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Estatuto de Autonomía del País Vasco (4-10-1936)

Este texto recoge tres artículos y una disposición transitoria del “Estatuto de Autonomía del País Vasco”
aprobado el 4 de octubre de 1936 por el Congreso de los Diputados español. Para comentarlo seguiremos el
siguiente procedimiento: localización del texto, análisis del mismo y contextualización. Finalizaremos con unas
breves conclusiones, señalando la importancia que tuvo el texto.
1- TIPO DE TEXTO (CLASIFICACIÓN COMPLETA).
Al ser un extracto de una Ley, clasificamos al texto como informativo, de lenguaje técnico e impersonal; y
jurídico (o legal), por ser una Ley desarrollada con su correspondiente articulado y de obligado cumplimiento.
Se trata de un texto de contenido político, porque plantea las bases de la organización político-administrativa
del País Vasco dentro de las posibilidades de Autonomía que recogía la Constitución de 1931
Por su origen, diremos que estamos ante una fuente histórica, al estar manejando un documento coetáneo: son
los artículos del propio Estatuto de 4 de octubre de 1936.
En cuanto a la época y el tiempo, el estatuto se data el 4 de octubre de 1936 y publicado después en la Gaceta de
Madrid y el Boletín oficial del País Vasco. Ese año 1936 nos plantea el último episodio de la II República
(1931-1936/39), que es la Guerra Civil Española (1936-1939). Pero antes, la Constitución de 1931 había
establecido el derecho de las regiones a establecer Estatutos de Autonomía. Sólo tendremos tres Autonomías:
Cataluña (1932), Galicia (junio 1936) y País Vasco (octubre de 1936, con la guerra ya comenzada).
Su autor es colectivo: una comisión de las Cortes presidida por Indalecio Prieto. Y el destinatario es público: el
conjunto del Pueblo Vasco, aunque es una realidad que debe ser conocida por el resto de la nación.
2- ANÁLISIS DEL ARTICULADO.
El tema central es la exposición de algunos artículos del propio Estatuto y las principales ideas hacen
referencia al ámbito de aplicación del Estatuto, sus competencias respecto a la seguridad ciudadana y la
distribución de los poderes políticos. Añade una Disposición transitoria sobre el establecimiento de un Gobierno
Provisional y el primer Lehendakari en tanto dura la guerra. Ampliamos brevemente cada una de estas ideas.
La primera idea que se desarrolla es la constitución de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya como una región autónoma
dentro del Estado español. Se señala que las fuentes jurídicas sobre las que se basa este hecho son la
Constitución de la República y el propio Estatuto. Indica, además, que cada uno de los tres territorios, siguiendo
la tradición foral, se regirá autónomamente y tendrán como lenguas oficiales el vascuence y el castellano.
El artículo 5 permite al Gobierno Vasco tener su propia policía para mantener el orden público poniendo como
condición que su jurisdicción queda restringida al territorio autónomo.
Recoge, en el artículo 10, dos principios fundamentales del liberalismo: la soberanía popular y la división de
poderes. Matiza ambas cuestiones al indicar que deben ejercitarse de acuerdo con la Constitución y que el
presidente de la Comunidad Autónoma es el representante de la región en sus relaciones con la República.
La Disposición transitoria primera refleja la inestabilidad del momento. Cuando se aprueba el Estatuto, por el
procedimiento de urgencia - protagonismo de Indalecio Prieto - los sublevados eran dueños de Álava y gran
parte de Gipuzkoa (nueve meses después lo serán de todo el territorio. Es a esto a lo que se refiere la frase de
“mientras duren las circunstancias anormales”, por lo que se toman una serie de medidas como la fórmula de
elección del presidente del Gobierno provisional (por los alcaldes que puedan emitir libremente su voto) y el
número de miembros del gobierno elegidos por el propio presidente (no inferior a cinco).
3.- CONTEXTUALIZACIÓN.
Desde la abolición de los fueros en 1876 por Cánovas del Castillo y la paralela industrialización habían nacido
en las entonces Provincias Vascongadas dos movimientos que confluían en el deseo de restaurar la foralidad: los
foralistas y los tradicionalistas. Pero el régimen de la Restauración nunca recogió sus aspiraciones. La acción de
ambos grupos y la negativa oficial provocó el nacimiento en el cambio de siglo del nacionalismo sabiniano. Era
este nacionalismo el principal valedor de un Estatuto peculiar que recoja lo fundamental de la vieja foralidad.
Después, ya con Alfonso XIII, tras la Ley de Mancomunidades (1913) y la constitución de la Mancomunidad ca -
talana (1914), y con el recuerdo de lo ocurrido con la foralidad en el siglo XIX, Romanones había creado una co -
misión para reconocer un estatuto al País Vasco, proyecto suspendido tras el regreso de Dato.
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 que trajeron la II República dieron en el País Vasco el triunfo
a las candidaturas de las derechas y del PNV, que concurrieron por separado, en la mayoría de los
ayuntamientos. Pero el bloque de republicanos y socialistas (y Acción Nacionalista Vasca en Vizcaya) venció en
los municipios más poblados: Bilbao y centros industriales y mineros de su entorno, San Sebastián, Eibar, Irún y
bastantes pueblos de la Ribera Navarra. Vitoria y Pamplona estuvieron entre las pocas capitales de provincia con
mayoría de derechas, superando ligeramente a las izquierdas. La división en la política vasca se reflejó el mismo
14 de abril cuando por la mañana el Ayuntamiento republicano-socialista de Eibar era el primero de España en
anunciar la República; por la tarde el alcalde nacionalista de Getxo, José Antonio Aguirre, proclamaba “la
República vasca vinculada en federación con la República española” (como había hecho Maciá en Barcelona).
Se iniciaba así en el País Vasco un movimiento de demanda de autogobierno, posibilidad que la propia
Constitución de 1931 reconocía al plantear la organización de un estado regional que habría de plasmarse en la
promulgación de estatutos de autonomía. Rápidamente comenzó la redacción de un Estatuto vasco.
El primer proyecto, realizado por la Sociedad de Estudios Vascos, sirvió de base para redactar otros dos:
 El Estatuto de Estella (llamado así por su aprobación por una asamblea de municipios reunida en Estella)
fue defendido por una coalición formada por el PNV, los tradicionalistas y el resto de la derecha. Pero el
texto presentado al gobierno fue rechazado por no ajustarse a la Constitución, por reservarse la autonomía
vasca una facultad del ejecutivo nacional, como era la negociación con el Vaticano.
 Un segundo proyecto fue elaborado en 1932 por unas Gestoras nombradas por las Diputaciones (Estatuto
de las Gestoras). Reunidos los representantes de los municipios vascos en Pamplona para su aprobación, los
ayuntamientos navarros, mediatizados por la oposición de católicos y carlistas a un texto considerado
antirreligioso y antiforal, votaron su autoexclusión de una autonomía conjunta para los cuatro Territorios.
Descolgada Navarra, este proyecto de autonomía - ahora para las tres provincias vascas, aunque con una
disposición adicional que permitía el ingreso posterior de Navarra - denominado Estatuto de los Ayunta -
mientos, fue aprobado por los representantes de los otros tres Territorios (Vitoria, 1933) y en el posterior re-
feréndum (aunque con el “sí” de Bizkaia y Gipuzkoa, y el “no” de Álava). Sin embargo, su aprobación defi -
nitiva quedó paralizada en el Parlamento de la República, por el triunfo en las elecciones de la derecha,
poco partidaria de los Estatutos de Autonomía.
Las elecciones de febrero del 36 dan el triunfo al Frente Popular, que había incluído la defensa del estatuto en el
programa electoral de su rama vasca. Así, tras dos años sin ser tramitado, las nuevas Cortes reactivaron la
cuestión en una Comisión presidida por Indalecio Prieto. El Estatuto aprobado por las tres provincias vascas, el
Estatuto de Elgueta, recibió su refrendo en Madrid el 1 de octubre de 1936, con la guerra iniciada, estando
vigente en Bizkaia, un sector de Gipuzkoa y el NO de Álava hasta la caída del frente vasco en junio de1937.
El Estatuto era muy breve (53 artículos en inicio, reducido luego a 14 artículos) regulando sólo lo básico para
poner en marcha la Autonomía de Euskadi (Cataluña había recibido su Estatuto en enero de 1932 y Galicia en junio de
1936.) Así, no se concretan aspectos esenciales como la Hacienda o el sistema de poderes, se suprime la alusión a
los derechos históricos y a los Fueros y a la futura integración de Navarra en el País Vasco y la única referencia
al servicio militar va a ser su desaparición en tiempo de paz dentro de los límites de la región autónoma. Sin em -
bargo, la propia dinámica de la guerra hizo que el Gobierno Vasco, presidido por José Antonio de Aguirre (4
Consejerías para el PNV y 7 para el Frente Popular) desplegara en su corto mandato - luego continuada en el
exilio - una intensa actividad, asumiendo competencias no previstas (creación del ejército vasco, emisión de mo -
neda, etc.), modificando aspectos tan significativos como la supresión de la salvaguarda foral.
La victoria de Franco acabó con las ansias autonomistas. Su régimen totalitarista representó la vuelta a una
organización del territorio de tipo centralista, en la cual la provincia era la principal unidad territorial y las
diputaciones y ayuntamientos dependían del poder central. En lo que respecta a la autonomía vasca ésta fue, por
supuesto suprimida, pero la posición al final de la contienda de los Territorios no fue la misma. Bizkaia y
Gipuzcoa, mediante un decreto-ley de 23 de junio de 1937, perdieron todos los derechos que les otorgaba el
Concierto Económico, como castigo por haber estado del lado republicano. En cambio, Navarra y Álava
pudieron conservar sus regímenes forales y los conciertos económicos, en premio a su apoyo al bando vencedor.
Tras la muerte de Franco se inició el camino hacia la democracia. En Euskadi, en una gran agitación política y
social, afloraron las reivindicaciones de autogobierno. Finalmente, la Constitución de 1978 se convirtió en el
marco legal para una nueva organización territorial, la España de las Autonomías, que se realiza entre 1978 y
1983. En concreto, en 1979 se configuraba la Comunidad Autónoma del País Vasco (en 1982, Navarra).
4.-CONCLUSIONES.
El recuerdo de la foralidad perdida en 1876 se mantuvo durante todo el período de la Restauración, canalizado
por el incipiente nacionalismo vasco. Después, la llegada de la II República, con el apoyo de este nacionalismo
dio al Frente Popular en la guerra civil, llevó a buen puerto la aprobación en 1936 del Primer Estatuto.
Los artículos estudiados nos muestran algunos de los aspectos del mismo: ámbito de aplicación, lengua oficial,
naturaleza de los vascos y competencias de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. El Estatuto tuvo una
corta vida (nueve meses) pero sirvió como objetivación del sentir del País Vasco y como base del Estatuto
actual, siendo además la primera vez que se reconocía la capacidad del País Vasco para autogobernarse.

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