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Guía de Presentación: Prevención de violencia escolar

Impartido por:

José Luis Cruz González

¿QUÉ ES LA VIOLENCIA ESCOLAR?

La violencia escolar puede ser entendida como toda aquella acción incluida dentro del

ámbito de influencia de la escuela que, por acto directo u omisión, ya sea en grado de

amenaza o efectivo, tiene la intencionalidad de dañar al otro (ya sea un individuo, grupo o

comunidad) o que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte o daños

psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones (Krug, Dalhberg, Mercy, Zwi &

Lozano, 2003 en Varela, 2011).

Existe violencia en el contexto escolar cuando existe transgresión de orden, reglas y

costumbres de la vida en sociedad, al recurrir a comportamientos de impertinencia, uso de

lenguaje, burlas, violación de códigos de vestimenta, peleas, vandalismo y otros (Colombo

2011).

Se estructura en tres formas:

Interpersonal (docente-alumno, alumno-alumno, padre-docente, etc.)

Institucional (los mecanismos propios de la escuela que generan violencia, como lo es por

ejemplo la escolaridad tradicional)

Estructural (factores sociales y culturales que en una sociedad fomentan la violencia)


Para González-Medina y Treviño Villareal (2019) la violencia escolar es reflejo de la

sociedad actual, al desarrollarnos en ambientes violentos de forma cotidiana fomentando la

cultura del conflicto.

La preparatoria ha sido calificada como vulnerable a la violencia (García Mandujano,

2015), y tan grave es el problema, que las escuelas han llegado a ser consideradas como

instituciones productoras de esta (Toledo, Guajardo, Miranda y Pardo, 2018).

¿CÓMO SE PRODUCE LA VIOLENCIA ESCOLAR?

Entre las categorías de riesgo detectadas en los estudios científicos en casos de violencia

escolar se encuentran (Diaz-Aguado, 2005):

 La exclusión social o el sentimiento de exclusión.

 Ausencia de límites.

 La exposición a la violencia a través de los medios de comunicación.

 La integración en bandas identificadas con la violencia.

 La facilidad para disponer de armas.

 La justificación de la violencia en la sociedad en la que dichas circunstancias se

producen.

Los elementos que pueden incrementar la presencia de violencia escolar son:

 Minimizar la gravedad de las agresiones.

 Minimizar la diversidad, rechazarla y no acogerla.

 Insuficiencia de respuesta por parte de la institución escolar


En la exclusión social puede encontrarse el origen de la violencia escolar. Los individuos

que llevaron a cabo acciones antisociales graves en la juventud y en la edad adulta, se

diferenciaban desde los 8 años de sus compañeros por las siguientes razones:

 Ser rechazados por sus compañeros de clase.

 Llevarse mal con sus profesores.

 Manifestar hostilidad hacia diversas figuras de autoridad.

 Expresar baja autoestima.

 Tener dificultades para concentrarse, para planificar y para terminar sus tareas

 Falta de identificación con el sistema escolar.

 Abandonar prematuramente la escuela

CARACTERÍSTICAS DEL AGRESOR (VICTIMARIO):

 Situación social negativa, aunque cuentan con algunos amigos que les siguen en su

conducta violenta.

 Una acentuada tendencia a abusar de su fuerza (suelen ser físicamente más fornidos

que los demás).

 Son impulsivos, con escasas habilidades sociales, con baja tolerancia a la

frustración, y con dificultad para cumplir normas.

 Con relaciones negativas con figuras de autoridad y un bajo rendimiento, problemas

que se incrementan con la edad.

 No son muy autocríticos, por lo que la autoestima de los agresores puede estar en

grados intermedios o altos.

 Están de acuerdo con las creencias que llevan a justificar la violencia y la

intolerancia en distintos tipos de relaciones.


 Tienen dificultades para colocarse en el lugar de los demás.

 Están menos satisfechos que sus compañeros con su aprendizaje escolar y con las

relaciones que establecen con los profesores.

 Son considerados por sus compañeros como intolerantes y arrogantes, pero al

mismo tiempo se sienten fracasados.

CARACTERÍSTICA DE LA VÍCTIMA

La víctima típica, o víctima pasiva:

 Situación social de aislamiento

 Escasa asertividad y dificultad de comunicación

 Conducta muy pasiva.

 Miedo ante la violencia y manifestación de vulnerabilidad (de no poder defenderse

ante la intimidación).

 Ansiedad, inseguridad y baja autoestima.

 Tendencia a culparse a ellos mismos de la situación, o negar la situación de

violencia totalmente.

Víctima activa:

 Situación social de aislamiento y impopularidad.

 Una tendencia excesiva e impulsiva a actuar sin poder elegir la conducta que puede

resultar más adecuada a cada situación.

 Con problemas de concentración (llegando incluso, en algunos casos, a la

hiperactividad).

 Con disponibilidad a reaccionar mediante conductas agresivas e irritantes.


 Estas características han hecho que este tipo de víctimas se consideren como

«provocadores».

 La situación de las víctimas activas es la que parece tener un peor pronóstico a largo

plazo.

¿EN QUÉ AFECTA A LA VIOLENCIA ESCOLAR?

Para Varela (2011) la violencia escolar incide en la convivencia escolar, dificulta el

aprendizaje y genera un daño la comunidad escolar en conjunto más expresamente en la

víctima y el victimario.

La violencia escolar en los adolescentes forja desajustes psicosociales, y a nivel escuela,

inhibe acciones para contrarrestarla, llegando a ocultarse e incorporarse a la cultura de la

institución (González-Medina y Treviño Villareal, 2019), afectando en el desempeño

académico de los alumnos, las malas calificaciones, la reprobación de diversas asignaturas,

entre otros.

¿CÓMO INTERVENIR EN LA VIOLENCIA ESCOLAR?

Elementos que rodean la presencia de violencia escolar


Se ha observado una correlación significativa entre el clima escolar, sus implicaciones en el

desarrollo de la empatía y la disminución de la violencia entre pares (Valdés-Cuervo,

Martínez-Ferrer y Carlos Martínez, 2018).

Esto vuelve imperativo el mantener climas de respeto y comprensión del otro donde

participen familias y docentes para promover el desarrollo de la empatía.

La empatía de los alumnos

Para confrontar la violencia se debe trabajar en la educación emocional, en el caso de los

agresores la intervención debe focalizarse en la alfabetización emocional y en las víctimas

en el afrontamiento.

Los estudiantes que poseen inteligencia emocional gestionarían sus sentimientos y los de

los demás, y que este sería un recurso para actuar en las situaciones de violencia.

De igual forma, aquellos alumnos que logran sus metas a través de una mayor

perseverancia, optimismo y confianza en sí mismas, regulan mejor sus emociones ante las

manifestaciones de violencia (Quintana Peña, Montgomery y Malaver Soto, 2009).


Por ende, resulta primordial que los estudiantes de bachillerato posean habilidades

socioemocionales, mismas que empoderan para una mejor toma de decisiones y el logro de

metas, y las cuales son necesarias en la prevención de conductas como la violencia y el

acoso (Secretaría de Educación Pública, 2017).

Como y con quienes intervenir

A nivel diádico, es necesario trabajar con la cultura de pares, las normas que se establecen

en los grupos y sus respectivas creencias, por ejemplo, que es “normal” molestar a un

compañero que es diferente o menos popular. También requiere fortalecer los vínculos

interpersonales (por ejemplo, fortalecer las comunidades de curso) y el vínculo con los

profesores.

Dotar al profesorado de habilidades para promover la creación de un clima escolar positivo

y la empatía a través del desarrollo de un clima no permisivo de agresiones entre pares es

indispensable, así como generar espacios para que las familias asuman un papel activo en la

prevención de la violencia mediante la participación en la vida escolar formando una

alianza familia-escuela donde se pueda trabajar en las creencias que puedan existir sobre la

violencia.

Esto puede conseguirse si se trabaja desde cuatro subsistemas (OSEP Center on Positive

Behavioral Interventions et al., 2000; Sprague & Golly, 2005; Sugai & Horner, 2006):

1. Nivel escolar: Promoviendo normas de convivencia (expectativas de conducta),

desarrollo de habilidades sociales y una mejor supervisión del espacio físico del

colegio, como la infraestructura y áreas comunes (patios, pasillos, comedor, entre

otros).
2. Nivel Aula: enseñando y reforzando las normas de convivencia establecidas para

todo el colegio de forma conjunta con toda la comunidad escolar.

3. Nivel individual: con intervenciones intensivas e individualizadas a alumnos/as con

problemas de conducta más complejos.

4. Nivel familiar y con la comunidad: trabajando también con las normas de

convivencia y en fortaleciendo alianzas de trabajo.

En el nivel de aula, trabajar con grupos heterogéneos (en rendimiento, en nivel de

integración en el colectivo de la clase, en grupos étnicos, en género, en riesgo de violencia,

etc.) ayuda a superar las segregaciones y las exclusiones.

Rol del alumno para prevenir la violencia

Se puede incrementar el poder y responsabilidad de los alumnos en su propio aprendizaje,

principalmente en la representación de papeles adultos como expertos en diversas áreas.

Por ejemplo, elaborando un decálogo para erradicar la violencia escolar, o campañas de

prevención contra la violencia de género dirigidas a adolescentes.

Los resultados obtenidos han permitido comprobar que ayudar a los y las jóvenes a

desempeñar el papel de expertos es muy eficaz.

El tratar al adolescente como si fuera un profesional capaz de prevenir la violencia, y al

proporcionarle el apoyo y la motivación necesarias, favorece que pueda descubrir el

significado que esta tarea tiene para el experto que habitualmente la realiza, y que llegue a

identificarse con los significados de forma mucho más eficaz que si le pidiéramos que

llevara a cabo, paso a paso, sus distintos componentes al estilo de los ejercicios de los

tradicionales libros de texto.


La eficacia de las tareas completas compartidas ha sido explicada desde la psicología de la

actividad, en función de su relevancia para activar la zona de construcción del

conocimiento y de potenciar así el aprendizaje (Newman, Griffin y Cole, 1989).

Rol del docente para prevenir la violencia

La primera forma de construir convivencia escolar implica formar lazos sociales, el docente

debe mantener una mirada que propicie la equidad de género y valores sociales donde haya

respeto por los derechos humanos y la diversidad, conduciendo el aula de manera

democrática (Colombo, 2011).

Se debe abrir paso a espacios que propicien la comunicación, participación, pensamiento

crítico y construcción de valores sociales.

Esto obliga al docente a mantener una dirección ni coercitiva donde se impida el

aprendizaje crítico, ni laxa donde falte la normatividad.

El tipo de docente que gestiona adecuadamente la violencia escolar es tiene una concepción

de la violencia de forma integrativa/ vinculativa, con esto se refiere a que entiende la

violencia como emergente de la cuestión social y es multicausal.

Este docente tiene una perspectiva de equidad de género, y lleva a cabo una convivencia

basada en el diálogo y conversación con el alumno, participando de forma activa en la

resolución de casos de violencia escolar y desarrollo de convivencia escolar.

Su estrategia es transmitir valores, respeto, juegos tranquilos, escucha, reflexión y respeto a

partir de la participación de las familias, y vínculos de confianza y respeto entre docente y

alumno.
Prioriza aspectos vinculares, donde se comparten los juegos y el trabajo en armonía

fomentando el pensamiento de logro del bien común y una planeación ética y que prioriza

la construcción de lazos solidarios.

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