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Metodología.

El CCyC aborda la materia de los contratos en el Libro Tercero, dedica do a los


Derechos Personales, cuyo Título II contiene la regulación de los “Contratos en general”,
encontrándose el Título III dedicado a los “Contratos de consumo” y el Título IV, a los
“Contratos en particular”

La definición del art. 957. Por lo dicho, en el art. 957 del CCyC se establece una definición del
contrato, en los siguientes términos: “Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más
partes manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir
relaciones jurídicas patrimoniales”.

El contrato como acto jurídico. Se precisa la naturaleza de acto jurídico del contrato que,
como tal, puede ser bilateral o plurilateral, pues requiere dos o más declaraciones de voluntad
contrapuestas coincidentes en aspectos comunes, encuentro que genera el consentimiento,
base germinal de todo desarrollo contractual.

Las partes del contrato. Al hablarse de “partes”, se alude técnicamente a sectores con un
interés distinto, aun cuando cada uno de ellos esté conformado por una persona o por una
pluralidad de ellas —por ejemplo, los condóminos que in tegran la parte vendedora en una
compraventa— y queda establecido que el acto jurídico de que se trate debe tener por objeto
operaciones negociales de carácter patrimonial, en términos de valoración de utilidad
económica, aun cuando la parte que celebra el contrato sea movida por un interés de otra
naturaleza, como puede ser un impulso moral. Dice el CCyC al respecto: 1023.- Parte del
contrato. Se considera parte del contrato a quien: a) lo otorga a nombre propio, aunque lo
haga en interés ajeno; b) es representado por un otorgante que actúa en su nombre e interés;
c) manifiesta la voluntad contractual, aunque ésta sea transmitida por un corredor o por un
agente sin representación.

La finalidad en el contrato. Está ínsita en la definición ya citada: “acto jurídico mediante el cual
dos o más partes manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o
extinguir relaciones jurídicas patrimoniales”.

Contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales. La Sección 2ª prevé una de las
incorporaciones más requeridas en la parte general de los contratos, la regulación de los
contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales. Para quedar comprendido en la
regulación de esta sección el contrato debe estar elaborado por una de las partes de manera
general para sus relaciones contractuales, y la otra parte solo adherir. Es decir, las
características de estos contratos son: a) su predisposición y b) la generalidad de tales reglas
predispuestas. Se establecen una serie de requisitos que buscan evitar términos abusivos
introducidos por la parte predisponente 985.- Requisitos. Las cláusulas generales
predispuestas deben ser comprensibles y autosuficientes. La redacción debe ser clara,
completa y fácilmente legible. Se tienen por no convenidas aquellas que efectúan un reenvío a
textos o documentos que no se facilitan a la contraparte del predisponente, previa o
simultáneamente a la conclusión del contrato.

Clasificación de los contratos: categorías mencionadas en el Libro III, Título II, Capítulo 2.

Consensualidad general. En el CCyC todos los contratos son consensuales, por lo que quedan
perfeccionados con el acuerdo de partes; se elimina la categoría de los contratos reales (que se
perfeccionaban con la entrega de una cosa) legislada por Vélez Sársfield en el Código
derogado. Con ello, el sistema normativo se adecua a las prácticas sociales y a lo que las
personas no expertas suelen de buena fe interpretar con relación a ellas, pues es claro que
actualmente quien negociaba un mutuo (préstamo) y desconocía su carácter de contrato real,
habitualmente considera que queda perfeccionado desde que el mutuante asumía el
compromiso de la entrega del dinero y no desde que éste le es efectivamente entregado.

Contratos unilaterales, bilaterales y plurilaterales. Esta distinción se encuentra establecida en


el art. 966. Se mantiene el criterio según el cual los contratos son unilaterales cuando sólo una
de las partes se obliga hacia la otra sin que ésta quede obligada, y bilaterales cuando las
distintas partes de un contrato se obligan recíprocamente, lo que determina que se pueda
también verificar la existencia de un contrato plurilateral.

 En la regulación del CCyC son unilaterales: la donación (art. 1542), el mandato gratuito (arts.
1319 y 1322), la fianza (arts. 1574), el depósito gratuito (art. 1356), el mutuo gratuito (art.
1525) y el comodato (art. 1533).  Son bilaterales, entre otros, la compraventa (art. 1123); la
permuta (art. 1171), el suministro (art. 1176), la locación (art. 1187), el leasing (art. 1227), el
contrato de obra o de servicios (art. 1251), el transporte (art. 1280), el de consignación (art.
1335) y el de corretaje (art. 1345).  Cabe advertir que los primeros serán unilaterales como
contratos, pues como actos jurídicos serán siempre bilaterales. Tanto los contratos unilaterales
como los bilaterales son especies del género acto jurídico bilateral.

La determinación acerca de si un contrato es unilateral o bilateral se hace según los términos


de la relación jurídica al momento de su celebración; si da nacimiento a obligaciones
recíprocas, será bilateral; y si una sola de las partes queda obligada hacia la otra, unilateral.
Puede que un contrato unilateral genere, en etapa funcional, obligaciones a cargo de la parte
acreedora de la única prestación —como el pago de gastos—, pero se trata de consecuencias
accidentales que no inciden en el encuadre original del contrato. En el régimen del CCyC, son
efectos propios de los contratos bilaterales:  la aplicación del instituto de la lesión (art. 332); 
la posibilidad de aplicación de la suspensión del cumplimiento (art. 1031);  la aplicación del
instituto de la tutela preventiva —suspensión del propio cumplimiento cuando existe grave
amenaza de daño para los derechos propios porque la otra parte sufrió un menoscabo
significativo en su aptitud para cum plir o en su solvencia— (art. 1032);  la extinción por
declaración unilateral de voluntad de una de las partes contratantes, en los términos
establecidos en los arts. 1079, 1080, 1081 y conc.; y  la resolución total o parcial por
incumplimiento de la otra parte (arts. 1083, 1084 y conc.), sea con base en una cláusula
resolutoria expresa (art. 1086) o en razón del procedimiento previsto para el ejercicio de la
cláusula resolutoria implícita (arts. 1087, 1088 y 1089).

Contratos plurilaterales. Son contratos plurilaterales los que nacen de la concurrencia de la


manifestación negocial de tres o más partes y en los que las prestaciones de cada una de ellas
van dirigidas a la consecución de un fin común.

Contratos a título oneroso y a título gratuito. La distinción, existente en el Código Civil, se


mantiene en el art. 967 del CCyC. Ella opera sobre la base del interés que mueve a las partes a
obligarse. En los contratos a título oneroso, las contraprestaciones se hallan en relación de
causalidad, por lo que el sacrificio de una parte tiene como contraprestación un beneficio que
no necesariamente tiene que ir dirigido a la otra, pues puede ser concedido a favor de un
tercero. Si sólo una de las partes tiene interés al celebrar el contrato, éste será gratuito; y si lo
tienen todas, será oneroso. Por ello, son onerosos los con tratos bilaterales; pero también
pueden serlo otros, unilaterales, como la donación remuneratoria. Por lo general, nuestro
sistema resuelve las dudas que pueden existir sobre la naturaleza gratuita u onerosa de un
acto, a favor de la onerosidad .
Contratos conmutativos y aleatorios. Dentro de la categoría de los contratos a título oneroso,
establecida en el art. 968, se encuentran los contratos conmutativos y los aleatorios: Los
contratos a título oneroso son conmutativos cuando las ventajas para todos los contratantes
son ciertas. en aquéllos las obligaciones a cargo de cada una de las partes pueden ser
determinadas con cierto grado de certeza cualitativa y cuantitativa, al tiempo del
perfeccionamiento del consentimiento; son aleatorios, cuando las ventajas o las pérdidas, para
uno de ellos o para todos, dependen de un acontecimiento incierto ts. 1527y en éstos, las
pérdidas o las ventajas para una o para todas las partes involucradas, dependen de un
acontecimiento incierto.

Contratos nominados e innominados. Según se establece en el art. 970 del CCyC, también los
contratos pue den ser nominados o innominados, dependiendo de la existencia de re gulación
legal.

El CCyC establece en el art. 970 que esos contratos, a los que se califica como “innominados”
—porque carecen de un nomen juris— sean regidos por el siguiente orden de prelación
interno: a) la voluntad de las partes; b) las normas generales sobre contratos y obligaciones; c)
los usos y prácticas del lugar de celebración; d) las disposiciones correspondientes a los
contratos nominados afines que son compatibles y se adecuan a su finalidad.

Otras categorías contractuales mencionadas en el CCyC. Fuera del Capítulo expresamente


dedicado al enunciado de la clasificación de los contratos, en el CCyC se hace mención a otras
categorías de contratos, estableciendo aspectos básicos de su régimen normativo. Entre ellas,
he considerado pertinente mencionar las que figuran a continuación. Contratos de larga
duración. El CCyC alude también a esta categoría contractual, delimitada por el factor tiempo.
Lo hace en el art. 1011, estipulando que en los contratos de larga duración el tiempo es
esencial para el cumplimiento del objeto, de modo que se produzcan los efectos queridos por
las partes o se satisfaga la necesidad que las indujo a contratar.

Manifestacion de voluntad.

El CCyC, si bien mantiene la terminología de expresión tácita de la voluntad, entendemos que


al definirla toma el concepto que la doctrina acuñó para definir la manifestación indirecta. Así
el art. 262 previene: “Manifestación de la voluntad. Los actos pueden exteriorizarse oralmente,
por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material”. Y el artículo 264:
“Manifestación tácita de voluntad. La manifestación tácita de la voluntad resulta de los actos
por los cuales se la puede conocer con certidumbre. Carece de eficacia cuando la ley o la
conven ción exigen una manifestación expresa”.

En efecto, el art. 286 propone: “Expresión escrita. La expresión escrita pude tener lugar por
instrumentos públicos, o por instrumentos particulares firmados o no firmados, excepto en los
casos en que determinada instru mentación sea impuesta. Puede hacerse constar en cualquier
soporte, siempre que su contenido sea representado con texto inteligible, aunque su lectura
exija medios técnicos”. Y el art. 287 del CCyC prevé: “Instrumentos privados y particulares no
firmados. Los instrumentos particulares pueden estar firmados o no. Si lo están se llaman
instrumentos privados. Si no lo están, se los denomina instrumen tos particulares no firmados;
esta categoría comprende todo es crito no firmado, entre otros, los impresos, los registros
visuales o auditivos de cosas o hechos y, cualquiera que sea el medio em pleado, los registros
de la palabra y de la información”. A su vez, en el art. 288 se contempla que: “Firma. La firma
prueba la autoría de la declaración de voluntad expresada en el texto al cual corresponde.
Debe consistir en el nombre del firmante o en un signo. En los instrumentos generados por
medios electrónicos, el requisito de la firma de una persona queda satisfecho si se utiliza un
método que asegure razonable mente la autoría e inalterabilidad del instrumento”. Podemos
apreciar que la norma prevé nuevas tecnologías que pueden servir como soporte del
instrumento e incorpora la firma digital.

Forma “libre” y forma “impuesta”. “1015. Libertad de formas. Solo son formales los contratos
a los cuales la ley les impone una forma determinada”.

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