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Candia Atenco Álvaro Alejandro

5.D

NL: 5/6
Resumen: Motivación
La motivación es la acción y efecto de motivar. Es el motivo o la razón que provoca la
realización o la omisión de una acción. Se trata de un componente psicológico que
orienta, mantiene y determina la conducta de una persona.

En ocasiones se suelen establecer distintos tipos de motivación en función de la


fuente u origen del estímulo. En la motivación de logro, en la que el mecanismo que
promueve a la acción es conseguir un determinado objetivo. La motivación de
afiliación supone la búsqueda de seguridad y pertenencia a un grupo. La motivación
de competencia no sólo pretende alcanzar un objetivo establecido, sino que busca
realizarlo de la mejor forma posible. En Psicología se suelen distinguir entre dos tipos
de motivación en función de dónde proceda el estímulo: motivación
intrínseca y motivación extrínseca.

Motivación intrínseca
En la motivación intrínseca la persona comienza o realiza una actividad por
incentivos internos, por el propio placer de realizarla. La satisfacción de
realizar algo o que conseguirlo no está determinada por factores externos.
Está relacionada, por lo tanto, con la autosatisfacción personal y la autoestima.
Por ejemplo, hay personas que realizan ejercicio físico porque disfrutan de la
actividad.

Motivación extrínseca
En la motivación extrínseca, el estímulo o incentivo que mueve a una persona a
realizar una actividad viene dado de fuera, es un incentivo externo y no proviene de la
propia tarea. Funciona a modo de refuerzo. Por ejemplo, cuando una persona realiza
ejercicio físico no por el mero hecho de disfrutar haciéndolo, sino por motivos
sociales u otros.

Motivación personal
En Psicología, existen diversas teorías que establecen y clasifican los elementos que
mueven a una persona a realizar algo o dejar de hacerlo. En muchos casos la
motivación de una persona viene determinada por necesidades, tal y como se
establece en la llamada 'pirámide de Maslow'. Igualmente, la motivación está
fuertemente influida por la satisfacción de realizar una tarea o conseguir un
determinado objetivo, pero también por los incentivos que realizar o no realizar
determinada conducta puedan conllevar.

Motivación laboral
La motivación laboral es aquella que está relacionada con el ámbito de trabajo.
Algunos ejemplos pueden ser la remuneración económica, los días de vacaciones, el
status social y la propia realización y desempeño de la tarea. Es importante en este
caso para la persona encontrar factores intrínsecos en el desarrollo de las tareas de
un puesto de trabajo.

Motivación deportiva
En el mundo del deporte, especialmente a un alto nivel, la motivación es fundamental,
ya que en muchos casos para alcanzar determinados objetivos el cuerpo tiene que
llevar a unos límites de esfuerzo enormes. La autosuperación, la competividad y la
recompensa que se puede obtener de conseguir una meta mueven en muchos casos
a los deportistas. En muchos casos, la motivación intrínseca se ve condicionada por la
propia lógica del deporte e alta competición y los deportistas deben también trabajar
el componente mental. Por ejemplo, en pruebas ciclistas de larga duración en la que
se requiere un gran esfuerzo, es posible que los deportistas que disfrutan de montar
en bicicleta y escalar puertos pierdan ese tipo de motivación cuando el nivel de
exigencia es mayor.
Emociones
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de
adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, una persona,
un lugar, un suceso o un recuerdo importante. Es aquello que sentimos, cuando
percibimos algo o a alguien.

Son universales y comunes a todas las culturas. Sus manifestaciones también tienen
patrones de comportamiento semejantes a todos los individuos.

Se puede decir que las emociones tienen 3 funciones principales:

Función adaptativa: prepara al organismo para la acción siendo esta una de las más
importantes. Gracias a esta capacidad podemos actuar eficazmente.

Función social: expresan nuestro estado de ánimo y facilitan la interacción social para
que se pueda predecir el comportamiento. Además de la expresión oral, cobra mucha
importancia la comunicación no verbal que se refleja, en muchas ocasiones, de
manera inconsciente.

Función motivacional: existe una relación entre motivación y emoción, ya que ambas
se retroalimentan. Cualquier conducta motivada produce una reacción emocional, a
la vez que cualquier emoción impulsa la motivación hacia algo. Por ejemplo, si nos
sentimos alegres cuando quedamos con otra persona, estaremos más motivados
para volver a quedar con ella.

Identificar nuestras emociones y las de los otros, así como ponerles nombre no es
tarea fácil, más aún cuando se manifiestan varias emociones a la vez. A esto lo
denominamos conciencia emocional. Tenerla nos permitirá:

Reconocer nuestros estados de ánimo y reflexionar sobre ellos para tomar mejores
decisiones

Relacionarnos mejor con los demás al reconocer también las emociones de los otros

Establecer límites para atender nuestras necesidades y bienestar, mejorando así


nuestra calidad de vida Conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás

La conciencia emocional forma parte de la conocida Inteligencia Emocional (IE).


Podemos decir que es el primer paso para poder desarrollarla adecuadamente.
Emociones básicas o primarias: Son aquellas que se presentan desde el
momento de nuestro nacimiento. Forman parte de nuestro proceso de adaptación y
existen en todos los seres humanos, independientemente de la cultura.

Emociones secundarias: Surgen como consecuencia de la socialización y del


desarrollo de capacidades cognitivas. La mayoría de autores sitúan su aparición en
torno a los dos años y medio o tres. Son posteriores a las primarias, es decir, primero
surge una emoción básica y a continuación una secundaria. Por ejemplo, el miedo
surge primero y posteriormente sentimiento de amenaza, enfado… Surgen como
consecuencia de la socialización y del desarrollo de capacidades cognitivas. La
mayoría de autores sitúan su aparición en torno a los dos años y medio o tres. Son
posteriores a las primarias, es decir, primero surge una emoción básica y a
continuación una secundaria. Por ejemplo, el miedo surge primero y posteriormente
sentimiento de amenaza, enfado…

¿Cómo podemos gestionar nuestras emociones?

Fíjate en las señales emocionales cuanto antes. Párate y piensa, ¿cómo me siento?

Localiza físicamente la emoción. Fíjate dónde sientes la emoción (en el pecho, en la


garganta…)

Ponles nombre a todos los sentimientos. Trata de identificar cada una de las
emociones que en ocasiones pueden presentarse juntas. Sepáralas y etiquétalas.

No juzgues tus sentimientos sean cuales sean, acéptalos.

Busca el origen de esos sentimientos y por qué se encuentran ahí.

Dale en cada momento la importancia que tienen. No tiene sentido que mantengas
una emoción más allá de haber pasado la situación que la genera.
Alteraciones emocionales
Las alteraciones emocionales son estados transitorios usualmente debidos a situaciones percibidas
por los individuos como amenazantes o de peligro. Entre las más frecuentes se encuentran la
ansiedad, la ira o el estrés

Por lo que concierne a la ira, diversos autores la han considerado como una emoción básica
experimentada por el ser humano en situaciones de frustración o injusticia, diferenciándose entre
la expresión y el control internos y externos de la misma. En el mismo sentido y siguiendo la línea
del análisis de sus dimensiones y manifestaciones para ser más específicos se han considerado 3
expresiones básicas de la ira: como sentimiento, verbal y física. De ellas, la primera hace referencia
a la intensidad de los sentimientos de ira experimentados por una persona en un momento dado,
mientras que la segunda hace referencia a expresiones en forma de agresividad verbal o
comentarios que expresan irritación, indignación, cólera o enfado.

La tercera manifestación se fundamenta en expresiones físicas y motoras de ira y se relacionaría


con la expresión de agresividad contra otros, contra sí mismo o contra el ambiente físico y sus
elementos. Igualmente, desde hace tiempo y de forma similar a lo que ocurre con otras
manifestaciones de alteración emocional, es frecuente diferenciar entre ira como rasgo de
personalidad e ira asociada a situaciones específicas o ira-estado.

Frecuentemente se ha asociado la aparición de ira con la presencia de otras alteraciones


emocionales tales como ansiedad y estrés .De hecho, en estudios clásicos se ha encontrado que
aunque la ira y la ansiedad suelen aparecer unidas, la ira suele predominar sobre la ansiedad
cuando la persona cree que un ataque o una acción pueden mejorar claramente una situación en
la que hay factores amenazantes. Igualmente, otros autores han señalado que la ansiedad puede
asociarse a indignación e ira especialmente en ambientes y durante procesos de interacción social
específicos, maximizándose cuando se da ausencia de conducta asertiva o un déficit en el control
de emociones.

Se ha encontrado evidencia también de que las personas con niveles relativamente más altos de
ansiedad social presentan más emociones negativas y mayores niveles de ira tanto en situaciones
de interacción social como en las de no interacción social, así como que la ansiedad podría
moderar los efectos de la expresión de ira y enfado. Desde esta perspectiva, la persona percibiría
un aspecto del contexto como claramente causante de la situación de alteración emocional, y
además la ira sería en este caso un mecanismo de afrontamiento o de reducción de las
condiciones amenazantes, de peligro o aversivas.

Los efectos de la ansiedad y otras alteraciones emocionales han sido estudiados extensamente en
diferentes contextos específicos, entre los que se incluye el sanitario. En el ámbito de la atención a
la salud, las alteraciones emocionales suponen un tema de interés, no solo por ser potencialmente
negativas durante la interacción médico-paciente y nocivas por su incidencia en la recuperación de
la salud, sino también por ser perniciosas durante los procesos de intervención sanitaria

Debido a la asociación entre ansiedad e ira suele ser habitual que las relaciones interpersonales se
vean en ocasiones deterioradas, por lo que llegar a situaciones de agresividad puede ser algo
relativamente frecuente. De hecho, son significativos los estudios que se han centrado en la
investigación de la agresividad y la violencia en el contexto sanitario sufrida por el personal que
trabaja en estos ámbitos. Según diversos estudios sobre profesionales sanitarios, el personal de
enfermería es especialmente vulnerable, y sobre todo los trabajadores de departamentos de
emergencias, donde algunos investigadores han encontrado un 82% de personas agredidas
verbalmente en alguna ocasión por pacientes o familiares

Según un 88.6% de los trabajadores de emergencias sanitarias participantes en su estudio habían


sufrido agresiones verbales en el último año, y un 49.4%, violencia física. Otros estudios incluso
han encontrado que un 30% del personal de departamentos de emergencias sanitarias podría
sufrir agresiones casi a diario, siendo la más frecuente la agresión de tipo verbal. De hecho, y
según estos autores, entre un 81 y un 89% de los participantes habían sufrido agresiones verbales
en el último mes. Sobre la atención sanitaria en general, algunas revisiones encuentran
indicadores algo menos alarmantes, señalando por ejemplo un rango de entre un 15 y un 62% de
profesionales los que habían sufrido abusos verbales en el último año. En algunos casos se ha
apuntado que la agresividad puede deberse a variables como insuficientes medidas de seguridad o
vulnerabilidad de los profesionales, pero sin lugar a dudas la alteración emocional, el miedo, la
ansiedad y la ira podrían ser variables claramente relacionadas, sobre todo en las interacciones
con pacientes, familiares y visitas.

Aunque se ha evidenciado que una circunstancia de pérdida de salud se asocia a la aparición de


alteraciones emocionales, y ello ha sido objeto de atención para los investigadores incluso en el
contexto de atención pediátrica no demasiados estudios han sondeado la asociación entre ira y
ansiedad en este ámbito. Lo que sí parece fuera de toda duda es que una situación de pérdida de
salud de un(a) hijo(a), asociada a otras circunstancias ambientales y sociales dentro de un
contexto específico como es el de atención sanitaria, es habitualmente generadora de estrés y
otras alteraciones emocionales, como por ejemplo miedo, ansiedad o ira, e incluso agresividad en
este contexto.

El incremento en dicha alteración emocional se asocia además a aspectos como la gravedad del
paciente, la interacción y comunicación con el equipo sanitario, así como a otras características del
contexto, la accesibilidad, etc. Estas mismas variables, posiblemente intensificadas por detonantes
contextuales específicos, podrían asociarse de manera decidida a la estimulación de la ira destacan
entre ellas también la insatisfacción con la atención recibida

Específicamente las manifestaciones de la enfermedad en un(a) hijo(a), así como la gravedad de la


misma, podrían ser variables que desempeñaran ese rol generador de alteración emocional.
Cuando consideramos precisamente la gravedad, podría ser relevante no tanto el diagnóstico
clínico o la severidad reconocida por el profesional sanitario, sino la percepción y la valoración que
el paciente o los familiares hacen de la situación, y que podría diferir de la opinión profesional

Si todas estas asociaciones descritas durante los procesos de atención sanitaria y pediátrica son
relevantes, todavía podrían ser más intensas en servicios de urgencias por ser este un ámbito
especialmente sensible

Por tanto, aunque algunos estudios han descrito la presencia de alteraciones emocionales como
ansiedad e ira en diferentes contextos de atención sanitaria, no son muchos los que han estudiado
su presencia en atención pediátrica, y todavía menos en servicios de urgencias pediátricas. En el
presente estudio nos proponemos en primer lugar analizar la asociación entre ansiedad, ira y
gravedad percibida por los padres en sus hijos, en el contexto sanitario específico de atención
pediátrica. En segundo lugar, se buscan posibles diferencias tanto en ira y ansiedad como en
gravedad percibida, en función del tipo de contexto sanitario pediátrico, diferenciando entre
atención primaria y urgencias. Por último, el tercer objetivo se centra en determinar cuáles de las
variables estudiadas (tipologías de manifestaciones de ira y gravedad percibida) predicen en
mayor grado el estado de ansiedad en la muestra de progenitores atendidos.

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