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En los últimos días he visto diferentes posteos y fotos retratando esta realidad
educativa a la que nos estamos enfrentando: aplausos para los docentes, que,
han tenido que apechugar para aprender a usar las herramientas tecnológicas
que requiere la educación virtual. Fotos mostrando docentes agotados porque,
claro, pasar horas frente a la PC cuando no se está acostumbrado y corregir
cientos de actividades vía mail es más cansador que dar clases, sumada a la
angustia e incertidumbre que provoca la cuarentena.
Frente a este panorama urge reflexionar sobre los objetivos que nos
planteamos como docentes a la hora de Garantizar la continuidad pedagógica.
Para logar que la virtualidad penetre en la vida de las personas, docentes y
alumnos es necesario contar con los conocimientos pedagógicos específicos.
Insisto, no es lo mismo dar un contenido frente al aula que enviarlo por mail o
plataforma, lo que requiere, además del dispositivo electrónico, capacidades
extras por parte de los alumnos como son la autonomía en el estudio,
responsabilidad, organización, orden.
Quiero citar textualmente una parte de la última circular que nos llegó del
Ministerio de Educación de la Provincia:
Que nuestra llegada sea una bocanada de oxígeno, frente a la angustia que
provoca la incertidumbre por la pandemia y el mañana, acercar material y
contenidos que los ayuden a reflexionar, al autoconocimiento, a la
autotrascendencia y a olvidar por un momento la situación que estamos
viviendo. Ayudarlos a verse en perspectiva, ¿qué voy a hacer cuando podamos
salir? ¿cómo quiero que sea mi vida? Llenarlos de contenidos nuevos, en la
mayoría de los casos, que no puedan resolver solos, sólo logrará aumentar la
angustia y la sensación de soledad que puedan estar sintiendo.