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que son los últimos, nos habló a nosotros por medio de su Hijo» (Heb.1,1-2). Jesús nos reveló a
Dios mediante sus palabras y obras, sus signos y milagros; sobre todo mediante su muerte y su
gloriosa resurrección y con el envío del Espíritu Santo sobre su Iglesia. Todo lo que Jesús hizo y
enseñó se llama «Evangelio», es decir, «Buena noticia de la Salvación».
¿Cómo fue transmitida la Revelación Divina? Para llevar el Evangelio por todo el mundo, Jesús
encargó a los apóstoles y a sus sucesores, como pastores de la Iglesia que El fundó
personalmente: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he
aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt. 28,18-20).Aquí notamos
cómo Jesús ordenó «predicar» y «proclamar» su Evangelio. Y de hecho los Apóstoles «predicaron»
la Buena Nueva de Cristo. Años después algunos de ellos pusieron por escrito esta predicación. Es
decir, al comienzo la Iglesia se preocupó de predicar el Evangelio.
La Tradición Apostólica. Este mensaje escuchado por boca de Jesús, vivido, meditado y
transmitido oralmente por los Apóstoles, se llama «la Tradición Apostólica». No debemos
confundir «la Tradición Apostólica» con la «tradición» que en general se refiere a costumbres,
ideas, modos de vivir de un pueblo y que una generación recibe de las anteriores. Una tradición de
este tipo es puramente humana y puede ser abandonada cuando se considera inútil. Así Jesús mismo
rechazó ciertas tradiciones del pueblo judío: «Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la
tradición de los hombres» (Mc.7,8).La Tradición Apostólica se refiere a la transmisión del
Evangelio de Jesús. Jesús, además de enseñar a sus apóstoles con discursos y ejemplos, les enseñó
una manera de orar, de actuar y de convivir. Estas eran las tradiciones que los apóstoles guardaban
en la Iglesia. El apóstol Pablo en su carta a los Corintios se refiere a esta Tradición Apostólica: «Yo
mismo recibí esta tradición que, a su vez, os he transmitido» (1 Cor. 11, 23).
de norma de fe y de vida para los creyentes, canon en sentido activo y que puede definirse
también como la normatividad de la Sagrada Escritura.
Canónico (protocanónico y deuterocanónico. Apócrifo). Los libros que son norma para los
cristianos son los libros canónicos(canon en sentido pasivo). Vaticano II: “la Santa Madre Iglesia
reconoce que todos los libros del AT y del NT son sagrados y canónicos, escritos por inspiración
del ES. Tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia” (DV 11).La
Iglesia no crea su canon, sino que declara como tal a aquellos libros en los que ha descubierto
la Palabra normativa de Dios. La Biblia es norma, canon (en sentido activo), y a su vez es la
Iglesia quien en último término garantiza y asegura el canon (en sentido pasivo) de la
Escritura.
Canonicidad. Reconocimiento por parte de la Iglesia de un libro inspirado por Dios y propuesto
como norma de fe y de vida.
Criterios de canonicidad
Durante los primeros cuatro siglos se utilizaron diversos criterios para decidir la aceptación de un
libro como canónico. Ohlig distingue tres grandes grupos de criterios:
Criterios externos: propiedades de la misma Escritura: apostolicidad, gran antigüedad,
aprobación apostólica, ortodoxia eclesiástica y doctrinal, concordancia y unidad con la
escritura, función constructiva y edificante, valor para todas las Iglesia, legibilidad,
comprensibilidad y posesión de sentido.
Criterios internos: los que fundamentan en último término la normatividad de la Escritura,
ya que la Iglesia acepta como canónicos sólo aquellos libros que sean inspirados. Se
fundamenta en una experiencia pneumática de la Iglesia.
Criterios eclesiales: resultado de las relaciones de la Iglesia con esos escritos y con los
anteriores criterios: reconocimiento de un libro como Escritura canónica en un número a ser
posible grande de Iglesia, recepción por una gran número de Iglesias antiguas, citación como
Escritura por autoridades reconocidas, empleo en la liturgia…
La apostolicidad es el criterio central y articulador de los demás, entendido como eclesialidad
originaria. Varios aspectos: cronológico, de continuidad histórica, de contenido y de funcionalidad.
La última fundamentación de la normatividad del NT y del AT cristiano, es la autoridad del Señor,
manifestada por su Espíritu. Los escritos no son canónicos porque hayan sido recibidos en la
Iglesia, sino que son recibidos porque son Escritura y la Iglesia así lo percibe. Estrecha relación que
existe entre Escritura y Magisterio. Dei Verbum: la misma Tradición da a conocer a la Iglesia el
canon de los libros Sagrados (DV 8).
Extensión de la canonicidad. Abarca todo el conjunto de los libros recogidos en el canon: 46 AT y
27 NT, tanto protocanónicos como deuterocanónicos. DV 11: todos los libros del AT y del NT, con
todas sus partes, son sagrados y canónicos.
El exegeta tiende un puente entre el texto que ya tiene muchos siglos y el hombre contemporáneo,
con sus inquietudes y preguntas existenciales de hoy.
b) Hermeneútica: es una parte de la ciencia bíblica que tiene por objeto establecer una mediación
entre el antiguo texto y el hombre contemporáneo, recurriendo al uso de los métodos más
apropiados, con el fin de hacer el texto vivo y actual.
c) Heurística: es la parte de la hermeneútica que descubre los distintos sentidos de la Biblia, sea
por los estudios de los investigadores, sea por las enseñanzas del Magisterio.
d) Crítica: es el estudio racional de los textos, cualesquiera sean, para determinar su sentido, las
intenciones del autor, el tiempo y circunstancias en que fue escrito, el género literario y la forma
estilística. Este estudio crítico se impone también en la interpretación de la Biblia, por estar escrita
en lenguaje humano.