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TEMA 10. REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II.

CONSTRUCCIÓN Y
EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL.

I. INTRODUCCIÓN: El sistema político liberal se va a ir consolidando poco a poco en España frente a


las ideas absolutistas defendidas por los carlistas. Entre las ideas básicas de los liberales están la de
igualdad ante la ley y la de participación política de los ciudadanos, pero estas ideas básicas eran
interpretadas de manera distinta por los dos partidos más importantes: el Partido Moderado y el Partido
Progresista.
-Los moderados defienden la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, así el rey conservaba
importantes parcelas de poder y se convertía en el árbitro de la vida política, con capacidad hasta de vetar
las leyes aprobadas por las cámaras y hasta de impedir el ascenso de un partido al poder. Desde el punto
de vista social el partido está integrado por las clases medias enriquecidas con la desamortización, la
aristocracia latifundista y la alta burguesía de negocios industriales o financieros vinculada al ferrocarril.
La participación electoral se hace a través del sufragio restringido o censitario, sólo la gente con un
elevado número de ingresos o con un alto nivel de riqueza podía votar, se garantizaba así que los votantes
pertenecieran casi todos a su nivel social. Estarán en el poder casi siempre, la única alternativa de los
Progresistas para acceder al poder es a través de pronunciamientos o revoluciones.
-Los progresistas defienden la soberanía nacional y el recorte de los poderes políticos del rey, la
Corona sólo podía disolver y convocar las Cortes. Desde el punto de vista social sus miembros forman
parte de la baja burguesía, artesanos, comerciantes modestos, militares de baja graduación... son más
numerosos que los moderados pero el sistema electoral no les favorece. También son partidarios del
sufragio censitario, pero con un censo mucho más amplio que los moderados, con todo, sólo un 4´3 % de
la población masculina (las mujeres no podrán votar hasta el siglo XX) tenía derecho a voto y el sufragio
universal masculino sólo se conseguirá en la Constitución de 1869 y de manera definitiva en el último
cuarto del siglo.
De estos dos partidos políticos nacerán nuevos partidos como la Unión Liberal de O´Donnell en 1854,
que aglutina elementos moderados y progresistas. En 1849 el ala más radical de los progresistas se
escinde y surge el Partido Demócrata, de tendencia radical; de este partido surgirá en 1869 el Partido
Republicano de Pi i Margall.
Otro aspecto a destacar antes del desarrollo del tema será el papel de los militares en la vida política –
espadones-durante todo el reinado, basado en el prestigio tras la victoria en la guerra carlista, y en la
utilización del sistema de pronunciamiento militar para derribar gobiernos.

II. LA PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1840)


A la muerte de Fernando VII con la proclamación de Isabel II como reina se produjo el levantamiento
carlista con la proclamación del infante D. Carlos como rey. El carlismo se presentaba como una
ideología tradicionalista y antiliberal que defiende el Antiguo Régimen bajo el lema: “Dios, Patria y Rey”
se agrupan los defensores de la legitimidad dinástica de de don Carlos, de la monarquía absoluta, de la
preeminencia de la iglesia católica, del mantenimiento del antiguo régimen y de la conservación del
sistema foral particularista.
La regente Mª Cristina contó desde el principio con parte de los absolutistas (alta nobleza latifundista,
funcionarios, jerarquía eclesiástica, etc.) que habían sido fieles a Fernando VII y que se mantuvieron al
lado de su hija. Además la regente pactó con el liberalismo moderado, partidario de un compromiso con
la Corona que permitiese garantizar un tránsito al régimen liberal sin sacudidas derivadas de una
revolución popular.

La guerra se inició con el levantamiento de partidas carlista en el País Vasco y Navarra, y en menor
medida en Cataluña, Valencia (Maestrazgo) y algunos focos en las dos Castillas. Algunos fueron
fácilmente sofocados, en el País Vasco y Navarra tenían cierta organización bélica, económica y
administrativa, dominaron el ámbito rural, sin embargo las ciudades se mantuvieron fieles a Isabel II y a
los liberales.

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Los carlistas no pudieron contar inicialmente con un ejército regular, pero gracias al apoyo popular
organizaron una táctica de guerrillas. Las vacilaciones del gobierno y la tardanza en enviar un ejército
contra los carlistas, permitieron al general Zumalacárregui organizar de un ejército de 25.000 hombres y
al general Cabrera unificar a las partidas aragonesas y catalanas.
Desde el punto de vista internacional, don Carlos recibió el apoyo de las potencias absolutistas como
Prusia, Austria y Rusia, que le enviaron dinero y armas, mientras que el gobierno de Isabel II pudo contar
con el apoyo de Inglaterra, Francia y Portugal, favorables a la implantación del liberalismo moderado en
España. .
El gran problema del carlismo era no contar con ciudades de importancia, por ello D. Carlos pretende
tomar Bilbao, pero durante el sitio de la ciudad muere Zumalacárregui (1835), lo que privó al carlismo de
su principal estratega y marcó el inicio de una reacción liberal que tuvo en la defensa de Bilbao su
máximo objetivo y en el general Espartero su mando máximo.
El final del conflicto (1837-1839) llega cuando el general Maroto acordó en nombre de parte del ejército
carlista la firma del Convenio de Vergara (1839) con el general liberal Espartero. Los términos del
acuerdo establecían la negociación para mantener los fueros en las provincias vascas y Navarra, así como
la integración de la oficialidad carlista en el ejército real. Sólo las partidas de Cabrera resistían en la zona
del Maestrazgo, en una guerra ya perdida, hasta su total derrota en 1840. El carlismo no desapareció. De
hecho se trata de un fenómeno de larga duración que volverá en la Segunda Guerra Carlista entre 1847 y
1860, y en la Tercera Guerra Carlista (1869-1875) tras la Revolución de 1868 que destronó a Isabel II.

III. EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL REINADO DE ISABEL II.

a) La minoría de edad de Isabel II y las regencias:1 La época de las regencias (1833-1843).


1. Regencia de María Cristina (1833-1840).
Para el funcionamiento del régimen liberal hace falta una constitución, así la reina encarga a Martínez de
la Rosa lo que se llamó el Estatuto Real de 1834, no era una constitución en sí misma sino una carta
otorgada, es decir, una serie de leyes que la soberana otorgaba al pueblo porque ella quería, ni que decir
tiene que estamos muy alejados de los planteamientos progresistas de la Constitución de 1812 y que este
Estatuto tenía los días contados. Un grupo de sargentos se sublevan y da un golpe de Estado en La
Granja y piden a la regente que acepte la constitución de 1812, al redactarla de nuevo y adaptarla a los
nuevos tiempos dio lugar a una constitución totalmente diferente, la de 1837, una constitución
progresista que consagraba la libertad de imprenta, el fin del diezmo eclesiástico, la desamortización de
las tierras de la Iglesia... sus reformas fueron tan radicales que en el mismo año los liberales moderados se
hicieron de nuevo con el poder.
Destaca como medida la división provincial promovida por Javier de Burgos para avanzar en la unidad
administrativa; de este modo en 1833 España quedó dividida en 49 provincias.
2. La regencia de Espartero (1840-1843).
Espartero, con un gran prestigio militar tras conseguir el final de la guerra carlista, aglutina a las fuerzas
progresistas y se alza con el poder consiguiendo arrebatar la regencia a la reina madre. Siguió vigente la
constitución de 1837, pero el nuevo regente gobernó con formas dictatoriales sin contar con las Cortes, a
ello se suma la dureza en la represión frente a las conspiraciones liberales y sobre todo que Espartero,
partidario del librecambismo se opone a los industriales catalanes partidarios del proteccionismo, estos se
levantan en protestas y él responde con el bombardeo de Barcelona. Un amplio movimiento militar
dirigido por el general Narváez acabó con el poder de Espartero en 1843, se exiliará a Inglaterra.

b) El reinado de Isabel II (1843-1868).

1. La década moderada (1844-1854).


Los moderados están en el poder, y van a continuar mucho tiempo en él, salvo breves intermedios. Fruto
de ese gobierno moderado es la elaboración de la Constitución de 1845, evidentemente moderada: el
número de votantes se reduce a los hombres de ingresos más altos (sufragio censitario), se aumenta el

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centralismo, se reafirma la alianza con la Iglesia (Concordato de 1851) y la soberanía es compartida con
el rey.
Se produce una verdadera institucionalización del Estado liberal destacando una serie de leyes y reformas
administrativas como: reforma fiscal con la Ley Mon y Santillán de 1845 racionalizando el sistema
impositivo; Unificación de códigos con la aprobación de el Código Penal en 1848 y la elaboración de un
proyecto de Código Civil; reforma de la Administración pública y la Ley de Administración Local
de 1845; la Ley Moyano de 1857 que establecía un sistema nacional de instrucción pública; unificación
de pesos y medidas con la adopción del sistema métrico decimal; la creación de la Guardia Civil en 1844
para el mantenimiento del orden público, sobre todo en el ámbito rural.
2. El bienio progresista (1854-1856).
El autoritarismo y la corrupción de los gobiernos moderados desencadenó la conocida como La
Vicalvarada (sus ideas están claramente expresadas en el manifiesto de Manzanares) dirigida por el
militar O´Donnell los progresistas acceden al poder y Espartero vuelve del extranjero y forma gobierno.
Como es lógico redactaron una nueva carta constitucional de carácter progresista, es la Constitución de
1856, llamada Non nata porque no llegó a publicarse.
Hechos importantes se destacan: el ministro Madoz inició una nueva fase desamortizadora de tierras del
clero, del Estado y ayuntamientos; además se amplió el censo de votantes a gentes de menos recursos
aunque no se llegó al sufragio universal; y la Ley de Ferrocarriles que puso las bases para agilizar la
construcción del ferrocarril en España.
3. Los últimos años del reinado (1856-1868).
O´Donnel retira su apoyo a Espartero y acabará sustituyéndole, este estadista da un giro en su política y
se vuelve más conservador con la fundación de un partido propio, la Unión Liberal que aunque
progresista está muy próxima a los moderados, ese giro se nota en que adoptó de nuevo la Constitución
moderada de 1845. En el poder se alterna a veces con el regreso de Narváez. El moderantismo impuso
de nuevo su forma autoritaria de gobierno, al margen de las cortes y del resto de grupos políticos.
De la política exterior destacan tres campañas de prestigio:
- La expedición a Indochiana (1858-1863) en colaboración con Francia, con motivo de la matanza de
misioneros de 1858, pero que benefició a Francia en su expansión colonial.
- La intervención en México- 1862 junto a británicos y franceses para exigir al gobierno mexicano el
cobro de la deuda atrasada con ese país; España se retirará por desavenencias con Francia.
- Las campañas de Marruecos (1859-1860) motivadas por disputas fronterizas con el triunfo en las
batallas de Tetuán y Castillejos y la paz de Wad-Ras por la que España incorpora el territorio de Ifni y
amplía la plaza de Ceuta.
Los progresistas apoyados por los demócratas se fueron oponiendo a todas las medidas y también a la
propia reina, la familia real se ve envuelta en varios escándalos financieros relacionados con la concesión
del ferrocarril, esto junto a otros casos de corrupción hace que la oposición a la monarquía crezca, esta
oposición cristalizará en el pacto antimonárquico de Ostende (ciudad belga) en agosto de 1868 y en el
levantamiento militar que inicia la revolución de 1868 que acaba con el reinado de Isabel II e inicia el
denominado Sexenio revolucionario.

CONCLUSIÓN: durante el reinado de Isabel II se desarrolló en España el proceso de revolución liberal,


se destruyeron definitivamente las estructuras sociales y el poder absoluto que caracterizaban el Antiguo
Régimen. Pero el nuevo sistema se vio mediatizado por una serie de factores que obstaculizaron el libre
juego político y dificultaron la estabilidad del sistema: la intromisión de la Corona en la vida política, la
injerencia del ejército y el falseamiento de las elecciones.

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*Constitucionalismo desde 1812 hasta 1856

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