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NOMBRES Y TÍTULOS DE JESUCRISTO

Mesías
La palabra Mesias es una forma helenizada de la palabra aramea “mᵉšīhā” y del hebreo
“māšīaḥ” y del griego “χριστός” que significa Ungido.
En el Antiguo Testamento designa a todo hombre que por la unción fue consagrado a
Dios y quedó santificado. Era el nombre más común para designar el futuro libertador
que esperaba el pueblo de Dios. La significación de māšaḥ es consagrar por una unción.
Se ungía a los reyes, a los profetas, a los sacerdotes, sobretodo al gran sacerdote o
pontífice. A los cuales se les llamaba “ungido” o “mesías” como sucedió con Ciro (por la
acción providencial que llevó a cabo en favor del pueblo de Dios).
Pero el Mesías, el ungido por excelencia, era el futuro restaurador, que había de salir del
seno del pueblo escogido, para restaurar los destinos de Israel, sellando una nueva alianza,
más íntima que la establecida en el Sinaí. Este Mesías era el gran esperado, para
restablecer todas las cosas. Lo que era el mesianismo (esperanza y expectación de un
futuro restaurador).
Esta apelación vino a ser en la época apostólica el nombre propio de Jesús y se ha
apropiado el contenido de los otros títulos reivindicados por él. Por lo demás, subrayaba
acertadamente el nexo profundo que enlazaba a su persona con la esperanza milenaria del
pueblo judío, centrada en la espera del Mesías, hijo de David. Sin embargo, los empleos
de la palabra ungido en el AT y luego en el judaísmo no comportaban todavía la riqueza
de sentido que el NT dio a la palabra Cristo. Hay que remontarse hasta los orígenes de
este vocabulario para ver la transformación que le hizo sufrir el NT proyectando en él la
luz de una revelación inscrita en las palabras y en la historia de Jesús.
Este título tiene relación estrecha con el de “Siervo Sufriente de Yahvé”, sin embargo, la
mentalidad judía, oscurecida por prejuicios de raza y religión, tenía un concepto erróneo.
Solo esperaban ser librados de la opresión extranjera, y la restauración nacional y
temporal de Israel, y desconocían la figura austera y paciente del Siervo de Yahweh, del
Mesías pobre y humilde, fundador de un reino de naturaleza espiritual de carácter
universal, y cuya gloria mayor fuera expiar, como víctima voluntaria, los pecados de la
humanidad entera, mediante una muerte ignominiosa, fuente inagotable de vida para todo
el género humano.
Hijo de Dios
El título «Hijo de Dios» es aplicado a Jesús en muchas ocasiones en el Nuevo Testamento.
A menudo se utiliza para hacer referencia a su divinidad, desde el principio en la
anunciación hasta la crucifixión. La declaración de que Jesús es el Hijo de Dios es hecha
por muchas personas en el Nuevo Testamento, en dos ocasiones separadas por Dios Padre
como una voz del cielo, y también es afirmada por Jesús mismo. El título «Hijo de Dios»,
de acuerdo con la mayoría de las denominaciones cristianas, en la creencia trinitaria, se
refiere a la relación entre Jesús y Dios, específicamente como «Dios Hijo».
Durante miles de años, emperadores y reyes que van desde la dinastía Zhou del Oeste (c.
1000 a. C.) en China a Alejandro Magno han asumido títulos que reflejan una relación
filial con deidades. En el tiempo de Jesús, el emperador Augusto aprovechó la similitud
entre los títulos Divi filius (hijo del Divino Uno) y Dei Filius (Hijo de Dios) y utilizó la
inscripción ambigua DF para referirse a sí mismo, enfatizando el componente divino de
su imagen.
De todos los títulos cristológicos utilizados en el Nuevo Testamento, «Hijo de Dios» ha
tenido uno de los efectos más duraderos en la historia del cristianismo y se ha convertido
en parte de la profesión de fe de muchos cristianos. En el contexto trinitario mayoritario,
el título implica la plena divinidad de Jesús como parte de la Santísima Trinidad de Padre,
Hijo y el Espíritu Santo. Sin embargo, el concepto de Dios como padre de Jesús, y Jesús
como el único Hijo de Dios es distinto del concepto de Dios como Creador y Padre de
todos los hombres, como es indicado en el Credo de los Apóstoles. La profesión comienza
con expresar la creencia en «Dios Padre Todopoderoso, creador de los cielos y la tierra»
e inmediatamente, pero por separado, en «Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor»,
expresando así el doble sentido de la paternidad en el Credo.
Hijo del Hombre
Es el título usado con más frecuencia en el NT para referirse a Jesucristo (82 veces).
Todas menos una (Hechos 7, 56) en los Evangelios. Se trata de un título mesiánico que
aparece en el Antiguo Testamente en Daniel 7, 2-14. A la luz del Nuevo Testamento
comprendemos que este título identifica la trascendencia celestial del Salvador y al mismo
tiempo enfatiza su humanidad. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Jesús usó
frecuentemente este título para referirse a sí mismo. Los Santos Padres comentan que al
Jesús usar este título manifiesta su humildad y también es una referencia a sí mismo como
el Hombre Nuevo, el Nuevo Adán.
El término «Hijo del Hombre» aparece muchas veces en los cuatro evangelios, por
ejemplo, 30 veces en Mateo. Sin embargo, a diferencia del título «Hijo de Dios», su
proclamación nunca ha sido un artículo de fe en el cristianismo. Mientras que la profesión
de Jesús como el Hijo de Dios ha sido un elemento esencial de los credos cristianos desde
la edad apostólica, tales profesiones no se aplican a «Hijo del Hombre». Sin embargo, el
análisis cristológico de la relación entre los dos términos ha sido objeto de muchas
investigaciones.
En la investigación bíblica moderna las apariciones de «Hijo del Hombre» en los
evangelios sinópticos son generalmente clasificadas en tres grupos: las que se refieren a
su «venida» (como una exaltación), las que se refieren al «sufrimiento» y aquellas que se
refieren a «ahora obrando», es decir, refiriéndose a la vida terrestre.
Durante siglos, la perspectiva cristológica en «Hijo del Hombre» ha sido una
contrapartida natural al de «Hijo de Dios», y en muchos casos afirma la humanidad de
Jesús, tal como «Hijo de Dios» afirma su divinidad. En el siglo V, Agustín de Hipona vio
la dualidad del Hijo de Dios e Hijo del Hombre en términos de la naturaleza dual de Cristo
en unión hipostática, en la que el Hijo de Dios se hizo Hijo del Hombre a través del acto
de la Encarnación y escribió: «Dado que él es el único Hijo de Dios por naturaleza, se
convirtió también el Hijo del Hombre, para que este sea lleno de gracia también».
Hijo de David
El título «Hijo de David» indica la descendencia física de Jesús desde David, así como su
calidad de miembro de la línea davídica de reyes. La frase es utilizada en varias ocasiones
en los evangelios.
Siervo de Yahvé
El nombre de «siervo de Yahveh» en la Biblia es un título honorífico. Yahveh llama «mi
siervo» al que destina a colaborar en su designio. Y para cumplir o realizar este designio
Dios envía a su Hijo, siervo por excelencia; este título expresa incluso el aspecto más
misterioso de su misión redentora: Cristo, en efecto, por su sacrificio expía la negativa de
servir que es el pecado y une a todos los hombres en el mismo servicio de Dios.
Emmanuel
El nombre Emanuel del hebreo ‫עִ מָּ נּואֵ ל‬, «Dios [está] con nosotros» se compone de dos
palabras hebreas: ‫( אֵ ל‬El, que significa «Dios») y ‫( עִ מָּ נּו‬ʻImmānū, que significa «con
nosotros»); en hebreo ʻImmānûʼēl. Nombre simbólico de un niño, cuya concepción y
nacimiento anunció Dios solemnemente por Isaías, como señal de liberación mesiánica.
El sentido mesiánico del pasaje se apoya en la solemnidad del anuncio, en el significado
del hombre y en lo que más adelante se dice de ese mismo niño, que será dueño de la
tierra de Judá, debelador de los enemigos y rey pacífico y universal con atributos divinos.
Bibliografía:
Amato, A., Jesús el Señor, Madrid 2009.
León-Dufour, X., Vocabulario de Teología Bíblica, Barcelona 1988.
Enciclopedia de la Biblia II, Barcelona 1965.
Enciclopedia de la Biblia III, Barcelona 1965.
Enciclopedia de la Biblia V, Barcelona 1965.
Enciclopedia de la Biblia VI, Barcelona 1965.

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