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Tema 6: Revolución liberal en el reinado de Isabel II:

Introducción:
El reinado de Isabel II fue un periodo en el que se produjeron muchas
transformaciones en el ámbito político, social y económico. Tras la muerte de
Fernando VII se produce la implantación en España de un sistema político liberal,
quedando el absolutismo ligado a la ideología carlista. Desde el punto de vista
económico, se intentará transformar el sistema de propiedad a través de las leyes
de desamortización y también se iniciará la industrialización.

Ideologías políticas:
Durante esta etapa se consolidarán varias ideologías políticas. La primera es la
ideología carlista, que son los partidarios de la sucesión de Carlos María Isidro, el
cual tras la muerte de su hermano publica el Manifiesto de Abrantes reclamando el
trono de España. Estos carlistas protagonizarán una guerra civil al principio de la
regencia de María Cristina y varios levantamientos en todo el periodo.

Los liberales moderados son menos partidarios de reformas que su contraparte,


los liberales progresistas. Estos moderados apoyan la soberanía compartida (el
poder reside en las cortes con el rey), apoyan la existencia de cortes bicamerales y
un fuerte centralismo. Apoyan la existencia de un sufragio censitario muy restringido
y que la religión del estado es la católica. Por último, prohíben cualquier acción que
vaya en contra del régimen, así limitando los derechos individuales y colectivos.

Los liberales progresistas por su parte defiende que la soberanía nacional resida
en los ciudadanos, siendo las cortes bicamerales pero sin estar elegidas por la
corona. Los poderes locales tampoco estarían elegidos por el rey. El sufragio sigue
siendo censitario pero es más amplio que el de los moderados. Tienen una mayor
tolerancia religiosa y defienden los derechos individuales. En lo económico,
defendían el desarrollo de lo industrial. Los grupos sociales que apoyan este partido
son la alta burguesía y las clases medias, aunque durante el reinado de Isabel II
estarán en el poder únicamente mediante pronunciamientos.

Los demócratas surgen a mediados del siglo XVIV. Estos defienden la soberanía
nacional, el sufragio universal, la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, la
plena división de poderes y la separación de la iglesia y el estado. Este partido
también estará apoyado por obreros y tomará mucho más poder en el sexenio
revolucionario.

Los republicanos por último no aceptan la monarquía como forma de gobierno y


durante el reinado de Isabel II se mantuvieron en la clandestinidad.
Cuando Fernando VII muere hasta que se declara que su hija es mayor de edad se
encargan de la regencia su madre María Cristina y el general Espartero.

Regencia de María Cristina:


La regencia de María Cristina abarca del 1833 al 1840, periodo marcado por la
primera guerra carlista, guerra entre los dos modelos de estado, el absolutista y el
liberal. María Cristina pidió apoyo por conveniencia a los liberales para preservar el
trono de su hija.

En este conflictos los carlistas organizaron ejércitos de guerrillas dirigidos por


Zumalacárregui y Cabrera. Por el bando de la regente destacó el general
Espartero. En el sitio de la ciudad de Bilbao Zumalacárregui muere y empieza el
declive del bando carlista. Finalmente en el 1839 el general carlista Maroto firma el
Abrazo de Vergara con el general Espartero, acordando la rendición de los carlistas
a cambio de que se mantuvieran los fueros del País Vasco y Navarra junto con la
inclusión del ejército carlista en el ejército real. La sección aragonesa seguirá
luchando hasta 1840. No obstante, el problema no quedó zanjado y se volverá a
repetir más adelante.

Durante este periodo también se establece la definitiva implantación del sistema


liberal. La regente intentó establecer el liberalismo moderado a través del estatuto
de Martínez de la Rosa, que habla de soberanía compartida. Las cortes eran
bicamerales y estaban formadas por una cámara alta (designada por la corona) y
una baja (elegida a través de un sufragio muy restringido. Igualmente las cortes
estaban muy controladas por la corona y solo podían discutir sobre lo que se les
consultara.

Los progresistas iniciarán una serie de levantamientos como el Motín de los


Sargentos en contra del estatuto Real, y obligarán a María Cristina a permitirles
formar parte del gobierno (Mendizábal será jefe de gobierno). Bajo su mandato se
producirán dos obras importantes como la Desamortización de Mendizábal, en la
que los bienes de la iglesia fueron vendidos en subasta pública, y la Constitución
de 1837, que aunque fue progresista tenía concesiones a los moderados. Es muy
destacable la enorme inestabilidad política, habiendo múltiples cambios en el
gobierno (Martínez de la Rosa, Mendizábal, Calatrava). En 1840 el gobierno vuelve
a manos de los moderados, y pretendiendo eliminar la participación de los
ciudadanos en la elección de los alcaldes se establece la Ley de municipìos que
establece la elección de los alcaldes por la corona. Los progresistas promueven
protestas que desembocan en un levantamiento que se extiende por todo el país. La
regente finalmente presenta su renuncia y se exilia.

Regencia de Espartero
Espartero se hizo cargo del gobierno del 1840 al 1843, comenzando así su
regencia. Igualmente pronto encontró una fuerte oposición debido a su política
económica y su autoritarismo. El descontento formó un levantamiento popular en
Barcelona debido a que se aprobó un arancel librecambista en 1842. Espartero dió
así orden de bombardear Barcelona. Finalmente la sublevación militar del general
Narváez puso fin a la regencia de Espartero.

Reinado de Isabel II
Para terminar con la inestabilidad política, se decide proclamar a Isabel II reina a los
13 años de edad, que encarga la formación del gobierno al partido moderado
liderado por Narváez.

La década moderada (1844-1854)


Aquí se inicia la década moderada (1844-1854) , donde se tomarán medidas para
asegurar el poder político de los moderados. Se elabora la constitución de 1845 de
acuerdo con los principios del moderantismo. Esta recogía una soberanía
compartida, que las cortes eran bicamerales (el senado era elegido por el rey y el
congreso por un sufragio muy censitario). También declaraban que la corona tenía
poder para disolver el congreso, y la declaración de derechos era muy teórica
porque estaban muy limitados. La religión católica era declarada religión exclusiva
del estado, y los ayuntamientos y diputaciones eran elegidos por el rey. El texto es
conservador ya que aseguraba el poder de la oligarquía moderada. También se
tomaron medidas como el suprimir la milicia nacional (evitaban apoyos a los
progresistas), se funda la guardia civil, se declara la ley de ayuntamientos que
obligaba a los alcaldes a depender del poder central, se promueve la censura y con
la ley electoral limitan el sufragio a un 1% de la población. También se restablecen
las relaciones con el vaticano negociando el concordato con la Santa Sede. Por otro
lado también se tenía que tener en cuenta la boda de la reina. Finalmente Isabel II
se casó con su primo Francisco de Asís, hecho que provoca la segunda guerra
carlista. Los gobiernos de esta década favorecieron negocios de los políticos y
personajes poderosos. La corrupción provocó un pronunciamiento progresista que
quería cambiar el panorama político.

El bienio progresista (1854-1856)


Este pronunciamiento llamado “La Vicalvarada” hará que comience el bienio
progresista (1854-1856). Fue encabezado por el general O’Donnell, que se unió al
general Serrano. Ambos sacan a la luz “el Manifiesto de Manzanares”, redactado
por Cánovas del Castillo, y en el que se proclama la reforma de la ley electoral, la
reducción de los impuesto y la restauración de la milicia nacional. Después de los
levantamientos Isabel II pide a Espartero que forme gobierno y este nombra ministro
de guerra a O’Donnell.
Las obras más importantes de este periodo fueron la constitución non nata de 1856
(se reconocía la soberanía nacional y se abolía la pena de muerte), la
Desamortización de Madoz de 1855, la ley general de ferrocarriles (permitió
promover la construcción ferroviaria) y la ley de sociedades bancarias y crediticias
(permitió que España se introdujera en un régimen de mercado moderno). A pesar
de estas reformas, este periodo transcurrió en una época marcada por la epidemia
de colera, las malas cosechas, la inflación… Debido al incumplimiento de las
promesas, se retira el apoyo a los progresistas. Finalmente Espartero presenta su
dimisión y la reina encarga a O’Donnell formar gobierno.

La unión liberal y la vuelta al moderantismo


El gobierno de O’Donnell restablece la constitución de 1845 pero con un Acta
Adicional que limitaba mucho a la corona. Por eso Isabel II llama a Narváez para
que forme gobierno con la intención de que derogara este acta y así borrara
cualquier huella progresista (se suspendería la ley de desamortización y se
restablecen leyes como la de imprenta de 1845). Se suspendería también la ley de
Desamortización y se aprobaría la Ley Moyano (a partir de un proyecto progresista)
para mejorar la educación.

A partir de 1858 y hasta 1863 volvería a hacerse con el gobierno O’Donnell. Este
periodo fue el más largo debido a la prosperidad económica provocada por la
especulación y la construcción ferroviaria. Lo más característico de este gobierno
fue su política exterior enfocada a devolver prestigio a España y desviar la atención
de los problemas internos. En 1863, la oposición de progresistas y demócratas y el
declive económico provocaron la dimisión de O’Donnell.

De nuevo el general Nárvaez se hace cargo del gobierno y vuelve a este con un
gobierno conservador y represivo. Así se abre el proceso que acabará con el
reinado de Isabel II. La crisis económica que fue clave en este proceso estuvo
provocada por la falta de algodón en el mercado. Esto desembocó en el
hundimiento de los mercados y se le sumó el crack de las bolsas europeas de 1866.
Además de esto también existía un descontento político generalizado porque la
actitud de los gobiernos era cada vez más autoritaria. Por tanto sucedieron varias
sublevaciones.

La primera fue la noche de San Daniel, que fue una protesta estudiantil en la que
se saldará con la muerte de varios estudiantes. La Sublevación de Villarejo de
Salvanés fue una revuelta dirigida por Prim, líder progresista que se opone al
régimen. Por último se puede mencionar la Sublevación del Cuartel de San Gil,
que fue un levantamiento de los sargentos de este cuartel madrileño. Ante estos
intentos de sublevación la represión fue muy dura, lo que provocó una pérdida de
popularidad de la reina. Dos meses después de la sublevación del cuartel de San
Gil, progresistas, demócratas y republicanos firmarían el Pacto de Ostende, que
planeaba el destronamiento de la reina, a quién consideraban la causante de la
situación. Tras la muerte de O’Donnell y Nárvaez, la Unión liberal dirigida por
Serrano se sumó al pacto, cosa que en 1868 provocó la revolución de “La
gloriosa” que terminó con el reinado de Isabel II.

Conclusión:
Como conclusión se podría decir que la monarquía de Isabel II fue liberal de
tendencia conservadora. En el gobierno solo participaron los componentes de una
oligarquía ya que el sufragio era censitario y muy restringido. También se puede
destacar la clara participación de militares como gobernantes, y también la
presencia exclusiva en el parlamento de partidos burgueses. Como la población
trabajaba en condiciones más bien infrahumanas, España se encontraba en una
situación llena de protestas a las que respondía con una fuerte represión. Por tanto
no es de extrañar que las ideas del movimiento obrero entraran tan fácilmente en la
sociedad de la época.

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