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UNIDAD II

1. CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS EN EL CCyC

Se reconocen tres sistemas o modalidades de contratación:


1) Contratos discrecionales discrecionales o de negociación negociación individual individual (arts. 957 y
ss.).
2) Contratos por adhesión a cláusulas generales predispuestas (arts. 984 a 989).
3) Contratos de consumo + relación de consumo (arts. 1092 a 1122 + 1384 a 1389 Ley Defensa Defensa
Consumidor).
Los contratos se clasifican en:
- Unilaterales y Bilaterales (art. 966 CCyC).
- Título oneroso y Título gratuito (art 967 CCyC).
- Conmutativos y Aleatorios (arts 968 CCyC).
- Formales (art. 969 CCyC).
- Nominados e Innominados (art 970 CCyC).

COMPARACIÓN DE LAS CATEGORÍAS DE ACTOS JURÍDICOS BILATERALES Y CONTRATOS


BILATERALES

Cuando el art. 957 CCyC, define al contrato como un acto jurídico, al que tradicionalmente podemos
clasificar como bilateral, es porque siempre se requiere la concurrencia de dos voluntades diversas para
darle nacimiento. El art. 966 CCyC, emplea la calificación de “bilateral”, no ya para referirse al acto jurídico
“contrato”, sino para describir a los que generan obligaciones recíprocas, diferenciándolos de los
“unilaterales”que solo las generarán a cargo de una de las partes contratantes .

❖ UNILATERALES Y BILATERALES

Los contratos son unilaterales cuando una de las partes se obliga hacia la otra sin que ésta quede obligada.
Son bilaterales cuando las partes se obligan recíprocamente la una hacia la otra. Las normas de los
contratos bilaterales se aplican aplican supletoriamente a los contratos plurilaterales.
Son bilaterales o con prestaciones recíprocas, los contratos que generan obligaciones recíprocas para todas
las partes intervinientes (desde su nacimiento). Se trata de obligaciones que surgen al mismo tiempo y se
encuentran interrelacionadas, de modo que la causa de la obligación de una de las partes es la
consideración de una contraprestación a cargo de la otra. Tal circunstancia es relevante porque una de las
obligaciones no puede válidamente concebirse sin la otra; cada parte no está obligada a la prestación a su
cargo sin que sea debida la prestación de la otra. No se requiere equivalencia objetiva entre las
prestaciones. Son bilaterales: compraventa, permuta, suministro, locación, leasing, contrato de obra o de
servicios, transporte, consignación, etc.
Son contratos unilaterales los que, en el momento de su celebración, solo generan obligaciones a cargo de
una de las partes intervinientes. Puede que, a partir de su celebración, un contrato (que siempre es un acto
jurídico bilateral o plurilateral) genere obligaciones a cargo de solo una de las partes, en cuyo caso es
unilateral; o de ambas, supuesto en el que podrá ser bilateral; o de varias, y entonces será plurilateral. tal
determinación debe hacerse en el momento de su celebración.
A menudo un contrato unilateral genera luego, en la etapa funcional, obligaciones a cargo de la parte
acreedora de la única prestación (ej; el pago por el mandante de los daños y perjuicios que pueda sufrir el
mandatario). Pero ello no altera el criterio clasificatorio, pues se trata de consecuencias accidentales no
vinculadas a la obligación nuclear. Son unilaterales: donación, mandato gratuito, fianza, depósito gratuito,
mutuo gratuito, comodato.

❖ ONEROSOS Y GRATUITOS
Los contratos son a título oneroso cuando las ventajas que procuran a una de las partes les son concedidas
por una prestación que ella ha hecho o se obliga a hacer a la otra. Son a título gratuito cuando aseguran
aseguran a uno o a otro de los contratantes alguna ventaja, independiente de toda prestación a su cargo.
El contrato es oneroso si impone sacrificios y ventajas recíprocas. Cuando se trata de contratos a título
oneroso, las atribuciones patrimoniales se dan en relación de causalidad, de modo tal que el sacrificio de
una parte tiene como contraprestación un beneficio que no tiene necesariamente que ir dirigido a la
contraparte, pues puede ser concedido a favor de un tercero. En caso de dudas que pueden existir sobre la
naturaleza gratuita u onerosa de un acto, nuestro ordenamiento se inclina inclina a favor de la onerosidad
(por ejemplo ejemplo: arts. 2135, 2170 CCyC, entre otros).
Todo contrato bilateral es oneroso, no todo contrato unilateral es gratuito. La gratuidad es una liberalidad o
beneficio; se da algo sin tener en consideración una contraprestación. El fundamento está constituido por
un fin altruista. Su formación requiere de mayores recaudos, forzando una mayor deliberación por parte de
quien lo celebra. Los contratos serán gratuitos u onerosos según lo que convengan las partes, salvo en el
caso del comodato (art. 1533 CCyC), en el que la gratuidad se verifica como un elemento estructural. La
persona del beneficiario es esencial, porque a quien realiza una liberalidad no le da lo mismo quién es el
favorecido por tal esfuerzo. Por ello, el error en cuanto a la identidad del co-contratante puede acarrear la
nulidad del acto (art. 267, inc. e, CCyC).

❖ CONMUTATIVOS Y ALEATORIOS

Dentro de la categoría de los contratos a título oneroso, es posible diferenciar los contratos conmutativos,
aquellos en los que las obligaciones a cargo de cada una de las partes pueden ser determinadas con cierto
grado de certeza cualitativa y cuantitativa al tiempo de la celebración, de los aleatorios, que son aquellos en
los que las pérdidas o las ventajas para una o para todas las partes involucradas, dependen de un
acontecimiento futuro e incierto. Es conmutativo cuando el cumplimiento de las obligaciones a cargo de
cada una de las partes se encuentre determinado desde la celebración y aleatorio cuando ello se encuentre
sujeto a un acontecimiento futuro, ajeno a la voluntad de las partes. Es posible definir la aleatoriedad como
la cualidad del vínculo que se verifica cuando, al tiempo de la celebración, no es posible establecer con
certeza cuál habrá de ser el contenido prestacional a cargo de los contratantes.
La aleatoriedad, según la materia puede ser:
a) por la naturaleza naturaleza del acto: - contrato de seguro (ley 17.418), - contrato oneroso de renta
vitalicia (art. 1606 CCyC), - juego (arts. 1609 CCyC);
b) por decisión de las partes: -compraventa a riesgo (art. 1131, párr. 3, CCyC), - compraventa con renuncia
renuncia de la garantía de evicción y por vicios redhibitorios (art. 1036 CCyC), - cesión de derechos
derechos litigiosos litigiosos o dudosos dudosos (arts. 1616 y 1618, inc. b, CCyC), etc.
Alea aparece como una probabilidad de ventaja o de pérdida, riesgo se presenta como una probabilidad de
daño Alea no debe ser confundida con el riesgo propio de cada contrato o con los factores de incertidumbre
que pueden provenir de las circunstancias económicas o sociales en las que debe desplegar sus efectos el
vínculo. En el contrato aleatorio, la adjudicación definitiva del riesgo depende de un hecho incierto, ajeno a
la voluntad de los contratantes.

❖ FORMALES

Los contratos para los cuales la ley exige una forma para su validez, son nulos si la solemnidad no ha sido
satisfecha. Cuando la forma requerida para los contratos, lo es sólo para que éstos produzcan sus efectos
propios, sin sanción de nulidad, no quedan concluidos como tales mientras no se ha otorgado otorgado el
instrumento previsto, pero valen como contratos en los que las partes se obligaron a cumplir con la
expresada formalidad. Cuando la ley o las partes no imponen una forma determinada, ésta debe constituir
sólo un medio de prueba de la celebración del contrato.
Si la ley no designa una forma determinada para la exteriorización de la voluntad de las partes, estas
pueden utilizar la que estimen conveniente, aún cuando ella sea más exigente que la impuesta por la ley.
Las formas y solemnidades de los actos jurídicos, su validez o nulidad y la necesidad de publicidad, se
juzgan por las leyes y usos del lugar en que los actos se hubieren hubieren celebrado, realizado u otorgado.
El CCyC establece la categoría de los contratos formales, como excepción al régimen general de libertad de
formas, pueden ser:
1) Según la finalidad perseguida por la exigencia formal:
a) Formas absolutas: Son las que acarrean la ineficacia absoluta del acto en caso de inobservancia (art.
285, última parte CCyC). Si no se cumple la forma impuesta, el acto se ve privado de todo efecto,
resultando absolutamente ineficaz. Ejemplos: donaciones de inmuebles, de muebles registrables y de
prestaciones periódicas o vitalicias.
b) Formas relativas: Los contratos están sujetos a una formalidad relativa cuando el cumplimiento de la
formalidad no es exigido bajo sanción de nulidad; si bien no quedan concluidos hasta que no se de
cumplimiento a la solemnidad prevista, valen como contratos en los que las partes se obligan a cumplir la
formalidad pendiente (art. 285 CCyC). Estos son los contratos contratos mencionados mencionados en el
art. 1017 CCyC, que abarca:
- los que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción de derechos reales sobre inmuebles
cuando la transmisión no se opera por subasta judicial o administrativa;
- los que tienen por objeto derechos dudosos o litigiosos sobre inmuebles;
- los actos accesorios de contratos otorgados en escritura pública;
- los demás contratos que, por acuerdo de partes o disposición de la ley, deben ser otorgados en escritura
pública y no correspondan a la categoría formal absoluta. En tales supuestos, aún cuando el acto no se
hubiera celebrado con la forma legalmente exigida, el otorgamiento del instrumento previsto constituye una
obligación de hacer, que puede ser suplida por el juez en representación de quien evidencia una actitud
remisa al cumplimiento de la obligación; ello, en tanto se encuentren cumplidas las contraprestaciones o
asegurado su cumplimiento (art. 1018 CCyC), lo que posibilita la conversión formal del acto, permitiendo que
alcance plenitud en sus efectos.
Ejemplos de contratos contratos con forma relativa: - leasing, sobre inmuebles, buques o aeronaves (art.
1234 CCyC); -contrato de agrupación de colaboración (art. 1455 CCyC);- unión transitoria (art. 1464 CCyC);
- consorcio de cooperación (art. 1473 CCyC); - cesión de derechos hereditarios (arts. 1618, inc. a CCyC); -
cesión de derechos litigiosos referidos a derechos reales sobre inmuebles (art. 1618, inc. b CCyC); - cesión
de derechos derivados de actos instrumentados en escritura pública (art. 1618, inc. c CCyC); - fideicomiso,
cuando se refiere a bienes cuya transferencia debe ser instrumentada en escritura pública.
c) Formas dispuestas con fines probatorios: La inobservancia del recaudo formal no afecta al contrato ni
a su existencia, que podrá ser acreditada por otros medios, inclusive por testigos, si hay imposibilidad de
obtener la prueba de que se cumplió con la formalidad o si existe principio de prueba instrumental
(considerándose tal cualquier cualquier instrumento que emane de la otra parte, de su causante o de parte
interesada en el asunto, que haga verosímil la existencia del contrato) , o comienzo de ejecución.
Ejemplos: locación de cosa inmueble o mueble registrable o de una universalidad que incluya inmuebles o
muebles registrables o de parte material de un inmueble (art. 1188 CCyC); los contratos bancarios (art. 1380
CCyC); el de agencia (art. 1479, último párrafo, párrafo, CCyC); el de fianza (art. 1579 CCyC); el de cesión
de derechos cuando no se refiere refiere a actos que deban otorgarse por escritura pública (art. 1618
CCyC); entre otros.

❖ NOMINADOS E INNOMINADOS

Los contratos son nominados e innominados según que la ley los regule especialmente o no.
Los contratos innominados están regidos, en el siguiente orden:
a) la voluntad de las partes: Los contratantes tienen el derecho de ejercer su libertad para celebrar un
contrato y determinar su contenido dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las
buenas costumbres (art. 958 CCyC). De haber desarrollado las partes una regulación completa del vínculo
contractual innominado, no será necesario efectuar la integración del contenido, por lo que la tarea a
desarrollar se reducirá a la de interpretación del contenido y de los alcances de los enunciados normativos
de autonomía, para determinar cuáles serán sus efectos. Si la regulación no abarcó algún aspecto que
requiere de solución en la etapa funcional, será sí necesario recorrer las distintas alternativas establecidas
en el artículo.
b) las normas generales sobre contratos y obligaciones: Esta disposición conduce a una adecuada
integración del contenido del contrato en términos de lógica del sistema normativo, que exige, por ejemplo,
el respeto de la buena fe (arts. 9° , 729, 961, 1061 CCyC y cc.); excluye el abuso de derecho (art. 10 CCyC)
o la forma específica de este, constituida por el abuso de posición dominante (art. 11 CCyC) y posibilita una
razonable interpretación, con base en la intención común de las partes.
c) los usos y prácticas del lugar de celebración: Los usos, prácticas y costumbres del lugar de celebración
del contrato resultan un elemento integrador valioso, siempre que no sean contrarios a derecho o que su
aplicación sea irrazonable (arts. 1° y 964, inc. c, CCyC).
d) las disposiciones correspondientes a los contratos nominados afines que son compatibles y se adecuan a
su finalidad: Si no resultó posible completar la integración del contenido por vía de lo pautado en los incisos
anteriores, debe efectuarse aplicación analógica de las previsiones establecidas para contratos nominados
que resulten afines, ponderando la finalidad perseguida por las partes. De advertir que prevalecen
elementos de un determinado contrato, corresponde aplicar el criterio de absorción y adoptar sus normas
para la integración; si lo que se verifica es la presencia de elementos de varios contratos nominados, cabe
aplicar el criterio de la combinación, que permite al juez construir las normas para el caso, con base en
elementos de los tipos contractuales aplicables.
Lo que va a determinar que un contrato sea nominado será su sujeción a la disciplina de alguno de los
contratos que cuenten con regulación legal, según la naturaleza del acto y no la denominación que le
hubieran asignado las partes. Lo nominado es lo que recibe nombre y hay contratos (ej.: de garaje, el de
hospedaje, el de publicidad, etc) que pueden ser claramente conceptualizados a través de una
denominación de aceptación social, aún cuando carecen de regulación legal específica.

SUPRESIÓN DE LA CATEGORÍA DE LOS CONTRATOS REALES

En el Capítulo 2, sobre las clasificaciones de los contratos, se destaca la derogación de la retrógrada


categoría de los contratos reales. En efecto, la clasificación entre contratos consensuales y reales constituía
un antiguo resabio de las clasificaciones de los contratos del derecho romano. La clasificación de los
contratos reales creaba una inmensa injusticia cuando las partes acordaban respecto un contrato real, pero
luego por la falta de entrega de la cosa objeto del mismo, se carecía de acción para reclamar el
cumplimiento del acuerdo. Esta injusticia se supera con la eliminación de aquella categoría de contratos
reales.

CLÁUSULAS CONTRACTUALES ALEATORIAS (SEÑA, CLÁUSULA PENAL)

La Sección 5ª del Capítulo “Efectos” refiere al tratamiento de la seña, señal o arras. Cabe recordar que la
regulación actual de la seña era diametralmente diversa en la previsión del Código Civil y en el Código
Comercial, puesto que el primero preveía la seña como facultad de arrepentimiento (seña penitencial) y, en
cambio, en el Código de Comercio se regula la seña con efecto confirmatorio (seña confirmatoria). Esta era
una situación incomprensible y que causaba incertidumbre entre los contratantes. La previsión del CCyC
apunta a una regulación uniforme de la seña, en principio y salvo estipulación en contrario, como seña
confirmatoria.
“ARTÍCULO 1059. Disposiciones generales. La entrega de señal o arras se interpreta como confirmatoria
del acto, excepto que las partes convengan la facultad de arrepentirse; en tal caso, quien entregó la señal la
pierde en beneficio de la otra, y quien la recibió, debe restituirla doblada.”
“ARTÍCULO 1060. Modalidad. Como señal o arras pueden entregarse dinero o cosas muebles. Si es de la
misma especie que lo que debe darse por el contrato, la señal se tiene como parte de la prestación si el
contrato se cumple; pero no si ella es de diferente especie o si la obligación es de hacer o no hacer.”

Se denomina seña, señal o arras a la entrega de una cosa mueble o de una suma de dinero que una de las
partes contratantes realiza a favor de la otra u otras, con alguna de las siguientes finalidades: reforzar el
cumplimiento o permitir el arrepentimiento de cualquiera de los contratantes.
Se trata de un elemento accidental de los contratos bilaterales y plurilaterales. Su estipulación no requiere
de fórmulas sacramentales, sino de la entrega de una cosa, que puede realizarse en cualquier momento
antes del cumplimiento; esto es, antes de la celebración, en forma contemporánea con ello o luego, para
reforzar el compromiso asumido.
El carácter confirmatorio de la seña determina que ella constituya una señal de la conclusión de un acuerdo
en firme, que robustece el vínculo jurídico establecido entre las partes.
Si las partes determinan que las arras son entregadas con la facultad de arrepentirse, dicho arrepentimiento
podrá tener lugar hasta que se dé principio de ejecución a las obligaciones establecidas en el contrato, por
vía de la realización de actos que no tendrían lugar de no ser la intención de las partes avanzar en el
cumplimiento —por ejemplo, designación del escribano que habrá de intervenir en el otorgamiento de una
escritura; depósito del saldo de precio; envío de instrucciones especiales para la entrega, etc., conformadas
por la contraria—.
En cuanto a la forma de operarse, variará según cuál sea la parte que se arrepiente. Si es quien entregó las
arras, el arrepentimiento generará la pérdida en beneficio de la contraria de lo entregado. Si es quien las
recibió, deberá entregar al constituyente el doble de lo recibido. Nada obsta a que las partes convengan otro
régimen para regular la posibilidad de arrepentimiento. La seña opera, en este caso, como una condición
resolutoria.

CONTRATOS CONEXOS

Se definen así aquellos contratos que se hallan vinculados por la finalidad económica común (art. 1073) y el
efecto fundamental entre ellos es que un contratante puede oponer excepciones de incumplimiento aun
frente a la inejecución de obligaciones ajenas a su contrato (art. 1075).
“ARTÍCULO 1073. Definición. Hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan vinculados
entre sí por una finalidad económica común previamente establecida, de modo que uno de ellos ha sido
determinante del otro para el logro del resultado perseguido. Esta finalidad puede ser establecida por la ley,
expresamente pactada, o derivada de la interpretación, conforme con lo que se dispone en el artículo 1074.”
Es el típico caso del contrato de compraventa que es facilitado por el mutuo que permite dicha adquisición.
Otro supuesto usual de conexidad se da en el contrato de tarjeta de crédito, en cuyo sistema se viabilizan
diversas contrataciones (compraventas, locaciones, etc.), permitiendo al tarjetahabiente o usuario titular
efectuar dichas operaciones a crédito o difiriendo los pagos por un plazo preestablecido con el emisor.
La definición netamente descriptiva que propone el art. 1073 CCyC se integra con dos elementos
configurantes: la pluralidad (dos o más contratos autónomos) y la finalidad económica común (el objetivo
supracontractual).
El primero de los elementos es que existan dos o más contratos coligados o dependientes. Esto significa
que aun cuando se trata de negocios aparentemente autónomos, todos tienden o procuran el logro de un
resultado común o negocio único, que no se podría alcanzar sin la interacción de cada uno de dichos
contratos.
No se exige simultaneidad temporal ni instrumentación única. Por lo general, la instrumentación es sucesiva
o casi simultánea (se firma el contrato de compraventa e inmediatamente después el mutuo), más la
instrumentación es variada o múltiple y esto último es lo que presenta dificultades.
El otro requisito o elemento necesario para la conexidad reside en la finalidad económica común
previamente establecida. Esa finalidad económica supracontractual es distinta de la causa fuente y causa fin
de cada contrato conectado.
Cada uno de los contratos bien podrá presentar un objetivo concretamente identificable y hasta
aparentemente autónomo, más existe un motivo generalmente recóndito o, por lo menos, diferente al de
cada negocio individual, que lleva a las partes a buscar una interrelación o establecer un sistema o red para
alcanzar un único y diferente objetivo al de cada negocio individual.
Es por ello que la ley busca regular la situación de aquellos contratos independientemente celebrados pero
que confluyen en la búsqueda de una finalidad inicialmente preestablecida, cuya persecución supone que la
celebración de uno será determinante de la celebración del otro u otros contratos. La conexidad estará dada
por el grado de funcionalidad que cada contrato tenga correlativamente con los otros a fin de alcanzar el
objetivo común.
El art. 1073 CCyC establece como fuentes de la finalidad económica común perseguida por la conexidad, a
la ley o la autonomía de la voluntad. Eso es lo que marca el artículo al remitirse directamente a la
legislación, lo pactado por los contratantes o lo que surgiese de la interpretación contextual.
Así, la conexión contractual podrá ser determinada por la legislación que pudiera aludir a algún sistema o
grupo de contratos dirigidos a la búsqueda de una finalidad. También podrá ser establecida tal conexidad
por la voluntad expresa o tácita de los contratantes.
El primero de los supuestos no presentará dudas en la medida de que los contratantes denuncien
claramente la finalidad común perseguida y el papel que cada contrato individual representa en dicha
persecución.
Por fin, en caso de dudas o en los que nada adviertan los contratantes, la interpretación contextual definirá
la existencia de dicho objetivo común o, alternativamente, falta de conexión en pos de dicho resultado.

“ARTÍCULO 1074. Interpretación. Los contratos conexos deben ser interpretados los unos por medio de
los otros, atribuyéndoles el sentido apropiado que surge del grupo de contratos, su función económica y el
resultado perseguido.”
El principio contextual aplicable a la interpretación de los contratos en general (art. 1064 CCyC) se hace
extensivo a los contratos conexos.
La interpretación contextual por medio de la cual se exige analizar el acto en su conjunto remite al análisis e
interpretación de las cláusulas de un contrato confrontándolas con las restantes que lo componen y
establece que cabe efectuar un análisis del contexto en que ha sido celebrado y debería ser cumplido. Igual
principio se plasma para los contratos conexos, al disponer que su interpretación deberá efectuarse uno por
medio de los otros, atendiendo a su función y resultado económico general, o sea que será necesaria una
apreciación dentro de un marco global y no meramente individual que, por escaso, no reflejará la verdad
objetiva.

“ARTÍCULO 1075. Efectos. Según las circunstancias, probada la conexidad, un contratante puede oponer
las excepciones de incumplimiento total, parcial o defectuoso, aún frente a la inejecución de obligaciones
ajenas a su contrato. Atendiendo al principio de la conservación, la misma regla se aplica cuando la
extinción de uno de los contratos produce la frustración de la finalidad económica común.”
La idea de que los efectos contractuales son relativos y sólo se proyectan respecto de los contratantes cede
también en esta nueva regla destinada a proteger al consumidor, el que es el protagonista más débil en todo
el sistema contractual conectado. La tradicional relatividad es arrasada y, en esta materia (los contratos
conexos), los efectos se propagarán a todos los contratantes. Por lógica consecuencia de ello, las defensas
podrán ser oponibles a cualquiera de dichos protagonistas por igual y con solo demostrar la conexidad.

2. OTRAS CLASIFICACIONES DOCTRINARIAS

FIGURAS TÍPICAS, ATÍPICAS Y COMPLEJAS

CONTRATOS POR ADHESIÓN A CLÁUSULAS GENERALES

El contrato por adhesión es aquel mediante el cual uno de los contratantes adhiere a cláusulas generales
predispuestas unilateralmente, por la otra parte o por un tercero, sin que el adherente haya participado en su
redacción. (art. 984 CCyC).
El contrato por adhesión a cláusulas predispuestas o condiciones generales es aquel en que la
configuración interna del mismo (reglas de autonomía) es dispuesta anticipadamente solo por una de las
partes (predisponente, profesional, proveedor, empresario, etc.), de modo que si la otra decide contratar,
debe hacerlo sobre la base de aquel contenido. Lo expuesto constituye una restricción al principio de
libertad de contratación, en perjuicio de quien contrata con una empresa creadora del texto contractual.

❖ Características principales:

- Aparece una restricción al principio de libertad de contratación;


- Unilateralidad: la configuración interna del contrato viene modelada solo por una de las partes,
precisamente identificada como el predisponente, lo que significa que el adherente no participa en la
redacción ni influye en su contenido.
- Rigidez: ello significa que su contraparte carece del poder de negociación consistente en contar con la
posibilidad de discutir o en intentar influir en la redacción del contrato o tan siquiera de una cláusula.
- Poder de negociación a favor del predisponerte: la predisposición contractual es inherente al poder de
negociación que concentra el “profesional”, y que generalmente (no siempre) coincide con la disparidad de
fuerzas económicas.
- Riesgo de aprovecharse de tal circunstancia para consolidarlo a través de cláusulas inequitativas
contrarias al adherente;
- La bilateralidad del contenido del vínculo, queda sustituida por un simple acto de adhesión a un esquema
predeterminado unilateralmente.

La configuración interna del contrato viene modelada solo por una de las partes: el “predisponerte” → el adherente no
participa en la redacción ni influye en su contenido.
El esquema del contrato viene predeterminado por el empresario → la contraparte carece del poder de negociación.
La alternativa de la que dispone el adherente consiste en no contratar (excepcionalmente), pues
habitualmente se halla en estado de compulsión, del cual no puede sustraerse, pues necesita del bien o
servicio que presta el predisponente.
- La existencia de un riesgo: predisponente reafirma su fuerza mediante cláusulas que lo favorecen,
“obteniendo resultados que nunca alcanzarían a través de una libre discusión con el cliente”.

❖ Formación del contrato:

A) El predisponente provee al oferente una solicitud de propuesta ya impresa, reservándose, obviamente, el


derecho de aceptarla o no.
B) El consumidor o usuario, oferente o adherente, con la firma de la propuesta inicia el iter formativo, pues
con ella emite su declaración recepticia de voluntad, dirigida a iniciar la formación definitiva del contrato.
De lo expuesto surge que la etapa a la que hemos hecho referencia (la inicial), la del consumidor que
adhiere, presupone que hasta ese momento no hay contrato nacido a la vida jurídica.
En efecto, sería contrario a la realidad ignorar que la solicitud u oferta que contiene las condiciones
generales es creación (se origina por obra) del predisponente; de tal suerte que el formulario participa de la
naturaleza de una invitación colectiva (indeterminada) y permanente a proponer. Hasta entonces solo existe
un acto preparatorio emanado del predisponente.
La realidad constata todo lo contrario: aun cuando la oferta esté constituida por una solicitud cuyo contenido
ha sido predispuesto por el profesional o empresario, ello no comporta para él obstáculo alguno que le
impida reservarse y/o ejercitar el derecho de aceptarla o no.
C) La aceptación del predisponente hace perfecto el contrato. Lo expresado presupone que el consumidor
previamente ha adherido al texto de las condiciones generales predispuestas que le fueron suministradas
por el primero. Y si el contrato alcanza a perfeccionarse es porque el profesional o empresario acepta la
oferta en su plenitud.

❖ Requisitos (art 985 CCyC):

- Las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles y autosuficientes.


- La redacción debe ser clara, completa y fácilmente legible.
- Se tienen por no convenidas aquellas que efectúan un reenvío a textos o documentos que no se facilitan a
la contraparte del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato.
- La presente disposición es aplicable a la contratación telefónica, electrónica o similares.

❖ Cláusulas:
- Cláusulas particulares: son aquellas que, negociadas individualmente, amplían, limitan, suprimen o
interpretan una cláusula general. En caso de incompatibilidad entre cláusulas generales y particulares,
prevalecen estas últimas. (art 986 CCyC).
- Las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se interpretan en sentido contrario a la parte
predisponente. (art. 987 CCyC).
- Cláusulas abusivas: se deben tener por no escritas:
a) las cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente;
b) las que importan renuncia o restricción a los derechos del adherente, o amplían derechos del
predisponente que resultan de normas supletorias;
c) las que por su contenido, redacción o presentación, no son razonablemente previsibles.
El juez ante una cláusula abusiva puede:
a) establecer, con base en lo pautado en el art. 987 CCyC, una interpretación que le reste toda potencialidad
lesiva de los derechos del adherente;
b) declarar la nulidad de la disposición.
Es importante preservar la cláusula sin que de ello se derive afectación a los derechos del adherente, por
aplicación del principio general de conservación del contrato.
Si no es posible la solución interpretativa, y en tanto no se trate de una cláusula medular del contrato, cuya
invalidación acarrearía la de este en su integridad, el juez debe declarar la nulidad parcial, integrando el
contenido según las reglas enunciadas en el art. 964 CCyC.
Las cláusulas abusivas constituyen uno de los temas de importancia en las relaciones de consumo, siendo
de efectos macroeconómicos en las contrataciones civiles y comerciales representando daños y perjuicios a
los consumidores y originando costos económicos y sociales.
Una primera definición sobre cláusula abusiva seria aquella cuyo contenido va en contra de las exigencias
de la buena fe del consumidor y que en detrimento del consumidor, produce un desequilibrio importante e
injustificado de las obligaciones contractuales y puede asumir el carácter de condición general o no, ya que
también puede darse en contrataciones particulares cuando no exista negociación individual de sus
cláusulas, esto es, en contratos de adhesión particulares.
Las cláusulas abusivas se encuentran reguladas por el nuevo Código Civil en Capitulo 4 en los artículos
1117 hasta el art.1122 .
En caso de ser el contrato celebrado por adhesión a cláusulas predispuestas, también un contrato de
consumo, la integración deberá ajustarse a:
- lo previsto en el art. 1122, inc. c, CCyC y,
- de tratarse de una situación jurídica abusiva derivada de contratos conexos, a lo pautado en el art. 1075
CC yC, en razón de la remisión efectuada en el inc. d del mencionado art. 1122 CCyC.

CONTRATOS CON CLÁUSULAS O CONDICIONES GENERALES

CLASIFICACIÓN ECONÓMICA FUNCIONAL

NATURALEZA DE LAS CONDICIONES GENERALES DE CONTRATACIÓN

Determinar cuál es la naturaleza jurídica de las cláusulas predispuestas tiene consecuencias prácticas en
orden a:
a) la interpretación de las mismas. Distintas serán las reglas o directivas a las que habrá de acudirse según
optemos por la concepción normativa o por la contractualista;
b) los límites impuestos a la autonomía de la voluntad por el derecho objetivo, muy especialmente el
configurado por las normas imperativas y las semi-imperativas.

Tesis Normativa

Afirma que las condiciones generales de la contratación, por el dato de su obligatoriedad indiscutible para
las partes y por su trascendencia al suplir las lagunas de la ley en sectores enteros del tráfico mercantil,
ofrecen un carácter muy semejante al de la ley.
Agrega que, para decidir sobre la naturaleza de estas condiciones generales de contratación, habrá que
considerar su grado de difusión y objetividad y, cuando este sea muy amplio, dichas condiciones podrían
asimilarse al uso mercantil normativo.
Sus sostenedores concluyen señalando que son fuente de derecho consuetudinario y que, ejemplificando
con el contrato de seguro, suministran el contenido uniforme en cada riesgo de todos los contratos (ramas)
posibles.
A la crítica que se formula a la tesis normativa podríamos sistematizarla así:
a) El Estado de derecho es incompatible con la atribución a los empresarios de un privilegiado poder
normativo.
b) Las condiciones generales carecen de los caracteres internos y externos de la norma de derecho
objetivo. Les falta la validez normativa, la obligatoriedad del derecho objetivo, puesto que el empresario que
las establece no está facultado para crear derecho.
c) Las condiciones generales de póliza aprobadas por la autoridad de control no transforma su naturaleza
jurídica, ni tiene por efecto hacer del acto aprobado un acto del aprobante, pues la aprobación no es un
elemento integrante del acto, sino que se agrega a este y mantiene su independencia. En esa dirección, se
tiene expresado que el carácter contractual de las condiciones generales no se ve obstaculizado porque las
cláusulas hayan sido aprobadas por la autoridad administrativa (en el caso, la Superintendencia de Seguros
de la Nación), pues tal dato no mueve a concluir que las mismas hayan sido elevadas al plano legislativo o
que tengan eficacia per se para derogar las disposiciones imperativas que las contradigan.
d) Las condiciones generales de póliza no constituyen usos, pues no importan una expresión de voluntad
generalizada, como lo es la ley, sino una expresión unilateral, la de quien las elabora, en contradicción con
la voluntad y sentir de los clientes. Por lo demás, los usos tienen un nacimiento anónimo, al contrario de lo
que acontece con las condiciones generales, que son obra de empresas que aparecen identificadas.
e) La calificación de las condiciones generales como ius ex contractus favorece su inimpugnabilidad, pues la
tendencia a “normativizar” el contenido de ellas no responde a un academicismo gratuito, sino a la
interesada necesidad de obstaculizar aquella censura jurisdiccional.

Tesis Contractualista

Quienes afirman que las condiciones generales de póliza constituyen derecho contractual sustentan la tesis
en las siguientes consideraciones:
a) Son el conjunto de reglas que un particular (empresario, grupo o rama de industriales o comerciantes) ha
establecido para fijar el contenido de los contratos que, sobre un determinado tipo de prestaciones, se
propone celebrar. Ello significa que, perfeccionado el contrato, son cláusulas contractuales.
b) En la misma línea de reflexión se señala que la circunstancia de que las condiciones generales hayan
sido creadas por una sola de las partes no excluye su carácter contractual. Es que, partiendo de la base de
que hay contrato cuando una persona acepta la oferta que otra hace, la adhesión, desde el punto de vista
jurídico, no puede ser distinguida de la aceptación de una oferta, pues en los contratos por adhesión hay
una verdadera prestación de consentimiento donde el vínculo contractual se genera voluntaria y libremente.
c) La circunstancia de que no se vean precedidas de tratativas previas no invalida la tesis contractualista,
pues la ley no exige que el acuerdo contractual sea el precipitado de una libre discusión y de largos tratos;
sobre todo —se señala—, ningún texto exige que las dos partes tengan una intervención igual en la génesis
del contrato; todo lo que se exige es que ambos interesados consientan, que exista acuerdo entre ellos en
punto al nacimiento de las obligaciones.
d) El capítulo referido a las condiciones generales aparece en escena simultáneamente con el desarrollo de
los contratos por adhesión, de allí que se las haya calificado muy gráficamente como las “cláusulas de un
contrato redactado por adelantado”.
Se apoya a la tesis contractualista. En una primera aproximación al tema, debemos comenzar por señalar
que la posición que adoptamos surge del reconocimiento de algunas premisas esenciales:
a) Las condiciones generales vinculan a las partes en los términos (y con las limitaciones) del art. 1197 CC,
aun cuando su contenido no sea factible de ser discutido, y la adhesión deba serlo en bloque, a la totalidad
del contenido predispuesto. Lo expresado se hace extensivo aún a los contratos cuyas condiciones
generales deban ser aprobadas previamente por la autoridad administrativa, pues tal aprobación solo
significa que el órgano de control “no tiene nada que oponer” al contenido del contrato.
b) Los empresarios carecen de poder normativo. Este argumento que, si se quiere, es de carácter
constitucional, conduce por sí solo al rechazo de la tesis normativa.
c) En lo que a nuestro tema se refiere, no existe posibilidad jurídica de un vínculo entre predisponente y
adherente cuya fuente no sea la norma jurídica o el contrato. Si las condiciones generales o cláusulas
predispuestas no constituyen derecho objetivo, va de suyo que deben ser consideradas derecho contractual.
A las otras razones que, a mayor abundamiento, suministramos en apoyo de nuestra postura podríamos
agruparlas de la siguiente manera:
a) El contrato por adhesión a condiciones generales pone en evidencia que las partes ostentan distinto
poder de negociación —de allí que se contraponga al “contratante fuerte” con el “contratante débil”—, pero
la estructura del contrato se mantiene inalterable.
b) El consumidor o usuario emite una oferta cuyo contenido ha sido predispuesto por el empresario en
formularios impresos. El contrato se perfecciona una vez que el predisponente emite su declaración de
voluntad consistente en una oferta o solicitud redactada sobre las bases dispuestas anticipadamente por el
empresario y que este la acepte.
c) La naturaleza íntima del contrato no se modifica. Queremos decir que la formación del acto, consistente
en la adhesión a un contenido predeterminado con anterioridad y no discutido previamente, no priva al
negocio de su naturaleza contractual pues, en definitiva, hay una declaración sobre la cual las dos partes
consienten, no pudiendo desconocerse que la adhesión, aunque consista en la aceptación incondicionada
de pactos establecidos por otro, es, al menos formalmente, un acto de libre voluntad que no puede ser
constreñido.
d) La necesidad de que se adhiere libremente a un esquema predispuesto por otro configura a las
condiciones generales como derecho contractual, pues sería innecesaria la adhesión si estas fuesen
normas objetivas.

GARANTÍA DEL ARTÍCULO 42 DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL

“Artículo 42.- Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de
consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y
veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno.
Las autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la defensa
de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los monopolios naturales y
legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos, y a la constitución de asociaciones de
consumidores y de usuarios.
La legislación establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos, y los marcos
regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la necesaria participación de las
asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas, en los organismos de control.”

CONTRATOS DE CONSUMO

El art. 1092 CCyC define Relación de Consumo, como “Es el vínculo jurídico entre un proveedor y un
consumidor”, el que podrá tener fuente contractual o no. Esta frase indica que el legislador buscó ampliar el
ámbito de aplicación de la LDC y del CCC y no ceñirse a la existencia o no de un contrato de consumo.
En consecuencia, la noción de relación de consumo es más amplia que la de contrato de consumo y amplía
notablemente la legitimación activa, al unificar, de hecho, aspectos propios de las órbitas contractual y
extracontractual. El art. 1092 (2º Párr.) determina: “Queda equiparado al consumidor quien, sin ser parte de
una relación de consumo como consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios, en
forma gratuita u onerosa, como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social”.
El contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor o usuario final con una persona humana o
jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con una empresa productora de bienes o prestadora de
servicios, pública o privada, que tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por
parte de los consumidores o usuarios, para su uso privado, familiar o social (art 1093 CCyC).
Las normas que regulan las relaciones de consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el
principio de protección del consumidor y el de acceso al consumo sustentable.
En caso de duda sobre la interpretación de este Código o las leyes especiales, prevalece la más favorable al
consumidor. (1094 CCyC)
El contrato se interpreta en el sentido más favorable para el consumidor.
Cuando existen dudas sobre los alcances de su obligación, se adopta la que sea menos gravosa (1095
CCyC).

❖ Normas generales de interpretación:

- Autonomía de la voluntad: Las partes son libres para celebrar un contrato y determinar su contenido,
dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres. (art. 958
CCyC)
- Buena Fe: El contrato debe interpretarse conforme a la intención común de las partes y al principio de la
buena fe.(art. 1061 CCyC).
- Doctrina de los propios actos: La interpretación debe proteger la confianza y la lealtad que las partes se
deben recíprocamente, siendo inadmisible la contradicción con una conducta jurídicamente relevante, previa
y propia del mismo sujeto. (art. 1067 CCyC)

❖ Normas especiales:

- In dubio pro consumidor: En caso de duda sobre la interpretación de los principios que establece esta ley
prevalecerá la más favorable al consumidor” (art. 3 – LDC).
- Contra proferentem: La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable para el consumidor.
Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos gravosa. (art. 37 –
LDC)
Las nuevas leyes supletorias no son aplicables a los contratos en curso de ejecución, con excepción de las
normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo. (art. 7 CCyC).
Cuando por disposición legal o convencional se establece expresamente una interpretación restrictiva, debe
estarse a la literalidad de los términos utilizados al manifestar la voluntad. Este artículo no es aplicable a las
obligaciones del predisponente y del proveedor en los contratos por adhesión y en los de consumo,
respectivamente (art. 1062 CCyC).

❖ Publicidad:

Está prohibida toda publicidad que:


a) contenga indicaciones falsas o de tal naturaleza que induzcan o puedan inducir a error al consumidor,
cuando recaigan sobre elementos esenciales del producto o servicio;
b) efectúe comparaciones de bienes o servicios cuando sean de naturaleza tal que conduzcan a error al
consumidor;
c) sea abusiva, discriminatoria o induzca al consumidor a comportarse de forma perjudicial o peligrosa para
su salud o seguridad (art 1101 CCyC).
Los consumidores afectados o quienes resulten legalmente legitimados pueden solicitar al juez:
a) la cesación de la publicidad ilícita,
b) la publicación, a cargo del demandado, de anuncios rectificatorios y, en su caso, de la sentencia
condenatoria. (art 1102 CCyC).
La publicidad engañosa, la comparativa y la abusiva se hallan prohibidas, por lo que la conducta de su autor
es antijurídica en los términos del art. 1717 CC yC, por lo que este se halla obligado a reparar el daño
causado (art. 1716 CC yC).

UBICACIÓN METODOLÓGICA DE LOS CONTRATOS DE CONSUMO

UBICACIÓN EN LEGISLACIÓN EXTRANJERA


3. UTILIDAD DE LAS CLASIFICACIONES
CONSECUENCIAS PROPIAS DE CADA CATEGORÍA

4. ELEMENTOS DE LOS CONTRATOS

● ESENCIALES: sujeto, objeto, causa, forma.


● NATURALES: vicios redhibitorios. ACCIDENTALES: condición, plazo
(suspensivo/resolutorio), modo.

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