es que es muy
difícil saber cuántas compañías obtienen ingresos de esta industria. Las
empresas no están interesadas en hacerse ver, salvo nombres tan
conocidos como Playboy o New Frontier Media, por temor a que grupos
de defensa de los valores familiares y la decencia los persigan.

Pero sus beneficios son tan espectaculares que grandes nombres del
universo corporativo estadounidenses que cotizan en Wall Street, como las
cadenas hoteleras Marriott, Hyatt, Sheraton y Hilton, o los distribuidores
de televisión por cable Time Warner, Comcast o News Corp, sacan tajada
al negocio desde hace años a los contenidos que les suministran las
distribuidoras.

Dennis McAlpine, analista de la industria del entretenimiento, en una


entrevista con la televisión pública PBS, explica que el porno genera hasta
un 10% de los ingresos de los hoteles por habitación, «y eso es un
beneficio puro porque lo obtienen sin coste alguno». Los expertos de la
industria mediática calculan que un 30% de los video-on-demand tienen
contenidos pornográficos, una proporción que se espera suba al 50% antes
de final de esta década. El 75% de los ingresos se los queda la compañía
que emite las películas porno.

Internet es el otro foco de atención de esta industria, donde los ingresos


están creciendo con rapidez, donde la pornografía online genera el doble
de ingresos que las descargas de música.
Dane Productions es un ejemplo del éxito de este negocio. Hace 10 años
lanzaba su primera película. Hoy, los ingresos superan las seis cifras. Sus
fundadores reconocen que mucha gente de la industria no es honesta. Y
denuncian que ellos también son víctimas de la piratería, como Hollywood
y las discográficas.

Tomado de «El País», 26/11/2006. Resumido por La Opción V.

1
Estas estadísticas y muchas otras referidas al consumo actual de pornografía derivan de fuentes
confiables como Alexa Research, NRC, PBS, WordTracker, Google, y MSNBC. Las encuentras en:
http://www.familysafemedia.com/pornography_statistics.html
Pornografía y masturbación

Como decíamos líneas arriba, la pornografía está muchas veces asociada a


la masturbación. Cuando alguien ve imágenes pornográficas, tiende a
masturbarse para que la excitación sea mayor, para producirse más placer.
Y, por otro lado, el hombre se masturba mirando no pajaritos, sino
pornografía, o fantaseando sexualmente con alguna mujer. Sí, normalmente,
uno se masturba pensando en mujeres.
¿Es esto sano? Ten en cuenta lo que escribe la periodista Dawn Eden,
desde su propia experiencia, en su excelente libro titulado La aventura de la
castidad:
«En esta época del SIDA y otras enfermedades transmitidas sexualmente
de manera desenfrenada, muchas organizaciones que reciben fondos
gubernamentales promueven la masturbación como forma de tener “sexo
seguro”. Los centros de planificación familiar están a la vanguardia en este
esfuerzo, diciéndole a la juventud en su sitio web, Teenwire, que la
masturbación es un “ensayo” para las relaciones sexuales. No sólo libera
la tensión sexual, dicen los centros de planificación familiar, sino que
también permite aprender lo que a uno le excita y por lo tanto puede
prepararse mejor para el acto sexual… Cuando [la masturbación] se
convierte en el modelo que el coito tiene que emular, el resultado es un
concepto del sexo centrado en el orgasmo, en el que el cuerpo de uno y el
de la pareja se vuelven meros accesorios de las sensaciones genitales… El
sexo, el cual debería unir a un esposo y su esposa en el amor más intenso
que se pueda obtener, queda reducido a una carrera desenfrenada por
alcanzar la meta de la mera satisfacción. Así que, por medio de la
masturbación, me estaba enseñando a ser una compañera sexual egoísta y
superficial. ¿Y para qué? Unos segundos de orgasmo, después del cual me
sentiría más sola que antes»1.
Muchas veces y de diferentes maneras, incluso personas supuestamente
“entendidas” en el tema o profesionales, te dicen que la masturbación es
algo normal y bueno, pues forma parte de una “autoexploración” de tu
cuerpo para conocer cómo se comporta. Pero, ¿es verdad? En realidad, ése
es un gran mito que circula en nuestra cultura sin ser cuestionado. Todos lo
creen. Es una especie de “dogma” moderno que muchos consideran una
verdad absoluta e incuestionable. Además —insisten—, si tú reprimes tus
impulsos sexuales, vas a terminar neurótico. Por ello te dicen que es natural
y sano masturbarse.
La experiencia de Eden nos permite comprender, en cambio, que el
ejercicio de la masturbación o autoerotismo produce una deformación en la
aproximación de la persona hacia sí misma y hacia los demás. De esa
manera se entrena a ver al otro como un objeto para producirse a sí mismo
un placer sexual. Este acto alimenta nuestro egoísmo porque nos centra en
nosotros mismos y de esa manera nos incapacita para que, llegado el
momento apropiado, podamos hacer del sexo un acto de verdadera entrega
y amor. Para quien consiente la masturbación, la relación sexual termina
convirtiéndose en un “masturbarse con el otro”, en un egoísmo
“compartido” de a dos. La masturbación no te aporta nada bueno. Al
contrario, te afecta psicológicamente, haciéndote cada vez más incapaz de
un comportamiento verdaderamente humano, reduciendo la sexualidad a la
mera búsqueda del “máximo placer físico”. ¿Piensas que porque nadie te ve
no le haces daño a nadie masturbándote? ¡Tú te ves! ¡Tú te haces daño al
volverte más egoísta! Y luego, en el trato con mujeres, les harás daño
porque las mirarás y tratarás de acuerdo a las fantasías que has alimentado
en esos momentos de autosatisfacción solitaria.
Lo cierto es que el daño emocional, psicológico, espiritual y físico que
uno mismo se hace o hace a otras personas cuando “se deja llevar” por sus
apetitos sexuales puede llegar a ser muy profundo, severo y difícil de curar.
Muchas veces toma años recuperarse de estas heridas. La verdadera
felicidad no está en gozar de los placeres físicos sin restricción, sino en la
paz interior que es fruto de la pureza de corazón.
Para entender mejor por qué no produce neurosis ni hace daño aprender
a dominarse se me ocurre una comparación. ¿Qué pasa cuando a un
automóvil se le vacían los frenos? El conductor pierde el control del
vehículo, puede causar un accidente grave, lesiones a sí mismo y a otros,
incluso la muerte. Pues algo semejante pasa contigo cuando quieres vivir
“desenfrenadamente” tu sexualidad, sin poner freno a tus deseos o impulsos
sexuales cuando éstos se despiertan. El freno en el automóvil no es algo
malo, al contrario, es esencial, porque protege a sus ocupantes y a otras
personas que andan por la calle, porque evita accidentes y el daño
consecuente, porque gracias a él los ocupantes pueden llegar sanos a su
destino. Tú también necesitas aprender a poner freno a tus impulsos,
dominarlos. Si no los dominas, te convertirás en esclavo de ellos.
En realidad, el que seas feliz tú y hagas felices a otras personas —ya sea
tu enamorada, tu novia, tu futura esposa o tus hijos— requiere de muchas
restricciones de tu parte, de mucho autodominio. El reclamo de que todo
deseo o impulso sexual debe ser satisfecho porque es saludable y natural,
tan sólo porque es un impulso, no vale para nada. La salud física,
emocional, psicológica e incluso espiritual sólo se obtiene a partir de una
serie de principios morales por los que la persona admite unos y rechaza
otros. Eso es lo que hace hombre al hombre: que sea capaz de
autodominarse para conseguir un fin supremo, que en este caso es el amor
verdadero. Si no quieres arruinar tu vida y la de otros, lo primero que debes
aprender a controlar y dominar son los impulsos de tu propia naturaleza. Sé
que no es tarea fácil, especialmente cuando “las hormonas están revueltas”,
pero es posible, como es posible dominar a un potro salvaje para hacer de él
un caballo dócil, del que pueden utilizarse todas sus energías y fuerzas para
realizar con él tareas nobles o competencias fabulosas.
Para educarte en ese autodominio debes ser inteligente. Inteligente es el
hombre que no se expone viendo pornografía, poniéndose así en una
situación en la que es muy fácil terminar perdiendo el control de sí mismo.
La pasión es como un fuego que se enciende de un momento a otro, y que,
una vez encendido, no se apaga hasta que lo consume todo. Tú debes ser
consciente de que la pasión sexual es una fuerza difícil de controlar o
detener una vez que se enciende. Cuando eso sucede, lo común es “dejarse
llevar”. Dominar tus impulsos sexuales empieza por no exponerte, por no
ponerte en situaciones tentadoras. Quien piensa que “no va a pasar nada”,
quien se siente fuerte y cree que puede “manejar la situación” y tener todo
“bajo control”, no tardará en experimentar su fragilidad y terminará
haciendo lo que no quería. Hay situaciones en las que uno no tiene la
suficiente fuerza de voluntad para decir “no”. En este asunto, nunca está de
más un poco de humildad: no puedes meter tu cabeza en la boca del león
pensando que no te va a hacer nada.
Pero volvamos a la comparación: ¿Es malo decir “no”, frenarse,
dominarse? Respondo con otra pregunta: ¿Es malo frenar cuando la luz del
semáforo está en rojo? ¿Acaso frenar le causa algún daño al automóvil?
¡Todo lo contrario! El freno te cuida, te protege, cuida y protege a quienes
viajan contigo, a quienes más amas. Si frenas ante una luz roja, o cuando
alguien intempestivamente se cruza en el camino, no le saltan las tuercas al
auto. No le hace daño alguno, como no te hace daño decir “no” y frenar tus
impulsos sexuales. El hombre tiene que saber ponerse límites muy claros y
saber decir “no” si no quiere hacerse daño.
A quienes creen que la masturbación es una “necesidad” o que “si no te
masturbas te vas a enfermar”, les decimos que no es verdad. Necesidades
para el hombre son: comer, beber, respirar, dormir… Si no comes, si no
bebes, si no respiras, efectivamente te mueres. Pero si no te masturbas, no te
mueres ni te enfermas. Tan sencillo como eso. Si no te masturbas, ¡no pasa
nada! El cuerpo del hombre tiene maneras naturales para hacerse cargo de
la sobreproducción de semen. No te vas a enfermar ni te vas a volver loco.
La masturbación, más bien, acrecienta nuestro egoísmo, pues nos lleva a
estar centrados en nosotros mismos y a priorizar nuestro placer por encima
de la dignidad de las personas. En cambio, el dominio de sí alimenta el
amor verdadero, que se basa en el respeto, en priorizar a la persona por
encima de mi placer y satisfacción sensual.
Hoy en día se hace más fácil creer que la masturbación es una
“necesidad” en gran parte porque el sexo se ha vuelto una obsesión para
todos. Si todos hablan de sexo y todo el día se habla de sexo —y aquí
incluyo también a las mujeres—, es muy fácil que terminen pensando que
tienen que experimentarlo y que “necesitan” de él. Por otro lado, el apetito
sexual crece no sólo cuando todo el día se habla y se piensa en el sexo, sino
también cuando damos rienda suelta a ese apetito. Pongamos una
comparación: si todo el día uno piensa en comida, y si todo el día prueba
esto y lo otro, el apetito, en vez de disminuir, crece, se hace más fuerte, se
vuelve una “necesidad” estar comiendo siempre. En lo que toca al apetito
sexual, si todo el día recibimos estímulos externos, si todo el día hablamos
de sexo, si nos acostumbramos a estimularnos sensualmente a nosotros
mismos o con otras personas, terminaremos pensando que “es imposible
vivir la castidad” y que masturbarse es una “necesidad”. Parece “necesidad”
porque se ha vuelto una obsesión.
Es necesario tener en cuenta, además, que una vez que alguien aprende a
masturbarse, nunca va a ser algo “ocasional”, siempre va a querer más y
más, perdiendo con el tiempo el control y el dominio de sí mismo,
volviéndose muchas veces la masturbación algo no sólo obsesivo, sino
también compulsivo.
Dejar de masturbarse implica un esfuerzo por dejar de mirar a la mujer
como un objeto de placer, así como por dejar de usarse a sí mismo como
objeto de placer. Cuando uno hace el esfuerzo de dejar de masturbarse,
también piensa en los demás, pero desde una perspectiva totalmente opuesta
al egoísmo. Dejas de pensar en otras personas para producirte un placer y
pasas a pensar en ellas como personas dignas de respeto, incluso tan sólo en
tu pensamiento. Esto es muy importante, porque las acciones brotan de los
pensamientos. Si no respeto a las personas en mis pensamientos —aun
cuando ellas no se respeten a sí mismas—, no las respetaré en el trato
diario, cotidiano.
Veamos lo que sobre este tema nos explica el Dr. Mendoza:

La pornografía y la masturbación deshumanizan


Carlos Mendoza

Soy médico, de especialidad psiquiatra, y también psicoterapeuta de


orientación cognitivo conductual. Tengo una maestría en neurociencias y
ya llevo 17 años de docente universitario de la cátedra de psiquiatría en
una universidad peruana.

Es un error mencionar que la pornografía es inocua o que es una manera


más de experimentar placer sin consecuencias.

La pornografía está casi siempre asociada a la masturbación. Al realizar el


acto masturbatorio, la persona va a llegar a un orgasmo o, en el caso del
varón, a una eyaculación. El intenso placer de la misma activa procesos
psicológicos y biológicos en el cerebro.

El cerebro es un órgano siempre en evolución, siempre cambiante; esta


propiedad es llamada neuro-plasticidad. Es decir, lo que hacemos, lo que
pensamos, lo que sentimos produce modificaciones constantes en el
cerebro. En cuanto al tema que tratamos, cuando una persona ve
pornografía y en consecuencia se masturba, lo que hace es producir una
intensa estimulación de los centros del placer en el cerebro (núcleo
accumbens y área tegmental ventral), los mismos que envían la
información a otras zonas del cerebro que “graban” la conducta que
proporcionó placer y sellan un aprendizaje que busca ser reexperimentado.
En síntesis, la masturbación frecuente asociada a la pornografía deriva en
una condición hiperfuncionante de sectores del cerebro produciendo
cambios neurobiológicos por medio de los procesos de neuroplasticidad.
Las estructuras antes mencionadas, al estar en las porciones primitivo-
instintivas del sistema nervioso y al sobreestimularse, lo que hacen es
promover que los comportamientos instintivos predominen sobre los
sectores más evolucionadas que están en nuestra corteza cerebral. De esto
se desprende el segundo problema: no sólo puede conducir a una adicción,
sino también a una deshumanización psicopatizante.

La persona, cuando se psicopatiza, se deshumaniza, se olvida de sus


principios y valores y se vuelve sumamente egocéntrica. Y ése es un punto
clave: la masturbación y la pornografía llevan a un egocentrismo que tiene
un correlato biológico.

Creo que, si eres católico, también es útil que tengas en cuenta la


enseñanza de la Iglesia, que considera la masturbación como una falta a la
castidad. Esto es lo que dice el Catecismo al respecto:
«Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los
órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. “Tanto el Magisterio
de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido
moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es
un acto intrínseca y gravemente desordenado”. “El uso deliberado de la
facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a
su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine”. Así, el goce sexual
es buscado aquí al margen de “la relación sexual requerida por el orden
moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y
de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero”»2.
Para cerrar este capítulo, te dejo una reflexión sobre los efectos que tiene
la masturbación, del literato inglés C.S. Lewis, a quien seguramente
conoces por Las crónicas de Narnia:

La masturbación, una cárcel de ilusiones


C.S. Lewis

«Para mí el verdadero mal de la masturbación consiste en que toma un


apetito —que legítimamente usado hace salir al individuo de sí mismo
para completar (y corregir) su propia personalidad en la de otra persona (y
en último término en los hijos y nietos)— dirigiéndolo en sentido
contrario: hacia la prisión interior de sí mismo, para crear un harén de
novias imaginarias. Y este harén, una vez aceptado, se resiste a ser
abandonado para salir y unirse verdaderamente con una mujer real. Porque
tal harén se encuentra siempre a mano, siempre dócil, no exige sacrificios
ni renuncias y puede ser adornado con atracciones eróticas y psicológicas
con las que ninguna mujer real puede competir. Entre estas novias que
permanecen en las sombras, él es siempre adorado y el amante perfecto.
No hay reclamos por su desinterés ni mortificaciones a su vanidad…

Después de todo, casi la obra principal de la vida es salir de nosotros


mismos, de la pequeña y oscura prisión en la que todos hemos nacido. La
masturbación debe ser evitada como deben ser evitadas todas aquellas
cosas que retarden ese proceso. El peligro es el llegar a amar esa prisión».

C.S. Lewis, Carta a Keith Masson, 1956.

1
Dawn Eden, La aventura de la castidad, Grupo Nelson, Nashville 2008, p. 164.
2
Catecismo de la Iglesia Católica, 2352.
¿Cómo liberarme de esta esclavitud?

Para vencer a la pornografía lo primero que tienes que hacer es quererlo


con firmeza. Desearlo con convicción y encontrar la motivación apropiada
son fundamentales. En ese mismo sentido es importante que entiendas y
estés convencido de que sí se puede. Quien dice que es imposible, es
porque no lo ha intentado seriamente o porque ni siquiera quiere intentarlo.
Y no porque él no quiera o no pueda, quiere decir que los demás tampoco
pueden. En esto también se aplica aquello de que “querer es poder”.
La victoria ciertamente no se alcanza de la noche a la mañana, con sólo
quererlo y decidirlo. Requiere lucha y perseverancia en esa lucha. La
castidad es una virtud, y nadie llega a ser un virtuoso sin esfuerzo,
constancia, sacrificio, entrenamiento y mucha paciencia. No te desanimes
jamás si fallas al primer intento, al segundo o al tercero. Lo importante es
seguir intentando siempre de nuevo y nunca darte por vencido, nunca
quedarte con la última experiencia de derrota.
Teniendo la decisión y con la convicción de que sí se puede, toca
entrenarte. Como en las artes marciales o en cualquier deporte, sólo se
puede alcanzar su perfecto dominio mediante técnicas, con un maestro que
te enseñe y con la repetición diaria de ciertos movimientos y ejercicios.
Recuerda que, como en todo lo que requiere entrenamiento, también en el
dominio de los propios deseos e impulsos sexuales por medio de la
castidad, la repetición de actos virtuosos y la perseverancia son
fundamentales.
Perseverar es nunca darse por vencido. Perseverar es ser como un
porfiado: si me caigo, ¡me vuelvo a poner de pie y vuelvo a la batalla!
¡Nada de quedarse tirado en el suelo luego de una caída! Perseverar implica
ver la caída no como un fracaso, no como la derrota final, sino como una
oportunidad para aprender, para ser más inteligente en adelante y no
cometer los mismos errores. Una caída no hace el final de la carrera. Es tan
sólo eso: un tropezón en el camino. Si te caes en el intento, sacas fuerzas de
donde sea, te pones de pie y vuelves a intentarlo, cuantas veces sea
necesario. Aunque falles, sólo acepta con humildad tu fragilidad, aprende
de tus caídas y vuelve a la lucha con mayor fuerza.
El fracaso no consiste en una caída, sino en no querer levantarse
nuevamente, en la decisión de abandonar la lucha. Aunque vuelvas a caer
“siempre en lo mismo”, jamás debes ceder al desaliento, al desánimo.
Siempre se puede volver a intentar de nuevo. Si siempre te vuelves a poner
de pie, poco a poco, con el tiempo, con paciencia, verás que puedes ir
adquiriendo un mejor dominio de ti mismo. Ten en cuenta que, por más
buena intención que tengas en un momento de mucho entusiasmo, las
caídas en el caminar son parte de la vida. Tú también puedes caer en medio
de tus luchas.
Ahora bien, en nuestra opción por liberarnos de la pornografía y vivir la
virtud de la castidad para amar de verdad es fundamental poner medios
proporcionados. Un “medio” es algo que me permite alcanzar un fin. Así,
por ejemplo, un medio para llegar a un lugar es un bus, un automóvil o una
bicicleta. Pero un medio “proporcionado” es aquel que me permite llegar al
fin deseado. No todos los medios son suficientes o apropiados. Por ejemplo,
si quiero ir a un país que queda en otro continente, no lo puedo hacer a pie o
en automóvil únicamente. Debo hacer uso de otro medio de transporte: un
avión o un barco. El automóvil, aunque sirve para movilizarse, no me sirve
para cruzar el mar. No cualquier medio me permite alcanzar un fin deseado.
Para alcanzarlo debo usar un medio proporcionado al fin que espero
alcanzar.
Finalmente, lo que parece imposible, con Dios se hace posible. Los
cristianos creemos que, además de ser una virtud moral, la castidad «es
también un don de Dios, una gracia»1. En cuanto tal, hay que pedirla
insistentemente a Dios. Decía San Agustín: «Creía que la continencia
dependía de mis propias fuerzas, las cuales no sentía en mí; siendo tan
necio que no entendía lo que estaba escrito: que nadie puede vivir la
continencia (castidad), si Tú no se lo das. Y cierto que Tú me lo dieras, si
con interior gemido llamase a tus oídos, y con fe sólida arrojase en Ti mi
cuidado».
El Señor en el Evangelio nos dice: «Si permanecen en mí, y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán» (Jn 15,7), y
también: «Yo les digo: Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se
les abrirá» (Lc 11,9). Así pues, la oración para pedir pureza y castidad es
indispensable en nuestra lucha diaria.
Además de la oración, la fuerza para luchar y el amor que queremos
vivir los encontramos en los sacramentos de la Eucaristía y de la
Reconciliación. Acudir a los sacramentos es fundamental. En la Eucaristía
nos nutrimos de quien es el Amor mismo, de Cristo. De ese modo podemos
crecer día a día en un amor verdadero, el mismo amor que Cristo nos tiene,
el amor que Él nos manda vivir. Él, además, es fuerza para nuestra
debilidad. Necesitamos de Él para amar más, para amar verdaderamente y
para poder ser cada día más fuertes en nuestro empeño de vivir la castidad.
Por otro lado, en el sacramento de la Reconciliación nos encontramos con el
amor y la misericordia de Dios, que nos acoge cuando nos caemos, nos
perdona, nos alienta y anima a ponernos de pie y volver a la batalla, cura
nuestras heridas y nos fortalece en todas nuestras luchas con una gracia
particular.
Comprometerse a dejar la pornografía es entrar en una lucha dura. Quien
entra en combate es muchas veces herido, a veces con gravedad.
Comprometerse a dejar la pornografía no es comprometerse a “nunca caer”,
sino a luchar, día a día; y si en medio de la lucha caes, es tomar la decisión
de ponerte nuevamente de pie para volver a la batalla. Si fallamos,
necesitaremos ser perdonados y curados, una y otra vez. Si te caes, acude al
Señor a pedir perdón. Él te espera para perdonarte, para curar tus heridas,
para alentarte a ponerte nuevamente de pie y seguir en la batalla. De eso se
trata: no de nunca caer, sino de levantarnos SIEMPRE, y levantarnos
CUANTO ANTES, sin consentir la tristeza que nos hunde en el desaliento,
en la desesperanza, que quiere hacerte creer que “no puedes”, que “siempre
será igual”, que “nunca podrás superar tu debilidad”. ¡Nada de eso es
verdad! El Señor nunca te va a decir: “es verdad, tú no puedes”. ¡Jamás! El
Señor nunca te va a rechazar. Nunca te condenes a ti mismo cuando el
Señor te está esperando en su sacerdote para perdonarte «setenta veces
siete» (Mt 18,22), es decir, sin límite, sin medida.
Si estás enganchado, ¡lucha por dejar de ver pornografía! ¡Sé humilde y
busca ayuda! ¡No contribuyas a sostener esta “industria” que degrada y
destruye tantas vidas, comenzando por la tuya! Si estás enganchado, no es
imposible salir de esta adicción, aunque te costará mucho. Ten el coraje y el
valor de enfrentar esa plaga que te está haciendo daño, y un daño terrible a
nuestra sociedad. Purifica tu corazón para poder amar verdaderamente.
Dicho esto, aquí te presento algunas sugerencias prácticas que han
preparado en La Opción V para vencer en esta batalla:

Pautas e ideas para vencer a la pornografía


En primer lugar, deshazte de toda la pornografía que tengas a la
mano. Bota o quema todas las revistas, fotografías, videos o material
pornográfico que poseas. Eso incluye, naturalmente, borrar todas las
direcciones de páginas eróticas de tu computadora, tablet y celular,
dejar de ver programas de televisión o escenas de películas con una
carga sensual, no escuchar más música con lenguaje de doble
sentido o explícitamente sexual, en fin, todo aquello que despierte
en ti de alguna manera la sensualidad.
Identifica cuáles son las ocasiones o los detonantes —tanto internos
como externos— que te empujan a ver pornografía. «Puede ser algo
obvio, como un catálogo de ropa interior femenina que llegó por
correo, o una escena suave de sexo que viste en televisión, o puede
ser sólo escuchar música con una letra muy mala, pero también
puede ser algo menos obvio», como una pelea con tus amigos en el
colegio, una discusión en tu familia, el sentirte solo o rechazado...
«Es importante que pienses en tu caso en particular, cómo todo esto
se aplica a ti. Toma una libreta y anótalo, ya que es la única manera
que identifiques y puedas hallar una forma de crear una secuencia de
desactivación» (Covenant Eyes).
Evita todas las ocasiones que te lleven a la pornografía. Eso supone,
si fuera el caso, alejarte de los “amigos” que puedan incitarte o
empujarte a ver ese tipo de material. Ten en cuenta que tus antiguas
“amistades” te presionarán y te insistirán para que vuelvas a tu
antigua vida. Te harán sentir mal y tramarán incluso cómo
“recuperarte”.
Busca y cultiva, por ello, otras amistades que compartan tus ideales
y te ayuden a vivir la castidad, que te acompañen y alienten.
Recupera todos los vínculos que tal vez has dejado de lado: tu
familia, tus compañeros y amigos. Sal a divertirte sanamente con
ellos. Organiza actividades que te permitan socializar. Es importante
que no te aísles ni te encierres en ti. Recuerda que ésos son
justamente algunos condimentos que favorecen el que veas
pornografía y caigas en la masturbación.
Sal de ti mismo, ayuda a los demás, hazte parte de un proyecto,
inscríbete en algún voluntariado. Para vencer a la pornografía hay
que huir del egoísmo y cultivar el amor. ¡Qué mejor que ayudando a
otras personas, especialmente a quienes pasan por una situación de
debilidad: pobres, enfermos, ancianos, discapacitados…!
Comienza o retoma algún hobby. Vuelve a las actividades que antes
te llenaban y que poco a poco fuiste dejando de lado por la
pornografía. Dedícale tiempo a cosas que te apasionan o te
interesan, como investigar, escribir, coleccionar algún objeto…
Naturalmente cuida que esta actividad esté del todo alejada de la
sensualidad y el erotismo. Mientras menos tiempo de ocio tengas,
mientras tu mente esté más ocupada en cosas sanas que te
distraigan, menos tiempo tendrás para estar pensando en la
pornografía, menos probabilidades habrá de que te hundas en un
estado de melancolía y menos fuerte se hará la tentación de volver a
ver material pornográfico o caer en la masturbación.
Los ejercicios son muy buenos también. ¡Muévete! ¡Haz algo de
deporte! Verás cómo eso te ayuda. Realiza actividades físicas que te
permitan canalizar tu energía.
Busca también el contacto con la naturaleza. ¿Hace cuánto no
organizas una buena excursión? Así podrás respirar algo de aire
puro y compartir con otros compañeros que quieran unirse a tu
aventura.
Prepara un plan de lucha contra la pornografía que incluya metas
realistas y medibles. Más adelante podrás leer un breve artículo que
te ofrece un par de instrumentos para ello. Piensa por tu parte qué
otros medios concretos puedes poner. Mientras más específico sea tu
plan, menos posibilidades tendrás de ceder a la tentación.
No te obsesiones. Que una imagen o un pensamiento aparezcan en
tu mente no significa que hayas vuelto a caer. Después de haber
bombardeado tus sentidos con pornografía, eso es normal. Tomará
un tiempo que tu mente se vaya limpiando de tus recuerdos tóxicos
y negativos. Lo que no debes hacer, más bien, es ceder a esas
imágenes y pensamientos, darles vueltas.
Si ya vienes luchando desde hace un tiempo y ves que no puedes,
busca ayuda profesional. Es importante que el psicólogo o psiquiatra
que elijas, además de su evidente competencia profesional, tenga
una recta visión del ser humano y reconozca en la pornografía una
adicción que hay que combatir. Subrayamos esto porque también
existen algunos psicoterapeutas que consideran a la pornografía y la
masturbación como algo correcto, y es bueno que lo sepas.
Refuerza tu vida espiritual y tu relación con Dios. ¡Quién mejor que
Él para ayudarte a salir de esta trampa! Confíate a Él, conversa
confiadamente con Él. Recuerda que es un Padre amoroso que
quiere lo mejor para ti, y que te concederá con mucha alegría su
gracia y su misericordia. Pero para ello… debes pedírselo. Por eso
inicia (o retoma, si ya lo hacías antes) una vida de oración. A los
enemigos espirituales hay que hacerles frente con armas espirituales.
Si eres católico, recurre además al sacramento de la Confesión. No
sólo encontrarás perdón y misericordia, sino también el auxilio de la
gracia. Y una vez reconciliado, recurre también al sacramento de la
Comunión. ¡Qué mejor que recibir al Señor en tu corazón para
poder curarte interiormente de las heridas que ha dejado en ti la
pornografía!
No te vendría mal contar también con el apoyo de un sacerdote o de
un consejero espiritual.

Escuchemos ahora nuevamente qué nos responde el Dr. Mendoza cuando


le preguntamos si es posible liberarse de esta esclavitud y qué hay que hacer
para ello:

¿Es posible salir de esta adicción?


Carlos Mendoza

Sí es posible salir. Si bien es una adicción bastante fuerte, no lo es tanto


como lo son las adicciones químicas. El problema que tenemos es que la
cultura sexualizada en la que vivimos, expresada a través de los medios,
alimenta la adicción con imágenes. Por lo tanto, el estímulo no va a
atenuarse notablemente si es que no se tiene una decisión personal firme y
comprometida. Los estímulos buscados por la misma persona han de
hacerse desaparecer. El principal estímulo es la pornografía a través de los
medios audiovisuales. Es un control que podría decirse “externo”. Pero
existen técnicas de control “interno”, para lo cual la persona tendría que
recurrir a un profesional de la salud mental para que lo entrene en la
aplicación de las mismas. Éstas van a permitirle generar pensamientos o
imágenes alternativas, gratas y relajantes cuando se presenten los
estímulos que activan la conducta adictiva. La persona, al desestimularse,
va a hacer que las estructuras cerebrales en estado hiperfuncionante vayan
adquiriendo una función normal. Luego de un tiempo, ya no va a estar tan
inclinado a buscar reexperimentar la pornografía y la masturbación.

El otro componente importante es que la persona requiere ser educada en


las funciones superiores que están siendo desatendidas por la pornografía.
Se debe eliminar simultáneamente los estímulos que avivan la parte
egocéntrica del sistema nervioso e incentivar más bien su propensión
hacia el bien, hacia los principios, hacia los valores. Honorio Delgado,
Médico Psiquiatra, primer rector de la Universidad Peruana Cayetano
Heredia, gran pensador y humanista peruano y considerado por muchos
como el más grande psiquiatra latinoamericano del siglo XX, trabajaba
psicoterapéuticamente con las personas, disminuyendo su propensión
hacia la patología, hacia la enfermedad, pero estimulando al mismo
tiempo la propensión al bien que existe en el ser humano, lo opuesto al
egoísmo, que es el amor. A la persona hay que ayudarla también a que
descubra todo ese panorama hermoso que es el amor verdadero y la
satisfacción que se tiene viviéndolo.

En suma, si bien deben cesar los estímulos, también se está ayudando a la


persona a que se cultive en sus estratos superiores, y en lo más elevado,
que es el amor. Hemos de construir algunos estímulos positivos que nos
eduquen en el amor auténtico. Y para ello sirve mucho salir de uno
mismo, del egocentrismo.
Esto también tiene un correlato biológico: lo hermoso, lo virtuoso, lo
bello, así como lo negativo, van logrando que se incremente el sector del
sistema nervioso que se desarrolla con ello. También los pensamientos
virtuosos van a tener un correlato en el sistema nervioso y le van a dar
más consistencia, más durabilidad.

¿Cuánto tiempo toma reeducar el cerebro? Si nos referimos a problemas


adictivos a sustancias, estamos hablando de procesos que toman —cuando
se hacen bien y se tiene un control de lo externo y lo interno, reeducando a
la persona hacia el bien— cerca de 1 año. Pero la adicción a la pornografía
y las conductas sexuales que han llegado a ser adictivas no requieren tanto
tiempo para ser modificadas. Lo que se necesita es decisión y autenticidad
en lo que se hace para obtener un resultado positivo; hablamos de unos
meses.

Como es bueno contar con algunos medios prácticos que te ayuden en tu


combate, a continuación te presentamos dos ideas:

Dos herramientas para la lucha


Matt Fradd
Casi nadie pasa de mirar pornografía con regularidad a dejarla de golpe.
La recuperación es un proceso, no un evento. La perseverancia es
necesaria. Si has estado mirando pornografía todas las semanas desde que
eras niño, decidir apasionadamente que “nunca vas a mirar otra vez”
podría ser admirable, pero casi siempre es poco realista. Y, lo que es más,
si caes de nuevo, puedes terminar pensando que liberarte de la pornografía
es imposible.

Rastreando tu progreso

Cuando se trata de la lucha contra la adicción a la pornografía, el


seguimiento de tu progreso de una manera visual es una buena estrategia
para no caer en desesperanza. Te dará una idea realista de lo bien que estás
haciendo las cosas y te recordará que debes tomar la batalla un día a la
vez.
Quiero compartir contigo dos formas visuales simples para realizar un
seguimiento de tu progreso que son lo suficientemente sutiles como para
que nadie sepa que se trata de tu “rastreador-de-intentar-no-ver-
pornografía”.

1. Calendario

Compra un calendario; ponlo en algún lugar donde lo veas todos los días
(como al lado del espejo del baño o de la máquina de café). Ahora
consigue dos marcadores de diferentes colores: azul para la victoria, rojo
para el retroceso.

Por cada día libre de pornografía haz una marca azul; por cada día en que
tuviste un retroceso, pon una marca roja.
Si quieres ir un paso más allá, algo que te sugiero es, para los días que
tuviste un retroceso, responde a dos preguntas: “¿Qué?” y “¿Dónde?”. Es
decir, ¿cuál fue el detonante? (“escena en la televisión”, o “me sentía
solo”). ¿Y dónde estabas cuando te surgió el deseo? (“en el sótano
jugando Xbox”, o “en mi habitación”).

Al final del mes podrás mirar alrededor de 30 días que, con toda
probabilidad, estarán coloreados con rojo y azul. Tu objetivo debe ser
reducir el rojo y aumentar el azul. Reconocer qué es lo que por lo general
te provoca y dónde es que sueles caer, te ayudará a estar en guardia contra
tus detonantes.

2. Frascos y piedritas

Consigue dos frascos y tantas piedras como desees. Comienza por


mantener todas las piedritas en el frasco de las caídas. Luego, por cada día
de victoria, pon una piedra en el frasco de la victoria. Si al día siguiente
tienes un retroceso, toma esa piedrita y ponla de nuevo en el frasco de las
caídas.

Tu objetivo es conseguir la mayor cantidad de piedritas en el frasco de la


victoria.

Tomado de The Porn Effect. Traducción de Julieth Ibagón. Resumido por La Opción V.

Te recomiendo asimismo que leas el libro La trampa rota, del P. Miguel


Ángel Fuentes (lo puedes descargar gratuitamente en el siguiente enlace:
http://www.teologoresponde.org/wp-
content/uploads/2014/03/La_Trampa_Rota.pdf).

Para que te hagas una idea de su contenido, mira esta breve reseña que
ha preparado la Dra. Ortega:

La trampa rota, del P. Miguel Ángel Fuentes


Verónica Ortega
Hoy nos enfrentamos a un mal que con el avance tecnológico ha cobrado
muchísima fuerza y está destruyendo millones de vidas: las adicciones
sexuales.

¿Piensas que la pornografía, la masturbación o el sexo ocasional son


inofensivos y hasta emocionantes? Si tienes la mente abierta, este libro te
ayudará a entender que en el “jardín de la liberación sexual” no todo es tan
hermoso como te lo pintan.

Quizá no quieras afrontarlo, quizá te incomode el tema y prefieras


evadirlo, quizá pienses que esto atañe “sólo a mentes pervertidas y yo no
soy uno de ésos”. Pero es una realidad de la que no puedes huir, pues
quienes son atrapados por alguna adicción sexual son personas comunes y
corrientes como tú y yo, gente que quizás conozcas, tus familiares, tus
amigos, tus hijos o tus padres, o acaso tú mismo que ahora lees esta nota.
Son cada día más quienes desde la infancia están siendo seducidos y
atrapados en esta trampa, y que una vez atrapados, se hallan enredados en
una espiral que va destruyendo sus propias vidas y la de aquellos que los
rodean.

La trampa es perfecta. Está diseñada para atraparte y no soltarte. Es no


sólo para hombres, también está atrapando a cada vez más mujeres. Está
diseñada para que te quedes callado y no pidas ayuda: te llena de
vergüenza, de miedo a ser rechazado, de temor a perder a las personas que
quieres porque “pensarán que eres un pervertido”. Imagínate que te estás
hundiendo en un pantano, que con cada movimiento te hundes más, te
convences de que puedes salir solo y no pides ayuda a nadie porque te
inundan la vergüenza y el miedo. Así es la pornografía, una trampa que
nos hunde cada vez más en la desesperación, el vacío, la soledad y la
tristeza cuando nos seduce y nos atrapa.

En el amplio campo de las adicciones sexuales las trampas pueden ser


muchas y distintas, pero el desenlace siempre será el mismo: la paulatina
destrucción de quien ha sido atrapado en ella.

Pero, en medio de este panorama oscuro, hay personas valientes que se


atreven a levantar la voz por aquellos que sufren en silencio: los adictos
sexuales. En medio de estas valientes personas encontré también al P.
Miguel Ángel Fuentes, quien ha escrito un libro excelente, que él ha
titulado La trampa rota. Esta obra es fruto de mucho estudio y de una
investigación exhaustiva sobre el tema, así como de su trabajo pastoral
que le ha permitido estar en contacto con aquellas víctimas que se
atrevieron a acudir a él, en busca de ayuda, en busca de una salida, en
busca de su liberación. Él tiene la firme convicción de que esta trampa
puede romperse. Sabe que no es fácil, pero tiene la convicción de que es
posible, con el empeño de cada uno y con la ayuda de Dios.

Si tú eres uno de aquellos o aquellas que se está hundiendo en esta trampa,


que te has dado cuenta de que las cosas han escapado de tu control, que no
puedes dejar de ver pornografía y que, al contrario, necesitas ver cada vez
más y más para poder recibir la misma dosis de placer, o que pasas de
pareja en pareja esperando encontrar el goce sexual y/o la satisfacción que
no llega; si tú eres de aquellos que han intentado dejarlo una y otra vez al
darte cuenta de que te está haciendo daño, pero sigues cayendo una y otra
vez en lo mismo a pesar de luchar contra ello, cada vez más desesperado
al no verte capaz de dejarlo; si no sabes a quién acudir, cómo empezar a
hablar del tema, cómo dejar de hacer lo que no quieres hacer; si te sientes
identificado al menos con uno de estos casos, pues entonces este libro es
para ti. El P. Fuentes te dice que, aunque estés sumido en la adicción
sexual, tienes esperanzas: puedes recuperarte a ti mismo, tu vida, tu
capacidad de amar y ser amado. Puedes recuperar lo que has perdido,
acaso amistades verdaderas, tu familia, tu matrimonio, porque aunque hoy
parezca que no va a terminar el dolor, si decides levantarte y luchar cada
día, y un día a la vez, la angustia cesará y verás florecer nuevamente el
amor, y entenderás el sexo en su verdadera dimensión, como una
expresión verdadera del amor, como un regalo hermoso de Dios al ser
humano.

En estas páginas aprenderás a conocer a tu enemigo, pues nadie puede


lanzarse a la batalla sin antes conocer a su adversario, sus puntos débiles,
y sin una estrategia que garantice la victoria. También encontrarás las
armas necesarias, los medios concretos que te ayudarán a librarte de las
garras de esta adicción.
Pero este libro no es solamente para quienes han caído en las adicciones
sexuales, sino también para aquellos que aún no han caído en la trampa
pero están avanzando hacia ella. A la adicción no se llega así nomás,
existe un recorrido de decisiones equivocadas que te llevan a caer en la
trampa. Este libro es una ayuda para todos. La mejor medicina para curar
una enfermedad es la prevención, y eso es lo que te ofrece este libro:
claves, luces, inteligencia, sabiduría y sensatez para evitar caer en la
trampa.

Finalmente, La trampa rota es una herramienta muy valiosa no sólo para


profesionales o agentes de pastoral que buscan ayudar a personas que se
encuentran atrapados en estas adicciones, sino para todos, pues nadie
puede sentirse excluido de esta guerra invisible que está destruyendo la
vida de muchas personas y familias en el mundo entero.

Recuerda: con perseverancia y oración se puede salir de esta trampa.


Lucha. Tienes que ser terco: si te caes, te vuelves a levantar. Exige
entrenamiento y toma tiempo. ¡Pero se puede y es muy liberador!
¡Realmente vale la pena!
1
Catecismo de la Iglesia Católica, 2345.
Algunos testimonios

Para terminar, quiero presentarte algunos testimonios que muestran en


primera persona lo que he tratado de explicarte en este libro.

La pornografía nos promete todo, pero nos deja vacíos


Cuando un esquimal en Alaska detecta la presencia de un lobo en su
territorio, está obligado a proteger a sus rebaños y a sus hijos. Pero en lugar
de enfrentarse directamente al lobo, el cazador usa el apetito del propio
animal para vencerlo. Sacrificando a uno de sus chivos más pequeños echa
su sangre sobre la navaja de un cuchillo. Una vez que se congela la primera
capa por las temperaturas árticas, le echa más sangre y espera que se
congele nuevamente. Este proceso lo repite hasta que la hoja de la navaja
queda cubierta con una gruesa capa de sangre congelada.
Antes del anochecer, el esquimal sale de su campamento y entierra
firmemente el mango del cuchillo en el suelo, con la navaja sobresaliendo
de la nieve. Como los lobos son capaces de oler sangre a kilómetros de
distancia, no tardará mucho en que el lobo detecte la trampa puesta por el
esquimal y empiece a lamer cuidadosamente la sangre congelada. Como la
sangre lamida excita al animal, éste empieza a lamer más agresivamente
hasta que el filo de la navaja queda expuesto, con lo que el lobo se hace un
pequeño corte en la lengua. Debido a que la lengua del lobo está
adormecida por la sangre congelada que ha estado lamiendo, el animal no
siente el corte que le ha causado la navaja. Poco a poco la sangre del chivo
es reemplazada con la sangre cálida del mismo lobo. El sabor de la sangre
fresca despierta en el animal una excitación aún mayor que lo lleva a lamer
con más frenesí, cortándose de este modo una y otra vez. En pocas horas, el
lobo muere desangrado.
Esta trampa es como la seducción de la pornografía: al principio
experimentas satisfacción sin mayores consecuencias. Acaso sientes que te
estás saliendo con la tuya, por un tiempo. Sin embargo, antes de que te des
cuenta, el daño ya está hecho: has quedado enganchado en un vicio del que
ya no puedes liberarte. Volverás a la pornografía cada vez con más
frecuencia, con más “frenesí”, buscarás imágenes cada vez más fuertes, te
pasarás horas ante la computadora sin poder detenerte… con el tiempo te
darás cuenta de que la pornografía nos “promete todo” pero nos deja vacíos.
En el caso de la pornografía, que se inicia en el despertar de la
adolescencia y a veces ya en la niñez, los efectos más dañinos se perciben
después, cuando realmente tratas de amar a una mujer. Algunos estudios
realizados entre personas que veían pornografía hacían ver que era poco
probable que quedasen satisfechos con el afecto, la apariencia física, la
curiosidad sexual y el desempeño sexual de su compañera. Algunos esposos
hasta llegan a pensar que tienen el derecho de excitarse mediante fantasías.
Llegan a pensar que si su esposa no es perfecta, es culpa de ella. Por otro
lado, una esposa que “no está a la altura de los estándares sexuales de su
esposo” puede llegar a considerarse culpable de no ser tan “perfecta” como
una estrella porno…
Nuestras mentes son como un bastidor en blanco, que Dios nos ha
regalado. En él, tenemos la libertad de grabar cualquier imagen de
feminidad que queramos. Yo empecé formando mis expectativas del cuerpo
de una mujer con revistas de trajes de baño y pornografía mucho antes de
entrar a la secundaria. Para cuando me gradué, yo suponía que la visión
distorsionada que tenía de las mujeres era normal. Empecé a verlas como
vería un catálogo de autopartes para camioneta: ¡Ésta tiene un buen
equipamiento para el “off road”! ¡Ésta tiene mejores amortiguadores! ¡Me
gustan los aros en aquélla! Yo juzgaba el valor de una mujer de acuerdo a
cuánta lujuria despertaba en mí. El mirar a una mujer hermosa
automáticamente disparaba en mí un pensamiento morboso.
En aquel tiempo no sabía que aunque sólo me tomaba unos segundos ver
esas imágenes, me tomaría años olvidarlas. Mientras ante mis ojos una
imagen sucedía a otra, no tenía ni idea del impacto que éstas tendrían en mi
mente. El centro de placer en el cerebro del hombre se llama núcleo
preóptico medio, y es fácilmente entrenado. Cuando un hombre
experimenta un placer sexual, entrena su cerebro para asociar lo que está
haciendo o mirando con el goce sexual. En el caso de la pornografía, el
cerebro del hombre se entrena para asociar el placer sexual con cientos de
fantasías irreales.
¿Cómo puede un hombre vivir de esta manera por años y de un momento
a otro hacer un cambio radical para empezar a vivir un matrimonio puro,
libre de pornografía, sin pensar en otras mujeres o compararlas
continuamente con aquellas “estrellas” de la industria porno? Si un joven no
aprende a dominar sus impulsos sexuales y decir “no” a la tentación, si no
aprende a mirar y tratar a la mujer con respeto y pureza, su lujuria será
capaz de desvirtuar o incluso destruir el amor verdadero cuando éste llegue.
La buena noticia es ésta: nuestro cerebro puede ser reentrenado, aunque
el proceso tarde años. Así que lo mejor es empezar ahora mismo: ¡tira la
pornografía al basurero! ¡Instala un filtro en tu computadora! Pero haz más
que eso: en vez de desear ver a las mujeres en la pornografía, procura
respetarlas y amarlas...
Para llegar a ser hombres de verdad debemos “negarnos a nosotros
mismos” por el bien de nuestra amada. Mirar pornografía nos castra. Sólo
nos enseña a tomar algo de las mujeres. Pero al eliminarla de nuestras vidas
y luchar por la dignidad de cada mujer, nos estamos vaciando de nosotros
mismos y convirtiéndonos en los hombres verdaderos de Dios que las
mujeres necesitan que seamos, hombres que las cuiden y protejan en vez de
vaciarlas a ellas para obtener un “beneficio”.
Jason Evert, Masculinidad pura.

Una plaga que envenena y deforma la mente


Hola, tengo 16 años y soy de Ecuador. Me he dado cuenta al leer las
publicaciones de este blog que los testimonios en su mayoría son de
mujeres, y creo conveniente que lean también más testimonios de varones
para que así comprendan las situaciones que se presentan en nuestro caso y
que atentan contra nuestro anhelo de encontrar un amor verdadero.
Cuando tenía 11 años vi mi primera película pornográfica porque un
compañero del colegio, que era mayor que yo, se las ofrecía a todos los
hombres. Como era algo nuevo para mí, me dio mucha curiosidad y decidí
ver una película pornográfica por primera vez.
A eso se sumó luego la masturbación. El escuchar en todos los recreos a
mis compañeros hablar no sólo de pornografía y de sexo, sino también de
masturbación, me introdujo también en esta actividad que yo desconocía
pero que para mis compañeros ya era muy común.
Éste fue el inicio de un tiempo en el cual mi pureza de la infancia, de mi
niñez, pureza que mis padres y hermanas habían cuidado en mí desde muy
pequeño, se fue desvaneciendo por completo. Al no conocer nada sobre la
castidad y pureza, al no tener ninguna idea clara sobre lo que estaba mal o
no, todo lo que aprendía de mis compañeros me parecía algo “normal”.
Además, mis tíos o cualquier adulto con quienes conversaba me decían que
a mi edad ver pornografía, masturbarse y tener experiencias sexuales era
parte del “hacerse hombre”.
La pornografía me llevaba a pasar muchas horas en Internet y en las
redes sociales, perdiendo mi tiempo en cosas que atentaban contra mi
pureza y dejando de compartir momentos con mi familia. Mi hermana es
una persona muy entregada a Dios… y siempre tenía la intención de que yo
la acompañara a los rosarios y a que tuviera mi agrupación, pero mi
respuesta siempre era un rotundo NO. Ella se ponía muy triste con mis
negativas, incluso discutíamos constantemente, pero sin embargo era
perseverante conmigo. Al principio siempre la veía como una hermana que
me molestaba por tratar de cambiar mi parecer, incluso le decía que era la
peor hermana del mundo.
Terminó comprándome una entrada a un Congreso de Estudiantes
Católicos y por diversas razones ya no pude decir que no, aunque no tenía
ni el más mínimo interés en ir, pues había que estar allí todo un día sábado.
¡Resulta que aquel Congreso cambió mi vida! Hizo que mis ojos se abrieran
a la realidad y viera con claridad la situación por la que estaba pasando.
¡Ese día fue tan importante para mí! Pude escuchar testimonios de jóvenes
de mi edad que pasaban por situaciones similares a la mía. Fue el comienzo
de una vida nueva que empezaba a tomar forma y a nacer con fuerza en mi
corazón.
En esos días me di cuenta de que lo que estaba haciendo con mi vida me
estaba destruyendo como persona, así que decidí dejar mi pasado, dejar de
ver películas que deformaban mi mente y me hacían ver a las mujeres como
un objeto de placer. ¡Y les confieso que no ha sido nada fácil! Desde aquel
momento hasta ahora ha sido complicado mantenerme firme en este
propósito. Es una lucha constante, en cada momento se presenta el deseo de
volver a lo mismo. En algunos momentos he sido frágil y he caído, a pesar
de mis esfuerzos, y por momentos perdía la esperanza: ¿podré superar esto
que parece ser más fuerte que yo? ¿Es que nunca lo podré dominar? Pero
hasta ahora me he puesto de pie y he podido salir adelante gracias al
sacramento de la Reconciliación y a la oración. He descubierto que solo no
puedo, y que necesito de esa fuerza que sólo encuentro en Dios.
A ustedes jóvenes que han estado sumergidos en la pornografía, en
diálogos sobre sexo y en la masturbación, quiero alentarlos a
comprometerse también en la lucha por vivir la castidad, ¡cueste lo que
cueste! ¡No dejemos de luchar, no temamos ir a contracorriente! Aunque
sea difícil, tomemos conciencia de que no estamos solos y de que nuestro
testimonio ayudará a muchos otros. No cedamos a los mensajes que nos
dicen que ser hombres nos da el derecho de tener relaciones sexuales las
veces que queramos. Hace falta jóvenes valientes, dispuestos a vivir esta
virtud para demostrarles a los demás que el camino para ser hombres de
verdad no es la pornografía, la masturbación o el tomar a las mujeres como
objetos sexuales, sino el dominio de uno mismo y el respeto profundo a las
mujeres.
J.A., 16 años, Ecuador. Testimonio escrito para La Opción V.

Desde mi dolorosa experiencia, ¡vale la pena ir en contra de la


pornografía que nos destruye!
Antes de empezar a contarles mi historia, me gustaría compartirles la
alegría que he encontrado al vivir la castidad y las ganas que tengo ahora
por que todos encuentren el verdadero amor en la entrega y en el esfuerzo
por luchar a contracorriente y marcar la diferencia. Yo nací en una familia
común, he sido un joven común, uno más de un salón de clase, un joven
“como cualquier otro”. Cuando cursaba sexto grado (a mis 11 años),
empezaba a desarrollarse el Internet. ¡Era maravilloso poder encontrar
cosas que a uno lo entretenían tanto en la computadora! ¡Los juegos en
línea eran lo máximo! Con mis compañeros jugábamos horas de horas, y
cada vez encontrábamos más y mejores juegos. De pronto uno del grupo
encontró unos juegos “para adultos”, es decir, juegos eróticos (pongo entre
comillas “para adultos”, porque opino que no deberían ser ni si quiera para
adultos, por el daño que causan también a los adultos).
Ese descubrimiento fue como haber encontrado otro continente.
Recuerdo que aunque no entendíamos nada, empezamos a jugar esos
juegos. ¡Cada vez eran más emocionantes y nos atraían más! Ahora les
puedo decir que a nuestra edad, no sabíamos en lo que nos estábamos
metiendo.
Tiempo después de estar jugando esos “juegos”, y después de andar
buscando otros juegos eróticos por mi cuenta, encontré algo que ya no eran
juegos, encontré una página pornográfica. A mi edad aún no sabía qué era
eso que al verlo me consumía y me atraía tanto, aunque mi conciencia me
decía que tenía algo de malo. Pero eso quizá lo hizo más atractivo, así que
yo seguí entre jugando esos “juegos” y viendo cada vez más videos
pornográficos. Para mí era una opción válida de “entretenimiento”,
especialmente cuando me quedaba solo, pues me liberaba de todo
aburrimiento y el tiempo se pasaba muy rápido.
Cuando cursaba octavo decidí confesarme. Le dije al Padre que había
visto pornografía y él me dijo que eso era como echar excremento sobre mí,
y me pidió que no lo hiciera más. La imagen me chocó mucho y dejé de ver
pornografía por unos seis meses, sin embargo las imágenes de lo que ya
había visto me perseguían. No podía liberarme de ellas y de pronto
aparecían en mi mente con mucha claridad. Finalmente, con unos
compañeros, volví a ver porno en Internet. Para ese entonces yo estaba más
grande y más desarrollado, así que me atacó más fuerte y ya no pude dejar
de ver.
Año y medio después, a los 15 años, la pornografía ya había marcado
completamente mi ser. Comencé a actuar diferente. Cuando hablaba con las
mujeres y cuando las veía, me las imaginaba en ropa interior o desnudas, y
hablaba con ellas buscando en el fondo vivir lo que veía en los videos.
Esperaba experimentar lo que veía y sentir algo “real”.
Entre el grupo de amigos ése era el tema predilecto de conversación.
Sólo esperábamos que alguno tuviera sus primeras relaciones sexuales para
contarnos su experiencia.
En ese tiempo iba mucho a la casa de un amigo que había conocido una
vez que había ido a jugar fútbol a un parque. Mi amigo tenía una hermana
mayor que le llevaba unos años, ella era bellísima y me encantaba. Poco a
poco la fui conociendo y conforme la fui conociendo le fui dando a conocer
indirectamente que me gustaba (en realidad no me gustaba ella, me gustaba
su cuerpo).
Un día fui a la casa de mi amigo y me topé con la “suerte” de que no
había nadie en casa, sólo estaba su hermana mayor. La verdad, me dio algo
de temor estar solo con ella, porque me llevaba bastantes años, pero no
podía dejar de pensar en el sexo y en lo bello que era su cuerpo. Mi amigo
me mandó un mensaje de texto diciendo que ya casi llegaba a la casa, me
dijo que lo esperara. Le dije a la hermana que estaba junto a mí lo que decía
el mensaje y por un impulso de mis adentros me lancé a darle un beso. No
controlarme fue un gran error, el principio de mi perdición. Ella tan sólo se
echó a reír y me devolvió el beso. Después de eso ya no iba a la casa de mi
amigo, sino que iba a la casa de la hermana de mi amigo. Desde ese
momento en mi mente no había más que la sensación que me produjo ese
beso. Luego de eso, cada vez que iba a la casa de mi amigo, buscaba a su
hermana y nos besábamos apasionadamente. Para no hacer larga la historia,
yo como un chiquillo sin vergüenza le conté lo que sentía por ella y lo que
quería hacer con ella.
Días después, en la tarde, recibí un mensaje de texto en el que ella me
decía que estaba sola en la casa. Yo respondí como un animalito, de
inmediato me fui a su casa. Cuando llegué, estuvimos hablando y poco a
poco nos fuimos acercando hasta llegar a un beso que generó en nosotros
algo que ninguno de los dos pudo o quiso parar. La verdad, se los digo
ahora, es una experiencia que no se la deseo a nadie, porque desde esa
noche ya no pude ver a ninguna mujer como mujer.
Con ella tuve varios encuentros así, hasta que una vez mi amigo me vio
salir de su casa muy tarde en la noche. Después de estas experiencias con
ella no tenía miedo de nada, y creía que era como un mago que encantaba a
las que quería. Con este sentimiento me acerqué a varias muchachas y,
encantándolas, o más bien, ellas cediendo a mis palabras, tuve otras
experiencias similares.
Yo, como si fuera el gran héroe, le contaba a mis “amigos” mis
conquistas (escribo amigos entre comillas, porque no eran mis amigos; un
verdadero amigo es el que nos lleva al bien) y ellos me aplaudían.
Hasta entonces “todo iba bien” para mí, un muchacho de ya 16 años.
Había vivido lo que muchos ilusos quieren vivir. En mi mente no había otra
información más que el sexo. Creía que eso estaba bien hasta que las cosas
comenzaron a salir al revés. Me comenzó a gustar una compañera del
colegio, intenté tener algo bueno con ella, pero por mis ideas y por lo que
ella sabía de mí nada funcionó. Comencé a buscar amigas para hacer algo
con ellas y ninguna quería ni acercarse. Mi forma de hablar, mi forma de
actuar y hasta lo que pensaba de las mujeres se notaba. Mis amigas, mis
compañeras y hasta otras mujeres percibían lo que pensaba. Se los digo por
mi experiencia: cuando vemos a una mujer sin respeto, ella lo percibe y, al
menos las que son decentes, se apartan de ti.
Poco tiempo después me empezó a ir mal en el colegio y tenía problemas
de conducta. Todo estaba mal. Totalmente cegado por mis experiencias, mis
impulsos y mi “éxito” con algunas mujeres mayores, me estaba metiendo en
un profundo problema. Pude abrir un poco los ojos, salvé los cursos del
colegio, pero por mi conducta no pude seguir en ese colegio, así que tuve
que cambiar de colegio.
Estas medidas implicaban tantos cambios que parecían catastróficos y
totalmente negativos, pero me ayudaron a abrir los ojos y ver lo mal que
había obrado. El cambio de colegio y las consecuencias en mi casa por la
conducta me obligaron a iniciar una vida de cero. Para comenzar de nuevo
tenía que sacar de mí toda la basura que había metido en mi mente. De
verdad, me sentía tan mal que no quería volver a vivir esa oscuridad que no
me dejaba ver la realidad ni tener amistades verdaderas. Tampoco quería
que mis nuevos compañeros vieran mi enfermedad. Quería hacer amistades
buenas. Quería sanar el dolor tan grande que tenía en mi corazón.
En el nuevo colegio estaba solo, cuando necesitaba compañía. No tenía
confianza, ni conocía muy bien a mis compañeros para decirles lo mal que
me sentía. Había una capilla con una lucecita roja, sabía que ahí había algo
especial. Me acerqué y cuando me acerqué, sentí un abrazo muy fuerte y
sentí cómo mi corazón encontraba una calma que nunca antes había tenido.
Así se inició una profunda amistad con Aquel amigo que estaba en la
capilla, a quien visitaba y me apoyaba en esos momentos difíciles.
Poco a poco, en aquél último año de colegio, fui experimentando una
alegría y una lucidez increíble. Mi alegría se las expresaba a mis
compañeros haciéndolos reír. Me iba bien en el colegio y estaba mucho más
feliz. Poco a poco, con paciencia, escalón por escalón, fui saliendo de la
trampa mortal de la lujuria y de la búsqueda desordenada del placer.
Ahora bien, quisiera que todos los hombres, especialmente los
adolescentes y jóvenes, abramos los ojos y logremos ver el peligro al que
estamos expuestos. Corremos el peligro de convertirnos en animalitos, en
“máquinas” que no piensan más que en el sexo, o en una especie de
“zombies” que no piensan más que en “devorar” carne humana.
Lo que sentimos y experimentamos cuando tenemos relaciones es algo
que no podemos controlar, es algo tan fuerte que un chiquillo o alguien sin
madurez ni compromiso no puede manejar. Por eso es que existe el
matrimonio, para que, con un compromiso, se pueda vivir de la mejor
manera la sexualidad. Además, porque con nuestra sexualidad se sella la
verdadera entrega de uno al otro en el matrimonio. ¡Alguien que no tiene
madurez jamás podrá vivir bien esto tan grande!
Por otro lado, muchachos, amigos y hombres que tienen estas
dificultades, les digo: sí se puede salir de esto y sí se puede huir y evitar
estos problemas. Cuesta, yo sé que cuesta, pero la recompensa del esfuerzo
es mucho más grande. Les cuento que sacando las imágenes y pensamientos
sexuales de mi mente y mirando a las mujeres con respeto he podido forjar
mejores amistades, amistades que de verdad valen y que me conducen al
bien.
Desde mi dolorosa experiencia y lucha les quiero decir que ¡vale la pena
ir en contra de estas cosas que nos destruyen! Sólo cuando yo pude salir de
este mundo oscuro pude ver a otros haciéndose daño, como yo lo hacía. Ver
eso en los demás generó un dolor profundo en mí y surgió un fuerte deseo
de ir a contracorriente, de luchar y de preocuparme por mí y por mis amigas
y amigos.
Reconozco que en mí todavía hay vestigios, sobras de la basura que en
un momento metí en mi mente. Esto hace que a veces me cueste un poco
más la lucha, pero, por otro lado, tengo la alegría y la felicidad de
experimentar los frutos de la pureza, y eso es mucho más fuerte.
Purificarme de todo eso hizo que hasta mi rostro se viese más radiante.
Hizo también que viera a las mujeres como personas valiosas. Hizo que yo
mismo viviera como un ser humano.
A todos ustedes, hombres que quieren serlo de verdad, ¡los invito a ser
Gladiadores de sus corazones! ¡A ser héroes de la pureza y acompañarme
en esta cruzada de recuperar a otros hombres y mujeres para la pureza!
¡Tengamos el coraje, el valor y la persistencia para ir a contracorriente!
M.F., 22 años. Testimonio escrito para La Opción V.

La pornografía es basura para la mente, para el cuerpo y para el alma


Sí, a las mujeres también nos pasa. No recuerdo la primera vez que la vi,
pero sí la última, han pasado tan sólo unos minutos…
Los cambios en mi cuerpo eran abrumadores. Mi entorno, el medio y las
películas que veía (sin intención de buscar algo sexual) me incitaban a
“explorar” mi cuerpo y es así que caí en la pornografía, aunque ya desde
mucho antes, y sin saber muy bien lo que hacía, me masturbaba.
Tenía menos de 15 años cuando comencé con el “sexo virtual”, entrando
a páginas de chats “para conocer gente” y en el conversar con completos
desconocidos salían siempre insinuaciones sexuales a las que yo empecé a
acceder porque me veía tentada. Mi curiosidad aumentaba, la sensación de
placer me gustaba. Empecé a entrar a chats de sexo y hasta llegué a
desnudarme frente a una cámara para alguien que conocí por Internet. ¡Qué
terrible suena esto ahora que lo digo! ¡Qué terrible ES!...
Me sentía tan sola y tan triste que me refugiaba en el placer físico que la
pornografía me daba, dañando mi cuerpo y mi alma con eso. Y cada vez
que vuelvo a sentirme sola y triste, caigo en lo mismo, hundiéndome cada
vez más en este hoyo oscuro, aun cuando ya no sienta ni pena, ni
arrepentimiento, ni culpa, ni asco, ni vergüenza por lo que hago, porque a
estas alturas, ya estoy completamente anestesiada. Sin embargo, lo sé, sé
que me daño y que de alguna forma hago mi vida miserable, vacía y más
solitaria, porque soy esclava de la sensualidad y arrastro a otros al fango
conmigo…
Luego de leer el fuerte testimonio de un joven que también se vio
envuelto en la pornografía, y después de contarles mi propia historia, he
decidido finalmente luchar “con alma y vida” para dejar la pornografía y
esta sensualidad esclavizante, que sólo me hace más triste la vida y además
daña tanto a otros. Nadie merece vivir así, no hemos venido al mundo para
eso. Tendré que aprender a amarme y a verme con los ojos de Dios por ser
hija suya. Por supuesto me veré tentada, pero sé que no estoy sola.
Desde mi experiencia dolorosa, quiero decirles algunas cosas que es
necesario que tomen en cuenta para que sean felices y hagan felices a otros.
Chicos y chicas:
• El amor no es igual al sexo. No crean todo lo que ven en las películas.
• Las mujeres no somos un producto para ser exhibido en la publicidad.
No compren ideas falsas.
• Las mujeres no fuimos creadas para complacer a los hombres, ni los
hombres para satisfacer a las mujeres. El hombre fue hecho para donarse a
la mujer y así nuestros cuerpos están perfectamente configurados para
complementarse el uno al otro. El hombre dona la vida que la mujer acoge y
protege. El hombre de verdad está llamado a dar la vida por la mujer que
ama, en vez de buscar tomar continuamente algo de ella para su placer y
diversión.
• La pornografía es basura para la mente, para el cuerpo y para el alma;
es degradante, es disfrutar con la humillación de otros seres humanos. Te
vuelve bruto/a, animal.
• Sean prudentes con los programas y películas que ven, las canciones
que escuchan, los libros que leen. Lamentablemente en este tiempo el sexo
está implícito o explícito en todo lo comercial, y nos crean una “necesidad”
haciéndonos creer que eso es lo que buscamos.
Chicas:
• Busquen su valor en Dios. Jamás crean que valen por su cuerpo y su
belleza. El cuerpo envejece y la belleza se acaba, en cambio un alma bella
permanece por la eternidad.

Chicos:
• Busquen el corazón de las chicas, no sus cuerpos.
• Uno es más hombre cuando sabe decir NO.

Papás y mamás:
• Enseñen a sus hijos a amarse profundamente. Sean pacientes con ellos,
reconozcan sus capacidades, ayúdenlos a mejorar sus defectos en vez de
criticarlos por ellos todo el día, aliéntenlos en sus metas, acompáñenlos,
conversen con ellos, establezcan una profunda confianza con ellos para que
compartan su vida con ustedes (esto se hace desde que ellos nacen). La
autoestima, la autovaloración y el amor propio se forman y desarrollan,
fundamentalmente, en el hogar.
• No tengan miedo o vergüenza de hablar de sexo en un sentido correcto
y apropiado, antes de que Internet o los amiguitos/as lleguen a ellos con
tanta información deformada e incluso pervertida. El sexo no es malo, es un
don de Dios, es hermoso cuando se respeta la naturaleza y se vive la
castidad. Pues, ¡enséñenles eso a sus hijos!
• Nunca les digan a sus hijos hombres que mientras más chicas tengan
más machos son. Porque no querrán que piensen lo mismo otros chicos de
sus hijas.
• Nunca les digan a sus hijas que son feas, muy gordas, muy flacas, o
que si no son estéticamente “mejores”, los chicos no se fijarán en ellas.
• No refuercen la superficialidad con sus comentarios, especialmente en
sus hijas mujeres.
• Enséñenles a ver al otro con dignidad y a tratarlos con respeto, nunca
como objetos.
Anónimo, 22 años. Testimonio escrito para La Opción V.

Una simple fotografía


Hola, soy una persona ya mayor de edad, soy hombre, y esto que les
quiero contar me pasó hace unos años, cuando tenía unos 22. Lo comparto
hoy, pues leí dos testimonios muy fuertes sobre una chica a la que acosaban
pidiéndole fotografías por Internet y sobre los otros casos que terminaron en
suicidios. Lo que me motivó finalmente fue un recuadro que da la
información sobre las fotografías que circulan en las redes sociales y
terminan en páginas pornográficas.
Todo comenzó cuando una hermana mayor me convenció de entrar a una
página de chat para hacer amigos, ya que yo sólo me la pasaba leyendo
libros en línea. Allí conocí mucha gente, chicos y chicas que tenían
intereses como yo, pero de diferentes ciudades. De entre ellos un joven
platicaba [conversaba] mucho conmigo, ya que teníamos los mismos
intereses y le llamaba la atención que yo fuera a la iglesia y me gustara leer.
Él vivía en alguna parte de Estados Unidos y en una ocasión me pidió una
fotografía para conocerme. No me incomodó ni se me hizo raro, así que
elegí una fotografía en la que estaba acompañado por una quinceañera que
vestía de traje y moño, con la iglesia como trasfondo.
Un día mi padre llegó de trabajar (vivo en México y él trabaja en USA),
llamó a mi madre y hablaron en secreto. Cuando yo me disponía a utilizar la
computadora, mi madre me lo prohibió y no me dejó utilizarla en mucho
tiempo, y obviamente me incomodó el no saber por qué, pero tenía que
obedecer. Un día se armó de valor y me preguntó que si yo había mandado
alguna fotografía a alguien. Yo le dije que sí, y le mostré cuál. Mi madre,
seria, me decía que habían desmantelado una red de pornografía infantil en
Estados Unidos, y mi padre decía que en los anuncios salían fotografías de
varios jóvenes y entre ésas, una mía. ¿Pueden creer qué sentí? ¿Lo que
sintió mi padre al ver a su hijo ahí? ¿Lo que sintió mi madre al no poderme
proteger? Me sentía desconcertado y no lo creía, no podía ser yo, yo portaba
traje, era una fotografía sin maldad, era “una simple fotografía” la que yo
había mandado.
La noticia se extendió en la familia y el esposo de una hermana mía fue a
verificar a Estados Unidos; su cara fue de seriedad y su respuesta de
afirmación al decirme que era mi rostro; que sí era yo, que era yo con el
cuerpo desnudo, que estaban vendiéndome desnudo en Internet.
Ya han pasado algunos años y hoy sigo utilizando Internet y las redes
sociales, pero me siento orgulloso de no tener miles de amigos en
Facebook, pues sé que los pocos que tengo son mi familia, mis amigos de la
iglesia y compañeros de escuela y de trabajo. Hoy sé con quién platico
[hablo] por medio de la computadora y hoy sé que no hay fotografía segura
de mí ni de nadie, incluso sé que no hay nadie que esté a salvo de pasar algo
así, pues soy hombre y con una mentalidad según yo madura, y sin embargo
ese daño emocional y esa pérdida de confianza en mí y la gente que me
rodea pasó “sólo por mandar una simple fotografía”.
Les puedo decir que el ser mayor de edad no te salva de ningún riesgo en
la red. La maldad de algunas personas que están en las redes sociales no
discrimina si eres hombre o mujer, adulto o niño. El que puedan confiar en
ti no significa que puedes confiar en todos. Hay que saber cómo utilizar
nuestras fotografías por más simples que parezcan, y sobre todo con quién
compartirlas.
D.P., 27 años, México. Testimonio escrito para La Opción V.

“Si ves pornografía una vez más, terminamos”


Hasta hace un mes, nunca le había dicho a nadie (excepto a mi esposa)
que solía ser adicto a la pornografía. Lo mantenía oculto sólo para mí
mismo, demasiado avergonzado como para decírselo a alguien.
Antes de que mi esposa me descubriera, nadie sabía. Siempre que me
aburría, ingresaba a Internet y miraba cientos de imágenes y videos. Así de
simple y de accesible.
El pico fue cuando pasaba alrededor de una hora al día viendo porno.
Quizá más. Fue un descenso rápido y en espiral en el que fui de la
pornografía “estándar” hacia algo mucho más oscuro y siniestro.
“Pero, ¿y qué tiene de malo?”, dice la gente, “eso es lo que hacen los
hombres. Ellos son seres sexuales y es normal para ellos ver pornografía”.
Ésta es la gran excusa que deja desprotegida a nuestra sociedad de los
efectos devastadores de la pornografía. Confía en mí, he estado allí. No es
normal.
En mi opinión, la pornografía es el asesino silencioso de la moral y la
virtud en nuestra sociedad. Con el aumento del hábito viene una percepción
disminuida de la realidad, sobre todo la realidad de lo que verdaderamente
es el sexo y cómo las mujeres deben ser tratadas.
Es un círculo vicioso. Cuanto más se mira, más se encuentra. Cuanto
más se encuentra, más se mira. Cuanto más se mira, más se deforma la
realidad del sexo. La pornografía es adictiva. Es emocionante. Es difícil
detenerse, e incluso cuando lo haces, las imágenes toman meses, tal vez
años, para salir de tu mente.
¿Cómo me detuve? No lo hice. Fui detenido. Por mi esposa, quien era mi
novia en ese momento. Se enteró de que estaba viendo pornografía, pero
ella no sabía la magnitud del problema. Después de un debate muy franco y
prolongado sobre lo devastada que se sentía por el hecho de que su novio
estuviera viendo porno con regularidad y a sus espaldas, ella me dio el
ultimátum de la vida: “Si ves pornografía una vez más, terminamos”.
Ésas son las siete mejores palabras que nadie nunca antes me había
dicho. Ese momento en verdad le dio un gran punto de inflexión a mi vida.
Dado que planeaba casarme con ella, tuve que tomar una decisión:
abandonar la adicción a la pornografía o renunciar al amor de mi vida.
Voy a ser honesto: no fue fácil darme por vencido. La pornografía es
satisfactoria de una manera retorcida. La echaba de menos al principio,
aunque estaba contento por librarme de ella. Era una clase de culpa y
vergüenza. Me sentía culpable después de cada exceso, y el hecho de que
no se lo dijera a nadie demuestra que sabía que había algo malo en ello. La
mayoría de la gente lo sabe. No es como si el marido normalmente llegase a
casa después del trabajo, saludase con un beso a su esposa, devorase la cena
y le dijese: “Cariño, voy a estar en el estudio viendo porno. Ven y búscame
si necesitas algo”.
La pornografía crea enormes problemas de confianza. Lo hizo en mi
caso. Herí a mi esposa tan profundamente cuando se enteró de mi adicción,
en el momento en que salíamos. Le tomó mucho tiempo volver a confiar en
mí completamente. Y fue lo justo. Las inseguridades que la pornografía
crea en la pareja de quien mira no deben subestimarse. En mi caso, mi
esposa se sentía subordinada a las mujeres que estaba mirando. Se sentía
como si estuviera siendo comparada con las mujeres de las películas porno.
Se sintió herida porque estaba engañándola mentalmente a sus espaldas. Me
avergüenza ahora incluso pensar en cómo la hacía sentir.
En un mundo tecnológico de fácil acceso, la mayoría de la gente se cruza
con la pornografía en algún momento. Los padres necesitan tener
conversaciones con sus hijos para enseñarles lo que significa el sexo: amor,
entrega de sí mismo, sacrificio. No lujuria, uso de los demás, ni fantasías.
Siento que soy uno de los afortunados. Me liberé de las cadenas de la
adicción a la pornografía porque mi esposa me perdonó y me apoyó. Otros
están atrapados en una red de engaños y de adicción. Es un gran problema,
uno del cual rara vez se habla públicamente y con la verdad… Uno que
debe ser discutido.
Dominic Meese, Australia.
Tomado de http://chastityproject.com/2015/02/day-traded-porn-love/.
Traducción de Julieth Ibagón.

La pornografía destruye la capacidad de amar verdaderamente


¡Hola! Aquí les comparto mi testimonio porque quisiera que mi
experiencia sirva para ayudar a otros jóvenes a no cometer los mismos
errores que yo y muchos cometemos cuando salimos de la niñez y vamos
entrando en el “mundo de los adultos”…
Toda mi vida desde que fui un niño estuve rodeado de amigos que
generalmente eran mayores que yo. Siempre el tema de conocer chicas y
estar con ellas era lo principal. En el fondo yo no quería realmente aún
pensar en eso, pero poco a poco me fui dejando llevar.
Recuerdo cuando vi mi primera película pornográfica. Como niño que
era, no sabía en lo que me estaba metiendo, el daño que me estaba
haciendo. Fui creciendo y ver esa clase de películas se convirtió en algo
normal para mí. Incluso algunos de mis familiares me las facilitaban.
Recuerdo que una ocasión uno de los familiares a quienes yo recurría para
buscar esas películas se burló de mí diciéndome que parecía “un drogadicto
en busca de su droga”.
Así pasaron los años hasta que me fui a Estados Unidos. Ahí conocí a la
mujer que me atrevo a decir que es el amor de mi vida. Siempre recuerdo
que cuando la vi por primera vez, me dije: "¡qué preciosa!”. Creí que nunca
la iba a conocer personalmente, pero las cosas se dieron de tal forma que
hasta llegamos a ser roommates [compañeros de alojamiento]. Nos
conocimos tanto tanto, que cada momento con ella era único, increíble. Yo
estaba profundamente enamorado y de verdad puedo decirles que vivimos
algo muy especial. Lamentablemente cometimos el gran error de adelantar
las cosas. En un momento llevamos nuestra relación a “otro nivel” y
tuvimos relaciones sexuales. Era su primera vez.
Al principio todo parecía normal. Parecía que todo iba a seguir siendo
una linda historia, pero no fue así. Sin darme cuenta había caído en una
fantasía en la que yo, combinando toda la pornografía que había visto y el
hecho de haberme robado su virginidad, me creía tan “importante” que sentí
que eso ya no era suficiente para mí, así que le fui infiel. Sí, haberle robado
la virginidad a la persona que decía amar ya no me bastaba, así que me
acosté con otra mujer.
Ella se enteró y tuvimos una gran pelea, y aunque me perdonó, las cosas
desde entonces no volvieron a ser iguales. Lo más irónico es que yo sentía
desconfianza hacia ella, mi mente podrida me hacía pensar que ella podría
hacerme lo mismo que yo le hice con cada persona que conocía.
Eventualmente mi novia [enamorada] y yo seguíamos acostándonos,
pero en ella notaba cierto dolor, un dolor con ella misma, un dolor que yo
creía saber qué era, pero del que en realidad no tenía ni la más mínima idea.
Cabe decir que antes de que ella perdiera su virginidad iba a Misa y era más
cercana a Dios, algo que yo nunca había sido. Luego de eso, sencillamente
no volvió a ir a Misa.
Poco a poco mis celos enfermizos y mis malos pensamientos llevaron a
que la relación se deteriore, hasta que ella terminó nuestra relación porque
ya no podía más conmigo. En ese momento había perdido algo que pensé
que era mío, ella era “mi posesión”, porque fui el primero en llegar. ¡Cuán
equivocado estaba! Lo cierto es que por mi egoísmo y por pensar primero
en mi propia satisfacción antes que en ella, había perdido a la persona que
me había amado de verdad.
Después, al saber que ella estaba saliendo con alguien, me sentí muy
vacío y me puse obsesivo. La extrañaba y mi mente retorcida pensaba que
ya estaba acostándose con otros. Es algo que me producía lástima y
vergüenza de mí mismo, porque en el fondo yo sabía y sé quién es ella.
Por mi parte, para tratar de “llenar” ese vacío que había en mí, conocí a
más chicas que me fueron presentando mis amigos. Una de ellas tenía fama
de ser una “chica fácil”, así que también yo me acosté con ella. Cada vez
que lo hacíamos me sentía tan bajo que se me salían las lágrimas, porque
aunque mi cuerpo estaba satisfecho, mi corazón estaba tremendamente
vacío.
Pasaba el tiempo y yo no dejaba de pensar en mi ex-novia [ex-
enamorada]. Así como la primera vez, sin planearlo, ella se cruzó
nuevamente en mi camino, pero mi mente no estaba curada y yo no estaba
en paz espiritualmente, así que, al no ver cambios en mí, ella nuevamente se
apartó. Era tanto mi daño que comencé a revisar sus cosas personales como
su Facebook y su mail. Así me enteré que había conocido a otra persona,
que se había ilusionado y todo, pero en mi mente seguía recordando y
pensando sólo en la parte sexual y pensaba que ella lo iba hacer con esa otra
persona. Realmente mi mente estaba tan deformada debido a la pornografía,
que había dejado a un lado el amor.
Luego conocí a otra chica que tenía un hijo. Lo hicimos, volví a querer
llenar ese vacío usándola a ella y me sentía aún peor. Yo seguía pensando en
mi ex-novia, y cada vez que me enteraba que estaba bien con otra persona,
yo le hacía daño a una pobre chica que se enamoraba de mí. ¡Yo sólo las
tomaba como un desquite sexual! Por mi egoísmo estaba degradando a una
mujer, me sentía bajo, no sabía qué más pensar de mí.
Yo rezaba y pedía perdón, pero no era suficiente, o tal vez no lo hacía
como debía. Aun así Dios escuchó mis suplicas y volvió a poner a mi ex-
novia en mi camino. Ella me dijo que nunca me había dejado de querer y
que no dejaba de pensar en mí. Cuando me dijo eso, me hizo feliz, pero me
decía a mí mismo: “¡Dios mío! ¿Qué he hecho? ¡Ella me ama de verdad y
yo le he fallado acostándome con otras mujeres! ¿Seré digno de merecer a
una mujer con un corazón así, que ha sido mi gran motivación para ser
mejor?”. Y es que antes de conocerla yo no tenía ganas de trabajar,
malgastaba el dinero de mis padres diciendo que estudiaba en la universidad
y realmente no asistía a clases, caminaba sin rumbo por la vida, ¡y cuando
ella llegó todo cambió! Ella, a pesar de todo lo que yo la había hecho sufrir,
me seguía amando… ¿y yo qué hacía? ¡Sólo pensaba en satisfacerme con
ella o con cualquiera! ¡Qué mal estaba!
Esta vez ella había vuelto cambiada, estaba yendo nuevamente por el
camino correcto, iba a Misa, estaba volviendo a donde originalmente estaba
y de donde yo la había alejado, ella estaba nuevamente en el buen camino…
Pero yo aún no pensaba bien, e inconscientemente le daba caricias que
llevaron a que ella nuevamente cediera. ¡Nuevamente la hice entregarse a
mí por mi egoísmo! En esa ocasión ella pensó que había quedado
embarazada. Lloró como nunca la había visto llorar, yo estaba helado, no
sabía qué decir. Entonces me dijo que había hecho una promesa de vivir la
castidad y en ese momento me sentí terriblemente culpable porque entendí
que era yo quien con mi obsesión sexual estaba dañando a alguien que me
quería de verdad.
Poco después ella se enteró de una charla sobre pureza y sexualidad. Ella
asistió, se confesó con el sacerdote que dio la charla y me contó de la paz y
alegría que sentía de haber sido perdonada, de haber recibido una nueva
oportunidad, una segunda virginidad que yo sé que la guardará hasta el día
de su matrimonio.
Luego me comentó que habría una charla para hombres, pero yo me
decía a mí mismo que yo ya lo sabía todo sobre sexo. Aun así fui y
nuevamente me di cuenta de cuán equivocado estaba. Al final de la charla
tomé valor y fuerzas para confesarme y así poder salir de estas cadenas que
me ataban y me estaba arrastrando hasta llevarme al abismo por buscar
sentir sólo placer ¡cuando lo que yo más quiero es dar amor y ser amado!
Se dice que todos necesitamos de una motivación para ser mejores. Mi
ex-novia había sido desde el principio mi inspiración, así que por ella y por
sus ganas de ayudarme decidí ir a la charla y confesarme. A cambio
encontré esa paz que creí no iba a encontrar jamás, porque mucho tiempo
viví pensando que nunca podría ser perdonado por todo lo que había
hecho… Me sentía tan aliviado, tan en paz conmigo mismo y con tanta
alegría porque en ese momento pude ver el mundo y a las mujeres de otra
manera, como realmente hay que verlas, como hijas de Dios y como lo más
lindo que Dios nos pudo dar.
Ahora puedo ver a mi ex-novia como la veía antes, puedo ver que
nuestro amor comenzó por cosas sencillas y que nos enamoramos por lo
que realmente había en nuestros corazones. Ahora la relación es nueva,
ahora sé que no son necesarias las relaciones sexuales para crear lazos de
amor y afecto y podemos volver a intentar ser felices. Y en eso estamos…
luchando día a día por vivir La Opción que lleva al Verdadero amor. ¡No es
fácil para mí, pero al menos ahora estoy en lucha, buscando día a día
purificar mi mente de todo el daño que me hice con tan sólo ver “mi
primera película porno”!
A ustedes, jóvenes varones que lean mi testimonio, los aliento a no
dejarse llevar ni por la presión de “amigos”, ni por la curiosidad, ni por los
consejos de parientes, ni por los propios deseos. ¡¡¡Resístanse a ver
pornografía!!!, pues desde mi experiencia les digo que lo único que hace es
deformar nuestra mente y volvernos adictos no sólo a la pornografía sino
también al sexo, no importa con quién y a qué costo. Realmente, es un
veneno, un cáncer que te va matando poco a poco, y va matando tu
capacidad de amar verdaderamente a una mujer.
A.L., 28 años, Ecuador. Testimonio escrito para La Opción V.
Unas palabras finales

Hace unas décadas, otros empezaron a moldear tu forma de pensamiento


acerca de la pornografía. Te hicieron creer que ver pornografía era
“normal”, aceptable, y hasta “cool”, cosa “de hombres”. Hoy la gran
mayoría piensa así, no porque haya decidido pensar así, sino porque desde
pequeños les han impuesto un modo de pensar: otros nos han condicionado.
Es hora de pensar por nosotros mismos, de tomar decisiones en base a
los hechos reales: la pornografía es una nueva droga que destruye vidas
humanas, relaciones, matrimonios. La pornografía incita a los abusos
sexuales, determina “cómo deben ser” las relaciones sexuales, brutaliza a
hombres y mujeres, establece nuevas conductas de comportamiento sexual
haciéndolas ver como “normales”: el sexo oral, el sexo anal, y otros tipos de
prácticas sexuales.
Muchos van con la corriente, porque creen que “no se pueden resistir los
impulsos”, o porque una relación sería demasiado monótona sin los
“condimentos” que ofrece la pornografía.
Hoy nos toca hacer a cada uno de nosotros una opción: seguir la
corriente, obedecer a los grandes rectores de las masas, o luchar a
contracorriente, ser verdaderamente libres y dueños de nosotros mismos.
¿De cuáles quieres ser tú? Si optas por ser verdaderamente libre, empieza
por ti mismo: deshazte de todo material pornográfico, elimina todo lo que
tengas en tus equipos electrónicos, instala un programa de protección en tus
equipos… ¡Lucha contra esta nueva droga! ¡Y únete a nosotros en esta
lucha!
La Opción V
Recursos para luchar contra la pornografía

Fight the New Drug [Lucha contra la Nueva Droga]:


http://www.fightthenewdrug.org/
The Chastity Project [El Proyecto Castidad]:
http://chastityproject.com
The Porn Effect [El Efecto Porno]: http://theporneffect.com/
Cure the Craving [Cura la Angustia]: http://curethecraving.com/
Psychology Today [Psicología Hoy]:
https://www.psychologytoday.com/basics/pornography
Covenant Eyes [Pacto de los Ojos]: http://www.covenanteyes.com/
Sextorsión: www.sextorsion.es
La Opción V: www.laopcionv.com; en YouTube: La Opción V en TV
¡Estamos contigo!
Si tienes algún comentario o pregunta sobre estas recomendaciones, o si
quieres darnos alguna sugerencia, no dudes en escribirnos a:
laopcionv@gmail.com
Tenemos diferentes canales de comunicación en los que siempre contarás
con nuestra ayuda y soporte en tu decisión y lucha diaria por vivir la pureza
y la castidad:
La Opción V
@LaOpcionV
La Opción V en TV
Te recomendamos especialmente estos videos:
La pornografía, ¿qué hay de malo? https://www.youtube.com/watch?
v=wF3_4tl8QgY
¿Cómo salir de la pornografía? https://www.youtube.com/watch?
v=We78434GshM
La masturbación: ¿es bueno o malo masturbarse?
https://www.youtube.com/watch?v=GrnV7QBxjGw
¿Cómo puedo dejar de masturbarme? Primera parte
https://www.youtube.com/watch?v=6ioBP0li-LU
¿Cómo puedo dejar de masturbarme? Segunda parte
https://www.youtube.com/watch?v=LSR-hK1TNMU
¿Por qué vuelvo a caer? https://www.youtube.com/watch?
v=VpAZC5vCaZg
Sexting https://www.youtube.com/watch?v=rer4Demcg98
La publicidad: un bombardeo contra la castidad
https://www.youtube.com/watch?v=Df70oKeVLeo
¿Cómo interactuar en las redes sociales? Primera parte
https://www.youtube.com/watch?v=RzaSz0P1fgQ
¿Cómo interactuar en las redes sociales? Segunda parte
https://www.youtube.com/watch?v=SfO4FLKUxlo
¿Cómo nos influye la música que escuchamos?
https://www.youtube.com/watch?v=oT6pd3iGryY
¿Cómo educar en el pudor? https://www.youtube.com/watch?
v=96lJqf0SOvA

Además puedes visitar nuestro blog, en el que encontrarás valiosos


testimonios, libros recomendados, un espacio para hacer preguntas, y
mucho más: http://laopcionv.com

También podría gustarte