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LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1834-1874)

Entre 1833 y 1874 se concreta en España, y en gran parte de Europa, lo esbozado ya por las Cortes de Cádiz: el proceso de
construcción del Estado liberal y la destrucción de las estructuras del Antiguo Régimen. Esos años van desde el inicio del
reinado de Isabel II hasta la Restauración en la figura de su hijo Alfonso XII, con el interesantísimo “corte” del Sexenio
Democrático.
1. Reinado de Isabel II (1833-1868).
Con tres períodos: Regencias de María Cristina (1833-1840) y de Espartero (1840-1843) y reinado de Isabel II 1843-1868).
Siendo menor de edad de Isabel, Mª Cristina de Borbón asumió la Regencia. apoyándose en los liberales – aun sin compartir
su ideología – por ser la única fuerza capaz de mantenerla en el trono, un liberalismo con dos tendencias:
 Los liberales moderados, antiguos doceañistas en el Trienio. Sus principales dirigentes fueron Martínez de la Rosa,
Narváez y Mon, con un programa conservador del gusto de la monarquía: fortalecimiento del poder real y restricción de
las libertades; sufragio censitario restringido, control municipal por el gobierno y rechazo de las reformas que cuestionan el
derecho de propiedad (aunque tras las desamortizaciones no trataron de devolver sus propiedades al clero o a los
ayuntamientos). Su programa se concretará en la Constitución de 1845, la Ley de Ayuntamientos de 1845 y Ley Electoral
de 1846. Sus apoyos son las clases altas del país: terratenientes, grandes industriales, burguesía financiera y comercial,
 Los liberales progresistas, antiguos exaltados, apoyados en las clases medias urbanas, con figuras como Espartero,
Mendizábal, Madoz y Prim, y con este ideario: limitación del poder real, ampliación del sistema de libertades, defensores
de reformas radicales como las desamortizaciones, ampliación del cuerpo electoral mediante un voto censitario más amplio,
elección popular de alcaldes y concejales, liberalismo económico, reducción de la protección arancelaria y creación de una
Milicia Nacional, como garante de las libertades. La mejor concreción de su programa fue la Constitución de 1837.
María Cristina tuvo que enfrentarse a un problema muy grave al inicio de su regencia: la Primera Guerra Carlista (1833-
1839/1840), guerra que tendrá causas dinásticas (problema sucesorio: derecho al trono de Isabel tras aprobar Fernando VII la
Pragmática Sanción que abolía la Ley Sálica de 1713 que excluía del trono a las mujeres; y derechos de Carlos Mª Isidro,
hermano del rey y hasta ese momento su sucesor), e ideológicas: enfrentamiento entre liberales (Mª Cristina /Isabel II) y
absolutistas (Carlos Mª Isidro; una ideología carlista que se encarna en su lema: Dios, patria, rey y fueros). Con episodios
como el Sitio de Bilbao, la Expedición Real carlista a Madrid o la Batalla de Luchana, el Abrazo de Vergara (1839) entre
carlistas (Maroto) y liberales (Espartero) pone fin a la guerra, con dos compromisos clave: los carlistas aceptan a Isabel II y los
liberales respetan el régimen foral. La guerra continuará hasta 1840 en el frente mediterráneo por la negativa de Cabrera a
aceptar el acuerdo. El balance final es de 200.000 muertos (población: 13 millones).
Al primer gobierno de Cea Bermúdez (inmovilismo patente en el Manifiesto de la Reina) le sucede el liderado por Martínez
de la Rosa, liberal moderado que propone el Estatuto Real en 1834, Carta Otorgada que da importantes poderes a la Corona
como convocar y suspender Cortes o el derecho de veto. El descontento del liberalismo progresista culminará en el motín de
los sargentos de la Granja (1836), que obligará a la Regente a suspender ese Estatuto y proclamar la Constitución de 1812.
Así las cosas, María Cristina formó un nuevo gobierno progresista encabezado por Juan Álvarez Mendizábal, anterior
ministro de Hacienda, que puso en marcha una nueva desamortización – España ya las había conocido con Carlos III, José I,
las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal - que consistió básicamente en la expropiación y nacionalización de bienes de la
iglesia para su posterior venta en pública subasta al mejor postor a través del Decreto desamortizador de febrero de 1836 y
de Ley General de 1837. El objetivo era recaudar fondos para el Estado, que estaba en guerra.
Con José María Calatrava como jefe de gobierno se promulga la Constitución de 1837, un texto de compromiso, con
elementos progresistas y concesiones a los moderados, que queda en vigor hasta 1845.
La oposición de la Regente a la Ley de Ayuntamientos de 1840, unido a problemas privados de Mª Cristina, forzaron su
renuncia, dando paso a la Regencia de Espartero (1840-1843). Muy popular al inicio, su excesivo personalismo y
determinadas decisiones (firma de un acuerdo librecambista con Inglaterra que derivó en protestas en Barcelona y su posterior
bombardeo) minaron esta popularidad. Finalmente, un levantamiento encabezado por Narváez precipitó la caída de Espartero.
Desde su precipitado acceso al trono en noviembre de 1843, con solo 14 años, Isabel II mostró su preferencia por los
moderados, Se abría un largo período de predominio de éstos que conocemos como Década Moderada (1844-1854). El
gabinete del General Narváez adopta medidas como la creación de la Guardia Civil (1844), (la Constitución de 1845, de
carácter moderado), la Ley de Ayuntamientos de 1845 (reserva al gobierno el nombramiento de alcaldes), reforma del
sistema fiscal (1845), elaborada por Alejandro Mon, la Ley Electoral de 1846 (crea un verdadero régimen oligárquico, sobre
la base de un sufragio muy restringido que limitó el cuerpo electoral a 97.000 varones mayores de 25 años), el Concordato de
1851.
El poder cada vez más dictatorial de Narváez propició un creciente descontento que culminó en el pronunciamiento del
general O'Donnell en Vicálvaro (Vicalvarada), el cual será acompañado por el denominado Manifiesto de Manzanares,
redactado por un joven Antonio Cánovas del Castillo y firmado por O´Donnell, y que exigía reformas políticas y unas cortes
constituyentes para hacer posible una auténtica regeneración liberal. El éxito del golpe propició la formación de un gobierno
presidido por Espartero. Se inicia el llamado Bienio progresista (1854-1856). Durante este corto período destacaron medidas
como la desamortización general de Madoz en 1855, ahora sobre bienes de los municipios, la convocatoria de Cortes
Constituyentes para elaborar una constitución progresista (Constitución non nata de 1856) y leyes para la modernización
económica del país como la Ley General de Ferrocarriles de 1855. En este período Leopoldo O'Donnell crea la Unión
Liberal, un partido “centrista” que aglutina al sector más avanzado de los moderados y al más moderado de los progresistas.
La agitación social creciente provocó la ruptura entre Espartero y O'Donnell. Nombrado el líder de la Unión Liberal presidente
del gobierno en julio de 1856 se inició un proceso que culmina con la vuelta de Narváez y los moderados al poder en octubre
de 1856. Comienza un “turnismo político”, con Narváez y O’Donnell como hombres fuertes:
- Gobiernos de O’Donnell (1858-1863 / 1865-1866) y su Unión Liberal: La Constitución de 1845 vuelve a estar en vigor y
se le agrega un Acta Adicional que promueves más libertades.
- Narváez (1856-1857/1864-1865/1866-1868). Recorte de libertades (anulación del Acta Adicional) y oposición progresista.
Esta época estuvo marcada por la euforia económica ("boom" de los ferrocarriles) y por un intervencionismo exterior
(guerra de Marruecos, expedición a México o guerra contra Perú y Chile), sin apenas resultados prácticos para el país.
La deriva autoritaria de los gobiernos de Narváez, unido a los efectos de la crisis económica de 1864, acrecentaron el
descontento en la oposición y en las calles. Son los momentos en los que se consolida la figura del general Prim, que urdirá
hasta siete planes contra el sistema, el último de los cuales es el motín del cuartel de San Gil en Madrid en 1866, duramente
reprimido.
El descontento hacia el régimen de Isabel II culmina en agosto de 1866 en el Pacto de Ostende, aceptado por prácticamente
toda la oposición (Partidos Progresista y Demócrata, Republicanos de Pi y Margall, la Unión Liberal de Serrano) y gran parte
del ejército. Su propósito de acabar con la monarquía de Isabel II culminará en la revolución de septiembre de 1868, “La
gloriosa Septembrina”, que supondrá la caída de Isabel II y el inicio del Sexenio democrático (1868-1874).

2. El Sexenio democrático (1868–1874).


El Sexenio democrático se inicia en septiembre de 1868 con un pronunciamiento liberal, tanto militar como civil – la Gloriosa
Septembrina – que abre una etapa en la que se pretende instaurar, sin éxito, un régimen democrático. Varios episodios
conforman el período: caída de Isabel II, Gobierno Provisional, Monarquía democrática de Amadeo I, 1ª República y
República del 74.
La revolución comenzó con el pronunciamiento de la armada en Cádiz (17-IX-1868), al mando del almirante Topete, y del
ejército, dirigido por Prim y Serrano, que lanzarán un manifiesto - ¡Viva España con honra! - llamando a la población al
levantamiento. El triunfo de Serrano en Alcolea (28-IX-1868) consolida la revolución conformándose juntas revolucionarias
de carácter civil que se extienden por toda España. Isabel II, sin apoyos, debe abandonar España y exiliarse en París.
Un Gobierno Provisional con Prim y Serrano como hombres fuertes, comenzó pronto a asumir el ideario democrático de la
Juntas Revolucionarias: ideas políticas (sufragio universal masculino, libertad de expresión, de reunión, etc.) y reformas
sociales (abolición de las quintas).En materia económica Laureano Figuerola, toma medidas como la creación de un arancel
que introdujo el librecambismo en España (Ley Arancelaria de 1869) o una legislación minera que permitió las inversiones de
capital extranjero (Ley de Sociedades Anónimas y la Ley de Minas, 1871). En 1868 había nacido la peseta.
Celebradas elecciones, ganaron los monárquicos progresistas y los demócratas. Se aprobó la Constitución de 1869, muy
progresista: monarquía moderada y “democrática”, soberanía nacional, Cortes bicamerales, división de poderes, amplia
declaración de derechos, sufragio universal y directo para los hombres mayores de 25 años, libertad de culto . . .
Siendo necesario un monarca, será Prim el encargado de esta tarea. El elegido es el príncipe italiano Amadeo de Saboya
(segundo hijo de Víctor Manuel II), luego nombrado rey de España por las Cortes. Pero su principal y casi único apoyo, el
general Prim, fue asesinado en el momento en que el nuevo rey llegaba a España.
Amadeo I de Saboya (1871-73), en medio de un fuerte rechazo aristocrático y popular, (católicos, nobleza., burguesía
industrial y financiera ...) se enfrentará a dos graves problemas: la cuestión cubana (levantamiento tras el llamado grito de
Yara de 1868. Es la “guerra larga”, que tardó diez años en ser erradicada) y la tercera guerra carlista (la elección de Amadeo
desencantó a los carlistas que soñaban con Carlos VI como rey. La guerra estalla en 1872 y acaba en1876, tras la restauración
borbónica, y con una consecuencia posterior: la Ley Abolitoria de los Fueros Vascos de 1876). Amadeo I, con estos
problemas, una fuerte inestabilidad política (tres elecciones y seis cambios de gobierno en treinta meses), víctimas él y su
esposa de numerosos desaires y un atentado, aprovechará un problema militar en el cuerpo de Artillería para abdicar en febrero
de 1873.
El vacío de poder tras la marcha de Amadeo de Saboya hizo que republicanos y radicales monárquicos, se unieran para salvar
el ideario democrático de la revolución de 1868. Nace la I República (febrero 1873-enero 1874). Reconocida solo por
EE.UU. y con su lema “orden, justicia, y libertad”, se desarrolla en cuatro momentos:
1. El primer gobierno republicano formado por una coalición de radicales y republicanos, y presidido por Estanislao
Figueras, se desarrolló entre tensiones entre los partidarios de una República unitaria y los de una República federal.
2. En las elecciones del 1 de junio de 1873. El triunfo de los republicanos federales lleva a un nuevo gobierno presidido por
Pi i Margall. Emilio Castelar redacta un proyecto de constitución, la de 1873, según el ideario federalista: sufragio
universal masculino, separación de poderes y una estructura federal con 17 estados, No llegó a aprobarse por el estallido
de los movimientos cantonalistas - el cantonalismo, con Andalucía y Levante (Cartagena) como principales focos, buscó
hacer realidad el ideal de la República federal desde abajo, conformando poderes locales fuertes y autónomos (cantones)
para contrarrestar el centralismo - la conflictividad social, la guerra carlista y el problema cubano.
3. En julio dimite Pi i Margall y le sustituye Nicolás Salmerón, con un giro conservador. Para acabar con el movimiento
cantonal y los levantamientos se aumenta la presión social en las calles, se reprime la I Internacional y se refuerza el
ejército y la Guardia Civil. Dimitirá para no firmar sentencias de muerte
4. Nombrado presidente en septiembre Castelar, gobierna por decreto. El gobierno sale fortalecido como árbitro de las tres
guerras y se sofoca el levantamiento cantonalista casi en su totalidad.
El 3 de enero de 1874 Pavía da un golpe de Estado en las Cortes que votaban la sustitución de Castelar.
Así las cosas, el ejército propone a Serrano para cerrar el proceso y acabar con las guerras (aunque la guerra carlista llegará
hasta 1876 y la de Cuba hasta 1878) y el desorden. Pero esta República del 74 dura lo que dura el año. La causa alfonsina era
la salida más lógica. Cánovas del Castillo redacta el “Manifiesto de Sandhurst” en diciembre de 1874, según el cual Alfonso,
en el caso de ser nombrado rey, se comprometía a implantar un régimen constitucional y parlamentario. El general Martínez
Campos se adelanta y se pronuncia en Sagunto a favor de Alfonso XII el 29 de diciembre de 1874, poniendo fin a la
República. La Restauración borbónica era una realidad.

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